1. Introducción
El objetivo principal de este trabajo es describir la nasalización en tres variedades de español americano, mediante la comparación de tres corpus de habla del español mexicano, colombiano y paraguayo, lo que nos lleva a cuestionar la relevancia del contacto lingüístico para explicar tal fenómeno. Partimos de la observación de que en el español yucateco (la variedad de español que se habla en la península yucateca, en el sureste de México) las consonantes nasales (es decir, el archifonema /N/) en posición final de palabra se pronuncian a menudo como [m] (por ejemplo, [kjeɾo comer pam] «Quiero comer pan»)), al punto que esta característica ha llegado a explotarse en las tiendas de artículos turísticos de Mérida, capital del estado federal de Yucatán (Lope Blanch, 1987; Pfeiler, 1992; Michnowicz, 2008), y se ha convertido en elemento de mercadotecnia en las páginas locales de Internet. La función de este rasgo como identificador social ya ha sido analizada por Michnowicz (2006b, 2008) para la ciudad de Mérida (véase la sección 2.1 del presente trabajo).
Esta peculiaridad es aún más destacable si consideramos que la [m] al final de la palabra ha sido casi totalmente abandonada en el español debido a las apócopes y las alveolarizaciones sistemáticas (ejemplo 1).
(1a) | ejemplos diacrónicos de apócope de la [m] en español: | ||
Lat. ORBEM | > | esp. «orbe» | |
Lat. CONSULEM | > | esp. «cónsul» | |
Lat. REGIONEM | > | esp. «región» | |
(1b) | ejemplos diacrónicos de alveolarización de la [m] en español: | ||
Lat. CUM | > | esp. «con» | |
Lat. QUEM | > | esp. «quien» | |
Lat. TAM | > | esp. «tan» | |
(1c) | ejemplos sincrónicos de alveolarización de la [m] en español: | ||
Ingl. «ice cream» | > | esp. de EE. UU. «aiscrín» ‘helado’ (Moreno Fernández, 2018) | |
Ingl. «randomly» | > | esp. de EE. UU. «alrandón» ‘aleatoriamente’ (Moreno Fernández, 2018) | |
Ingl. «rim» | > | esp. mex. «rin» ‘borde’ (http://dem.colmex.mx) |
Dado que este fenómeno es en gran parte desconocido en otras regiones de habla hispana, a menudo se atribuye su origen al contacto sostenido con el maya yucateco (Alvar, 1969; Lope Blanch, 1987). Por ejemplo, Klee y Lynch (2009) argumentan que «[E]n cuanto a la influencia maya, la evidencia es clara: […] la alta frecuencia de labialización de la /n/ [sic] final en el español yucateco está relacionada con el contacto con la lengua indígena» (p. 124).
En cuanto a la distribución regional de este rasgo, se han señalado ocasionalmente hábitos de pronunciación similares tanto en Paraguay (de Granda, 1982; véase la sección 2.2) como en Colombia (Mora Monroy, 1996; véase la sección 2.3). Al comparar empíricamente la labialización en tres corpus constituidos sobre una misma base metodológica, pretendemos describir este fenómeno en las tres regiones en términos de frecuencia de aparición y duración de la pausa subsecuente para poder estimar el grado de desemejanza de los patrones de labialización de las nasales finales en las tres variedades.
Nuestro artículo está organizado de la siguiente manera: en la sección 2, presentamos los estudios previos sobre la labialización de las nasales finales en el español yucateco y sobre el rol del contacto lingüístico (sección 2.1), y reseñamos los trabajos dedicados al fenómeno para el español hablado en Paraguay (sección 2.2) y en Colombia (sección 2.3); en la sección 3, presentamos el diseño metodológico de nuestro estudio (sección 3.1), así como sus resultados (sección 3.2); en la sección 4, presentamos nuestra interpretación de las observaciones de la labialización de las nasales finales en las tres regiones investigadas, en particular en lo que respecta a la cuestión de si el fenómeno es similar en las tres bases de datos estudiadas o si se trata, de hecho, de formas/configuraciones funcionalmente distintas del mismo fenómeno de labialización; finalmente, exponemos nuestras conclusiones y las pistas de investigación que quedan por explorar (sección 5).
2. Antecedentes
2.1. El fenómeno de la labialización no asimiladora de las nasales finales en la península yucateca
Como punto de partida de nuestro estudio, en esta sección presentamos (1) las observaciones empíricas y las explicaciones precedentes en torno a la labialización de las nasales finales de palabra en el español yucateco (sección 2.1.1) y (2) las referencias esporádicas que existen en la literatura respecto a la realización de las nasales finales (de sílaba y de palabra) en el maya yucateco (sección 2.1.2). Además, una discusión preliminar de las principales hipótesis de contacto planteadas en la literatura pertinente muestra la necesidad de un análisis comparativo de este fenómeno entre las variedades del español habladas en México, Paraguay y Colombia (sección 2.1.3).
2.1.1. Observaciones empíricas previas acerca de la península yucateca
La primera mención conservada del fenómeno en la tradición de la investigación filológica hispánica parece ser una entrada del diccionario de Ramos i Duarte (1895) que dice «Pam (Yuc), sm. Pan. En Yucatán, muchos pronuncian pam en vez de pan» (p. 385; véase igual Michnowicz [2021, p. 250]). El primer trabajo lingüístico que menciona la labialización de las nasales al final de palabra en el español yucateco es el de Alvar (1969), quien describe la pronunciación de diez hablantes del norte de Yucatán a través de un cuestionario de elicitación que consistió en tareas de nombramiento y lectura de palabras. En cuanto a la [m] final, señala que este rasgo se da en sus datos con «abrumadora frecuencia» (Alvar, 1969, p. 168).
García Fajardo (1984) presenta los resultados de un análisis de entrevistas en las que se grabó a 39 hablantes de Valladolid (estado de Yucatán). En su corpus, la [m] final de palabra surgió en 34 de los 39 hablantes, con frecuencias de aparición de entre el 5% y el 40%. El 72% de estos informantes produjeron la [m] final con una frecuencia de aparición inferior al 20% (García Fajardo, 1984), cuando la mayoría de elementos analizados terminaba en [n] alveolar.
Lope Blanch (1987) sintetiza datos del Atlas lingüístico del español de México, compuesto por 350 grabaciones de conversaciones guiadas y lectura de listas de palabras que se recogieron durante la década de 1970 en diferentes pueblos de los estados federales de Quintana Roo, Yucatán y Campeche. En estas grabaciones, Lope Blanch (1987) encontró que la nasal final de palabra más frecuente era [n] (73%), seguida de [m] (12%), [ŋ] (8%) y la elisión acompañada de la nasalización de la vocal (es decir, [Ṽ], 2%). Con base en el hecho de que la frecuencia de aparición de la [m] final era superior al doble en las listas de palabras, esto es, cuando el elemento en cuestión iba seguido de una pausa, Lope Blanch (1987) concluye que este rasgo es más frecuente «en posición final absoluta ante pausa total».
Los estudios más recientes que se ocupan del fenómeno se centran exclusivamente en Mérida, capital del estado de Yucatán. Así, Yager (1989) ofrece un análisis sociolingüístico de la [m] en final de palabra en «conversaciones con habla espontánea dirigida» (Lope Blanch, 1987, p. 87) mantenidas con 25 hablantes bilingües y monolingües de Mérida de diferentes edades. Los dos resultados más importantes de este estudio son que el índice de labialización de las nasales finales de palabra no difiere entre hablantes monolingües y bilingües, y que este aumenta considerablemente al disminuir la edad de los hablantes: la [m] final aparece en una proporción del 34% entre los hablantes de más edad, frente al 55% del grupo más joven.
Otro análisis interesante de la [m] final en Yucatán es el que proporciona Pfeiler (1992), el cual explora la realización de nasales en entrevistas sociolingüísticas guiadas realizadas con 29 hablantes «merideños» bilingües y monolingües. El principal resultado de este estudio es que la labialización de las nasales finales es más frecuente (1) en posición final extrema de enunciado o ante pausas largas y (2) en el habla de monolingües de español, en comparación con los bilingües.
Retomando el planteamiento sociolingüístico de Yager (1989), Michnowicz (2006b, 2007, 2008, 2021) ofrece varios análisis cuantitativos de las nasales finales en el español yucateco. Los primeros tres estudios mencionados se elaboraron sobre cuarenta entrevistas sociolingüísticas y diez cuestionarios de actitud lingüística, además de una Encuesta Rápida y Anónima (Michnowicz, 2006a), conforme a la propuesta teórica de Labov (1966). Para estas grabaciones, realizadas en 2005 en la ciudad de Mérida, se agrupó a los hablantes por género (hombres y mujeres), edad (jóvenes-mediana edad-mayores), clase socioeconómica (baja y media/superior) y perfil lingüístico (hablantes monolingües de español-hablantes bilingües con español como lengua dominante-bilingües equilibrados, es decir, «hablantes con dominio fluido del maya», en los términos de Michnowicz [2006b, p. 68])1. Los cuatro resultados más importantes de las investigaciones sociolingüísticas originales de Michnowicz (2006b, 2008) son los siguientes. En primer lugar, la [m] final ocurre principalmente «en posición final absoluta, esto es, antes de una pausa» (Michnowicz, 2006b, p. 79); es decir, mientras que la frecuencia de aparición total de la [m] final es baja en las entrevistas, el índice de labialización de las 1093 nasales en posición final absoluta asciende al 25% (Michnowicz, 2006b). En segundo lugar, la [m] final aparece con mucha mayor probabilidad en sílabas tónicas que en sílabas átonas (Michnowicz, 2006b, p. 83). En tercer lugar, la [m] final parece estar en parte condicionada léxicamente, siendo camión, nilón y con, de acuerdo con sus datos, los elementos léxicos con más alto índice de labialización (Michnowicz, 2006b, p. 83). En cuarto lugar, el grupo de hablantes en que aparece con más frecuencia la [m] final es el de los (entonces) jóvenes bilingües con español como lengua dominante que «provienen de familias modestas de habla maya y que se están integrando en el circuito económico imperante» (Michnowicz, 2006b, p. 92).
Con el fin de realizar un seguimiento del fenómeno, estos resultados se completan en Michnowicz (2021) con la adición de datos procedentes de entrevistas realizadas en 2016 a seis mujeres y seis hombres de entre 18 y 26 años de edad, también residentes en la ciudad de Mérida y sus inmediaciones, distribuidos al 50% entre hablantes monolingües de español yucateco y hablantes bilingües equilibrados. Al comparar el índice de labialización de la nasal en posición final absoluta en sus datos de 2005 (estratificados en tres grupos de edad) con los de 2016 (que corresponderían a una nueva generación de hablantes), se observa un patrón que «sugiere la reversión de un cambio incipiente» (Michnowicz, 2021, p. 255), ya que los hablantes más jóvenes producirían [m] en solo un 6% de los casos, frente al 26.5% de la generación inmediatamente anterior y al 35.9% de la antepenúltima (esto es, la de hablantes nacidos entre 1956 y 1974, a quienes corresponde el índice más alto de la serie estudiada). Como causas posibles de la pérdida de este rasgo, Michnowicz (2021) destaca el creciente contacto con el español (mexicano) estándar y el deseo consciente de distanciarse de formas de hablar desprestigiadas, algo que contrasta con el valor que, en las entrevistas, los participantes atribuyen a la lengua maya como patrimonio cultural de Yucatán.
Sobre el maya yucateco, Victoria Bricker (Universidad de Tulane, Luisiana) nos informó en 2017 en un correo electrónico a la primera autora de este trabajo que esta lengua parece caracterizarse por la neutralización de las nasales en posición de coda silábica, de forma análoga a lo que se documenta en español. Para empezar, Bricker apunta que el Calepino de Motul2 «contiene los siguientes ejemplos en que la /N/ final de una raíz se asimila a una raíz o sufijo que comienza con consonante bilabial» (ejemplo 2), o con una consonante dental (ejemplo 3):3
Respecto a la variación, Bricker señala que tiene «razones para creer que la alternancia de <m> [sic] y <n> [sic] al final de un enunciado obedece al género del hablante. […] Los varones tienden a producir <n> [sic] o engma [sic], mientras que las mujeres tienden a producir <m> [sic]». En concreto, y refiriéndose a Eleuterio Po’ot Yah y Ofelia Dzul de Po’ot, los coeditores de Bricker et al. (1998), indica que, según su estimación, «Eleuterio Po’ot Yah diría tim b’in h maan para ‘voy de compras’, y su esposa, Ofelia Dzul de Po’ot, diría tim b’in h maam». Más adelante reconoce que no sabe «cuán extendido está este patrón, pero vale la pena explorarlo».
Por su parte, Straight (1976) muestra que, al igual que ocurre en español, en el maya yucateco se atestiguan nasales dentales o alveolares, velares y bilabiales, así como elisión acompañada de la nasalización de la vocal precedente, al final de la sílaba. Además, sostiene que las consonantes nasales en posición final de frase, es decir, antes de una pausa, se neutralizan en diferentes grados en el habla de los adultos (neutralización parcial) y en la de los niños (neutralización completa), lo que significa que las diferentes realizaciones son «ambiguas» (p. 173), en tanto pueden representar cualquiera de los fonemas nasales, dependiendo de la entrada léxica de que se trate.
Otra fuente que muestra la neutralización de las nasales del maya yucateco en posición final (de palabra) es el diccionario maya yucateco/español de Martínez Huchim (2014), donde, entre otras, encontramos entradas como las que se muestran en el ejemplo 4.
(4) | Esp.: | «tucán» | - | maya: «pam, pan ch’eel» |
Esp.: | «estofado» | - | maya: «majkuum, majkuun» | |
Esp.: | «estornudar» | - | maya: «je’esíim, je’esíin» | |
Esp.: | «pozole» | - | maya: «k’eyem, k’eyen» |
Para los propósitos de este trabajo, las apreciaciones empíricas más destacables de la literatura son que (1) el punto de articulación de las nasales finales de palabra se neutraliza tanto en el español yucateco como en el maya yucateco, lo que significa que cualquier efecto de contacto se localiza en el nivel de realización fonética (Alvar, 1969); (2) hay más labialización en «posición final absoluta»; y (3) los hablantes con español como lengua dominante y monolingües de español yucateco de Mérida exhiben una mayor tasa de labialización que los hablantes bilingües equilibrados de esta región. En consecuencia, concluimos que la pregunta acerca del rol del contacto lingüístico en el contexto de las labiales finales del español yucateco sigue sin contestarse completamente.
2.1.2. Hipótesis relativas al contacto y planteamiento de la investigación
Como hemos mencionado anteriormente, la labialización de las nasales al final de la sílaba en el español yucateco suele atribuirse al contacto con el maya. Así, según Alvar (1969), la [m] final es «una particularidad totalmente inédita [que corresponde a] una [realización fonética] de tradición indígena» (p. 169). Sin embargo, Lope Blanch (1987) ya señala el hecho de que no solo se encuentran pronunciaciones labiales dispersas en diferentes regiones de México fuera de la península de Yucatán, sino también, por ejemplo, en Colombia (Flórez, 1951), el norte de Argentina (Rojas, 1969) y Paraguay (de Granda, 1982). En consecuencia, Lope Blanch (1987) propone analizar la [m] final de palabra como una «posibilidad latente en el sistema fonético español, favorecida por la realidad fonética de la lengua maya, donde la articulación bilabial [-m] [sic] al final de palabra es absolutamente normal» (p. 62). En otras palabras, su conclusión es que la [m] final de palabra característica del español yucateco es un proceso natural del español favorecido por el contacto con el maya.
Pfeiler (1992) está en general de acuerdo con esta conclusión. Al mismo tiempo, sus datos sobre el español yucateco de los hablantes monolingües señalan que, a lo largo del tiempo, las tasas de labialización han ido claramente en aumento, lo que sugiere que la labialización de las nasales finales es «un proceso primordialmente interno del español yucateco» (Pfeiler, 1992, p. 120).
Como se ha comentado en la sección 2.1.1, tanto Yager (1989) como Michnowicz (2006a, 2006b, 2007, 2008) se centran en el desarrollo sociolingüístico de la [m] final en la ciudad de Mérida. La posible influencia maya también se discute en estos trabajos, pero los autores se muestran prudentes al respecto. Yager (1989) atribuye el aumento de la [m] final en el grupo de edad más joven a la correlación del uso de la labial con el prestigio local entre las mujeres de clase media, siendo adoptado después este rasgo lingüístico por los hombres de clase baja. Igualmente, Michnowicz (2008) confiere a la [m] final su actual condición de «shibboleth (semiconsciente) de identidad regional […] a la luz del creciente contacto con hablantes de otras variedades del español» (p. 297). En lo que se refiere al contacto lingüístico, Michnowicz (2006a) sostiene la hipótesis de que «la rareza de la -m [sic] fuera de Yucatán, así como los paralelos fonológicos en las lenguas mayas, sugieren alguna influencia durante los siglos de contacto entre las dos lenguas» (p. 165). Además, refiriéndose al hecho de que Yager (1989) no encontró ninguna correlación significativa entre el bilingüismo en maya y la producción de la [m] final en el español de Mérida, Michnowicz (2006a) señala que, «incluso si el contacto con el maya hubiera influido de forma directa sobre el dialecto en el pasado, la situación actual es más compleja» (p. 165). Así pues, en cuanto al rol del contacto lingüístico para la labialización de las nasales finales en la península yucateca, la mayoría de los autores parece coincidir en la hipótesis de que el maya yucateco favoreció (triggered [Cassano, 1977, p. 111]) un «desarrollo natural y latente de la lengua española».
En este contexto, uno de los aspectos menos estudiados concierne a la ocurrencia de las nasales finales labializadas en otras regiones hispanohablantes. Es cierto que Lope Blanch (1987) hace hincapié en el hecho de que se encuentran labializaciones dispersas de nasales finales fuera de la península de Yucatán (véase supra). Sin embargo, hasta donde sabemos, este fenómeno aún no se ha estudiado de forma sistemática, ni en Paraguay, ni en Colombia. Por ejemplo, no encontramos estudios empíricos, con base en datos paralelos, que consideren las frecuencias de aparición concretas (fuera de Lope Blanch [1987]) o los efectos de la duración de la pausa subsecuente. En este trabajo, nos hemos planteado comparar conjuntos de corpus sobre la misma base metodológica de (1) Quintana Roo, México, (2) Asunción, Paraguay, y (3) Cali, Colombia, para investigar hasta qué grado los patrones de labialización de nasales finales se parecen o difieren, en cuanto a la frecuencia de aparición y los contextos fonético-fonológicos (des)favorables. Antes de proceder a este estudio empírico, se presentarán, en lo que sigue, los trabajos antecedentes relacionados con nuestro tema enfocados en Paraguay (sección 2.2) y Colombia (sección 2.3).
2.2. Paraguay
Germán de Granda fue el primero en evidenciar la existencia de una articulación nasal [m] en posición final de palabra en el Paraguay, compitiendo esta realización alofónica con [n] alveolar o elisión en este contexto (de Granda, 1982). Según el estudioso, estaríamos ante un fenómeno análogo a las labializaciones descritas en la zona yucateca y también en Colombia (Chocó, Cauca y Valle del Cauca) y en el noroeste argentino. El autor agrega que coincide con Lope Blanch (1980, p. 198) en que
este rasgo del español paraguayo puede considerarse producto del desarrollo de posibilidades internas del sistema fónico castellano, reforzadas (tanto en la zona guaranítica como en la yucateca) por el intenso contacto con lenguas de adstrato (guaraní y maya, respectivamente) que poseen, en situación implosiva, el fonema /m/. (De Granda, 1982, p. 175)4
A raíz de estas observaciones, otros autores han señalado este paralelismo con Yucatán (Alvar, 2001; Hualde, 2021; Klee, 2009). Sin embargo, no solamente «no existen estudios cuantitativos de las características fonéticas del español paraguayo, en la línea del estudio de Michnowicz sobre el español de Yucatán», sino que «a diferencia de Yucatán, donde esta pronunciación se mantiene como un símbolo de orgullo regional, en Paraguay la variante bilabial ha caído en desuso» (Klee, 2009, p. 49). Finalmente, Hualde va hasta afirmar que
[n]o parece haber ninguna conexión histórica particular entre estas áreas labializantes. Para el español de Yucatán el fenómeno puede deberse al contacto lingüístico, pero esta explicación no se extendería a otras regiones. (Hualde, 2021, p. 783)
Sin embargo, hay que considerar también que el paralelismo entre Paraguay y la península yucateca no es solo fónico: ambos territorios comparten una situación de bilingüismo muy extendido, siendo incluso Paraguay el único país en América en haber reconocido una lengua amerindia, el guaraní, como cooficial de la nación.
Según recientes cifras proporcionadas por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), un 70% de los hogares paraguayos utiliza el guaraní, y el 56.5%, el español, sea de manera exclusiva o no.
Ahora bien, pese a la afirmación de De Granda mencionada arriba, la observación de la estructura silábica del guaraní podría llevarnos a cuestionar el rol del contacto lingüístico en estas realizaciones labializadas. En efecto, a diferencia del maya yucateco (sección 2.1.1), el guaraní contemporáneo no admite sílabas cerradas, ya que la estructura canónica de esta lengua es CV (Dessaint, 1981, p. 73; Estigarribia, 2020, p. 35; Gregores & Suárez, 1967, p. 55). Otros tipos de sílabas existen, pero de ninguna manera encontramos codas en las palabras nativas. Pinta y Smith (2017) resumen la estructura silábica del guaraní paraguayo así:
La estructura silábica del guaraní nativo es (C)(G)V(G), donde «V» representa una vocal que actúa como núcleo silábico y «G» (para «glide») representa una vocal no nuclear. Las sílabas pueden consistir solo en una vocal u opcionalmente pueden contener un inicio; sin embargo, están prohibidos los comienzos complejos y las codas de cualquier tipo. (Pinta & Smith, 2017, p. 286)
Lo único que nos parece explicar la afirmación de De Granda según la cual el guaraní poseería, «en situación implosiva, el fonema /m/» (de Granda, 1982, p. 175) es la existencia de tres consonantes prenasalizadas, /mb/, /nd/ y /ŋg/, que pueden encontrarse o bien en el inicio, o en posición intermedia de la palabra, pero siempre en ataque de sílaba. Pinta y Smith (2017) incluso especifican que los préstamos del español que incluyen una coda nasal se ven resilabificados según las pautas del guaraní:
Por ejemplo, una secuencia /VmbV/ (donde /m/ y /b/ podrían ser cualquier combinación homorgánica oclusiva nasal/sonora) en un préstamo español se silabificará como [V.mbV] y nunca como [Vm.bV]. (p. 287)
Así, la mayoría de las veces los hablantes guaranófonos reparan la secuencia hispánica nasalizando la vocal de la primera sílaba /Vm/ > [Ṽ], o prenasalizando la consonante explosiva siguiente, o los dos fenómenos a la vez, como en el caso de la palabra Finlandia:
(5) | Esp. [fin.ˈlan̪.dja] | > | guar. [hĩ.la.ˈndja] (Pinta & Smith, 2017, p. 287) |
En resumidas cuentas, estos estudios previos sobre la realización de [m] final en Paraguay y los datos proporcionados sobre la estructura del guaraní contemporáneo ponen de realce la necesidad de un estudio empírico que arroje luz (1) sobre el mantenimiento o el desuso de las labializaciones de nasales finales en el país y, de permanecer estas, (2) sobre el rol del contacto con el guaraní en su posible activación.
2.3. Colombia
En Colombia, los estudios sociolingüísticos sobre la articulación labial de /-N/ final son bastante escasos. El fenómeno ha sido documentado principalmente en estudios dialectológicos del español (Flórez, 1950; Montes Giraldo, 1979, Mora Monroy, 1996) y en el ALEC5, y ha sido presentado como una característica de las variedades habladas en el Pacífico colombiano, en particular, en los departamentos del Valle del Cauca, Cauca y Chocó.
Para el caso de las variedades de español habladas en el departamento del Chocó, el dialectólogo Luis Flórez (1950, 1963) ha descrito el fenómeno desde los años cincuenta. El autor afirma que
[l]a n final de palabra, en medio de frase o ante pausa, se articula frecuentemente como m: Popayán: Popayám. Y por el estilo: colchóm, piam, Medeyím, tambiém, a la ordem, decíam, etc. (Flórez, 1950, pp. 111-112)
Añade el autor que el fenómeno es frecuente en el español de personas «cultas e incultas» (Flórez, 1963, p. 272), que puede también aparecer en posición de coda (movimiemto, samtos) y que se manifiesta en concurrencia con la articulación del sonido velar [ŋ], este último también presente en el español de la Costa Atlántica. Lope Blanch (1987) interpreta esta concurrencia entre sonido velar [ŋ] y la labialización [m], observada por Flórez en el español del Chocó, como una situación similar a la de la península del Yucatán.
En su estudio de 1951 sobre el español de Bogotá, Flórez (1951, p. 267) afirma que la labialización de /N/ final se observa también en hablantes nativos del Valle del Cauca y del Cauca, haciendo referencia a la presencia de estas personas en la capital debido a las movilidades internas. Más adelante, Montes Giraldo (1979) confirma la presencia del fenómeno en los departamentos del Cauca, Valle del Cauca y Chocó con datos recogidos en estas zonas.
Lope Blanch afirma que la labialización de /N/ final en posición de sílaba tónica ante pausa final, como la describe Flórez (1951), podría ser favorecida por el tipo de enunciado que se utiliza normalmente en respuestas a cuestionarios. Es de notar que muchos de los datos iniciales del ALEC son de tipo cuestionario y estaban destinados a obtener informaciones generales sobre léxico, acento y pronunciación, razón por la cual la descripción del fenómeno en este tipo de estudios, si bien da cuenta de su existencia, es bastante primaria y generalista.
Las descripciones existentes han servido para delimitar diferentes propuestas de clasificación dialectológica. Por ejemplo, Montes Giraldo (1982), basándose en los escasos datos recogidos sobre este fenómeno en el ALEC por Buesa Oliver y Flórez (1956), afirma que se trata de una característica exclusiva de la subzona (dialectológica) nariñense-caucana. Sin embargo, el dialectólogo afirma que la articulación bilabial es más bien un rasgo que podría contribuir a separar la zona nariñense de la zona caucana, puesto que en el departamento de Nariño dicho fenómeno no ha sido observado. Es necesario recordar que el departamento de Nariño es más bien conocido como una zona en la que se habla el español andino (Arboleda, 2000, 2002) y la articulación bilabial de la /N/ final no es, por lo menos hasta ahora, una de sus características. Mora Monroy (1996), por su parte, también incluye la labialización de la nasal final como característica de lo que él llama el subdialecto caucano-valluno, esta vez dejando al departamento de Nariño por fuera de la clasificación.
Resulta curioso que, en las nuevas propuestas de clasificación dialectal del español colombiano (Ruiz Vásquez, 2020) e, incluso, en obras contemporáneas importantes sobre el español colombiano (File-Muriel & Orozco, 2012), si bien se menciona la velarización de la /N/ final, no se menciona la labialización. En todo caso, las tesis del contacto con lenguas del substrato indígena son refutadas desde los primeros trabajos. Montes Giraldo (1979), por ejemplo, refuta la idea de que se trate de alguna influencia del quichua puesto que esta lengua no dispone del fonema «-m» a final de palabra, y aboga más bien por un origen ibérico (Lope Blanch, 1987, p. 57).
Lo cierto es que el fenómeno no pasa desapercibido y hace parte del imaginario colectivo en lo que respecta al habla de Cali. Cuando a un nativo de la ciudad se le pregunta sobre su variedad de español, una de las características que pondrá de relieve será justamente la articulación labial de la nasal final /-N/, probablemente al punto de asignarle una carga identitaria, aunque estamos lejos de los procesos de mercantilización lingüística (Heller, 2010) observados en la península de Yucatán (véase la sección 1). Es decir, en Cali, el fenómeno solamente es reconocido como un rasgo identitario tanto por locales como por foráneos.
En resumidas cuentas, hasta ahora no existen trabajos empíricos en el campo de la sociolingüística que describan detalladamente dicho fenómeno, lo cual refuerza la falta de trabajos en sociolingüística (variacionista) sobre el español de Colombia ya observada de manera general por Orozco (2010). Podemos decir que la articulación bilabial de la /N/ final en el Occidente colombiano presenta características fonéticas similares a las descritas en México y en Paraguay, sin que el contacto sea un argumento relevante para su explicación. Este es justamente uno de los argumentos que justifican este trabajo y la necesidad de comparar los tres contextos.
3. Acerca del rol posible del contacto lingüístico para la labialización de las nasales finales en las tres regiones investigadas: estudio empírico
3.1. Cuestiones de investigación y metodología
Después de haber indagado en la literatura sobre el fenómeno de labialización de la nasal final /N/ > [m] en la península de Yucatán, Paraguay y Colombia, nos preguntamos si dicho fenómeno sigue los mismos patrones de frecuencia de aparición y duración de la pausa subsecuente en estas tres regiones. También nos preguntamos si en Paraguay el contacto lingüístico es uno de los factores explicativos o detonantes que podría favorecer el fenómeno o incrementa su frecuencia de aparición como se ha sugerido para el español de Yucatán. En el caso de Colombia, en cambio, como Montes Giraldo (1979) descartó esa posibilidad (véase supra), solo describimos el fenómeno con hablantes monolingües para poder compararlo con las otras dos regiones. Por eso, hemos seguido un mismo protocolo de recolección y análisis de datos empíricos en las tres regiones, en hablantes bilingües y monolingües en los casos de México y Paraguay, y en hablantes monolingües en el caso de Colombia.
Utilizamos tres experimentos análogos de producción semiespontánea basada en imágenes que implicaban la utilización de una serie de sustantivos terminados en /-N/. Los participantes tenían que observar una serie de cuarenta imágenes con diferentes personajes de tiras cómicas latinoamericanas (la familia Burrón, Memín Pinguín, don Gato, etc.) y responder a la pregunta «¿Qué pasa aquí?». Cada imagen era visualizada en la pantalla de una computadora portátil durante algunos segundos, lo que favorecía una respuesta relativamente espontánea. Se les insistía a los participantes que no había respuesta correcta o incorrecta, y que simplemente se esperaba de ellos que su respuesta fuera oral y con frases completas que describieran la imagen en cuestión. Entre las respuestas esperadas se podían obtener enunciados como «La familia Burrón está viendo la televisión». La mitad de las imágenes se acompañaban de preguntas contrastivas. Por ejemplo, tras una de las imágenes, se le preguntaba al participante: «Memín Pinguín está leyendo una carta, ¿verdad?», esperando la respuesta «No, es Memín Pinguín, está introduciendo la carta en el buzón». Así, se grabaron diez personas en cada una de las tres regiones, Felipe Carrillo Puerto (FCP), Quintana Roo (México), Cali (Colombia) y el suroeste de Asunción (Paraguay).
Con respecto a México, los datos fueron recogidos en 2012 en Felipe Carrillo Puerto (FCP) gracias a la participación de diez hablantes (9 m, 1 h6) entre 36 y 50 años. Entre los hablantes entrevistados, 5 (5 m) han declarado ser bilingües español y maya yucateco y 5 (4 m, 1 h) han manifestado ser monolingües en español. En Colombia los datos fueron recogidos en 2019 en la ciudad de Cali; allí participaron diez hablantes (7 m, 3 h) entre 17 y 25 años. y todos los participantes han declarado ser monolingües en español. Con respecto a Paraguay, los datos han sido recogidos en 2019 en la ciudad de Asunción gracias a la participación de diez hablantes (7 m, 3 h), cuya franja etaria se ubica entre 25 y 48 años de edad (el promedio nacional es de 28 años); entre los hablantes entrevistados, 7 (4 m, 3 h) han declarado ser bilingües español y guaraní y 3 (3 m) han manifestado ser monolingües en español, lo cual es consecuente con las proporciones que mencionamos supra (un 70% de la población es bilingüe).
Las grabaciones fueron transcritas y codificadas con Praat7, pero se utilizó la técnica de juicios perceptivos auditivos con tres jueces para la verificación de los datos. Es cierto que examinamos, para unos ejemplos, (1) los valores del segundo formante en la frontera entre la vocal y la nasal subsiguiente, y (2) la duración de las nasales relevantes, puesto que (1) los valores del F2 en la frontera entre la vocal y la nasal tienden a ser más bajos en el caso de las labiales, comparados con las no-labiales, y (2) las nasales labiales tienden a ser más largas que las no-labiales (Quilis, 1981; García & Rodríguez, 1998). Sin embargo, estos criterios no son categóricos, y además la segmentación no era siempre inequívoca, sino al revés, porque los audios no fueron grabados en el formato .wav, sino en formato .mp3. En otras palabras, al detectarse variación, para la verificación de los datos, se ha dado preferencia a la técnica de juicios perceptivos con tres jueces y solo recurrimos a la examinación de los formantes en el caso de (las pocas) dudas al nivel perceptivo-auditivo8. Una vez constituido el corpus, se procedió al análisis cuantitativo de los datos que presentamos a continuación.
3.2. Resultados
Aunque al aplicar la metodología expuesta arriba (sección 3.1) se encontraron labializaciones en todas y cada una de las regiones estudiadas, estas se produjeron con frecuencias de aparición muy distintas en las tres regiones. Concretamente, encontramos 44 labializaciones entre los 104 casos de N final en México (42%), pero solamente doce labializaciones entre los 44 casos de N final en Colombia (27%) y catorce labializaciones de los 70 casos de N final en Paraguay (20%), como se presenta en la Figura 1.
En cuanto al perfil lingüístico de los hablantes, solo pudimos comparar datos en Asunción y FCP, México, ya que en Colombia solo grabamos a hablantes monolingües. En esos dos países, encontramos mayores tasas de labialización entre los hablantes monolingües: un 45% en FCP (contra un 37% entre los bilingües) y un 28% en Asunción (contra un 20% entre los bilingües).
En lo que respecta a la variable género, no hemos podido tomarla en cuenta para México, pero tanto Rosado Robledo (2012) como Michnowicz (2008) y Lope Blanch (1987) indican que la labialización es más frecuente entre las mujeres. Parece darse la misma tendencia en Asunción con una tasa de labialización de un 32.3% entre las mujeres (contra un 5% entre los hombres). Sin embargo, en Cali, no parece haber una tendencia tan acusada (un 31% entre los hombres y un 24% entre las mujeres).
También comprobamos si había correlación entre las vocales precedentes y la labialización subsecuente. Respecto a este punto, los resultados de FCP, México, indican que las labializaciones se producen generalmente después de las vocales «a-» y «o-», y casi no después de las vocales «e-» e «i-», mientras que en Cali y Asunción no encontramos diferencias significativas (Figura 2).
En cuanto al patrón de Quintana Roo (mucho más labialización después de [a, o] que después de [e, i]), es preciso recalcar que todas las explicaciones acerca de esta diferencia han de ser necesariamente especulativas, puesto que, desde una perspectiva fonética, todavía no se ha detectado ningún rasgo inherente a las vocales [a, o] que pueda influir en la pronunciación de la consonante siguiente. Por consiguiente, la razón por la que mencionamos este aspecto aquí es que, aunque por ahora no pueda explicarse, se aprecia una clara diferencia en la distribución de los patrones de labialización entre los datos de Quintana Roo, por un lado, y los de Paraguay y Colombia, por otro, ya que los criterios que operan en la primera región nos parecen mucho más sistemáticos que los correspondientes a las restantes.
En cuanto a las tasas de labialización relativas a su posición en la frase, es cierto que en FCP, México, el 52% de las nasales finales se labializan (vs. un 36% de nasales no finales), lo cual es un resultado parecido al de Cali (53% de las nasales finales se labializan vs. un 11% de las nasales no finales), mientras que, en Asunción, solo el 27% de las nasales a final de palabra se labializan contra un 15% de las no finales. Sin embargo, observamos, finalmente, si había una correlación entre la duración de la pausa subsecuente y la aparición de las labializaciones en los contextos no finales, en los que las consonantes nasales correspondientes se encuentran en el interior de la frase. En términos más concretos, medimos la longitud en milisegundos de las pausas subsecuentes a las nasales finales, analizándola como posible factor continuo, para después correlacionar cada valor individual de esta escala con la cantidad de nasales labializadas (indicada bajo «labial» en la Figura 3), frente a aquella de las no labializadas («no-labial» en la Figura 3) en las tres variedades.
Como puede verse en la Figura 3, cuanto más larga es la pausa posterior, mayor es la tasa de labialización en los datos mexicanos. En Asunción, no hay tal tendencia, mientras que en Cali podemos observar la correlación inversa: cuanto más larga es la pausa posterior, menor es la tasa de labialización en estos datos.
4. Interpretación de los datos
El análisis de los datos refleja que, para México y Paraguay, (1) hay más labialización entre los hablantes monolingües, comparado con los bilingües; para las tres regiones, (2) el rol del género queda poco claro, y (3) hay más labialización al final de la frase. Por otro lado, vemos que los datos de Cali y Asunción difieren de aquellos de FCP en varios aspectos: primeramente, la tasa de labialización es mucho más alta en los datos de la península yucateca; en segundo lugar, encontramos un efecto marcado del timbre de la vocal precedente en los datos de la península yucateca, lo que no ocurre en los de Colombia y Paraguay; por último, la duración de la pausa subsiguiente parece determinar la tasa de labialización en los datos de la península yucateca, pero no en aquellos de Colombia y Paraguay. De hecho, es este último resultado el que nos parece más significativo en la comparación, puesto que, en el español yucateco, la labialización de las nasales finales parece estar adquiriendo una nueva función de marcador de límites prosódicos finales, sobre todo en el habla de los hablantes monolingües, mientras que no podemos discernir ningún proceso parecido en las variedades de Colombia y Paraguay investigadas.
En este contexto, se puede considerar el concepto de función fonológica, ya que en el español yucateco el rasgo articulatorio [+/- labial] parece estar adquiriendo una función significativa que señala límites entonativos más marcados o pausas a la derecha más largas en comparación con la/s forma/s [-labial] del archifonema /N/ al final de la palabra. Por consiguiente, se puede plantear que la alternancia entre [n] y [m] al final de la palabra está desarrollando una alternancia determinada por una función prosódica-rítmica, de manera que [+labial] señala ‘pausa más larga’, mientras que [-labial] señala ‘pausa corta’ o ‘ausencia de pausa’. Sin embargo, en sentido estricto, las oposiciones fonológicas permiten distinguir significados al nivel de la palabra, y en este sentido, la oposición [+/- labial] sigue siendo neutralizada al final de la palabra en el español yucateco como en las demás variedades investigadas9.
En cuanto al contacto lingüístico, hay que considerar, primero, para Colombia, que los participantes eran todos monolingües en español, de forma que no podemos valorar si el contacto es un factor relevante. En este sentido, optamos, de momento, por ceñirnos a Montes Giraldo (1979), quien descartaba la posible influencia del quichua en la región. Sin embargo, sus observaciones, que son de vieja data, no se pueden dar por sentadas, por lo que sería interesante proceder a futuros estudios empíricos más amplios que abarquen otras zonas de contacto como la del departamento del Cauca, donde se encuentran grupos indígenas con relativa vitalidad de sus lenguas autóctonas (Nasa, Guambianos, Totorós, entre otros), para mostrar o descartar alguna influencia del sustrato indígena.
Con respecto a Paraguay, la amplia extensión del bilingüismo español-guaraní invita a considerar la posibilidad de que el contacto lingüístico haya favorecido las realizaciones labializadas no asimiladoras de las nasales finales de palabra. Sin embargo, como vimos, si existiera tal influencia, no podría ser directa, ya que la lengua guaraní contemporánea y mayoritaria en el Paraguay prohíbe las nasales en posición de coda silábica, tendiendo a asimilar los préstamos que contengan una nasal implosiva mediante la nasalización de las vocales precedentes, o la prenasalización de la consonante de la sílaba siguiente (véase la sección 2.2). Además, como vimos en los resultados, son los monolingües los que tienen las mayores tasas de labialización en el Paraguay, lo cual dificulta aún más mantener la hipótesis de un posible rol del contacto lingüístico.
En cuanto a la península yucateca, ya vimos que la labialización es también más frecuente entre los hablantes monolingües del español que entre los hablantes bilingües. Sin embargo, a diferencia de la situación del Paraguay, vimos en la sección 2 (1) la preferencia del maya yucateco por las sílabas cerradas y (2) que un buen número de palabras del léxico de esta lengua termina en nasal bilabial. En total, todos los aspectos mencionados al respecto en las secciones 1, 2.1 y 3.2 nos parecen reforzar la hipótesis de que la labialización en Quintana Roo se estableció con base en una influencia indirecta de la lengua indígena de contacto a lo largo de dos fases consecutivas: (1) una fase de polimorfismo extendido, caracterizada por una «sobreoferta» de rasgos lingüísticos y una debilitación de la norma (Lope Blanch, 1987), y (2) una fase de consolidación, no terminada aún, en la que el rasgo aquí investigado desarrolló su nueva función de marcador de límites prosódicos finales en el habla de los hablantes monolingües del español yucateco.
5. Conclusiones
De todo esto, nos inclinamos por concluir que, si bien es probable, para la labialización en la península yucateca, que la labialización de las nasales finales haya sido desencadenada por el contacto con el maya yucateco en un inicio, ahora constatamos que el rasgo se ha desarrollado de forma independiente en un marcador prosódico que supuestamente se usa por los hablantes locales para indicar su identidad yucateca. En cambio, para Paraguay vimos que, al contrario, todos los indicios parecen estar en contra de las hipótesis de contacto que encontramos en la literatura sobre la labialización de las nasales finales en esta región; en esa zona, además, ese rasgo tampoco parece haber desarrollado la nueva función prosódica que se destaca en los datos de la península yucateca. En Colombia, finalmente, descartamos, al igual que Montes Giraldo (1979), la posible influencia del contacto, ya que casos de labialización se dan entre los hablantes monolingües que hemos entrevistado; sin embargo, habría que comparar esos datos con hablantes bilingües de la región del Cauca. En todos los contextos, es particularmente interesante saber si se confirman las tendencias apuntadas en Michnowicz (2021) sobre el abandono del rasgo por parte de las nuevas generaciones de hablantes de español yucateco.
Sin embargo, y aun considerando estas limitaciones, nos parece pertinente destacar que la labialización de las nasales finales parece ser un fenómeno sistemático, en camino de consolidación en términos entonativo-rítmicos, en nuestros datos yucatecos, mientras que no podemos discernir tal desarrollo en el caso de los datos en Colombia y Paraguay. Por consiguiente, podemos concluir que el fenómeno de labialización de nasales finales es funcionalmente distinto en el español de Quintana Roo, comparado con lo que encontramos en las variedades investigadas del Paraguay y de Colombia. Para determinar si las conclusiones pueden extenderse a conjuntos de datos más amplios o a otras regiones yucatecas, colombianas o paraguayas, es aconsejable realizar estudios variacionistas más amplios con el objetivo de (1) verificar los resultados aquí presentados y (2) sacar a la luz cualquier otra similitud o diferencia en la labialización de las nasales finales entre las regiones investigadas.