En los últimos años, las agresiones de hijos a progenitores, conocidas como violencia filio-parental (VFP), han sido objeto de considerable interés científico y mediático en países como España y Australia (Calvete, Orue, Gamez-Guadix, & Bushman, 2015; Edenborough, Jackson, Mannix, & Wilkes, 2008). Recientemente, la Sociedad Española de Estudio de la VFP creó un grupo de trabajo con el objetivo de consensuar la definición de la VFP. Esta fue descrita como conductas reiteradas de violencia física, psicológica (verbal o no verbal) o económica, dirigida a los progenitores o a aquellas personas que ocupen su lugar (Pereira et al., 2017).
En cuanto a la magnitud de la VFP, los datos disponibles son muy dispares, lo que dificulta el establecimiento de cifras concluyentes (Aroca-Montolío, Lorenzo-Moledo, & Miró-Pérez, 2014). A la hora de evaluar los datos sobre la magnitud del problema es importante tener en consideración la naturaleza de las muestras en las que los datos son obtenidos (población clínica, jóvenes infractores, población general, etc.).
Así, mientras que las tasas de prevalencia de agresiones físicas hacia los progenitores en población general adoptan valores entre el 4.6% y el 21% (Calvete, Orue, & Sampedro, 2011; Ibabe & Jaureguizar, 2011; Pagani et al., 2004, 2009; Ulman & Straus, 2003), estos valores son mucho mayores en muestras clínicas o de jóvenes infractores, alcanzando valores tales como 54% (Gelvan de Veinsten, 2004) y 68.8% (Del Hoyo-Bilbao, Gámez-Guadix, Orue, & Calvete, 2018). Además, las tasas de agresiones psicológicas son mucho más altas que las de agresiones físicas, oscilando según algunos estudios entre 34% y 93% (Calvete, Orue, & Gónzalez-Cabrera, 2017; Pagani et al., 2004, 2009).
Numerosos estudios realizados en diversos países indican que la VFP es más frecuentemente ejercida contra la madre que contra el padre (Contreras & Cano, 2014a; Ibabe & Jaureguizar, 2011; Pagani et al., 2004, 2009; Ulman & Straus, 2003). Esto se ha interpretado en referencia a la mayor presencia de las mujeres en la crianza de los hijos (Aroca-Montolío et al., 2014). En cuanto al género del adolescente, mientras que algunos estudios basados en muestras clínicas o de jóvenes infractores encuentran mayor prevalencia de agresiones físicas en chicos que en chicas (Boxer, Gullan, & Mahoney, 2009; Walsh & Krienert, 2007), los estudios en población general tienden a indicar que no hay diferencias de género en la perpetración de VFP, salvo en las agresiones psicológicas, que son más características de chicas que de chicos (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013; Ibabe, 2015; Ulman & Straus, 2003).
Buena parte de la investigación se ha centrado en identificar las características de las familias en las que tienen lugar la VFP. De esta manera, se ha encontrado que la VFP, a menudo, concurre con otras formas de violencia familiar, como el maltrato a hijos y la exposición a la violencia conyugal (Boxer et al. 2009; Calvete, Orue, Gamez-Guadix, & Bushman, 2015; Contreras & Cano, 2015; Gámez-Guadix & Calvete, 2012; Ibabe & Jaureguizar, 2011). Así, por ejemplo, un estudio cualitativo, en el que se entrevistó en profundidad a adolescentes que habían ejercido VFP severa y a sus progenitores, mostró que era frecuente que los adolescentes hubieran sido previamente maltratados por sus padres o hubieran sido testigos de las agresiones contra sus madres (Calvete, Orue, Gámez-Guadix, del Hoyo-Bilbao, & López de Arroyabe, 2015). Esto sugeriría cierta transmisión de la violencia intergeneracional (Calvete et al., 2015) o bidireccionalidad en las agresiones (Ibabe & Jaureguizar, 2011).
Los estilos de disciplina y crianza de los hijos también han sido objeto de numerosos estudios y se ha encontrado, entre otras conclusiones, que los estilos de crianza que implican el uso del castigo y la privación emocional o falta de afecto positivo pueden actuar como antecedentes de la VFP (Agnew & Huguley, 1989; Calvete, Gámez-Guadix, & Orue, 2014; Contreras & Cano, 2014a; Pagani et al., 2009). También se ha asociado la VFP con familias permisivas, en las que hay una ausencia de límites y jerarquía (Pereira, 2011) y en las que impera una cierta cultura del consumismo, según la cual el niño debería lograr todo lo que desea (Calvete, Orue, & Gámez-Guadix, 2013).
En cuanto a las características individuales de los adolescentes que ejercen VFP, se han identificado aspectos tales como la baja autoestima y sintomatología depresiva (Aroca-Montolío et al., 2014; Calvete et al., 2011; Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2013; Ibabe, Arnoso, & Elgorriaga, 2014; Ibabe & Jaureguizar, 2010), impulsividad y problemas en el autocontrol y regulación emocional (Aroca-Montolío et al., 2014; Ibabe & Jaureguizar, 2011; Romero, Melero, Cánovas, & Antolín, 2005) y consumo de drogas (Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2013, 2015). Este último aspecto ha sido objeto de atención al encontrarse que las discusiones entre hijos y progenitores por el dinero para comprar drogas pueden actuar como un antecedente de los episodios violentos (Calvete & Orue, 2016).
El conocimiento sobre la magnitud del problema de la VFP se ha visto obstaculizado por las discrepancias en los instrumentos de evaluación empleados. Para conocer de forma adecuada la magnitud del problema de la VFP es necesario contar con instrumentos de medida válidos. Se han utilizado diversas medidas para evaluar la VFP. Algunas de las más utilizadas han sido las Escalas de Conflictos y Tácticas - Hijo Progenitores (Straus & Fauchier, 2008) o alguna derivación de las mismas (e.g., Boxer et al., Calvete et al., 2011; Moretti, Obsuth, Odgers, & Reebye, 2006; Zuñeda, Llamazares, Marañón, & Vázquez, 2016). Las escalas originales tienen la limitación de incluir solo formas de agresión física. Otras medidas son la Escala de Violencia Hijo-Madre (Edenborough, Wilkes, Jackson, & Mannix, 2011), que tiene la limitación de estar referida exclusivamente a la madre, la Escala de Violencia Intrafamiliar (Ibabe & Jaureguizar, 2011), que no es específica de VFP pero incluye tres ítems de VFP hacia la madre y otros tres hacia el padre, y las medidas de Agresión hacia la Madre (Pagani Larocque, Vitaro, & Tremblay, 2003) y Agresión hacia el Padre (Pagani et al., 2009), que consisten en cinco ítems de agresión física y solo tres ítems de agresión verbal.
Además, es importante reseñar que los estudios que evalúan las agresiones psicológicas a padres y madres indican frecuencias extremadamente altas debido a que, en general, consideran la presencia de un único ítem - o conducta violenta - para indicar que la VFP psicológica ha tenido lugar. Sin embargo, para determinar la existencia de VFP se requiere que las agresiones sean reiteradas (Pereira et al., 2017), por lo cual es importante considerar este criterio a la hora de obtener datos de prevalencia.
Con el fin de subsanar algunas de las limitaciones de las medidas anteriores, Calvete, Gámez-Guadix et al. (2013) desarrollaron un cuestionario específico para evaluar VFP que incluía dos dimensiones: agresiones psicológicas y agresiones físicas, ambas evaluadas tanto hacia la madre como hacia el padre. Además, para el Cuestionario de Violencia Filio-Parental se establecieron criterios para determinar cuándo las agresiones eran reiteradas (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013). El cuestionario fue aplicado a una muestra de 2719 adolescentes, de los cuales el 10.7% había agredido físicamente al menos una vez a alguno de sus progenitores y el 90% había agredido psicológicamente al menos una vez a alguno de sus progenitores en el último año. Cuando se emplearon criterios más estrictos, que incluyen la ocurrencia repetida de las agresiones, las tasas de prevalencia fueron más bajas (3.2% y 14.2% para agresiones físicas y psicológicas, respectivamente). Posteriormente, este cuestionario ha sido empleado en numerosos estudios y ha mostrado propiedades psicométricas adecuadas tanto en muestras comunitarias (Álvarez Arcos, Sepúlveda Guajardo, & Espinosa Moraga, 2016; Calvete, Orue, & Gámez-Guadix, 2015) como clínicas (Del Hoyo et al., 2018).
Recientemente, las autoras han completado el Cuestionario de Violencia-Filio Parental, incluyendo una sección que evalúa las razones por las que se cometieron las agresiones (Calvete & Orue, 2016). La inclusión de esta nueva sección responde a una crítica habitual a la mayoría de los instrumentos que evalúan perpetración de conductas violentas, consistente en que no incluyen los contextos o razones que motivan las mismas. El estudio de las razones por las que los adolescentes agreden a sus progenitores es relevante para comprender la naturaleza y antecedentes de la VFP.
Mediante un análisis factorial exploratorio, las autoras encontraron tres tipos de razones para la perpetración de VFP. En primer lugar, están las razones instrumentales, las cuales implican el uso de la agresión con el fin de obtener un beneficio por parte del adolescente (e.g., dinero o algún privilegio). En segundo lugar, están las razones afectivas, que implican la experiencia emocional de enojo y también otras experiencias como la de sentirse incomprendido por parte de los progenitores. En tercer lugar, están las razones de defensa, que incluyen tanto la defensa propia como la defensa de otras personas. El primer tipo de razón se correspondería con un tipo de agresión proactiva, consistente en acciones deliberadas dirigidas al logro de objetivos deseados, mientras que las otras dos se corresponderían con un tipo de agresión reactiva, que representaría un reacción a una amenaza real o percibida y que suele ir acompañada de ira intensa (Dodge & Coie, 1987).
La mayoría de los estudios sobre VFP se han realizado en países anglosajones y en España y los trabajos realizados en países latinoamericanos son muy pocos. En uno de los escasos estudios realizados, y utilizando el Cuestionario de Violencia Filio-Parental, se obtuvieron datos sobre prevalencia de VFP en una pequeña muestra de adolescentes en Chile (Álvarez Arcos et al., 2016). Los resultados mostraron prevalencias de 92.5% y 95.9% para agresiones psicológicas contra la madre y el padre, respectivamente, y de 3.8% y 2.4% para agresiones físicas contra la madre y el padre, respectivamente. En nuestro conocimiento, no hay estudios en México sobre la prevalencia de la VFP. Sin embargo, el conocimiento de la magnitud y características del fenómeno es necesario para el establecimiento de acciones de intervención.
Los objetivos principales de este estudio fueron examinar la prevalencia y razones de la VFP en adolescentes mexicanos y evaluar algunas propiedades psicométricas del Cuestionario de Violencia Filio-Parental (Calvete & Orue, 2016) en esta población. Se evaluó su estructura mediante análisis factorial confirmatorio. Se esperó confirmar la existencia de cuatro dimensiones correlacionadas (agresiones psicológicas hacia la madre, agresiones psicológicas hacia el padre, agresiones físicas hacia la madre y agresiones físicas hacia el padre) y que estas pudieran ser explicadas por dimensiones más amplias de agresiones contra la madre vs el padre y agresiones psicológicas vs físicas, tal y como se ha encontrado recientemente en muestra clínica de adolescentes (Del Hoyo et al., 2018). Respecto a las razones para las agresiones, se esperó confirmar la estructura de tres dimensiones obtenidas en el estudio original: instrumentales, afectivas y de defensa (Calvete & Orue, 2016). Un último objetivo consistió en evaluar posibles diferencias de género en la perpetración de VFP y en las razones para ejercerla en adolescentes mexicanos. En sintonía con los hallazgos obtenidos en otros países, se esperó que las chicas ejercieran más frecuentemente agresiones psicológicas que los chicos (Ibabe, 2015; Ulman & Straus, 2003).
Método
Participantes
Participaron en el estudio un total de 1417 adolescentes. De estos, el 57% eran chicas y el 43% chicos. Todos ellos procedían de tres centros escolares públicos de nivel bachillerato (para identificarlos se les denominó Plantel 1, Plantel 2 y Plantel 3), y tenían entre 14 y 19 años (M = 15.90; DT = 0.92). El tipo de muestreo fue probabilístico de tipo estratificado por semestre. La gran mayoría de los participantes eran residentes de Toluca (69.6%) seguidos por Metepec (6.3%), Zinacantepec (5.2%), Lerma (4.5%) y otros (14.4%).
La distribución de la muestra por escuela estuvo representada de la siguiente manera: el 30.1% corresponde al Plantel 1, un 36.7% al Plantel 2 y finalmente el 33.1% al Plantel 3; por semestre el 34.8% de los adolescentes estaba en primer semestre, mientras que un 43.5% cursaba el tercero y un 21.7% el quinto. En cuanto a las características familiares, en el 19.2% de los casos los progenitores estaban divorciados o separados y en el 5.3% de los casos uno de los progenitores había fallecido. En el 75.5% restante, los progenitores convivían. En 1% de los casos se indicó que se trataba de progenitores adoptantes. Según la información proporcionada por los directivos de los planteles, el nivel socio económico general de la muestra era medio bajo.
Medidas
Se utilizó la versión revisada del Cuestionario de Violencia Filio-Parental (Calvete & Orue, 2016). El cuestionario revisado consta de dos partes. La primera parte estaba presente en el cuestionario original (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013) y consiste en 20 ítems paralelos, 10 en relación con la VFP ejercida contra la madre y otros 10 en relación con el padre. Siete de los 10 ítems describen agresiones psicológicas (insultar, amenazar) y los otros tres ítems describen agresiones físicas (pegar, empujar). Los ítems se responden en un formato Likert con cuatro opciones de respuesta: 0 (nunca), 1 (rara vez, únicamente en 1 o 2 ocasiones), 2 (a veces; ha ocurrido entre 3 y 5 veces) y 3 (con frecuencia; se ha dado en 6 o más ocasiones). Esta primera parte del cuestionario ha obtenido buenas propiedades psicométricas en estudios anteriores en cuanto a confirmación de su estructura factorial, consistencia interna y asociación con otras variables tales como conducta delincuente, agresividad reactiva y proactiva y consumo de drogas (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013; Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2013; Calvete, Orue, Gámez-Guadix, & Bushman, 2015).
La segunda parte del cuestionario se centra en la evaluación de las razones para ejercer la VFP. Consta de 10 ítems que se repiten para cuatro situaciones diferentes: VFP psicológica hacia la madre, VFP psicológica hacia el padre, VFP física hacia la madre y VFP física hacía el padre. En caso de que haya contestado afirmativamente a las preguntas sobre las agresiones, el adolescente debe contestar mediante una escala tipo Likert en qué medida el ítem describe la razón por la cual actuó agresivamente contra su madre y/o su padre: 0 (nunca), 1 (alguna vez), 2 (bastantes veces), 3 (casi siempre). Las razones están agrupadas en tres subescalas: instrumentales (ocho ítems; e.g., porque necesitaba dinero), afectivas (ocho ítems; e.g., porque estaba muy enojado) y de defensa (cuatro ítems; e.g., para defenderme). La redacción de los ítems fue revisada para garantizar su ajuste a la muestra de adolescentes mexicanos. Fueron necesarios unos cambios menores. Los términos "ordenador" y "teléfono móvil" fueron sustituidos por "computadora" y "celular", respectivamente. El término "enfadado" se sustituyó por "enojado".
Procedimiento
En primer lugar, se contactó con las instituciones de bachillerato y a los adolescentes con la finalidad de exponer los propósitos, objetivos, alcances y procedimientos del estudio. Se les aseguró la confidencialidad en el manejo de la información brindada indicándoles que la participación era voluntaria. Los participantes completaron la medida en aproximadamente 30 minutos durante sus horas habituales de clase.
Se aseguró la confidencialidad de los datos brindados. Los progenitores recibieron la información sobre el estudio y un impreso para que pudieran comunicar al equipo de investigación antes de la aplicación si consentían o no la participación de su hijo en el estudio. No firmaron la carta de consentimiento informado el 2.0% de los progenitores, por lo que no se les aplicó el cuestionario a sus hijos. Las medidas se tomaron entre agosto y diciembre de 2015.
Estrategia de análisis
Se realizó un análisis factorial confirmatorio del Cuestionario de Violencia-Filio Parental. Los parámetros para el análisis factorial confirmatorio se estimaron utilizando las matrices policórica y de covarianza asintótica de los ítems del cuestionario. Se utilizó el método de mínimos cuadrados ponderado con LISREL 9.2 (Jöreskog & Sörbom, 2013) para probar el modelo. Se utilizaron la raíz cuadrada media de error de aproximación (RMSEA), el índice de ajuste comparativo (CFI) y el índice de ajuste no normativo (NNFI) para evaluar la bondad de ajuste del modelo. Según diversos autores (Hu & Bentler, 1999; Little, 2013) valores del CFI y NNFI mayores que 0.90 y valores del RMSEA menores que 0.06 reflejan un buen ajuste mientras que valores entre 0.06 y 0.08 reflejan un ajuste moderado. Para el cálculo de la consistencia interna se utilizó el alpha ordinal ya que se ha mostrado que estima con mayor precisión la fiabilidad alpha de Cronbach para escalas de respuesta ordinales al estar basado en la matriz de correlaciones policóricas (Zumbo, Gadermann, & Zeisser, 2007).
Para obtener tasas de prevalencias más ajustadas a la definición de VFP como acciones reiteradas de agresión, seguimos el procedimiento descrito por Calvete, Gámez-Gua-dix et al. (2013) y se calculó la VFP psicológica severa a partir del porcentaje de adolescentes que habían llevado a cabo conductas de VFP psicológica más de seis veces en el último año (respuesta 3 en la escala Likert). En concreto, se tuvieron en cuenta los ítems de amenazar, insultar, chantajear, coger dinero sin permiso, hacer algo para fastidiar y desobedecer en algo importante. Es decir, se emplearon todos los ítems menos el de gritar, dado que su inclusión podía distorsionar la magnitud de la VFP psicológica, al ser una conducta muy frecuente. Para evaluar la agresión física severa, se calculó el porcentaje de adolescentes que reconocieron agresiones físicas al menos entre tres y cinco veces en el último año (i.e., códigos de respuesta 2 y 3).
Finalmente, se evaluaron las diferencias en tasas de pre-valencia de las diversas modalidades de violencia según el sexo de los hijos. Estos análisis se realizaron a través del programa estadístico SPSS 23.
Resultados
Frecuencia de la VFP: Estructura factorial y consistencia interna
El modelo inicial para la sección de frecuencias de agresiones del Cuestionario de Violencia Filio-Parental consistió en cuatro factores intercorrelacionados: (a) agresiones psicológicas contra la madre (siete ítems), (b) agresiones psicológicas contra el padre (siete ítems), (c) agresiones físicas contra la madre (tres ítems) y (d) agresiones físicas contra el padre (tres ítems).
Se permitió correlacionar los errores de medida correspondientes a los ítems paralelos para padre y madre. Es decir, por ejemplo, se estimó libremente la correlación entre el error de medida del ítem 1 referido al padre y el error de medida del ítem 1 referido a la madre, al igual que se hace en los modelos de medida para muestras relacionadas. No se permitió correlacionar ningún otro error de medida. La solución fue satisfactoria, X 2 (163, N = 1417) = 1413, RMSEA = .07 (90% I.C. = .069 - .071), NNFI = .987, CFI = .989. La carga de todos los factores fue estadísticamente diferente de cero y en todos los casos superior a .40. Los valores se presentan en la tabla 1 . Los coeficientes de alpha ordinal fueron .89, .90, .93 y .92 para agresión psicológica contra la madre, agresión psicológica contra el padre, agresión física contra la madre y agresión física contra el padre, respectivamente.
Contra la madre | Contra el padre | |
---|---|---|
Agresiones psicológicas | ||
Gritar al padre/madre cuando estaba enojado/a | .63 | .62 |
Amenazar con pegarle aunque no llegó a hacerlo | .97 | .73 |
Insultarle o decirle palabrotas | .79 | .83 |
Chantajearle para conseguir lo que quería | .73 | .80 |
Cogerle dinero sin permiso | .73 | .68 |
Hacer algo para fastidiarle | .63 | .82 |
Desobedecerle en algo que el padre/madre le pidió y era importante para él/ella | .70 | .77 |
Agresiones físicas | ||
Empujarle o pegarle en una pelea | .92 | .98 |
Golpearle con algo que podía hacerle daño | .84 | .84 |
Darle una patada o puñetazo | .95 | .85 |
La tabla 2 muestra las correlaciones entre dimensiones. Las cuatro dimensiones obtenidas estuvieron significativamente correlacionadas entre sí. Este patrón de correlaciones sugiere que una estructura jerárquica más simple podría explicar razonablemente bien los datos. Por este motivo se estimó un nuevo modelo en el que dos factores de segundo orden (agresiones psicológicas, agresiones físicas) explican las cuatro dimensiones de primer orden. Este modelo mostró un ajuste bueno, X 2 (155, N = 1417) = 1184, RMSEA = .065 (90% I.C. = .062 - .069), NNFI = .990, CFI = .992. De hecho, implicó una reducción del valor de X 2 de 229 para 5 grados de libertad que es estadísticamente significativa, p <.001. Las cargas factoriales de segundo orden oscilaron entre .95 y .99. Los coeficientes de alpha ordinal para las variables latentes de segundo orden fueron .95 y.96 para agresión psicológica y agresión física, respectivamente.
1 | 2 | 3 | 4 | |
---|---|---|---|---|
1.Agresión psicológica madre | 1 | |||
2.Agresión física madre | .76 | 1 | ||
3.Agresión psicológica padre | .92 | .77 | 1 | |
4.Agresión física padre | .56 | .77 | .70 | 1 |
Nota: Todas las correlaciones son significativas al nivel | ||||
* p < .001. |
Por último, se estimó un modelo jerárquico alternativo en el que los cuatro factores de primer orden eran explicados por dos factores de segundo orden diferentes (agresiones contra la madre y agresiones contra el padre). Este modelo mostró un ajuste bueno, X 2 (155, N = 1417) = 1139, RMSEA = .067 (90% I.C. = .063 - .071), NNFI = .989, CFI = .991 y también redujo significativamente el valor de X 2, p<.001. Las cargas factoriales de segundo orden oscilaron entre .88 y 1. Los coeficientes de alpha ordinal para las variables latentes de agresiones contra la madre y agresiones contra el padre fueron .94 en ambos casos.
La tabla 3 muestra los datos según el sexo del hijo. Las chicas informaron más frecuentemente de agresiones psicológicas hacia la madre que los chicos. No hubo diferencias según el sexo del adolescente en el resto de indicadores.
Perpetrador | Total | Chico (%) | Chica (%) | X 2 | V de Cramer |
---|---|---|---|---|---|
Agresión psicológica a la madre | 87.2 | 83.9 | 89.6 | 10* | .08* |
Agresión psicológica al padre | 72 | 73.1 | 71.2 | 0.63 | -.02 |
Psicológica severa a la madre | 3.7 | 3.4 | 4 | 0.25 | .01 |
Psicológica severa al padre | 3.5 | 4.1 | 3.1 | 1.04 | -.03 |
Agresión física a la madre | 6.4 | 5.1 | 7.3 | 2.90 | .09 |
Agresión física al padre | 6.1 | 7.1 | 5.3 | 1.84 | -.04 |
Agresión física severa a la madre | 1.6 | 1.5 | 1.7 | 0.14 | .01 |
Agresión física severa al padre | 1.2 | 1.6 | 0.9 | 1.76 | -.04 |
* p<.001 X 2 = Chi-cuadrado. |
Razones para la VFP
Se realizó un análisis factorial confirmatorio para evaluar si la estructura propuesta en el estudio original explicaba adecuadamente los datos. Esta estructura consiste en tres factores correlacionados: razones instrumentales, razones afectivas y razones de defensa. Los resultados mostraron que este modelo presenta un ajuste excelente, X 2 (157, N = 1417) = 361, RMSEA = .033 (90% I.C. = .028 - .037), NNFI = .997, CFI = .997. La tabla 4 presenta las cargas factoriales, que fueron todas superiores a .40. Los coeficientes de alpha ordinal fueron .95, .94 y .94, respectivamente, para razones instrumentales, afectivas y de defensa.
Ítem | Instrumental | Afectiva | Defensa |
---|---|---|---|
Para conseguir permiso para algo - Madre | .84 | ||
Por la hora de llegar a casa - Madre | .76 | ||
Para conseguir permiso para algo- Padre | .88 | ||
Por la hora de llegar a casa - Padre | .87 | ||
Para poder usar la computadora o el celular - Madre | .85 | ||
Porque necesitaba dinero - Madre | .81 | ||
Para poder usar la computadora o el celular - Padre | .87 | ||
Porque necesitaba dinero - Padre | .86 | ||
Porque estaba muy enojado - Madre | .88 | ||
Porque estaba muy enojado - Padre | .82 | ||
Porque me sentía incomprendido - Madre | .76 | ||
Porque me sentía incomprendido - Padre | .77 | ||
Porque mi carácter es así - Madre | .89 | ||
Porque mi carácter es así - Padre | .86 | ||
Porque me tratan como a un niño/a pequeño - Padre | .81 | ||
Porque me tratan como a un niño/a pequeño - Madre | .81 | ||
Para defender a otra persona - Padre | .94 | ||
Para defender a otra persona - Madre | .84 | ||
Para defenderme - Padre | .93 | ||
Para defenderme - Madre | .84 |
La tabla 5 recoge el porcentaje de adolescentes que indicó cada una de las razones. Además, se presentan tanto los porcentajes totales como desglosados según sexo del adolescente y del progenitor. Tanto en agresiones dirigidas a madres como en las agresiones dirigidas a padres, la razón más frecuentemente indicada es el enojo. Las siguientes razones más frecuentes son conseguir permiso para algo, la hora de llegada a casa y el carácter. Además, se observan algunas diferencias interesantes según el sexo del adolescente. En concreto, en referencia a las agresiones contra la madre, la hora de llegada es una razón más frecuente en las chicas, mientras que el dinero es una razón más frecuente en los chicos.
Asimismo, las razones afectivas, como el enojo y sentirse incomprendido, son más frecuentes en las chicas que en los chicos, tanto en agresiones contra la madre como contra el padre. Por último, en cuanto a las razones de la dimensión de defensa, la defensa propia es indicada por un mayor porcentaje de chicas que de chicos, tanto para agresiones contra la madre como contra el padre. La defensa de otra persona es también más frecuente en las chicas en el caso de las agresiones contra la madre.
La tabla 6 muestra los estadísticos descriptivos correspondientes a las puntuaciones totales en los tres factores, las diferencias según sexo en las tres variables, y su correlación con las frecuencias de VFP. Tal y como se observa, y en coherencia con los datos de prevalencia expuestos en la tabla 5, las chicas obtienen puntuaciones más altas en razones afectivas y de defensa, aunque los tamaños del efecto son pequeños. Las mayores correlaciones se observan para la frecuencia de agresiones psicológicas y destacan los coeficientes de correlación entre las razones afectivas y las frecuencias de agresiones psicológicas contra la madre y contra el padre
Instrumental | Afectiva | Defensa | |
---|---|---|---|
Psicológica contra la madre | .48** | .61** | .41** |
Psicológica contra el padre | .46** | .53** | .40** |
Física contra la madre | .11** | .20** | .12** |
Física contra el padre | .12** | .14** | .17** |
Media (DT) en chicos | 0.36(0.52) | 0.30 (0.44) | 0.22(0.48) |
Media (DT) en chicas | 0.37(0.53) | 0.42(0.54) | 0.31(0.57) |
t(1415) | 0.41 | 4.69 | 3.17 |
p | .679 | <.001 | .002 |
d | 0.02 | 0.27 | 0.19 |
** p < ,001.
Discusión
La VFP en adolescentes constituye un problema emergente en numerosos países. El presente estudio representa una primera aproximación al problema en México. En este estudio se evaluaron algunas propiedades psicométricas del Cuestionario de Violencia Filio-Parental Revisado (Calvete & Orue, 2016) en una muestra de adolescentes mexicanos y se obtuvieron datos de prevalencia del problema.
En cuanto a la validación del cuestionario, los resultados muestran que este presenta propiedades psicométricas excelentes. Los análisis factoriales confirmatorios apoyaron la existencia de cuatro dimensiones de primer orden (agresiones psicológicas hacia la madre, agresiones psicológicas hacia el padre, agresiones físicas hacia la madre y agresiones físicas hacia el padre), que, a su vez, pueden explicarse jerárquicamente por dimensiones más amplias de agresiones contra la madre vs el padre y agresiones psicológicas vs físicas. Mientras que la estructura de primer orden es consistente con la de la adaptación original del cuestionario (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013), las estructuras de segundo orden coinciden con las obtenidas recientemente en una muestra de adolescentes remitidos a servicios especializados para VFP (Del Hoyo et al., 2018). Todas las subescalas de frecuencias mostraron consistencia interna alta.
Las tasas de prevalencia obtenidas para agresiones psicológicas son, en general, algo más bajas que las encontradas en otros países con el mismo cuestionario. Por ejemplo, las prevalencias de agresión psicológica total fueron 72 y 87.2%, respectivamente, para padres y madres, mientras que en España y Chile, utilizando el mismo cuestionario, superaron el 90% (Álvarez Arcos et al., 2016, Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013; Calvete et al., 2917; Calvete & Orue, 2016). Las tasas totales de agresiones físicas fueron similares a las obtenidas en España (Calvete & Orue, 2016) pero más altas que las encontradas en Chile (Álvarez Arcos et al., 2016). Las tasas mayores de agresiones psicológicas en España que en México podrían deberse a factores socioeconómicos.
Por una parte, las familias españolas podrían caracterizarse por estilos de crianza más permisivos (Etxebarria, Apodaca, Fuentes, López, & Ortiz, 2009), los cuales se asocian con falta de límites y mayor intolerancia a la frustración en los adolescentes (Calvete et al., 2011). En este sentido, como se ha mencionado en la introducción, se ha sugerido que la VFP conlleva, a menudo, un juego de poderes entre hijos y progenitores, que emergería ante la incapacidad de estos últimos para establecer una estructura jerárquica dentro de la familia (Tew & Nixon, 2010). Por otra parte, en España aumentaron los casos de VFP con la crisis económica de 2008. Se ha propuesto que, debido a la crisis, numerosas familias se han visto obligadas a restringir los privilegios a sus hijos, lo cual ocasionaría conflictos y riesgo de agresiones hacia los progenitores (Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2013).
En general, las agresiones fueron más frecuentemente dirigidas contra la madre, si bien no se observaron diferencias en las agresiones severas. Este patrón es similar al obtenido en España (Calvete, Gámez-Guadix et al., 2013; Calvete & Orue, 2016; Ibabe, 2015) y está probablemente determinado por el mayor peso que tienen las madres en la crianza de los hijos, con respecto a los padres (Aroca-Montolío et al., 2014).
Este estudio proporciona también información sobre las razones y contextos para las agresiones realizadas contra los progenitores en México. El análisis factorial confirmatorio apoyó la existencia de tres tipos de razones, al igual que en adolescentes españoles (Calvete & Orue, 2016): instrumentales, afectivas y de defensa. Las razones instrumentales incluyen el logro de algún privilegio o beneficio a través de la agresión, como dinero o permiso para llegar tarde a casa. Esto sugiere un tipo de agresión proactiva. Más aún, este tipo de razón ha llevado a vincular la VFP con el consumismo que caracteriza muchas sociedades actuales (Shim, Serido, & Barber, 2011). Las razones instrumentales incluyen el logro de dinero. En algunos estudios se ha encontrado que el consumo de drogas antecede a la VFP y que en estos casos las discusiones por dinero entre hijos y progenitores que desencadenarían la agresión estarían motivadas por lograr dinero para comprar drogas (Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2015).
Las razones afectivas incluyen principalmente el enojo y el temperamento inestable del adolescente. Estos factores han sido vinculados a la VFP en estudios anteriores (Ibabe, Jauregizar, & Díaz, 2007). Las razones afectivas también incluyen sentimientos de no ser comprendido adecuadamente por los padres y/o madres, los cuales son consistentes con los hallazgos de estudios anteriores, que indican que la falta de apego y afecto parental actuaría como antecedente de la VFP (Agnew & Huguley, 1989; Calvete, Orue, Gamez-Guadix, & Bushman, 2015; Contreras & Cano, 2014a). Por ejemplo, Contreras y Cano (2014a) compararon jóvenes infractores que habían ejercido VFP con otros infractores que no habían ejercido VFP y con adolescentes no infractores y encontraron que los primeros percibían más críticas y rechazo por parte de sus padres y más rechazo y falta de afecto por parte de sus madres. Estos resultados son también consistentes con la relevancia del autoconcepto en la adolescencia (Rodríguez-Fernández, Ramos-Díaz, Ros, Fernández-Zabala, & Revuelta, 2016).
Por último, las razones de defensa implicarían que el adolescente agrede a su progenitor con el fin de defenderse a sí mismo o a otra persona de una agresión de dicho progenitor. Este contexto para la VFP enlaza con el papel atribuido a la exposición a la violencia familiar en la génesis de esta (Boxer et al., 2009; Contreras & Cano, 2015; Calvete, Gámez-Guadix, & Orue, 2014). Así, en algunos casos, la VFP puede ser la consecuencia de una victimización previa en el contexto familiar (Ibabe & Jaureguizar, 2011), bien de forma directa o indirecta, cuando el adolescente es testigo de la violencia ejercida contra su madre u otros miembros de la familia (Calvete, Orue, Gamez-Guadix, & Bushman, 2015).
En la muestra de este estudio, la razón más frecuente fue la ira o enojo, seguida de algunas razones instrumentales como obtener permiso para algo o la hora de llegar a casa. La identificación de las razones para la VFP es importante para perfilar mejor las intervenciones. Las razones instrumentales sugieren la necesidad de establecer límites a los hijos a través de pautas de disciplina parental adecuadas. Las razones afectivas implican el trabajo en regulación emocional y el desarrollo de una comunicación afectiva positiva dentro de la familia. Por último, las razones de defensa implicarían intervenciones en la problemática de violencia familiar en la que se encuentra inmersa la familia. Por tanto, esta faceta del Cuestionario de Violencia Fi-lio-Parental de evaluación de las razones tiene gran utilidad para las intervenciones.
En este estudio se examinaron diferencias según el sexo de los adolescentes. En consistencia con los resultados obtenidos en España (Calvete & Orue, 2016; Ibabe, 2015), las chicas mostraron mayor prevalencia de agresiones psicológicas contra la madre. Esto es consistente con las mayores puntuaciones en agresiones psicológicas en las chicas en general, las cuales son también visibles en otros tipos de violencia como la que tiene lugar en las relaciones de noviazgo (Haynie et al., 2013). Aunque las tasas de prevalencia obtenidas sugirieron que, en general, las agresiones de las chicas eran más frecuentemente dirigidas contra las madres mientras que las de los chicos lo eran contra los padres, no hubo diferencias estadísticamente significativas en los porcentajes obtenidos.
Asimismo, hubo diferencias en cuanto a las razones informadas. Por ejemplo, las chicas agredieron más por la hora de llegar a casa. Esto probablemente se deba a que, en general, las familias suelen percibir que llegar tarde a casa expone a más riesgos a las chicas que a los chicos, por lo que tienden a poner más límites a estas en cuanto a la hora de llegada. El hecho de que las discusiones por el dinero sean mayores en lo chicos que en las chicas podría deberse a que el consumo de sustancias tiende a ser mayor en chicos que en chicas (Greenfield, Back, Lawson, & Brady, 2010), lo que implicaría una mayor demanda de dinero por parte de estos.
Este estudio tiene limitaciones, algunas de las cuales deben ser consideradas a la hora de diseñar futuras investigaciones en México. En primer lugar, los datos obtenidos se basan exclusivamente en informes de los adolescentes. Sería conveniente completar esta información con los informes de sus progenitores. En segundo lugar, los datos están obtenidos en muestra comunitaria y sería interesante estudiar la prevalencia del problema en muestras clínicas y de jóvenes infractores en México. Por último, sería necesario que estudios futuros analicen el rol de algunas de las variables familiares, tales como la exposición a la violencia familiar (Boxer et al., 2009; Ibabe & Jaureguizar, 2011) o estilos parentales (Gámez-Guadix & Orue, 2014; Contreras & Cano, 2014a, 2014b), y variables individuales, tales como la impulsividad (Ibabe & Jaureguizar, 2011; Romero et al., 2005), consumo de drogas (Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2015), síntomas depresivos (Calvete, Orue, & Gamez-Guadix, 2013; Ibabe et al., 2014), que se han encontrado vinculadas a la VFP en otros países.
A pesar de las limitaciones, el estudio hace una contribución al campo de la violencia en la adolescencia al ser el primero en explorar la magnitud y características de la VFP en México. Los resultados permiten concluir que el problema de la VFP es importante en adolescentes mexicanos y que, por tanto, deberían iniciarse programas preventivos a nivel escolar y comunitario