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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

versão impressa ISSN 1657-8953versão On-line ISSN 2619-189X

Civilizar vol.20 no.38 Bogotá jjan./un. 2020  Epub 20-Mar-2021

 

Cartas del Director

Cartas del Director

Ignacio Restrepo Abondano1 

1 Decano - Universidad Sergio Arboleda. Bogotá- Colombia


El “Estado Colombiano”

Vuelve y juega la violencia en Colombia. Ahora ya no son oficialmente las FARC sino las disidencias de esta infausta guerrilla; es el ELN cuyo final, en Anorí, lo impidió el tan loado expresidente Alfonso López Michelsen; son las Águilas Negras y otros miles de grupos que aparecen y desaparecen según sean las necesidades del narcotráfico. Hoy la violencia prevalece por el tráfico de drogas, antaño, Colombia se ensangrentó con la lucha bipartidista por el poder que tuvo lugar desde los años 30 hasta los comienzos del Frente Nacional en la década de los 60. En ese entonces se mataba por política, hoy, se asesina por la droga. Ayer las víctimas esenciales eran los campesinos, hoy, son los líderes comunales.

La raíz de nuestra violencia obedece a la ausencia del Estado. Cuando los guerrilleros liberales, los policías y sus compinches conservadores se mataban inmisericordemente en el sur del Tolima, el Estado no tenía establecimiento allí; no había vías de comunicación ni remota conexión entre esa periferia y el núcleo centrista del país: era tierra de nadie donde los gamonales de uno y otro partido enfrentaban a sus huestes sin cuidado de leyes ni de valores de ninguna clase. Ahora, es la región del Pacífico casi en toda su extensión -principalmente en el Chocó y las costas del Cauca y Nariño-, la que se encuentra marginada del centralismo político del país. En iguales condiciones la región amazónica, donde poco se enteran de lo que sucede en Bogotá. La verdad sea dicha: ni Colombia ni muchos de los países de América Latina han sido capaces de crear un real “Estado” en los territorios que habitamos.

Estado es intercomunicación activa entre el Centro y la Periferia. Estado son leyes conocidas y aplicadas a lo largo y ancho del país. Estado es un poder judicial incorruptible en cualquier rincón de Colombia. Estado es educación universal para todos los niños colombianos. Estado es salud sin excepciones. Estado es elegir libremente y sin corrupción clientelista a alcaldes y gobernadores. Estado, como concepto indisoluble a la democracia, son valores fundamentales que unan a todos los colombianos: instituciones acatadas, mayorías gobernantes y minorías respetadas y escuchadas, pero no mulas muertas en el camino de los gobernantes. Estado es diálogo civilizado para resolver diferencias.

El Estado es minúsculo y raquítico respecto al territorio y a sus habitantes; las leyes pierden vigor con solo alejarse unos cuantos kilómetros de las grandes ciudades, por no decir que de la capital; el efecto del gobierno se siente vigoroso en los núcleos urbanos más organizados pero éste, al igual que el de las leyes, se atenúa y se pierde a medida que las distancias son mayores, y el cúmulo de formalidades para legalizar cualquier acto se hacen irrisorias en la periferia.

La violencia en el país continuará mientras ese Estado siga siendo precario. En la periferia, cada colombiano se defiende como puede sin miramientos legales, morales o éticos y más aún con completo desconocimiento de los valores democráticos que ordena el Estado de Derecho. Conseguir “la paz” con las Farc conllevó un esfuerzo costosísimo en dinero y desgaste institucional, pero seguimos en una violencia no muy lejana de la anterior y los grupos de oposición se solazan achacándole la culpa al gobierno, pero resulta que ni este ni ningún gobierno logrará organizar pacíficamente a este país, entre tanto no haya “Estado” con todas sus características a lo largo y ancho del país.

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