Introducción
El maltrato infantil es un problema importante, con graves consecuencias físicas y mentales para las víctimas y enormes costos para la sociedad1. Es una de las múltiples formas de violencia contra los niños, que vulnera sus derechos fundamentales2. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como «los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo, que causen o puedan causar un dano a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder»3. Se desconoce la frecuencia y la gravedad del maltrato infantil en el mundo4. La prevalencia global varía desde del 2 hasta el 62%5,6 y cerca del 80% del maltrato es perpetrado por padres o cuidadores7,8.
En Colombia, la tasa nacional de maltrato infantil en 2014 fue de 67,14 casos/100.000 habitantes. El motivo más frecuente de las agresiones fue la intolerancia (87,6%); el mecanismo contundente es el más utilizado (el 73,3% de las veces) y se producen politraumatismos en el 54,4% de los casos9.
Se ha desarrollado una variedad de teorías y modelos para explicar la ocurrencia del abuso intrafamiliar. El modelo ecológico es el más aceptado, y considera que el maltrato infantil es el resultado de numerosos factores, como las características del niño, la familia, el cuidador o el perpetrador del maltrato y el ambiente cultural, económico y social donde se ubica la familia10. Desde la década de los años sesenta, se ha propuesto que la victimización temprana es un factor de riesgo, potencialmente causal, de que niños víctimas de maltrato crezcan y se conviertan en padres abusivos y negligentes con sus propios hijos11.
Si bien la continuidad intergeneracional del maltrato infantil se ha descrito en un 7-60% de los casos10,12, los estudios muestran resultados no concluyentes13. El estudio longitudinal Rochester Youth Development encontró que los niños víctimas de maltrato infantil tenían 2,6 veces más riesgo de maltratar a sus propios hijos que quienes no habían sido maltratados cuando eran niños14; sin embargo, Renner et al.15 encontraron una asociación débil para la transmisión intergeneracional del maltrato infantil, y algunos autores cuestionan la calidad metodológica de los estudios que respaldan este mecanismo de transmisión de dicho maltrato16.
Entre los factores asociados con la transmisión intergeneracional del maltrato infantil, se han descrito problemas de salud mental de la madre o la pareja, violencia de pareja, madres con escaso apoyo social y dificultades 12.
Por lo tanto, a pesar de que se cuenta con evidencia científica que relaciona la transmisión intergeneracional del maltrato infantil, es insuficiente y no concluyente en cuanto a este problema; además, en Colombia este tema se ha explorado poco. Por ello se ha realizado la presente investigación, con el objetivo de determinar cómo se relaciona el antecedente de maltrato en la niñez de los adultos con el comportamiento maltratador dirigido a sus propios hijos.
Métodos
Se realizó un estudio transversal, con fuente de información secundaria correspondiente a la base de datos del estudio «Violencia: Comportamientos y factores asociados. Itagüí, 2012-2013». La población de referencia eran los 258.520 habitantes que según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en 2013 residían en el municipio de Itagüí.
El estudio primario tuvo un diseño muestral a partir de la fórmula para la estimación de una proporción poblacional, en la que se utilizó un nivel de confianza del 95%, una precisión del 5% y una prevalencia estimada del 15,5% (prevalencia de último año para victimización en amenaza en el municipio de Itagüí según resultados del estudio «La Violencia en el Valle de Aburrá, su magnitud y programa para reducirla 2004»). El diseño seleccionado fue probabilístico, multietápico, a partir del marco muestral que comprendía la totalidad de viviendas, ubicadas en los diferentes estratos socioeconómicos de las 6 comunas (zona urbana) y un corregimiento (zona rural) del municipio de Itagüí.
Conformaron la población de estudio 187 adultos seleccionados a partir de los 486 que participaron en el estudio primario. El criterio de selección fue tener hijos y que la edad del encuestado al momento de responder la encuesta estuviera entre los 19 y los 65 anos. Como criterios de exclusión, se determinó que los registros no estuvieran completos en las variables de estudio o que la información no tuviera calidad. A partir de esta población, se seleccionaron 2 grupos, uno de padres maltratadores (adultos con comportamientos de maltrato dirigido hacia sus propios hijos) y otro de padres no maltratadores (adultos sin dicho comportamiento). En ambos grupos se evaluó la frecuencia de diferentes factores que pudieran explicar la probabilidad de comportamiento maltratador de los adultos dirigido hacia sus hijos.
Se consideró padre o madre maltratador al adulto que respondiera de manera positiva a alguna de las siguientes preguntas, con relación a sus hijos en el último mes: «le(s) ha: ¿gritado con rabia?, ¿dado nalgadas?, ¿pegado en alguna otra parte del cuerpo aparte de las nalgas con algún objeto?»17.
Los factores analizados fueron: sociodemográficos (edad, sexo, nivel de escolaridad, zona de residencia, estado civil, hacinamiento, empleo); relacionados con comportamiento violento (maltrato infantil, agresión a los niños, agresión a la pareja, agresión a personas fuera de la familia); relacionados con actitudes violentas (irritabilidad, trastorno de conducta, actitudes de aprobación de la violencia); por uso de sustancias psicoactivas (alcohol, marihuana, cocaína) y otros factores asociados con la violencia (cohesión familiar, comportamiento prosocial, escala de satisfacción, red de apoyo familiar).
Las variables mencionadas forman parte de las siguientes escalas, que fueron validadas por Torres et al.16, y tienen propiedades psicométricas adecuadas:
Red de apoyo familiar: explora la percepción y las situaciones concretas de la vida cotidiana en que una persona siente el apoyo de su familia. Esta escala consta de 8 preguntas y una puntuación máxima de 32. Se tomó como una buena red de apoyo familiar una puntuación ≥ 21.
Satisfacción: explora qué tan satisfecho se encuentra el individuo en todos los escenarios donde interactúa. Consta de 8 preguntas y una puntuación máxima de 32. Se tomó como punto de corte para estar satisfecho un valor ≥ 26.
Comportamiento prosocial: explora comportamientos empáticos que la persona puede tener en la vida cotidiana. Consta de 9 preguntas y una puntuación máxima de 18. Se tomó como punto de corte el valor ≥ 11.
Cohesión familiar: evalúa la percepción del individuo sobre cómo su grupo familiar interactúa, comparte y coopera en todos los escenarios de la vida. Consta de 8 preguntas y una puntuación máxima de 36. Se estableció como una buena cohesión familiar si era ≥ 21.
Actitudes de aprobación de la violencia: explora las actitudes y creencias que una persona puede tener frente a cómo resolver situaciones de conflicto. Consta de 4 preguntas y una puntuación máxima de 20. Se tomó como punto de corte un valor ≥ 5.
Conductas disociales en la infancia y la adolescencia: explora conductas disfuncionales en la niñez y adolescencia. Consta de 13 ítems de respuesta dicotómica (sí/no). Se tomó como punto de corte cualquier respuesta positiva.
Irritabilidad: evalúa comportamientos y actitudes relacionadas con irritabilidad. Consta de 11 preguntas. Se tomó como punto de corte un valor ≥ 9.
Se realizó un análisis descriptivo de las variables sociodemográficas, clínicas y relacionadas con maltrato, violencia y victimización. Como indicadores epidemiológicos, se emplearon las prevalencias de los comportamientos de maltrato y violencia en la población de estudio. Se realizaron pruebas de normalidad y se calcularon medidas de resumen de las variables cuantitativas y tablas de frecuencias absolutas y relativas de las variables cualitativas. Se buscó la asociación entre ser adulto maltratador de sus hijos y las demás variables incluidas en el estudio. Como medida de asociación, se utilizó la odds ratio (OR) con su respectivo intervalo de confianza del 95% (IC95%). Para establecer la relación entre variables cualitativas se empleó la prueba de la x2 de independencia. Se empleó el modelo de regresión logística binaria, en el cual se incluyeron las variables que en el análisis bivariable cumplieron el criterio de Hosmer-Lemeshow (p < 0,25). Las variables edad, escolaridad, vivienda, estado civil y empleo se recategorizaron agrupándolas para el modelo multivariable en 2 categorías según criterios clínicos de los psiquiatras investigadores. Para minimizar los posibles sesgos, el manejo de la base de datos estuvo a cargo de personal con entrenamiento en este campo, con lo que se garantizó la fiabilidad de la información obtenida. El sesgo de selección se controló con el muestreo probabilísitico; además, con la regresión logística se controló por posibles variables confusoras. Para el análisis de la información se utilizó el software SPSS® versión 21.0 (SPSS Inc.; Chicago, Illinois, Estados Unidos), licencia de la Universidad CES. Esta investigación se clasificó como sin riesgo según el artículo 11 de la resolución 008430 de 1993. El estudio primario solicitó consentimiento informado a los participantes y fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad CES. Se garantizó en todo momento la confidencialidad de la información analizada.
Resultados
Para el análisis se incluyó a los 187 adultos de quienes se obtuvo la información completa de todas las variables del estudio. El 63,1% de los encuestados eran mujeres, la mediana [intervalo intercuartílico] de edad de la población era 38 [24-52] anos, y las edades mínima y máxima, 18 y 62 anos (tabla 1).
Adultos maltratadores
Se encontró que el 51,9% de los encuestados eran maltratadores. De estos, el 57,6% eran mujeres. La relación madre/padre maltratadores fue 2,3:1. Entre los adultos maltratadores, el 73,2% tenían el antecedente de maltrato en la niñez (fig. 1).
Variables relacionadas con comportamiento violento
El 57,7% de las personas con antecedente de maltrato en la infancia eran padres maltratadores. El 69,6% de los encuestados que agredían a sus parejas eran padres maltratadores y el 78,9% de los que reportaron ser víctimas de sus parejas maltrataban a sus hijos.
Tipos de maltrato
De los tipos de maltrato estudiados, se observó que el 26,2% pegaba a su hijo, en alguna parte del cuerpo aparte de las nalgas, con algún objeto como una faja o un palo; el 25,1% respondió que había utilizado 2 tipos de maltrato, y el 23,0%, los 3 (fig. 2).
Variables relacionadas con actitudes que favorecen la violencia
El 51,5% de las personas que tenían creencias o actitudes sobre la seguridad y el significado de tener armas y el derecho de hacer justicia por su propia cuenta eran padres maltratadores, y de estos, el 73,2% tenía antecedente de maltratos en su niñez.
Consumo de sustancias psicoactivas
El 52,1% de los padres maltratadores había consumido bebidas alcohólicas en el último mes, frente al 47,9% de los padres no maltratadores. El 3,0% de los padres maltratadores declararon consumo de marihuana en el último mes, frente a la ausencia de consumo de marihuana entre los padres no maltratadores. Ningún padre reportó consumo de cocaína.
Factores sociales y familiares
El 51,6% de los individuos con «mala» cohesión familiar eran adultos maltratadores. El 45,5% de las personas con «poco» comportamiento prosocial tuvieron conductas agresivas hacia sus hijos. En la escala de satisfacción personal, se observó que el 47,5% de los «muy insatisfechos» eran padres maltratadores. Respecto a la escala de red de apoyo familiar, el 47,7% de las personas «sin apoyo» eran padres maltratadores. En relación con la autoestima de los padres, el 51,9% de los padres que la calificaron como «mala» eran maltratadores. El 52,2% de los encuestados que reportaron «mala» comunicación con su padre o su madre maltrataban a sus hijos.
Factores asociados con el comportamiento agresivo de los padres hacia los hijos
En el análisis bivariable, se encontró asociación entre el sexo femenino, ser víctima de la pareja, ser agresor de la pareja, agresión a personas fuera de la familia, rasgos disfuncionales de conducta y antecedente de maltrato en la niñez. Como factores protectores, se encontraron el comportamiento prosocial, contar con red de apoyo familiar, tener alta satisfacción personal y contar con mayor nivel de educación. Por lo tanto, la probabilidad de las personas que agreden a personas no familiares de tener un comportamiento violento hacia los hijos fue 4,5 veces más que la de quienes no cometen este tipo de agresiones. Este fue el factor con mayor fuerza de asociación en el análisis bivariable (tabla 1).
Con el fin de controlar el efecto de posibles variables de confusión, se llevó a cabo una regresión logística binaria para analizar la asociación entre el comportamiento agresivo de los padres con sus hijos y las variables candidatas, las cuales se seleccionaron por tener un valor de p < 0,25 en el análisis bivariable según criterio de Hosmer-Lemeshow. Las variables independientes que tenían más de 2 categorías se analizaron como variables dummy. Posteriormente se utilizó el método Enter para el ingreso de las variables y la obtención de la medida ajustada. Se encontró asociación estadística con el sexo femenino (OR = 2,23; IC95%, 1,13-4,40), agresión a la pareja (OR = 3,28; IC95%, 1,58-6,80), agresión a otros fuera de la familia (OR = 2,66; IC95%, 1,05-6,74), comportamiento pro-social (OR = 0,32; IC95%, 0,14-0,73) y trastorno de conducta (OR = 2,23; IC95%, 1,11-4,52) (tabla 2).
Discusión
Este estudio determinó cómo se relaciona el antecedente de maltrato en la niñez de los adultos con el comportamiento maltratador dirigido a sus propios hijos. El principal hallazgo de este estudio fue que dicho antecedente no se asoció significativamente con ser padre o madre maltratadores.
Este hallazgo coincide con lo reportado por otros autores como Widom18, que utilizó datos oficiales de maltrato tanto del padre como del niño y diseñó un estudio de cohorte con 908 individuos víctimas confirmadas de maltrato infantil a edad ≤ 11 años comparados con 667 sin historia de maltrato. No se encontró asociación estadística entre el antecedente de maltrato en la niñez con ser un padre o madre maltratadores. De modo similar, Altemeir et al.19 estudiaron a madres que afirmaban haber sido maltratadas en la niñez, y se verificó si agencias oficiales tenían reporte de maltrato de sus hijos en los 4 años previos. En este caso no se encontró asociación para maltrato intergeneracional.
Si bien otros estudios han encontrado esa asociación, algunos tienen importantes problemas metodológicos como, por ejemplo, la desaparición del efecto cuando se controla por variables de confusión20, no se seleccionaron muestras representativas de la población general21, no tenían grupo de comparación22, no se incluía una clara definición de maltrato23, la medida de maltrato provenía de registros hospitalarios y fueron comparados con población general24 o se evalúa el maltrato usando registros públicos y privados de referencia a tratamiento por violencia doméstica25,26.
Este estudio encontró que otras formas de violencia, como agresión a la pareja y agresión a otras personas, se asociaron con el maltrato a los propios hijos. Esto puede relacionarse con las normas sociales y culturales que contribuyen en gran medida al maltrato infantil porque permiten justificar la violencia contra los niños al aceptar la eficacia del castigo violento para educarlos27.
En este estudio se halló que el sexo femenino es factor de riesgo de maltrato infantil. En general, se ha evidenciado que ambos sexos ejercen maltrato infantil, sin diferencias significativas entre ellos 28; aunque existen varios estudios que han evaluado la transmisión intergeneracional del maltrato, se realizaron únicamente con participantes mujeres, lo que limita sacar conclusiones 29,30. En Colombia, según el informe de violencia intrafamiliar de 201531, el padre y la madre son habitualmente los agresores de niños y adolescentes (el 33,7 y el 31,23% respectivamente), seguidos por el padrastro (9,89%).
Los 5 factores asociados con maltrato infantil en este estudio (sexo femenino, agresión a la pareja, agresión a otras personas, las conductas disociales y el comportamiento pro-social) dieron cuenta del 28% del comportamiento de maltrato infantil en la población estudiada, lo cual es importante, dada la complejidad del fenómeno en consideración; a su vez, estos factores indican que el maltrato infantil en esta población no se circunscribe solo al ámbito familiar, sino que se extiende a lo social, como han señalado algunos investigadores que relacionan el maltrato infantil como un tipo más de las múltiples formas de violencia social.
El municipio de Itagüí, de donde proviene la población estudiada, ha sido uno de los municipios con mayores índices de violencia en Colombia, especialmente en las décadas de los ochenta y los noventa32. El estudio de Duque et al. 27 con esta población exploró los factores asociados con diferentes tipos de violencia, y encontró que la cuarta parte de los participantes tenía antecedentes de maltrato en la niñez y exposición a violencia en la familia; además, el 37,1% de los varones y el 34,7% de las mujeres consideraban necesario el castigo físico para educar a los hijos; el 20% justificaba pegar a la mujer, el 50% aceptaba formas ilícitas de conseguir dinero y un tercio de la población tenía familiares con antecedentes de criminalidad o violencia callejera. Esto plantea la pregunta de si las creencias y actitudes de una comunidad frente a la violencia contribuyen a la generación de conductas heteroagresivas que incluyen a los hijos.
El estudio además encontró asociación entre el maltrato a los hijos y a otras personas (pareja y otras personas no familiares), lo cual coincide con otros estudios que han evidenciado que las malas relaciones intrafamiliares o la violencia entre otros miembros de la familia son factores de riesgo de maltrato infantil 4,30.
Se encontró que el comportamiento prosocial es factor protector contra el maltrato infantil en esta población, lo que indica que, si el individuo tiene una actitud de empatía y colaboración con los demás, hay menos riesgo de continuar la transmisión intergeneracional del maltrato y reitera la importancia de la calidad de las relaciones, no solo con los familiares, sino también con otras personas33,34. Este factor protector se ha descrito ampliamente en otros estudios y revisiones metanalíticas35.
Limitaciones
Los resultados se basan en una encuesta, y pueden estar influidos por posibles sesgos de memoria. El antecedente de maltrato y el comportamiento maltratador se determinaron a partir del mismo sujeto. Es posible que los participantes no brindaran información con total confiabilidad respecto a temas sensibles, como los tratados en esta encuesta. En este estudio no se evaluó la negligencia como un tipo importante y prevalente de maltrato infantil. El diseño muestral del estudio primario tenía una finalidad diferente de la del presente estudio, dado que se centró en la estimación del riesgo general de comportamiento violento de la población. No se contó con información sobre el número de hijos de los padres y madres incluidos en este estudio, lo cual impide verificar si para el análisis este es un factor asociado o de confusión. A pesar de estas limitaciones, el presente estudio brinda información valiosa acerca del maltrato infantil en esta población.
Conclusiones
El antecedente de maltrato en la niñez de los padres no se asoció con el comportamiento maltratador hacia sus hijos. Otras formas de violencia dirigida a la pareja y agresión a personas no familiares sí se asociaron, lo que indica que el maltrato de la niñez en la población estudiada se relacionó con otras expresiones de violencia familiar y social. Dada la importancia de este problema de investigación tanto para comprender el comportamiento humano como para establecer medidas efectivas de prevención, se requieren más estudios que permitan comprender la naturaleza de esta compleja relación.
Responsabilidades éticas
Protección de personas y animales. Los autores declaran que los procedimientos seguidos se conformaron a las normas éticas del comité de experimentación humana responsable y de acuerdo con la Asociación Médica Mundial y la Declaración de Helsinki.
Confidencialidad de los datos. Los autores declaran que han seguido los protocolos de su centro de trabajo sobre la publicación de datos de pacientes.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado. Los autores han obtenido el consentimiento informado de los pacientes y/o sujetos referidos en el artículo. Este documento obra en poder del autor de correspondencia.