Introducción
La rigidez a la que se ha sometido a la población mexicano y, especialmente a la femenina a lo largo de los años, ha conducido a la conformación de idiosincrasias con base en el género de los individuos que tienden a encasillar a las féminas por medio del lenguaje cotidiano a ciertas creencias como, por ejemplo, el que las mujeres casadas no deben trabajar fuera del hogar, que la madre es la persona más querida en el mundo, y que el hombre lleva los pantalones en la familia (Díaz-Guerrero, 2008). En consecuencia, tales creencias pueden incrementar conductas que propician la discriminación socioeconómica y la inequidad de género. De hecho, actualmente dentro del mundo laboral, la diferencia salarial entre hombres y mujeres es abismal, mostrando un 30% por encima los ingresos de los varones que de las féminas y en altos rangos empresariales y de política, ya que las profesiones asociadas a la población femenina comúnmente siguen siendo aquéllas como secretaria, maestra, educadora y niñera (El Colegio de México, 2018). Los hechos estructurales que se han vivido durante la trayectoria histórico-social en la cultura mexicana tienen como consecuencia doctrinas que conducen a la conformación de grupos estereotipados y prejuiciados, en los que los miembros dominantes, típicamente el varón en culturas predominantemente masculinas como la mexicana, propagan ideologías acordes a los roles de género establecidos que justifican el dominio como correcto o adecuado y así los grupos subordinados como el de las mujeres, aceptan tales ideologías. Estas ideologías fueron planteadas por Díaz-Guerrero (2008) en su análisis histórico-psicosociocultural del comportamiento del mexicano. Dentro de dichas ideologías, destacó el machismo en el cual la mujer debe ser dócil, sumisa, menos inteligente e inferior al hombre, la abnegación en la cual se piensa que la fémina sufre más y obediencia afiliativa en donde se postula la obediencia absoluta al padre o pareja y en algunas ocasiones a la figura materna. El estado y disposición establecido de los roles dan como resultado sistemas de creencias que ayudan a mantener y defender estas ideologías. Ante la existencia de tales ideologías han surgido múltiples teorías sobre prejuicios que se enfocan en justificaciones ideológicas hostiles para la jerarquía social, como la creencia en la inferioridad de los grupos subordinados y la dominancia de algunos grupos. Una de estas teorías es la Teoría del Sexismo Ambivalente (Glick & Fiske, 2018) que se centra en el prejuicio y discriminación de individuos con base en el género denominado sexismo. Dicha teoría establece que la dominancia masculina e interdependencia íntima han moldeado el contenido tradicional de las ideologías de género y su matiz emocional. Acorde a esta teoría, el sexismo engloba dos tipos de actitudes sexistas: el sexismo hostil y el sexismo benevolente (Connor, Glicke & Fiske, 2017).
El sexismo hostil se refiere a las actitudes tradicionales y prejuiciosas que se tienen hacia las mujeres. Éstas suponen su inferioridad y dependencia y se estructuran en tres categorías:
Un paternalismo dominador que considera a las mujeres débiles e inferiores y, por lo tanto, necesitan ser dirigidas y controladas por el hombre,
La diferencia de género competitiva que sostiene que las mujeres son diferentes a los hombres porque no poseen las características para triunfar en el ámbito público (p. ej.: lo laboral relacionado a cargos directivos o de toma de decisiones), ante lo cual deben restringirse al ámbito privado (p. ej.: tareas del hogar); y
La hostilidad heterosexual que alude al poder sexual que tienen las mujeres y que las hace peligrosas y manipuladoras para los hombres (p. ej.: seducción).
El sexismo hostil disminuye la seguridad-comodidad y la competencia social (Lemonaki, Manstead & Maio, 2015), e incrementa la aceptación de la desigualdad salarial laboral con base en el género (Connor & Fiske, 2019).
Por su parte, el sexismo benevolente está representado por un conjunto de actitudes interrelacionadas hacia las mujeres que son estereotipadas y se limitan a ciertos roles acorde a su género pero que producen un efecto positivo. Sus categorías son:
Un paternalismo protector que implica el cuidado y dependencia de la mujer por parte del hombre (p. ej.: depender económicamente del varón),
La diferenciación de género complementaria que enfatiza las características positivas de las mujeres que complementan a las de los hombres (p. ej.: ser ama de casa centrada en el cuidado de niños/varón, protectora, maternalista); y
Una intimidad heterosexual que supone la dependencia de los hombres con respecto a las mujeres para la reproducción y satisfacción sexual (p. ej.: necesidad de procrear).
Dentro de este mismo, se encuentran actitudes que engrandecen a la madre, así como se aceptan y se justifican ciertos patrones de conducta tales como el depender económicamente del varón, la caballerosidad, el dominio y control del hombre sobre la mujer, etc.
El sexismo benevolente promueve el que las mujeres aprueben actitudes sexistas hacia sus congéneres que contribuyen a mantener la inequidad de género (Hammond, Sibley & Overall, 2014). Favorece la segregación laboral y la falta de acción asociada al fomento de las féminas para que ocupen posiciones que tradicionalmente han sido consideradas como masculinas (Hideg & Ferris, 2016). Adicionalmente, altera respuestas cerebrales ejecutivas (Dardenne et al., 2013), disminuye la autoeficacia (Jones et al., 2014), y se asocia con un deficiente nivel de bienestar, una baja autoestima y falta de confianza en uno mismo (Oswald, Baalbaki & Kirkman, 2019). Legitima al sexismo hostil y la inequidad de género, refuerza los roles de género tradicionales en las relaciones de pareja heterosexuales (p. ej.: los hombres son los proveedores financieros, las mujeres son amas de casa, etc.), retrasa el progreso de las mujeres en el ámbito laboral vía la discriminación sutil, disminuye las ambiciones profesionales de la población femenina dado que dirige sus esfuerzos en buscar a un hombre que provea en lugar de progresar, y limita la resistencia colectiva hacia la inequidad de género (Glick & Raberg, 2018).
En resumen, el sexismo ambivalente refuerza el establecimiento de jerarquías con base en el género (Rudman & Fetterolf, 2014). Afecta negativamente el sistema cardiovascular (Salomon, Burgess & Bosson, 2015), el sistema inmune y el funcionamiento cognitivo (Chaney, Freeman, Boswell, Crockett & Binkley, 2019). Además, perpetua la discriminación laboral con base en el género, la objetificación sexual y subyugación de la mujer, y restringe las oportunidades económicas, laborales y políticas de crecimiento y desarrollo para la población femenina (Connor et al., 2017). También, incrementa la ansiedad (Pacilli, Spaccatini, Giovannelli, Centrone & Roccato, 2017), la salud mental disfuncional (Borrell et al., 2011), y la percepción de las féminas como menos competentes que los hombres (Ramos, Barreto, Ellemers, Moya & Ferreira, 2018). Disminuye la autoestima y repercute negativamente en el desarrollo de la identidad (Nadal & Haynes, 2012).
En vista de estas circunstancias que son promovidas por la sociedad, se tiende a generar una ideología que encasilla a las mujeres en un rol determinado. De tal manera que cuando se quieren romper dichos roles existe una resistencia al cambio que lleva a la discriminación, segregación y restricción de los derechos igualitarios en las mujeres, que puede llegar a convertirse, entre otras cuestiones, en agresión psicológica al implicar un trato negativo, hostil y perjudicial para los miembros de los colectivos rechazados.
La agresión psicológica se define como un patrón de comportamientos en el que una persona intimida, degrada, manipula, amenaza o humilla a otra para someterla o controlarla (Salis, Salwen-Deremer & O'Leary, 2014). Otras formas que puede tomar la agresión psicológica, incluida la agresión verbal, son, por ejemplo, la explotación, acoso, rechazo y retención del afecto, aislamiento y control excesivo. La agresión psicológica incrementa la probabilidad de suicidio y de presentar trastornos de ansiedad, depresión, disfunciones sexuales y desórdenes de la conducta alimentaria. Disminuye el autoconcepto, la autoestima, la autoeficacia y la autoaceptación. Promueve la agresión física y la violencia doméstica (Jordan, Campbell & Follingstad, 2010).
A pesar de ello, a nivel Latinoamérica y, particularmente en México, son pocos los estudios que han abordado el sexismo ambivalente y las relaciones entre éste y otros factores relacionados como sería la agresión psicológica. De hecho, a nivel mundial las investigaciones sobre intervenciones para disminuir el sexismo son escasas (Becker, Zawadzki & Shields, 2014). Adicionalmente, la equidad de género todavía sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar (Radke, Hornsey & Barlow, 2016).
Este estudio exploratorio fue llevado a cabo para contribuir a la literatura de investigación referente al sexismo y su factor asociado la agresión psicológica, en población femenina joven y adulta, particularmente en el contexto de ciudades Latinoamericanas. Por tanto, se examinó la relación entre los tipos de sexismo y de agresión psicológica. Estos factores fueron escogidos dado que investigaciones previas, como se mencionó anteriormente, han demostrado que el sexismo es un factor de riesgo esencial para la agresión psicológica y debido a la influencia que tienen estas variables en el bienestar y la salud mental. El objetivo principal de este estudio consistió en desarrollar y probar un modelo de trayectorias de la agresión psicológica en un grupo de mujeres mexicanas jóvenes y adultas para explorar factores que determinan dicha agresión y posibles vías que pueden explicar sus efectos. El modelo de trayectorias sometido a prueba está basado en el siguiente modelo hipotético (ver Figura 1).
Las hipótesis del presente estudio fueron: Instrumentos
A mayor sexismo hostil, mayor agresión psicológica directa.
A mayor sexismo benevolente, mayor agresión psicológica indirecta.
Este trabajo también promueve la elaboración e implementación de programas y líneas de acción eficientes y sostenibles, que pueden afectar positivamente la salud psicológica de la población femenina adulta-joven y que contribuyan a disminuir el sexismo y la agresión psicológica, y a promover la equidad de género. La Teoría del Sexismo Ambivalente (Glick & Fiske, 2018), explicada anteriormente, fue usada como modelo teórico de referencia para este estudio.
Materiales y Métodos
Participantes
163 mujeres de entre 18 y 30 años (M[DT]= 22.72[3.676]) de la Ciudad de México y zona conurbada seleccionadas de manera no probabilística mediante el muestreo bola de nieve. Como criterios de inclusión se tuvieron el que las participantes: 1) residieran en la Ciudad de México o en el Estado de México al momento de realización de esta investigación, 2) colaboran voluntariamente en el estudio; y 3) tuvieran dominio del idioma español. Como criterios de exclusión se consideraron el que los individuos: 1) hubieran sido varones o menores de edad, 2) que desistiera de colaborar en el estudio; y 3) que presentaran algún tipo de discapacidad, trastorno por abuso de sustancias o desorden psiquiátrico que limitara funcionalidad.
Inventario de Sexismo Ambivalente: Adaptado a población mexicana por Cruz, Zempoaltécatl y Correa (2005). Constituido por 25 reactivos agrupados en cuatro factores que explican el 52.72% de la varianza total. Las mayores puntuaciones en la escala indican mayores niveles de prejuicio hacia las mujeres. El instrumento en la adaptación original tuvo una adecuada consistencia interna (Alfa de Cronbach = .879) y, de igual manera, en este estudio (Alfa de Cronbach = .873).
Escala de Relaciones con Compañeros Adolescentes: Adaptado a población mexicana por Calleja (2016). Tiene un total de 36 reactivos agrupados en dos escalas, cada una con 18 reactivos. En ambas escalas existen tres dimensiones, dependiendo del tipo de agresión: física, verbal y social. Se usaron únicamente los reactivos de las dimensiones de bullying verbal y social en la escala de Victimización. En la adaptación original, tuvo una adecuada consistencia interna (Alpha de Cronbach = .92) y, también, en este estudio (Alfa de Cronbach = .892).
Procedimiento
Este estudio fue revisado y aprobado por el Comité Institucional de la Universidad La Salle México. Esta revisión es el equivalente mexicano a un American IRB Review. Las posibles participantes fueron invitadas a una junta informativa en un aula de clases de la Universidad La Salle México, con previa aprobación de las respectivas autoridades. Se les explicaron los objetivos del estudio, modalidad de aplicación del instrumento, uso de datos y acuerdos de confidencialidad. A las participantes que accedieron a colaborar en el estudio, se les entregó un consentimiento informado. De las 200 participantes, 163 firmaron el consentimiento informado. Posteriormente, a quienes accedieron a participar con consentimiento informado, se les pidió su correo electrónico para poder mandarles la liga de los instrumentos usando la plataforma Google forms. Se les explicó brevemente el uso de la liga y la forma de aplicación para evitar cualquier sesgo o error. Una vez enviado el enlace de las pruebas, se fueron explicando las posibles dudas que los participantes tuvieran, evitando no sesgar sus respuestas. El tiempo de aplicación fue de entre 15 a 20 minutos aproximadamente. Se respetó en todo momento el que las participantes decidieran no responder alguna pregunta y/o terminar el cuestionario. Finalmente, se les agradeció su participación.
Análisis de Datos
Se realizaron análisis estadísticos que incluyeron: descriptivos y correlacionales mediante el Coeficiente de Correlación de Pearson. Se llevó a cabo un análisis multivariado de varianza para detectar diferencias en el índice de agresión psicológica, de agresión psicológica directa y de agresión psicológica indirecta, teniendo como factores el tipo de religión (1: Católica y 2: No Católica), el nivel socioeconómico (1: Medio y 2: Alto), el grado de sexismo hostil y de sexismo benevolente (1: Bajo, 2: Medio y 3: Alto) y el grupo de edad (1: 18-21 años, 2: 22-24 años y 3: 25-30 años). Cabe destacar que para dividir a los grupos se usaron cuartiles y las distinciones que la literatura de investigación denota en cuanto a adolescente (rango de edad 1), joven (rango de edad 2) y adulto (rango de edad 3). Finalmente, se efectuó un análisis de trayectorias para predecir agresión psicológica directa e indirecta mediante el grado de sexismo hostil y de sexismo benevolente. Para ello, se usaron los programas SPSS en su versión 25 y AMOS en su versión 21.
Resultados
Los resultados mostraron que el 32.5% de las participantes presentó un índice alto de sexismo hostil, el 30.7 % un alto nivel de sexismo benevolente y el 25.2 % un grado elevado de agresión psicológica directa e indirecta.
De igual manera, se observó un índice alto de sexismo hostil en participantes de entre 18-21 años de edad, de nivel socioeconómico medio y religión católica. En contraste, sus contrapartes de 22-24 años de edad tuvieron un grado elevado de sexismo hostil; mientras que las de 25-30 años mostraron un grado mayor de agresión psicológica directa e indirecta. En el caso de un nivel socioeconómico alto y la religión católica, las participantes de entre 22-24 años de edad presentaron un índice mayor de sexismo hostil y de agresión psicológica directa e indirecta; y las de 25-30 años de sexismo benevolente. En el caso de la religión no católica y un nivel socioeconómico medio, las participantes con un grado mayor de sexismo hostil fueron las de 25-30, de sexismo benevolente las de 22-24 y de agresión psicológica directa e indirecta, las de 18-21. Por último, con un nivel socioeconómico alto e igualmente la religión no católica, el índice más alto de sexismo hostil se observó en las participantes de 18-21 años, de sexismo benevolente y agresión psicológica directa en las de 22-24 años; y de agresión psicológica indirecta en las de 25-30 años.
Para analizar si existen diferencias significativas en el nivel de agresión psicológica directa e indirecta, según el nivel socioeconómico (1: Medio y 2: Alto), el tipo de religión (1: Católica y 2: No Católica), el grado de sexismo hostil y de sexismo benevolente (1 : Bajo, 2: Moderado y 3: Alto); y el grupo de edad (1: 18-21 años, 2: 22-24 años y 3: 25-30 años), se realizó un análisis multivariado de varianza teniendo como variables dependientes a la agresión psicológica directa y la indirecta. Los hallazgos obtenidos mostraron, en el caso de la agresión psicológica indirecta, una interacción significativa de 3 (Sexismo Hostil: 1. Bajo, 2. Moderado y 3. Alto) x 3 (Grupo de Edad: 1. 18-21 años, 2. 22-24 años y 3. 25-30 años) x 2 (Nivel Socioeconómico: 1. Medio y 2. Alto); y una interacción significativa de 2 (Sexismo Benevolente: 1. Bajo, 2. Moderado y 3. Alto) x 2 (Tipo de Religión: 1. Católica y 2. No Católica). En cuanto a la agresión psicológica directa, se encontraron un efecto principal de Tipo de Religión y dos interacciones significativas de 2 x 2. La primera de ellas, de Nivel de Sexismo
Hostil (1: Bajo, 2: Moderado y 3: Alto) x Nivel Socioeconómico. La segunda de ellas de Nivel de Sexismo Hostil (1: Bajo, 2: Moderado y 3: Alto) x Nivel de Sexismo Benevolente (1: Bajo, 2: Moderado y 3: Alto) (ver Tabla 1). Cabe destacar que los tamaños de efecto de interacción determinados por rf fueron moderados.
Factor(es) | Agresión Psicológica | Media cuadrática | F | P | η 2 | |
---|---|---|---|---|---|---|
Tipo de Religión | Directa | 1 | 367.164 | 4.708 | 0.033* | 0.251 |
Nivel de Sexismo Hostil x Nivel de Sexismo Benevolente | Directa | 4 | 224.250 | 2.875 | 0.027* | 0.217 |
Nivel de Sexismo Hostil x Nivel Socioeconómico | Directa | 2 | 325.213 | 4.170 | 0.019* | 0.287 |
Nivel de Sexismo Benevolente x Tipo de Religión | Indirecta | 2 | 111.009 | 4.129 | 0.019* | 0.287 |
Nivel de Sexismo Hostil x Nivel Socioeconómico x Grupo de Edad | Indirecta | 3 | 78.053 | 2.903 | 0.039* | 0.291 |
Error | Directa | 87 | 77.995 | |||
Indirecta | 87 | 26.882 | ||||
Total | Directa | 163 | ||||
Indirecta | 163 | |||||
Total Corregido | Directa | 162 | ||||
Indirecta | 162 |
*p<.05
Fuente: Elaborada por los autores.
Para analizar el efecto principal relevante y de las interacciones significativas, se hicieron comparaciones múltiples usando el Ajuste de Bonferroni.
Referente al efecto principal, se obtuvo que las participantes no católicas tienen un grado mayor de agresión psicológica (M[ES]= 30.887[1.1555]) en comparación con las católicas (M[ES]= 26.940[1.092]), F l187j = 6.164, p=.015.
En cuanto a la interacción Sexismo Hostil x Sexismo Benevolente, se observó que cuando el nivel de sexismo benevolente es bajo, las participantes con un sexismo hostil alto (M[ES]=35.250[3.452]), presentan un grado mayor de agresión psicológica directa en comparación con aquéllas que tienen un bajo nivel de sexismo hostil (M[ES]= 24.338[1.981]), F (287) = 4.494, p=.014.
Respecto de la interacción Sexismo Hostil x Nivel Socioeconómico, el Ajuste de Bonferroni no reveló diferencias estadísticamente significativas.
En el caso de la interacción Sexismo Benevolente x Tipo de Religión, los resultados mostraron que cuando el tipo de religión es católica, las participantes con un nivel de sexismo benevolente moderado (M[ES]= 21.405[1.329]) tienen un índice mayor de agresión psicológica indirecta en comparación con aquéllas con un nivel bajo de sexismo benevolente (M[ES]= 16.031[0.949]), F (287) 5.872, p=.004.
Finalmente, referente a la interacción Sexismo Hostil x Nivel Socioeconómico x Grupo de Edad, se obtuvo que, cuando el nivel socioeconómico es medio, las participantes de entre 25-30 años con un grado de sexismo hostil moderado (M[ES]= 23.733[2.253]) exhiben un índice mayor de agresión psicológica indirecta en comparación con aquéllas que muestran un nivel de sexismo hostil bajo (M[ES]= 16.958[1.558]), F (287) = 3.600, p=.031.
Mediante el análisis de correlación usando la correlación de Pearson, se encontró que el índice de sexismo hostil se asocia positivamente con el grado de agresión psicológica directa (r=.275, p<.001) y con el nivel de sexismo benevolente (r=.508, p<.001). Así mismo, el índice de agresión psicológica directa se correlacionó positivamente con el de agresión psicológica indirecta (r=.305, p<.001).
Por último, el análisis de trayectorias efectuado reveló un ajuste adecuado de los datos, con una chi-cuadrada=.354 (gl=2, p=.838), RMSEA (90 % CI) =.000 (LO=.000, HI=.089), p=.888, NFI=.996, RFI=.987, IFI=1.020, TLI=1.063, y CFI=1.000.
La Figura 2 indica que el sexismo hostil tuvo un efecto directo en la agresión psicológica directa (β=.305, p=.000). Por su parte, el sexismo benevolente tuvo un efecto directo en la agresión psicológica indirecta (β=.109 p=.000) y un efecto indirecto en la agresión psicológica directa con la agresión psicológica indirecta como variable mediadora (β=-.273, p=.000). La agresión psicológica indirecta también presentó un efecto directo en la agresión psicológica directa (β=.063, p=.032). La correlación entre sexismo hostil y sexismo benevolente fue significativa, r=.508, p<.01. La R2 indica que el 19.2 % de la varianza de agresión psicológica directa y el 1.2 % de la varianza de agresión psicológica indirecta pueden ser explicadas con este modelo.
Por ende, se comprobó la primera hipótesis del estudio, más la segunda parcialmente puesto que el efecto del sexismo benevolente en la agresión psicológica indirecta, aunque significativo, fue relativamente bajo.
Discusión
Los resultados obtenidos mediante el análisis de trayectorias mostraron una relación directa del sexismo hostil con la agresión psicológica directa, que se confirma con la literatura revisada de Etaugh y Bridges (2001) en donde se establece que las mujeres al ser segregadas mediante el sexismo hostil poseen una desventaja de poder con respecto a los hombres en la sociedad y posteriormente son más proclives a ser objeto de agresión psicológica directa mediante la dominancia masculina.
La agresión es entendida como un fenómeno en el cual se transgreden las normas de convivencia individuales y sociales y atenta contra los principios elementales de la libertad y dignidad de la persona. Asimismo, el abuso emocional o psicológico está vinculado a abusos u omisiones destinadas a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de la mujer por medio de la intimidación, manipulación, amenazas directas o indirectas, humillación, aislamiento, o cualquier otra conducta que implique un perjuicio a la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal (Pérez & Hernández, 2009). También, se observó que el sexismo benevolente contribuye a predecir la agresión indirecta; entendiendo a ésta como las conductas que hieren a los otros indirectamente, mediante la manipulación de las relaciones con los iguales: control directo, dispersión de rumores, mantenimiento de secretos, silencio, avergonzar en un ambiente social, alienación social, rechazo por parte del grupo, e incluso exclusión social (Grotpeter & Crick, 1996).
Los hallazgos observados mostraron una tendencia en la cual el sexismo benevolente apareció más en generaciones como las de 2530 años. Este tipo de sexismo es subjetivamente positivo ya que provee una racionalización para confinar a las mujeres a roles domésticos y a hombres a roles de proveedor y dominante económicamente (Glick & Fiske, 2018). Sin embargo, Díaz-Guerrero (2008) estableció que conforme pasa el tiempo y ocurren distintos acontecimientos sociales, las generaciones de adolescentes mexicanos rechazan cada vez más las prescripciones y normas socioculturales sobre los roles de hombres y mujeres. Esto confirma los resultados obtenidos porque las generaciones más jóvenes en el estudio obtuvieron un porcentaje más bajo de sexismo benevolente y agresión indirecta que la generación mayor.
En el caso de los hallazgos encontrados mediante el análisis multivariado de varianza, en cuanto a la interacción Sexismo Benevolente y Tipo de Religión, se observó que cuando el tipo de religión es católica, las participantes con un nivel de sexismo benevolente moderado presentan un índice mayor de agresión psicológica indirecta. Una de las instituciones sociales más fuertes que crean y justifican la existencia de jerarquías dentro de una sociedad es la religión. La religiosidad se asocia con una mayor aprobación del sexismo benevolente. Las personas con una orientación religiosa desean conservar el estatus social actual, seguir la tradición y se conforman a las normas socialmente imperantes, concibiendo, así, a las mujeres acorde a los roles sociales tradicionalmente establecidos. Ello fomenta actitudes prejuiciosas y agresivas hacia ciertos miembros del grupo (Mikolajczak & Pietrzak, 2014). Díaz-Guerrero (2008) habló de este fenómeno cuando describió que, en la cultura mexicana, se condicionan las características y patrones conductuales tradicionales de los hombres y las mujeres siguiendo el modelo religioso cristiano-católico, lo que se liga de la misma manera al sexismo benevolente. La agresión indirecta se presenta como previamente se mencionó mediante el chantaje y el silencio que se plantea dentro de la teoría de sexismo benevolente. Ésta dicta que las características de la mujer presentan abnegación y silencio, pero que a su vez también ejercen control mediante estas actitudes. En cuanto a los individuos que no profesan la religión católica se encontró una mayor correlación con la agresión directa y con el sexismo hostil puesto que, como refirieron Hardy, Walker, Rackham y Olsen (2012), el compromiso religioso también está directamente relacionado con la empatía, siendo que ésta y la participación religiosa predicen la identidad moral. Los resultados de su investigación sugieren que la identidad moral puede ser un mecanismo por el cual la religiosidad conduce a interacciones sociales positivas. Asimismo, puede ser que el compromiso religioso y la participación religiosa promuevan un desarrollo positivo del ser humano. En el caso de un nivel socioeconómico alto y la misma religión católica, las participantes de entre 22-24 años de edad mostraron un índice mayor de sexismo hostil y de agresión psicológica directa e indirecta. La literatura de investigación revisada sugiere que el nivel socioeconómico más bajo se asocia a una mayor empatía. Por consiguiente, el nivel socioeconómico alto se correlacionó con un comportamiento agresivo más alto, aunque no entre grupos de medio y bajo (Baker, Jensen, Moeyaert & Bordoff, 2018). Empero, la exposición a la agresión trasciende la edad afectando todos los niveles de ingresos, educación y ocupación.
Conclusiones
En conclusión, este estudio proporciona hallazgos relevantes asociados al sexismo hostil y benevolente que posibilitan el tener una mayor comprensión de la problemática y de sus factores asociados. El análisis de actitudes sexistas aporta información sobre las complejidades de las relaciones de género, especialmente los peligros del prejuicio "positivo" hacia las mujeres, así como las ambivalencias involucradas en otros prejuicios. Los datos recabados contribuyen a sentar las bases para el diseño y elaboración de estrategias efectivas de acción encaminadas a disminuir la agresión psicológica mediante la atención del sexismo. Futuras investigaciones deben replicar los resultados obtenidos con una muestra mayor de participantes, incluyendo varones, de distintas edades, y niveles educativos y socioeconómicos y dentro de un contexto sociocultural en particular, para tener información que conduzca a la elaboración de un modelo de predicción de la agresión psicológica integral y más completo mediante el cual sea factible identificar factores de riesgo y de protección para su disminución y eventual prevención.
Este estudio tiene varias limitaciones. La investigación es exploratoria no confirmatoria. El tamaño de la muestra, el que sea un grupo poblacional relativamente homogéneo (mujeres, de cierta edad, etc.), la selección no probabilística y la no inclusión de otros factores asociados a la agresión psicológica (p. ej.: autoeficacia, autoestima, ansiedad, depresión, etc.) y de únicamente el sexismo ambivalente, dificultan su generalización a otros colectivos. No obstante, para una aproximación preliminar sienta las bases de estudios futuros que contribuyan a una comprensión más exhaustiva e integral de la agresión psicológica y del sexismo ambivalente, contribuyendo, así, a la promoción de la equidad de género.