El estudio de conductas discriminatorias y violentas en jóvenes destaca la adolescencia como un periodo clave para el inicio y el mantenimiento de estos comportamientos (Galán et al., 2019). En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2013) advierte que la violencia en las relaciones de pareja constituye un problema de salud pública en los menores de edad (Tomaszewska & Schuster, 2021). En España, el Pacto de Estado para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer (Ministerio de Sanidad, 2019) recoge medidas relativas a la mejora del conocimiento sobre el inicio, la incidencia, las causas y las consecuencias de la violencia en el noviazgo de adolescentes, como complemento indispensable para contribuir a la lucha contra todos los tipos de violencia que puedan producirse en sus relaciones afectivas. Fruto de estos avances sociales y políticos, la prevención primaria de las actitudes sexistas en la adolescencia es en la actualidad una prioridad.
El sexismo, entendido como actitud, implica una respuesta cognitiva, afectiva y conductual ante una persona en dependencia de su sexo biológico. Estas actitudes, según la teoría del sexismo ambivalente de Glick y Fiske (2018), tienen un componente hostil y otro benevolente. El sexismo hostil conlleva una actitud con carga afectiva negativa sustentada en la hostilidad heterosexual en la que las mujeres son consideradas diferentes y, generalmente, inferiores. El sexismo benevolente sostiene una idealización de los roles de género tradicionales, según los cuales las mujeres serían “naturalmente” más emocionales, cariñosas y amables, mientras que los hombres serían “naturalmente” más racionales y duros, mental y físicamente. De este modo, el sexismo benevolente estaría conformado por actitudes discriminatorias hacia las mujeres, a pesar de que su tono afectivo positivo, reflejado en comportamientos paternalistas y protectores, enmascare su verdadero sentido sexista (Hellmer et al., 2018).
La evidencia empírica destaca que las actitudes sexistas son un factor de riesgo dinámico que explica un elemento fundamental de la violencia en el noviazgo adolescente: el control o dominio de un miembro de la pareja sobre el otro (Agadullina et al., 2022; Ramiro-Sánchez et al., 2018; Rubio-Garay et al., 2015). De Lemus et al. (2008) indican que en la adolescencia el sexismo benevolente podría jugar un papel instrumental para acercase a la pareja, ya que esta puede interpretar las conductas protectoras y/o paternalistas como indicadores de romanticismo y cercanía. De la misma manera que el sexismo benevolente aumenta durante la adolescencia, el hostil no desaparece, sino que coexiste con él para dar respuesta a funciones psicológicas y sociales, cuando no se dispone de recursos positivos para ello (Díaz-Agudo & Martínez-Arias, 2001). No obstante, la magnitud de los efectos que el sexismo tradicional y benévolo pueden tener sobre las variables relacionadas con la violencia de pareja en la adolescencia es inconsistente (Ramiro-Sánchez et al., 2018). Diversos estudios muestran que tanto el sexismo hostil como el benevolente están relacionados con una mayor justificación de la violencia doméstica (Garaigordobil & Aliri, 2013; Shen et al., 2012), una mayor aceptación del uso de la violencia física contra las mujeres por parte de los hombres en las relaciones (Lee et al., 2016; Pozo et al., 2010), y mayor violencia cometida (Fernández-Fuertes et al., 2018; Pazos et al., 2014; Reyes et al., 2016) y sufrida en las parejas (Anacona et al., 2017); mientras que el sexismo hostil predice un mayor uso de estrategias violentas de resolución de conflictos dentro de la pareja (Pradas & Perles, 2012) y la perpetración de ciberagresión hacia las mujeres por parte de los hombres (Rodríguez-Domínguez et al., 2017). La literatura también ha mostrado resultados poco claros considerando las diferencias sexuales en cuanto al sexismo: algunos estudios informaron que existía más sexismo hostil y benevolente en chicos que en chicas (Rodríguez-Castro et al., 2013; Travaglia et al., 2009); mientras otros no encontraron diferencias de sexo con relación al sexismo benevolente (Fernández et al., 2006).
Algunas revisiones teóricas y estudios longitudinales que consideraron las actitudes sexistas como factor de riesgo para la violencia recibida y ejercida en el noviazgo adolescente (Rubio-Garay et al., 2015) destacan la necesidad de analizar la interacción de diversos factores de riesgo que han sido claramente asociados a este tipo de violencia (Akrami et al., 2011). En nuestro imaginario colectivo prevalecen estereotipos de masculinidad y feminidad preservados por ciertas distorsiones cognitivas que determinan o prescriben de forma sesgada cómo los hombres y las mujeres “son” y “deben ser”. Por ello, un elemento fundamental en los programas de intervención de este tipo de violencia son las distorsiones cognitivas (Ferrer-Pérez et al., 2017). Dentro de este conjunto de distorsiones cognitivas, la desconexión moral es una de las aproximaciones más estudiadas, dada su relación con la violencia interpersonal (Rubio-Garay et al., 2017). La teoría social/cognitiva de Bandura (1996) indica que desconectarse moralmente es un proceso cognitivo a través del cual las personas justifican su comportamiento o distorsionan las consecuencias que este puede tener en otras personas. De esta forma, un individuo puede exhibir una conducta reprensible (v. g., controlar en redes sociales si la pareja está en línea) porque lo ha autojustificado moralmente, a pesar de conocer que ese mismo comportamiento conduce a efectos perjudiciales para su pareja.
En este proceso de separación o desconexión moral se encuentran implicados ocho mecanismos cognitivos interrelacionados que pueden diferenciarse, a su vez, en cuatro grupos según su funcionalidad. Así, el primer grupo tiene la finalidad de que el comportamiento no ético parezca menos dañino (v. g. no trato de controlarte, me preocupo por ti). El segundo grupo de mecanismos tendría el propósito de ocultar la agencia moral del actor (v.g. con todo el daño que le han hecho, lo que necesita es tiempo y cuidados). En tercer lugar, la desconexión moral reduciría el malestar generado minimizando la gravedad de las consecuencias ocasionadas (v.g. solo le he empujado); y en cuarto y último lugar, mecanismos que trasladan la responsabilidad a las víctimas, consideradas como merecedoras del daño (v. g. no es una buena pareja). Bandura et al. (1996) señalaron que los mecanismos de desconexión moral están incorporados en los mitos de violación y las actitudes sexistas que sirven para culpar a la víctima y exonerar al agresor (Page & Pina, 2015). Más concretamente, el sexismo benevolente se ha asociado a aquellos mecanismos encargados de que el comportamiento poco ético parezca menos dañino (i. e., justificación moral) y aquellos que trasladan la responsabilidad sobre la víctima (i. e., atribución de culpa a la víctima); mientras que el sexismo hostil, además, se ha vinculado con aquellos que distorsionan las consecuencias de determinados comportamientos violentos (Navas et al., 2021b).
De este modo, la racionalización y justificación de las actitudes sexistas a través de estos mecanismos facilitaría la adopción de determinados comportamientos que, lejos de percibirse como violentos, se mostrarían al servicio del éxito y la satisfacción interpersonal. Así mismo, algunos estudios han mostrado diferencias entre hombres y mujeres en el uso de la desconexión moral, indicando que existe una mayor tendencia en los hombres a emplear este tipo de mecanismos (Férriz et al., 2019).
La propensión a esta desconexión moral se ha vinculado con una red nomológica que engloba algunas diferencias individuales predictivas de comportamientos violentos y antisociales varios, denominada “triada oscura de la personalidad” (Navas, Férriz et al., 2020a). Este constructo comprende una constelación de tres rasgos de personalidad distintos, pero al tiempo parcialmente superpuestos; a saber: maquiavelismo (caracterizado por la manipulación, la explotación de los demás y una indiferencia cínica de moralidad), psicopatía (insensibilidad, falta de afecto personal y falta de remordimiento) y narcisismo (sentimiento de grandiosidad, y necesidad de admiración). De este modo, la triada oscura de la personalidad podría definirse como un perfil de personalidad caracterizado por el egocentrismo, la manipulación y la frialdad emocional, especialmente centrado en la dominación, el control y el poder (Paulhus & Williams, 2002). La literatura también ha evidenciado que este perfil de personalidad, socialmente aversivo en el rango subclínico, hace que algunas personas sean más susceptibles al sesgo facilitador de la violencia, la amenaza y la agresión interpersonal (Anderson & Cheers, 2018). Concretamente, altos niveles de estos perfiles en muestras comunitarias de adolescentes se relacionan con conductas violentas (Maneiro et al., 2019), con altos niveles de prejuicio (Jones & Neria, 2015), y la tendencia a controlar y dominar a otros (Berger & Caravita, 2016). Además, con respecto a las diferencias de sexo, Muris et al. (2017) realizaron un metaanálisis en el que encontraron puntuaciones sistemáticamente más elevadas en la triada oscura de la personalidad en hombres. Probablemente, el refuerzo social de los comportamientos típicos asociados a la triada oscura de la personalidad privilegia a los hombres porque tales comportamientos son consistentes con las concepciones tradicionales del rol de género masculino. Por tanto, desde esta perspectiva funcional/adaptativa, las variables de personalidad más oscuras pueden resultar relevantes para comprender algunos modos esenciales en la génesis y el mantenimiento del sexismo (Gluck et al., 2020).
A pesar de que pocos estudios han investigado la relación de las actitudes sexistas y la desconexión moral con la triada de personalidad oscura en adolescentes, es razonable suponer que tales características de personalidad tienen una influencia significativa como predictores distales de actitudes y comportamientos. Investigaciones anteriores indican que altos niveles de sexismo ambivalente están fuertemente relacionados con los rasgos de la triada oscura (Gluck et al., 2020; Navas, Maneiro et al., 2020), y que, a su vez, estos rasgos se han asociado con la propensión a desconectarse moralmente (Navas, Férriz et al., 2020, Navas et al., 2021a).
Aumentar el conocimiento sobre los aspectos cognitivos que pueden subyacer y mantener la asociación de estas características de personalidad con las actitudes sexistas en los/as adolescentes puede tener importantes implicaciones para prevenirlas. Se supone que estos mecanismos cognitivos presentarán una mayor ductilidad para afrontar eventuales cambios dentro de los programas de prevención, en comparación con aquellos rasgos temperamentales incluidos en la triada oscura de la personalidad (i. e. psicopatía). La identificación de este perfil permitirá a los/as psicólogos/as mejorar las estrategias de prevención y, en su caso, adaptar su tratamiento. Asimismo, es valioso probar estas relaciones en una muestra de adolescentes. La mayoría de las investigaciones que han estudiado la triada oscura de la personalidad con relación a las actitudes sexistas han utilizado muestras clínicas y subclínicas de adultos. Sólo el 10,8% de las investigaciones publicadas sobre la triada oscura de la personalidad han utilizado muestras de adolescentes para sus estudios (Miller et al., 2019). Sin embargo, los patrones sexistas de interacción que facilitan la tolerancia hacia el comportamiento violento comienzan a una edad temprana, cuando empiezan a surgir las primeras relaciones en la adolescencia (Navas, Maneiro et al., 2020).
Para contribuir a elaborar un perfil psicológico de la tendencia a aceptar y justificar actitudes sexistas, este trabajo se centró en investigar la prevalencia de estos tres factores de riesgo en adolescentes españoles y analizar las relaciones que se producen entre ellos. Por este motivo, el primer objetivo de este estudio fue establecer la prevalencia con la que se presentan las actitudes sexistas, la triada oscura de la personalidad y los mecanismos de desconexión moral en los/as jóvenes; esto en espera de encontrar que toda la muestra tenga mayores puntuaciones en sexismo benevolente que en sexismo hostil (Carrera-Fernández et al., 2013). El segundo objetivo fue probar las relaciones de la triada oscura de la personalidad con la desconexión moral y el sexismo, y de este último con la desconexión moral; esto en espera de encontrar que las relaciones sean directas y significativas en toda la muestra, como condición previa para plantear un modelo mediacional que nos permitiera probar la importancia de los aspectos cognitivos en las relaciones que pudieran existir entre la triada oscura de la personalidad y el sexismo (Gluck et al., 2020; Kraemer et al., 2008; Navas, Férriz et al., 2020; Navas, Maneiro et al., 2020). El tercer objetivo fue realizar un modelo de mediación con el que probar la existencia de efectos de la triada oscura en las actitudes sexistas operados a través de la desconexión moral en los/as adolescentes; esto en espera de encontrar efectos directos de la triada oscura de la personalidad en las actitudes sexistas y también indirectos a través de la desconexión moral (Navas et al., 2021b). El cuarto objetivo consistió en observar diferencias de sexo en las prevalencias de las variables estudiadas, en las correlaciones realizadas, así como en el efecto indirecto de la triada oscura sobre el sexismo ambivalente a través de la desconexión moral (Aluja et al., 2022); esto en espera de encontrar mayores puntuaciones entre los chicos.
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 803 adolescentes procedentes de cinco centros de educación secundaria de Galicia, Castilla-La Mancha y Madrid (España), de los cuales el 50.3% eran chicos (n = 404) con edades comprendidas entre los 13 y los 18 años (M = 15.36; DT = 0.96); y el 49.7% chicas (n = 399) con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años (M = 15.30; DT = 1.03). De los 804 adolescentes que inicialmente componían la muestra, el único sujeto con datos ausentes en todas las variables de estudio fue eliminado, y el 2% de los valores ausentes en toda la muestra fue sustituido por la media de los valores válidos. Se realizó un muestreo por conveniencia para seleccionar las escuelas de secundaria. El 36.1% de la muestra fueron procedentes de Madrid, el 46.1% procedentes de Galicia y el 17.8% de Castilla-La Mancha. El 33.2% estaban matriculados en 3º curso y el 43.7% en 4º curso de Educación Secundaria Obligatoria, mientras que el 17.3% estaban matriculados en 1º curso y el 5.8% en 2º curso de bachillerato. Las características culturales y sociales en la muestra fueron similares, ya que la mayoría de los jóvenes procedían de entornos socioeconómicos medios y medios-bajos.
Instrumentos
Los instrumentos se enlistan y describen a continuación.
Triada oscura de la personalidad.
La versión de la escala Dirty Dozen (DD); (Jonason & Webster, 2010) traducida y validada al castellano por Maneiro et al. (2019), se utilizó para evaluar la triada oscura de la personalidad. Este inventario mide cada uno de los componentes de la triada oscura de la personalidad con solo cuatro elementos, lo que da un total de 12 elementos utilizando una escala de respuesta tipo Likert de cinco puntos que va desde 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). La escala proporciona una puntuación general para la triada oscura de la personalidad, así como una puntuación para cada componente de la triada: maquiavelismo (p. ej., “Tiendo a manipular a los demás para conseguir lo que quiero”, α = .74), psicopatía (p. ej., “Tiendo a carecer de remordimientos”; α = .67) y narcisismo (p. ej., “tiendo a querer que otros me admiren”; α = .60). Este instrumento mostró una consistencia interna aceptable, con un alfa de Cronbach para la puntuación global de .77.
Sexismo ambivalente.
La versión española del Inventario de Sexismo Ambivalente (De Lemus et al., 2008) se utilizó para evaluar el sexismo ambivalente en población adolescente. Esta escala se compone de 20 elementos que proporcionan tres medidas diferenciadas: sexismo hostil (diez elementos; p. ej., “Los hombres deben controlar con quien se relacionan sus novias”), sexismo benevolente (diez elementos; p. ej., “Las mujeres deben ser amadas y protegidas por los hombres”) y sexismo ambivalente (20 elementos; puntuación global compuesta por las puntuaciones de sexismo hostil y benevolente ) a través de una escala de respuesta tipo Likert de cinco puntos que va desde 0 (muy en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). Este instrumento mostró una consistencia interna aceptable, con el alfa de Cronbach para el sexismo ambivalente de .87, y para el sexismo hostil y el sexismo benevolente de .86 y .76, respectivamente.
Desconexión Moral.
La escala de Mecanismos de Desconexión Moral (MMDS, Bandura et al., 1996), traducida y validada al español por Rubio-Garay et al. (2017), se utilizó para evaluar la desconexión moral. Esta escala se compone de 32 elementos que permiten obtener una puntuación general de desconexión moral y ocho puntuaciones parciales, mediante el uso de cuatro elementos para cada uno de los ocho mecanismos de desconexión moral, utilizando una escala tipo Likert con cinco alternativas de respuesta que va de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). En cuanto a sus propiedades psicométricas, la fiabilidad general del instrumento estimada utilizando el coeficiente de alfa de Cronbach fue de .86.
Procedimiento
El presente estudio se ajustó a los estándares éticos que el centro adscrito demandó para emprender estudios con participantes humanos. En primer lugar, siguiendo la Declaración de Helsinki de 1964, se obtuvo el consentimiento del equipo de administración del centro para realizar el trabajo de investigación, así como el consentimiento informado por escrito de todos los participantes y la autorización de los padres y tutores. Posteriormente, los participantes completaron el cuestionario en sesiones grupales como parte del curso en presencia de un miembro del equipo de investigación que brindó apoyo si era necesario. La realización de esta actividad no tuvo ningún tipo de compensación. Así mismo, siguiendo las recomendaciones de la Asociación Americana de Psicología, los/as adolescentes fueron informados de la naturaleza confidencial, voluntaria y anónima del estudio, así como del uso exclusivo de los datos para fines de investigación.
Análisis de datos
El análisis de datos se realizó con el paquete estadístico IBM SPSS 23 y la macro Process v3.3 (Hayes, 2009). En primer lugar, se realizaron varios Anova para analizar las diferencias en la prevalencia de todas las variables de estudio en función del sexo. Estas diferencias fueron evaluadas con una eta cuadrado parcial (ηp2), cuya puntuación en torno a .01 indica que existe poco efecto, en torno a .06 indica un efecto medio y superior a .14 indica un efecto grande (Richardson, 2011). También se realizaron varios Anova con el fin de comparar las puntuaciones de la muestra en la triada oscura de la personalidad y en la desconexión moral con aquellos sujetos que puntuaron por encima del tercer cuartil en actitudes sexistas (altas puntuaciones). Este análisis se realizó con el propósito de conocer si mayores puntuaciones de actitudes sexistas también van acompañadas de puntuaciones significativamente más altas de la triada oscura de la personalidad y la desconexión moral, en aras de detectar un perfil psicológico de mayor riesgo para el comportamiento interpersonal adolescente. A continuación, se realizaron correlaciones bivariadas de Pearson para probar la existencia de relaciones entre las variables de la triada oscura de la personalidad, el sexismo ambivalente y la desconexión moral, con la finalidad de determinar si las variables podían ser incluidas en un análisis de mediación y un análisis de mediación moderada. Una vez corroborada la relación de la posible variable mediadora con la variable independiente, se contrastaron diferentes modelos mediacionales a partir de la técnica de bootstrapping disponible en la macro PROCESS v3.3 (Hayes, 2009). Esta herramienta permitió, aplicando el modelo 4 (mediación), calcular los efectos indirectos que la variable independiente (triada oscura de la personalidad) podría tener sobre la variable dependiente (sexismo hostil y benevolente) a través de una variable mediadora (desconexión moral); y aplicando el modelo 7 (mediación moderada) permitió calcular los efectos indirectos condicionales, es decir, el efecto de la triada oscura de la personalidad sobre las actitudes sexistas a través de la desconexión moral teniendo en cuenta los niveles de la variable moderadora sexo (i. e., chicos-chicas).
Resultados
Los resultados del análisis de distribución de frecuencias en sexismo hostil mostraron que el 23.3% de los sujetos habían puntuado por encima del tercer cuartil y en sexismo benevolente el 24.4%. Se compararon los sujetos que puntuaron en sexismo hostil por encima del tercer cuartil con la muestra restante y se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las puntuaciones que estos indicaron en la triada oscura de la personalidad F(2, 803) = 31.61, p = .00; y en la desconexión moral F(2, 803) = 44.32, p = .00. Del mismo modo, los sujetos que puntuaron por encima del tercer cuartil en sexismo benevolente mostraron significativamente mayores puntuaciones en la triada oscura de la personalidad F(2, 803) = 5.11, p = .001; y en la desconexión moral F(2, 803) = 7.10, p = .001.
La tabla 1 muestra los estadísticos descriptivos incluyendo medias y desviaciones típicas, así como los resultados de los análisis Anova con respecto a cada una de las variables, indicando el tamaño del efecto para las diferencias encontradas entre los sexos.
Los resultados mostraron mayores puntuaciones de sexismo benevolente que de sexismo hostil en la muestra de estudio. Teniendo en consideración las diferencias de sexo, los chicos presentaron mayores puntuaciones de sexismo (hostil y benevolente), de desconexión moral y de la triada oscura de la personalidad con relación a las chicas. Estas diferencias tuvieron un tamaño del efecto moderado para la triada oscura de la personalidad y la desconexión moral, y un tamaño del efecto grande para las actitudes sexistas (hostiles y benevolentes).
La tabla 2 muestra correlaciones directas y significativas entre las principales variables de estudio, cumpliendo el supuesto para realizar el modelo de mediación y mediación moderada. Los resultados de la variable edad no mostraron relaciones significativas con el resto de las variables de estudio. Considerando las diferencias de sexo, las chicas mostraron coeficientes de correlación más elevados en la mayoría de las relaciones, a excepción de la relación del sexismo hostil con el sexismo benevolente, en el cual los chicos obtuvieron un coeficiente más elevado. No obstante, tras realizar la transformación de los coeficientes a Z de Fisher no se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre chicos y chicas en las relaciones estudiadas.
Nota. Los coeficientes en paréntesis corresponden a los chicos y los coeficientes sin paréntesis corresponden a las chicas. ** p < .01.
Las tablas 3 y 4 muestran los resultados obtenidos para los efectos directos e indirectos del análisis mediacional en el sexismo hostil y benevolente de los/as adolescentes. Los resultados del modelo apoyaron la hipótesis de que existen efectos de la triada oscura en las actitudes sexistas operados a través de la desconexión moral, con un coeficiente estandarizado del efecto indirecto de β = .17, SE = .02, IC 95% (.13, .21) para sexismo hostil y un coeficiente estandarizado del efecto indirecto de β = .14, SE = .02, IC 95% (.09, .18) para sexismo benevolente; donde la edad de los/ as adolescentes tiene influencia.
Nota. Efecto indirecto de X sobre Y a través de M = ai*bi. Efecto directo de X sobre Y = c´. Efecto total (c) de X sobre Y a través de M = c´+ ai*bi. *** p < .001.
Nota. Efecto indirecto de X sobre Y a través de M = ai*bi. Efecto directo de X sobre Y = c´. Efecto total (c) de X sobre Y a través de M = c´+ ai*bi. *** p < .001.
De este modo, los resultados del análisis mediacional indicaron, a través del efecto indirecto de la desconexión moral, que la triada oscura consigue explicar un 31.42% de la varianza del sexismo hostil de los/as adolescentes, mientras que sin este efecto indirecto la triada oscura de la personalidad explicaba el 20.79% de esta varianza. Del mismo modo, los análisis mostraron que la triada oscura de la personalidad explicaba el 21.79% de la varianza del sexismo benevolente a través del efecto indirecto de la desconexión moral, mientras que sin este efecto indirecto la triada oscura de la personalidad explicaba el 19.11% de la varianza del sexismo benevolente. Por tanto, considerar los efectos de la desconexión moral aumentaría la bondad de ajuste del modelo para la explicación de las actitudes sexistas.
El análisis mediacional moderado indicó que el sexo de los participantes no tenía un efecto condicional en el efecto indirecto de la triada oscura sobre el sexismo hostil (β efecto indirecto = .03, SE = .03, IC 95% (-.04, .09)) y el sexismo benevolente (β efecto indirecto = .03, SE = .03, IC 95% (-.03, .08)), a través de la desconexión moral, al estar comprendido el valor 0 en el intervalo de confianza del índice de mediación moderada; por lo que los resultados no demostraron un efecto de interacción estadísticamente significativo considerando el sexo de los participantes.
Discusión
La formación en materia de igualdad desempeña un papel crucial para la reducción de la brecha existente entre la igualdad legal y la igualdad real en las relaciones afectivo-sexuales de los/as adolescentes. Sin embargo, para que estas actividades formativas sean más efectivas es necesario conocer la prevalencia y coocurrencia de algunas diferencias individuales que hacen que unas personas sean más propensas a las actitudes sexistas que otras. Así, el sexismo puede ser integrado en un marco personológico más amplio y, en consecuencia, más esclarecedor.
Los/as adolescentes han mostrado puntuaciones más altas en sexismo benevolente que en sexismo hostil. Este tipo de sexismo caracterizado por una carga afectiva positiva se ha asociado con mitos del amor romántico donde, por ejemplo, los celos son considerados un signo de amor y cuidado (Rodríguez-Castro et al., 2013). Estas actitudes pueden llevar a los/as adolescentes a pasar por alto comportamientos violentos en sus primeras relaciones románticas (v. g., controlar los horarios de la pareja o exigir una explicación constante), de modo que la naturalización de dichos comportamientos reduce la percepción de estos como violentos y aumenta la probabilidad de que se normalicen y se realicen dentro de las relaciones de pareja (Sánchez-Jiménez & Muñoz; 2021). En consecuencia, estos hallazgos advierten de la necesidad de una intervención preventiva centrada en la detección y el análisis de micromachismos, conductas paternalistas y protectoras enmascaradas con esta afectividad positiva.
Aquellos participantes que han obtenido mayores puntuaciones en actitudes sexistas (hostiles y benevolentes) presentaron mayores puntuaciones en la triada oscura de la personalidad y en la desconexión moral. Estos resultados confirman los encontrados en investigaciones anteriores, donde los/as adolescentes con altas puntuaciones en actitudes sexistas mostraron simultáneamente altas puntuaciones en la triada oscura de la personalidad (Gluck et al., 2020), vinculándose a su vez este perfil de personalidad con niveles elevados de desconexión moral (Navas, Férriz et al., 2020; Navas, Maneiro et al., 2020). Del mismo modo, los resultados del análisis correlacional han indicado relaciones directas y significativas entre estos tres constructos. Estos hallazgos han permitido cumplir el criterio metodológico propuesto en el enfoque de MacArthur para probar los efectos directos e indirectos de la triada oscura de la personalidad y la desconexión moral sobre las actitudes sexistas (Kraemer et al., 2008); apoyando el supuesto de que los rasgos de personalidad y las distorsiones cognitivas no influyen de manera independiente en las actitudes sexistas, sino que actúan de manera conjunta e interrelacionada (Navas et al., 2021a).
Los resultados han mostrado que existe un efecto directo, esto es, un porcentaje de variabilidad de las actitudes sexistas que es explicado únicamente por los rasgos de personalidad que presentan los/as adolescentes. Estos hallazgos pueden explicarse desde un paradigma evolutivo-adaptativo de la triada oscura de la personalidad (Furnham et al., 2013), teniendo en cuenta la influencia que la variable edad ha tenido en el modelo. Como las actitudes sexistas, la triada oscura de la personalidad es una condición cambiante, un producto psicosocial que refuerza y facilita conductas seductoras y estilos de manipulación interpersonal según los/las adolescentes van creciendo (Atari et al., 2017; Jonason et al., 2009). De este modo, las actitudes sexistas reformulan y legitiman los comportamientos socialmente aversivos de la triada oscura de la personalidad, que en un contexto relacional-afectivo son asociados al éxito y a la satisfacción interpersonal (Gluck et al., 2020; Jones & Neria, 2015). Las altas asociaciones entre la triada oscura de la personalidad y el sexismo justifican y validan esta propuesta (Navas, Maneiro et al., 2020). Por tanto, desde una perspectiva funcional y adaptativa (evolutiva) se podría entender la triada oscura de la personalidad como una serie de acciones elegidas por los individuos en lugar de rasgos de personalidad que limitan el cambio. Esto puede ayudar a prevenir algunos modos esenciales en la génesis y mantenimiento del sexismo, pues a través de la reducción de tales comportamientos en el contexto de pareja se puede avanzar hacia una sociedad más igualitaria y menos sexista.
Del mismo modo, los resultados han mostrado que existen efectos indirectos de la triada oscura sobre las actitudes sexistas operados a través de la desconexión moral. Estos resultados mostraron que la configuración de personalidad de la triada oscura podría actuar como predictor distal del sexismo, al implicar una propensión a utilizar la desconexión moral, no de forma oportunista, sino como un conjunto de mecanismos cognitivos estables al servicio de creencias sexistas (Navas et al., 2021b). Así, los/as adolescentes que usan con mayor frecuencia y/o intensidad la desconexión moral tienen una mayor probabilidad de verse envueltos en formas sesgadas de percibir cómo los hombres y las mujeres “son” y “deben” comportarse. Algunos de los mecanismos de desconexión moral que más se han asociado con el sexismo ambivalente son la justificación moral (v. g., “he llamado a tus amigas porque quería saber si estás bien”) o la atribución de culpa a la víctima (v. g., “no quiero que pienses que no me importas”) (Navas et al., 2021b). De manera que, aquellos adolescentes que exhiben altos niveles de actitudes de género, especialmente hostiles, tienden a usar la desconexión para justificar comportamientos de dominio y/o control, y minimizar la gravedad que estos podrían tener en el contexto de relaciones románticas (Sánchez-Jiménez & Muñoz, 2021). De este modo, el porcentaje de la variabilidad en las actitudes sexistas (hostiles y benevolentes) de los/as adolescentes, explicado por los rasgos de personalidad, aumenta cuando la desconexión moral ejerce un efecto indirecto en la relación. En consecuencia, para implementar modelos positivos de relaciones interpersonales en la adolescencia conviene trabajar durante la niñez y la adolescencia sobre el conjunto de cogniciones distorsionadas que racionalizan, justifican y mantienen las actitudes sexistas, así como las conductas prototípicas de la triada oscura de la personalidad que podrían emerger en la adolescencia.
Considerando las diferencias de sexo en todas las hipótesis probadas, los chicos muestran puntuaciones más altas en sexismo hostil y benevolente que las chicas. De manera similar, los rasgos de la triada oscura de la personalidad y de la desconexión moral han mostrado claras diferencias de sexo, replicando hallazgos previos por las que los chicos eran más propensos que las chicas a desconectarse moralmente y a los rasgos de personalidad antisocial (Navas, Férriz et al., 2020a). No obstante, el efecto de la triada oscura en las actitudes sexistas operado a través de la desconexión moral no ha sido significativamente diferente entre los sexos, lo cual indica que las variables psicológico-individuales y psicológico-sociales están en continua interacción y sometidas a procesos de feedback de ajuste mutuo y progresivo (Akrami et al., 2011) de forma semejante para ambos sexos.
En conclusión, esta investigación contribuye a desarrollar un perfil psicológico de aquellos inclinados a aceptar y a justificar actitudes sexistas en edades tempranas y en muestras comunitarias. La mayoría de las investigaciones anteriores han examinado, casi en exclusiva, el sexismo ambivalente desde la perspectiva de los procesos psicosociales y culturales. Nuestro trabajo considera las recomendaciones de Akrami et al. (2011) acerca de la influencia combinada y relevante de estructuras básicas de personalidad y factores psicosociales para explicar las actitudes sexistas. Incorporar el trabajo de modificación de los distintos mecanismos de desconexión moral en programas que fomentan la salud y el bienestar, como, por ejemplo, el programa Construyendo Salud en España (Gómez-Fraguela et al., 2003), podría ayudar a reducir las actitudes sexistas entre los/as adolescentes. Estos mecanismos cognitivos presentarán una mayor ductilidad para afrontar eventuales cambios dentro de las estrategias de prevención de las actitudes sexistas, al menos en comparación con aquellos rasgos temperamentales incluidos en la triada oscura (i.e. psicopatía). Detectar la presencia de estos mecanismos cognitivos propios de la desconexión moral, especialmente en adolescentes que presenten altos niveles de este perfil de triada oscura de la personalidad, pueden ayudar a conocer hasta qué punto estas distorsiones cognitivas suponen una barrera para la respuesta de los/as adolescentes a los programas de prevención. Por ello, sería necesario considerar en la evaluación inicial de estos programas la implicación de este perfil de personalidad y su asociación con la desconexión moral para maximizar la adaptación de la intervención y su eficacia.
Sin embargo, esta investigación no está exenta de limitaciones. La transversalidad de este estudio no permite aventurar relaciones de causalidad entre las variables. Además, se utilizaron métodos de muestreo no probabilístico para la selección de los participantes, lo que limita la representatividad de la muestra y, en consecuencia, la generalización de los resultados a toda la población. Asimismo, la escasa fiabilidad obtenida para los tres rasgos de la triada oscura de la personalidad ha motivado a la utilización de la puntuación total de esta escala. Futuros estudios longitudinales deberán aclarar las secuencias temporales de determinación de unas variables sobre otras a lo largo del proceso de socialización. Asimismo, investigaciones futuras podrían analizar la relación directamente observada entre la triada oscura de la personalidad y las conductas explícitas de violencia de género.