Este libro, autoría del doctor Andrés Felipe López, se publica en el marco de los 50 años de presencia de la Universidad de San Buenaventura en la ciudad de Medellín. Es un trabajo riguroso indexado en el marco de la Filosofía de la Ciencia y la Teoría del Conocimiento. Hace parte de los proyectos académicos de la Vicerrectoría para la Evangelización de las Culturas, a través de su Centro Interdisciplinario de Estudios Humanísticos (CIDEH).
No es impensable, pero no es común, que hoy en día un investigador vaya a los pensadores del Medioevo para encontrar aportes a la ciencia moderna en torno al problema de la verdad. Aportes, incluso, no imaginados hasta el momento en que se hace público el libro. Pero esto no debería de sorprendernos, pues filósofos, científicos y teólogos medievales encontraron en el conocimiento las fuentes del hombre y de la ciencia.
Estudios sobre pensadores franciscanos hay muchos, varios de ellos ya considerados con el rótulo de «clásicos», por ejemplo, los de: Étienne Gilson, Philotheus Boehner, David Lindberg, Joseph Ratzinger o José Antonio Merino. Estos han entregado un legado rico y fortalecido para las investigaciones, que se siguen tejiendo en las universidades regentadas por los frailes franciscanos en el mundo; también en las que, sin ser franciscanas, investigan con mucha fuerza la Filosofía y Teología medievales. Sin lugar a duda, como lo podrá constatar el lector, la obra del doctor Andrés Felipe López explota la riqueza de esos estudios y amplía la comprensión de las obras de varios de los exponentes franciscanos, desplegando una formulación teórica fuerte y con altas ideas. El texto profundiza en conceptos claves, que pensadores como Buenaventura de Bagnoregio, Juan Duns Escoto, Roger Bacon y Guillermo de Ockham tuvieron como fundamento de sus análisis epistemológicos. Tal profundización permitió al autor de esta obra, ampliar y aclarar el debate en relación con el concepto de verdad. La obra es todavía más grande: quien quiera saber de Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Roberto Grosseteste, Ramon Llull y algunos otros, encontrará en la investigación un material inexcusable. De hecho, si alguien quiere observar cómo se establece un diálogo continuo de los autores mencionados con sistemas contemporáneos, como el de Franz Brentano, la Fenomenología de Edmund Husserl o la obra del maestro Miguel García-Baró, tiene en este contenido todo lo que puede necesitar. Aún hay más, pues la Literatura -específicamente la novela histórica y la poesía- fue un medio para abordar algunos temas propios de la Filosofía. A este diálogo entre Filosofía y Literatura nos tiene acostumbrados el investigador; quien haya estudiado sus cuatro obras de investigación previas, sabe que no exagero, éstas son: 1) Psicología pura de la primera infancia y las experiencias fundantes. Dos meditaciones fenomenológicas y una disertación lírica sobre la educación;
2) Vida humana fenomenològica. Cuatro Estudios sobre Edmund Husserl [4, °o);
3) Personalismo filosófico y Fenomenología de la persona en Karol Wojtyla; y, 4) Junto a cada pobre me encontrarás cantando. Historia y crítica del fenómeno económico y político en Colombia.
El autor es fiel a una exigencia que se propone comenzando el trabajo: distinguir al interior de la escuela franciscana de pensamiento, por un lado, a Buenaventura de Bagnoregio y Juan Duns Escoto en términos de la relación entre Filosofía, Teología y Mística; y, por el otro, presentar a Roger Bacon y Guillermo de Ockham más del lado del racionalismo y el materialismo. El autor establece dos vertientes sin excluirlas, y no se arredra a la hora de confrontarlas. Tampoco se atemoriza cuando las confronta con otras tradiciones, como la tomista. La misma distinción le sirve de punto de partida y enriquece de un modo inédito la reflexión filosófica de la verdad, tenida hasta ahora por clásica en lo que a los autores mencionados se refiere.
Llama mucho la atención la forma en que el autor se cuida de mantener las preguntas teológicas dentro de la teorización filosófica y científica. El trabajo tiene tanta elaboración teórica que se detiene en ahondar particularidades filosóficas, que vienen a determinar el desarrollo mismo de la ciencia, como lo es el problema del método para encontrar la verdad. En este sentido, llega a explicaciones lógicas y matemáticas. Transcribo el resumen elaborado por el autor, puesto en la contracarátula, pues en él se expresa bastante sobre lo que el lector encontrará en las setecientas3 páginas de las que se compone el libro:
En El ruiseñor de Keats y en De las alegorías a las novelas Jorge Luis Borges comenta, de entre tantas de esas expresiones inmortales, una idea del poeta Samuel Taylor Coleridge según la cual, todos los hombres, absolutamente todos, nacemos platónicos o aristotélicos. El linaje de Platón cree que idea, universal, clase, orden y género son realidades; los hijos de Aristóteles ven ahí generalizaciones y al lenguaje como juego simbólico. Estos intuyen individuos, no representaciones. Para el hijo de Platón el lenguaje es la proyección misma del universo. Del lado de Platón: Agustín de Hipona, Descartes, Spinoza, Leibniz, Kant, Francis Bradley; del de Aristóteles, Locke, Hume, William James, Franz Brentano. Incluso hay algunos que se hicieron a los dos padres -creo que esto es lo mejor, pues si estamos forzados a nacer de uno, vivimos obligados a abrazar al otro, así seremos verdaderos; Gottlob Frege, Edmund Husserl y Max Scheler, por ejemplo, lo fueron-. En las arduas escuelas de la Edad Media, dice Borges, por no decir imposibles o espinosas, se invocó el nombre de Aristóteles cuando la razón y el nominalismo ondearon sus banderas, pero los realistas son los platónicos. En Deutsches Requiem el juicio del escritor argentino es más concreto: que solo haya dos linajes es equivalente a la declaración según la cual no hay debate de carácter abstracto que no sea un momento de la polémica de Platón y Aristóteles. El juicio de George Henry Lewes, también citado por Borges, es más temerario, pues para el londinense el único debate medieval que tiene algún valor filosófico es el de realismo y nominalismo. Pero, ¿acaso hubo otro debate?, ¿no es en esa disputa en la que se puede englobar toda Teología y distinción filosófica medieval?, ¿será que en realidad hay otro debate en Filosofía, ciencias o arte? En Guillermo de Ockham se tiene el filósofo que le dio nuevos bríos, no sin antes haber intentado, sin lograrlo, un parricidio; su padre era Aristóteles. Buenaventura de Bagnoregio es descendencia de Platón, a veces quiso ser adoptado por Aristóteles, pero este no lo recibió; Juan Duns Escoto buscó ser fruto de un árbol llamado con los dos nombres; y ¿Roger Bacon?, de este no se sabe aún -como tampoco de Bertrand Russell, por poner otro caso-. A través de los tiempos ha habido otros que parecen más bien un aborto, Martin Heidegger, a veces, parece serlo4.
Lectores, saquen ustedes las conclusiones al respecto y debatamos. Pero, sobre todo, identifique quién es su padre. ¿Cree usted que lo real es el concepto?, ¿cree usted que lo real es el individuo representado en el concepto? Estas preguntas le servirán de pistas para su propia identificación, para saber de quién viene y a quién tendría que ir si está de acuerdo conmigo en que es mejor tenerlos a los dos; también le servirán para juzgar si la clasificación acabada de hacer a los filósofos y teólogos franciscanos es correcta. Juzgue usted con este libro (López 2017b [ver contracarátula]).
La Filosofía siempre se ha preguntado por la esencia de las cosas, ha buscado los primeros principios y ha respondido a los porqués originales. Las páginas de este libro siguen ese mismo camino y se mantienen fieles a las enseñanzas de la tradición franciscana, de acuerdo con lo que tiene que ver con la construcción de la ciencia, la Lógica, la Metafísica y la Teología. A partir de lo anterior le propone a la educación elementos prácticos.
El texto del doctor Andrés Felipe López no constituye un punto de llegada en los proyectos académicos que lidera la Vicerrectoría para la Evangelización de las Culturas, a través del CIDEH, todo lo contrario, abre un camino de posibilidades. Este libro invita a toda la comunidad académica a la lectura rigurosa y pormenorizada. Para los miembros de la academia y espiritualidad franciscanas esta obra es una pieza maestra, ojalá así la encuentren todos, pues lo es. A todos nos exhorta a la investigación. Ella misma es una investigación.
Como miembros de una Universidad Acreditada, donde se resalta el sello de nuestro carisma franciscano y católico, tenemos el reto permanente de responder con pertinencia, y con las más altas reflexiones, a los desafíos históricos de la sociedad en la que hacemos presencia y construimos futuro. Pues la calidad no consiste en parecernos a otras instituciones, sino en expresar en nuestra labor misional, eso que somos. De esta manera, nos identificamos como una familia que se construye todos los días a partir de la pluralidad de conocimientos y desde la unidad basada en el respeto, en coherencia con sus valores institucionales y la riqueza del legado que le ha sido confiado en su tradición franciscana.