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Forma y Función

Print version ISSN 0120-338X

Forma funcion, Santaf, de Bogot, D.C. vol.22 no.22 Bogotá Jan./June 2009

 

EL CHISTE COMO RELATO
GRACIOSO EN LA PRÉDICA DE UNA
CONGREGACIÓN CRISTIANA
Y LAS ACTITUDES LINGÜÍSTICAS
FRENTE A ESTE
*

THE JOKE AS A FUNNY NARRATIVE IN THE
SERMON OF A CHRISTIAN CONGREGATION
AND THE LINGUISTIC ATTITUDES TOWARDS IT

 

Diana del Pilar Parra Rico
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
ddparrar@unal.edu.co

Artículo de investigación recibido 07-12-07, artículo aceptado 16-06-09


Resumen

Los objetivos de este estudio son: analizar la estructura de los chistes que se presentan en las prédicas de una congregación cristiana, e identificar las actitudes lingüísticas de aceptación o rechazo de sus miembros frente a este fenómeno lingüístico. Este análisis incluye dos aspectos: la caracterización estructural definida en tres funciones (normalización, locutora de armado e interlocutora de disyunción, que a su vez permiten distinguir entre un relato "serio" y uno "cómico"), y la identificación de presuposiciones e implicaturas conversacionales con el fin de reconocer el papel de los relatos jocosos en las prédicas. De esta manera se determinan las actitudes lingüísticas de una congregación cristiana ante este tipo de relatos en las prédicas, a partir de las variables de edad y género.

Palabras clave: actitudes lingüísticas, relato gracioso, implicaturas conversacionales, presuposiciones, prédica cristiana.


Abstract

This research attempts to analyze the structure of the jokes presented in the sermons of a christian congregation and to identify its members' linguistic attitudes of approval or rejection in presence of this linguistic phenomenon. This analysis includes two aspects: the structural characterization defined by three functions (normalization, interlocking and disjunction, which allows to distinguish between a 'serious' and a 'funny' story), and the identification of presuppositions and conversational implicatures in order to recognize the role of funny stories in the sermons. This way, this article determines the linguistic attitudes of a christian congregation towards this kind of narratives in the sermons through age and sex variables.

Keywords: linguistic attitudes, funny narrative, conversational implicatures, presumptions, christian sermon.


Introduction

EN UN ÁMBITO cristiano en el que se escuchan temas relacionados con la palabra de Dios, surgen relatos graciosos que desencadenan la risa en la congregación1. Este grupo cristiano, objeto de estudio, pertenece a la Comunidad Evangélica Pentecostal, que centra sus creencias en el Bautismo en el Espíritu Santo, las misiones, la salvación y la santidad en la vida de sus creyentes. Esta congregación pertenece a asociaciones extranjeras, especialmente puertorriqueñas, y se estableció en Bogotá desde 1973 con una función principalmente misionera. Sus integrantes centrales o líderes son colombianos y puertorriqueños; además, cuenta con 172 miembros que asisten frecuentemente, en su gran mayoría pertenecientes a los niveles socioeconómicos dos y tres y sin una carrera profesional o un nivel de estudios superior al técnico o tecnológico.

Por otra parte, se retoma el concepto de actitudes lingüísticas definido por Moreno como "una manifestación de la actitud social de los individuos, distinguida por centrarse y referirse específicamente tanto a la lengua como al uso que de ella se hace en sociedad" (1998, p. 178). Al hablar de esta clase de manifestación, López se refiere directamente al componente conativo, que genera comportamientos de aprobación o denegación, al enfatizar que "[l]as actitudes solo pueden ser positivas, de aceptación o negativas, de rechazo; una actitud neutra es imposible de imaginar (pensando en su naturaleza conativa): se trata más bien de ausencia de actitud" (1989, p. 235). Así las actitudes lingüísticas de esta congregación son positivas o negativas frente a la presencia de relatos graciosos en los mensajes bíblicos. Estas se determinan a través de las variables de edad y género desde un estudio cuantitativo, y a la vez se fundamentan en las creencias de los miembros de la iglesia.

López (1989) considera que la mayoría de las creencias son las que producen las actitudes lingüísticas, que no solo dependen de la realidad, sino, como lo afirma Moreno, el sujeto es consciente lingüísticamente: "los individuos forjan actitudes, del tipo que sea, porque tienen conciencia de una serie de hechos lingüísticos y sociolingüísticos que les conciernen o les afectan" (1998, p. 181). De esta forma, para los miembros de esta iglesia cristiana, el uso de ciertas frases graciosas o relatos chistosos en el mensaje bíblico no solamente cambia el tono de este, sino que genera ciertas posturas (actitudes lingüísticas) puesto que los miembros son conscientes de este hecho lingüístico dentro de un contexto religioso en el que suele primar un estilo serio y respetuoso.

Para estudiar las actitudes lingüísticas de esta congregación cristiana en relación con el relato gracioso es necesario identificarlo y definirlo claramente dentro de la prédica. Por ello se retoma la teoría de El chiste, de Violette Morin, centrada en tres funciones que describen la aparición de esta clase de relato desde un enfoque de corte interpretativo. También, es relevante reconocer las presuposiciones e implicaturas conversacionales que se presentan en estos relatos chistosos, con el objetivo de establecer el papel de estos en los mensajes bíblicos.

En el campo de la sociolingüística, este trabajo es la base de nuevas investigaciones sobre las actitudes lingüísticas de las comunidades cristianas actuales, ya que presenta una perspectiva diferente de las actitudes que hasta el momento no habían sido tratadas; la mayoría de los análisis realizados hasta ahora están enfocados hacia las variedades lingüísticas en colectividades distintas a las cristianas. Por lo tanto, esta investigación es una contribución directa al estudio de las actitudes lingüísticas de una congregación evangélica, ya que no solamente desarrolla un análisis interpretativo con respecto a los relatos que se introducen en los mensajes bíblicos desde un enfoque pragmático, sino que también identifica las manifestaciones sociales de la congregación ante este uso.

 

1. Conceptualización

1.1 El relato gracioso

Violette Morin señala la relación entre historia y relato: "Pero estas 'historias' [chistes] son finalmente también relatos [...] hacen evolucionar una situación en función de saltos imprevistos" (1970, p. 133). Así, Morin menciona que el chiste es una historia, puesto que hace referencia a los eventos que se cuentan y, a la vez, aquel puede ser considerado un relato ya que es el texto escrito o hablado que se ocupa de expresar los sucesos. Por lo tanto, al hablar del chiste es necesario mencionar estos elementos, en la medida en que están relacionados. Igualmente, otro componente que interviene en su producción es la narración, la cual es reconocida como la acción comunicativa que lo emite.

Estos lineamientos (historia, relato y narración), en los que transita y se desarrolla el chiste, han sido expuestos por Genette claramente: "historia (el conjunto de los acontecimientos que se cuentan), relato (el discurso, oral o escrito, que los cuenta) y narración (el acto real o ficticio que produce ese discurso, es decir, el hecho en sí, de contar)" (1998, p. 112). De tal forma, se evidencia que el relato es el resultado de la acción, del cual el lector o el oyente puede disponer o utilizar; en otras palabras, es el producto de la narración, es el chiste, en este caso específico, el cual contiene un grupo de sucesos o historias que se trasmiten por medio de una acción o narración.

Por otra parte, cabe anotar que en la propuesta de Morin (1970) la unidad de análisis empleada se basa en chistes o tipos de relatos graciosos distintos a los que se usan en este caso, ya que se caracterizan por ser diálogos más breves que están relacionados con la cultura popular francesa, mientras que la clase de relatos chistosos que se utilizan en este estudio están enmarcados en una prédica. Su extensión es mayor, por lo general, se asocian con temas morales, historias de la Biblia y situaciones relacionadas con el comportamiento de la congregación y del predicador. En consecuencia, para este estudio se retoma la estructura planteada por Morin únicamente para efectos de identificar el tipo de relatos que aparece en estos mensajes bíblicos.

La estructura del chiste planteada por Violette Morin (1970) presenta una sucesión que propone, sustenta y soluciona una problemática determinada. Esta secuencia se articula en tres funciones: una función de normalización, que coloca en situación a los personajes; otra función locutora de armado (enclenchement) con o sin locutor, que traza el problema a resolver o el interrogante, y finalmente una función de disyunción con o sin interlocutor, que resuelve "graciosamente" el problema o responde "graciosamente" la pregunta, la cual divide el relato en "serio" (es decir, cuando al iniciar el relato se presenta una situación normal) o "cómico" (cuando el relato desencadena en una situación graciosa y otorga a la serie narrativa su presencia de relato dislocado). La separación se logra debido a un elemento polisémico, el disyuntor, con el que la historia así armada tropieza para virar hacia una trayectoria distinta e insospechada.

La introducción del disyuntor en estos relatos establece una clasificación, pues se presentan en estas historias tipos de juegos de palabras en ocasiones relacionados únicamente con una palabra-significante que se retoma de su presencia visual o fónica, sin importar las significaciones que esta pueda trasmitir; o algunas veces una palabra puede tener una doble significación en algún momento que cambia el sentido del relato, es decir, se modifica la lógica esperada en él, lo cual hace que este se libere de los razonamientos normales y establecidos por la comunidad, para caer en juicios ilógicos o sentidos distintos que producen el relato gracioso. De acuerdo con Morin, el chiste cae en la incoherencia, "[s]e obtiene entonces un chiste que libera a los significados y a las significaciones de toda imposición de sentido. Al final de la secuencia, el relato cae deliberadamente en un caos" (1970, p. 134).

La esencia del chiste emerge a partir de la existencia del disyuntor que genera una categorización: los relatos de disyunción semántica se distinguen porque el disyuntor es un signo que alude a su significado, y los relatos de disyunción referencial se basan en un término al que se refieren los signos, o sea, a su referente. Esta clasificación presenta una subdivisión relacionada con la forma en que se establece el disyuntor, a la cual Morin (1970) designa modos disyuntivos de articulación. En ella expone tres figuras narrativas: una figura de articulación bloqueada, que señala que la disyunción introduce una interrupción en la secuencia lógica del relato, sea semántica o referencial; una figura de articulación regresiva, que indica que la disyunción realiza un retroceso en la sucesión lineal del relato, tanto semántica como referencial, y por último una figura de articulación progresiva, la cual muestra que la disyunción (semántica o referencial) establece una nueva lógica en el relato, que hace que este simultáneamente evolucione y cambie su curso para desencadenar en un sentido totalmente diferente a la lógica inicial.

Esta clase de chiste, como es el relato gracioso, se propone divertir, llamar la atención sobre alguna situación en particular y generar la risa en los oyentes. Además, es necesario mencionar que este tipo de relatos introducidos en los mensajes bíblicos pertenecen a una forma literaria determinada llamada la parábola, ya que son textos figurados de los cuales, por analogía o semejanza, se origina una enseñanza referente a un tema que no se encuentra explícito. Se suele recurrir a la parábola para hacer comprender cuestiones espirituales o morales a través de situaciones de la vida cotidiana (Francia, 2003 [documento en línea]).

De ahí que el propósito del relato chistoso en la prédica sea ilustrar un hecho relacionado con el tema del mensaje bíblico para que la congregación tome conciencia y cambie su forma de actuar, siendo esto indicio de que los Hermanos o miembros de la congregación se adhieren a las ideas centrales de la prédica. La risa es la respuesta de aceptación no solo cuando aparece el relato gracioso en la prédica, sino también cuando el predicador expone sus ideas.

Por otro lado, Gómez propone ciertos requisitos para que haya chiste y se produzca el efecto cómico esperado: (i) que el chiste se dé en un terreno interindividual  (que sea contado); (ii) que tanto el hablante como el oyente compartan un cierto conocimiento del mundo en que interactúan (o sea una serie de presuposiciones sobre ese mundo). Y (iii) que tanto el hablante como el oyente, manejen el mismo código, que compartan como mínimo un registro en su repertorio (Gómez, 1981, p. 37).

Así mismo, el chiste se define como un fenómeno social, no solamente por las anteriores características, que lo determinan en un contexto social, sino también porque es el medio de expresión que permite exponer libremente los planteamientos, en este caso relacionados específicamente con la liberación de la iglesia evangélica de las censuras de la sociedad en general por pensar distinto. Así, a través del chiste se manifiestan sus ideas sin ningún tipo de reserva: "En el momento en que llega a su perfección, el chiste entra al servicio de la lucha contra la represión (no solo síquica sino social, agregaríamos nosotros)" (Gómez, 1981, p. 38).

 

1.2 Las actitudes lingüísticas

Las actitudes lingüísticas para Moreno "son actitudes psicosociales. Si, como hemos comentado, las lenguas tienen un significado o unas connotaciones sociales, es natural que sean apreciadas y evaluadas de acuerdo con los estatus o las características sociales de los usuarios" (1998, p. 180). Así, en este caso, se puede decir que este tipo de relatos chistosos genera actitudes lingüísticas en esta congregación no solo porque trasmiten unas marcas o normas culturales propias de este grupo cristiano, sino también porque son valorados de acuerdo con las características sociales de los miembros de esta iglesia. Por ello se afirma que las actitudes lingüísticas son una consecuencia de las actitudes psicosociales en el sentido de que, al expresarse la actitud social hacia cierto fenómeno lingüístico, se realiza una evaluación acorde con el estatus social del individuo (psicosocial).

Según Moreno (1998), la actitud lingüística se establece debido a la conciencia sociolingüística, la cual se define como la capacidad del individuo que le permite reconocer ciertos elementos lingüísticos y sociolingüísticos que le atañen o le conmueven, los cuales pueden estar relacionados con su propia variedad, con la de su grupo o con la de su comunidad. En esta investigación, conciencia sociolingüística de los miembros de la congregación se relaciona con los hechos (lingüísticos y sociales) que se presentan en la comunidad cristiana a la que pertenecen, o con sus propias experiencias como miembros de la misma.

Las personas que hacen parte de esta congregación conocen los usos lingüísticos que prefiere su comunidad, por lo cual los utilizan al momento de predicar, es decir, de trasmitir la palabra de Dios. Moreno, en su estudio, lo reafirma:

Los hablantes saben que su comunidad prefiere unos usos lingüísticos a otros, que ciertos usos son propios de unos grupos y no de otros [...] la posibilidad de elegir lo que consideran más adecuado a las circunstancias o a sus intereses. (1998, p. 181)

De igual forma, una de las consecuencias evidentes de la conciencia sociolingüística de los hablantes es su seguridad o inseguridad lingüística. Moreno lo enuncia en forma clara: "Se habla de seguridad lingüística cuando lo que el hablante considera correcto o adecuado coincide con los usos espontáneos del mismo hablante; la inseguridad lingüística surge cuando tal coincidencia disminuye o desaparece" (p. 182). Esta situación genera que los hablantes usen lo que consideran más aceptable o no en la comunidad, pero cuando el empleo que se hace no corresponde con la actitud de aceptación o de rechazo se denomina inseguridad lingüística.

 

2. Metodología

A partir de la grabación de aproximadamente veinte prédicas de distintos predicadores, se reconocieron relatos chistosos, seleccionados de acuerdo con ciertos criterios: que constituyeran una secuencia lógica de relatos con contenido bíblico o social, y que a la vez desencadenaran la risa de la congregación. Las siguientes son las convenciones utilizadas en la transcripción de los relatos jocosos seleccionados:

P:           Predicador
C:           Congregación
----:     Silencio
Risas:    La congregación se ríe a carcajadas
risas:    La congregación se ríe brevemente
*:         El predicador aparece solo en este relato gracioso
**:       El predicador aparece en varios relatos graciosos

Después del reconocimiento y la selección de los relatos chistosos, se identificó su estructura y se clasificaron según la teoría de Morin (1970) en las tres figuras narrativas, comparables por sus modos disyuntivos de articulación.

También, se determinaron las presuposiciones e implicaturas (conversacionales) que hacen parte de cada relato gracioso a partir de la interpretación de la investigadora, basada en lo que comunica el predicador y, al mismo tiempo, en lo que se esperaría que entendieran los miembros de la congregación con esta clase de relatos.

De igual modo, se analizaron los relatos graciosos recogidos en cada prédica, identificando la estructura interna de cada uno, es decir: la función de normalización, la función locutora de armado, la función interlocutora de disyunción y, en algunos casos, el disyuntor. Se interpretó en cada relato la situación normal de la historia, la complicación que desencadenaba en un relato parásito o que cambiaba el sentido normal de la secuencia, la cual en algunas ocasiones aparecía acompañada del disyuntor que permitía la bifurcación del relato.

Por otra parte, cabe destacar que esta congregación objeto de estudio agrupa tanto a niños y jóvenes como a adultos: hay 62 niños, 58 mujeres y 52 hombres, en otras palabras: el 36 por ciento de la comunidad lo conforman los niños, el 33,7 por ciento las mujeres, y el 30,2 por ciento los hombres.

Esta investigación tomó como muestra para sus análisis a 96 personas en total, es decir, a un 87,2 por ciento de la población adulta de género femenino y masculino que oscila entre los 18 y los 77 años de edad, por considerar este rango de edad el de mayor asistencia a las prédicas.

El trabajo de recolección de datos se realizó con base en dos cuestionarios (Moreno, 1990, p. 187): el método de estructura cerrada y el de estructura abierta, en los que las preguntas permitían reconocer no solamente afirmaciones o negaciones, sino también las reacciones de la comunidad frente al uso de este fenómeno lingüístico, respectivamente. Cabe destacar que estos cuestionarios se aplicaron en la iglesia durante el mes de octubre del 2005, principalmente en los cultos del domingo y del miércoles por presentar la mayor asistencia de personas y debido a que era necesario identificar las prédicas en las que se usaran relatos jocosos, para poder así desarrollar las preguntas. Además, se tuvo en cuenta los rangos de edad para la recolección de los datos (de 18 a 32, 33 a 47, 48 a 62 y 63 a 77 años) tanto en hombres como en mujeres, hasta completar en cada uno de los cuestionarios el número máximo de seis informantes, es decir 24 hombres y 24 mujeres (48 informantes por cada cuestionario), para un total de 96 encuestados.

Es necesario mencionar que con los datos de la prueba piloto surgió la hipótesis de esta investigación: las personas de edad avanzada tienen actitudes negativas frente al uso del relato gracioso en las prédicas, mientras que los jóvenes tienen actitudes positivas ante el mismo hecho. Este planteamiento hipotético expone una posible situación particular, esto es: que las personas de edad avanzada no están de acuerdo con el uso del relato gracioso en la prédica, a diferencia de los jóvenes; dicha situación permitió reconocer aspectos relevantes en esta congregación en relación con las actitudes lingüísticas frente al chiste y las semejanzas o diferencias de actitud entre hombres y mujeres. A partir de esta hipótesis se generaron observaciones relacionadas con las actitudes de los miembros de la congregación.

Igualmente, en febrero del 2006 se realizaron entrevistas grabadas a los líderes de esta congregación, con el propósito tanto de comparar la información obtenida con la prueba piloto (los cuestionarios de estructura cerrada y estructura abierta), como de profundizar en el conocimiento de las actitudes lingüísticas frente al uso de esta clase de relatos graciosos en la prédica. Además, con base en la prueba de Escalamiento tipo Likert, de tal manera que esta clase de escala medía las actitudes lingüísticas en relación con el uso del relato gracioso en una prédica, a través de nueve afirmaciones positivas o negativas, por ejemplo: el uso de frases o historias graciosas en una prédica mejora la comprensión del mensaje. Estas afirmaciones eran calificadas conforme a cinco valores: 5 (muy de acuerdo), 4 (de acuerdo), 3 (ni de acuerdo, ni en desacuerdo), 2 (en desacuerdo) y 1 (muy en desacuerdo). Las afirmaciones se presentaban únicamente en dos direcciones: favorables o positivas y desfavorables o negativas con respecto al objeto de actitud, en este caso el uso de este tipo de chiste en una prédica. Cabe mencionar que la opción 3 no se tuvo en cuenta, ya que no expresa una actitud con respecto al chiste.

 

3. Resultados e interpretación

3.1 Estructura de los relatos graciosos en las prédicas

En esta interpretación estructural de los relatos graciosos es necesario mencionar que los ejemplos que se presentan a continuación aparecen en un tipo de prédica particular denominada bíblica, ya que se funda en apartes de la Biblia con el objetivo de que el predicador interprete el mensaje para la congregación a partir de la lectura de versículos de la Biblia, de un tema relacionado con las escrituras o de la narración de una historia (Jiménez, 2003).

Por lo demás, sobresale el uso del sermón expositivo y narrativo, pues se observa que el predicador basa su explicación en una parte de la Biblia para hablar sobre un tema determinado, por ejemplo: la fortaleza del cristiano o los dones espirituales. De hecho, cuando él está realizando la exposición de un fragmento de la Biblia comienza haciendo alusión a la temática que se va a tratar, y a lo largo de la disertación no solamente se vale de la exposición bíblica, sino que introduce el sermón narrativo, es decir, narra una historia, la cual en algunas oportunidades es un relato gracioso utilizado para llamar la atención de la congregación sobre el mensaje bíblico o para enfatizar la idea central del mismo.

Los relatos que se exponen a continuación son una muestra de los cincuenta y uno analizados en esta investigación, de los cuales solo se presentará uno por cada figura de articulación. En estos relatos, en algunas ocasiones, no se mencionan presuposiciones pragmáticas, ya que son evidentes para el lector.

3.1.1 Las figuras de articulación bloqueada

3.1.1.1 Relatos de disyunción semántica: articulación bloqueada por inversión de signos

P: Pero qué hace fuerte a un líder, escúcheme bien, además de la oración, además del Espíritu Santo, además de la palabra, además de la fortaleza que nos da el Señor Jesús ----. A un líder lo hace fuerte los aguijones [sic]2, hágale así al que está a su lado: ¡los aguijones! C: ¡los aguijones! P: ¿Cuántos tienen suegra?, perdón, su aguijón [Risas]. Si porque hay muchos que dicen "no, no es que los aguijones son las suegras, ya le pusieron nombre a los aguijones". [risas]. (5 de octubre del 2005)**3

- Función de normalización: la fortaleza del cristiano no solamente es la oración, la palabra de Dios, el Espíritu Santo y Jesucristo.

- Función locutora de armado: P: "A un líder lo hace fuerte los aguijones".

- Disyuntor: aguijón / suegra
                 aguijones / personas
                 suegra / nombre propio

- Función interlocutora de disyunción: P: "hágale así al que está a su lado: ¡los aguijones!". C: "¡los aguijones!". P: "¿Cuántos tienen suegra?, perdón, su aguijón. Si porque hay muchos que dicen 'no, no es que los aguijones son las suegras, ya le pusieron nombre a los aguijones'".

Sobreentendido: la suegra es una persona molesta y desagradable para el cónyuge del hijo o la hija.

Los disyuntores (aguijón / suegra) están en oposición, puesto que la disyunción se presenta debido a sus significados literales (el aguijón es un dardo afilado con que pican o inyectan veneno algunos animales). Además, la inversión se confirma al considerar los aguijones como personas y, a la vez, a la suegra como el nombre propio de los aguijones: "Si porque hay muchos que dicen 'no, no es que los aguijones son las suegras, ya le pusieron nombre a los aguijones'", ya que se expresa que los aguijones tienen un nombre, como si fueran personas pues pasan a tener una denominación especial, en este caso "las suegras". Por lo tanto, este relato parásito se refuerza en su oposición.

Es un relato doble y opuesto porque se presenta uno normal (el predicador dice que las dificultades fortalecen al cristiano) que se apoya en otro, llamado parásito: "hágale así al que está a su lado: ¡los aguijones!". C: "¡los aguijones!". P: "¿Cuántos tienen suegra?, perdón, su aguijón [...] ya le pusieron nombre a los aguijones". El resultado es que cada historia es igualmente afirmada y destruida por el otro relato, puesto que la primera (el relato normal) se refiere a la fortaleza del cristiano, la cual es aseverada en la historia parásita al retomar la idea un cristiano es fuerte por los aguijones, pero se altera al enunciar que uno de esos aguijones es la suegra. Así se consolida una historia distinta: a un cristiano lo hace fuerte la suegra. Pues bien, se refuerza la idea de la resistencia del cristiano dada por Dios, aunque es tergiversada al considerar que los cristianos son fuertes por las suegras. Lo mismo sucede a la inversa: la historia parásita se relaciona con la normal; sin embargo, esta trastorna la parásita al exponer que la fortaleza del cristiano se obtiene con la oración, el Espíritu Santo, la palabra de Dios y Jesús, ya que se destruye el planteamiento de que la fortaleza del cristiano se obtiene con los aguijones, que son las suegras.

Así mismo estas disyunciones (aguijones / personas y suegra / nombre propio) se refieren a una categoría sémica de intolerancia, molestia y sufrimiento, que se basan en la antinomia objeto punzante / madre del hijo o la hija del cónyuge.

Implicatura: suponiendo que el predicador se adhiere al Principio de Cooperación, él estaría violando la máxima de Relación (observa la pertinencia), ya que no es relevante la comparación entre las suegras y los aguijones en el mensaje bíblico, por lo cual la implicatura se basa en que tanto la suegra como el aguijón son una molestia. Así, aunque no se expresa, se implica que el predicador quiere llamar la atención de la congregación en cuanto a que las personas deben aprender a soportar las dificultades de la vida.

3.1.2 Las figuras de articulación regresiva

3.1.2.1 Relatos de disyunción referencial: articulación regresiva por polisemia Simple

P: Hay debilidades tremendas, y le voy, le voy a decir una cosa ---- el diablo conoce tus debilidades. Escúchame bien, era, si tu debilidad es ver al Pastor, se te va atravesar [sic] ¡todos los días en el camino!, este Pastor, si tal debilidad te irrita, te produce ganas de vomitar, te dan ganas de escarbar cada que ves al Pastor, Dios te lo va a mostrar en la sopa y donde vayas a un restaurante te van a decir "¡Carne al Pastor!" [Risas]. (5 de octubre del 2005)**

- Función de normalización: a un Hermano de la iglesia le desagrada encontrarse con el pastor.

- Función locutora de armado: P: "Te dan ganas de escarbar cada que ves al Pastor".

- Función interlocutora de disyunción: P: "Dios te lo va a mostrar en la sopa y donde vayas a un restaurante te van a decir '¡Carne al Pastor!'".

En esta clase de relato la interlocución contesta a la locución, pero equivocándose con respecto al sentido; la locución hace referencia a que esa persona no desea ver al pastor, y al introducirse la interlocución parásita cambia la idea del relato, ya que se hace alusión a que siente temor o vergüenza al encontrarse con él.

Así mismo, el relato normal es consolidado y a la vez alterado por el relato parásito: el hecho de que el pastor hable de las debilidades no excluye que algunas personas de la congregación tengan la debilidad de que no les agrade encontrarse con él. Se afirma la idea sobre las debilidades que las personas tienen y, simultáneamente, se modifica el sentido al decir que para los Hermanos de la iglesia el encuentro con el pastor es una situación desagradable.

De igual manera, el predicador (locutor) ha sustituido una motivación normal —según Morin (1970)— como es ir a un restaurante y comer una carne al ajillo, entre otros tipos de carne, por otra motivación accesoria e improvisada (comer carne al pastor). Por ello este relato gira en círculo, puesto que los dos relatos (el normal y el parásito) se completan: el hecho de que la persona no desee ver al pastor no excluye que sienta vergüenza o temor cuando se encuentra con él.

Presuposición: el predicador presupone que la congregación sabe que todos los cristianos tienen debilidades.

Implicatura: se incumple con una máxima conversacional, la de Relación, pues la información que se expone no es pertinente (ver al pastor es una debilidad, aun mayor cuando el que habla es él mismo), se implica que en la vida Dios enfrenta a las personas a situaciones que involucran sus propias debilidades, y que dichas personas deben tener fortaleza ante estas y ante los inconvenientes que se presentan en la vida, ya que Dios quiere individuos que sean capaces de soportar las adversidades4.

3.1.3 Las figuras de articulación progresiva

3.1.3.1 Relatos de disyunción referencial: articulación progresiva de polisemia antonímica

P: Y mire usted ¿qué clase de oración estamos haciendo nosotros para ser íntegros? ---- Será que estamos haciendo la oración del tolimense, por allá en Samanal, que decía: "¡Ay Señor, uted sabe que no le deseo mal a nadie! [sic], pero usted sabe que este es mi negocio, tener una funeraria". [risas]. (5 de febrero del 2006)**

- Función de normalización: un tolimense está orándole a Dios para que su negocio prospere.

- Función locutora de armado: P: "Será que estamos haciendo la oración del tolimense, por allá en Samanal, que decía: '¡Ay Señor, uted sabe que no le deseo mal a nadie!'".

- Función interlocutora de disyunción: P: (El tolimense) "pero usted sabe que este es mi negocio, tener una funeraria".

Este relato presenta la interlocución diametralmente opuesta a la locución, ya que el interlocutor se refiere a que él desea que a nadie le vaya mal, es decir, su oración expresa el bien para todas las personas: "¡Ay Señor, uted sabe que no le deseo mal a nadie!"; pero el interlocutor responde en forma totalmente contraria, puesto que hace alusión a que él depende de la muerte de las personas porque tiene una funeraria. En otras palabras, su oración manifiesta un beneficio personal: "pero usted sabe que este es mi negocio, tener una funeraria".

Así se mantiene la relación entre los relatos, aunque los juicios o las apreciaciones se invierten: el relato normal señala que la oración del tolimense busca el bien de todos, y el relato parásito indica que la oración de este pide por el beneficio de su funeraria, es decir, el mal de algunos. Esta oposición permite que la secuencia del relato sea de contraste, ya que se pasa de pensar que al tolimense le interesan las personas, a concluir que a él le importa solamente su negocio (el beneficio, la ganancia personal).

Presuposición: se presupone que ser íntegro significa no desearle el mal a nadie. Implicatura: el predicador estaría incumpliendo la máxima de Relación (observa la pertinencia), porque desearle el mal a los demás no es congruente con el ser íntegro, se implica así que una persona íntegra antepone el beneficio de los demás al propio, es decir, actúa en forma intachable y recta.

 

3.2 Las actitudes lingüísticas

En la prueba del método directo-estructura cerrada se valida la hipótesis de que la población joven, particularmente las mujeres, manifiesta una actitud positiva ante el uso del chiste en la prédica. Además, se destaca que los informantes jóvenes tienen una actitud más positiva frente al empleo del relato gracioso en el mensaje bíblico: el 83,3 por ciento de los 6 hombres entrevistados entre los 18 y los 32 años, y el 100 por ciento de las 6 mujeres entrevistadas del mismo rango de edad, está de acuerdo con su utilización.

Sin embargo, los informantes de edad avanzada (de 63 a 77 años) expresan una actitud menos favorable hacia el uso del relato gracioso, ya que el 66,6 por ciento de los hombres y el 83,3 por ciento de las mujeres están de acuerdo (Figuras 1 y 2). En la prueba del método directo-estructura abierta se reconoce la validez de la hipótesis de que la población joven (de 18 a 32 años, tanto de hombres como de mujeres) manifiesta aceptación hacia el uso del relato gracioso en la prédica, lo que se refleja a través de ciertas actitudes: el 50 por ciento de los 6 hombres entrevistados se siente motivado y el 66,6 por ciento de las 6 mujeres entrevistadas se siente motivado y complacido, mientras que el 33,2 por ciento de ellas se siente alegre, animado, entre otros aspectos (Figuras 3 y 4).

En las entrevistas a los líderes se ratifica la hipótesis, ya que los informantes jóvenes expresan una actitud positiva frente al empleo de relatos chistosos en el mensaje bíblico, a diferencia de los demás. Sobresale el hecho de que la población masculina, específicamente los hombres de 63 a 77 años, manifiesta una actitud desfavorable en comparación con los jóvenes. Esto confirma en parte la hipótesis de que las personas de edad avanzada tienen una actitud negativa frente al uso del relato gracioso en la prédica, puesto que al 36,3 por ciento de los 11 hombres entrevistados no le gusta dicho relato, pues ellos creen que se pierde la credibilidad del pastor.

En la prueba de Likert se corrobora la hipótesis de esta investigación, puesto que la población joven presenta el mayor índice de aceptación hacia el uso de esta clase de relatos: el 12,5 por ciento de los 12 hombres entrevistados y el 10,42 por ciento de las 12 mujeres consultadas coinciden en el hecho de preferir el uso del relato gracioso en la prédica. En cambio, los hombres de 63 a 77 años tienen una tendencia hacia el rechazo de este uso. Esto ratifica la hipótesis, ya que solo el 6,26 por ciento de los hombres de edad avanzada está de acuerdo con este uso.

La población femenina joven y de edad avanzada presenta un índice mayor de aprobación en cuanto a la introducción del chiste en el mensaje bíblico. Lo anterior se debe a que la gran mayoría de las mujeres se siente principalmente animada y motivada cuando se usan frases o historias graciosas en la prédica: de las mujeres de 18 a 32 años y de 63 a 77 años, el 33,34 por ciento de las 24 mujeres entrevistadas opina que el uso de frases o historias graciosas en la prédica anima y motiva. Ahora bien, de los hombres de 18 a 32 años y de 63 a 77 años, el 20,83 por ciento de ellos comenta lo mismo.

Los hombres de 63 a 77 años expresan una actitud negativa, en comparación con los hombres de 18 a 32 años. En la población masculina de 63 a 77 años, el 4,17 por ciento de los 12 hombres entrevistados opina que se siente desmotivado cuando se usan relatos chistosos en la prédica, mientras que el 10,42 por ciento manifiesta molestia ante este uso, para un total de un 14,59 por ciento de actitud desfavorable frente a su utilización. Lo anterior refleja que para ellos la presencia de esta clase de chistes en la prédica tiene una significación negativa. El 2,08 por ciento de los 12 hombres entrevistados, con edades entre 18 y 32 años, considera que se siente desmotivado cuando se usan frases o historias graciosas en los mensajes bíblicos, y solo el 4,17 por ciento expresa una actitud desfavorable frente al uso del relato gracioso en la prédica. En resumen, el 6,25 por ciento revela una actitud de desaprobación.

La actitud negativa de los hombres de mayor edad ratifica su seguridad lingüística, pues consideran correcto evitar el uso de frases o historias graciosas en la prédica (como lo evidencian los cuestionarios aplicados). Esto se demuestra en el momento en que predican la palabra de Dios y no introducen relatos jocosos.

La actitud positiva de los jóvenes (de 18 a 32 años) se revela en las reacciones que tienen al escuchar una frase o historia graciosa en el mensaje bíblico: son los primeros en reírse o sonreír cuando escuchan una frase o historia graciosa en el mensaje bíblico y en ocasiones acompañan la risa con aplausos que denotan aprobación y agrado con respecto al uso de esta clase de chiste en la prédica. Más aún, se manifiesta la conciencia sociolingüística en el sentido de que los jóvenes consideran apropiado el empleo del relato chistoso en la prédica. Esto se refleja en los usos espontáneos que hacen de este al predicar en los cultos de jóvenes; al mismo tiempo expresan una seguridad lingüística: entre lo que ellos piensan adecuado, es decir, el uso del relato jocoso en el mensaje bíblico, pues esto se evidencia con las respuestas dadas en los cuestionarios (prueba piloto -prueba tipo Likert) y lo que se asocia con el empleo espontáneo del relato gracioso.

 

4. Conclusiones

El chiste en la congregación objeto de estudio se define como un relato gracioso que expresa información relacionada con temas bíblicos, el cual busca llamar la atención de los oyentes y mejorar la comprensión de la prédica. Por lo tanto no es la misma unidad de análisis empleada por Morin, ya que esta no tiene una función moralizante. Además, la identificación de la estructura y clasificación de estos relatos, a través de un ejercicio interpretativo de la investigadora, permite evidenciar claramente cómo surge el relato parásito o cómico en un mensaje bíblico y, por ende, entender de qué se ríe la congregación.

Así mismo, se puede afirmar que la función de las implicaturas presentes en los relatos chistosos en un mensaje bíblico, en la gran mayoría de los casos es moralizar a la congregación por medio de historias bíblicas o de temas de carácter reflexivo basados en la vida del predicador, con el fin de que la congregación reflexione y cambie su comportamiento. Por ello, esta clase de relatos pertenece a la forma literaria de la parábola. Sobresale la aparición de las implicaturas en gran medida debido a la infracción de la máxima de relación, ya que la información que se expone no es pertinente en el relato.

Con respecto a las actitudes lingüísticas de esta congregación ante la presencia de relatos graciosos en el mensaje bíblico, los mismos están condicionados por el contexto en el que se manifiestan. Están determinados por el ámbito religioso, específicamente por ciertas normas instituidas por la comunidad cristiana. Adicionalmente, se ha establecido que las variables de género y edad influyen en las actitudes lingüísticas frente al uso de relatos graciosos en la prédica. De esta manera, la población joven (de 18 a 32 años) presenta —una vez realizadas las distintas pruebas— un alto índice con respecto a la aceptación del uso de relatos jocosos en el mensaje bíblico, lo que se expresa por medio de actitudes positivas ante este fenómeno lingüístico, como el buen estado de ánimo, la alegría y la risa tras escuchar esta clase de relatos en las prédicas. Sin embargo, la población de edad avanzada, de 63 a 77 años, manifiesta una actitud de rechazo ante este uso. Esta actitud se reconoce específicamente en los informantes de género masculino a través de los distintos cuestionarios en los que se revelan actitudes negativas: molestia, incomodidad y mal genio cuando surge un relato chistoso en el mensaje bíblico. Por consiguiente, la hipótesis se confirma con respecto a que los jóvenes tienen actitudes positivas frente a este empleo, pero en relación con la población de edad avanzada, solamente se valida en cuanto a que los hombres tienen actitudes negativas hacia el uso de relatos graciosos en la prédica.

En resumen, este estudio es una nueva visión del relato desde el análisis pragmático y la sociolingüística, puesto que presenta rasgos particulares debido al contexto en el que se inscribe, por lo cual es posible caracterizar esta congregación por medio de esta clase de relatos graciosos introducidos en las prédicas.


* Esta investigación se realizó como trabajo de grado para optar al título de Magíster en Lingüística en la Universidad Nacional de Colombia. Inició en septiembre del año 2005 y terminó en marzo del 2007. Agradezco a la congregación cristiana por su colaboración a lo largo de esta investigación. Este artículo está basado en la interpretación de la investigadora a partir de la observación y de la recolección de datos.

1 Este término se entiende como la membresía total de la iglesia que no debe superar lo doscientos miembros. Además, esta palabra es hebrea y alude a personas que se reúnen con un propósito.

2 Indica la falta de coherencia gramatical en el relato.

3 Las transcripciones de los relatos fueron realizadas por la investigadora.

4 La noción de presuposición es retomada de Gillian Brown (1993), y la noción de implicaturas conversacionales, de H. P. Grice en Logic and Conversation (1975) y de María Victoria Escandell (1996).


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