Introducción
En este trabajo exploramos las representaciones que sobre el mar y la pesca artesanal elaboran habitantes de tres territorios del espacio pesquero artesanal chileno, Calbuco, en la zona sur-austral (región de Los Lagos); Valdivia, en la zona sur (región de Los Ríos); y Los Vilos (región de Coquimbo), en el centro norte del país (figura 1). Como sucede en otras latitudes, este espacio se encuentra fuertemente constreñido por los flujos extractivistas y comerciales del capitalismo global. Una multiplicidad de agentes del mercado se despliega en él, explotando las bondades de su naturaleza transmutada en mercancía. La investigación que dio origen a este artículo se propuso estudiar las dinámicas de intermediación, suponiendo que en esas dinámicas estriba uno de los factores críticos del intercambio desigual y sus consecuencias en el ecosistema marino; no obstante, en el curso de trabajo de campo abrimos otras interrogantes que nos permitieron retratar de mejor forma los influjos del mercado y sus respuestas locales, de tal modo que nos fue posible analizar cómo las comunidades de pescadores artesanales significan y representan el espacio pesquero-artesanal o marino-costero en el marco de su "articulación" (desigual) a los mercados (Comas d' Argemir, 1998). Desde nuestro punto de vista, los dos ámbitos de representación que aquí exploramos -el mar y la pesca artesanal- permiten problematizar los límites del dogma neoliberal en su expresión intersubjetiva (la lógica instrumental de la eficiencia), ya que nos ofrecen un contraste entre esos dogmas y la economía como modelo local o localizado (Gudeman, 2001), condicionado por valores e ideaciones que precisamente adquieren sentido en esa localización.
El espacio pesquero artesanal chileno y su articulación a los mercados
Las sociedades pesquero-artesanales se despliegan a lo largo de toda la costa chilena. Sus orígenes se remontan a pueblos prehispánicos que configuraron sistemas de vida basados en la pesca, la caza y la recolección de especies marinas (Llagostera, 1990; Méndez y Jackson, 2004; Quiroz y Sánchez, 2004; Reyes et ál., 2007), así como en el uso/apropiación de los intermareales y del bordemar, especialmente en los litorales interiores (Skewes, Álvarez y Navarro, 2012; Álvarez et ál, 2019). Los antecedentes remotos de esos pueblos costeros presuponen estrategias adaptativas comunes o similares, geoespacialmente diferenciadas -como las adaptaciones al mar interior en Calbuco, a la costa estuarial en la desembocadura del río Valdivia, o bien a la costa rocosa y abierta del centro-norte del país-, pero siempre inscriptas en particularidades ideomateriales asociadas a cosmovisiones también diversas. Ahora bien, los procesos de colonización y modernización consagraron transformaciones sustantivas y significativas en esos modos de vida. 2018, Nahuelhual et ál., 2019).
Según la última actualización del Registro Pesquero Artesanal (RPA), en 2019, hay en Chile un total de 91 379 pescadores formalmente inscritos, de los cuales alrededor del 24 % son mujeres y casi el 76 % son hombres (Servicio Nacional de Pesca [Sernapesca] 2020). Las regiones de mayor concentración -y también de mayor índice de desembarques- son Los Lagos y Biobio, no obstante, como ya se indicó, en toda la costa chilena hay asentamientos pesqueros con notables arraigos en lo que, según observamos, cabe pensar como espacios culturales localizados. Otro factor institucional relevante es el encuadramiento normativo-administrativo de la actividad, con la promulgación de Ley General de Pesca y Acuicultura (LGPA) en la década de 1990. Los principales dispositivos que regulan la actividad son los regímenes de acceso acceso -entre ellos, las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos-, el propio RPA, el establecimiento de cuotas limitadas de captura y la regionalización de la pesca artesanal (limitando la movilidad histórica de las flotas hacia otras regiones). Por otro lado, en otra expresión de dinámicas modernizantes en el espacio marino-costero, los pueblos pescadores han visto cómo los sistemas organizativos basados en el parentesco y la vecindad dieron lugar, progresivamente, a cooperativas (décadas de 1960 y 1970), asociaciones gremiales y sindicatos independientes (desde la década de 1980 en adelante), e incluso en microempresas (sobre todo a partir de la década del 2000). La condición estructural se refiere aquí al conjunto de relaciones complejas que sitúan a las sociedades litorales en un entramado de intereses y flujos financieros que erosionan su capacidad de autore-producción material (Cunningham and Bostock, 2005). La expresión de esta condición es la articulación de la pesca artesanal a los mercados, concretamente a los intermediarios -en todas sus variaciones- y a las plantas de proceso. Los datos son particularmente elocuentes en todas las áreas y regiones de importancia pesquero-artesanal, se habla de "fiebres" y "booms" para referirse a los auges exportadores de algas, peces demersales y toda clase de moluscos que extraen las flotas artesanales desde la década de 1980 en adelante, con drásticas caídas en las capturas, pero además con notables impactos en las economías de pesca artesanal debido a las oscilaciones de la demanda (Brinck, Plá y Morales, 2011; Stotz, 2018; Fernández et ál., 2020).
Representaciones y significaciones económico-culturales, una perspectiva antropológica
La teoría antropológica ha sido prolífica en el análisis de los sistemas simbólicos. Conceptos decisivos en el pensamiento social contemporáneo derivan de esta problematización, entre ellos, institución, cultura, ritual o estructura, cuyos decursos, especialmente en Europa y Estados Unidos, marcaron hitos cruciales y paradigmáticos en las ciencias sociales. Para Lévi-Strauss -tal vez la figura más determinante del siglo xx en el ámbito antropológico-, los sistemas simbólicos subyacen como códigos estructurales profundos en nuestro inconsciente, siendo los sistemas culturales matrices configurativas que cobran expresión particular en el orden de los acontecimientos, es decir, en el plano de la historia (Lévi-Strauss, 1987). En una perspectiva como la descrita, las significaciones y representaciones derivadas de los códigos simbólicos no serían más que expresiones útiles para la modelación -la explicitación, el desentrañamiento- de los órdenes estructurales profundos, es allí, en esos órdenes, donde reside el propósito científico de análisis social que, por cierto, es un análisis comparativo de sus diversas expresiones simbólico-culturales.
El universalismo levistrossiano sería controversial para los propios estructuralistas y también para sus detractores, adscritos al nuevo culturalismo estadounidense. Pero la idea de sociedades estructuradas más allá de nuestras consciencias -y por lo tanto más allá de nuestra capacidad representacional y de modulación- se instauraba como condición del análisis socio-antropológico e histórico. Fuera del estructuralismo, otra figura de honda repercusión en la teoría antropológica, Clifford Geertz va a sostener una posición muy distinta. Para Geertz la cultura es una red de significaciones creadas en la intersubjetividad de la acción social, estamos atrapados en esa red, pensamos, nos representamos el mundo y la realidad a partir de esas significaciones (Geertz, 2003). A diferencia de Lévi-Strauss, el objeto científico del análisis cultural -y por añadidura social- es esa red o trama de sentidos. Las significaciones se disponen como capas de interpretaciones, las cuales ciertamente no están clausuradas a quienes habitan inmersos en ellas. Es más, la investigación etnográfica comprende la organización de una multiplicidad de interpretaciones sobre los hechos u objetos culturales, multiplicidad que por lo demás es inagotable. En Geertz la investigación sobre la cultura es un ejercicio sistemático de interpretaciones, cuya "ventaja", por ejemplo, respecto de sus protagonistas, es la posibilidad de acceder a esa diversidad de interpretaciones desde lo que denomina la "mirada distante", una perspectiva suficiente para no quedar atrapado en los sentidos inmediatos de la red, en la particularidad del "punto de vista del nativo" (Geertz, 1983).
El simbolismo geertziano será particularmente importante en la re-vitalización de la alicaída teoría antropológica estadounidense; en parte, porque marca un hito que volverá a prestigiar al culturalismo boasiano, desestimado en pleno auge estructuralista. Aunque posiblemente su mayor impacto no se deba a Geertz sino a sus aventajados discípulos, entre ellos Paul Rabinow y James Clifford, quienes van a insistir en el problema de las representaciones. Junto a otros autores, los seguidores de Geertz, sostendrán que las representaciones convencionales suponen problemas que la propia teoría y el ejercicio etnográfico han invisibilizado (Clifford y Marcus, 1991). Bajo la influencia posestructuralista y poscolonial -en especial de autores como Michel Foucault, Jean Baudrillard y Edward Said-, las principales objeciones a las formas clásicas de representación estriban en la imposibilidad de eludir la subjetividad del investigador y del propio background cultural en el registro etnográfico (o representacional); sin embargo, además hay aquí una interpelación a la aspiración holística de la disciplina, en al menos dos registros: a) como representación de la totalidad cultural (en tanto particularidad) y, b), como ciencia explicativa y generalizadora. Como sostiene Clifford (1991) las verdades antropológicas son parciales y relativas.
La nomenclatura universalista es problemática, sin embargo, las cualidades simbólicas de las estructuras -más o menos profundas- son insoslayables. Por otro lado, cabe admitir que en un nivel discursivo, narrativo e imaginario, las estructuras simbólicas se expresan como ideaciones y representaciones sobre la realidad: he ahí que para Godelier (1990, 2014) -autor a quien seguimos en nuestro enfoque- el orden simbólico presupone un tipo de materialidad más estable y persistente que aquel que estriba en el ámbito de las ideas y los imaginarios, no obstante, ambos son indisociablemente constitutivos de los sistemas sociales y culturales, ambos son analíticamente ineludibles.
Dicho lo anterior, sostenemos que por representaciones sociales entendemos las diversas formas en que los actores de un territorio, en este caso el espacio pesquero-artesanal chileno, narran, significan, imaginan y proyectan sus formas de vida. En la medida en que esas representaciones son colectivas y derivan de matrices simbólicas de mayor arraigo -no conscientes, o no accesibles de inmediato a la consciencia- y, por lo tanto, más estables, cabe definirlas como representaciones culturales. Ahora bien, recurriendo a una particular noción antropológica de la economía, sostenemos que esas representaciones, además de culturales, son también económicas. Reseñemos brevemente esta perspectiva.
La economía y su dimensión cultural
Nuestras referencias tienen como punto de partida las teorías sus-tantivistas, centradas en la tesis de Karl Polanyi (2009), en las cuales la economía se define como un proceso institucionalizado, y por ello social, orientado a la reproducción de la vida material. En otros términos, la economía es la capacidad organizada que una sociedad tiene para proveer su sustento, a través de sus relaciones con el entorno o la naturaleza. El enfoque sustantivista es complementado aquí por la perspectiva de economía cultural, desarrollada principalmente por Stephen Gudeman (2001), quien sostiene su derivación y anclaje en modelos locales de vida material condicionados siempre por valores propios de cada contexto. Gudeman recoge dos grandes modelos para explicar esta complejidad de las economías contemporáneas: el modelo de la casa y el modelo de la corporación (Gudeman y Rivera, 1990). El primero remite al sentido aristotélico de la economía y es particularmente afín al sustantivismo (la reproducción material del hogar, para nosotros el hogar pesquero-artesanal); el segundo retrata la lógica del capitalismo en su expresión neoclásica; es decir, una economía deslocalizada regida por un sistema especulativo de precios, bajo una estructura de oferta y demanda (Polanyi, 2011), tal como reseñamos más arriba las economías pesquero-artesanales están fuertemente articuladas a demandas del mercado exportador. Ahora bien, Gudeman insiste en que no se trata de modelos puros, pues en uno y en otro caso ambos se intersectan. Las economías, y en nuestro caso las economías costeras tradicionales, tienen más bien expresiones híbridacionales.
A modo de síntesis, convengamos que, en nuestra concepción, la economía es un sistema de reproducción social de la vida material, que admite su entronque en un sistema de valores. Ese sistema está anclado en una configuración simbólica compleja, la cual está siempre sujeta a dinámicas de cambio y transformación, aun cuando su condición predominante es la estabilidad. Volviendo a Godelier, cabría denominar que esa amalgama entre sistema simbólico y sistema de valores y, por cierto, sus representaciones e imaginerías constituyen la ideomaterialidad de la vida cultural o en nuestro caso de la vida económica.
Dogmas neoliberales
La ficción de un mercado global que se autorregula, a través de un sistema de precios basado en la ley de la oferta y la demanda, fue evidenciada y latamente descrita por Polanyi a mediados del siglo xx (Polanyi, 2011). En su crítica, que podríamos considerar temprana, se esbozan algunos aspectos centrales de lo que hoy denominamos neoliberalismo. Pero no sería sino a partir de la década de 1970 cuando comenzaron a implementarse las primeras grandes transformaciones neoliberales. En este marco, el caso de Chile es incluso anterior a las reformas en Estados Unidos (Harvey, 2011), no es antojadizo sostener que se trató de un laboratorio de reformas, las cuales fueron lideradas por los discípulos chilenos de Milton Friedman que, desde mediados de la década de 1950, se habían formado en la Escuela de Chicago (Tironi, 2006; Rosende, 2007). Estas reformas escalan en distintas oleadas, todas, por supuesto, favorecidas por las políticas represivas de la dictadura del general Pinochet. Reclamando eficiencia, hay un proceso progresivo de liquidación y traspaso de las empresas públicas al sector privado, asimismo sectores emblemáticos de la estructura societal, tales como las pensiones, la educación y la salud -otrora ejes fundamentales de un proyecto de Estado de bienestar que no terminó de consolidarse- y que el golpe de Estado socavó desde sus bases (Salazar y Pinto, 1999).
En una etapa tardía de reformas estructurales, particularmente desde la década de 1990 en adelante, los procesos de privatización cobran un sentido más estratégico y localizado, posiblemente macroterritorial. Aun cuando es un argumento conocido y "denunciado" por diversos autores (Moulian, 2002; Larraín, 2001; Garretón, 2001), es importante señalar aquí que la larga transición a la democracia en Chile no tiene un correlato transformador en lo que podría ser el "modelo económico". Frecuentemente se habla de la consolidación del modelo o incluso de su profundización, o tal vez con mayor rigurosidad de "cambio en continuidad" (Ffrench-Davis, 2003). Más allá de ese debate, las políticas reformadoras neoliberales van a persistir desde 1990; su continuidad y en algunos casos su consolidación será evidente. Los ejemplos son múltiples y abarcan áreas tan disímiles como las pensiones; la educación superior; los servicios de asistencia social (prácticamente todos en "publicitación"); las pensiones; el uso del espacio público; los servicios de aseo y recolección de basura; servicios básicos como la electricidad y el agua potable, pero también nuevas oleadas de privatización de recursos de uso común (Ostrom, 2000), tales como las aguas en vertientes naturales, el espacio marino, las franjas costeras colindantes al bordemar o bordelago, los peces, los mariscos, los bosques, etc.
En este sentido, siguiendo a Harvey (2011), cabe pensar que el Estado en Chile, en el marco de sus últimas ocho administraciones (incluyendo la dictadura), oscila entre un Estado gerencial y un Estado derechamente alineado con los intereses empresariales, aunque a partir de determinadas contrarreformas (sobre todo desde el 2000 en adelante) comporta algunos hitos propios de un Estado socialdemócrata (en particular con los gobiernos de Lagos y Bachelet). Y aunque ambas dimensiones -la política y la económica- aparecen aquí separadas, en realidad son dos expresiones de un mismo fenómeno. En otros términos, el neoliberalismo es un proceso reformista que tiene lugar, al menos de manera muy nítida, en el plano de la política económica y que, por supuesto, cobra expresión material en la economía misma, trazando un nuevo derrotero al sistema productivo en su conjunto. Este es un derrotero signado por la acción orientada al interés individual y, consecuentemente, basada en la eficiencia competitiva (Laval, 2015; Stiglitz, 2003). Lo anterior revela una tercera dimensión del problema, es decir, del despliegue de lo neoliberal: su dimensión cultural, ciertamente incrustada en las otras dimensiones mencionadas.
La dimensión cultural del neoliberalismo podría resumirse a grandes rasgos en la idea de libertad. Sin duda alguna la referencia obligada es Hayek (Harvey, 2011; Larraín, 2001), para quien la libertad puede limitarse a la acción del individuo que busca su propio beneficio en el mercado, es decir, la libertad es un valor individual asociado a una decisión que, en tanto humana, es una decisión racional. El conjunto de estas decisiones proveerá el bienestar de la sociedad, siendo cualquier intervención corporativa, digamos estatal, una amenaza a esa libertad y por lo tanto a la realización de la sociedad. La idea de libertad, como libertad de mercado y como cualidad individual, tendrá profundo impacto en la sociedad chilena (Moulian, 2002; Larraín, 2001), al punto de derivar en un repertorio identitario particularmente exitoso y persistente desde la década de 1990. El crecimiento económico y, consecuentemente, el "éxito" del modelo de desarrollo chileno (Estado reducido, gerencial y vasto espacio para el mercado) produce las condiciones óptimas para el despliegue de la ortodoxia. Un retrato que anticipa la incrustación de este ethos neoliberal en Chile -o la progresiva constitución de un sujeto neoliberal- es el que construye Joaquín Lavín, un conocido político conservador, en su libro La revolución silenciosa (Lavín, 1987). En dicha obra se exponen cada uno de los ámbitos en los cuales el mercado y su dinamización, a través de esquemas privatizadores, apertura al flujo de capitales transnacionales, pero sobre todo que "el cambio de mentalidad" entre los chilenos estaba trasformando al país en la vanguardia latinoamericana.
Método y materiales
Como ya se indicó, este registro se basa en trabajos de campo realizados en tres zonas de importancia pesquero-artesanal en Chile. Su extensión osciló entre una y dos semanas, durante el 2017, 2018 y 2019. En el archipiélago de Calbuco, trabajamos en los sectores costeros de San Antonio, Huito, Pureo y El Rosario; en Valdivia nuestros registros tuvieron lugar en las localidades de Los Molinos, Niebla y Huape; por último, en Los Vilos nuestro trabajo se focalizó en las caletas San Pedro, Chigualoco y Huentelauquén. Siguiendo el enfoque teórico-metodológico propuesto por Gudeman y Rivera (1990), nuestro lugar de observación-conversación ha sido principalmente el espacio doméstico de reproducción de la vida material (la casa de las familias pescadores), las áreas de extracción (el bordemar), las zonas de intercambio (las ferias) y las caletas.
En particular optamos por una metodología mixta de diseño en paralelo (Hernández, Fernández y Baptista, 2010), en la cual los datos producidos a partir de técnicas cualitativas y cuantitativas fueron integrados para dar respuesta a los objetivos propuestos. Esta opción responde a las posibilidades que visualizamos en la integración metodológica, ya que por un lado las técnicas cuantitativas permitieron abarcar un gran número de participantes y las técnicas cualitativas nos posibilitaron profundizar en algunos aspectos (Bericat, 1998). El uso específico de las técnicas investigativas se organiza en el marco de un enfoque etnográfico que da sentido global a la investigación, de tal manera que la experiencia de campo sistematizada nos permitió contextualizar de mejor manera los datos obtenidos en formatos distintos, pero complementarios.
Específicamente se utilizaron cuatro instrumentos de investigación, dos cuantitativos: encuesta de respuesta tipo Likert y Redes Semánticas Naturales (RSN), y tres cualitativos: entrevistas semiestructuradas, grupos de conversación y registros etnográficos. Tanto para la encuesta tipo Likert como para las RSN, participaron cien personas por cada espacio pesquero-artesanal, es decir, un total de trecientos participantes. Las encuestas tipo Likert plantearon nueve oraciones vinculadas a Mar y ocho a Pesca Artesanal. Frente a cada expresión se presentaron cinco opciones de respuesta -de uno a cinco- desde "Muy en desacuerdo" a "Muy de acuerdo", respectivamente. Las oraciones corresponden a conceptualizaciones e ideas obtenidas de prospecciones e investigaciones etnográficas que se realizaron previamente en el espacio pesquero artesanal, pero en otras localidades con características similares (Saavedra, 2015; Saavedra, Mardones y Torres, 2016). Para las RSN, los conceptos estímulo utilizados fueron "Mar" y "Pesca artesanal". Se solicitó a cada participante asociar cuatro palabras y que las jerarquizara de uno a cuatro, desde la que considerase más cercana (uno) a la más alejada del estímulo (cuatro) (Valdez, 1998). Los datos fueron traspasados a una plantilla Excel, en esta se cruzaron los valores de frecuencia y jerarquía para obtener el peso semántico respectivo. A continuación, las palabras señaladas fueron agrupadas en categorías semánticas. El puntaje de categorización se obtuvo de la sumatoria de los pesos semánticos de las palabras agrupadas. Se seleccionaron las quince categorías con mayor peso, que configuraron la red semántica natural para todos los conceptos estímulo. La categoría semántica con mayor puntaje pasó a ser el núcleo de la red, con un 100 %. Para cada categoría que le siguió en peso, se obtuvo la distancia semántica expresada en porcentaje, a partir de una regla de tres simple. Siguiendo a Valdez (1998), las categorías semánticas ubicadas entre el 99 % y 79 % se consideran atributos esenciales; entre 78 % y 58 %, atributos secundarios; entre 57 % y 37 %, atributos periféricos; y, por último, aquellas con 36 % y menos, atributos personales.
Participaron hombres y mujeres habitantes de los territorios costeros, de diferentes edades y ocupaciones, siempre relacionadas con la actividad pesquero-artesanal. Se consideraron los principios éticos durante todo el proceso de investigación, esto es: voluntad de participación en la investigación, así como el anonimato y confidencialidad de la información producida. Conjuntamente, cada participante firmó un documento de consentimiento informado.
Resultados: representaciones y significaciones del mar y de la pesca artesanal en tres territorios del litoral chileno
Las representaciones y significaciones que a continuación expondremos, sobre el mar y la pesca artesanal expresan -a través de imágenes gráficas (RSN y escalas tipo Likert) y discursivas (entrevistas, grupos de conversación y registros etnográficos)-, los posicionamientos que diversos actores de tres espacios litorales expresan sobre estos tópicos. Como se indica en la introducción, se trata de pueblos costeros organizados en torno a caletas de pesca artesanal cuya vida económica está significativamente vinculada a dinámicas de mercado, ya sea a través de demandas de exportación y de consumo nacional, mediadas por sistemas de distribución empresarial. Asimismo, en los tres se advierte una importante actividad pesquero-industrial y, bajo distintas condiciones, están inmersos, directa o indirectamente, en polos de desarrollo turístico. De modo sintético, convengamos en que los tres territorios poseen una marcada tradición pesquero-artesanal, pero en las tres las dinámicas del mercado, en distintas escalas, presupone que las lógicas de oferta y demanda, y del sistema de precios, vinculadas a flujos de exportación y también a distribución en mercados nacionales, coexisten con las lógicas características de las economías del sustento, ancladas en modelos identitarios localizados.
Tal como se indica más arriba, nos interesa contrastar los supuestos dogmas neoliberales (individualismo, racionalidad instrumental, subjetividad de mercado, ethos del emprendimiento, acción orientada al logro del proyecto personal, atomización de las relaciones sociales, mercantilización de esas mismas relaciones y de la naturaleza, entre otras), cristalizados en un hipotético sujeto neoliberal, con las representaciones y significaciones que en la experiencia etnográfica del 2017, 2018 y 2019 obtuvimos en las propias comunidades/localidades de pesca artesanal.
Cada apartado tiene la siguiente secuencia de representaciones y significaciones: redes semánticas naturales (gráficos radiales), escalas tipo Likert e imágenes narrativas frecuentes, partiendo por mar y luego pesca artesanal. Cada apartado se inicia presentando los gráficos radiales correspondientes a las redes semánticas integradas de los tres territorios (comunidades) y para cada una de los conceptos estímulo. Luego se presenta un gráfico de barra, que integra la información de los tres territorios, cuyo contenido son las respuestas frente a los enunciados de la escala tipo Likert, para Mar y Pesca Artesanal respectivamente. Los resultados que los gráficos exponen (RSN y escalas tipo Likert) se integran con los obtenidos a través de las entrevistas semiestructuradas, grupos de conversación y registros etnográficos.
Representaciones y significaciones sobre Mar
La figura 2 da cuenta de las palabras/expresiones recurrentes que pescadores artesanales, hombres y mujeres, habitantes de comunidades litorales de Los Vilos, Valdivia y Calbuco asociaron al mar, en tanto concepto estímulo. Puede advertirse que la expresión predominante (núcleo de la red semántica) es "recursos del mar" (100 %), al respecto cabe señalar que en esta expresión se agruparon todas aquellas respuestas que aludían a pesquerías específicas (cierto tipo de peces, moluscos o algas). En torno a este núcleo de red, es decir, la expresión con mayor peso semántico, aparece un atributo esencial asociado al estímulo: "trabajo" (93,4 %). En este punto debe indicarse que, de acuerdo con nuestros resultados, para los pescadores artesanales de tres espacios representativos de esta forma de vida en Chile, el mar es básicamente sinónimo de recursos y de trabajo. Como único atributo secundario, la expresión recurrente que las personas encuestadas asociaron al mar fue "vida" (67,7 %), seguido de un único atributo periférico: "sustento" (51,5 %). El resto de los once atributos son todos de tipo personal, es decir, no son socio-antropológicamente representativos.
La figura 3 muestra los resultados del cuestionario en formato escala tipo Likert, aplicado en las mismas localidades y a las mismas personas -pescadores artesanales, hombres y mujeres-. En este caso, interesaba cuantificar el grado de acuerdo con respecto a enunciados u oraciones referidas al sentido que los habitantes de estas zonas litorales asignaban al mar en tanto espacio económico (bajo la perspectiva sustantivista y económico-cultural). En primer lugar, cabe referirnos a ideas que aluden a cualidades del mar en sí, pero en tanto cualidades para las personas (pescadores). Por ejemplo, el mar es: "abundancia", "vida", "peligroso", "propiedad privada", "negocio". La afirmación sobre el mar como abundancia nos resulta controversial, pues, por una parte, predomina el acuerdo (65,4 % de acuerdo y muy de acuerdo); sin embargo, se afirma también -y de forma muy marcada- la idea de recursos del mar "cada día más escasos" (16, 7% de acuerdo y 78,3% muy de acuerdo). La controversia podría relativizarse al interpretar que la abundancia alude al mar como lugar genérico y la escasez al mar como lugar de situaciones contingentes. Una segunda afirmación que llama nuestra atención es aquella que declara al mar como "propiedad privada". Aun cuando en Chile las políticas de privatización, ya sea del borde costero, como de los recursos (pesquerías), han sido patentes, se evidencia un marcado desacuerdo (71,4 %). Mucho más llamativa nos resulta, sin embargo, la alusión al mar como un "negocio", donde el 77 % está de acuerdo o muy de acuerdo.
Otro conjunto de ideas alude a ciertos valores que podríamos asociar a la forma cultural de vida pesquero-artesanal. Aquí no se trata necesariamente de visiones instrumentales, sino más bien de cualidades simbólicas que, al menos en antropología, suelen vincularse a registros identitarios de mayor arraigo histórico -dinámicos, por supuesto-: "el mar es vida", "en el mar me siento feliz" y "en el mar está Dios". Observamos que en todos estos casos existe un grado de acuerdo muy significativo, esto es 96,6 %, 97,7 % y 84,3 % respectivamente. Es decir, vida, felicidad y Dios son evidentemente valoraciones que las comunidades de pescadores asocian al mar.
Las imágenes narrativas y/o discursivas más frecuentes que encontramos respecto del mar, derivan de las entrevistas y de los grupos de conversación, así como de nuestros propios registros etnográficos. Al respecto cabe indicar, de forma general, la notable recurrencia de testimonios sobre el mar como vida, libertad, felicidad, alegría o, en una clave sustantiva: "el mar nos da todo", "es lo que somos" o "el mar es nuestra vida", entre otras. Nuestro enfoque etnográfico de base conversacional (Gudeman y Rivera, 1990), ha permitido evidenciar, a través de la instalación de conversaciones en los espacios cotidianos de las caletas de pescadores o en sus propias casas, que el imaginario sobre el mar, o la narración reflexiva sobre este expresa siempre tres tipos de sentidos: a) uno referido precisamente a esos valores que podríamos definir como identitarios no instrumentales (y tal vez universales), tales como libertad, alegría, felicidad o vida; b) otro tipo de sentido, que podríamos denominar instrumental-sustantivo, alude a lo que el mar da a las comunidades para la realización de la subsistencia; c) por último, un sentido instrumental con arreglo a fines, es decir, pecuniario, orientado a generar dinero a través del intercambio en el mercado.
Presentaremos extractos breves de siete testimonios narrados en entrevistas y grupos de conversación que, a nuestro juicio, retratan de manera significativa los tres sentidos aludidos más arriba. Asimismo, con el fin de contrastar estos registros, enlazaremos las citas textuales con nuestras apreciaciones etnográficas.
Los testimonios que predominan frente a la pregunta por el mar, tanto en las entrevistas como en las conversaciones abiertas, lo inscriben, por un lado, en el sentido sustantivo no instrumental, orientado a valores no mercantiles; y, por otro, en el sentido instrumental-sustantivo. Ciertamente, en algunos relatos, ambos sentidos tienden a entremezclarse. El siguiente registro es particularmente representativo del primer sentido y fue obtenido en el grupo de conversación con pescadores de la caleta San Pedro, en Los Vilos, durante agosto del 2017. Uno de los participantes nos comenta que en el mar "aprendías a bucear, trabajaban en las machas, en los locos. Había grandes cantidades, ha sido generosa en ese sentido la mar, porque ha habido gente que estaba pasándolo mal y había producción. También hubo una sobreexplotación, porque pedían para industria, para exportación" (Pescador artesanal, agosto, 2017). Pudimos observar, en nuestras conversaciones etnográficas, que, de forma muy patente, la pregunta por el sentido del mar casi siempre deriva en una respuesta inmediata que cabría clasificar en la idea de sustento ("el mar nos da todo"), sin embargo, esa declaración frecuentemente remite al mar como proveedor de recursos que en forma de dinero permitirán la realización de la vida material. Se trata de dos momentos de un mismo proceso, aunque no por ello diferenciados. Es lo que nos dice B., comerciante de mariscos en Los Vilos, también proveniente de una familia de tradición marina: "yo me crié aquí en el mar, crecí acá y me voy a morir acá, eso lo tengo claro" [...] Doy gracias a la mar, si me preguntan ¿quién es tu amante? Yo digo el mar, porque me lo dio todo... Todo, porque del mar, con mi esfuerzo y la ayuda de Dios, logré educar a tres hijas con muy buena profesión, vivir bien" (Mujer comerciante, abril, 2018). También en Los Vilos, J. C. sostiene esta misma idea:
[...] el mar para mí ha sido todo, el mar me ha dado todo lo que tengo, tengo mi casa, mi familia bien constituida gracias a Dios. El mar ha sido para mí, madre y padre porque me ha cuidado y yo también lo he cuidado, porque yo sé que al mar hay que quererlo, protegerlo y respetarlo. (Pescador artesanal, octubre, 2017)
El testimonio de M., en Chidhuapi, Calbuco, nos retrotrae incluso a un sentido todavía más profundo, aquel donde, al igual que en los testimonios anteriores, se expresan las formas del don con particular nitidez (Mauss, 2003), incluyendo, por supuesto, las de tipo instrumental sustantiva:
El mar para nosotros es una belleza natural que tenemos, al mar se le debe harto respeto, el mar nos da y nos quita, el mar en un rato podemos tener mucho, viene un viento fuerte y podemos tener nada, viene una marea roja y nos quita todo. (Mujer recolectora, abril, 2017)
Los siguientes dos registros, aun cuando no son recurrentes -al menos en las entrevistas-, expresan con claridad la visión instrumental pecuniaria de la pesca artesanal como actividad económica orientada al mercado, ya sean mercados locales, nacionales o extranjeros. En el primer registro, J. M., comerciante de mariscos, pero de familia pescadora, sostiene que el mar "es todo, nosotros los chilenos no lo sabemos aprovechar, no sabemos la cantidad de beneficios que nos trae el mar y no lo sabemos cuidar, eso es lo más malo de todo" (Comerciante de mariscos, abril, 2018, Calbuco). El segundo registro corresponde a una entrevista realizada a M., pescador y dirigente indígena, en isla Quihua, también en Calbuco. Según M. el mar es para las familias de la isla, en particular para aquellas de tradición pescadora, su principal fuente de ingresos monetarios: "nosotros trabajamos en el mar, porque en el mar está la plata, en los mariscos está la plata" (Pescador artesanal, septiembre, 2017).
Representaciones y significaciones sobre Pesca Artesanal
Observada desde la técnica de las redes semánticas naturales (figura 4), la pesca artesanal, como concepto estímulo, es asociada predominantemente a "trabajo", de modo que en esta expresión reside el núcleo a partir del cual se organiza la red (100 % de peso semántico). Cabe señalar que en este caso también fusionamos expresiones sinónimas (como labor o faena), es decir, referidas a la acción concreta para producir (o extraer) valor, y no al resultado de esta acción que sí remite al sustento propiamente tal. Dicho de otro modo, el trabajo produce valores (de uso y de cambio, para recurrir a la distinción de Marx) que permiten el sustento. A diferencia de lo que advertimos en el caso de "mar", no hay aquí ni atributos esenciales, ni atributos secundarios. Sin embargo, como atributos periféricos aparecen "artes de pesca" (48,8 %) y "recursos del mar" (48,5 %). Tal como se indicó para el caso de "recursos del mar", "artes de pesca" engloba expresiones tales como bote, embarcación, anzuelo, compresor, redes, remos, etc. Es decir, medios o instrumentos de trabajo. La mayoría de los otros atributos recurrentes son de tipo personal, por lo tanto no suponen un peso semántico suficiente para ser representativos de las imágenes predominantes en el espacio pesquero-artesanal.
La figura 5 muestra los resultados obtenidos a partir de expresiones sobre la pesca artesanal. Como en el caso de mar, también aquí estas expresiones se construyeron a partir de información narrativa etnográfica obtenida durante investigaciones realizadas entre el 2011 y el 2015. Además, en la figura 5 se observan algunas ideas referidas a lo que podría entenderse como las cualidades inherentes de la pesca artesanal, y que en este caso darían cuenta de valores asociados a esta forma de vida o actividad. Expresiones como la pesca artesanal es "independencia", "libertad", "alegría", "negocio" o "fuente de dinero" dan cuenta de ello. Dichas expresiones se utilizaron para visualizar qué tan instrumental, en el sentido deliberado y economicista, podía ser la pesca artesanal para sus protagonistas, por esta razón se acudió -como contraste- a ideas que, como en el caso anterior, cabría asociar a valores simbólico-culturales en un sentido identitario. Ahora bien, los contrastes no resultaron evidentes o marcados; por ejemplo, advertimos que la idea de pesca artesanal como "negocio" o "fuente de dinero" genera acuerdos significativos (77 % y 85,4 %, respectivamente) entre las personas encuestadas. Al mismo tiempo se le asignan importantes grados de acuerdo a dos expresiones que aluden a valores que, no necesariamente, cabría relacionar con la economía en tanto articulación a los mercados: la pesca artesanal es "libertad" y es "alegría" -y podríamos añadir "independencia"-, donde también obtenemos altos grados de acuerdo (80,5 % y 84 %, respectivamente). Anticipemos un aspecto que retomaremos en la discusión, "libertad" (y también "independencia") tenían para nosotros un sentido valórico no referido al mercado. Nos parece importante subrayarlo.
En cualquiera de los sentidos teóricos reseñados en nuestra investigación, la pesca artesanal es una actividad económica. Es decir, como forma social de sustento adscrita a modelos localizados de significación (Polanyi, 2009; Gudeman, 2001); pero, también en el sentido limitado, es decir, como sistema productivo organizado a partir de una racionalidad coste-beneficio y sujeto a la ley de la oferta y la demanda. Los testimonios que presentamos a continuación fueron obtenidos teniendo como referencia ambos enfoques, suponiendo que la adscripción a cada uno de esos polos arrojaría luces -en una suerte de gradiente-sobre el arraigo de los dogmas neoliberales en las comunidades de pesca artesanal en Chile.
Los testimonios se organizan de forma muy similar a lo observado en el caso de "mar". Por una parte, se presentan aquellos donde la pesca artesanal aparece pensada, imaginada y representada como una forma de vida, es decir, anclada en valores identitarios no instrumentales; por otra parte, como actividad económica -productiva, principalmente- orientada al sustento, es decir, como sentido reproductivo de esa forma de vida; por último, la pesca artesanal como actividad económica en la lógica del negocio que genera ingresos pecuniarios, en el sentido instrumental más puro.
Los valores sustantivos no instrumentales aparecen muy bien retratados en el testimonio de M., buzo-mariscador, habitante de isla Quihua, sector Pureo (Calbuco), al señalar que "la pesca artesanal es todo para nosotros. Porque ella nos ha dado todo lo que tenemos. El mar nos ha dado todo lo que tenemos" (Buzo-mariscador, septiembre, 2017) . En Valdivia, durante un grupo de conversación con ocho pescadores artesanales de la caleta Los Molinos, pudimos registrar extensos testimonios particularmente enfáticos en representar la pesca artesanal como forma de vida con profundo sentido existencial:
si eligiera de nuevo volvería ser pescador, porque he sido feliz en la pesca, si trabajas te va bien, si te esfuerzas, te va bien, entonces depende de uno nomás, depende de uno y del tiempo. Hay tiempos que son malos y uno tiene que ahí jugar como un ratoncito, uno aprende a vivir así [...], es como la vida misma. A veces mis hijos me dicen: "papá, tú no tienes que bucear más", pero buceo igual porque es algo que me gusta. Más que un trabajo es una pasión. Si usted le pregunta a cualquier pescador del mundo si se cambiaria de pega [trabajo], ninguno le va decir que sí, aunque uno sufra. De hecho uno echa de menos el mar, ahora cuando está malo nosotros nos aburrimos, no hallamos la hora que esté bueno para salir al mar. (Diálogo entre buzos mariscadores, octubre, 2017)
En Calbuco encontramos una expresión muy particular de esta perspectiva, un hijo y un padre, ambos pescadores y buzos, nos comentan que al ofrecer una preparación culinaria tradicional del buceo en el sur, llamada el curanto:
ese servicio, [...] si es tradicional véndelo como se debe, no le mires el lado comercial a todo, gana plata pero entrega algo tú también, entrega una cultura, una creencia, una costumbre, eso es lo que nosotros buscamos, que la gente que nos venga a visitar, que quiera bucear, que conozca nuestras costumbres. (Padre e hijo, buzos y emprendedores de turismo, enero 2018)
Las expresiones que cabe definir como orientadas al sustento, es decir, instrumentales sustantivas, están siempre implícitas en testimonios como los reseñados más arriba. Son los testimonios predominantes, pero son incompletos si soslayamos que el sentido del sustento es la posibilidad (y la necesidad) de vender las capturas y obtener recursos monetarios, casi siempre bajo tratos de intermediación adversos: "El pescador llega a la caleta, pesa el pescado, lo entrega a los vendedores y se va a la casa" (Pescadora artesanal, agosto, 2018). Esta también es una expresión muy recurrente, son prácticamente inexistentes los testimonios de pescadores-comerciantes, en realidad lo que hacen es "entregar" el producto bajo tratos previamente pactados con intermediarios, pero siempre resulta determinante el condicionamiento de ese trato para la economía familiar o para la caleta en su conjunto, como señalan frecuentemente los pescadores: "nosotros no ponemos los precios".
En general, la mayoría de los pescadores reclaman mejores condiciones de comercialización, y lo formulan en las imaginerías sobre el mejor futuro posible, pero también admiten las dificultades estructurales para conseguirlo. Casi siempre se declaran intenciones colectivas de superar esas condiciones, sin embargo, las experiencias han demostrado que el poder de los intermediarios quiebra esa clase de iniciativas.
Ahora bien, las visiones más instrumentales orientadas al beneficio individual suelen ser muy escasas o, al menos, no suelen declararse; aun así, en algunos casos se deslindan ideas que apuntan en esa dirección:
si tú ves los reportajes en Estados Unidos ahora, ellos venden un solo atún a 5000, 7000, 10 000 dólares ¡Un solo atún! Que pesa 200, 150 kilos. Eso es lo que tenemos que hacer nosotros como pescadores, y entender, un cambio. Sacar buenos productos, pero por más plata. (Pescador artesanal, septiembre, 2017)
Para ser justos con este tipo de testimonios, no se trata necesariamente de la evidenciación de una mentalidad empresarial orientada al lucro; sino más bien la de una visión que tiende a concebir la pesca artesanal como un negocio o como una actividad comercial, alejándose en parte del sentido más sustantivo de los modos de vida.
Si bien en este tipo de testimonios la perspectiva de obtener mayores beneficios sigue asociada a un "nosotros", muchos pescadores evidencian que las actuales reglamentaciones administrativas -tanto espaciales como referidas a los cuoteos de captura- van a contracorriente. Es lo que señala J. C. al referirse a la principal medida de administración espacial de pesquerías bentónicas (el Area de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos, en vigencia desde 1993).
Te podría decir que cambió el 100 %, porque éramos una familia, éramos, ahora somos unos enemigos, porque tú no puedes llegar ahora a una caleta, porque empiezan a mirarte, a observarte y si te pueden echar te van a echar... pero antiguamente no, uno llegaba a una caleta, llegabas con el bote... te estaban ayudando, otros estaban cocinado para que tomaras tecito, comieran a la hora que llegaras, [pero] ahora tú llegas a una caleta y no te ayudan en nada... te andan observando para dónde vas a trabajar, llegan uno o dos, pero no llegan a ayudarte, llegan a mirar qué es lo que tú traes, eso pasó con la áreas de manejo. el pescador era una sola familia, ahora es pura envidia, desconfianza. (Pescador artesanal, octubre, 2017)
Por último, nos interesa explicitar que los resultados aquí expuestos no tienen un propósito comparativo, no porque las diferencias y los matices estén ausentes, sino porque creemos que contrastar el sentido de la vida pesquero artesanal -en tanto vida económica- con los dogmas neoliberales en un país modelo en ese registro, es, en términos globales, una empresa de mayor relevancia.
Discusión y conclusiones
Los resultados de la investigación acerca de representaciones sociales y significaciones económico-culturales sobre el mar y la pesca artesanal en tres espacios litorales, evidencian que existe un contraste considerable entre estas imágenes (expresadas aquí a través de gráficos y narrativas discursivas) y los dogmas neoliberales que se han implementado y arraigado en diversos sectores de la sociedad chilena. No se trata, sin embargo, de mundos inconmensurablemente distantes; tal como puede advertirse en las escalas tipo Likert, en la aparente ambivalencia de concebir al mar como lugar de vida y felicidad, y simultáneamente como negocio, estriba en una condición híbrida de la realidad y puntualmente de la economía, tal como sugiere Gudeman (2001). Es decir, los pescadores artesanales y las comunidades costeras tradicionales son capaces de moverse en ambos registros, pero a través de una gradiente de sentidos entre el polo más sustantivo (Polanyi, 2009), y aquel que cabe asociar una razón instrumental economicista característica del neoliberalismo (Harvey, 2011). Menos paradójico resulta el contraste entre un mar de abundancia y al mismo tiempo de recursos cada vez más escasos. Ciertamente, los pescadores no ven solo imágenes actuales o del presente -donde aún hay abundancia, al menos de algunos recursos- sino también imágenes en proceso, aquellas donde los recursos efectivamente se agotan en el marco de una demanda exportadora que, en sus propios testimonios, ha ido expoliando los bancos naturales de mariscos y las pesquerías en general.
En el caso de la pesca artesanal, como representación social y significación económico-cultural, ocurre algo muy parecido. Por una parte, son muy evidentes los acuerdos que la asocian a la vida, a la independencia y a la libertad (en ningún caso en un sentido restringido, al estilo de Hayek), pero también lo son aquellos que la vinculan con la posibilidad de generar dinero y concebirse como un negocio. La cuestión parece ser otra, pues al cotejar esta polivalencia en las expresiones cerradas, con los testimonios narrados advertimos que los sentidos del dinero y del negocio son en realidad instrumentales, pero lo son en tanto que permiten la reproducción de esa forma de vida pesquero artesanal, aquella que no solo provee recursos e ingresos, sino también valores inmateriales que configuran las subjetividades colectivas. En clave weberiana se podría admitir aquí que se trata de un tipo de racionalidad económica con arreglo a valores. En el caso del mar ocurre exactamente lo mismo, el mar no es fuente de recursos para satisfacer el egoísmo calculista de individuos que se mueven en el mercado, el mar es el espacio donde se realiza la vida pesquero artesanal. Constituyen parte de un mismo lugar, aquel que le da sentido a la vida, aquel donde ocurre la vida. Son explícitos los testimonios, en los tres casos territoriales, al retratar que la relación con el mar presupone el don y la deuda (en el esquema de Mauss, dar, recibir y devolver), de tal modo que en su representación social y en su significación económico-cultural hay también un notable contenido moral. El mar nos da todo, pero también nos puede quitar todo, al mar hay que cuidarlo, quererlo, respetarlo.
Las redes semánticas naturales marcan las distancias más elocuentes. No hay allí otra instrumentalidad que no sea la del sustento, la de los recursos para la vida, la del interés en persistir como forma de economía. Es llamativo que ningún atributo representativo inscriba algún sentido en la lógica del ethos neoliberal, aun cuando, luego, discursivamente o en nuestras observaciones de campo, las distancias no sean tan extremas, pues advertimos que en realidad se trata de economías del sustento, ancladas en valores que se deslindan de la racionalidad del lucro, pero que, sin embargo, están también inmersas en las dinámicas y en las lógicas del mercado global. Cabe concluir que estas configuraciones económicas son híbridas, sin embargo, persiste en ellas un marcado predominio de valores sustantivos e identitarios (histórico-culturales) que no podemos entroncar en la lógica de los dogmas neoliberales, por cierto, hoy en día profundamente cuestionados por el conjunto de la sociedad chilena.