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Lecturas de Economía
Print version ISSN 0120-2596
Lect. Econ. no.79 Medellín July/Dec. 2013
ARTÍCULOS
Enfoques, conceptos y metodologías de medición de la informalidad laboral en Colombia
Approaches, concepts and methodologies for measuring labor informality in Colombia
Les approches, les concepts et les méthodologies pour mesurer le travail informel en Colombie
Roberto Sánchez
Economista, Universidad Nacional de Colombia. Becario Doctoral, Centro de Estudios e Investigaciones Laborales – Conicet Argentina. Dirección postal: Saavedra N°15 PB (C1083ACA), Ciudad de Buenos Aires. Dirección electrónica: rmsanchezt@gmail.com; msanchez@ceil-conicet.gob.ar
–Introducción. –I. Enfoques sobre la noción de informalidad en el debate latinoamericano. –II. Vertientes y debates conceptuales sobre informalidad laboral en Colombia. –III. Operacionalización de la informalidad laboral en Colombia. –IV. Caracterización socioeconómica y ocupacional de los trabajadores informales. – Conclusiones. –Bibliografía.
Primera versión recibida el 4 de abril de 2013; versión final aceptada el 17 de julio de 2013
RESUMEN
Este trabajo compara los principales enfoques conceptuales y empíricos sobre la informalidad laboral en Colombia. Estos enfoques generalmente se remiten a las discusiones conceptuales que se han desarrollado en América Latina, y aplican mediciones propias que discrepan en la unidad de análisis y en los criterios de identificación de la informalidad. Utilizando como fuente la Gran Encuesta Integrada de Hogares, se encuentra que la magnitud de la informalidad es diferente dependiendo del enfoque, teniendo un rango de 16 a 59%. Al comparar la metodología de medición de la informalidad laboral desde siete perspectivas, se encuentran diferencias en la magnitud de la informalidad, en su trayectoria reciente, en los individuos que se incluyen y en la influencia de algunos atributos socioeconómicos y ocupacionales sobre la probabilidad de ser trabajador informal.
Palabras clave: informalidad laboral en Colombia, mercado laboral, metodologías para medir la informalidad, trabajadores informales.
Clasificación JEL: E26, J42, J81.
ABSTRACT
This paper compares the main conceptual and empirical approaches to labor informality in Colombia. These approaches generally take into account conceptual discussions developed in Latin America and present measures differing in the unit of analysis and informality identification criteria. Using data from the Large Integrated Household Survey, it is shown that the size of informality can be different depending on the methodological approach, with a rate ranging from 16 to 59%. When comparing seven methodological approaches to labor informality, disagreement is found regarding the magnitude of informality, its recent evolution, individuals included, and in the influence of socio-economic and occupational attributes on the probability of being an informal worker.
Key words: labor informality in Colombia, labor market, methodological approaches to informality, informal workers.
JEL Classification: E26, J42, J81.
RÉSUMÉ
Cet article établi des comparaisons entre les différentes approches conceptuelles et empiriques concernant l'étude de l'emploi informel en Colombie. Ces approches sont constituées par des discussions conceptuelles qui ont eu lieu en Amérique Latine, lesquelles proposent des différentes mesures pour l'emploi informel en établissant ainsi un désaccord sur analyse traditionnelle et sur l'identification des critères d'informalité. À partir de l'Enquête Intégrée des Ménages, nous montrons que l'ampleur de l'informalité dépend de l'approche théorique utilisée, dans un domaine qui va du 16% au 59%. En comparant la méthode de mesure de l'emploi informel dans sept approches différentes, nous trouvons des différences significatives dans l'ampleur de l'informalité, dans son évolution récente, chez les individus qui y sont considérés et dans l'influence de certains de leurs attributs socioéconomiques et professionnels sur la probabilité d'être travailleur informel.
Mots clés:Emploi informel en Colombie, marché du travail, méthodes de mesure de l'emploi informel, travailleurs informels.
Classification JEL: E26, J42, J81.
Introducción
La informalidad laboral ha sido una de las características con las que se ha identificado la situación del mundo del trabajo en América Latina, especialmente en los últimos veinte años (Portes y Haller, 2004; Perry et al., 2007). Sin embargo, contrario a ser un concepto estático y monolítico, ha sido permanentemente modificado, discutido y problematizado en distintos ámbitos, desde las discusiones académicas sobre el tema, hasta ámbitos multilaterales
de fomento de políticas públicas.
Los enfoques que abordan la informalidad son diversos, asimismo, sus mediciones y aproximaciones a otras esferas del mercado de trabajo varían en función de las características particulares de la perspectiva que la problematiza. En América Latina son varios los enfoques que se han aproximado a la informalidad para explicar su relevancia, causas, características, dimensiones, soluciones y articulaciones con otras dimensiones de lo social y económico. Orientaciones estructuralistas, neoinstitucionalistas, modernistas y legalistas han sido las más notables en el debate latinoamericano sobre informalidad laboral (Portes & Schauffler, 1993; Maloney, 2011; Tokman, 1990; De Soto, 1987).
En Colombia, los enfoques sobre informalidad son tan diversos como en América Latina, y las diferentes vertientes del debate en la región han alimentado las discusiones y estimaciones en el país. El presente artículo tiene por objeto contrastar los enfoques, conceptos y estimaciones de la informalidad laboral en Colombia, y así mostrar las diferentes perspectivas sobre la temática, las articulaciones que presentan con el debate latinoamericano y, especialmente, las formas como se ha tratado de medir un concepto tan ambiguo, pero que de alguna manera indica, en mayor o menor medida, determinados rasgos particulares sobre las condiciones de trabajo, las relaciones laborales, la inserción laboral, los niveles de modernización y exclusión, y los vínculos entre los trabajadores, las empresas y el Estado.
En el presente artículo se plantea que cada estimación de la informalidad en Colombia tiene una perspectiva conceptual vinculada, aunque no siempre la operacionalización e identificación del concepto es coherente con las causas asociadas al fenómeno o su articulación con otras dimensiones económicas y sociales. Se encuentra que diferencias en la operacionalización de la informalidad conducen a considerables diferencias en los niveles de informalidad identificados, en las tendencias, en el perfil socioeconómico de los individuos incluidos como informales, así como en las características personales y ocupacionales que se vinculan con la probabilidad de ser trabajador informal.
Este artículo contiene cinco secciones adicionales además de esta introducción. En la primera se sintetizan los principales enfoques sobre informalidad que se han desarrollado en América Latina, se enfatiza en las causas, características y soluciones que plantea cada enfoque, lo que sirve como punto de partida para la segunda sección, en donde se centra la atención en las vertientes y en los debates conceptuales en Colombia. En la siguiente sección se resumen algunas de las principales aproximaciones operativas de la informalidad en Colombia, las características de cada una, se comparan los criterios de medición y se realiza una estimación para cada uno de los principales enfoques identificados, con base en los microdatos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares, realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). En la cuarta sección se realiza una caracterización socioeconómica y ocupacional de los trabajadores informales, y se estiman modelos de probabilidad para la informalidad laboral, tomando como referencia algunos de los enfoques conceptuales y metodológicos de la informalidad en Colombia. Finalmente, se realizan las conclusiones del escrito.
I. Enfoques sobre la noción de informalidad en el debate latinoamericano
La noción de informalidad se instaló en el debate latinoamericano buscando explicar particulares formas de ocupación, articulación económica, dinámica social y procesos de inserción laboral que se diferenciaban de los que se presentaban en otras latitudes. La urbanización y la difícil consolidación de la producción nacional fueron dos procesos acontecidos en la región a lo largo del siglo XX que se asociarán a la importancia de lo informal en el caso latinoamericano. De un lado, la migración del campo a la ciudad, y con ella la creciente expansión de la población urbana, dificultó la absorción de fuerza de trabajo excedente, cada vez más numerosa. De otro lado, las vicisitudes de la consolidación de un sector económico moderno conllevaron a que gran parte de los trabajadores se insertaran en empleos de baja productividad, y en mayor proporción por cuenta propia (Marín, Murmis & Nun, 1968; Portes & Schauffler, 1993).
El debate conceptual sobre informalidad se amplió en diferentes ámbitos y escenarios de discusión y desde diferentes enfoques, perspectivas y disciplinas. Se convirtió en un problema de la agenda pública, en objeto de intervención y de política pública, e incluso en un tópico controvertido y de amplio conflicto social (como el caso de la acusación de competencia desleal de los comerciantes y productores que evaden impuestos y el del usufructo del espacio público de los vendedores ambulantes). Desde diferentes enfoques y filiaciones institucionales se ha abordado la informalidad en América Latina: el estructuralismo, el (neo)institucionalismo y el neoliberalismo han sido los enfoques destacados en abordar el problema, mientras que el Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe (Prealc), la Organización Internacional del Trabajo (2003), el Banco Mundial (Perry et al., 2007) y diferentes entes de carácter nacional y local han sido los organismos e instituciones que se han remitido a esta problemática de manera recurrente (Lora y Fajardo, 2012; Hussmanns, 2004).
Uno de los criterios fundamentales en el que distintos enfoques se han centrado para determinar los límites de la informalidad es encontrarse al margen de las regulaciones o controles del Estado, por lo que el marco institucional es el punto de referencia para muchos de estos estudios (Neffa, 2010; Flórez, 2002). Sin embargo, hay discrepancias en el rol que puede jugar el Estado en generar o restringir la informalidad, y en las causas que hacen que exista y perdure esa fractura entre un sector de la economía y las ocupaciones y el Estado. En un extremo está el planteamiento neoliberal-legalista de Hernando De Soto (1987), para quien la informalidad está integrada por las actividades no registradas que están al margen de la legalidad y que son causadas por la excesiva intervención del Estado. Ampliando esa orientación, recientemente, el enfoque neoinstitucional-racionalista ha planteado que la informalidad, además de ser una manifestación de la sociedad contra el Estado, es un resultado que se puede dar por dos vías: la exclusión de los beneficios otorgados por el Estado o de los circuitos modernos de la economía, o como un escape racional de los agentes económicos que no ven incentivos en hacer parte del sector regulado (Perry et al., 2007; Maloney, 2003).
En el otro extremo de análisis de la informalidad como sector al margen del control del Estado, se encuentra el estructuralismo funcionalista, que si bien concuerda en lo que se enmarca como informal, disiente notablemente en las causas atribuidas a su existencia y permanencia. De acuerdo con Portes & Schauffler (1993) es el mismo funcionamiento y la lógica del sistema capitalista los que sustentan la informalidad, por lo que ésta tiene formas claras de integración con el sector regulado: muchas veces se presenta como un complemento más que como un ámbito marginal a prácticas capitalistas. Por consiguiente, de acuerdo con este enfoque, el sector informal juega un rol crucial en la acumulación moderna, tanto en la provisión de bienes y servicios de bajo costo para los trabajadores de las empresas formales, como en la descentralización de tareas de producción y circulación del sector formal al informal (Portes & Haller, 2004).
Las tipologías de las actividades/empleos informales es otro aspecto que los diferentes enfoques de la informalidad han abordado. Una de las primeras categorizaciones de la informalidad en América Latina fue elaborada por el Prealc, que la concebía integrada por todas aquellas actividades marginales y de baja productividad, identificada además con el trabajo independiente y desarrollado en empresas pequeñas o no organizadas y sin registro legal. De lo anterior se desprendían cuatro categorías ocupacionales que integraban la informalidad: servicio doméstico, trabajadores familiares no remunerados, trabajadores cuenta propia y trabajadores cuya actividad se desarrollara en establecimientos pequeños, generalmente menor a diez o cinco empleados. Este enfoque se identifica como la variante modernista del estructuralismo, en tanto plantea la informalidad como resultado del escaso desarrollo del sector moderno que crea a su vez un sector paralelo que termina siendo el refugio a las condiciones estructurales que impiden su inserción laboral en el segmento moderno de la economía y la producción (Tokman, 1990). Buscando renovar los criterios de medición de la informalidad laboral, en la XVII Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo en 2003 (Organización Internacional del Trabajo, 2003), se postuló la noción de empleo informal reconociendo que en el sector formal no siempre las relaciones laborales pasan por el marco regulatorio establecido, por lo que la informalidad laboral se presenta, tanto en el sector informal como en el sector formal (Hussmanns, 2004).
En el enfoque estructural-funcionalista, el tipo de informalidad depende, fundamentalmente, de la articulación con el sector regulado y sus niveles de marginalidad o integración. Para esta perspectiva, la informalidad estaría conformada por tres grupos: aquellas actividades de producción y venta de subsistencia, las actividades dependientes a las dinámicas de la producción del sector formal, y la producción y empleo de pequeña escala con significativos niveles de acumulación y aplicación tecnológica. A su vez, para el enfoque neoinstitucionalista, la informalidad está integrada en gran parte por dos tipos de trabajadores con un perfil específico: los independientes que eligen racionalmente pertenecer al sector informal y los asalariados informales que son excluidos de la posibilidad de acceder a un empleo formal.
Si bien no todos los enfoques mencionados consideran que toda la informalidad es un problema en sí mismo, sí hay diferentes propuestas de política y acción pública para reducir su magnitud y así mejorar el papel del Estado en la economía y la sociedad. Las propuestas han sido diversas y la mayoría están centradas en la demanda de trabajo: desde el enfoque modernista y el institucionalista se ha planteado como objetivo generar empleo en el sector formal y direccionar inversiones en sectores que absorban la fuerza de trabajo excedente, mientras que el funcionalismo resalta que muchas de las relaciones interempresariales encubiertas y de las actividades de subsistencia no reguladas no pueden ser totalmente controladas por el Estado, y por tanto, difícilmente hacen el tránsito de la informalidad a la formalidad.
II. Vertientes y debates conceptuales sobre informalidad laboral en Colombia
Varios estudios han abordado la cuestión de la informalidad en Colombia, en la mayoría de las aplicaciones del concepto se ha ampliado la delimitación operativa de medición que lleva a cabo el DANE, estos estudios han tenido varios criterios para enmarcar la informalidad: la cobertura de seguridad social en salud y pensiones, el tamaño del establecimiento donde se realiza la actividad, la posición ocupacional, las características o ausencias de la relación laboral, el nivel salarial con referencia al salario mínimo, la existencia de contrato laboral, los niveles de ingresos, las condiciones de trabajo, entre otras.
La medición de la informalidad difiere entre cada estudio que se realiza. Los niveles de informalidad van desde el 15% hasta el 70%, y aunque en muchos casos la aproximación conceptual no es clara, se puede identificar la perspectiva desde la que se aborda la problemática y el marco de referencia que se plantea. Una dificultad que se presenta al categorizar la literatura sobre informalidad laboral en Colombia por perspectivas y formas de abordar el tema es que las exégesis, de los enfoques que abordan esta problemática en la mayoría de casos no coinciden, y se hace referencia a enfoques distintos como si se acercaran desde el mismo punto de vista.
Para mostrar lo anterior basta con contrastar los trabajos de Uribe, Ortiz y Castro (2006), Flórez (2002), Garay (2007) y Galvis (2012). Para Uribe et al. (2006) hay básicamente dos enfoques de análisis de la informalidad laboral: el estructuralista y el institucionalista. El primero se caracteriza por ver la informalidad como un resultado del escaso desarrollo del sector moderno de la economía, y lo vinculan con las teorías de mercados segmentados; la informalidad se asocia a pobreza y marginalidad, por lo que no distinguen el estructuralismo planteado por Tokman (Tokman, 1990) del estructuralismo planteado por Portes (Portes & Haller, 2004). Por otro lado, plantean que el institucionalismo es aquel que explica la informalidad como resultado de las restricciones y costos que impone el Estado a los empresarios, e incluyen en el mismo paquete a autores como De Soto (1987), Perry et al. (2007) y Maloney (2003). Contrario a esta interpretación, Garay (2007) afirma que si hay un aspecto en el que el estructuralismo y el institucionalismo coinciden es que para ambos muchas de estas actividades informales no son marginales, sino que contribuyen significativamente a la producción y al empleo. Desde este punto de vista, el estructuralismo, tal como lo plantean Uribe et al. (2006), no existe, y enfoques segmentacionistas quedarían al margen de la discusión.
Por su parte, Flórez (2002) señala que su abordaje es estructuralista, pero operacionalmente utiliza un índice más legalista, al plantear que la informalidad está constituida por trabajadores sin afiliación a seguridad social en salud. Además, plantea que un rasgo que caracteriza las distintas perspectivas de la informalidad es centrarse en ella como el conjunto de actividades, prácticas o empleos que se encuentran al margen de las reglas institucionales establecidas, de aquí que, según la autora, hasta el más estructuralista caería en esa interpretación. Finalmente, según Galvis (2012) la orientación del Banco Mundial (Perry et al., 2007) integra los enfoques institucional y estructural, ya que, según este autor, el primero se concentra en entender la informalidad como escape, mientras que en el enfoque estructural la informalidad es causada por exclusión; por lo tanto, los estudios del Banco Mundial sobre informalidad serían la síntesis conceptual de ambas perspectivas.
Como se puede observar, las interpretaciones de los principales enfoques conceptuales sobre informalidad son múltiples, pero giran principalmente alrededor de dos: el institucionalista, que incluiría lo que en la sección previa denominé neoliberal-legalista y neoinstitucional-racionalista; y el estructuralista, que estaría integrado por los dos estructuralismos identificados antes, el modernista y el funcionalista. La mayoría de trabajos aplicados para Colombia sobre informalidad combinan las diferentes perspectivas que se mencionaron en la sección anterior; sin embargo, otros tienen una relación más cercana con algún enfoque en particular. A continuación se hace un intento de categorizar algunos trabajos aplicados para Colombia en algún enfoque de los propuestos, justificando por qué estarían en uno y no en otro.
Uribe et al. (2006) afirman que la definición inicial de la Organización Internacional del Trabajo –después adaptada por el Prealc y por buena cantidad de institutos de estadística nacionales, entre ellos el DANE– que centra la atención de la informalidad como el tamaño de establecimiento en que se realiza la actividad laboral, junto a ciertas posiciones ocupacionales, es la aproximación más acertada en concebir la informalidad desde un punto de vista estructural. Sin embargo, el enfoque de los autores se ciñe a un tipo de estructuralismo: aquel que plantea el sector informal como un segmento particular, poco articulado con el sector moderno, por lo que en su argumento estrechan el lazo entre informalidad y pobreza; de este modo se encuadran en el enfoque estructural-modernista. Plantean que hay condicionamientos estructurales que determinan la inserción laboral informal, bien sea como trabajadores cuenta propia, como empleadores o como asalariados. En particular, una condición estructural que explica gran parte de la informalidad es la pobreza de los trabajadores, por lo que indican que ''los datos del mercado laboral colombiano muestran fehacientemente que la formalidad aumenta con el nivel de ingresos'' (Uribe et al., 2006, p. 245). Finalmente, concluyen que en el periodo analizado (1988-2000) hay un mercado de trabajo segmentado entre el sector formal y el informal, cuya dimensión tiene un comportamiento acorde con el ciclo económico: en periodos de contracción aumentan los cuenta propistas informales y disminuyen los trabajadores asalariados del sector formal.
Cercano al enfoque neoliberal-legalista está el estudio de Santa María y Rozo (2009), para quienes la informalidad depende de los establecimientos más que de características propias de los trabajadores; y la informalidad empresarial no se define por el tamaño en sí mismo, sino por la evasión o no pago de impuestos, o por no estar registradas. En la misma línea se encuentra el estudio de Vélez (2006), en el cual se plantea que lo que se debe fomentar para reducir la informalidad es una política empresarial para las pequeñas empresas cuyo objetivo central no sea el de ''generar empleo sino el de generar empresas. La generación de empleo es un resultado y no un objetivo de política en sí. La política laboral debe orientarse, entre otros aspectos a adecuar el mercado laboral a las necesidades del mercado moderno'' (p. 55). Para estos enfoques la informalidad es el resultado de los altos costos de formalización y de la inclinación de las empresas a evadir las regulaciones (excesivas) del Estado.
Dos estudios que entran dentro de lo que se denominó como estructuralismo funcionalista son los de García (2009), que analiza los determinantes macro-estructurales de la informalidad laboral, y el de Flórez (2002), que indaga los vínculos entre informalidad, empleo y sector formal. García (2009) plantea que hay tres determinantes macro que son esenciales en la informalidad laboral: educación, desarrollo industrial e intervención del Estado. Entre mayor sea el grado de educación de los trabajadores, más desarrollo industrial tenga la estructura económica y haya mayores niveles de esfuerzo institucional en el cumplimiento de normas, menor será la informalidad laboral. Siguiendo de cerca la obra de Portes1, Flórez resalta la heterogeneidad del sector informal y lo clasifica en tres grupos: subsistencia directa, empresas y organizaciones de reducción de costo laboral, y empresas pequeñas con capacidad de acumulación de capital. Muestra que cada grupo cumple una función especial en la estructura económica, ya que la informalidad de subsistencia es un refugio a la falta de empleo y a la expulsión de trabajadores formales en períodos de crisis; por el contrario, los asalariados y empleadores informales de los otros dos grupos del sector informal presentan el mismo comportamiento del sector formal: ambos se expanden en el ciclo positivo de la economía.
Como se observa, distintos estudios sobre informalidad laboral aplicados para Colombia han tratado de analizar las causas, los determinantes, las articulaciones y el tratamiento de la informalidad, tomando como referencia algunos de los aportes de las principales vertientes que han tratado el tema en América Latina por cerca de cuatro décadas. Los contrastes entre las diferentes perspectivas van más allá de lo conceptual y teórico, por lo que una diferencia esencial se centra en las aplicaciones empíricas y en la mensurabilidad de la informalidad, aspecto que se analiza en la siguiente sección.
III. Operacionalización de la informalidad laboral en Colombia
Las mediciones de la informalidad en Colombia son diversas y se han enfocado en distintos criterios que han variado a lo largo del tiempo. El DANE, como organismo oficial, tiene una aproximación particular en la medición de la informalidad: su operacionalización se basa en la que se ha seguido desde la Organización Internacional del Trabajo y en el Prealc desde los años setenta; y aunque los criterios de medición han cambiado, se han conservado el tamaño de establecimiento y determinadas posiciones ocupacionales como punto de referencia de la informalidad. A partir del Boletín de Prensa de diciembre de 2009 (DANE, 2009b) y con base en el informe metodológico de medición de la informalidad laboral (2009a), el DANE redujo el tamaño de establecimiento que se tenía de referencia para cuantificar la informalidad –pasando de 10 a 5 trabajadores–, caracterizando determinadas posiciones ocupacionales como informales (no remunerados, domésticos y peones), y excluyendo a otros grupos de trabajadores por sus características educativas o sector de inserción laboral (independientes profesionales y empleados del gobierno)2.
Sin embargo, en otros tipos de relevamientos estadísticos el punto de referencia para cuantificar la informalidad empresarial (como el de microestablecimientos) y diferenciar el sector moderno (como la del sector manufacturero) sigue siendo el de establecimientos con menos de 10 empleados en el primer caso, o más de 10 en el segundo. Por consiguiente, es importante comparar la variación en los niveles de medición de la informalidad laboral tomando como punto de referencia los establecimientos de hasta 5 y hasta 10 empleados. Esta operacionalización se presenta en la Tabla 1 como enfoques DANE 5 y DANE 10.
Una operacionalización similar a la del DANE plantean Uribe et al. (2006) que, acogiéndose a la ley de rendimientos crecientes a escala, justifican el uso del tamaño de establecimiento como medida de las dimensiones de la informalidad. Sin embargo, plantean que hay 3 grupos en los que se puede subdividir el conjunto de la informalidad: cuenta propias individuales, famiempresas (de 2 hasta 5 trabajadores) y microempresas (de 6 hasta 10 empleados), excluyendo del sector informal a todos los profesionales y técnicos. De aquí se deduce que con los cambios realizados por el DANE, posterior a la publicación del estudio de Uribe et al., se dejó de medir oficialmente una porción importante de informalidad, a saber, la informalidad laboral de las microempresas.
Otro enfoque de medición de la informalidad que tiene en cuenta las características del establecimiento como criterio para determinar qué es informal y qué no, es el que se centra en la informalidad empresarial. Para este enfoque, planteado entre otros por Santa María y Rozo (2009) y Garay (2007), se establece el no tener registro mercantil como criterio para determinar lo informal; no sobra resaltar que lo que mide este enfoque es el porcentaje de establecimientos informales y no trabajadores empleados en ellos. Tomando como unidad de análisis los establecimientos, Garay (2007) sostiene que los microestablecimientos tienen las características propias del sector informal, y con base en eso analiza el registro, gestión contable, empleo, ramas de actividad, niveles de capital y participación económica de los microestablecimientos (aquellos que tienen 10 o menos empleados).
Los estudios que toman como parámetro de definición de la informalidad la cobertura o no al sistema de seguridad social son abundantes, y muchos de ellos combinan este parámetro con el del tamaño de establecimiento, el acceso a beneficios sociales obligatorios y no obligatorios derivados del vínculo laboral, o la posición ocupacional para categorizar los distintos tipos de informalidad laboral. Bernal (2009) identifica la informalidad laboral con la no contribución a la seguridad social en salud y pensión3, y justifica su elección indicando que es el criterio de medición que mayor correlación tiene con el resto de variables posibles de medir la informalidad; incluye, efectivamente, a los trabajadores vulnerables. Este es el criterio más estricto en relación con los derechos laborales, y además se adhiere al concepto básico de informalidad. Galvis (2012) también plantea que la no contribución a seguridad social es el mejor indicador para medir la informalidad laboral; sin embargo, tomando como referencia el estudio del Banco Mundial (Perry et al. 2007), este autor sostiene que esta medición es afín con la informalidad por escape, mientras que la definición del DANE (que no descarta) abarcaría la informalidad por exclusión.
La asociación entre afiliación a seguridad social en salud e informalidad se ha observado en varias contribuciones que en ocasiones dan la impresión de confundir, o por lo menos hacer equivalente un problema del mercado de trabajo, como es la informalidad, con un problema de protección social y acceso a derechos sociales básicos como la salud. Un estudio referente del caso mencionado es el de Flórez (2002), quien asocia informalidad con carencia de afiliación al sistema de salud y al tamaño del establecimiento como criterio de diferenciación entre el tipo de carencia, combinando así criterios de tipo regulatorio y estructural. La autora define tres categorías de informalidad: de subsistencia, de firmas (familiares o no) de reducción del costo laboral y pequeñas empresas con capacidad de acumulación de capital. En la Tabla 1 se puede observar la operacionalización del concepto planteado por Flórez (2002). Los resultados que se encuentran al aplicar los criterios y clasificación propuestos por Flórez evidencian que esta operacionalización no es certera en identificar realmente la informalidad. Esto se explica por el aumento de la afiliación al sistema de salud de muchos trabajadores como beneficiarios de otros y la expansión de la afiliación al régimen subsidiado por parte de muchos trabajadores de todas las categorías ocupacionales, lo cual indica que hoy esa aproximación de medición de la informalidad laboral es imprecisa. No obstante, la autora ya planteaba la afiliación al régimen pensional como una aproximación alternativa, que quizá sea una mejor forma de abordar un tipo de informalidad (el de los asalariados). Además, los cambios realizados en la encuesta de hogares en Colombia (posterior a los años analizados por Flórez) ofrecen mejores aproximaciones para abordar la informalidad como falta de regulación o acceso al sistema de seguridad social (salud y/o pensión), facilitando observar el tipo de acceso más allá de la simple afiliación.
Más recientemente Guataquí, García y Rodríguez (2011) plantearon dos definiciones de informalidad alternativas a la tradicionalmente presentada por el DANE: una débil que se identifica con la afiliación o no al régimen de seguridad social en salud sin importar si lo hace en el régimen contributivo (paga una tasa proporcional al salario por el servicio) o en el subsidiado (es afiliado por su condición socioeconómica y no paga por el servicio), y una fuerte que se asocia al tipo de afiliación al sistema de seguridad social y a la calidad de empleo, teniendo en cuenta cotización a pensiones, contrato de trabajo y salario. Como resultado de su operacionalización, la informalidad oscila entre 24 y 65%, sin embargo, como se indicó antes, algunos de estos estudios desvían el problema al introducir criterios que se escapan a la relación laboral (como la afiliación al sistema de salud en el régimen subsidiado).
A. Medición de la informalidad laboral en Colombia
Tomando en cuenta las diferentes operacionalizaciones del concepto de informalidad laboral en Colombia, sintetizadas en la Tabla 1, se realiza la estimación de las tasas de informalidad laboral para el periodo 2008-2012. No se toma en cuenta el enfoque de Santa María y Rozo, ya que ellos enfatizan el problema en la informalidad empresarial tomando como criterios de informalidad características específicas de las empresas o establecimientos, y toman como fuente los datos del Censo Empresarial de Cali y Yumbo, lo cual es una restricción para sus conclusiones, pero también para comparaciones con otros estudios. En el resto del artículo se toman como fuente los microdatos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) realizada por el DANE; específicamente, se tomarán los datos para las trece principales áreas metropolitanas enfocando el problema en la informalidad urbana. Este tipo de encuesta es la que los autores mencionados utilizan para sus estimaciones, aunque en diferentes versiones (Uribe et al. y Flórez utilizan la antigua Encuesta Continua de Hogares en su módulo de informalidad para los ochenta y noventa, mientras que Bernal y Guataquí utilizan la GEIH disponible desde 2007), lo que facilita la comparación de los enfoques en la medición de la informalidad para los mismos años.
Se observa en la Tabla 2 que hay tres grupos de rangos en los que se encuentra la informalidad desde las siete perspectivas que se abordan. El que presenta la informalidad más baja es el enfoque de Flórez (16,0 – 17,9%) y el de Guataquí et al. Débil (24,0 – 25,6%), ambas aproximaciones plantean la informalidad como una carencia de acceso al sistema de seguridad social en salud. La diferencia entre ambos radica en que la primera no tiene en cuenta si el trabajador es cotizante o beneficiario; no obstante, ambas representan una tasa considerablemente baja porque incluyen a los que están afiliados al régimen subsidiado de salud.
Los otros dos rangos son mucho más cercanos entre sí y lejanos del mencionado antes. Dos de los tres estudios en los que la tasa de informalidad supera el 55% (Bernal y Guataquí et al. Fuerte) tienen como criterio de identificación de la informalidad la contribución (no simplemente la afiliación) al sistema de seguridad social en salud y pensión4. La diferencia que oscila entre dos y tres puntos porcentuales radica en que Guataquí et al. Fuerte introduce criterios5 vinculados a las características específicas del vínculo laboral (contrato) y cumplimiento de la normativa salarial (salario mínimo) en el caso de los trabajadores asalariados.
Finalmente, en los enfoques DANE 5, DANE 10 y Uribe et al., el criterio de identificación de la informalidad laboral es el tamaño de establecimiento; sin embargo, la importante diferencia cualitativa entre la medición DANE 10 y Uribe et al., que se refleja en una diferencia de la tasa de informalidad en alrededor de siete puntos porcentuales, es que mientras la primera excluye de la informalidad a los empleados del gobierno y a los independientes profesionales (mayor a 15 años de escolaridad), el enfoque estructuralista de Uribe et al. no concibe como trabajadores informales a todos los trabajadores de todas las categorías ocupacionales con nivel educativo alcanzado como técnicos o profesionales (mayor de 13 años de escolaridad). Por tanto, comparando las tasas de informalidad para estas mediciones, se observa una importante participación de técnicos y profesionales como empleados en microestablecimientos en distintas posiciones ocupacionales y con rasgos de trabajadores informales (Ver siguiente sección).
Para el caso de Bernal y Guataquí et al. Fuerte la población que se incluye dentro de la informalidad es en una buena proporción la misma, debido a que el criterio utilizado es muy similar: se observa a partir de la Tabla 3, que el 99,8% de los informales incluidos en el enfoque Bernal lo son también en el de Guataquí et al. Fuerte, mientras que el 96,5% incluido en este último lo están también en Bernal. Lo anterior se refuerza al observar que la mayor correlación en las tasas de informalidad se presenta entre estos dos enfoques operacionales (Tabla 4). La Tabla 3, leída de izquierda a derecha, indica el porcentaje de ocupados incluidos como informales en cada enfoque de referencia, que lo está también en el consiguiente enfoque asociado. Como ejemplo, se observa que del total de informales incluidos en el enfoque Bernal, el 81,9% se incluye también en el enfoque DANE 5, el 77,1% en Uribe et al. y el 27,4% en Flórez. Como es de esperar, los valores más altos se encuentran en los enfoques de referencia con tasas de informalidad más bajas y viceversa. No obstante, ni siquiera en el enfoque de Flórez, que es el de la tasa más baja, se incluye el 100% en el resto de enfoques (lo que sí sucede en el vínculo con los dos enfoques de Guataquí). En los enfoques de informalidad según tamaño de establecimiento la relación es más clara: se puede ver que todos los informales incluidos en la medición DANE 5 y Uribe et al. lo están también en DANE 10, y hay una correlación fuerte entre estos enfoques.
Tasas de informalidad cercanas no indican que sean los mismos individuos los que se están incluyendo como trabajadores informales. Esto se observa en los vínculos entre los ocupados de Uribe et al. y DANE 5, cuyas tasas de informalidad son similares, y al tiempo hay un 7,6% de informales incluidos en la primera medición que no están en la segunda. Más considerable es el caso entre la definición DANE 10 y la de Bernal, donde las tasas de informalidad laboral no difieren en más de un punto porcentual; sin embargo, un 12,1% de los ocupados informales en DANE 10 no están en Bernal, y un 12,7% incluidos en esta última medición no son parte de los informales que integran la definición DANE 10. Esto indica que cada operacionalización del concepto de informalidad corre el riesgo de excluir como informales a individuos que desde otro criterio de medición sí lo son, lo cual es cierto incluso para las operacionalizaciones que incluyen un conjunto más amplio de población dentro de la informalidad laboral. Este es el caso de Guataquí et al. Fuerte que presenta los niveles de informalidad más altos y que incluye al 100% de individuos incluidos en enfoques que identifican la informalidad como falta de afiliación/contribución a seguridad social, pero al mismo tiempo excluye como informales entre un 8 y 10% de trabajadores que, desde las perspectivas que toman como criterio el tamaño de establecimiento, son informales.
Más allá de las diferencias en magnitudes, la no coincidencia de los individuos que se incluyen en una medición y no en otra, y los contrastes en las variaciones anuales de las tasas de informalidad, es sustancial analizar qué perfiles socioeconómicos y ocupacionales tienen los trabajadores informales en cada enfoque que se aproxima a la problemática de la informalidad laboral, y qué características de los trabajadores y sus ocupaciones inciden sobre la probabilidad de ser informal, y en qué nivel; ese es el objetivo de la siguiente sección. Para ello se seleccionan tres de los enfoques que se han estudiado hasta ahora: DANE 5, Bernal y Guataquí et al. Débil, cada uno representa un tipo de aproximación a la informalidad, a saber: tamaño de establecimientos (DANE 5), contribución a la seguridad social (Bernal), y afiliación a seguridad social (Guataquí et al. Débil)6. La medición DANE 5 rescata el enfoque del tamaño de establecimiento como aproximación de la informalidad, y considera el 91,2% y el 92,4% de los ocupados informales incluidos en la medición DANE 10 y Uribe et al., respectivamente. El enfoque de Bernal se aproxima a la informalidad como contribución al sistema de seguridad social e incluye el 96,5% de individuos que integran la medición de Guataquí et al. Fuerte, que también analiza la informalidad según tipo de relación laboral en el caso de asalariados. Finalmente, el enfoque de Guataquí et al. Débil toma en consideración la informalidad como afiliación al régimen de salud, e incluye a todos los que integran la informalidad en el enfoque de Flórez. De este modo, en la siguiente sección, al tomar estas tres mediciones/enfoques, se recoge buena parte de los criterios de todas las perspectivas analizadas, por lo que sirven para examinar en qué perfiles específicos se concentra cada perspectiva y en qué difieren respecto a la población incluida dentro de la informalidad laboral.
IV. Caracterización socioeconómica y ocupacional de los trabajadores informales
La mayoría de los estudios que analizan las características socioeconómicas de los trabajadores informales coinciden en plantear cierto perfil de este grupo de trabajadores, o por lo menos en concentrarse en determinados atributos personales y ocupacionales. En general, se concluye que los jóvenes, los individuos con bajos niveles educativos, los pertenecientes a minorías étnicas y los que integran hogares pobres, tienen mayor probabilidad de insertarse en el mercado de trabajo como informales. El propósito de esta sección es comparar la composición de la informalidad laboral según características socioeconómicas y ocupacionales de los trabajadores informales, tomando como referencia la medición de la informalidad planteada por Guataquí et al. Débil, DANE 5 y Bernal (Ver Tabla 1), y estimar los efectos de las características de los trabajadores y su ocupación sobre la probabilidad de tener un trabajo informal, y así ver qué rasgos son más característicos de la informalidad y cuáles difieren según el enfoque operativo seleccionado.
En términos generales, al observar la composición socio-ocupacional de los trabajadores informales, se tiene que hay casi igual participación de hombres y mujeres, más proporción en edades adultas, en los niveles educativos medios y bajos y en trabajadores con jornadas de trabajo completas o más extensas que el del resto de ocupados; además, se concentra en niveles de ingreso bajos y es sobrerrepresentado en la rama de actividad de comercio. No obstante, hay distinciones importantes en algunas características socioocupacionales según el tipo de enfoque/medición de la informalidad laboral.
Como se observa en la Tabla 5, hay diferencias sustanciales en el nivel educativo y en la posición en el hogar que ocupan los trabajadores informales de las tres orientaciones tomadas en consideración. La medición DANE 5, por excluir a los independientes profesionales, muestra una pequeña proporción de profesionales informales (asalariados) y una elevada proporción en niveles educativos medios, mientras que en el enfoque Guataquí et al. los profesionales son casi el 10% de los informales. La diferencia en la dimensión de la posición en el hogar se encuentra en el enfoque de informalidad por falta de afiliación como cotizante al sistema de salud (Guataquí), respecto a las otras dos mediciones: en ella hay mayor proporción de informales cónyuges, lo que se explica por la afiliación a salud como beneficiarios del jefe de hogar y no como cotizantes del sistema. Las características ocupacionales que presentan mayor diferencia en la composición de la informalidad, dependiendo del enfoque considerado, son: la antigüedad en el empleo y la intensidad de la ocupación.
En los tres enfoques operativos de la informalidad laboral los niveles de composición coinciden en el sexo y la edad de los trabajadores, así como en la satisfacción con el empleo (34-36%), su estabilidad subjetiva y la composición de la informalidad por ramas de actividad, donde las actividades comerciales están sobrerrepresentadas. Respecto a la distribución del ingreso laboral no hay diferencias significativas: para todas las aproximaciones los trabajadores informales se encuentran mayoritariamente en los quintiles más bajos de los ingresos laborales, sin embargo, se observa que en Guataquí et al. Débil hay mayor proporción de informales en los quintiles de mayor ingreso.
A continuación se estiman modelos de probabilidad de ser trabajador informal en función de variables sociodemográficas y ocupacionales para establecer el tipo y el nivel de influencia de determinados rasgos específicos de los trabajadores y su ocupación sobre su situación laboral informal. Se realizan dos estimaciones para cada enfoque operativo de la informalidad, una lineal (modelo lineal de probabilidad) y otra no lineal (modelo probit) para ver la consistencia de los efectos. Los resultados son coincidentes en la dirección de los efectos marginales de todas las variables, e incluso en los niveles entre el modelo lineal y el no lineal, comparando los coeficientes estimados en el modelo lineal de probabilidad y los efectos marginales del modelo no lineal calculados en las medias de todas las variables (dado que en este modelo el efecto marginal cambia en función de los valores de las variables explicativas).
Hay efectos que coinciden (en la dirección y/o nivel) entre los diferentes enfoques considerados y otros que son notablemente diferentes. En primera instancia, lo fundamental no es ver si hay diferencias en los niveles de los efectos parciales de cada variable sobre la probabilidad de ser informal, sino la dirección del efecto. Tomando este criterio como referencia, todos los enfoques coinciden en las siguientes variables: edad, escolaridad, posición en el hogar, cónyuge y otros miembros del hogar, horas de trabajo semanal, segunda ocupación, y ramas de actividad de construcción y comercio. Lo que indica la estimación de los modelos presentados en la Tabla 6 es que para todos los enfoques se tiene que la probabilidad de ser informal es mayor (ceteris paribus) para personas con menores niveles educativos, quienes ocupan en el hogar la posición de cónyuges u otros (miembros del hogar), para quienes tienen más de una ocupación y para quienes se insertan en ocupaciones en los sectores de construcción o comercio.
En el caso de la edad y las horas trabajadas, la relación no es lineal (como se entrevé en lo mostrado en la Tabla 5). Con base en los efectos marginales se confirma que la probabilidad de ser informal aumenta para personas jóvenes y adultos mayores, a mayor edad menos probabilidad de informalidad, lo que sucede hasta cierta edad (43 años en el enfoque Guataquí et al. Débil y 48 años en el enfoque Bernal) a partir de la cual el efecto se revierte y la informalidad aumenta con la edad. El mismo patrón se observa en las horas de trabajo, lo que indica que la probabilidad de informalidad es mayor (ceteris paribus) en ocupaciones de muy baja y muy alta intensidad en horas de trabajo semanal.
Hay cuatro características cuyas estimaciones en la explicación de la probabilidad de ser informal no coinciden (en la dirección del efecto) entre los enfoques considerados: sexo, posición en el hogar como hijo, antigüedad de la ocupación y actividad en la rama servicios. Para el enfoque DANE 5 la probabilidad de tener trabajos informales es mayor para las mujeres que para los hombres, esa probabilidad aumenta en promedio entre 0,0525 y 0,0778; por el contrario, para Guataquí et al. prácticamente no hay diferencia entre hombres y mujeres, e incluso la pequeña diferencia indica que hay mayor probabilidad de informalidad para los hombres. Un resultado similar (en dirección y nivel) se observa al analizar la probabilidad de informalidad de los que en el hogar ocupan la posición de hijos, resultado contrastado también con el enfoque de Guataquí et al. Débil. Esto indica que el enfoque que identifica la informalidad a partir de la afiliación como cotizante al régimen de salud (subsidiado o contributivo) cambia los efectos que tiene la posición en el hogar sobre la probabilidad de ser informal, claramente el cónyuge (sea hombre o mujer) tiene mayor afiliación como beneficiario que como cotizante, por lo tanto, en este grupo es en el que recae más la probabilidad de ser informal, según el enfoque de Guataquí et. al. Esto contrasta con la perspectiva de Bernal, que enfatiza la informalidad como una carencia de contribución al sistema de seguridad social en salud y pensión, y aunque ser cónyuge del jefe de hogar es la posición en el hogar con mayor incidencia en la probabilidad de tener trabajo informal, también hay un efecto importante en el caso de los hijos y otros miembros del hogar.
El enfoque que difiere en las características ocupacionales (efecto de la antigüedad y de actividades en el sector servicios) es el de DANE 5, que indica que, a diferencia de los otros dos enfoques, la influencia de ocupaciones del sector servicios sobre la probabilidad de trabajo informal es positiva (entre 0,0526 y 0,0719). Esto plantea que en esta rama de actividad las ocupaciones se realizan en pequeños establecimientos (con 5 o menos trabajadores) y al mismo tiempo, que quienes se ocupan en ella presentan, en promedio, mayores niveles de afiliación o contribución a la seguridad social (en comparación con la rama manufacturera). Otra característica ocupacional que difiere entre los enfoques es cómo influencia la antigüedad de la ocupación en la probabilidad de la informalidad laboral: mientras que en Bernal y Guataquí et al. Débil la mayor antigüedad en la ocupación tiene inicialmente una influencia negativa sobre la probabilidad de informalidad y el efecto cambia para ocupaciones con muchos años de antigüedad, en el enfoque de DANE 5 se tienen resultados opuestos, por lo que la informalidad por tamaño de establecimiento aumenta inicialmente para trabajos con poca antigüedad en la ocupación y posteriormente se reduce cuando la ocupación tiende a ser estable.
Estos resultados en algunos casos contrapuestos, de los efectos marginales de diferentes características sociodemográficas y ocupacionales sobre la probabilidad de ser informal, implican que a la hora de formular políticas laborales no sea claro qué individuos son más sensibles o tienen mayor propensión a tener empleos informales; en el caso de programas de formalización no es claro cuál sería la mejor focalización y dónde se podría tener un mayor impacto. Verbigracia, si se decidiera tomar el enfoque de Guataquí et al. Débil como referencia para formular una política que mejore el tipo de inserción laboral (''formalización'') la focalización se podría fundamentar en los cónyuges del jefe de hogar (cuya probabilidad de ser informal es 0,1193 mayor que el del jefe de hogar, ceteris paribus) sean hombres o mujeres; por lo tanto, una política efectiva de reducción de participación laboral de los cónyuges reduciría notablemente la informalidad. Por el contrario, si se tomaran como referencia los enfoques de DANE 5 y Bernal, el resultado sería similar si la reducción de la participación laboral se presenta sobre cualquier miembro del hogar; alternativamente, sería más efectivo si se focaliza sobre las mujeres sin que necesariamente sean cónyuges (que en las estimaciones de Bernal y DANE 5 tienen un mayor efecto sobre la probabilidad de informalidad entre 0,0483 y 0,0778).
En síntesis, a partir del análisis de la composición de la informalidad y de los modelos de probabilidad de ser trabajador informal, se desprende que las considerables diferencias en los niveles de informalidad identificados, en las tendencias y en la orientación metodológica de las perspectivas tomadas en cuenta en esta sección, se reflejan también en diferencias a la hora de observar la composición de la informalidad laboral y el rol de ciertas características que influyen sobre la determinación de que un trabajador sea o no informal. Las diferencias más notables en la composición se presentan entre el enfoque Guataquí et al. Débil y los otros dos, en particular en lo referente a la posición en el hogar del trabajador y la intensidad de la ocupación y la antigüedad del empleo. Al estimar los modelos de probabilidad (lineales y no lineales), se concluye que no todas las características del trabajador y de la ocupación tienen el mismo tipo de influencia en la determinación de la informalidad para los distintos enfoques operacionales, es el caso de las características personales como el sexo y la posición en el hogar como hijo, así como la antigüedad de la ocupación y la rama de actividad de servicios.
Conclusiones
Los estudios en Colombia sobre informalidad han sido recurrentes, y muchos de ellos han sido influenciados por debates a nivel regional sobre la performance de la situación laboral en América Latina y las formas que ha adquirido en el periodo reciente. Así como hay diversidad de enfoques conceptuales y explicativos en torno al mismo problema, la cuantificación y las orientaciones metodológicas divergen, y en muchos casos terminan considerando aristas diferentes de la problemática laboral en el país.
En este documento se muestran diferentes perspectivas de análisis sobre informalidad laboral, enfatizando las tensiones entre los diferentes enfoques y las diferencias en la mensurabilidad. Dependiendo de la metodología utilizada, la informalidad puede ser desde el 16% hasta el 59% en Colombia. Además, se observa que tasas de informalidad cercanas no incluyen a los mismos individuos, lo que es una dificultad colosal a la hora de utilizar esos estudios para la generación de políticas públicas. No obstante, hay que resaltar que la discusión y el debate académico ha enriquecido el conocimiento sobre determinadas situaciones del mundo del trabajo.
Es imprescindible tener en cuenta que la informalidad laboral se presenta en situaciones marcadamente heterogéneas: para unas perspectivas es característica de las escalas de producción, para otras de la existencia de afiliación y/o contribución al sistema de seguridad social, y otras lo conciben como una situación propia de determinadas actividades, del tipo de relación laboral o de las relaciones con el Estado y las instituciones. De este modo, es frecuente encontrar que hay determinada población que no es incluida como informal en un enfoque que sí lo es en otro, lo cual no implica dejar a un lado la noción de informalidad por su ''anarquía conceptual'' (Salas, 2006), pero sí tener en cuenta que no es una categoría de análisis estática, monolítica, unívoca, ni sobre la cual exista consenso. Como este artículo ha tratado de mostrar, los distintos enfoques conceptuales y metodológicos de la informalidad laboral se asocian a una particular explicación de la informalidad, a causas y articulaciones diferentes con lo formal, por lo que cada elección operativa no es ajena a una concepción analítica de lo que es la informalidad laboral.
En este escrito se encuentra que, pese a las diferencias de enfoque conceptual y metodológico, se puede ubicar un perfil mayoritario de los trabajadores informales en los diferentes estudios considerados en este trabajo, a saber: concentración en edades adultas, en niveles educativos medios y bajos, en actividades comerciales, y principalmente en trabajadores con niveles de ingreso en los quintiles más bajos. No obstante, hay otros rasgos de los trabajadores y sus ocupaciones en los que, dependiendo de la orientación operativa, cambia su influencia sobre la probabilidad de informalidad, tal es el caso de la posición en el hogar, la antigüedad de la ocupación y el rol del sector servicios.
Hay que resaltar que estos estudios tienen, entre otros, dos problemas importantes. Por un lado, concebir la informalidad laboral como una problemática unidimensional y vinculada principalmente a fenómenos económicos, por lo que, para la mayoría de estudios, los trabajadores informales no son más que un dato que hay para analizar y problematizar, y dejan a un lado aproximaciones de otras ciencias sociales, que por cierto en Colombia son muy reducidas. Otro problema que a mi juicio se presenta en la mayoría de estudios sobre informalidad laboral es la búsqueda de homogeneizar algo heterogéneo por antonomasia, y aunque estudios como los de Flórez (2002) y Uribe et al. (2006) tratan de categorizar la informalidad, no dejan de ser categorías generales que poco se centran en las características reales de los trabajadores y la forma en que se desenvuelven en el mercado laboral. A pesar de esto, considero importante reivindicar los aportes que los estudios sobre informalidad han realizado en la comprensión del mercado laboral colombiano, y tal como plantea Saraví ''la perspectiva de la informalidad ha resultado útil para poner de manifiesto la heterogeneidad y diversidad de situaciones que caracterizan hoy al mundo del trabajo'' (1996, p.447).
NOTAS
1. Aunque, como se indicó antes, toma como criterio de identificación de la informalidad la falta de cobertura al sistema de salud, lo cual es discutible desde el punto de vista estructural.
2. Sin embargo, rápidamente el DANE cambió el criterio de medición, y desde el Boletín de prensa del 17 de Marzo de 2010 (Noviembre de 2009 – Enero de 2010) incluyó el criterio de tamaño de establecimiento a todos los trabajadores, incluso a los no remunerados (familiares o de empresas), a los empleados domésticos y a los jornaleros o peones, convirtiendo al tamaño de establecimiento como el único criterio de determinación de la informalidad laboral. Previo a esa fecha, estas cuatro posiciones ocupacionales eran por definición informales, lo cual tiene más vínculo con la noción de informalidad recomendada por el Grupo Delhi, que supuestamente sigue el DANE. Al respecto, cabe preguntarse: ¿Puede un trabajador no remunerado ser formal a pesar de que su actividad la realice en una empresa con otros 5 o más compañeros de trabajo no remunerados? ¿De qué tipo de empleo se habla cuando hay trabajadores domésticos en establecimientoshogares con más de 5 empleados? ¿Puede el trabajo doméstico vincularse a formas de trabajo modernas o son rezagos de formas de subsistencia y trabajo precapitalistas?
3. En la medida basada en el estudio de Bernal (2009), solo el 1% de los informales se explica únicamente por su no afiliación ni cotización en el régimen contributivo de salud, por lo que casi todos los trabajadores que cotizan a seguridad social en pensión lo hacen también en salud.
4. Como se mencionó antes, en la estimación de las tasas de informalidad en la aproximación de Bernal se encuentra que el 99% de los informales no tienen afiliación al sistema pensional.
5 Aunque se podrían introducir muchos más criterios para hacer la aproximación a la informalidad más estricta, la diferencia de solo dos puntos porcentuales entre los estudios de Bernal y Guataquí at al. Fuerte muestra que basta con la no afiliación o cotización al sistema de seguridad social en pensión como proxy de la informalidad por no cumplimiento de derechos laborales básicos. Como se indica más adelante, el 99,8% de los informales en Bernal son incluidos en Guataquí et al. Fuerte, mientras que el 96,5% de los informales incluidos en esta última aproximación lo están también en Bernal, por lo que solo el 3,5% de los informales incluidos en la aproximación de Guataquí et al. Fuerte se explican por la no existencia de contrato laboral escrito o incumplimiento de la normativa salarial.
6. Un elemento que refuerza la selección de estos tres enfoques es la correlación que hay entre cada uno de ellos y los enfoques que se excluyen, pero que tienen el mismo criterio de identificación de la informalidad. Así, como se observa en la Tabla 4, la mayor correlación de Uribe et al. y DANE 10 es con DANE 5; en el caso de Guataquí et al. Fuerte se presenta con Bernal, al tiempo que la mayor correlación de Flórez se presenta con Guataquí et al. Débil.
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