1. Introducción
Desde hace varios años, el estudio de los marcadores discursivos ha estado experimentando un amplio desarrollo y esto se ve reflejado en la diversidad de investigaciones con las que ahora contamos. Dentro de esta variedad, el interés por estudiar los marcadores discursivos desde una perspectiva sociolingüística ha ido en aumento (Orozco, 2014; Aldama & Reig, 2016; Fuentes, Placencia & Palma, 2016; Placencia & Fuentes, 2019; Guillén, 2022), al igual que el desarrollo de estudios en tiempo real (Ruiz-González & Águila, 2021; Santana, 2021). Precisamente, esta investigación pertenece a este último tipo de estudios.
En particular, nuestro trabajo tiene como objetivo realizar un análisis longitudinal del marcador discursivo ya te/le digo en la variante del español de la Ciudad de México. La meta es determinar si ha habido una variación en cuanto a su frecuencia de uso a lo largo de un periodo de 30 años, aproximadamente, y, de ser el caso, analizar qué papel desempeñan los factores sociales en esta variación. Para tal fin, recurrimos a tres corpus del español de la Ciudad de México, recogidos en dos momentos distintos: El habla de la ciudad de México. Materiales para su estudio (Lope Blanch, 1971), El habla popular de la ciudad de México. Materiales para su estudio (Lope Blanch, 1976) y el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México (Martín Butragueño & Lastra, 2011, 2012, 2015). Los dos primeros fueron elaborados entre 1967 y 1974, mientras que el segundo incluye, en su mayoría, grabaciones realizadas entre 1999 y 2005, a pesar de que el proyecto incorpora entrevistas hechas entre 1997 y 2007 (Martín Butragueño & Lastra, 2011).
Como hipótesis, sostenemos que, en el español de la Ciudad de México, a lo largo de estos años, el uso de este marcador ha ido disminuyendo de manera sistemática, a diferencia de lo que pasa en otras variedades1, como la del español peninsular, donde tiene un uso más constante, como lo atestigua el número de investigaciones recientes centradas en el análisis general o particular de ya te/le digo (Fernández, 2002; Fuentes, 2008, 2009; López Quero, 2014, 2016; Santana, 2015; Böhm & Hennemann, 2018; Brenes, 2019, 2020a, 2020b).
Así pues, el resto del trabajo está organizado de la siguiente manera, en §2 se describen los estudios previos sobre este marcador y se caracterizan sus funciones principales; por su parte, en §3 se detalla la metodología que se siguió para realizar este estudio y se explican algunas de las características de los estudios en tiempo real (Labov, 1994). En §4, se discuten los resultados de nuestro análisis y, finalmente, en §5 se presentan las conclusiones.
2. Antecedentes
De acuerdo con varios autores, ya te/le digo es una construcción gramaticalizada, incluso cuando permite la variación en el pronombre de segunda persona (Fuentes, 2009; López Quero, 2014, 2016; Brenes, 2020a). Como es habitual en estos casos y con este tipo de verbos, esta construcción ha desarrollado propiedades discursivas en detrimento de sus propiedades semánticas y sintácticas originales (Fernández, 2002; Company, 2004). En cuanto a sus constituyentes, López Quero (2014) sostiene que el adverbio ya contribuye de forma determinante con sus funciones discursivas, en particular porque «actúa como intensificador del marcador: es la [forma adverbial la] que le aporta su fuerza pragmática» (p. 269). Por su parte, la presencia del pronombre personal de segunda persona atestigua el carácter dialógico de este marcador (Santana, 2015), pues apunta a la relación que se establece entre los interlocutores (López Quero, 2014), de tal manera que su presencia «enfatiza la función fática del lenguaje» (Brenes, 2020a, p. 901).
Por otro lado, acerca del verbo decir, ya se ha descrito que está presente en varios marcadores discursivos, tanto de manera independiente como en construcciones gramaticalizadas (Fernández, 2002; Fuentes, 2008; Díaz & Labarca, 2010; Santana, 2015; Böhm & Henneman, 2018; Brenes, 2019; Brenes, 2020b). En estos casos, el verbo se ha asociado con funciones de: cohesión textual (Fuentes, 2009; Díaz & Labarca, 2010; López Quero, 2014; Böhm & Henneman, 2018; Brenes, 2020a), énfasis, intensificación y refuerzo (Fuentes, 2008; Díaz & Labarca, 2010; Böhm & Henneman, 2018), retardo (Fuentes, 2008), reformulación (López Quero, 2016; Böhm & Henneman, 2018; Brenes, 2020a), conclusión (Böhm & Henneman, 2018), cierre del discurso (Brenes, 2020a), entre otras más. De todos estos casos, en adelante nos centraremos en las funciones previamente descritas de ya te/le digo.
2.1. Sobre las funciones de ya te/le digo
De manera general, Fuentes (2009) señala que ya te/le digo es un conector ordenador discursivo continuativo que contribuye, entre otras cosas, a reiterar «una información ya aparecida, [es un] apoyo de lo dicho, y continuativo del discurso» (p. 355), esto es, hace «progresar la información y continuar con el tema mencionado antes de una pausa o digresión» (Brenes, 2020a, p. 901). De tal forma, a través de este conector, el hablante puede retomar el tema y proseguir con la conversación (López Quero, 2014). Como se puede advertir, el marcador tiene un claro alcance fórico retrospectivo, lo que atestigua su carácter conectivo. Además, Brenes (2020a) detalla que ya te/le digo forma un grupo entonativo propio y se presenta entre pausas; asimismo, señala que tiene la libertad de aparecer antes o después de la información reiterada. Son casos como los de los ejemplos 1 y 22:
(1) Inf.- Hasta ahí no más me acuerdo.
Enc.- ¿Cómo era la casa?
Inf.- Pues… muy oscurona, me parece; tengo idea. No tenía mucha luz. Me acuerdo de la cocina.
Enc.- ¿Cómo era la cocina?
Inf.- Así, oscura; y no se veía muy, muy limpias las paredes, ¿verdad? No las cosas… El comedorcito era lo que estaba, creo, más alegre, con más luz. Pero, ya te digo, no… no me acuerdo, en verdad, completamente… cosas… pues, en que estuve. No… (Norma culta, muestra 10).
(2) Inf.- En la Feria de las Fresas. Algo así era en… por Irapuato. Y… y por allá, en Guanajuato… Sí; yo ya fui una ocasión. Fuimos… hemos ido varias veces. Esta ocasión no pude ir, porque no le dieron permiso a mi esposo; pero vamos para el día de las Carmelas
[Después de cinco intervenciones]
Inf.- Sí. Allá… De allá es mi esposo: del… del mero centro de Guanajuato. Él… Ahí, ahí viven sus familiares. Allá tiene mi suegra su casa. Pero, ya le digo: A… Una ocasión fuimos. Está muy bonito. Me llevó a varias partes de… a conocer: al Pípila, al… este… de Granaditas… ¿El castillo de Granaditas? (Habla popular, muestra 4).
Como se puede observar, ya te/le digo permite reintroducir y retomar el tema que se estaba tratando antes de la digresión. Este tipo de función es bastante común dentro de la interacción cara a cara, ya que, en palabras de Briz:
existen a menudo en la conversación intercambios discontinuos, imbricados, cruzados, engarzados, incrustados. Pues bien, tales marcadores hacen posible o favorecen la posibilidad de sucesión de estos intercambios no lineales. […] Son estrategias a partir de las cuales los interlocutores (hablante-oyente/oyente-hablante) pueden regresar a lo anterior, desglosar su expresión, explicar, aclarar (solicitar explicación, aclaración, etc.) precisar, matizar o reordenar su mensaje, si táctica y comunicativamente así lo creen necesario. O simplemente son recursos para hacer que el discurso coloquial avance (Briz, 1998, pp. 203-204, énfasis añadido).
Otra función asociada con este marcador es la reformulación (López Quero, 2016; Brenes, 2020a). Estos casos ocurren cuando el marcador «no introduce una repetición idéntica de la información anteriormente proporcionada» (Brenes, 2020a, p. 902), de modo que lo que hace es presentar, de otra manera, lo dicho previamente. Así, en el ejemplo 3, I señala que San Mateo no está lejos y que para llegar solo es necesario media hora, y en 36 I reformula diciendo que dicho poblado está en corto (una forma coloquial para señalar la cercanía de San Mateo).
(3) 29 E: ajá// [sí está bien lejos/ ¿no?]
30 I: [casi paralelo con Arboledas]// no
31 E: [o sea]
32 I: [no] de aquí ya nada más es unas// media hora
33 E: o sea está aquí Atizap-/ o sea está el de/ de/ Distrito Federal y aquí está Atizapán de Zaragoza/ [¿no?]
34 I: [exactamente]
35 E: y aquí abajo Naucalpan
36 I: exactamente// sí sí sí// ya te digo/ ya aquí es en corto nada más pasas por Los Reyes/ (CSCM, entrevista 3).
Existen otros casos en los que el conector tiene funciones de reformulación recapitulativa (López Quero, 2016), de modo que permite introducir una conclusión o una recapitulación de lo expresado previamente. Dicho en otras palabras, con esta función ya te/le digo «presenta al miembro del discurso en el que aparece como una consecuencia o conclusión de todo o de parte de lo dicho anteriormente» (Briz, 2008). Como muestra, en el ejemplo 4, I está contando las condiciones en las que lavaban la ropa y después de enumerar varios inconvenientes introduce, a través de ya le digo, la conclusión «sufrimos mucho». De manera similar, en el ejemplo 5, I narra el viaje que realizó a Metepec, señala los problemas por los que pasaron para, finalmente, recapitular y concluir que el viaje estuvo «lleno de contratiempos, de aventuras y de buenos y malos ratos».
(4) Inf.- Y entonces todavía no entubaban los… los… ríos. Todavía no los entubaban. Entonces, pues así nos íbamos cargando nuestra ropa, este… ¡y a lavar! A lavar hasta m… y yo m’iba. Por allá arriba, por donde decían… este… Puente Sierra. Me llevaba mi ropa y qué comer; porque me iba en la mañana y no venía hasta en la noche.
Enc. -¡Huy!
Inf. -Y ya le digo: sufrimos mucho. Yo por eso les digo a mis hijos: si ellos quieren tener algo, que sufran tantito (Habla popular, muestra 14).
(5) [I está hablando sobre un viaje a la ciudad de Metepec y enumera la serie de problemas que tuvieron: el taxista no sabía el camino, el taxi tenía fallas y se detenía a cada rato, una llanta se ponchó, el taxista perdió un guante, a una sobrina se le abrió la maleta, el único hotel tenía una plaga de chinches, entre otros más].
Inf.- Y ya llegamos allí comentando lo del viaje, riéndonos, y ya nos quedamos muy contentos allí, varios días. Estuvimos muy felices, porque allí la familia, también, era una familia muy bondadosa, que nos recibió con gusto. Así es que estuvimos allí pasando unos días… bastante contentos. Pero fue un viaje, ya te digo, lleno… lleno de contratiempos, de aventuras y de buenos y malos ratos. Así es que ese viaje nunca se nos olvida, porque tuvo muchos detalles muy especiales, que no se olvidan fácilmente (Norma culta, muestra 10).
Así pues, en ejemplos como 4 y 5, ya te/le digo desempeña una función cercana a la de o sea, cuando tiene un «valor reformulativo-argumentativo como introductor de conclusión en un movimiento consecutivo, aunque su valor habitual [sea] la reformulación explicativa o de precisión argumentativa» (Briz, 1998, p. 211). Por último, Brenes sostiene que, incluso con esta función de reformulación recapitulativa, el conector conserva «su valor básico consistente en asegurar la continuidad y el progreso de la información, retomando un tema previo» (2020a, p. 903).
Ahora bien, hay otros casos donde el conector más que introducir una conclusión, lo que hace es cerrar el tema que se estaba tratando. En estas circunstancias, el tema actual se termina, pero el turno del hablante puede continuar con un tema nuevo o uno reintroducido (ejemplo 6) o, en contraste, se cierra y también concluye la intervención (ejemplo 7). En ambos ejemplos, la recapitulación supone una descripción general de lo dicho en el discurso previo; en el primer caso con «así fue», y en el segundo con «así es como he ido viviendo».
(6) [hablando del padre de la hija de I]
233 I: me dijo/ «¿vas a estar aquí?»/ «sí» le dije/ «toda la semana»/ mi hermana se dio cuenta/ arregló el problema que íbamos a ver en el panteón <~pantión> a l- <~l:>/ las oficinas y todo/ me dice/ «¿qué vas comprar?»/ «no/ pues <~po> nomás esto y aquello»/ «ah bueno»/// en la noche/ ya viene un carro/ «vámonos»/// a camiones/ nos fuimos/ nos venimos (sic) para acá/ hasta allí/ hasta la fecha
234 E: (clic)/ [ah]
235 I: [él] haiga (sic) fallecido/ haiga vivido/ o esté a la fecha/ no te doy razón/ pero allí/ ya te digo/ así fue// entonces <~entóns> aquí a los cinco años/ conozco a mi esposo/ me respetó// cinco/ años (CSCM, entrevista 107).
(7) Inf. -También él es muy bueno, su esposo.
Enc. -¡Ah, qué bien!
Inf. -Muy bueno. Pero es un hombre cabal, que ojalá que no cambie.
Enc. -¡Ay! ¡Qué no cambie, sí!
Inf. -¡Ojalá! Pero es un hombre de veras muy bueno, como pocos hay… y ya le digo a usted: así es como he ido viviendo. Así ¿verá? (¿verdad?), señorita.
Enc. -¡Qué barbaridad! (Habla popular, muestra 14).
Por otro lado, también se ha descrito que este conector sirve como un operador modal de refuerzo o reafirmativo de lo dicho por el otro (Fuentes, 2009; Brenes, 2020a), con lo que se expresa «el total convencimiento del emisor ante la información comunicada y, por ende, la asunción plena de lo dicho» (Brenes, 2020a, p. 904). En estos casos, el conector puede ser sustituido por otros marcadores como por supuesto o claro, lo que atestigua su papel como operador de modalidad epistémica (Brenes, 2020a). Los ejemplos 8 y 9 muestran estos usos; en el primer caso, I coincide plenamente con la opinión de E acerca de que «lo malo fue que se tardaran tanto»; mientras que, en el segundo, I comparte la opinión de E sobre que «el estudio está medio difícil». En ambos ejemplos, la presencia de sí contribuye a señalar este acuerdo con respecto a la información comunicada.
(8) Enc.- Sí; eso fue lo malo: que se tardaran tanto.
Inf. A.- Que tardaron tanto, sí.
Enc.- ¿Verdad?
Inf. A.- Sí, ya le digo. Así es de que se… se me afectó el chiquillo. Y ahora, es muy… sumamente nervioso (Habla popular, muestra 24).
(9) Inf. A.- Bueno, sí -digo. Pero… siempre… p’s… se tiene que preparar… estudiar. Porque no sabe, de qué viene la prueba, la primera, la segunda… en fin, ¿no?
Enc.- Sí. No, está medio difícil.
Inf. A.- Sí, ya le digo. Y más par’esos estudios ya elevados, ella s’ (se) tiene que preparar mejor (Habla popular, muestra 18).
También hay ocasiones donde el refuerzo o énfasis se dirige a la unidad discursiva expresada por el mismo hablante, ya que, al ser una información reintroducida, se encuentra enfatizada (Brenes, 2020a) y esto es más frecuente cuando el marcador aparece pospuesto (Fuentes, 2009). Así, en el ejemplo 10, ya le digo, además de cerrar la intervención del Informante B, refuerza anafóricamente lo dicho en el segmento anterior, «no es cierto». Por otro lado, en el ejemplo 11 se presentan dos conectores juntos, pero y ya te digo, donde este último enfatiza el contraargumento que se introduce, «la principal, lo que más no hemos… procurado hacer, es darles terapia afectiva». Algo similar sucede en el ejemplo 12, donde ya le digo realza la justificación que introduce porque. En estos últimos dos casos, ya te/le digo enfatiza catafóricamente los segmentos que presenta.
(10) Inf. A.- Pues eso vamos a esperar con paciencia a ver qué… qué es lo que… Yo no sé por… entonces, por qué… por qué mienten tanto, y por qué permite el gobierno que mienta… engañando: Que van a hacer y que van… van a dar más barato, y que quién sabe cuántas cosas. ¿Para qu’es eso?
Inf. B.- No es cierto; ya le digo. (Norma culta, muestra 22).
(11) Enc.- Fíjate que yo creía que ustedes también curaban. Entonces ¿ustedes no curan?
Inf.- No. Nada, nada, nada. No tomamos más que temperaturas, baños, hacerles las camas… y eso es el trabajo dentro de la sala. Pero ya te digo: la principal, lo que más nos hemos… procurado hacer, es darles terapia afectiva… y nada más. Es lo principal. (Norma culta, muestra 7).
(12) Inf.- …sus actividades y a su trabajo. Sí, muy bonitas sus canciones. Eran grupos de verdad, mucho muy bonitos, incomparables. Porque ya le digo a usted: todos son… estos muchachitos, y todos ellos por el estilo, todos tienen esa misma tendencia ¿verdad? (Norma culta, muestra 32).
Finalmente, en nuestros datos se presentó una función más, relacionada con su papel de continuativo: cuando se emplea para cerrar la unidad discursiva en la que aparece, ante la dificultad que tiene el hablante para hallar la forma de continuar. Es, pues, una «función retardataria [que] ha sido generalmente atribuida a los continuativos, como una forma de fático, de control de contacto» (Fuentes, 2008, p. 78). De tal forma, en el ejemplo 13, I tiene problemas para continuar con su último turno, lo que se ve reflejado en la pausa después de «es de que» y en la repetición de la conjunción que, de modo que cierra su intervención con «ya le digo a usté». En el ejemplo 14, por su parte, en su última intervención, I emplea ya le digo dos veces para tratar de ganar tiempo, mientras encuentra la forma de proseguir. La presencia del controlador de contacto, ¿no?, la repetición de y, y el continuativo bueno atestiguan las dificultades que tiene I para formular su intervención. Así pues, en estos casos, no se reintroduce ni se parafrasea ni se enfatiza una información, ni tampoco se reafirma lo dicho; más bien, el conector tiene una función retardataria que contribuye a mantener el turno o, ante la imposibilidad de hacerlo, a cerrarlo.
(13) Inf. -Pues está… pues en una fábrica, ¿verdá? En una fábrica de… de hacer cuerdas -creo- de guitarra, de violín, d’eso; y… pues no gana mucho; no gana poco, ¿verdá?
Enc. -Pero ya es un sueldecito ai regular.
Inf. -Sí, sí. Ahí… para poderse pasar la vida y ayudarse ella, ¿verdá?
Enc. -Y a su mamá.
Inf -Y a su mamá, sí. Y así es de que… que ya le digo a usté. (Habla popular, muestra 13).
(14) Inf. -Desde luego, viendo la enteligencia, jue (fue) por lo que yo empecé a… a irme quedando ahí, en ese trabajo, ¿no?
Enc. -Sí.
Inf. -Hasta la fecha, ¿no?
Enc. -Sí. ¡Pues qué bien! ¿No?
Inf. -Bueno… Así es que, ya le digo, ¿eh?, ya le digo, y… y bueno, los comportamientos desde luego, ¿no?
Enc. -Sí, claro. (Habla popular, muestra 10)
Hasta aquí, se han descrito las funciones discursivas que desempeña el conector ya te/le digo; en específico, se señalaron cuatro: (1) conector ordenador discursivo continuativo (Fuentes, 2009; López Quero, 2014; Brenes, 2020a), (2) reformulador (recapitulativo, introductor de conclusión y de cierre) (López Quero, 2016; Brenes, 2020a), (3) operador modal de refuerzo de lo dicho (Fuentes, 2009; Brenes, 2020a) y (4) retardatario. Así pues, en el siguiente apartado se presenta las características de nuestro estudio y la metodología que se siguió para realizar el análisis.
3. Marco metodológico
Esta investigación es un estudio en tiempo real, es decir, se adopta una metodología que busca «to observe a speech community at two discrete points in time. Any differences between the two observations might be taken as a definitive answer to the question, What kinds of changes have taken place?» (Labov, 1994, p. 73). De manera específica, es un estudio de tendencia, donde se analizan los muestreos de personas que tienen características sociales similares, en dos periodos de tiempo distintos y en una misma comunidad de habla (Labov, 1994). De acuerdo con Serrano (2014), la distancia entre los dos momentos debe comprender, al menos, una generación (aproximadamente 30 años), un lapso que puede permitir observar el comportamiento de la variación lingüística. Otra condición que se tiene que cuidar es que los materiales puedan ser comparables entre sí, esto es, que las muestras reflejen el mismo número de hablantes (hombres y mujeres), los mismos niveles de instrucción y la misma estratificación por edad.
Tomando en cuenta lo anterior, para este estudio se retomaron tres corpus orales del español de la Ciudad de México; el primero, El habla de la ciudad de México. Materiales para su estudio (Lope Blanch, 1971), corresponde a la norma culta de hablantes con un nivel de instrucción alto, todos ellos, al menos, con estudios universitarios. Este corpus fue elaborado entre 1967 y 1971. El segundo, El habla popular de la ciudad de México. Materiales para su estudio (Lope Blanch, 1976), corresponde a hablantes con un nivel de instrucción bajo, analfabetos, con primaria trunca o concluida y hasta un año de secundaria. Este corpus fue elaborado entre los años 1972 y 1974. El tercer material, el Corpus Sociolingüístico de la Ciudad de México (CSCM, Martín Butragueño & Lastra [2011, 2012, 2015]), se compone de 108 entrevistas divididas en tres niveles de instrucción, alto, medio y bajo. Las entrevistas para este corpus fueron realizadas entre 1997 y 2007.
Los tres corpus incluyen criterios de rangos de edad, incorporan entrevistas de hombres y mujeres y, como ya se estableció, están divididos por nivel de instrucción, dos de ellos pertinentes para nuestro estudio: alto (norma culta) y bajo (habla popular). Como se puede notar, existe una diferencia de casi 30 años entre los corpus coordinados por Lope Blanch y el CSCM, de modo que es factible un estudio en tiempo real. Por otro lado, hay que señalar que los corpus no son idénticos ya que los primeros materiales no tienen la misma cantidad de entrevistas, ni está equilibrado el número de hombres y mujeres, ni tampoco los rangos de edad; en consecuencia, fue necesario hacer una submuestra donde todos estos criterios fueran homogéneos en los tres corpus. En específico, se seleccionaron 24 muestras del corpus de la Norma culta y 24 del corpus del Habla popular, cada una se dividió en tres grupos etarios3: jóvenes (20-34), adultos (35-54) y mayores (55 en adelante), y por sexo, 12 hombres y 12 mujeres, dando un total de 8 informantes por cada grupo de edad. En cuanto al CSCM, se extrajeron 48 entrevistas4, 24 del nivel alto y 24 del nivel bajo, también se clasificaron en los mismos rangos de edad y se incluyó el mismo número de hombres y mujeres en cada nivel. Toda esta información se concentra en la Tabla 1.
Corpus | Sexo | Edad | |||
---|---|---|---|---|---|
Materiales 1967-1974 | Hombres | Mujeres | Jóvenes | Adultos | Mayores |
Norma culta | 12 | 12 | 8 | 8 | 8 |
Habla popular | 12 | 12 | 8 | 8 | 8 |
CSCM (1999-2005) | Hombres | Mujeres | Jóvenes | Adultos | Mayores |
Nivel alto | 12 | 12 | 8 | 8 | 8 |
Nivel bajo | 12 | 12 | 8 | 8 | 8 |
Ahora bien, con respecto al contenido de las entrevistas, la mayoría trata temas similares que giran en torno a las esferas personal, familiar y social; por ejemplo, el trabajo, la familia, el tiempo libre, entre otros temas relacionados. En este sentido, la entrevista semi-dirigida, método empleado para la recolección de estos materiales5, por momentos se acerca mucho a la conversación coloquial6, esto es,
[e]l discurso que se obtiene puede definirse como oralidad que no ha sido sometida a una elaboración previa, ya que solo se estudian parlamentos de los encuestados, quienes no tienen información específica acerca de los temas que se van a abordar durante la conversación. El objetivo último es que el sujeto se exprese de la forma más relajada posible, acercándose a lo que sucedería en una situación de plena espontaneidad (Santana, 2021, p. 171).
De tal forma, bajo estas condiciones de elicitación, consideramos que se puede presentar el fenómeno discursivo en el que estamos interesados.
En cuanto al análisis lingüístico, la finalidad es describir si el uso o la frecuencia de la partícula discursiva ya te/le digo ha sufrido algún cambio a lo largo de este periodo de casi 30 años; así, a diferencia de otros estudios (Ruiz-González & Águila, 2021; Santana, 2021), aquí no se contrastan marcadores discursivos ni tampoco sus funciones pragmáticas; más bien, nos centramos en investigar el comportamiento de este conector y si algún factor social (edad, género y/o nivel de instrucción) ha promovido o inhibido su uso. En este sentido, Serrano (2014) ha señalado que este tipo de estudios permite analizar el desarrollo del comportamiento de ciertas formas desemantizadas; por ejemplo, describe que «[l]a expresión ¡qué barbaridad!, que era común en las entrevistas de los años 1970 (aparece 25 veces), al parecer va desapareciendo en las hablas actuales, en las que solo parece (sic) en 4 ocasiones» (p. 201). En contraste, documenta que verdad sufrió el efecto contrario, ya que en los materiales obtenidos entre 1967 y 1974 aparecía solo 38 ocasiones y en los materiales actuales, 103 veces, principalmente como marcador discursivo con las formas en verdad y la verdad (Serrano, 2014). En resumen, el análisis en tiempo real de este tipo de formas puede ofrecer un panorama sobre su desarrollo, ya sea que su uso haya aumentado o disminuido; además, también permite la posibilidad de asociar dicho comportamiento con alguna o algunas de las variables sociales.
Finalmente, comenzamos el análisis con la revisión individual y manual de cada corpus. Se rastrearon todas las ocurrencias de ya te/le digo, atendiendo a las características descritas en §2.1, con lo que nos aseguramos de que su empleo fuera efectivamente de partícula discursiva y que no tuviera un significado léxico pleno. En el siguiente apartado se presenta el análisis y los resultados.
4. Análisis y resultados
Comenzaremos comentando el análisis de los materiales antiguos. En el caso de la norma culta, ya te/le digo ocurrió en 17 ocasiones, distribuido a lo largo de 5 entrevistas. Su uso se restringió a los rangos etarios de adultos (9) y de mayores (8), y su empleo fue preferido por las mujeres (11) más que por los hombres (6). Específicamente, los únicos hombres que utilizaron el marcador fueron los adultos (6), mientras que las mujeres adultas lo usaron 3 veces y las mujeres mayores las 8 veces restantes.
Por su parte, el habla popular mostró un comportamiento más diverso. En estos materiales, el marcador ocurrió 37 veces, distribuido a lo largo de 13 entrevistas. Apareció en las tres franjas de edad, en los jóvenes 7 ocasiones, en los adultos 5 y en los mayores 25 veces. Como en el caso anterior, las mujeres también lo emplearon más frecuentemente (28) que los hombres (9). De manera particular, en el caso de los hombres, los jóvenes no lo usaron, los adultos sí, en 2 ocasiones, y los mayores en 7; por su parte, las mujeres jóvenes lo emplearon 7 veces, las adultas 3 y las mayores 18 veces. Todos estos resultados se concentran en la Tabla 2.
Corpus | Sexo | Edad | Total | |||
---|---|---|---|---|---|---|
Materiales 1967-1974 | Hombres | Mujeres | Jóvenes | Adultos | Mayores | |
Norma culta | N=6 (35.3%) | N=11 (64.7) | N=0 (0%) | N=9 (52.9%) | N=8 (47.1%) | 17 (37.5%) |
Habla popular | N=9 (24.32%) | N=28 (75.68%) | N=7 (18.92%) | N=5 (13.5%) | N=25 (67.58%) | 37 (68.5%) |
De acuerdo con los resultados y tomando en conjunto ambas muestras, en el habla popular se emplea más frecuentemente este marcador (N=37, 68.5%); además, son las mujeres quienes privilegian su uso (N=39, 72%), mientras que el grupo etario de mayores concentra su empleo (N=33, 61%). En contraste, los hombres y el rango de edad jóvenes son los que lo evitan.
Por su parte, en los materiales actuales hay una ocurrencia bastante periférica de este marcador. En el nivel alto solo fue utilizado una vez, por un hombre joven. En cuanto al nivel bajo, apareció en 11 ocasiones, distribuido a lo largo de 5 entrevistas. Únicamente fue empleado por los adultos (1) y los mayores (10), mientras que las mujeres recurrieron a él 9 veces y los hombres 2. En concreto, las mujeres adultas lo emplearon 1 vez y las mayores 8 veces, en tanto que fue usado solo en 2 ocasiones por hombres mayores. Estos resultados se concentran en la Tabla 3.
Corpus | Sexo | Edad | Total | |||
---|---|---|---|---|---|---|
CSCM | Hombres | Mujeres | Jóvenes | Adultos | Mayores | |
Nivel alto | N=1 (100%) | N=0 (0%) | N=1 (100%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | 1 (8.3%) |
Nivel bajo | N=2 (18.19%) | N=9 (81.81%) | N=0 (0%) | N=1 (9.1%) | N=10 (90.9%) | 11 (91.7%) |
Como se puede observar, este marcador aparece en más ocasiones en el nivel bajo; asimismo, son las mujeres y el grupo de edad mayores quienes privilegian su uso. Por el contrario, son los hombres y los grupos de edad jóvenes y adultos quienes evitan su empleo. Ahora, hay que señalar que, en el corpus de nivel bajo, una mujer mayor concentra el uso de este marcador, esto es, le pertenecen 7 de 11 apariciones totales, de modo que esto podría corresponder a un rasgo idiosincrásico de dicha informante. En lo que sigue, nos detendremos a contrastar los resultados de los materiales antiguos con los resultados de los nuevos materiales.
Comenzaremos destacando que existe un evidente descenso en la frecuencia de ya te/le digo a lo largo de este tiempo, ya que en los primeros datos ocurre, en ambos registros, 54 ocasiones (81.8% del total de las muestras), mientras que en los nuevos materiales solo aparece 12 veces (18.2%). Así, para tratar de tener una idea, aunque fuera general, sobre este resultado, se decidió revisar la totalidad de los corpus y ver si esta tendencia se corroboraba o no. Los resultados fueron que en la norma culta ocurrió 22 veces y en el habla popular, 68; en tanto que, en los nuevos materiales, en el nivel alto apareció 1 vez y en el nivel bajo 11, es decir, nuestra submuestra concentró todas las apariciones del marcador en el CSCM de estos niveles7. De tal manera, en los primeros materiales, el marcador ocurre un total de 90 ocasiones, mientras que en los nuevos solo 12 veces. Estos resultados se tornan más significativos si consideramos que las muestras de los primeros materiales se componen de 32 entrevistas de la norma culta y 34 del habla popular, mientras que el CSCM incluye 36 por nivel de instrucción. En resumen, existe evidencia que permite sostener que el uso de ya te/le digo ha ido experimentado una reducción significativa durante estos años.
Ahora bien, en cuanto a la influencia de los factores sociales, en los materiales de ambas épocas el nivel de instrucción ejerce su influencia, ya que los hablantes de nivel bajo y de habla popular son los que emplean más veces este marcador, los primeros 11 ocasiones (16.7% del total) por 37 de los segundos (56%). En tanto que los de nivel alto solo lo emplean una vez (1.5%) y los de la norma culta, 17 (25.8%). En cuanto al sexo, también en los dos materiales, las mujeres son las que emplean más veces este marcador, 48 ocasiones (72.7%), mientras que los hombres lo emplearon 18 veces en total (27.3%). Finalmente, en cuanto a la edad, los jóvenes evitan su uso, ya que, en ambos materiales, solo lo emplean 8 veces (12.1%), mientras que los adultos lo utilizan 15 veces (22.7%) y los mayores las 43 veces restantes (65.2%). Estos resultados se presentan en la Tabla 4.
Corpus | Sexo | Edad | Nivel de instrucción | Total | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Hombre | Mujer | Jóvenes | Adultos | Mayores | Alto | Bajo | ||
1967-1974 | N=15 (27.8%) | N=39 (72.2%) | N=7 (12.9%) | N=14 (25.9%) | N=33 (61.2%) | N=17 (31.5%) | N=37 (68.5%) | 54 |
CSCM | N=3 (25%) | N=9 (75%) | N=1 (8.3%) | N=1 (8.3%) | N=10 (83.4%) | N=1 (8.3%) | N=11 (91.7%) | 12 |
Ahora, cuando se consideran las variables sociales en su conjunto, se puede notar que las mujeres mayores con nivel de instrucción bajo son las que emplean más veces este marcador; en cambio, los hombres jóvenes de nivel alto presentan el comportamiento contrario. Como ya se estableció, el patrón mostrado por las mujeres es constante en las dos muestras, pero su uso es mayor en los materiales de 1967 y 1974. De la misma forma, se puede notar que la presencia de este marcador se vuelve más constante conforme el rango de edad va en aumento (jóvenes 8, adultos 15, mayores 43) y, por el contrario, su empleo disminuye cuando el nivel de instrucción aumenta. Estos resultados se muestran en la Tabla 5.
Corpus | HJ | MJ | HA | MA | HM | MM | Total |
---|---|---|---|---|---|---|---|
Norma culta | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=6 (35.3%) | N=3 (17.7%) | N=0 (0%) | N=8 (47%) | 17 |
Habla popular | N=0 (0%) | N=7 (18.9%) | N=2 (5.5%) | N=3 (8.1%) | N=7 (18.9%) | N=18 (48.6%) | 37 |
Nivel alto | N=1 (100%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | 1 |
Nivel bajo | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=0 (0%) | N=1 (9%) | N=2 (18.3%) | N=8 (72.7%) | 11 |
HJ: hombres jóvenes, MJ: mujeres jóvenes; HA: hombres adultos; MA: mujeres adultas; HM: hombres mayores; MM: mujeres mayores
A la luz de estos resultados, se puede confirmar que ya te/le digo ha ido cayendo en desuso con el paso del tiempo en la variante del español de la Ciudad de México. Ahora bien, si observamos los factores sociales detenidamente, podemos adelantar algunas explicaciones sobre este comportamiento. En primer lugar, hay que señalar que en ambas épocas el conector se comporta de la misma manera con respecto a los factores sociales, esto es, el nivel de instrucción bajo, las mujeres y el grupo etario mayores son quienes concentran su uso. De tal forma, a pesar de que su empleo ha descendido, la influencia de los factores sociales se ha mantenido igual en estos casi 30 años.
Una primera explicación de este comportamiento es que los hablantes estarían evitando su uso porque este conector se asocia con el nivel de instrucción bajo y lo que buscan es no ser relacionados con este estrato, debido al prejuicio que se construye en torno a él. De acuerdo con los datos, se puede afirmar que este recelo se mantuvo constante a lo largo de estos años, lo que justificaría por qué su presencia es periférica en el nivel de instrucción alto en los nuevos materiales. Por otra parte, los mayores, por la naturaleza de sus actividades sociales y económicas, rara vez ejercen una influencia en la propagación o uso de una forma; más bien, en el caso particular de mayores con nivel de instrucción bajo, provoca el patrón contrario, las formas lingüísticas empleadas por este grupo tradicionalmente se asocian con usos anquilosados o arcaicos, de modo que son evitados por las generaciones de jóvenes y adultos.
En cuanto a las mujeres, son quienes tienen los mayores porcentajes de uso de ya te/le digo, pero este rasgo tampoco promueve su uso generalizado debido a que se conjuga con la variable nivel de instrucción, esto es, «[t]he tendency to avoid stigmatized forms and prefer prestige forms is greatest for the women of the lower middle class, and is often minimal for the lower class and upper middle classs» (Labov, 2001, p. 272). Así pues, las mujeres de nivel de instrucción bajo no suelen preocuparse demasiado por evitar emplear las formas estigmatizadas, como parece ser el caso de ya te/le digo. En este mismo sentido, las mujeres de la tercera generación tampoco fomentan su empleo debido a que sus redes sociales (Milroy, 1987) son menos densas, particularmente durante la segunda mitad del siglo XX. Por ejemplo, las mujeres mayores de los materiales de 1967 y 1974 se dedicaban principalmente al cuidado del hogar o actividades relacionadas, incluso a pesar de que las mujeres de la norma culta tuvieran estudios universitarios. En resumen, el papel que desempeña la mujer está altamente condicionado por los factores sociales edad y nivel de instrucción (Labov, 2001).
5. Conclusiones
El objetivo de esta investigación fue realizar un estudio longitudinal para determinar si la frecuencia de uso del marcador discursivo ya te/le digo había sufrido algún cambio significativo durante un periodo de casi 30 años. A partir del análisis de los corpus, se encontró que su uso ha sufrido una disminución considerable, ya que pasó de 54 ocurrencias en los materiales antiguos a solo 12 en los materiales recientes. Por otro lado, también estábamos interesados en asociar este comportamiento con alguno o algunos de los factores sociales establecidos: edad, nivel de instrucción y sexo. Así, se detalló que en ambos materiales son las mujeres mayores de nivel bajo quienes más lo empleaban, mientras que los hombres jóvenes de nivel alto mostraban el patrón contrario. A partir de estos resultados y tomando cada factor social por separado, sostenemos que el uso de este conector ha ido desapareciendo principalmente porque se asocia con el nivel de instrucción bajo o como parte del habla popular y, en consecuencia, los hablantes tienden a evitar su empleo. En cuanto a la edad, consideramos que también ha influido en este comportamiento porque el uso de ya te/le digo se ha concentrado en la segunda y tercera generación y, más recientemente, solo en la tercera, de modo que su empleo se ha circunscrito casi exclusivamente a dicho rango de edad. En cuanto al sexo, a pesar de que las mujeres son quienes tienden a promover el uso de ciertas formas (Labov, 2001), en este caso, por tratarse de mujeres mayores y de nivel de instrucción bajo, no logran este efecto.
Finalmente, como un estudio a futuro, sería interesante investigar la presencia de este marcador en otras variedades del español y, donde sea posible, realizar estudios en tiempo real para averiguar si su empleo se ha reducido, se mantiene o ha aumentado y analizar qué factores sociales están interviniendo en cada caso. Por último, no queremos concluir sin acotar que la falta de documentación no implica necesariamente el desuso del elemento lingüístico (Company, 2004), de manera que nuestros resultados están apuntando hacia una tendencia que se tendría que corroborar analizando más datos o corpus más extensos.