Introducción
Desde tiempos inmemoriales, la pesca y recolección de mariscos y algas han sido actividades tradicionales de diversos grupos humanos situados alrededor del seno de Reloncaví1 (Durán, 2006; Munita, et ál., 2011; Munita, 2017). A través de distintas estrategias de apropiación de este ecosistema marino, han ido configurando una cultura económica bordemarina2, que contiene algunas prácticas pesqueras tradicionales que perduran y otras que han experimentado cambios, principalmente a partir de la segunda mitad del siglo xx. En la actualidad, estas prácticas se despliegan por todo el litoral del Reloncaví, sobre todo en las más de cuarenta caletas pesqueras3 que existen en sus costas -la mayoría ubicadas en zonas rurales-, posicionando a la pesca artesanal como una actividad relevante para la economía local.
En las últimas décadas, las comunidades pesqueras del seno de Reloncaví han sido partícipes de transformaciones abruptas de sus formas de vida, producto de la mercantilización neoliberal y el acople de la pesca artesanal al modelo extractivista. Además, en la actualidad tienen una tensa relación con la industrialización marítima de la zona, principalmente asociada a la acuicultura4 (Retamal, 2019). Estas situaciones no solo provocan cambios en la estructura productiva, sino que también hay una serie de perjuicios sociales, ambientales y culturales sin precedentes, producto del posicionamiento de imaginarios de una racionalidad instrumental, en circunstancias en las cuales existe una diversidad de formas y prácticas que están vinculadas a imaginarios de una racionalidad ambiental (Leff, 2014). Por lo mismo, cada vez es más necesaria una reflexión sobre el reposicionamiento de los imaginarios del territorio que permitan la identificación de elementos de conservación, protección y de sustentabilidad de los ecosistemas marinos (Escobar, 2016; Leff, 2014).
Como un componente esencial de esta investigación, los imaginarios sociales (is) se entenderán como estructurante originario y constitutivo de la sociedad, que posibilita configurar matrices de sentido existencial e ideoafectivas mediante la institucionalización de significaciones imaginarias que impactan en las formas de vivir y habitar de los grupos sociales (Baeza, 2008; Beriain, 2011; Carretero, 2010a; Castoriadis, 2013). A pesar de su carácter inmaterial, los imaginarios sociales son capaces de tener atributos reales, es decir, se observan en la sociedad a través de los discursos y prácticas de los agentes sociales (Beriaín, 2011; Serrano, 2014). En ese sentido, en el presente artículo las expresiones de lo imaginario se articulan a partir de la experiencia del pescador, de la relación de este con su colectivo y cómo organiza su territorio litoral, desde el punto normativo y simbólico.
Ahora bien, el creciente y variado uso de los imaginarios sociales ha traído como consecuencia ciertas dificultades para la comprensión y encuadre del concepto, principalmente por la escasa pertinencia y rigor al ser utilizado (Randazzo, 2011). En el caso de este trabajo, se utiliza uno de los niveles de operatividad de este concepto: las "significaciones imaginarias" (Carretero, 2010b). En ese contexto, el objetivo de este artículo se centra en la descripción de la cultura pesquera en el seno de Reloncaví y el análisis de las significaciones imaginarias de los pescadores de este lugar, mediante la identificación de sus constructos ideacionales y de cohesión territorial.
Significaciones imaginarias, identidades y cohesión social
Los imaginarios sociales, a pesar de ser un concepto abstracto y de diversa connotación, han logrado captar la atención en varias disciplinas de las ciencias sociales y humanas, las cuales lo han incorporado tanto en sus reflexiones teóricas como en trabajos de investigación aplicada (Randazzo, 2011; Aliaga y Pintos, 2012). Para facilitar la comprensión y encuadre del concepto, Enrique Carretero (2010b) propone un esquema teórico/metodológico que permita diferenciar los distintos niveles y tipologías en que se mueven los imaginarios sociales: a) arquetípico cultural; b) significaciones imaginarias; c) construcciones sociales. En el caso de este artículo, centra su análisis en el nivel b) "significaciones imaginarias", pero en diálogo constante con los otros niveles.
En este nivel, lo imaginario no se materializa, necesariamente, en algo concreto, más bien se trata de un indicio de aquello que no se deja ver, que se oculta pero trasluce simbólicamente, siendo capaz de mantener ciertos códigos con los integrantes de un colectivo (Carretero, 2010b). Además, podemos encontrar significaciones imaginarias centrales y secundarias, las cuales están en una íntima conexión (Baeza, 2008, Carretero, 2010a).
Las significaciones imaginarias focalizan su estudio en cómo una sociedad o colectivo percibe y hace inteligible su mundo circundante, y también en cómo experimenta y autorepresenta la vida cotidiana. Por lo tanto, la dimensión analítica de este nivel se centra en la interpretación de fenómenos más locales de la realidad social, que corresponden a la instancia que configura y estructura, en amplio sentido, la manera de ser diferencial en una sociedad, territorio o colectivo (Carretero, 2010b).
En el fondo, en este nivel del imaginario interesa dar cuenta de cómo se mantiene unida una sociedad, situando al imaginario en la órbita de la identidad colectiva, que nos permite indagar en las claves de por qué existen elementos compartidos, que hacen parte de un nosotros colectivo en el que se identifican los integrantes de un grupo social (Baeza, 2008; Castoriadis, 2013). En ese ámbito, en cada colectividad -en este caso pescadores artesanales- existiría un centro simbólico que la delimita o diferenciaría de otras, pero proporciona una identidad y un proyecto compartido a sus integrantes. Por lo tanto, "el imaginario social sería la instancia ideacional mediante la cual se garantiza y salvaguardia la identidad societal" (Carretero, 2011, p. 101).
De esta manera, las identidades y cohesión social reposarían en una matriz más imaginaria que propiamente real, es decir, sería la adhesión a un imaginario social, la manera común en que los integrantes de una colectividad se sitúan ante el mundo y dan sentido a su realidad. En este orden de ideas, la naturaleza de los imaginarios sería de carácter fundante y tendría que ver con las articulaciones de sentido últimas; por lo tanto, el centro simbólico de una cultura no sería otra cosa que el imaginario radical, el cual proyectará una homogeneidad de sentido a lo social (Baeza, 2008; Carretero, 2011).
Por su parte, Baeza (2000) también establece una estrecha relación entre imaginarios y la identidad colectiva, esta última se construye interactivamente mediante la apropiación de ciertos referentes esenciales como el espacio (conexión íntima con determinados lugares geográficos); la relación con los otros (a partir de las relaciones sociales y la configuración de otro generalizado); y la noción de tiempo (apropiación de una historia y un proyecto futuro).
De esta manera, entre las principales funciones de lo imaginario social se encuentra la generación de cohesión social en los diversos grupos sociales, por medio de ciertas ideas que logran ser instituidas (Baeza, 2007; Carretero, 2011). En los tiempos actuales, tanto la cohesión como la identidad -en el fondo los pilares de la cultura de un grupo social determinado- se ven amenazadas por el incremento de nuevas formas y prácticas de organización de la sociedad. Pero la imposición de ciertos imaginarios sobre otros es un fenómeno que siempre ha estado presente en la historia de la humanidad, es decir, se posicionan imaginarios dominantes que tendrían la capacidad de "naturalizar" ciertas formas de pensar y actuar en la población, las cuales a su vez propician las condiciones que favorecen a la subordinación de ciertos grupos de personas o colectivos de una sociedad (Baeza, 2008; Castoriadis, 2013; Randazzo, 2011).
Metodología
Hoy en día se acepta ampliamente que el conocimiento generado desde las ciencias sociales debe sustentarse en el principio de la igualdad esencial, es decir, requiere una interacción cognitiva constante entre los sujetos que son parte de una investigación y que permita la construcción cooperativa del conocimiento (Vasilachis de Gialdino, 2009 y 2013). Más aún si se trata del estudio de las significaciones imaginarias que busca indagar cómo un colectivo percibe y hace inteligible su entorno cotidiano; para ello, se requiere acercarse a los esquemas de representación del grupo estudiado (Baeza, 2008; Carretero, 2010b).
En términos amplios, la investigación se aborda desde el paradigma interpretativo y enfoque de tipo cualitativo (Canales 2006; Valles, 1997), que entrega un encuadre al investigador para la comprensión del sentido de la acción y sus consecuencias en un contexto territorial situado, tanto desde la perspectiva de los participantes (sujeto conocido) como de la posición del investigador (sujeto cognoscente) (Vasilachis de Gialdino, 2013). Al situarnos en un territorio específico, el seno de Reloncaví, una investigación de este tipo registra y sistematiza las prácticas discursivas de pescadores y otros actores vinculados a la actividad, para luego adentrarnos en el análisis de las significaciones imaginarias a través de sus constructos identitarios y de cohesión social.
En el ámbito procedimental, esta investigación utilizó la estrategia de co-presencia de métodos (Vasilachis de Gialdino, 2013): histórico-etnográfico y participativo (Canales, 2006; Valles, 1997). En cuanto al trabajo de campo en el seno Reloncaví, este se viene desarrollando hace más de cinco años (2014-2019), con el despliegue observacional en seis caletas pesqueras: La Vega, Bahía Ilque, Panitao, Anahuac, Pichipelluco y La Arena. Entre los criterios de selección están su condición urbana y rural, sus grados de desarrollo, su ubicación en distintos puntos del Reloncaví (oeste, norte y este), entre otros.
Fuente: Unidad de Gestión de Información Territorial (UGIT), Gobierno Regional de Los Lagos, Noviembre de 2019.
En cada uno de estos lugares se realizaron observaciones etnográficas, entrevistas en profundidad, análisis y revisión de bases de datos y archivos sobre la caleta y, en algunos casos, talleres con mapeo participativo. En cuanto a la selección de los informantes, en el caso de la producción de discursos (entrevistas y talleres), se realizó mediante un muestreo estructural y diversificado (Baeza, 2002; Delgado y Gutiérrez, 1995), en el cual cada participante tiene el rol de representante del colectivo estudiado, en este caso referido a dirigentes de organizaciones, pescadores que desarrollan distintas pesquerías y otros actores que se vinculen con estas comunidades. La idea fue contrarrestar al máximo individuos y situaciones, aspectos necesarios para realizar una descripción densa de la trayectoria de la pesca artesanal en el seno del Reloncaví y, a partir de ello, poder identificar las significaciones imaginarias representativas de las comunidades pesqueras.
El tratamiento y análisis de la información se realizó mediante una estrategia múltiple, dependiendo de la etapa investigativa y la procedencia de los datos; pero teniendo siempre como elemento de análisis transversal el modelo interpretativo (Valles, 1997), el cual nos permitió identificar, por una parte, los elementos constitutivos de las identidades pesqueras de esta zona, a partir de las siguientes dimensiones: territorio, autodefinición, materialidad y otredad; y por otra parte, dicho modelo evidenció las cualidades de las organizaciones pesqueras como elementos centrales de cohesión y de fortalecimiento de la identidad de este grupo.
Resultados
Para el análisis de las significaciones imaginarias de los pescadores artesanales del seno de Reloncaví, se requiere, en primera instancia, describir brevemente el desarrollo de la actividad pesquera de la zona. Además, se procura que las expresiones de la identidad y cohesión del colectivo estudiado abarquen tanto sus tensiones internas como las que se producen con el imaginario social dominante en el que está inserto.
La cultura pesquera artesanal en el seno de Reloncaví
La presencia de la pesca y la recolección de orilla en el Reloncaví se remontan a tiempos ancestrales. Diversos estudios arqueológicos demuestran que, desde hace unos 6 000 años antes del presente, existe una relación estrecha de los distintos grupos humanos con actividades desarrolladas en el mar. En el caso de los pueblos costeros que transitaron por el Reloncaví, a pesar de pertenecer a identidades diversas, tienen en común el ser nómades marinos, que se caracterizan por los continuos desplazamientos por el mar y una dieta alimenticia basada preferentemente en recursos pesqueros (Álvarez, 2002; Durán, 2006; Munita, et ál., 2011; Munita, 2017).
Con la llegada de los españoles, estos grupos canoeros se trasladan a zonas costeras más australes. Las comunidades que se logran asentar en el Reloncaví, como los mapuche-williche, alcanzan una convivencia con el español a tal punto que posibilitó el mestizaje cultural (Durán, 2006). En términos prácticos esto significó que pueblos trashumantes se asienten en este territorio por medio del desarrollo de prácticas cultivo de la tierra y la ganadería de subsistencia (Álvarez, et ál., 2008; Durán, 2006). Por su parte, los españoles adoptaron las técnicas de recolección de orilla y las estrategias de navegación por los canales australes, adecuando las embarcaciones de pueblos costeros originarios.
Entonces, para los pueblos originarios, el vínculo con el litoral es fundamental y organiza un sistema de sobrevivencia al punto de considerar al mar y sus recursos marinos como un todo, es decir, un espacio relacional y sagrado, que tienen el carácter de espíritu y/o divinidades a las cuales le realizaban rituales de agradecimiento antes de pescar5. Por ejemplo, al extraer muchos peces podrían ser castigados por este espíritu del mar debido a que se consideraba una acción egoísta y sin sentido (Álvarez, 2015). Además, estas prácticas litorales van dando origen a un sistema local de producción pesquera en el Reloncaví y en el sur austral de Chile, que consiste en un complejo ensamblaje de las formas de conocimiento y prácticas de recolección, producción, transformación y distribución de recursos marinos. Estas formas se encuentran estrechamente relacionadas con los ciclos y dinámicas naturales de la zona costera, pero que, en las últimas décadas, han transitado a prácticas más depredadoras, presionadas por el aumento de la demanda de recursos del mar.
Hasta mediados de siglo pasado primaron en el Reloncaví prácticas pesqueras ecológicas con el ambiente marino, las que comienzan a cambiar, paulatinamente, con la modernización de las caletas, la renovación de la flota pesquera y artefactos de pesca a los pescadores afectados por el terremoto y tsunami de 1960. A fines de la década de 1970 comienza el acople progresivo de la pesca artesanal a las demandas del mercado nacional e internacional y con ello comienza un proceso de sobreexplotación de las principales pesquerías. Estos cambios son apoyados en las décadas posteriores (1980 y 1990) con mejoras tecnológicas, la introducción de figuras administrativas y nuevas formas de gestión de los recursos y espacios marinos.
En lo que va de este siglo, los principales inconvenientes de la pesca en el Reloncaví están asociadas al aumento de derechos de uso del borde costero, sobre todo de las concesiones marítimas y de acuicultura. Estos dispositivos permiten el desarrollo de actividades económicas de tipo industrial que han generado una serie de tensiones con las comunidades pesqueras al limitar su acceso al borde costero y despojarlas de sus lugares de origen. Pero, además, esta industrialización marítima está generando grados de contaminación irreparables en las aguas y fondo marino del seno de Reloncaví, alterando prácticamente el ecosistema del lugar y colocando en riesgo la sustentabilidad del territorio.
En definitiva, la cultura pesquera artesanal en el Reloncaví se configura a partir de la presencia de diversos grupos humanos que se han asentado temporal y definitiva en su borde costero. Por lo mismo, como sistema local de producción, contiene algunas prácticas pesqueras de continuidad y otras que se han especializado en las últimas décadas, producto del aumento considerable de la demanda de recursos del mar, que trae como consecuencia la sobreexplotación de las principales pesquerías. En la actualidad los pescadores del Reloncaví están conscientes de la disminución de los recursos que está provocando una crisis generalizada en el sector. Además, perciben que las regulaciones pesqueras y la presencia masiva de la industria marítima en la zona, limitan su accionar y en ocasiones son despojados de sus zonas pesqueras consuetudinarias.
Componentes identitarios de la pesca artesanal
La identidad es un proceso en construcción, estrechamente relacionado con el imaginario social, por el cual las personas y grupos sociales se sitúan ante el mundo y constituyen el sentido de su acción, atendiendo a los atributos culturales y territoriales (Baeza, 2008; Larraín, 2001). El análisis de los constructos ideacionales de las comunidades pesqueras del Reloncaví se realizará a partir de los siguientes componentes: el territorio, como espacio temporal; la autodefinición del pescador como las formas en que las comunidades se ven a sí mismas; los elementos materiales, relacionados con el producir, adquirir y proyectar su sí mismo y la otredad, es decir, como lo ven los otros.
El territorio litoral
Las zonas litorales son lugares sumamente dinámicos por el encuentro simultaneo de tres ambientes: marinos, terrestres y aéreos (Andrade, Arenas y Gijón, 2008). Es en ese espacio donde el pescador ha ido moldeando su identidad en relación con la naturaleza del lugar. Este arraigo al territorio concientiza a los habitantes, desde temprana edad, sobre la importancia de ser parte de una cultura que viva, conectada a sus antepasados y su entorno natural: "[...] significa una conexión con la naturaleza, con el recurso, con conocimiento. Es toda una forma de vida que hay detrás de la pesca artesanal" (Andrade, 2018).
La configuración del territorio propicia algunos tipos de pesquerías que se desarrollan en función de los recursos marinos existentes en el lugar. Desde esta perspectiva, la forma geográfica del seno de Reloncaví, la salinidad de sus aguas, los componentes del fondo marino, las condiciones climáticas, entre otros aspectos, generan las condiciones para la existencia de una abundante flora y fauna marina (Durán, 2006; IFOP, 2011; Munita, 2017). Esta situación la tienen presente los pesadores y reconocen que el seno de Reloncaví: "[...] es una geografía distinta, y que hace a un pescador distinto también" (García, 2016).
Estas características del lugar han permitido el desarrollo de una "cultura económica del bordemar", que consiste en un sistema de apropiación de la interfaz del ambiente marino y terrestre (Saavedra, 2016; Skewes, Álvarez y Navarro, 2012), que combina las labores de pesca y la recolección orilla (mariscos y algas) con otras actividades de subsistencia, entre las que se destacan las de carácter agrícola (horticultura), crianza de animales, artesanía, pequeño comercio y las labores propias del hogar. Estas prácticas bordemarinas siguen vigentes, sobre todo en sectores rurales, debido a que proporcionan insumos alimenticos y, en algunos casos, excedentes económicos para el grupo familiar.
Mediante las prácticas pesqueras se puede observar las formas de apropiación del espacio litoral del Reloncaví, el cual registra la presencia de una serie de poblamientos humanos que han dejado huella en el lugar: pueblos canoeros, mapuche-williches, españoles, alemanes y mestizos en general (Álvarez, 2002; Durán, 2006; Munita, et ál., 2011; Munita, 2017). Cada uno de estos pueblos ha tenido que ir lidiando con las vicisitudes del territorio, pero a su vez han tenido que ir desplegando diversos comportamientos que, de alguna manera, los hacen parte de una cultura marítima. Por lo mismo, más que un oficio, la pesca artesanal en el seno de Reloncaví es una forma de vida que se expresa en las caletas pesqueras y la zona costera en general.
En cuanto a las caletas, estos espacios están ubicados en sectores emblemáticos y no solo representan lugares de preparación de las faenas pesqueras y de intercambio comercial, sino que también son puntos atractivos y referenciales para la población. En ese sentido, los pescadores están conscientes de que cada una tiene una historia social, la cual creen que se debe rescatar y potenciar para el desarrollo de actividades complementarias a la pesca artesanal, como el turismo. Por lo mismo, para sacarlas adelante requieren el apoyo de cada pescador, considerando que para ellos "la caleta la hacen todos". Como espacio funcional o simbólico, las caletas no solo expresan la cultura pesquera artesanal, también las manifestaciones socioculturales del territorio donde están emplazadas.
En definitiva, todo pescador forja una conexión íntima con su espacio marítimo de acción cotidiana. Por lo mismo, este espacio desborda su condición geográfica material y representa un lugar de expresiones múltiples que van desde la protección, cuidado y alimentación, pero también es concebido, entre otras cosas, como un lugar productivo, de explotación y de oportunidad de negocio.
Autodefinición de pescador
Esta dimensión tiene que ver con algunos atributos compartidos a partir de cómo los pescadores se ven a sí mismos (Larraín, 2001). En este sentido, uno de los primeros aspectos que destacan es cómo llegan a ser pescadores artesanales. La mayoría señala que sus inicios se remontan a edades tempranas (niñez y juventud), principalmente apoyando las labores de pesca a sus padres, hermanos o algún integrante del grupo familiar. En menor medida, hay un grupo de pescadores que se involucran en la pesca por necesidad y no vienen de una tradición familiar, es decir, realizan esta actividad productiva como una fuente de ingreso.
En cuanto a las pesquerías predominantes en el seno de Reloncaví: la pesca demersal6 y pelágica7; la extracción de recursos bentónicos8; y la recolección y cultivo de algas. Cada una de estas prácticas pesqueras tiene elementos distintivos que repercuten en la forma de vida de los pescadores y en cómo son vistos por los demás. Pero, independientemente de la pesquería que desarrollen, existe un sentimiento generalizado de igualdad, al ser parte de una cultura que se sintetiza en estas frases: "todos son iguales, todos son pescadores"; "somos pescadores, como le digo yo no diferencio el ser pescador de merluzas (Mesluccius australis) o de cholgas (Aulacomya atra)" (Sindicato de pescadores Bahía Ilque, 2018).
En algunos casos, el arraigo a una pesquería es tal que la mantienen y desarrollan durante toda la vida, sobre todo los pescadores más longevos. Por ejemplo, los que son pescadores demersales pueden extraer distintos tipos de peces, pero es difícil que se dediquen a extraer recursos bentónicos mediante el buceo o a realizar actividades de repoblamiento. Ellos señalan que "¡ha costado mucho! porque a nosotros nos cuesta sacar [mariscos]... porque nosotros somos pesca" (Mayorga, 2016).
Ahora bien, en la medida en que los recursos escasean y la pesca artesanal es sometida a las exigencias de los mercados, las esperanzas de ciertos grupos de pescadores y de las organizaciones del sector están puestas en la diversificación hacia otras actividades pesqueras, sobre todo a sistemas de acuicultura de pequeña escala como la captura de semilla de choritos (Mytilus chilensis), cultivo de mariscos y de algas. Estas actividades aún son incipientes y requieren una inversión mayor, pero cada vez tienen más adeptos en el sector. De esta manera, la condición de ser pescador se disputa entre los que se dedican exclusivamente a la actividad y los que están ampliando su rubro pesquero. Como sea, a pesar de realizar otras actividades complementarias en el mar, se sienten pescadores.
Por otra parte, los pescadores con más experiencia establecen diferencias con los pescadores de hoy; sobre todo destacan que la pesca de antes requería un mayor esfuerzo físico, tanto para la propulsión de la embarcación (remo y vela) como en lo referente al uso de técnicas simpes de extracción (línea de mano). En todo caso, a pesar de las incorporaciones tecnológicas que han aliviado las faenas pesqueras, tienen que seguir lidiando con las inclemencias del tiempo y de la marea. Además, hoy día el esfuerzo se enfoca en el mayor tiempo de dedicación que requiere para completar las cuotas pesqueras.
Otra diferencia de tipo generacional sería que los más jóvenes no se identifican tanto con la pesca artesanal, debido a que se dedican a realizar otras actividades productivas. Por último, los pescadores señalan que existen diferencias entre ellos dependiendo de la caleta de procedencia: urbana o rural. Se destaca que en las caletas rurales existe un grado de colaboración mayor en el sentido que entre los pescadores y la comunidad local se consideran "como una gran familia" (Sindicato de pescadores caleta La Arena, 2017).
Otro aspecto que resalta es el marcado individualismo en la organización de sus faenas productivas. Según ellos, esta forma de organización autónoma les da una sensación de libertad, la cual han ido perdiendo durante el último tiempo, debido a que se pasa de un sistema de pesca de libre acceso a otro de regulaciones; además, la situación crítica de la pesca lleva a algunos pescadores a realizar trabajos asalariados por necesidad, lo cual significa depender de otros. De igual modo, señalan que estando en plenas faenas pesqueras pueden tener diferencias e incluso no hablarse con otros pescadores, pero la cooperación y solidaridad con el compañero en el mar son incuestionables.
Más allá de las diferencias o atributos en común, los pescadores de esta zona, son conscientes de su historia y de que son herederos de una tradición familiar, por ende se ven como un todo colectivo, es decir, donde "todos son iguales, todos son pescadores" (Consejo de administración del puerto pesquero de caleta La Vega, 2015).
Elementos materiales
Es en esta dimensión donde los pescadores se proyectan a la comunidad y esto ayuda a consolidar la identificación y diferenciación entre los grupos de pescadores. Los artefactos materiales establecen cierto estatus de los pescadores en relación con la pesquería que practican; en ese sentido, los pescadores que se dedican a la recolección de orilla estarían en lajerarquía más baja de la pesca artesanal, al utilizar implementos simples para la obtención de los recursos. En cambio, los pescadores merluceros y buzos bentónicos estarían en un estatus superior, sobre todo por los equipos y materiales que usan, por ejemplo, embarcaciones con una serie de tecnologías y artes de pesca más sofisticadas (espineles y compresor de aire).
Hoy en día, los pescadores que se dedican a la captación de semilla choritos (Mytilus chilensis) también gozan de un estatus superior, debido a la alta inversión inicial que deben realizar. Estas jerarquías no solo están dadas por la inversión en artefactos de pesca, además están asociadas al riesgo que reviste la actividad pesquera que practican y al conocimiento de las condiciones del ambiente marino; por ejemplo, realizar el buceo de mariscos en las profundidades es más riesgoso que la mariscadura a orillas del Reloncaví.
Con el tiempo, la pesca tradicional ha ido incorporando innovaciones tecnológicas; con ello, las condiciones materiales de los pescadores son totalmente diferentes a las de hace unas décadas atrás. Estos cambios se pueden apreciar claramente en las embarcaciones pesqueras. Las de antes eran más simples, no tan grandes, abiertas y el medio de propulsión era a remo y vela. Hoy en día, las embarcaciones han aumentado su capacidad e incorporan una serie de artefactos para mejorar la seguridad y eficiencia de la pesca, utilizando, por ejemplo, artes de pescas más sofisticadas, que en algunos casos no son amigables con el medio ambiente. En este ámbito, hay pescadores que cuestionan las nuevas tecnologías en la pesca y, con ello, la condición de pescador de quienes la utilizan.
En todo caso, es necesario precisar que la incorporación de nuevos artefactos de pesca no es igual para todos los pescadores del Reloncaví. En la actualidad hay grupos que desarrollan ciertas pesquerías sin mayor equipamiento; por ejemplo, para la mariscadura siguen utilizando sus manos, ganchos y canastos como hace muchos años atrás. Otros tienen el equipamiento mínimo en sus embarcaciones, lo cual limita ciertas acciones como salir de noche y la capacidad y rendimiento pesquero.
De esta manera, la cultura material de la pesca artesanal va moldeando la forma de ser pescador en el seno de Reloncaví, dado que modifican la práctica pesquera para aumentar la capacidad de pesca, disminuir los riesgos en las labores en el mar y mejorar las condiciones de seguridad. La cantidad y calidad de los equipamientos y aparejos de pesca te definen como pescador, sobre todo a los ojos de los otros.
La otredad
Por último, la construcción de la identidad requiere la existencia de "otros", en la medida en que internalizamos sus opiniones el nosotros se refuerza, se diferencia y adquiere su carácter distintivo y específico, especialmente en relación con los otros que consideramos significativos (Larraín, 2001). Estas apreciaciones sobre los pescadores se generan, principalmente, por parte de los actores sociales con los que estos se relacionan, entre los cuales se destacan el Estado y sus servicios públicos, empresas marítimas, comunidad local y grupos distintos de pescadores.
En términos generales, la visión del Estado y servicios públicos sobre la pesca artesanal es ambivalente. Por un lado, existen opiniones de funcionarios públicos que valoran el hecho de que los pescadores del Reloncaví han vivido siempre en el borde costero, siendo una práctica tradicional que se ha transmitido de una generación a otra. Reconocen que esta condición es un aspecto distintivo, un elemento diferenciador frente a otros pescadores, sobre todo con los de la zona central del país, los cuales realizan esta actividad como un oficio más.
Por otro lado, esta relación con el Estado también se ve mermada por la serie de medidas y normativas pesqueras que a los pescadores cada vez les cuesta más cumplir. Esta situación ha desembocado en una vinculación subsidiaria con el Estado, que muchos actores califican de relación clientelar. De igual modo, los pescadores del Reloncaví, y del país en general, tienen un discurso crítico sobre el Estado, el cual se centra en el abandono histórico que han padecido porque este priorizó otras actividades marítimas industriales en desmedro de la pesca artesanal. En el fondo, critican que se carece de un plan maestro -diferenciado por territorio pesquero- para el desarrollo y proyección de la pesca artesanal.
Como ya se ha señalado, la crisis pesquera ha generado que los pescadores de la zona apuesten por la diversificación productiva. Este proceso ha sido ampliamente apoyado por el Estado y, sin duda, está teniendo repercusiones en las identidades de este grupo. En términos concretos, la diversificación ha llevado a los pescadores a tener relaciones más intensas con su entorno, sobre todo con la industria marítima que se instala en el Reloncaví y que en estas dos últimas décadas ha desplazado a las comunidades pesqueras de sus lugares de origen, para dar prioridad a la industria acuícola (salmonicultura9 y mitilicultura10).
Las relaciones son más fructíferas con los pescadores de otras caletas y con actores de la comunidad local. En el caso de los pescadores de distintas caletas, a pesar de existir algunas tensiones, en el fondo hay fraternidad, sobre todo con aquellas más cercanas, esta proximidad se hace extensiva a las faenas en el mar. La relación con otros actores depende de cada caleta, pero se puede señalar que últimamente han proliferado las relaciones con la academia y Organismos No Gubernamentales, para realizar actividades de fomento productivo.
En términos generales, esta apertura para relacionarse con otros actores ha tenido repercusiones en la opinión pública sobre los pescadores. Según ellos, esta percepción ha cambiado con el tiempo, pues antes no se tenía una opinión muy favorable de los pescadores de la zona y hoy en día la gente los ve "más ordenados".
Las organizaciones pesqueras como estructura de cohesión
Las organizaciones funcionales en la pesca artesanal las introduce el Estado como una medida de control y ordenamiento del sector, pudiendo así recibir aportes públicos y de otras entidades -privadas, internacionales, ONG-. Pero también han sido figuras de unión del sector ante conflictos socioterritoriales y fueron, en tiempos pasados, espacios de resistencia durante la dictadura militar (Escribano, 2014). En la actualidad, la figura organizacional que más prolífera en el sector es el Sindicato de Trabajadores Independientes (STI).
Más allá de la figura organizacional, para algunos dirigentes del Reloncaví, la necesidad de organizarse fue para informarse de la situación pesquera-artesanal y de las normativas que regulan este sector. Hoy en día, la gran mayoría de los pescadores reconoce la importancia de estar organizados, principalmente porque les permite hacer "fuerzas en común" para lograr sus objetivos; entre ellos, acceder a beneficios, y realizar postulaciones a proyectos de emprendimiento. Entonces, buena parte del trabajo organizacional de los socios está supeditada al grado de subvención del Estado, lo cual limita el desarrollo de capacidades y herramientas para que estas organizaciones puedan generar acciones con mayor autonomía. Además, están conscientes de que no es fácil liderar estas organizaciones pesqueras, debido a que hay diferencias entre los socios y no siempre se puede "dejar contentos a todos". A pesar de ello, las ven "como un tesoro" que deben cuidar y mantener.
Pero más allá de los ámbitos antes vistos, las organizaciones pesqueras trascienden estos aspectos formales. A juzgar por los numerosos entrevistados de las seis caletas participantes en esta investigación, al menos en cuatro de ellas están conformes con sus organizaciones de base (La Vega, Panitao, Anahuac y La Arena) y señalan, a modo general, que se posicionan como entidades de encuentro, cohesión y pasan a ser referentes de desarrollo y defensa para los territorios y comunidades donde están ubicadas; siendo, en algunos casos, igual o más relevantes que una junta de vecinos.
Un punto importante a destacar es que las organizaciones de pesca artesanal en sectores rurales se caracterizan por una estructura familiar-comunitaria. Esta composición provoca una mayor participación y compromiso de sus socios con el desarrollo de su entorno; es más, la planificación de las acciones se realiza para el colectivo de pescadores, pero también pensando en la localidad. De esta manera, las organizaciones pesqueras rurales funcionan "como una gran familia" y señalan que "nosotros somos la gente", en relación con que representan más los intereses de la comunidad local que aquellos que persiguen como pescadores artesanales.
En el caso de las caletas urbanas, estas tienen una composición de socios de diversos barrios, pero eso no descarta, a priori, un vínculo estrecho con el entorno cercano a la caleta. Por ejemplo, la caleta Anahuac destaca por su alto grado de vinculación con la comunidad. La organización de este sector realiza una serie de actividades para ayudar a la comunidad, sin embargo, hay que decir que se parece más bien a la lógica de responsabilidad social empresarial (apoyo a colegios y otras instituciones del lugar).
Ahora bien, más allá de su ubicación geográfica -urbana o rural-, el grado de vinculación de los pescadores con su entorno también pasa por la situación interna de la organización, es decir, por la calidad de la comunicación entre los socios, el manejo de información, el grado de compromiso y participación de sus integrantes. En el caso de las organizaciones que presentan problemas internos, como Pichipelluco y Bahía Ilque, estas se hacen extensivas a la comunidad, al no existir un mayor involucramiento con su entorno. En cambio, cuando hay un funcionamiento estable de la organización y entendimiento adecuado entre los socios, estas acciones se proyectan hacia el entorno y es posible observar un vínculo más estrecho entre la caleta y su comunidad.
Siguiendo la línea argumentativa del párrafo anterior, el liderazgo y dirección del son factores claves para la cohesión del grupo, pero también para proyectar el trabajo comunitario. Cuando los liderazgos no están en función de los intereses colectivos, se producen desgastes en las relaciones internas, que tienen como consecuencia la falta de unión de la organización y el desinterés de participar en otras actividades que no sean productivas o de comercialización. Al respecto, los socios de las organizaciones se responsabilizan y señalan que no fiscalizan a sus dirigentes, solo se abocan a desarrollar su actividad pesquera; son conscientes de que el buen funcionamiento de una organización lo hacen todos: dirigentes y socios.
Otro aspecto que se destaca en el último tiempo es la mayor presencia de mujeres en las organizaciones pesqueras. En general, los pescadores de esta zona no tienen inconvenientes con la participación de mujeres en sus organizaciones o en cualquier área de trabajo pesquero, pero reconocen que es un aspecto a mejorar. En el caso de las caletas que participan en esta investigación, existen dos organizaciones que solo están compuestas por hombres (Bahía Ilque y Pichipelluco), coincidencia o no son las que tienen un menor vínculo con la comunidad. A diferencia de otras caletas que sí tienen mujeres en sus organizaciones de base, se aprecia un vínculo recíproco con su entorno.
Las mujeres pescadoras entregan nuevos aires a las dinámicas internas de la organización, debido a que rompen con la presencia exclusiva de hombres. Además, con la masificación del discurso de la diversificación productiva, han encontrado un terreno fértil para poder destacarse; como en el caso de la implementación de emprendimientos vinculados a la pesca y el turismo, donde se considera que tienen un papel fundamental a la hora de consolidar este tipo actividades y otras relacionadas con la gastronomía a partir de productos del mar.
Discusión
A través de las significaciones centrales, el imaginario social actúa como un elemento articulador y organizador de un colectivo. Por lo tanto, con el análisis de las significaciones imaginarias pesqueras se identifican los elementos que mantienen unidos a los pescadores de una comunidad, por medio de un nosotros colectivo, que no es otra cosa que la identidad del conjunto social (Baeza, 2008; Carretero, 2010a y 2011).
En el caso de las identidades pesqueras del seno de Reloncaví, estas fueron analizadas a través de cuatro dimensiones -territorial, intersubjetiva, material y otredad-, donde destaca el sentido de pertenencia al espacio litoral, la configuración de una cultura marina-pesquera de larga data en la zona, la presencia de distintas identidades pesqueras; las jerarquías entre los pescadores en relación con nivel de inversión y con el desarrollo de un tipo de pesquería, la intensificación de las relaciones con el su entorno y otros actores (por ejemplo de tipo clientelar con el Estado), etc. Pero sobre todo se destaca la versatilidad del pescador de esta zona y que tiene que ver con el despliegue de una cultura económica bordemarina, que puede considerarse parte del ADN del pescador del Reloncaví y de la zona sur austral del país.
Por otra parte, también se destacó el rol que cumplen las organizaciones pesqueras para la cohesión del grupo y la reivindicación de sus identidades. Al ser espacios de encuentro y de proyecciones múltiples, estas organizaciones se presentan como una oportunidad, no solo para reivindicar sus derechos y mejorar la comercialización de sus recursos, sino también para reposicionar imaginarios pesqueros que permitan preservar aspectos identitarios relevantes de este colectivo y la sostenibilidad del medio donde se desempeñen. Por ejemplo, en algunos sectores rurales del Reloncaví las organizaciones pesqueras trascienden los aspectos propios de la pesca artesanal y se vinculan con los requerimientos de la comunidad local, cumpliendo funciones de articulación del desarrollo del territorio local. El vínculo entre la caleta, las organizaciones y la comunidad se puede dar de diferentes formas, lo importante es resguardar los intereses y expectativas de los actores locales involucrados y que estos estén en sintonía con la sustentabilidad del litoral.
Con los aspectos antes señalados es posible adentrase en las "significaciones imaginarias pesqueras", concepto que tiene que ver con cómo los pescadores del seno de Reloncaví se perciben y hacen inteligible su mundo circundante, es decir, con los ámbitos que configuran y estructuran, en amplio sentido, la manera de ser diferencial -entendiendo que no existe una identidad pesquera homogénea- en el Reloncaví. Más bien, hay varias identidades que tienen elementos fundantes y originarios en común, que actúan como articuladores de la cultura pesquera; al punto de que posibilitan, por ejemplo, desde el emplazamiento de las caletas hasta el desarrollo de las prácticas pesqueras más representativas del lugar.
En el seno Reloncaví, como en otras zonas del sur austral, la cultura económica bordemarina se erige como una de las significaciones centrales. Este sistema actuaría como elemento básico y nuclear de este territorio, siendo ordenador de sus mundos. El estilo de vida bordemarino combina prácticas en ambientes marinos y terrestres, su consolidación viene de la mano con el asentamiento definitivo de pueblos originarios en el Reloncaví y el ensamblaje cultural con otros pueblos, en la medida en que se van adquiriendo prácticas de tipo sedentario, como la agricultura y ganadería a pequeña escala, que vienen a complementar las actividades desarrolladas en el mar.
De las significaciones pesqueras centrales se desprenden otras significaciones secundarias; estas tienen que ver con las identidades pesqueras que se van construyendo en el territorio. En este sentido, en el Reloncaví podemos encontrar una heterogeneidad de identidades, entre las que se destacan por tipo de pesquería (merluceros, buzos, pelilleros, etc.), procedencia geográfica (urbana o rural), entre otras. Ahora bien, cada una de estas identidades tiene sus particularidades y posiciones en el territorio, pero también elementos en común, como pensar, sentir y asumir sus formas de ser en el mundo, desde el litoral.
Un elemento transversal compartido, que los transporta a un nosotros colectivo, es que la mayoría de los pescadores del Reloncaví internaliza las prácticas pesqueras en el grupo familiar a edades tempranas. Del mismo modo, las organizaciones pesqueras también se consolidan en la actualidad como instancias que fortalecen la identificación del grupo y de su espacio circundante, considerando que estas desbordan sus funciones formales y se transforman en cohesionadores, tanto al nivel interno como de su entorno local, sobre todo a partir de la mayor participación de mujeres pescadoras en estas organizaciones.
De esta manera, las significaciones imaginarias aportan a la constitución de un modelo local de naturaleza (Escobar, 2010), que contiene algunas prácticas pesqueras de continuidad y otras que se han especializado, producto del aumento considerable de la demanda de recursos del mar en la últimas décadas; no solo empujadas por el desarrollo mismo de la actividad, sino también por la irrupción de otras actividades productivas en el borde costero que han reducido el accionar de la pesca artesanal en el Reloncaví.
Por último, es necesario tener en cuenta que los imaginarios y las identidades son elementos de expresión de momentos históricos determinados; por lo tanto, son procesos dinámicos y relacionales que están en constante cambio o en "riesgo" de cambiar. Entonces, el problema no es su transformación -considerando que siempre están en construcción-, sino cómo estos son transformados (Larraín, 1996 y 2001; Giménez, 1996). La cohesión e identidad pesquera, que en el fondo constituyen la cultura, hoy se ven seriamente amenazadas por el posicionamiento abrupto de lógicas de tipo instrumental que no dialogan del todo con las formas tradicionales de organización social y productiva de la pesca artesanal.
Conclusiones
Esta investigación rescata el valor de dimensiones de lo social-cultural que hasta ahora no han sido del todo consideradas, y que resultan, en el caso de la pesca artesanal, fundamentales para garantizar la sostenibilidad de los recursos pesqueros y de las sociedades litorales que cobijan a pescadores artesanales. En este artículo, a través de los imaginarios sociales, sobre todo de sus significaciones imaginarias, se ha podido profundizar en aspectos culturales y los procesos de construcción de la identidad de los pescadores artesanales, teniendo en cuenta que estos no son un grupo homogéneo, sino un conjunto de grupos diversos, tanto por razones geográficas, de ingresos o por la actividad pesquera que realizan, entre otros aspectos.
En ese sentido, la pesca artesanal en el seno de Reloncaví es un sistema de vida que está arraigado en la trama de significaciones profundas de su espacio bordemarino. A pesar de una serie de inconvenientes que hoy vive la actividad, lejos de desparecer, su presencia se asegura por muchos años más. Prueba de ello es que una de las particularidades del borde costero del Reloncaví es la concentración de una gran cantidad de caletas pesqueras, todas con distintas trayectorias y desarrollo, pero que comparten tanto las aguas del Reloncaví y una serie de prácticas, costumbres y tradiciones pesqueras, como desafíos y proyectos.
Por último, es importante señalar que el desarrollo de la pesca artesanal también pasa por resignificar esta actividad sobre la base de sus componentes identitarios y las expectativas que otros actores tienen sobre el litoral y sus recursos. Este justo equilibrio requiere la reconstrucción de imaginarios litorales que transiten entre lo tradicional y lo moderno, o entre lo funcional y lo simbólico, como un continuum que permita re-imaginar el futuro de las actividades pesquera-artesanales.