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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versão On-line ISSN 1794-8886

memorias  no.18 Barranquilla set./dez. 2012

 

Foto Tepedino

Domingo Tepedino nació en Padula, Italia en el año de 1910. Hijo de Francesco Vincenzo Tepedino Rienzo y Giovanna Michelina Caiafa DAmato, llega a Colombia en 1917 junto a sus dos hermanos Miguel y Alba. Inicialmente se radican en Santa Marta, junto a otros familiares que previamente habían llegado al país y formaban parte de una creciente colonia de inmigrantes italianos. Decidieron mudarse a Barranquilla para el año de 1920 gracias a la creciente fama que adquiría la ciudad como polo de desarrollo y centro principal del comercio en la región. Su hermano mayor, Miguel, desde muy niño mostraba aptitudes para las artes; tenía un gran interés por la pintura y las artes plásticas. Su madre lo alienta a continuar por ese camino y le consigue trabajo en la fotografía del señor Grimaldi, otro inmigrante italiano quién llevaba un tiempo trabajando en la ciudad. Domingo, a sus 10 años de edad, acompaña a su hermano al trabajo y se interesa por aquella magia de escribir y pintar con luz, al ver como su hermano hace los retoques de las fotografías, los arreglos de las luces y su posterior revelado.

La fotografía para esa época era un lujo que muy pocas personas se podían dar. Poseer un retrato personal para exhibir en la sala o en la oficina, o quizás ponerlo en una de las paredes de la casa, era un símbolo de estatus y de nivel económico. Pero con el correr de los años y junto a la mano de las nuevas tecnologías no solo de cámaras fotográficas, sino de ingeniosas formas de revelado, la fotografía se vuelve más accesible y a mejores precios. Los hermanos Tepedino, animados por su juventud y sus ganas de salir adelante, deciden formar su propio estudio fotográfico y así adentrarse aún más en ese fascinante mundo de las imágenes. Foto Tepedino nace en un momento clave de la historia de Barranquilla, cuando la ciudad se encuentra atravesando por un periodo de gran auge económico y de crecimiento demográfico. Cada vez son más las empresas e industrias que abren en la ciudad; el comercio florece y las calles se llenan de alegres transeúntes realizando todo tipo de compras. Pasan más de diez años en los que Domingo y Miguel dedican sus vidas a ganarse el respeto y el cariño de su clientela con su trabajo fotográfico, que muchas veces fue calificado como piezas de obra artística. Se apreciaba mucho el detalle con el que manejaban los negativos, los retoques eran perfectos y su puntualidad y seriedad les dieron mucho renombre.

Domingo también comienza a trabajar como reportero gráfico del diario LA PRENSA, a cargo de la empresa editorial Martínez Aparicio S.A. Cubría todos los eventos deportivos que acontecían en la ciudad al igual que los eventos sociales y las fiestas de Carnavales. En la Biblioteca de la Aduana reposan varios tomos del diario La Prensa donde se puede apreciar mucho de su trabajo de campo. Y es que no sólo se conformó con ser fotógrafo de estudio: su espíritu aventurero lo llevó a viajar por distintos lugares del país. Aprovechando la ley que expidió el gobierno nacional para el año de 1935, que volvía obligatoria la presentación de la cédula de ciudadanía para todo tipo de trámites legales, viajó con su cámara fotográfica y un improvisado cuarto oscuro por todos los pueblos ribereños del Magdalena, tomándoles fotografías a los habitantes de aquellos pueblos. En el día tomaba sus fotos y luego en la noche revelaba los negativos, montando y desmontando las plaquetas que se usarían al día siguiente. Por su parte, su hermano Miguel, dedica cada vez más tiempo a su pasión: la escultura. Es contratado para realizar los bustos de distintas personalidades de la ciudad, entre los cuales se encuentra el del empresario Karl C. Parrish (actualmente el busto se encuentra en el centro del parque Parrish, calle 76 con carrera 54). Los negocios iban muy bien, y siguiendo el ritmo acelerado que tomaba la ciudad, en el año de 1940 toman la decisión de mudar su negocio al área de mayor flujo comercial de la ciudad: la carrera Veinte de Julio (carrera 43) con Las Flores ( calle 39 ), un punto estratégico que les daría la posibilidad de generar mayores ingresos, Fue en ese sitio que la Foto Tepedino se convirtió en referente fotográfico de la ciudad y el cual les ganó el reconocimiento y la fama que ha perdurado en el imaginario de los barranquilleros por varias generaciones.

La clientela era muy diversa. Desde atender matrimonios y recepciones elegantes hasta tomar las fotos de los registros para pasaportes y documentos oficiales. Las primeras comuniones eran un evento importante en la vida de los barranquilleros y una vez oficiada la misa, las familias hacían largas filas para tener un recuerdo de su hijo o hija. Se acondicionaba el estudio de acuerdo a la ocasión, y con la ayuda de luces, se simulaba estar aún dentro de la iglesia y se tomaban las fotos. La fotografía se había convertido en una herramienta tan importante en ese momento que también era usada por las empresas y los bancos para la aprobación de créditos sobre los inmuebles y las maquinarias de las mismas. Un banco exigía documentos fotográficos para la aprobación de créditos. También, los constructores solicitaban fotografías de planos arquitectónicos y diseños. La vanidad también se apoderó de la fotografía. Muchas mujeres y hombres deseaban enviarle a sus enamorados cartas junto con fotos de cuerpo entero para ser recordados por su ser querido.

Ya entrados los años 50, el auge de la fotografía era tal que muchas personas comienzan a dedicarse a este oficio y surge la necesidad de suplir a los fotógrafos tanto profesionales como no profesionales, de material fotográfico para que realicen su labor. Logran adjudicarse la exclusividad de los productos Kodak, y deciden abrir un almacén fotográfico especializado en la venta de todo tipo de materiales fotográficos: papeles, rollos, cámaras, trípodes, siendo los pioneros de este oficio en la ciudad. Por tal motivo, decide cederle el estudio fotográfico a un muy buen amigo y colaborador suyo, Julio Ramos quien siguió la trayectoria fotográfica y mantuvo el nombre de Foto Tepedino en alto por muchos años más. Su hijo mayor, Francisco, guarda muchos gratos recuerdos de su trabajo en el almacén fotográfico en los años 50. Junto a su hermano Fernando, fotógrafo de profesión quien también sacó esa vena artística, lograron mantener vivo el recuerdo de su padre y todas sus anécdotas y logros, no sólo como fotógrafo sino también como empresario pujante y activo de la comunidad barranquillera. Tienen un archivo fantástico de fotos de su padre y de toda su familia desde los años 30 en adelante. Allí se constata la vida y obra de estos dos inmigrantes italianos que triunfaron en la ciudad dedicados al arte y la fotografía.

Adicionalmente, lograron rescatar mucho del material fotográfico de la Foto Tepedino de los años 50 en adelante, material que fue donado a la Universidad del Norte para su rescate y futura exhibición. Domingo Tepedino, junto a su hermano Miguel, quien lastimosamente murió muy joven, (1956), son una de muchas historias de inmigrantes que llegaron a la ciudad de Barranquilla con el ánimo y el entusiasmo de lograr sus sueños y así aportar su granito de arena para con la ciudad que les tendió la mano.

Marco Tepedino Marlem Uribe