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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.41 no.95 Bogotá Jan./June 2014

 

EDITORIAL

LA TRADICIÓN HISTÓRICA DE NUESTRA FACULTAD: LOS NOMBRES INOLVIDABLES DE DOS MAESTROS
El Padre Humberto Jiménez Gómez (1929-2013) y el Padre David Kapkin Ruiz (1940-2012)

The historical Tradition of our Faculty: The Names of Two Unforgivable Masters

A tradição histórica de nossa faculdade: os nomes inesquecíveis de dois mestres

Alberto Ramírez Z.*

* Doctor en Teología de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín (Colombia). Profesor de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB, Medellín, Colombia) y del ITEPAL (Instituto Teológico Pastoral del CELAM). Director del Grupo de Investigación: Teología, Iglesia y Sociedad.
Correo electrónico: albertorazu@hotmail.com


En los dos últimos años hemos tenido que lamentar la muerte de dos de los más sobresalientes profesores que han pasado por nuestra Facultad: los Padres Humberto Jiménez Gómez y David Kapkin Ruiz. El Padre Humberto falleció a comienzos del presente año (2013), el Padre David el año pasado (2012). Los nombres de estos dos sacerdotes del presbiterio de nuestra Arquidiócesis están profundamente ligados con la historia de nuestra Facultad. A ambos los queremos recordar como modelos de vida sacerdotal y pastoral y los proponemos como modelos de dedicación al cultivo de los estudios eclesiásticos, bíblicos y teológicos.

El Padre Humberto había sido ordenado sacerdote en Roma en el año 1953 y el Padre David en 1963 en la Arquidiócesis de la ciudad alemana de Bamberg. Los dos realizaron sus estudios de Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y de especialización en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico, en épocas diferentes. Los dos participaron en el proceso de la creación de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana y en el desarrollo del Instituto de Estudios Bíblicos de la Universidad de Antioquia. A ambos los unió una estrecha amistad, primero la relación de maestro (el Padre Humberto) y discípulo (el Padre David), y luego la relación de fraternidad en el ejercicio del ministerio sacerdotal y en el ministerio teológico. Los dos convivieron largos años en el Seminario de Medellín, como formadores de los aspirantes al sacerdocio, y como compañeros en dos parroquias de la ciudad: la Parroquia de El Divino Maestro y la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en las que el Padre David se desempeñó como párroco.

El propósito de la presente nota no es propiamente hacer un recuento completo, general, de lo que fue la vida de estos dos sacerdotes tan apreciados en nuestra Iglesia, o hacer una biografía histórica y eclesial, sino señalar los méritos intelectuales y académicos de cada uno, con el propósito de mostrar, en la medida de lo posible, la relación que en este aspecto los unió. A quien escribe esta nota lo unió con los dos una estrecha amistad: con el Padre Humberto, también como estudiante y como compañero y colega en la labor de la docencia de la teología y en muchas otras actividades, de significación pastoral, que hicimos a partir de la enseñanza de la teología; con el Padre David, como compañero de formación en el Seminario de Medellín y de estudios en Alemania donde fuimos ordenados como sacerdotes, pero también en la actividad profesoral.

La iniciativa de la creación la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana y del Instituto de Estudios Bíblicos en la Universidad de Antioquia, instituciones en las que desempeñaron durante gran parte de su vida su ministerio teológico el Padre Humberto y el Padre David, la debemos a quien era en los años del Concilio el arzobispo de esta Arquidiócesis, Monseñor Tulio Botero Salazar. Desde su llegada a Medellín en el mismo año en el que fue elegido el Papa Juan XXIII como sucesor del Papa Pío XII (1958), Monseñor Botero había emprendido la tarea de renovación de la Arquidiócesis. Con ese fin pasaron por Medellín eminentes teólogos y pastoralistas del mundo, entre los que tenemos que recordar de manera especial al canónigo francés Fernand Boulard, secretario de la Pastoral de conjunto en las iglesias de Francia, y al sacerdote dominico, también francés, Louis Joseph Lebret, gran especialista en cuestiones de sociología religiosa, con cuya asesoría emprendió el Arzobispo la renovación pastoral de la Arquidiócesis en el sentido de una pastoral de conjunto. Recordemos las visitas del pionero de la renovación de la Iglesia en la época inmediatamente anterior al Concilio, el sacerdote jesuita italiano Ricardo Lombardi, fundador del movimiento Por un mundo mejor. En ese contexto, la introducción de los estudios de teología en la Universidad Pontificia Bolivariana fue una tarea emprendida por el sacerdote redentorista español Antonio Hortelano, profesor de teología moral en España y en el Instituto alfonsiano de Roma. Fruto de su labor fue la creación de la Facultad de Teología de la que fue primer decano el sacerdote de la Arquidiócesis Fabio Moreno Narváez, recientemente fallecido.

Con el propósito de crear un centro de estudios de teología en la Arquidiócesis, el Arzobispo envió, durante varios años consecutivos, un nutrido número de estudiantes para que realizaran estudios en las distintas ramas de la teología en los centros de ciencias eclesiásticas más importantes del mundo, principalmente en instituciones académicas de Europa pero también de otros lugares (Roma, Alemania, Francia, Bélgica, Inglaterra, España, Canadá, Chile). Con algunos de ellos, cuando regresaron sobre todo después del Concilio, el Arzobispo constituyó un equipo de profesores que se convirtió en el grupo de fundadores de las instituciones a las que nos hemos referido: la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Bolivariana y el Instituto de Estudios Bíblicos de la Universidad de Antioquia. El Padre Humberto y el Padre David hicieron parte de este grupo de fundadores.

En una larga vida de dedicación académica, como lo fue la vida del Padre Humberto y la del Padre David, hay muchos frutos para recoger. Y es eso lo que queremos invitar a hacer desde este momento, cuando todavía está fresca su memoria, una tarea sistemática de investigación del pensamiento y de la producción literaria de los dos que servirá indudablemente para enriquecer el patrimonio de nuestra Facultad y que podemos emprender en particular en nuestros grupos de investigación.

Al evocar la memoria del Padre Humberto hay que hacer referencia de manera especial al Instituto de Estudios Bíblicos de la Universidad de Antioquia, la más importante de las universidades estatales de la región. En el inicio de este programa académico estuvo un sacerdote de la Congregación del Verbo Divino, de nacionalidad húngara, el Padre Eugenio Lakatos. Con él, el Padre Humberto realizó una tarea admirable con la que se puso en marcha entre nosotros el movimiento bíblico y que culminó, de alguna manera, con la creación del Instituto de Estudios Bíblicos del que el Padre Humberto fue siempre el gran animador con un grupo de profesores, sus estudiantes, entre los que estaba el Padre David. Esta unidad académica de la Universidad de Antioquia prestó grandes servicios durante más de cuarenta años en nuestro medio, no sólo en el ámbito eclesial, académico y catequético, sino también en lo atinente a la integración interdisciplinaria con otros programas de la Universidad. En este contexto se emprendieron también otros proyectos académicos, en los que estuvo presente con un entusiasmo ejemplar el Padre Humberto. Entre ellos hay que mencionar un proyecto de traducción bíblica con organismos internacionales y otro de elaboración de comentarios bíblicos, fundamentados en el método de la pragmalingüística, en colaboración con el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y con la asesoría del sacerdote jesuita alemán Fritz-Leo Lentzen Deis, quien llegó a pensar en la creación de un Propedéutico de ese Instituto Pontificio.

De manera especial hay que subrayar el aporte de este Programa al desarrollo del ecumenismo en Colombia, un movimiento con el que el Padre Humberto estuvo siempre estrechamente comprometido, de tal manera que su compromiso le mereció ser nombrado miembro de la Comisión Mixta de Trabajo del Consejo Mundial de las Iglesias con sede en Ginebra en representación de la Iglesia católica de América Latina, un organismo que se convirtió, desde la época del Concilio Vaticano II, en el instrumento fundamental de colaboración ecuménica entre el Consejo Mundial de las Iglesias y la Iglesia católica.

En su labor académica y pastoral el Padre Humberto contó con la colaboración de una estudiante, a quien siempre habrá que mencionar cuando se haga memoria de él: la profesora Lucía Victoria Hernández Cardona, a quien él se refiere en algunos de sus escritos cuando alude a sus mejores estudiantes. En colaboración con ella el Padre Humberto realizó muchos de sus trabajos académicos y de sus investigaciones, por ejemplo la investigación tal vez más importante que se haya efectuado entre nosotros sobre el tema de la religiosidad popular. En compañía de ella, el Padre Humberto elaboró la mayor parte de sus publicaciones, entre las que destaca un tratado sobre la teología de los profetas.

Al Padre Humberto se le debe, en gran medida, haber introducido la moderna investigación bíblica por el adiestramiento que había adquirido en estas disciplinas en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma durante los años de su formación. Terminados sus estudios, el Padre Humberto regresó a la Arquidiócesis para incorporarse a la tarea ya comenzada por un eminente biblista y teólogo, también profesor de nuestra Facultad, el Padre Néstor Giraldo Ramírez, fallecido hace algunos años. Pero fue sobre todo él quien se convirtió en el maestro de todos, el maestro que se mantuvo completamente actualizado en estas materias por su participación en foros y congresos, por los períodos sabáticos que tuvo la oportunidad de aprovechar en Alemania y en Roma, en el Pontificio Instituto Bíblico, y por los recursos con los cuales contó en su biblioteca, supremamente rica y actualizada. En todos los lugares donde realizó sus períodos sabáticos, yo tuve la alegría de visitarlo y acompañarlo, en particular en la Universidad de Bonn donde pudimos tener contacto con investigadores bíblicos de renombre, como el profesor Heinrich Schlier.

Su actividad fundamental la desempeñó el Padre Humberto como profesor de Sagrada Escritura. Sin embargo, su vida no la consagró solamente a la actividad académica. Dos aspectos de su actividad merecen ser subrayados. En primer lugar, el Padre Humberto orientó todos sus esfuerzos a hacer posible una intensa pastoral bíblica. En su trabajo se conjugaron admirablemente lo estrictamente académico con lo pastoral, lo que se puede comprobar por el inmenso material de miles de horas de transmisión radial en programas de formación bíblica que mantuvo incansable en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia hasta los últimos días de su vida.

Uno de estos programas radiales, el programa "Encuentros con la Biblia", fue reconocido como uno de los más importantes de dicha Emisora. Los materiales que se conservan en grabaciones de estos programas merecen convertirse en objeto de investigación porque contienen una riqueza que para la mayor parte de la gente es simplemente inimaginable, de los cuales queremos ser guardianes y divulgadores. En segundo lugar, el Padre Humberto supo integrar con su amor por la Biblia una profunda sensibilidad ecuménica. De su compromiso permanente en este campo y de su contacto con todos los grupos no católicos de nuestro ambiente dan un testimonio permanente muchísimas personas que lo apreciaron inmensamente. Él fue también algo así como el alma del colectivo ecuménico de Medellín.

Por su parte, al mismo tiempo que asumió responsabilidades eclesiales tanto en la Arquidiócesis donde fue Rector del Seminario y Vicario Episcopal de Educación, como en la Iglesia de Colombia desde la Conferencia Episcopal, y en la Iglesia de América Latina desde el Celam, el Padre David desempeñó una intensa actividad profesoral en nuestras instituciones teológicas y, finalmente, en la Facultad de Teología de la Fundación Luis Amigó y en la Escuela Bíblica Jeshua que funciona en la ciudad de Medellín, en la que gozaba de un gran aprecio y en la que lo unía una estrecha amistad con su director, el teólogo Oscar Henao.

Excelente profesor, enormemente valorado por sus alumnos, fue un hombre estudioso, políglota, lector de la literatura más sofisticada en el campo de la investigación bíblica, lectura que combinaba además con otros intereses intelectuales, como cuestiones de ciencia y de psicoanálisis. En los días que convivimos con el profesor Ratzinger, durante un curso de actualización teológica para los obispos de Colombia, el futuro Papa Benedicto XVI admiraba el conocimiento que teníamos de todos estos autores alemanes y europeos, que el Padre David citaba. Durante varios años exploró con avidez los escritos de Eugen Drewermann, un gran biblista alemán que refrescó enormemente con sus numerosos escritos la investigación bíblica y despejó con ello un amplio horizonte espiritual y pastoral para la Iglesia. Con una gran sensibilidad, totalmente original, el Padre David lograba integrar sus conocimientos en todas las áreas en las que incursionaba y lograba también utilizar recursos para hacer unas magníficas exposiciones sobre los textos bíblicos y para establecer conexiones entre ellos por medio de sus interesantes análisis lingüísticos que le permitían realizar los conocimientos que tenía de las lenguas bíblicas.

Quien escribe esta nota, compañero de formación del Padre David, especialmente en Alemania, donde fuimos compañeros de estudios y de ordenación, conoce de primera mano lo que él sabía, la literatura que leía y la genialidad creativa con la que podía aproximarse al texto de la Sagrada Escritura. Autor de muchas obras que publicó dentro de un ambicioso plan de comentarios que había emprendido con base en su actividad profesoral y con base también en sus programas radiales, el Padre David no tenía solamente una inteligencia brillante y una gran cultura, sino, además, una capacidad excepcional para comunicar sus conocimientos en la cátedra y en los programas radiales que hemos mencionado, los cuales siguen siendo transmitidos en la Emisora La Voz de Jesucristo de la Escuela Bíblica Jeshua. Como en el caso del Padre Humberto en la Emisora Cultural de la Universidad de Antioquia, se conservan del Padre David miles de horas de grabación de programas que merecen ser conocidos, investigados y publicados.

El Padre Humberto y el Padre David ya se nos han anticipado en el camino que conduce a la meta hacia la cual todos nos encaminamos. El recuerdo que nos dejan es supremamente estimulante para seguir construyendo lo que ellos construyeron y para seguir caminando con la misma fe y la misma esperanza que los animaron a ellos hacia la meta que ya han alcanzado.

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