Introducción
¿Por qué solemos pensar en el campesinado como un obstáculo al crecimiento económico? ¿Por qué es común creer que la producción campesina está amarrada al pasado? Estas ideas, incrustadas en muchas teorías sobre el desarrollo -incluso entre economistas críticos, como el ganador del Premio Nobel Arthur Lewis-1 tienen varias posibles explicaciones. Una de ellas es la influencia de las ideas económicas que perciben a los campesinos como opuestos al desarrollo.2 Otra es la creencia de que así como las políticas de desarrollo en Europa transformaron a los campesinos en trabajadores industriales,3 el proceso debe ser igual en América Latina.
El antropólogo Arturo Escobar ha sugerido que las teorías económicas son responsables de dicho prejuicio.4 Por su parte, la investigadora Naomi Klein argumenta que un grupo de economistas, liderado por Milton Friedman, utilizó a América Latina como laboratorio para implementar teorías del desarrollo.5 Y no en vano, pues la adopción de políticas de desarrollo dictadas por académicos o agencias del gobierno estadounidense ha sido documentada en Colombia en múltiples ocasiones.6 Al respecto, Escobar afirma que tales políticas han sido incompatibles con la realidad social colombiana, 7 mientras Klein sostiene que las políticas impulsadas por Friedmann reversaron el proceso de industrialización en Chile y Argentina.8 No obstante, estas teorías se esparcieron entre la élite colombiana -y el público en general-9 y su adopción impidió la búsqueda de alternativas de bienestar material.10
Varias investigaciones coinciden en que las políticas económicas para forzar la migración campesina a la ciudad y el crecimiento de la violencia en Colombia están relacionadas.11 Mauricio Uribe ha denominado "sesgo anticampesino" a la aceptación de dichas políticas económicas en la política colombiana.12 Aunque muchas investigaciones han mostrado la necesidad de una reforma agraria orientada por el Estado y no por el mercado, la opinión pública ha aceptado el llamado "sesgo anticampesino". Desmontarlo en la opinión pública es un desafío pendiente en la agenda investigativa colombiana, y por ello es importante entender el origen de esa idea.
En Colombia, aún se debate la contribución económica de la población campesina. En la primera mitad del siglo xx, los gobiernos del país buscaron modernizar la sociedad a través de políticas gubernamentales que fortalecieron y ampliaron la clase media urbana. Para hacerlo, desplazaron a la población campesina hacia las ciudades. Y, con frecuencia, las élites rurales consintieron la violencia para acelerar esa expulsión. El propósito era transformar a los campesinos en trabajadores industriales. Esta migración, sin embargo, aumentó el desempleo y profundizó la exclusión de la participación política del campesinado. En algunas regiones, los habitantes respondieron a la presión por medio de las armas, y la tensión resultante se transformó en un prolongado conflicto armado interno -que incluye el periodo conocido como La Violencia (1948-1957), el surgimiento de guerrillas liberales y, más tarde, de guerrillas comunistas (1964)-. Aunque otros países de América Latina tuvieron experiencias similares, Colombia ha permanecido en un conflicto armado desde entonces.
A la luz de este problema, cabe preguntar cómo se adoptaron estas ideas de desarrollo en países cuya historia económica difiere de la europea y norteamericana. Así, este artículo estudia el semanario El Campesino, un medio de comunicación significativo durante el régimen bipartidista colombiano conocido como Frente Nacional, que fue publicado por una organización sin ánimo de lucro ligada a la Iglesia Católica llamada Acción Cultural Popular (Acpo). La importancia de este periódico radica en su capacidad de llegar a las zonas rurales de Colombia e influenciar la opinión de campesinos y de élites locales. El semanario nació junto al Frente Nacional. Por ello, el estudio de sus primeras ediciones (1958-1962) es central para entender su relación con un régimen que, a la vez, surgió en un momento de gran influencia estadounidense en Colombia y América Latina.
A pesar de hacer parte de un sector crítico de la Iglesia católica, Acpo y el semanario adoptaron un lenguaje promovido por el Frente Nacional que favorecía las políticas económicas de Estados Unidos para América Latina. Tal lenguaje, argumentamos, ha contribuido a promover la idea del campesinado como un obstáculo al desarrollo. El artículo polemiza aquellas investigaciones que sostienen que El Campesino y Acpo promovieron una postura crítica ante el gobierno y contribuyeron a la consolidación del movimiento campesino colombiano.13 Por el contrario, busca ilustrar que El Campesino reprodujo una visión del campesinado como vulnerable e incapaz de participar en la vida económica nacional.
El análisis presentado en este artículo se inspira en los trabajos de Norman Fairclaugh sobre el papel político del lenguaje. De ahí que llamemos "actos comunicativos" a los usos del lenguaje para influir sobre la vida social y material del campesinado en Colombia. Nuestro análisis acude a los textos de El Campesino como evidencias de tales actos comunicativos y los estudia como un lenguaje con estructura propia. Además, enlaza el estudio del periódico con su contexto histórico para entender la relación entre dichos actos comunicativos, las políticas del Frente Nacional y la política económica norteamericana hacia Colombia.
Como veremos, el lenguaje de este periódico contribuyó a asociar a los campesinos colombianos con la ignorancia y la ineficiencia económica. Según el semanario, tales características hacían a esta población especialmente vulnerable al comunismo. Y, en sintonía con el Frente Nacional, se mostró al campesinado como aislado de la tecnología y el control gubernamental (pese a que, al ser un país no industrializado, Colombia dependía de las zonas rurales para su crecimiento económico). En las líneas siguientes, sostenemos que, al iniciar el Frente Nacional, el gobierno colombiano temía que el desarrollo económico dependiera de campesinos ignorantes incapaces de explotar la tierra.
El argumento central está organizado en tres secciones. La primera ilustra las bases del análisis para entender la estructura argumentativa de El Campesino. La segunda presenta la relación entre el lenguaje de El Campesino y el del Frente Nacional sobre el campesinado. La tercera muestra cómo los lenguajes del semanario y del Frente Nacional coincidieron en describir al campesinado como un sector que impedía el bienestar económico colombiano.
Análisis crítico del discurso e historia
El estudio de fuentes por medio del análisis crítico del discurso (ACD) hace parte de la búsqueda de un cambio político en los estudios históricos. Sus promotores han insistido en la necesidad de contrariar las formas de poder predominantes y en estar del lado de los sectores oprimidos.14 Esta perspectiva histórica se aproxima a las fuentes como actos comunicativos que sostienen el poder de las élites y escruta cómo estos influyen en la opinión pública. Esa capacidad constituye la función social del lenguaje y tiene efectos en la vida material: el lenguaje del poder es al mismo tiempo práctica material y práctica semiótica.15 Por estos motivos, el ACD no se limita a una serie de pasos. Como teoría, busca quitar el velo que cubre las relaciones de poder.16 Como método, intenta revelar incoherencias en el discurso de las élites.17 No obstante, su propósito no es declarar qué es moralmente correcto, sino exponer el lenguaje del poder para explicar por qué ciertas decisiones de las élites son aceptadas.18
El ACD se alimenta de las teorías de la función del lenguaje.19 Su supuesto principal es que el lenguaje no es simplemente la enunciación verdadera o falsa de lo que los seres humanos piensan, sino una acción que crea, modifica o impide relaciones sociales.20 Así, el lenguaje es tanto significado como práctica.21 Dicho de otro modo, con las palabras hacemos cosas (parafraseando el título de la obra clásica de Austin). Sin embargo, eso solo ocurre si esas palabras tienen significado y las formulamos en el momento y en las condiciones adecuadas. No basta con que las élites digan cosas para que los explotados cumplan sus deseos. Hay que entender también bajo qué circunstancias lo hacen. Para que exista "discurso", deben existir condiciones sociales tales que quienes tienen el poder puedan usar el lenguaje a su favor. Así, la escuela del ACD entiende por "discurso" la capacidad de influir en las vidas de otros por medio del lenguaje. "Discurso" es un conjunto de prácticas sociales lingüísticas, rodeadas de otras prácticas sociales. Estas últimas abonan el escenario en que dichas prácticas lingüísticas influyen en la sociedad.22
Quienes practican el ACD suelen partir del análisis de la estructura. Esta se refleja en "macrotemas" o "macroestructuras", a su vez divididos en "subtemas", articulados por instrumentos "interdiscursivos".23 Interdiscur-sividad es la relación entre variedades discursivas resultantes de diversas maneras semióticas de crear la realidad social. Es decir, los diferentes tipos de discurso representan la vida social desde diversas posiciones políticas, de clase y de otras jerarquías sociales. Por ejemplo, los gobiernos representan a los campesinos de formas diferentes a los científicos sociales o a las empresas privadas. Estas variantes discursivas están ligadas a estilos que reflejan identidades sociales. Tales variantes se articulan creando una red, llamada "orden del discurso", dentro de la cual unas variantes dominan a otras.24
Siguiendo el modelo del sociólogo Norman Fairclaugh, basado tanto en el estudio de la acción como en el de los aspectos semióticos, este artículo parte de la definición del siguiente problema:25 la suposición impuesta a los campesinos de ser un obstáculo al desarrollo, por ser ignorantes, ineficientes y vulnerables al comunismo. De tal manera, el Frente Nacional logró entorpecer la participación política del campesinado en los cambios económicos. Para hacerlo, creó un orden del discurso, es decir, una red de representaciones del campesinado, de la cual el semanario El Campesino es un eslabón.
Para escrutar el papel de El Campesino en el discurso del Frente Nacional, acudimos al "análisis interaccional", es decir, al análisis de la interacción del lenguaje o su capacidad para hacer cosas.26 La prensa, por ejemplo, se dirige a alguien, busca incidir en las acciones de otros e interactúa para crear relaciones. El análisis interaccional se divide en dos partes. La primera es el análisis interdiscursivo, que estudia la relación de varios tipos de discurso para crear un "orden del discurso". La segunda es el análisis lingüístico y semiótico del lenguaje utilizado en dicha red de discursos. Para ello, hemos seguido el modelo de la lingüística sistémica funcional.27 Así, acudimos al estudio de los elementos gramaticales constitutivos del discurso entendido como si fuera un "texto" y lo que estos revelan sobre el lenguaje en que está escrito. Siguiendo al lingüista Michael Halliday, el análisis de la lingüística sistémica funcional escruta la gramática del "texto" para entender su significado y capacidad de acción.28
Este artículo ilustra los resultados del análisis del discurso de El Campesino como una variante discursiva del orden del discurso sobre el campesinado del Frente Nacional. Para ello, presenta ejemplos representativos del discurso del periódico, intentando desvelar la relación entre los componentes gramaticales de las oraciones utilizadas en sus notas editoriales. Siguiendo a Fairclaugh29 y Halliday,30 el análisis presentado aquí supone que la estructura gramatical de la oración ayuda a revelar las formas de construcción de significado en el texto.
El análisis que condujo a este artículo partió de la oración como unidad central del significado en los textos. Tras analizar todas las notas editoriales de 1961, se transcribieron las oraciones con las siguientes palabras clave: "campesino/s", "campesinado", "campo", "tierra", "educación", "violencia", "comunismo", "gobierno", "bandolerismo", "cristianos", "cristianismo", "Frente Nacional" y "reforma agraria". Luego, cada oración se organizó en una hoja de cálculo y se dividió en elementos básicos de su estructura gramatical: sujeto y predicado. La hoja de cálculo también permitió la identificación de otros elementos gramaticales estructurales: tiempos verbales, pronombres y adjetivos frecuentes. Aquí se ilustran algunas de las estructuras gramaticales características del discurso de El Campesino y sus vínculos con el discurso del Frente Nacional.
El análisis se concentró en 1961 por dos motivos. El primero es que la ley de reforma agraria emitida durante el Frente Nacional fue debatida y aprobada ese ano. Por ello, 1961 refleja con mayor claridad el proyecto político del Frente Nacional y su sintonía con el semanario, sin que ello signifique que tal alianza se mantuviese intacta para siempre. El segundo motivo es que el análisis gramatical concentró el estudio en una muestra textual muy amplia en términos de textos analizados, pero el análisis de cada oración nos obligó a limitar el número de anos analizados.
El Campesino como instrumento de los objetivos del Frente Nacional
El lenguaje de El Campesino es un ejemplo del lenguaje del Frente Nacional. Por ese motivo, estudiar sus artículos como evidencia histórica de una estrategia política requiere entender las características centrales del Frente Nacional. Las investigaciones senalan que esta coalición política fue necesaria para acabar la violencia entre los partidos conservador y liberal, pero también coinciden en que limitó el ejercicio de la democracia y generó nuevas formas de violencia contra los movimientos sociales. Los analistas de este fenómeno han explorado desde la reducción de la violencia bipartidista y el surgimiento de nuevas formas de conflicto31 hasta la "modernización" de la clase media32 y la exclusión de ciertos partidos políticos.33 Y, aunque difieren en cuanto a las consecuencias del régimen, todos resaltan la restricción a la participación democrática. El Frente Nacional prometió estabilidad de las instituciones gubernamentales, pero para ello impidió reformas económicas estructurales, silenció a la oposición y persiguió a los movimientos sociales.34
Después de la Segunda Guerra Mundial, Colombia experimentó un ligero crecimiento económico debido a las exportaciones de café, pero la dictadura de Rojas Pinilla, que precedió al Frente Nacional, fracasó en protegerlo. Desde 1957 y durante la década de 1960, la inflación creció a dos dígitos. Por su parte, los gobiernos conservadores de la década de 1950 protegieron la incipiente industria colombiana con impuestos a las importaciones. Sus políticas crediticias beneficiaron a la industria, pero no tanto como para hacerla competitiva. Durante estos anos, las ciudades colombianas crecieron y la población rural migró a las ciudades, huyendo de la violencia y buscando empleo.35 Mientras en otros países latinoamericanos un proceso similar engendró un populismo sindicalista, en Colombia los gobiernos no tuvieron el apoyo de los sindicatos. El crecimiento económico cafetero, sin embargo, no duró mucho. En 1955 los precios del café cayeron, mientras el gobierno militar mantuvo un altísimo nivel de gastos, lo cual condujo a una crisis que enfrentó al gobierno y a la población rural.36
El Frente Nacional intentó reducir dichas tensiones con estrategias de planeación para el desarrollo creadas por la Alianza para el Progreso, una política de los Estados Unidos que buscaba impedir la expansión del comunismo en América Latina. Para ello, limitó la participación democrática y los derechos civiles. En este régimen, los partidos liberal y conservador se turnaron el control del poder ejecutivo, mientras que el partido comunista fue declarado ilegal; por tal motivo algunos líderes de este último entraron a partidos alternativos legales, como el Movimiento de Reforma Liberal (MRL) y la Alianza Nacional Popular (ANAPO).37
La relación con el campesinado adquirió importancia central para el Frente Nacional. La propiedad de la tierra, por ejemplo, era fundamental, pues la disputa violenta por la tenencia estaba empujando al campesinado hacia las ciudades. Sin embargo, la tensión entre liberales y conservadores obstaculizaba la redistribución de la tierra. El sector industrial, por su parte, presionó para mantener políticas proteccionistas de créditos a largo plazo con bajas tasas de interés, pero sin una redistribución de la propiedad; dichas políticas solo podían beneficiar a grandes y medianos propietarios de tierras y no a campesinos que subsistían con pequenas propiedades. Las ideas de las élites del momento hacían al gobierno suponer que los campesinos abandonarían la producción tradicional para proletarizarse en la industria urbana o rural. Así, los medianos propietarios de tierra modernizarían la producción agrícola, aprovechando los créditos del gobierno.38
La primera edición de El Campesino se publicó en junio de 1958 -el mismo ano del primer gobierno del Frente Nacional-. Muy pronto multiplicó su tiraje semanal y se convirtió en el periódico de mayor circulación rural en Colombia,39 con una audiencia amplia en la región andina y el Caribe. La Iglesia garantizó que la población analfabeta y las élites locales accedieran al contenido.40El Campesino y la emisora Radio Sutatenza fueron parte de una estrategia de Acpo para educar al campesinado, la cual incluía la impresión de materiales educativos y centros de educación para adultos, llamados institutos campesinos. Acpo actuó en alianza con el Frente Nacional en varios proyectos de vivienda social, educación y salud pública.
Algunos describen a El Campesino como un esfuerzo exitoso por "modernizar" al campesinado. Y, en esa línea, enfatizan en la efectividad del semanario y de Radio Sutatenza para alfabetizar las zonas rurales.41 Otros sugieren que El Campesino contribuyó a moldear el comportamiento político de la población rural42 o a presentar al campesinado como responsable de su propio desarrollo.43 Por esa razón, subrayan su propósito de valorar al campesinado y apoyar la ley de Reforma Agraria de 1961, e insisten en que el semanario conectó a la población rural con la política nacional, denunció la violencia rural y capacitó a la población para usar servicios del gobierno. Sin embargo, dos características de El Campesino han sido menos exploradas. La primera es su insistencia en cambiar las costumbres campesinas a través de la educación. La población campesina era representada como ignorante, no solo por ser analfabeta, sino por desconocer la diferencia entre el comunismo y la sociedad libre y católica que el Frente Nacional y la Iglesia prometían. Debido a esa supuesta ignorancia, El Campesino insistió en educar a la población rural para alcanzar el progreso. La segunda característica es la tendencia de la publicación a hablar a una población rural percibida como católica y víctima de la violencia, en oposición a otro sector rural que el semanario entendía como comunista y violento. El Campesino, en efecto, promovió una política derivada de la Alianza para el Progreso que limitaba la reforma agraria para protegerla de las influencias supuestamente extremistas que la ponían en peligro.
Lo anterior no significa que El Campesino y ACPO no hubiesen tenido diferencias políticas con los gobiernos del Frente Nacional. Rojas,44 Yie y Acevedo45 explican que el semanario apoyó la implementación de la reforma agraria incluso cuando el gobierno la frenó. Yie y Acevedo46 insisten, además, en que existía una distancia importante entre un sector ortodoxo de la Iglesia católica y otro más progresista-que incluía a ACPO y El Campesino-, y subrayan que con el tiempo El Campesino y ACPO perdieron apoyo financiero debido a ello. Sin embargo, el lenguaje de El Campesino revela su sintonía con las políticas gubernamentales estructurales y de largo plazo durante el primer gobierno del Frente Nacional.
Las siguientes líneas buscan subrayar las dos anteriores características del discurso de El Campesino. Explorarlas ayudará a entender la aceptación común de la idea del campesinado como víctima ignorante de la violencia o del comunismo y por qué históricamente las políticas colombianas han percibido a los campesinos como obstáculo al desarrollo.
Primera estructura temática y su base gramatical: la representación del campesinado
Aunque en ocasiones El Campesino afirmó que las comunidades campesinas eran agentes de su destino, el lenguaje usual del semanario indicaba lo contrario. El campesinado era presentado como víctima u objeto de las acciones de otros. Por ejemplo, el 5 de febrero de 1961, el periódico explicó las razones por las cuales los campesinos eran víctimas de la violencia y sostuvo que solo ellos podían detenerla. Sin embargo, al mismo tiempo, la estructura gramatical del lenguaje mostraba a los campesinos como víctimas incapaces de actuar por sí mismas, como revela el título de la editorial: "Los campesinos deben ser organizados eficazmente".47 El uso de la voz pasiva sugiere que la acción de organizarlos no es decisión de los campesinos. Alguien más debe hacerlo.
A continuación, El Campesino argumentó que la organización campesina no debía estar en manos del gobierno, pues las "soluciones empleadas por el gobierno han sido un fracaso".48 Y, para evitar culpar al gobierno o a los campesinos de acciones violentas, se refirió metafóricamente a la violencia de la siguiente manera: "la violencia está en el fondo de los corazones y de allí no se la puede sacar ni con fusiles ni con decretos".49 De esta manera, la violencia se presentaba no como resultado de una decisión de las personas -fueran del gobierno, campesinos o guerrillas-, sino más bien como una fuerza en los corazones colombianos. La oración utilizaba la voz pasiva para referirse al proceso de liberar al corazón de la violencia, porque de allí "no se la puede sacar", ¿pero quién debía sacarla?
El editorial del 5 de febrero de 1961 explicaba que ni el gobierno, ni los partidos políticos podían ofrecer una solución, pues aunque fingieran ser inocentes, eran culpables de la violencia: "todos [los partidos], hasta los comunistas, se declaran inocentes, no tienen la culpa, y la condenan [a la violencia]". Sin embargo, poco después, se preguntaba: "jquiénes son entonces los que están ordenando matar a los campesinos?". El gobierno no condenaba la violencia por principio, decía el editorial, sino por miedo: Las entidades económicas tienen miedo de que se disminuya la producción agrícola y por eso condenan la violencia. Las entidades políticas y militares tienen miedo de que se turbe la paz y se les originen problemas de orden. La condenación y reacción contra esta violencia, no puede tener tan vil motivo y tan deleznable base.50
El Campesino ofrecía dos soluciones a la violencia. La primera era el catolicismo, "que es doctrina de amor, es la única solución que le queda al país", pero la gramática de la segunda revela más sobre cómo el periódico entendía al campesinado: "la segunda solución indispensable, es la organización de los campesinos, para salvarse, impedir la muerte de sus mujeres y de sus hijos y hacerle frente al enemigo". De nuevo, la solución no era que los campesinos se organizaran, sino "la organización" de los campesinos. Así, la estructura gramatical de la oración presentaba a los campesinos como un componente del objeto: "la organización de los campesinos". De hecho, el semanario sugería una organización nacional campesina: "tan sólo una gran organización campesina, veredal, municipal y nacional, puede imponerse, pedir que se aplique justicia, y que se modifiquen los códigos y las leyes". Pero, .jquién crearía esta organización? Las dos soluciones de El Campesino no eran independientes, sino graduales: primero el catolicismo; segundo, la organización. Por ello, la estructura de las oraciones del periódico presentaba a la organización campesina como el objeto gramatical: "la segunda solución... es la organización de los campesinos...".51
El mismo editorial mostraba con igual claridad la idea del campesinado como incapaz. No sugería que la población campesina actuase para reducir la violencia, sino lo siguiente:
Tan sólo una gran organización campesina, veredal, municipal y nacional, puede imponerse, pedir que se aplique justicia, y que se modifiquen los códigos y las leyes, si estos son inoperantes, e impedir que los campesinos sigan siendo llevados, como corderos al matadero...52
La comparación con "corderos al matadero" reforzaba la idea de que los campesinos no serían quienes demandarían justicia o cambiarían la ley. Sería la organización la que los protegería de la violencia. Es el sujeto de la oración quien cumple la acción: "imponerse", "pedir justicia", "impedir". "Los campesinos", en cambio, aparecen en voz pasiva y son comparados con corderos llevados al matadero por un sujeto ausente.
En lo referente a la violencia, El Campesino presentó al gobierno como incapaz de controlarla, al partido comunista como culpable de esta y a la población campesina como capaz de denunciarla. Con frecuencia, los campesinos aparecieron en voz pasiva, siendo objeto de acciones de agentes desconocidos o de la violencia misma: "y sin embargo, cientos de miles de campesinos han caído masacrados por bandas de forajidos que al parecer resultan invencibles y mantienen una superioridad total sobre las fuerzas del orden".53 Además, condenar la violencia contra los campesinos no era una acción de ellos mismos. El Campesino no los representaba como actores que exigían acciones del gobierno, que denunciaban a grupos militares o huían a las ciudades, tal y como ilustra la siguiente oración: "diariamente esas bandas escriben una nueva página de horror e indefensas familias campesinas son exterminadas sin piedad y sin que apenas quede memoria de su estéril sacrificio".54 Aquí, los adjetivos "indefensas" y "estéril", ligados al sustantivo "campesinas", fortalecen la idea del campesinado como incapaz de denunciar y sugieren que cualquier acto de la población campesina era inútil.
Las anteriores estructuras temáticas reflejan una estrategia presente en El Campesino a lo largo de 1961. Su base gramatical consistía en presentar al campesinado como objeto de la oración, de la acción de otros y como víctima de la violencia. En estos ejemplos, la palabra "campesino" es el objeto de la acción en la estructura gramatical; los verbos son ejecutados sobre los "campesinos", palabra que rara vez aparece como sujeto; y las oraciones tienen la función de describirlos siendo violados, asesinados o decapitados. De esa manera, la voz pasiva reforzó la estrategia del semanario al retirarle a la población campesina su capacidad de actuar y, en ese sentido, negar su capacidad de acción política.
Segunda estructura gramatical: la representación del comunismo
Aunque en ciertos pasajes El Campesino culpó de la violencia al partido comunista, por lo general tendió a presentarla como producto de la acción de un sujeto abstracto: el comunismo. El semanario también culpó al gobierno de ser incapaz de detener la violencia, pero rara vez mencionó la violencia de Estado. En cambio, argumentó que el comunismo crecería en un país de ignorantes, sin valores cristianos y lleno de desigualdades, y afirmó que el gobierno permitía al comunismo crecer porque los partidos en el poder habían olvidado los valores cristianos. Estos eran presentados ligados a la democracia, como demuestra el siguiente fragmento:
Y Colombia ha venido siendo un campo apropiado para ese partido [el Partido Comunista], no solamente por las condiciones generales de ignorancia y miseria de las gentes y por las grandes desigualdades económicas y sociales, sino por la inconciencia de sus clases dirigentes cuya visión del problema está íntimamente limitada por su propio egoísmo y su carencia de sensibilidad cristiana y democrática.55
Al presentar los adjetivos "cristiana" y democrática" ligados al sustantivo "sensibilidad", la oración sugiere que cristianismo y democracia comparten un vínculo intrínseco y que son contrarios al comunismo. Así, la violencia sería un acto del comunismo contra el cristianismo y la democracia, no contra el campesinado. Aquí, las muertes campesinas parecen circunstanciales; y el gobierno y los políticos, observadores. La verdadera lucha ocurría entre fuerzas por encima de los ciudadanos. Para El Campesino, esta era una guerra implícita entre la civilización y el comunismo, y, para bien o mal, los campesinos no eran actores en ella.
La violencia fue un tema frecuente en los editoriales de El Campesino y siempre estuvo ligada a una causa: el comunismo. Al respecto, llama la atención que el semanario no solía hacer referencia al partido comunista ni describía a los campesinos como comunistas. Tampoco hacía referencia a "guerrillas comunistas". Lo que encontramos, en cambio, es que empleaba la palabra comunismo como el sujeto de la oración. Por ejemplo: "el propósito del comunismo es crear un régimen de miseria en el campo".56 Además, el periódico no describía al comunismo como una ideología, un partido, un movimiento o un proyecto político, sino como algo semejante a una persona: tomaba decisiones, tenía propósitos, hacía planes y atacaba al campesinado: "la violencia, el bandolerismo, el comunismo, no les permitirán a los campesinos ser hombres, sino que los obligarán a descender al nivel de fieras, movidos por el demonio de la venganza".57 La palabra estaba asociada a atributos humanos ligados a la violencia contra los campesinos: el comunismo realizaba acciones de las que solo era capaz un grupo de personas.
El Campesino también declaró que el Ejército era incapaz de detener el comunismo, pero no lo responsabilizó por la violencia: "el ejército tan sólo llega, como el arcoiris [sic], después de que ha pasado la tormenta. Recoge los muertos. Pero nada más puede hacer". En cambio, lo presentó como un actor impotente e inocente: "para proteger a los campesinos sería necesario que en cada casa rural el ejército montara guardia. Pero esto es imposible. El imperio del miedo se establece en el campo".58 En este ejemplo particular, vemos un Ejército que no podía proteger a la población campesina y al comunismo como un imperio. El periódico incluso redujo las acciones de las fuerzas armadas contra los campesinos: "Algunos atropellos morales cometidos hacen que los hogares campesinos tiemblen ante la llegada de la tropa.. .".59 Esta oración ilustra de qué manera El Campesino utilizó el lenguaje a favor del Frente Nacional, en este caso para exculpar al Ejército, modelando la estructura gramatical: el Ejército, como autor de esos "abusos morales", queda conscientemente ex-cluido de la oración; los "abusos morales" no son equiparables a la violencia del comunismo; y no es el Ejército quien hace a los campesinos temblar. De esta manera, el semanario trasladó la causa del miedo campesino al Ejército a los "abusos morales", cuyos autores se negaba a senalar.
Si el Ejército parecía libre de responsabilidad por la violencia y era incapaz de detener al comunismo mientras este se extendía por el campo como un imperio, entonces, ¿cómo era posible detenerlo? El Campesino sugería lo siguiente: "una doble solución es indispensable. Que se catolice a los católicos. Que se recristianicen los cristianos. Porque la falta de un verdadero cristianismo es lo que engendra y produce a los bandoleros y al comunismo".60 Este lenguaje sugería una batalla histórica entre civilización y violencia, en la cual la civilización era católica y la barbarie era el comunismo. En esta lucha, sin embargo, los campesinos quedaban excluidos, mientras continuaban siendo objeto de la violencia: "la violencia, el bandolerismo, el comunismo, no les permitirán a los campesinos ser hombres". Presentados permanentemente como objetos de la oración, los campesinos no aparecían en el semanario a la manera de duenos de su destino. No eran actores en la historia de la civilización contra la barbarie.
Como mencionamos, el principal sujeto gramatical de esta reiterada estructura en el lenguaje de El Campesino fue el comunismo, como revela este fragmento en el que el semanario se refirió al contexto internacional (particularmente de China, Cuba y la URSS) y lo comparó con la violencia en el campo colombiano:
Lo que está en guerra es el régimen comunista de la tiranía y la esclavitud contra el régimen de la libertad. Los hombres no pueden escoger ahora sino una de estas dos cosas: la de ser esclavos bajo la dictadura roja, o libres bajo la bandera del espiritualismo y la democracia [...] En América Latina, el comunismo será detenido. No sabemos a qué precio, pero lo será.61
La elección del sujeto en la primera oración sirvió para subrayar las características del comunismo: este era el que hacía la guerra, el que se enfrentaba a la libertad. La segunda oración, por su parte, acudió de nuevo a la voz pasiva: en la primera frase, el comunismo era el responsable de la guerra; en la segunda, el comunismo era el perdedor.
El Campesino, en varios editoriales, insistió en la personificación del comunismo como un asunto central de los problemas campesinos y la política: "la verdad es que hoy en día en Colombia, el comunismo es una realidad terriblemente grave y que es absurdo pretender combatirla con actitudes emocionales o histéricas". Para el semanario, el único camino para superar el comunismo era la "unión" (es decir, el Frente Nacional); de ahí que aferrarse a los rencores entre liberales y conservadores significara alimentarlo: "la calamidad sube de punto cuando vemos a los promotores de la desunión colombiana, que es el mejor caldo de cultivo para que el comunismo prospere, declararse anticomunistas".62
El Campesino también enfatizó su obligación de luchar contra el comunismo y declaró que protegería el proyecto de ley de reforma agraria de quienes intentaran danarlo:
Esta página permanente será nuestra respuesta continua, y en ella nos proponemos orientar, educar y muy especialmente mantener vigilante la opinión pública sobre el desarrollo que tome la ley agraria, con el fin de vigilar y estar alerta en la defensa de la justicia y de los derechos y deberes del pueblo rural.63
Se trataba de una defensa justificada ante la amenaza comunista. Y, para hacerla, acudió una vez más al comunismo como sujeto de la oración:
La Consigna del comunismo, aprobada en su último congreso en México, es emplear las Reformas Agrarias de América Latina para crear miseria y hacer la revolución marxista. El gran peligro son, por consiguiente, los ejecutores que tenga la ley. El caso cubano es ejemplar al respecto.64
De estas líneas es posible inferir una advertencia clara del periódico: el comunismo podía intervenir en la formulación y votación de la ley de reforma agraria que estaba en camino de ser aprobada en el Senado. La intervención del comunismo dependía entonces de los ejecutores de la ley. Sin embargo, los ejecutores comunistas no se presentarían como lo que realmente eran, sino, según sugería la editorial del 21 de mayo, como "falsos anticomunistas" que promovían la desunión del Frente Nacional para repetir la reforma agraria cubana. En febrero de 1961, El Campesino ya advertía su presencia:
Como era lo natural, esta situación nacional tenía que ser aprovechada por los comunistas. Y a los comunistas se unen ahora los del MRL (Movimiento liberal revolucionario), quienes en carta al gobernador del Valle, respaldados después por López Michelsen, llaman a los comunistas 'Sus hermanos', se niegan a colaborar en la campana de paz, ridiculizan los medios que se están empleando para dominar la violencia, exaltan la revolución cubana, porque esa sí 'Convirtió los cuarteles en escuelas' y proponen como solución la organización revolucionaria del pueblo comunista, socialista, liberal y conservador.65
Aquí, El Campesino buscaba subrayar la alianza liberal-conservadora del Frente Nacional como única vía contra la "esclavitud del comunismo". Cualquier otra postura política era una aceptación del comunismo. Tal era el caso de las disidencias liberales del MRL. Así, El Campesino descartó como amenaza comunista cualquier posición por fuera del Frente Nacional.
Tercera estrategia gramatical: el papel de élites y del gobierno en la reforma agraria
En ocasiones, El Campesino adoptó la apariencia de cientificidad para justificar la supuesta necesidad de cambio en la vida campesina, por medio del uso de términos de la sociología. Un ejemplo de ello es la publicación en abril de 1961 de su columna editorial con un estilo academicista. Dicho estilo contradecía el postulado del semanario de ser un medio de comunicación popular, no obstante, cabe insistir en que el principal público al que aspiraba El Campesino no era el campesinado.
El artículo en mención era una entrevista al sociólogo Orlando Fals Borda, promotor de la sociología en Colombia. En ella, El Campesino atribuía al intelectual la siguiente hipótesis:
[Orlando Fals Borda] determina dos clases de cambio socio-cultural: el inmanente y el cambio por contacio. El primero, más lento obedece a un dinamismo intrínseco de algunos grupos sociales, que tienen un potencial inherente o fuentes de cambio autónomo. A diferencia del cambio por contacto, el inmanente se presenta dentro de una comunidad sin tener relaciones con agentes externos o pertenecientes a extra-grupos.66
Aunque esta referencia a la ciencia era inusual en El Campesino, este la utilizó para justificar una idea que repitió a lo largo de 1961: que el primer gobierno del Frente Nacional, con el apoyo de la Iglesia católica, era responsable de hacer cambiar a los campesinos. El semanario percibía a la población rural como un obstáculo a los cambios económicos necesarios en Colombia. Para que dejara de ser un obstáculo, era responsabilidad de las élites "elevar" el espíritu campesino. Si el Frente Nacional no controlaba la reforma agraria, esta se convertiría en un proceso caótico y violento:
Pero la Reforma agraria no puede ser parcial sino integral, es decir, debe programarse en forma que produzca un levantamiento simultáneo de todos los niveles de vida del hombre del campo... Comprender la necesidad de este ascenso humano y de esta elevación integral de hombres, no es tan fácil. La primera exigencia que impone la Reforma Agraria es la de un cambio de mentalidad. Un cambio de mentalidad en las clases dirigentes, que les haga ver cómo la justicia social exige Reforma Agraria como la más urgente necesidad colombiana.67
Este fragmento afirmaba que la reforma debería "elevar" al campesinado y advertía que, en este proceso, las élites necesitaban abandonar el antagonismo entre liberales y conservadores y "cambiar de mentalidad" para actuar como un solo bloque (el Frente Nacional). De no ser así, "la Reforma Agraria se hará o con las clases dirigentes, por los caminos de la justicia, o contra las clases dirigentes, por los caminos de la anarquía y la revolución [como en Cuba y China]".68
En otros pasajes, el campesinado era presentado como una masa de gente ignorante que podía caer bajo el dominio del comunismo si el gobierno no lo controlaba primero:
En cuanto a la Reforma Agraria, hemos dicho repetidamente nuestra opinión: el gran problema de fondo no se soluciona simplemente con fórmulas técnicas y económicas, una de las cuales puede ser la repartición de tierras. El problema es, antes que otra cosa, de capacitación del hombre campesino, de creación de una mentalidad, de la formulación y ejecución de un programa integral que eleve los valores espirituales del pueblo rural.69
En otro fragmento, El Campesino acudió a un artilugio argumentativo para sugerir que la importancia de la reforma agraria radicaba en educar al campesinado y no en redistribuir la propiedad de la tierra. Esta afirmación se repetiría en varios pasajes durante los meses previos a la aprobación de la ley de reforma agraria (ley 135 de 1961). Detrás de ella, estaba la suposición de que el gobierno no necesitaba expropiar o administrar la distribución de la tierra, ya que la especulación de su valor en el mercado cambiaría el precio espontáneamente. De este modo, el mercado redistribuiría la tierra, no el gobierno. Esta era la idea de reforma agraria de la Alianza para el Progreso, opuesta a cualquier otra política de reforma agraria que podría ser considerada comunista.70 Por medio del uso del adverbio "simplemente", El Campesino eliminó el control gubernamental sobre el valor y la propiedad de la tierra en el mercado y reorientó la reforma agraria a la necesidad de educar al campesinado. Esta educación consistía en "elevar los valores espirituales del pueblo".
La edición del 9 de noviembre de 1961 también ilustra cómo la idea de reforma agraria fue reducida por El Campesino, pasando de ser una política de reglamentación del derecho a la propiedad de la tierra a un proyecto de"civilizar" al campesinado. En dicha edición, un artículo titulado "Cara y sello de los campesinos" explicó las costumbres campesinas como obstáculos a la economía y, para matizar estas negativas, enumeró algunas cualidades católicas positivas del campesinado, tales como madrugar, ser leales a la nación y crear riqueza. Sin embargo, a continuación, afirmó lo siguiente:
Desconocen los principios básicos de la agricultura y ganadería, por lo cual no pueden practicarlos. No saben protegerse contra la erosión de las tierras. Utilizan sistemas primitivos de cultivo, que a lo sumo conservan estacionaria su economía. No emplean semillas seleccionadas y abonos adecuados, lo que produce la degeneración de las cosechas... No saben proteger sus animales y plantas, porque ignoran el uso de insecticidas y fungicidas... No pueden defenderse contra especuladores e intermediarios, porque su pobreza los hace esclavos de ellos. No tienen formación de vida comunitaria y ayuda mutua, por lo cual son individualistas. Carecen de instrucción en prevención e higiene, lo que los hace vulnerables a los contagios y enfermedades. No saben utilizar los sistemas de crédito, por lo que vegetan siempre bajo su misma pobreza. su producción es escasa y su consumo desordenado, porque nadie les ha ensenado nociones de economía. Sus condiciones de vida son indignas e infrahumanas, porque se contagian de la naturaleza bravía y viven alejados de la civilización.71
Esta estrategia gramatical se basó en verbos que subrayaban las carencias de la población campesina ("no pueden" y "carecen de") e insistió en lo que el campesinado supuestamente desconocía. El periódico afirmó que los campesinos "no sabían" utilizar herramientas de la economía contemporánea -por ejemplo los créditos-, y los describió como ignorantes en tareas cotidianas: no son higiénicos, no saben proteger a sus propias plantas y animales, su producción es escasa, no saben distanciarse de la naturaleza, etc. Esta estrategia está ligada al uso de verbos reflexivos: "se contagian", "no pueden defenderse", "no saben protegerse". De esa forma, el periódico resaltó la vulnerabilidad campesina. Y no solo eso. La utilizó para justificar la necesidad de que el gobierno -a quien se dirigía de forma táctica- llevara a cabo un proceso de civilización del campesinado:
Por todo lo anterior es indispensable llevar a los campesinos la educación, inundar sus veredas con la justicia, la claridad, el espíritu de cooperación, los conocimientos de diverso orden, la vinculación con el mundo, las creencias sin equívocos, agüeros ni hechicerías, y la conciencia nítida de que son verdaderos hijos de Dios y la Patria.72
El Campesino presentó la Reforma Agraria como una afirmación de la alianza del Frente Nacional para llevar a los campesinos educación y civilización, elementos que supuestamente les faltaba para administrar sus tierras. Al hacerlo, redujo la importancia de la concentración de la propiedad de la tierra y su necesaria redistribución y exigió a las élites educar al campesino en la lógica y en los instrumentos de la economía colombiana. Así, el lenguaje de El Campesino defendió, por un lado, al Frente Nacional y, por otro, al proyecto de desarrollo de la Alianza para el Progreso. Además, atribuyó al gobierno y a las élites colombianas el papel de "civilizar" a la población campesina. Pero "civilizar" se traducía en ensenar a usar las semillas y abonos correctos, administrar créditos y negociar con los intermediarios. "Civilizar" era insertar las leyes del mercado en la vida campesina. ^Para qué? Con el objetivo de que la reforma agraria fuese el resultado del movimiento espontáneo del mercado y no de un cambio en el derecho a la propiedad de la tierra.
Síntesis y algunas preguntas para futuras investigaciones
Alrededor de la ley 135 de 1961, El Campesino utilizó el discurso para fomentar la tesis del campesinado como una masa inconsciente que se debatía entre comunismo y civilización. Tal civilización estaba representada por la alianza entre el catolicismo, el Frente Nacional y las políticas de Estados Unidos para el desarrollo de América Latina. Para el periódico, el control del campesinado determinaría el futuro de esta región, y por ello buscó promover dichas hipótesis en una audiencia de clases dominantes y no entre la población campesina.
Aunque el semanario se presentó como capaz de representar al campesinado, el uso de un lenguaje elitista y distante revela su sintonía con el Frente Nacional. A pesar de su nombre, El Campesino no expresó la voz de la población campesina, ni quiso hablar por aquellos sin voz política. Además, su propósito no fue hacer que el gobierno escuchara al campo colombiano, por el contrario el semanario suplantó la voz de los campesinos y los describió como una población indefensa. Asimismo, ofreció una imagen positiva de la élite política colombiana, redujo la importancia de los abusos del Ejército y presentó a la población campesina como víctima para legitimar el pacto liberal-conservador del Frente Nacional.
El Campesino buscó que quienes lo leían percibieran al comunismo como una amenaza desconocida, como una fuerza espiritual que utilizaba bandidos para actuar, pero que pensaba y actuaba con autonomía para construir un imperio. Así lo revela su estructura del lenguaje, con la cual el periódico buscó crear un enemigo común a los dos partidos tradicionales y así afianzar el Frente Nacional. Su objetivo fue crear un nuevo enemigo político, por encima del rencor entre liberalismo y conservatismo, para que la población del campo y las élites rurales estuvieran del lado del Frente Nacional: ese enemigo fue el comunismo.
Uno de los propósitos de este artículo ha sido mostrar que, en sus primeras ediciones, El Campesino actuó como un instrumento del Frente Nacional, antes que como representante o mediador del movimiento campesino, según lo han descrito algunas investigaciones.73 Sin embargo, más útil resulta analizar con mayor detalle de qué manera ciertas ideas se insertan en la sociedad hasta convertirse en verdades aceptadas por todos y en qué contexto ocurre dicha aceptación. Futuras investigaciones -en historia económica comparada, por ejemplo-, deberían analizar si otros modelos de reforma agraria hubiesen sido viables en Colombia. Con esto en mente, es importante entender cómo buena parte de la sociedad colombiana aceptó la idea de que los campesinos son obstáculos al desarrollo debido a su supuesta ineficiencia económica e ignorancia política, y cómo se aceptó que la reforma agraria era un problema de fallas de mercado y no un asunto de reconocimiento de derechos del campesinado.74
Hoy existen investigadores quienes cuestionan que el desarrollo sea el único camino al bienestar y sugieren que el conocimiento campesino, indígena y afrocolombiano puede construir alternativas;75 pero solo recientemente las ciencias sociales colombianas se han preguntado si en el pensamiento campesino -sin ser perfecto- hay usos creativos de la tierra. En ese sentido, cabe estudiar con mayor profundidad si sus conocimientos incluyen tecnologías para la solución de problemas, no en la lógica de reducir costos, sino para el bienestar. Fals Borda fue pionero en plantear esa pregunta en nuestro contexto,76 pero lamentablemente la idea ha tenido poca resonancia en Colombia y menos aún en las políticas de gobierno. Por ello, vale la pena estudiar cómo el movimiento campesino influyó en ese cambio de perspectiva y profundizar en los mecanismos de las élites para convencer a la sociedad colombiana de la supuesta necesidad de educar a los campesinos o del supuesto deber de integrarlos al mercado.
Finalmente, este artículo sugiere que el estudio de la gramática y, en general, la gramática funcional sistémica, puede enriquecer la investigación histórica. Como esperamos haber demostrado, el estudio a través de esta metodología ofrece interpretaciones alternativas de las fuentes y la posibilidad de entenderlas bajo una nueva luz.