1. Introducción
Al igual que en el resto del mundo, en Colombia el covid-19 ha modificado las formas de interacción social y las condiciones laborales del aparato productivo. Estos cambios, entre ellos el distanciamiento social, el teletrabajo, la bimodalidad de los eventos y de las jornadas laborales, han surgido como una respuesta a los costos humanos y productivos que el virus generó. A corte del 8 de octubre de 2022, la pandemia había cobrado la vida de 6,56 millones de personas en el mundo, 142.000 en Colombia y 10.204 en el departamento del Atlántico (Our World in Data, 2022).
Lo anterior, sumado a las cuarentenas obligatorias, ha generado disminuciones en la producción de las naciones y retrocesos en aspectos tan apremiantes como la pobreza y la desigualdad en el acceso a bienes y servicios esenciales como la salud, la educación, el empleo, etc. Solo en Colombia la pandemia causó que 3,5 millones de personas entraran en la condición de pobreza en 2021. Con estos nuevos pobres, el país sumó la cuantía de 21 millones de personas en condición de pobreza monetaria en 2021, lo cual generó una incidencia de pobreza del 43 % de la población total (DANE, 2021).
Además, la pandemia ocasionó una caída del 6,8 % del producto interno bruto (PIB) del país en 2020, la peor caída de la producción en la historia del país. En el departamento del Atlántico, los recientes cálculos de Bonet-Morón et al. (2020) muestran que las pérdidas económicas a causa del aislamiento preventivo obligatorio podrían estar entre los $196.000 millones y los $2,6 billones de pesos por mes.
Dada la magnitud de los costos del confinamiento (medidas de distanciamiento social implementadas a partir del 6 de marzo 2020 por el Gobierno Nacional), así como el surgimiento de nuevos brotes de infecciones virales como la viruela del mono, la inquietud de cómo implementar una reactivación económica segura y responsable que mitigue los efectos económicos negativos que estas afecciones le pueden ocasionar al país se hace más necesaria de responder. En este orden de ideas, se pretende aportar a la reactivación económica como herramienta para orientar la toma de decisiones que busquen mitigar la generación de focos de contagios en el desempeño de los distintos oficios en el departamento del Atlántico. Se ofrece una aproximación a las diferencias en el riesgo de contagio existentes entre las distintas ramas empresariales, de manera que las autoridades competentes conozcan qué actividades son más riesgosas y qué proporción de los ocupados se encuentran expuestos a este riesgo. De la misma manera, se busca determinar qué actividades económicas son más fáciles de supervisar debido al tamaño de las empresas en su interior.
La metodología implementada sigue las recomendaciones y los lineamientos de Tamayo et al. (2020) en el cálculo del riesgo idiosincrático bajo el contexto de pandemia que limitó el aparato productivo durante 2020 y 2021. Con esto en mente, el artículo se organiza como sigue. Después de esta sección introductoria, se realiza una revisión de la literatura acerca del análisis del riesgo de contagio en las políticas públicas. A continuación, se ilustra brevemente la metodología implementada por Tamayo et al. (2020) en su trabajo para el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) en relación con el cálculo del riesgo idiosincrático. Se presentan también algunas estadísticas descriptivas de la población ocupada y cómo esta se compara con la estructura nacional. Luego, se describen los resultados de riesgo idiosincrático encontrados y se realiza una correlación simple entre los dos factores de riesgo analizados, así como un análisis del riesgo por tamaño de empresas. Por último, se presentan unas conclusiones y recomendaciones generales de política pública.
2. Revisión de literatura y marco teórico
Como lo menciona Benedetti et al. (2020), el covid-19 trajo consigo grandes retos logísticos para los hacedores de política pública en la supervisión del cumplimiento de las medidas sanitarias que buscaron prevenir el contagio. Debido a la coyuntura, el sector salud acaparó la mayor parte de este acompañamiento en la capacitación, la dotación y el seguimiento de protocolos para la atención de los contagiados. A pesar de esto, estudios como el de Fuentes Carrillo (2020) denotan que la dotación y capacitación del personal sanitario en países como España fue insuficiente para garantizar la protección de los trabajadores del sector. El ejercicio estadístico aplicado por la autora muestra que el 94,4 % de los enfermeros de la muestra afirmaban carecer de equipos de protección individual (EPI) suficientes y un 78,6 % no había tenido formación previa para asistir a pacientes con covid-19.
La falta de instrumentos y de capacitación para la reducción de contagios es una situación que se origina, entre muchos otros aspectos,1 en el poco conocimiento gubernamental sobre la estructura económica, puntualmente del mercado laboral, de los territorios. Como lo expone claramente United Nations comprehensive response to covid-19 (United Nations, 2021), uno de los retos más apremiantes para superar futuras crisis y la sindemia que el mundo vive actualmente es la capacidad para generar sistemas de vigilancia epidemiológica, las cuales dependerán a su vez de la gestión del conocimiento en los territorios.
En línea con estas recomendaciones, autores como Di Cataldo (2021) han señalado que el análisis de la composición laboral sectorial es esencial para adaptar las acciones de política pública a las estructuras económicas de los entornos. Esta idea ha sido respaldada por organismos multilaterales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal, 2020) bajo el argumento de que las condiciones laborales (de proximidad física, exposición al virus, uso de maquinaria y equipo, apropiación digital, etc.) son diferentes no solo entre los segmentos productivos, sino también entre las clases sociales y áreas geográficas (rurales y urbanas).
A partir de estas recomendaciones, diversos investigadores han avanzado en la caracterización del riesgo de contagio intralaboral de sus principales industrias. Al respecto, en la literatura se destacan los trabajos de Nguyen et al. (2021) en los Estados Unidos, Benedetti et al. (2020) en Italia y Silva (2020) en Brasil. Estos autores realizaron una descripción del mercado laboral desde el punto de vista del tamaño y la ocupación de la población para diseñar la supervisión de los diferentes sectores.
En Colombia, se destaca la triangulación de datos realizada por Tamayo et al. (2020) para Medellín. Estos autores, además de describir la estructura del mercado laboral, señalan el riesgo de contagio y de proximidad física en los oficios más representativos en cada cadena industrial del AMVA. Asimismo, analizan no solo el riesgo de las ocupaciones de las diferentes ramas productivas, sino también el peso relativo en la generación de empleo y el tamaño de las empresas que las componen.
3. Metodología
Siguiendo las recomendaciones metodológicas de los mencionados autores, se buscó realizar una triangulación de datos entre fuentes de información asociadas al mercado laboral del departamento del Atlántico. De manera específica, se utilizaron los instrumentos aplicados por Baker et al. (2020) y Wardrip y Tranfaglia (2020) quienes han estudiado el impacto del virus sobre la población obrera en los Estados Unidos utilizando como herramienta la base de datos de libre acceso del Departamento de Trabajo de este país: la Occupational Information Network (O*NET). Esta base de datos es la fuente primaria de información ocupacional de los Estados Unidos, la cual proporciona información confiable sobre aproximadamente 967 ocupaciones en temas referentes a las habilidades, los intereses y los conocimientos requeridos en cada ocupación, así como describe el contexto laboral bajo el que se realizan las actividades y la remuneración económica que tienen.
Entre las grandes líneas de recolección de información en las que se desenvuelve la O*NET en el área de contexto laboral, se encuentran algunas estadísticas descriptivas de las condiciones físicas del trabajo según el oficio. Puntualmente, esta sección de condiciones físicas contiene dos variables de mucha utilidad para el análisis del riesgo de contagio ante el covid-19: la proximidad física con otras personas al desarrollar las actividades del oficio y la exposición a enfermedades u otras infecciones.
La forma en que la O*NET construye estas variables para caracterizar los oficios se hace según exhaustivas encuestas ocupacionales que, como lo mencionan Tamayo et al. (2020), Baker et al. (2020) y Wardrip y Tranfaglia (2020), son de amplia cobertura y resultan en índices que toman valores de 0 (baja proximidad o exposición) a 100 (alta proximidad o exposición). Por ejemplo, el índice de proximidad física para los coreógrafos en la base de datos O*NET es igual a 100, lo cual refleja que las actividades a desarrollar en su trabajo exigen una proximidad completa a otras personas, mientras el índice de exposición a enfermedades para la misma ocupación es 3 sobre 100, muestra de que su labor no incide en un alto riesgo a contraer enfermedades o infecciones.
Este estudio pretende asignar un riesgo a cada rama de actividad económica departamental ponderando el riesgo de las ocupaciones reportado por la O*NET por el peso de ese oficio en el empleo de cada una de las ramas de actividad. En ese orden de ideas, tal como lo hacen Tamayo et al. (2020), se analiza la composición ocupacional de cada sector económico en el departamento del Atlántico mediante la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO) de 1970 utilizando los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) 2019. Posteriormente, se realiza una correlativa entre los 31 oficios de la CNO que representan al menos el 70 % del empleo en cada sector económico. Para dividir el total de ocupados en sectores económicos, se utilizó la tercera revisión de la Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las actividades económicas (CIIU) a 2 dígitos.
Debido a la necesidad de presentar brevemente un panorama del riesgo en los oficios que aglomeran un mayor número de ocupados, este artículo se centra en el cálculo del riesgo para las 15 ramas CIIU que aglomeran la mayoría del empleo departamental, las cuales representaron el 81 % de los atlanticenses ocupados en 2019, equivalente a 979.978 empleados.
La tabla 1 describe la composición ocupacional del departamento durante 2019, que es una fotografía de cómo era la estructura de ocupados antes del inicio de la pandemia. En 2019, el país contaba en promedio con cerca de 22.383.452 personas empleadas; el departamento del Atlántico representó el 5,4 % de estos ocupados (1.207.658). Este empleo se desagrega en las 59 ramas industriales de la CIIU Rev. 3 a 2 dígitos. La tabla está organizada de manera descendente, ubica los sectores de mayor generación de empleo en el departamento en la parte superior. En 15 actividades económicas, se concentra el 81 % del empleo en el departamento, entre las que se destacan comercio al menor, construcción, transporte terrestre, alojamiento y comida, y otras actividades empresariales.2
Ahora bien, la GEIH 2019 permite desagregar el empleo de estas ramas CIIU por los 81 oficios de la CON de 1970. Debido a que la información reportada por la O*NET clasifica sus ocupaciones por un sistema mucho más moderno y complejo, el Sistema de Clasificación Ocupacional Estándar (SOC, por sus siglas en inglés), se llevó a cabo un ejercicio de construcción de correlativas entre las 967 ocupaciones del SOC y las 81 ocupaciones de la CON de 1970.
Una vez realizadas las correlativas, fue posible la asignación de un riesgo de contagio por proximidad física y por exposición a enfermedades u otras infecciones a cada uno de los oficios colombianos. La asignación se realizó mediante el promedio de los tres oficios O*NET que mejor coincidían con el nombre y las funciones del oficio colombiano CNO. Con esta medida de riesgo de contagio por proximidad física y por exposición a enfermedades, se calculó un riesgo de contagio para cada rama CIIU, como el resultado de la ponderación de los riesgos de cada oficio en la rama, en atención al peso en el empleo del oficio en esta.
Para facilitar el cálculo del riesgo de las ramas, se promediaron solo los oficios principales que alcanzaban una representación de al menos el 70 % del empleo en cada rama CIIU. En atención a esta aclaración, es importante destacar que en total se calculó el riesgo para 31 oficios CNO según 95 ocupaciones O*NET debido a que algunos de estos se repetían en las distintas ramas CIIU. La suma de los ocupados analizados (bajo los cuales se ponderó el riesgo) es de 750.068, que representa el 62 % de los ocupados totales. La siguiente sección expone los resultados de la aplicación de esta metodología.
4. Análisis de resultados: el riesgo idiosincrático por ramas industriales en el departamento del Atlántico, sectores de fácil supervisión y de gran tamaño en la provisión de empleo
El primer resultado de aplicar la metodología anterior corresponde al riesgo asignado a los oficios colombianos. Las tablas 2 y 3 exponen estos resultados para los cinco oficios con mayor riesgo de contagio según el índice de proximidad física y de exposición a enfermedades. Como se puede observar, las ramas industriales en las que se ejercen estos oficios son las de servicios sociales y de salud, otras actividades de servicios, hoteles, restaurantes, bares y similares, elaboración de productos alimenticios y hogares privados con servicio doméstico.
Nota: el índice de proximidad física se mide en una escala de 0 a 100. Cuanto mayor es el índice, más es la proximidad física que se requiere para ejercer las funciones propias de la ocupación.
Fuente: elaboración propia a partir de O*NET y GEIH 2019.
Los cálculos visibilizan a los médicos, cirujanos y farmacéuticos entre los oficios con un mayor índice de riesgo tanto por la proximidad física que exige el desarrollo de sus labores como por la exposición a enfermedades u otras infecciones. No obstantes, otros oficios obtuvieron puntajes altos en el índice de proximidad física, como es el caso de los panaderos, tenderos, carniceros, peluqueros, manicuristas, azafatas y trabajadores sexuales.
El índice de exposición a enfermedades se mide en una escala de 0 a 100. Cuanto mayor es el índice, más es la frecuencia con la cual un trabajador que ejerce la ocupación se ve expuesto a enfermedades o infecciones.
Como se mencionó en la metodología, el riesgo por rama CIIU se promedió ponderando el riesgo de contagio de los oficios en la rama según su peso en el empleo. Las figuras 1 y 2 ilustran los resultados de esta ponderación para las 15 ramas CIIU más importantes del departamento del Atlántico. Entre los sectores económicos con mayor riesgo de contagio según proximidad física, encontramos otras actividades de ser-vicios,3 los servicios sociales y de salud, los hogares privados que cuentan con servicio doméstico, el sector de transporte y el sector de hoteles, restaurantes y bares. Por proximidad física en el desarrollo de las funciones de los principales oficios, las otras actividades de servicios, los servicios sociales y de salud y los hogares privados como empleadores son las ramas de mayor riesgo de contagio.
El índice de proximidad física se mide en una escala de 0 a 100. Cuanto mayor es el índice, más es la proximidad que se requiere para trabajar en las ocupaciones propias de la industria. El código CIIU Rev. 3 a 2 dígitos de cada rama corresponde al número en corchetes cuadrados. Los cálculos están basados en el empleo para el departamento del Atlántico en 2019. El nombre completo y el nivel de empleo de cada rama industrial se pueden consultar en la tabla 1.
Por otra parte, se evidencia que sectores como comercio, mantenimiento y reparación de vehículos, Administración pública y defensa, fabricación de prendas de vestir, otras actividades empresariales, el sector agrícola y agropecuario presentan bajos índices de riesgo de contagio, es decir, resultados inferiros a 60 en ambos indicadores. El anexo 1 detalla el riesgo simple ponderado para cada ocupación.
Es importante destacar que, si bien algunos sectores presentan un bajo índice de exposición a enfermedades, tienen altos índices de proximidad física, debido al grado de especialización de actividades que puede existir en ciertas industrias como la construcción, el comercio (al por menor y al por mayor), la educación, entre otros.
En el caso del comercio, por ejemplo, aunque en esencia se ejerce la misma actividad, el nivel de contacto es mayor para el comercio al por menor comparado con el comercio al por mayor. El sector construcción representa otra rama interesante debido a la especialización de sus labores; en este sector, actividades como el descargue de cemento tienen una proximidad física mucho menor que la proximidad física a la que se enfrentan los obreros o jefes de obra. Los servicios sociales y de salud, otras actividades de servicios y la Administración pública y afiliación social son las ramas de mayor riesgo de contagio según su exposición a enfermedades o infecciones.
El índice de exposición a enfermedades se mide en una escala de 0 a 100. Cuanto mayor es el índice, más es la frecuencia con la cual las personas que ejercen ocupaciones propias de cada industria se encuentran expuestas a enfermedades o infecciones. El código CIIU Rev. 3 a 2 dígitos de cada rama industrial corresponde al número en corchetes cuadrados. Los cálculos están basados en el empleo para el departamento del Atlántico en 2019. El nombre completo y el nivel de empleo de cada rama industrial se pueden consultar en la tabla 1.
Dado que los índices de proximidad y exposición a enfermedades proveen una información diferente pero valiosa sobre el riesgo de contagio, es posible realizar, como lo hacen Tamayo et al. (2020), una caracterización del riesgo de contagio de un virus como el covid-19 mediante la combinación de estos dos índices. La figura 3 presenta las ramas industriales según el resultado de los dos índices de riesgo; el tamaño de la burbuja representa la participación de la rama sobre el empleo total del departamento en 2019. La figura no incluye los tres sectores con mayor índice de exposición a enfermedades: servicios sociales y de salud, otras actividades de servicios y Administración pública y defensa, para destacar lo que ocurre en las demás ramas.
La figura 3 presenta la información para 12 de las 15 ramas industriales analizadas. Se excluyeron tres industrias con un muy alto riesgo por exposición a enfermedades (servicios sociales y de salud, otras actividades de servicios y Administración pública y defensa). El eje horizontal corresponde al índice de proximidad física (figura 1). Cuanto mayor es el índice de proximidad física, más es la proximidad que se requiere para trabajar en las ocupaciones propias de la industria. El eje vertical corresponde al índice de exposición a enfermedades (figura 2). Cuanto mayor es el índice de exposición a enfermedades, más es la frecuencia con la cual las personas que ejercen ocupaciones propias de cada industria se encuentran expuestas a enfermedades o infecciones. El tamaño de cada burbuja corresponde a la participación de cada rama industrial en el empleo del departamento del Atlántico en 2019.
La figura 3 también muestra que los sectores con mayor participación en la generación de empleo en el departamento del Atlántico son los sectores que presentan un mayor riesgo de contagio, entre ellos las ramas de transporte terrestre, comercio, construcción, hoteles y restaurantes. Entre las 15 ramas más importantes en materia de ocupados, solo el sector agrícola, otras actividades empresariales y la fabricación de prendas de vestir constituyen sectores con un bajo riesgo.
Esta información del riesgo de contagio puede ser complementada con datos sobre el tamaño de las empresas en cada rama de actividad. La lógica en este análisis radica en la capacidad de supervisión que tienen las autoridades locales cuando el número de empresas por sector es más reducido, de manera que, a un nivel de riesgo de contagio dado, será más fácil controlar el riesgo si una rama está compuesta por un número menor de empresas, tal como lo sugieren Tamayo et al. (2020). La figura 4 presenta el porcentaje de empleo generado por las empresas medianas y grandes en cada rama CIIU Rev. 3.
Para el departamento del Atlántico, los resultados muestran que la mayoría de sus sectores económicos están compuestos mayoritariamente de pequeñas y medianas empresas. El sector con mayor participación de empresas medianas y grandes es de comercio al por mayor, donde tal proporción solo alcanza a representar el 20 % del total de empresas en ese sector.
Bajo esta idea, la figura 4 muestra que los sectores que mayor desafío representan para su control en el momento de retomar actividades son los establecimientos en los sectores de otras actividades y servicios, Administración pública, defensa y seguridad social, hogares privados y hoteles, restaurantes, bares y similares, debido que contabilizan muy pocas empresas grandes y medianas. Y las facilidades de supervisión se presentarían para los sectores no solo de comercio al por mayor, sino también de comercio y mantenimiento de vehículos y autopartes, industria de alimentos y bebidas.
5. Conclusiones y recomendaciones de política para la reactivación económica
Se buscó replicar el ejercicio realizado por Tamayo et al. (2020) para el departamento del Atlántico, mostrando una forma sencilla pero pertinente de aproximar el riesgo de contagio en el aparato productivo departamental realizando una diferenciación entre sectores. El riesgo de contagio se determinó bajo el uso de dos variables en la O*NET, la principal fuente de información ocupacional de los Estados Unidos. Por un lado, se utilizó la variable de proximidad física que identifica la propensión de una ocupación a necesitar estar en contacto con otras personas, y, por otro, se contó también con la variable exposición a enfermedades o infecciones, la cual mide la frecuencia en la que un oficio requiere tener exposición ante estos tipos de perjuicios de salud. La puntuación de estos índices es asignada mediante el análisis de las características propias de cada ocupación.
Lo anterior se contrasta con data referente al número de ocupados por sector y con información del tejido empresarial por tamaño de empresas según industrias. La clasificación del tamaño de las empresas, la participación sectorial en la generación de empleo y el cálculo del riesgo de contagio permiten respectivamente identificar qué sectores son fáciles de supervisar, cuáles son más importantes para el departamento del Atlántico y cuáles se encuentran en mayor peligro de contagio ante en el covid-19 y cualquier otro tipo de infección viral.
El resultado principal muestra que en el departamento del Atlántico la supervisión de la reactivación plantea un escenario complejo, toda vez que la participación de las pymes toma valores iguales o superiores al 80 % en sus 15 principales ramas CIIU. Esto indica que el mayor número de empresas pequeñas impone una dificultad en el control directo sobre el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad.
En cuanto al riesgo de contagio, una vez determinados los 15 sectores más importantes en la generación de empleo en el departamento del Atlántico (alcanzando una representación del 81 % del empleo total), se encontró que los sectores más vulnerables son el sector de servicios sociales y de salud, el de otras actividades de servicios, el de hogares privados que cuentan con servicio doméstico, el de transporte y el de hoteles, restaurantes y bares.
En contraste, los sectores con menor riesgo de contagio encontrados fueron comercio, mantenimiento y reparación de vehículos, Administración pública y defensa, fabricación de prendas de vestir, otras actividades empresariales, el sector agrícola y agropecuario.
Cuando se comparan estos datos del riesgo de contagio versus la importancia en los ocupados, se encontró que los sectores con mayor participación en la generación de empleo son los que presentan un mayor riesgo de contagio, entre ellos las ramas de transporte, comercio, construcción, hoteles y restaurantes. Entre las 15 ramas, solo el sector agrícola, otras actividades empresariales y la fabricación de prendas de vestir constituyen sectores con un bajo riesgo.
La principal recomendación es dada por la dificultad de supervisión que impone la participación de las pymes en el departamento, la de priorizar, en los futuros brotes, la vigilancia en el cumplimiento de protocolos para aquellos sectores con mayor riesgo de contagio, de acuerdo con la proximidad física y exposición de enfermedades de sus principales oficios, para minimizar los potenciales focos de dispersión de la enfermedad en cuestión.
Los resultados expuestos también deben considerarse una guía importante para delimitar protocolos de bioseguridad más exigentes en aquellos sectores que se clasifican con alto riesgo de contagio.
De la misma manera, entender los sectores de acuerdo con su riesgo de contagio podría orientar la focalización de testeo masivo y frecuente para aquellas ramas de actividades que mayor exposición indiquen en estas variables.
El riesgo de contagio intralaboral debe ser una variable valorada de manera importante para la definición de los protocolos de bioseguridad, para las decisiones de reactivación progresiva y para focalizar las acciones de supervisión y vigilancia de la actividad productiva.
Finalmente, vale la pena señalar la importancia de explotar la información disponible en bases de datos como la O*NET. El cálculo del riesgo de contagio sirve como una herramienta para la planeación de la reactivación económica; sin embargo, otras secciones de la O*NET pueden permitir la construcción de otras herramientas como la determinación del porcentaje de trabajo factible que puede hacerse desde casa en el departamento, así como el análisis de muchos otros factores coyunturales que se presenten en el mercado laboral, como lo plantea el trabajo de Dingel y Neiman (2020).