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Desarrollo y Sociedad

Print version ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.82 Bogotá Jan./June 2019

https://doi.org/10.13043/dys.82.2 

Artículos

LA FORMACIÓN DE UNA TECNOCRACIA PRAGMÁTICA: LOS INICIOS DE LA FORMACIÓN PROFESIONAL DE ECONOMISTAS COLOMBIANOS

BECOMING A PRAGMATIC TECHNOCRAT. THE BEGINNINGS OF PROFESSIONAL TRAINING OF COLOMBIAN ECONOMISTS

Andrés Álvarez1 

Andrés M. Guiot-Isaac2 

Jimena Hurtado3 

1 Profesor asociado de la Facultad de Economía, CEDE, Universidad de los Andes. ca.alvarez967@uniandes.edu.co

2 Estudiante doctoral, Oxford School of Global and Area Studies, University of Oxford. andres.guiotisaac@sant.ox.ac.uk

3 Profesora asociada de la Facultad de Economía, CEDE, Universidad de los Andes. jihurtad@uniandes.edu.co.


Resumen

Los primeros años de la Facultad de Economía y el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes son un caso ejemplar de los inicios de la formación profesional de economistas en Colombia. A través de la exploración de archivos reconstruimos los primeros veinte años de este proyecto educativo e investigativo impulsado por el apoyo de la Fundación Rockefeller para formar economistas profesionales capaces de tratar los temas macroeconómicos del desarrollo.

Clasificación JEL: A20, B20, N36.

Palabras clave: tecnocracia; educación; Fundación Rockefeller; CEDE; Universidad de los Andes

Abstract

The initial years of the Economics Department and the Center for the Study of Development Economics at Universidad de los Andes are an exemplary case of the beginnings of the formation of professional economists in Colombia. Through archival research we reconstruct the first twenty years of this project that counted with the support of the Rockefeller Foundation and answered to the increasing demand for professional economists capable of producing technical analysis of the countries development challenges.

JEL Classification: A20, B20, N36.

Keywords: Technocracy; education; Rockefeller Foundation; CEDE; Universidad de los Andes

INTRODUCCIÓN

Una de las conclusiones de la misión comprensiva del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) a Colombia, mejor conocida como la Misión Currie1 en 1949, fue la necesidad de entrenar economistas profesionales. Estos economistas tendrían la tarea de implementar las recomendaciones de política de la Misión así como de proveer análisis técnicos de la economía para informar los procesos de toma de decisión. Aunque existían economistas colombianos2 en el momento, y la Misión trabajó con algunos de ellos, el diagnóstico mostraba que había un vacío en su formación técnica. El análisis económico se concentraba, en su gran mayoría, en sectores específicos sin mayor profundización en una aproximación global basada en análisis cuantitativo riguroso que permitiera tener una idea más precisa de la macroeconomía nacional. En este sentido, incluso antes de la Misión Currie, surgió un consenso entre los hacedores de política y los tomadores de decisiones sobre la necesidad de contar con análisis macroeconómicos a escala nacional acerca de los retos, oportunidades y obstáculos enfrentados por la economía colombiana.

Para responder a esta necesidad de contar con economistas profesionales capaces de formular programas nacionales de desarrollo en el sector público, actores nacionales e internacionales unieron esfuerzos para entrenar a la primera generación de economistas que serían identificados con los inicios de la tecnocracia colombiana. Una parte importante de esta historia tuvo lugar en la Universidad de los Andes (Uniandes de ahora en adelante) y su Facultad de Economía. En este documento buscamos reconstruir quiénes contribuyeron a este proyecto y cómo lo hicieron, dejando las primeras bases de la educación profesional en economía y de la manera en que se hace política económica en Colombia casi hasta el día de hoy.

Estos actores reflejaban esta proclamada necesidad nacional, la cual, siguiendo la tipología de Boetkke y Horwitz (2005), corresponde más a la búsqueda de ingenieros que de profetas. La economía, a pesar de sus limitaciones, proveía un marco analítico y las herramientas necesarias para diagnosticar obstáculos y diseñar o rediseñar instituciones en el camino hacia el desarrollo. La posibilidad de entrenar a jóvenes economistas en “un conjunto de herramientas teóricas haciendo énfasis en la modelización y las pruebas empíricas” (Boettke y Horwitz, 2005, p. 15, traducción propia) aparecía como la manera de superar tendencias seculares y discusiones ideológicas consideradas como las causantes de la inefectividad de la política económica (p. 27).

En un clima de confrontación y violencia política, la disciplina económica podría ser percibida como una manera objetiva y técnica de guiar las discusiones sobre políticas económicas y los procesos de toma de decisión que podrían superar tendencias históricas e incluso culturales, como lo había identificado Currie, por ejemplo, y que impedían el desarrollo del país. La violencia, la pobreza crónica y el atraso parecían ser una herencia difícil de superar frente a la cual una visión de modernización a través de la técnica podría constituir una alternativa viable. El lenguaje técnico podía aparecer como un terreno común para definir prioridades nacionales y promover consensos sociales sobre la forma de cumplir estos objetivos.

Este ambiente y el concurso de diversos actores y acontecimientos produjeron un quiebre en el perfil de aquellos a cargo de la política económica hacia mediados del siglo XX (Caballero, 2016). Los hacendistas, por lo general, abogados con conocimientos en hacienda pública hasta entonces encargados de las decisiones de política económica fueron reemplazados por los tecnócratas, economistas profesionales3. Solo algunos de este nuevo grupo de economistas profesionales fueron entrenados en el país. Durante la segunda posguerra muchos de los más influyentes economistas colombianos, tanto tecnócratas como académicos, fueron entrenados en departamentos de economía en Estados Unidos. Esto fue posible gracias al apoyo, en particular, de la Fundación Rockefeller.

Se establecieron relaciones de colaboración en educación entre universidades en Estados Unidos, en especial, las universidades del Estado de Míchigan, Oregón y Vanderbilt. Jóvenes economistas de pregrado podían seguir sus estudios de posgrado en estas universidades y regresar al país, algunos de ellos sin los respectivos diplomas, para apoyar y desarrollar centros nacionales de entrenamiento e investigación, para acompañar y aconsejar en los procesos de formulación de política y para actuar como ingenieros sociales. Estos ingenieros se concentrarían en las acciones necesarias en el proceso de desarrollo y colaborarían en la coordinación de esfuerzos públicos y privados para abrir el camino y acelerar el paso hacia el desarrollo (Boettke y Horwitz, 2005, pp. 25-26).

Uno de los principales centros en este proceso de profesionalización de los economistas fue el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Facultad de Economía de Uniandes. Esta universidad, fundada en 1948 como una institución de educación superior privada, no confesional e independiente, buscaba seguir el ejemplo de las universidades de Estados Unidos. Esta es la historia que buscamos reconstruir en este documento y que nos permitirá evaluar la educación económica en Colombia y el papel de los economistas profesionales en los años sesenta.

I. DEL GIMNASIO MODERNO A UNIANDES

Tras su aprobación legal el 16 de noviembre de 1948 la ceremonia de inauguración de Uniandes tuvo lugar el 24 de abril de 1949, un año después del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial del Partido Liberal. Según sus fundadores, la violencia producto de este magnicidio fue una de las motivaciones más fuertes para crear la Universidad (Bell Lemus et al., 2008, p. 54).

Gracias a casi treinta años de crecimiento económico sostenido desde 1910, una alianza estratégica entre Colombia y Estados Unidos ofrecía condiciones favorables para el desarrollo del sector industrial (Palacios, 1995, pp. 160-164). Colombia había terminado el siglo XIX como uno de los países más pobres de la región y en la década de los cuarenta había logrado importantes mejorías en todos los indicadores básicos de calidad de vida. A pesar de la recesión en los años treinta, la actividad económica creció generando más riqueza para todo el país. Después de la Segunda Guerra Mundial, Colombia se benefició del Pacto Interamericano de Café promovido por Estados Unidos en 1948 y de su influencia en la renegociación del pago de la deuda externa que generó mayores recursos para el desarrollo.

El crecimiento económico vino acompañado de nuevas demandas sociales. Una población urbana creciente, la transformación de las habilidades necesarias de la mano de obra, así como el escaso cambio en las estructuras de tenencia de la tierra, llevaron a malestar social, la formación de guerrillas y la confrontación violenta entre los dos partidos políticos tradicionales. Este contexto también incrementó la demanda por educación de calidad, con un enfoque más técnico de lo que había existido hasta el momento.

En efecto, el crecimiento económico condujo a un incremento en la demanda por trabajadores calificados, técnicos, ingenieros y administradores (Bell Lemus et al., 2008, pp. 30-31). Los gremios, como la Federación Nacional de Cafeteros y la Asociación Nacional de Industriales, promovieron el entrenamiento de profesionales capaces de coordinar la producción y comercialización sectorial. El creciente papel del Estado, en todos los niveles, en la planeación, formulación e implementación de la política económica significó una nueva demanda por servidores públicos con habilidades diferentes a las que habían predominado hasta el momento. Si bien se habían discutido planes de modernización y, en algunos casos, estos habían sido puestos en práctica desde los inicios de la República e incluso antes, los retos y las oportunidades asociadas con la urbanización y la industrialización trajeron consigo demandas desconocidas hasta entonces sobre el sistema educativo nacional.

En 1914 Agustín Nieto Caballero fundó el Gimnasio Moderno, siguiendo el modelo de la “escuela activa”, con el fin de promover el liderazgo social y político de sus estudiantes. Este colegio masculino estaba estrechamente vinculado a los líderes del Partido Liberal, quienes buscaban un colegio no confesional para sus hijos, sin relación con la Iglesia Católica y el Partido Conservador.

Este colegio desempeñaría un papel fundamental en la fundación de Uniandes y de su Facultad de Economía.

Daniel Samper Ortega, miembro de una de las familias liberales tradicionales en el país, y Carlos Lleras Restrepo, futuro presidente de la República, fundaron la Facultad de Administración Industrial y Comercial en el Gimnasio Moderno el 3 de mayo de 1945, con el apoyo de Anton Haas de la Universidad de Harvard. El objetivo de la Facultad era ofrecer otras oportunidades educativas a los jóvenes promoviendo un entrenamiento técnico a los futuros administradores de empresas, encargados de procesos productivos y del desarrollo comercial del país. Los egresados de la Facultad estarían en capacidad de aconsejar, proyectar, dirigir y administrar empresas comerciales e industriales en los sectores público y privado. Estos egresados contribuirían con investigación técnica y análisis académico al conocimiento y comprensión de la realidad nacional y a la solución de los problemas económicos del país4.

No fue fácil para las directivas del Gimnasio definir el grado que la Facultad otorgaría a sus egresados, revelando la ausencia de consenso sobre el entrenamiento más apropiado para lograr el objetivo. Después de varios títulos, Maestro en Ciencias Comerciales (1942), Director de Negocios (1944), Técnico en Administración Industrial y Comercial (1945), las directivas eligieron Economista Industrial y Comercial. El Ministerio de Educación Nacional reconoció el título oficialmente con la Resolución 1151 del 4 de julio de 1946. En algún momento se consideró Doctor en Ciencias Económicas pero se desechó por ser poco informativo sobre la naturaleza exacta de los estudios5.

El programa duraba tres años y el primer programa de estudios incluía cursos de contabilidad, banca y legislación económica, así como temas de economía aplicada como mercados industriales, geografía económica, economía agrícola y economía internacional. Con el tiempo se integraron cursos más generales al programa de estudios como teoría económica (1949), la historia de las doctrinas económicas, ciclos económicos (1950) y desarrollo económico en 19526.

La mayoría de los profesores eran de cátedra y sus empleos principales estaban en el gobierno, el sector industrial y otras universidades. Los estudiantes recibían becas de firmas locales, principalmente asociadas con el sector industrial. Liborio Cuéllar, el primer graduado, recibió su diploma en 1946 con una monografía titulada “El problema de la inmigración” y tuvo una exitosa carrera en contabilidad; ocupó el puesto de director nacional de impuestos en los años sesenta. Otros egresados como Enrique Peñalosa, Miguel Fadul y Jorge Franco participaron en el equipo de economistas colombianos de la misión del BIRF en 1949 y en los comités de seguimiento. La Facultad desapareció en 1955 cuando sus estudiantes, profesores y materiales fueron transferidos a la Facultad de Economía de Uniandes.

La fusión fue un resultado esperado pero no sin dificultades. Mario Laserna, portador de la idea de fundar Uniandes, egresado del Gimnasio Moderno, viajó como joven abogado por Europa y volvió al país convencido de que el éxito de la reconstrucción europea de posguerra estaba directamente asociado con el papel central de las universidades y los centros de investigación. Después de estudiar en la Universidad de Columbia, Laserna regresó al país con el proyecto de crear una universidad privada, no confesional siguiendo, especialmente, el modelo de las universidades estadounidenses. Los eventos desatados el 9 de abril de 1948 convencieron a una serie de figuras influyentes de los sectores político y empresarial de la necesidad de tener una universidad capaz de contribuir a la comprensión de la realidad conflictiva del país y de informar el diseño e implementación de políticas públicas. Un grupo de personas que había estudiado en los cuarenta fuera de Colombia y especialmente en Estados Unidos creían que el mundo estaba siendo reconstruido después de la Segunda Guerra Mundial. Veían un paralelo entre los acontecimientos en Colombia, con una violencia política creciente y el conflicto abierto ocupando todos los espacios económicos y políticos, y la situación europea. La necesidad de reconstruir el país, en las líneas de lo hecho en Europa, en particular, se convirtió en una evidencia para este grupo. Una universidad, independiente del gobierno y de otros poderes políticos, incluyendo a la Iglesia Católica, aparecía como un elemento importante para contribuir al debate público no violento7.

Este proyecto político no estaba abierto a todos. Tenía un aire elitista. Quienes promovían la idea pertenecían a familias tradicionales y buscaban el apoyo de las élites industriales emergentes, la mayoría con lazos estrechos con el Gimnasio Moderno. Además, al tratarse de una universidad privada, quienes podrían pagar la matrícula eran, por lo general, hijos de familias con recursos o eran financiados por empresas interesadas en la educación técnica y general.

La Universidad era un proyecto liberal pues estaba inspirada en una visión específica de la modernidad asociada con la modernización en un sentido desarrollista. Buscando mayor influencia y liderazgo en los procesos de formulación y toma de decisión en políticas públicas y, especialmente, en política económica, los portadores del proyecto creían que de esta manera podrían ocupar espacios estratégicos en manos, hasta ese momento, de egresados de la Universidad Nacional. Así, podrían tener una incidencia directa en el proyecto de modernización y, en consecuencia, en la reconstrucción del país.

Siete meses después del asesinato de Gaitán, con una declaración publicada en un periódico nacional, alrededor de cincuenta personas anunciaron la creación de Uniandes. En los siguientes meses se realizaron los procedimientos administrativos y legales para su constitución, acompañados por una agresiva campaña publicitaria para promover la Universidad a nivel nacional e internacional. Mario Laserna conformó un grupo internacional de consejeros con diecisiete miembros incluyendo profesores de las universidades de Columbia, Princeton, Fordham, Cornell, Harvard y Duke. Personajes como Albert Einstein, John von Neumann, Oskar Morgenstern, Ernest Nagel, Leopoldo Arnau, Mark van Doren, Federico de Onís, Dietrich von Hildebrand, George Humphreys, Frank Ober y el novelista Thornton Guilder, constituían un argumento de autoridad para convencer a las elites modernizadoras de apoyar el proyecto.

Alrededor de siete años después de su creación, el país había puesto poca atención a la Universidad, incluso si en sus primeros años había generado algo de curiosidad. Sin embargo, en 1954, la llegada de Alberto Lleras, para ese momento expresidente de la República que volvía del país después de haber sido secretario general de la Organización de Estados Americanos, como rector logró concentrar la atención nacional. En ese año,El Espectadorpublicó un artículo escrito por Gabriel García Márquez sobre la Universidad. García Márquez subrayaba dos características de Uniandes: no tenía dueños y tenía estrechas conexiones con las universidades de Pittsburgh, Illinois y Texas que permitían a sus estudiantes, en especial, a los ingenieros y economistas, terminar sus estudios en Estados Unidos.

La creciente reputación de la Universidad y su cercanía al Gimnasio Moderno prepararon el terreno para la fusión de las facultades de Economía de las dos instituciones. La fusión buscaba ofrecer un programa moderno y equilibrado de economía en Uniandes para reemplazar el arreglo 3/2 en el cual los estudiantes de economía hacían los primeros tres años de estudio en Colombia y terminaban en la Universidad de Illinois8. El convenio con Illinois, iniciado en 1951, fue financiado por donaciones privadas y administrado por Uniandes. Con el liderazgo de Lleras Camargo, el convenio encontró apoyo en el Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (Icetex) para manejar los fondos. Con el aumento del número de estudiantes se hizo evidente la necesidad de ofrecer un programa completo de estudios en Uniandes pues los fondos no podían financiar a todos. El 10 de diciembre de 1954 un comité presidido por Lleras Restrepo y Nieto Caballero acordó transferir a los estudiantes y materiales de la Facultad de Economía del Gimnasio Moderno a Uniandes. Jorge Méndez9, quien enseñaba en las dos facultades desde su regreso a Colombia en 1951, fue nombrado director de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes.

Las ventajas de la fusión eran claras para Uniandes. El Gimnasio Moderno tenía un programa completo de pregrado, incluso si podía no estar al nivel de los estándares internacionales, y la Universidad no contaba con los recursos o el conocimiento suficientes para ofrecer un programa completo de cuatro años. La declaración solemne con la que se anunció la fusión la presentaba como un resultado natural de los lazos estrechos entre las instituciones y de su interés común en avanzar la educación de la juventud en Colombia. La fusión significó que Uniandes conservaría la totalidad de las bibliotecas de la Facultad de Economía del Gimnasio Moderno, recibiría a todos sus estudiantes, en el momento de su graduación les daría diplomas sin mención del Gimnasio Moderno, recuperaría todas las becas manejadas por el Gimnasio Moderno y estaría a cargo de todos los asuntos administrativos y académicos (citado en Arango, 1998, pp. 147-158).

Los términos de la fusión no fueron consultados con los estudiantes y profesores del Gimnasio Moderno por lo que se encontraron frente a un hecho cumplido. Jorge Méndez, antes de ser nombrado director de la Facultad en Uniandes, consideró su firma como una traición de la confianza de quienes estaban asociados al Gimnasio Moderno. El vicerrector de la Universidad, Daniel Arango, actuó como mediador para convencer a Méndez sobre los beneficios del nuevo arreglo, el cual también implicaba que los estudiantes no volverían a Illinois a terminar sus estudios de pregrado.

Lleras tuvo un papel fundamental en la consolidación de la Facultad de Economía de Uniandes después de la fusión. En su discurso inaugural habló de la importancia de crear un centro de investigación en economía capaz de proveer información y análisis macroeconómico, al igual que la traducción y adaptación de textos para la formación de futuros economistas (Bell Lemus et al., 2008, pp. 238-239). Lleras se acercó a varios financiadores potenciales, entre ellos la Organización Panamericana, el Departamento de Estado de Estados Unidos y a la Asociación Cooperativa Internacional (ICA, por su sigla en inglés) a través de la Oficina del Programa del Punto Cuatro en Colombia. La ICA comisionó a H. K. Allen y F. Bell, de la Universidad de Illinois, para visitar Uniandes y enviar un reporte. Allen y Bell encontraron que el programa de economía era tan amplio que incluía temas generalmente propios de las facultades de administración en los Estados Unidos. Su reporte también indicaba que los salarios en Uniandes no eran suficientemente competitivos para atraer economistas profesionales, por lo cual, los profesores eran de tiempo parcial y dedicaban la mayor parte de su tiempo a sus negocios o carrera profesional. El reporte concluía que con estas condiciones “un programa balanceado de cuatro años puede difícilmente ser implementado y cualquier cosa semejante a una escuela de posgrados o a un centro de investigación es imposible”. Para resolver esta situación recomendaban asignar recursos para contratar a dos profesores de tiempo completo provenientes de alguna institución educativa estadounidense, uno de los cuales se dedicaría completamente a enseñanza mientras el otro ayudaría a crear un centro de investigación10.

El vínculo entre investigación y formación profesional empezó a recibir clara atención y a convertirse en una prioridad. El centro de investigación también era una estrategia para tener profesores de tiempo completo que se pudieran comprometer por completo con la formación de futuros economistas y guiar a los estudiantes en investigaciones macroeconómicas. De esta manera, el centro de investigación se convertiría en un punto focal para la parte noroccidental de América Latina ofreciendo apoyo y recursos para formar investigadores cuya atención se concentraría en los problemas de desarrollo de la región.

II. EL PAPEL DE LA FUNDACIÓN ROCKEFELLER EN LA CREACIÓN DEL CEDE

En 1950 la comunidad internacional volcó su atención de la reconstrucción de Europa al desarrollo del llamado Tercer Mundo. Organizaciones multilaterales como el BIRF contrató expertos para liderar misiones con el doble objetivo de entender y transformar sociedades subdesarrolladas (Alacevich 2009; Álvarez, Guiot-Isaac y Hurtado, 2017). El anuncio de Harry S. Truman sobre el Programa de Cuatro Puntos en su discurso inaugural como presidente empezó una década de asistencia técnica y financiera de Estados Unidos para los países en desarrollo como complemento al plan de reconstrucción europea conocido como el Plan Marshall. En este contexto, fundaciones filantrópicas estadounidenses, como Ford, Carnegie y Rockefeller ayudaron a construir “las bases intelectuales y políticas domésticas que contribuirían a la consolidación de América como líder global” (Parmar, 2012, p. 10). Estas fundaciones tenían sus propios intereses11 que se refleja en los cambios en la comprensión que tenía la división de ciencias sociales de la Fundación Rockefeller sobre la manera en que podíacontribuir a la promoción del bienestar de la humanidad en el mundo. Esta agenda dinámica de las fundaciones moldeó el tipo específico de experticia económica ofrecida en Colombia.

A. LA ÉPOCA DE LA TRANSICIÓN

La División de Ciencias Sociales de la Fundación Rockefeller tiene sus orígenes en la Fundación en Memoria de Laura Spelman Rockefeller (LSRM, por su sigla en inglés), creada por John D. Rockefeller en 1918 para apoyar las causas caritativas de su esposa fallecida. La división buscaba avanzar “el conocimiento social básico” para resolver problemas contemporáneos (RAC, n. d.). En 1928 la LSRM se convirtió en parte formal del programa de la Fundación Rockefeller integrando la División de Ciencias Sociales, liderada por el economista entrenado en Harvard, Edmund E. Day. Durante las dos primeras décadas de su existencia la división financió proyectos en conocimiento económico de base que buscaban entender y manejar los problemas urgentes del momento, tales como la estabilización económica en economías desarrolladas. Los centros de investigación que contribuían en el desarrollo de la disciplina económica en Estados Unidos, como el National Bureau of Economic Research (NBER, Rutherford, 2005) y la Comisión Cowles (Christ, 1956) recibieron apoyo financiero considerable de la división. Durante estas dos décadas la división construyó una red de científicos y de centros de investigación útil para los retos de la década siguiente.

Los años cincuenta marcaron una “era de transición” en la Fundación Rockefeller. Como lo indica Chester I. Barnard en su reporte como presidente para 1950 y 1951, estaban emergiendo formas de autoritarismo amenazantes para la paz y la libertad (RF, 1951, p. 8). Con el nombramiento de Norman Buchannan como director en 1955 la división dio un significado específico a la tarea de proteger “sociedad libres” asociándola con la transferencia de recursos humanos y financieros de la investigación en conocimiento social básico a proyectos cuyo objetivo era fortalecer la comprensión de los problemas económicos y sociales comunes enfrentados por los países en desarrollo. La estrategia de búsqueda del desarrollo que agrupaba estas iniciativas operaba en dos frentes. Por una parte, la división promovía el desarrollo de centros de educación e investigación en Estados Unidos dedicados al estudio de los problemas del desarrollo. Durante los años cincuenta y los primeros años de la década de los sesenta, la división proporcionó apoyo continuo al Programa en Demografía de la Universidad de Princeton a través del Consejo de Población, el Instituto de Investigación en Alimentación de la Universidad de Stanford y el Centro de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

También apoyó la creación de programas de posgrado como el Programa de Posgrado en Desarrollo Económico de la Universidad de Vanderbilt (RF, 1958).

Por otra parte, la división asistió y financió la creación de centros de educación e investigación en el mundo en desarrollo, en especial, en América Latina. La expansión geográfica de las operaciones de la división respondía a la idea de que científicos sociales bien entrenados de los países en desarrollo estaban en una mejor posición para analizar y manejar los problemas de sus propias sociedades (RF, 1956, p. 189). La división buscaba conectar expectativas locales con experiencias internacionales: “la tarea casi con certeza se convierte en la de ajustar instituciones establecidas en la escena local, combinada con la necesidad de elegir utilizando la experiencia de otros” (RF, 1956, p. 47, traducción propia). Con esta tarea en mente, en 1957 la división entregó becas a la Universidad de Chile para expandir la Escuela de Posgrados en Economía, a la Fundación Getulio Vargas para su programa de entrenamiento avanzado en economía y a la Universidad Católica de Chile para realizar investigaciones en su nuevo Centro de Investigación Económica (RF, 1957). En 1958 la fundación destinó fondos para apoyar la creación de un instituto de investigación económica en Uniandes.

B. LA RESPUESTA A DEMANDAS LOCALES: EL PROYECTO DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN ECONÓMICA

Este no era el primer programa de la Fundación Rockefeller en Colombia. En 1916 una comisión médica financiada por la fundación visitó el país para estudiar la fiebre amarilla. A partir de entonces la fundación se concentró en el control de enfermedades. Esto cambió en 1944 cuando decidió financiar las facultades de agronomía de la Universidad Nacional, sedes Medellín y Palmira, y, en especial, después de abrir en 1950 una Oficina para Investigación Especial en Bogotá y una estación experimental en Tibaitatá para desarrollar un programa de investigación agrícola. A pesar de la larga historia de la fundación en Colombia, la visita de Montague Yudelman, director asistente de la división, a Uniandes, en mayo de 1956, fue la primera de un representante de la división al país.

Una visita de Mario Laserna a la fundación, donde conoció a Yudelman, fue el impulso inicial para el interés de la división en Uniandes. El 2 de mayo de 1956 Laserna “vino a la Fundación Rockefeller sin solicitudes pero ansioso de informar a la fundación sobre la Universidad de los Andes”. Convenció a Yudelman de que la Universidad estaba “libre de la tradicional asociación entre derecho y ciencias sociales, y que las ciencias sociales tenían un lugar por derecho propio” y discutió con él una propuesta para crear una escuela agrícola en Uniandes12. Aunque esta iniciativa nunca se materializó, llevó a Yudelman a visitar Colombia tres semanas después, donde había trabajado antes en la misión del BIRF en 1949. En Uniandes Yudelman se reunió con el rector, Jorge Restrepo Hoyos, y el decano de la Facultad de Economía, Jorge Méndez. De esta reunión concluyó que Los Andes era un “lugar prometedor” para realizar investigación económica y, a la vez, pensando si “sería posible vincular el trabajo de investigación en Los Andes con el trabajo en agricultura de la estación experimental”13. En su segunda visita, pocos meses después, su interés pasó de la agricultura a la industria, mostrando cómo debía adaptarse la división para responder a las demandas locales: “el principal objetivo del instituto sería examinar los problemas de la industrialización en Colombia; buscaría, de forma simultánea, recoger datos y analizar; también cumpliría el importante trabajo de entrenar estudiantes”14.

Durante su primera visita, Yudelman también se reunió con Albert O. Hirschman y George Kalmanoff, quienes se habían desempeñado como asesores del Consejo Nacional de Planeación creado por las recomendaciones de la Misión Currie. Los dos exasesores se desempeñaban en ese momento como consultores económicos privados en el país15 y le confirmaron a Yudelman la necesidad de promover la investigación económica en Colombia16. Hirschman fue contratado en 1957 para informar a la división sobre posibles prospectos de investigación social en Brasil y Colombia. En su diario de viaje en estos países, entre el 12 de agosto y el 11 de septiembre, Hirschman anotaba que era un momento favorable para financiar la investigación económica en Colombia pues desde la caída de Rojas Pinilla “hay una gran demanda por economistas […] [y] se solicitan estudios de nuevo”. Proponía el siguiente esquema:

Con el instituto de los Andes tratando los problemas económicos nacionales en Bogotá, un instituto en Cali especializado en investigación sociológica, antropológica y tal vez en desarrollo de recursos, y un instituto en Medellín [en la Universidad de Antioquia] estudiando problemas industriales, ¡tendríamos la situación en Colombia bien cubierta!

La Universidad Nacional no aparece en el plan probablemente para evitar duplicar esfuerzos con los Andes a pesar de que la institución “aún gradúa a la mayoría de los ‘economistas’ del país” y había solicitado financiación de la fundación para crear un centro de investigaciones económicas17.

De este plan, solo los centros de Cali18 y de Uniandes recibieron financiación de la fundación, de acuerdo, a cierta medida, con las recomendaciones de Hirschman. El 2 de abril de 1958 la Junta de la Fundación aprobó la financiación de un centro de investigación económica en Uniandes, el cual estaría enfocado en problemas económicos nacionales en contraste con una aproximación sectorial. El apoyo al centro respondía a que

hasta la fecha la investigación económica en Colombia ha estado en manos de grupos cuyos campos de estudio han estado más o menos determinados por sus funciones específicas, como es el caso de la Federación de Cafeteros, el Banco de Crédito Agrario y la Federación Nacional de Comerciantes.

La junta esperaba que el centro se convirtiera en el eje de la investigación y la formación en economía en la parte norte de América Latina al enfocar su investigación en problemas económicos amplios en Colombia y los países vecinos y al entrenar economistas de la región en técnicas de investigación19. La Rockefeller le asignó 36.000 dólares a Uniandes para cubrir los costos de nombrar un director de tiempo completo del centro20.

C. LA UTILIZACIÓN DE LA RED PARA PROMOVER UN CENTRO DE INVESTIGACIONES

El apoyo de la fundación para la creación del centro de investigaciones en Uniandes iba más allá de lo financiero. Además de ofrecer fondos monetarios, la división incluyó a la Facultad de Economía en una red de científicos e instituciones que había construido durante sus años de operación. La red probaría ser útil de forma indirecta a través de la educación de economistas locales más que por medio de la creación de redes de investigación duraderas. El nombramiento del director y de los demás miembros del equipo del centro evidencia el papel que desempeñó esta red en la trayectoria del centro.

El primer candidato para el cargo de director fue Maurice Perkins, egresado de las universidades de California y Harvard, conocido de Yudelman por su trabajo en la misión del BIRF en Colombia. Méndez no estaba convencido porque el principal interés de Perkins era la economía agrícola y no la “economía general”. En cualquier caso, Perkins no estaba disponible por lo que Méndez fue en noviembre de 1956 a las instalaciones de la Rockefeller para discutir con sus directivas posibles caminos para encontrar al director. Méndez traía grandes nombres en la cabeza: Ragnar Nurskey (Universidad de Columbia), Alvin Hansen (Universidad de Harvard), Celso Furtado (director de la Sección de Desarrollo Económico de la Cepal), Víctor Urquidi (director de la Cepal en México), Loreto Domínguez (director de Estudios Económicos de la Organización de Estados Americanos) y Albert Watson (director de la División para la Región Norte de Suramérica del BIRF)21. Todas estas personas trabajaban en desarrollo económico, con la excepción de Hansen, y la mayoría tenían experiencia en organizaciones internacionales tal como Méndez.

Los funcionarios de la fundación tenían una inclinación más académica y recurrieron a la red de científicos e instituciones de la división. La primera sugerencia de Buchanan fue Hirschman, quien se encontraba en ese momento en la Universidad de Yale trabajando enLa estrategia del desarrollo económico. Pero Méndez lo consideró políticamente inaceptable porque su paso por Colombia podía ser interpretado como “‘evidencia’ de un sesgo cada vez que se examinaran asuntos controversiales”. Buchanan le sugirió a Méndez visitar el Centro de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el cual había recibido apoyo de la división en los dos años anteriores. Buchanan le indicó a Méndez que este sería “un lugar provechoso para visitar” porque los proyectos financiados por la fundación en desarrollo económico comparado estaban a punto de terminar22. Méndez contactó al director del Centro Max Millikan, doctor de la Universidad de Yale y exconsejero económico y de política internacional de Dwight Eisenhower. Millikan se comprometió a encontrar un director adecuado para el centro en Uniandes y encargó a Everett E. Haggen, doctor de la Universidad de Wisconsin y miembro del Centro de Estudios Internacionales, escribir un reporte sobre el asunto23.

El reporte de Haggen muestra los retos de encontrar a un experto extranjero para dirigir un centro en América Latina en los momentos de mayor actividad del desarrollismo. Haggen escribe que enfrentó dificultades imprevistas para encontrar a alguien en el Instituto Tecnológico de Massachusetts porque el Centro de Estudios Internacionales buscaba a alguien para un proyecto en la India y los candidatos experimentados consideraban que “Asia es romántico mientras que América Latina [ya] no lo es y menos aún Colombia”. Economistas jóvenes tampoco eran fáciles de encontrar porque no tenían ni conocimiento ni interés en desarrollo económico y estaban enfocados en la estabilización de la economía estadounidense, lo cual muestra que, a pesar del entusiasmo por el Tercer Mundo, el desarrollo económico empezaba una fase de declive en la academia de Estados Unidos.

Haggen propuso a John M. Hunter, un economista sénior de la Universidad del Estado de Míchigan, que parecía un buen compromiso entre las expectativas de la fundación y las de la facultad. Era un economista académicamente bien entrenado (obtuvo su doctorado en Harvard en 1951) con una tesis de desarrollo económico en Cuba, había pasado el último año en Vietnam enseñando y participando en asesoría económica para el gobierno local24. Huntes fue contratado como director del CEDE y llegó a Bogotá en agosto de 1958.

Desde sus comienzos el principal problema para el CEDE fue contratar personal para hacer investigación. Después de la partida de Jorge Méndez para la Cepal en noviembre de ese año, Hunter era el único economista experimentado dedicado de tiempo completo al centro. Los esfuerzos por encontrar un director asistente fueron infructuosos porque la fundación rechazó el nombre de Lauchlin Currie pues consideró que podría dificultar las relaciones del CEDE con instituciones y universidades extranjeras25. Dadas estas dificultades y la imposibilidad de encontrar asistentes de investigación Hunter decidió contratar estudiantes de último año de pregrado para que escribieran sus tesis de grado como asistentes en el CEDE. De esta manera, la formación de jóvenes economistas en investigación se convirtió en parte integral de las funciones del CEDE26.

Mientras el CEDE ofrecía entrenamiento práctico para estudiantes jóvenes, Hunter diseñó una estrategia de mediano plazo para encontrar investigadores y profesores de tiempo completo para el Centro y para la Facultad. Esta estrategia involucraba directamente a la Rockefeller en la formación de economistas colombianos. Como la formación se había convertido en una parte sustancial del presupuesto total de la fundación, especialmente a través del programa de becas que buscaba “fortalecer facultades institucionales” (RF, 1960, p. 9), Hunter vio la oportunidad de enviar colombianos a hacer estudios en el exterior. El programa entonces le permitió al CEDE ofrecer formación de posgrado a sus investigadores jóvenes quienes volverían al centro como investigadores y, a la vez, serían profesores de la Facultad de Economía de Uniandes.

Contrario a la experiencia de Brasil y Chile (Suprinyak y Fernández García, 2017; Valdés, 1995), estos estudiantes fueron a diferentes universidades y es difícil identificar una formación teórica homogénea. De los once estudiantes que empezaron sus estudios en el exterior entre 1959 y 1963, financiados por la fundación, tres fueron a la Universidad de Oregón, dos a la de Vanderbilt, uno a la de Illinois, uno a la de Stanford, uno a la de Harvard, uno a la de Pennsylvania, uno a la de Minnesota y uno a la de Berkeley. Su destinación diversa se explica por la red de académicos e instituciones que había construido la división y en la que el CEDE se había insertado.

Gracias a su vinculación con la Rockefeller el CEDE se convirtió en un trampolín para que jóvenes economistas colombianos pudieran seguir sus estudios de posgrado en Estados Unidos. El primero de ellos en recibir la beca de la fundación fue Jorge Ruiz Lara, quien fue al Universidad de Illinois en 1959 a hacer sus estudios de doctorado en economía. Ruiz Lara, quien volvería al país y sería el primer director colombiano del CEDE, había reemplazado a Jorge Méndez como decano de la Facultad de Economía en 1958 y fue uno de los primeros estudiantes en beneficiarse del esquema 3/2 con la Universidad de Illinois, donde también obtuvo un título de maestría en economía. Después de Ruiz Lara, jóvenes estudiantes, asistentes de investigación del CEDE, fueron beneficiarios de este programa de becas. Eduardo Wiesner se fue en 1960 a hacer una maestría en economía en la Universidad de Stanford, donde la Rockefeller había financiado el Instituto de Investigación Alimentaria. Guillermo Franco fue a la Universidad de Pennsylvania en 1961 para hacer sus estudios de maestría en economía teórica y matemática. James A. Ternent (1961), Rafael Isaza Botero (1962) y Hernán Mejía Jaramillo (1962) fueron a la Universidad de Oregón, los dos primeros en el programa de maestría y el último en el de doctorado de esa universidad. Wallace Atherton, doctor de la Universidad de Berkeley y director del CEDE en 1960, estableció el vínculo con la Universidad de Oregón que incluyó un acuerdo de cooperación, financiado por el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos, para estudiar la demanda por importaciones de productos agrícolas en Colombia. El estudio se realizó bajo la dirección de Raymond Mikesell, exasistente de Harry Dexter White en Bretton Woods, con la participación de estudiantes de la Facultad. Roberto Villaveces (1962) fue a la Universidad de Harvard, donde trabajó bajo la supervisión de Wassily Leontief quien había recibido financiación para desarrollar su análisis deinput-outputde la división. Francisco Ortega (1962) y Max Rodríguez (1963) fueron a la Universidad de Vanderbilt, donde la división había financiado programas de posgrado en economía a comienzos de los años cincuenta. Miguel Urrutia (1963) fue a la Universidad de Berkeley a hacer el doctorado en economía. Finalmente, Giovanni Ciardelli (1963) fue a la Universidad de Minnesota27, cuando esta universidad coordinaba la creación de una escuela de posgrados en economía en Uniandes con el apoyo de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID)28.

El fin del apoyo de la Fundación al CEDE llegó con el regreso de estos jóvenes economistas al país, la creación del Programa de Economía para Graduados en 1963, así como el interés de la división de replicar la experiencia de Uniandes en la Universidad del Valle. A su regreso, los estudiantes becarios de la Rockefeller asumieron la dirección del CEDE y la facultad, se incorporaron a estas instituciones como profesores y fortalecieron los programas de pregrado y de posgrado en economía en Uniandes. Estas personas también desempeñarían un papel importante, de forma directa o indirecta, en la formación y promoción de la tecnocracia en posiciones de hacedores de política durante los años sesenta.

La colaboración de la Facultad de Economía y el CEDE con otras organizaciones internacionales siguió después de este momento. En 1964, Uniandes propuso un acuerdo de colaboración al Consejo de Población de Estados Unidos para crear un programa de entrenamiento y un centro de investigación en demografía. El acuerdo se aprobó el 14 de octubre de ese año con una vigencia de tres años. El consejo también otorgó becas para egresados de la facultad para seguir con sus estudios de posgrado en universidades como Princeton, Chicago y Cornell.

III. LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA EN COLOMBIA

En 1959, John M. Hunter, director del CEDE, y James A. S. Ternent, asistente de investigación en el centro, empezaron un estudio sobre la enseñanza de la economía en el país. Hunter y Ternent seguían la tendencia internacional de evaluar la enseñanza de la economía y, dado el interés particular por el tema en Colombia, presentaron sus conclusiones sobre la situación en el país. Para este trabajo entrevistaron a once decanos de facultades de economía de diferentes lugares del país, todas creadas después de 1945. En el momento de elaboración del reporte la mayor parte de las facultades ofrecían programas de cuatro años, un pequeño porcentaje de estudiantes no se había graduado aun habiendo terminado el programa, la mayoría de los profesores eran de tiempo parcial, abogados y sin diplomas de posgrado, y los salarios no eran competitivos a nivel nacional o internacional (Hunter y Ternent, 1960, pp. 190-192). De los estudiantes que habían obtenido su diploma como economistas, algunos habían seguido en estudios de posgrado en el exterior, y entre aquellos que habían completado el programa, un buen número estaban trabajando en el sector privado aunque “un número considerable se habían convertido en consultores económicos, investigadores o funcionarios públicos” (Hunter y Ternent, 1960, p. 193). La formación en economía se encontraba así en sus inicios y Uniandes no era la única universidad interesada en promover a sus egresados a cargos donde podían informar, influenciar y ser parte de los procesos de formulación de políticas y toma de decisiones.

Todos los decanos reportaban dificultades similares: la falta de fondos para profesores de tiempo completo, materiales educativos y recursos bibliográficos inadecuados, y algunos señalaban el problema de obtener fondos para la investigación (Hunter y Ternent, 1960, p. 193). Respecto a los programas de estudio, el reporte muestra poca flexibilidad con muy pocos cursos electivos, poca promoción de trabajo interdisciplinario, más horas de curso que en Estados Unidos y con la mayoría de los cursos concentrados en administración de empresas, economía, derecho, estadística, matemáticas e inglés (Hunter y Ternent, 1960, p. 194).

Este panorama general también mostraba las especificidades del programa en Uniandes. Los salarios eran más altos, había mayor colaboración internacional, y aún no había consenso sobre el programa de estudios. En 1964, por ejemplo, se rediseñó el programa para incluir más formación técnica como respuesta a la opinión desfavorable de los profesores visitantes de Minesota que habían estado en la Facultad ese año. El programa de posgrado empezó también en 1964 y dio un espacio privilegiado al uso de técnicas económicas vistas como modernas para tratar los problemas de desarrollo del país y de la región.

El aumento en el número de facultades de economía no era específico de Colombia. En un reporte de la Fundación Ford sobre Investigación y formación en economía en América Latina se identificó un “problema particularmente latinoamericano”: “una preocupación común con el crecimiento y el desarrollo económicos” y una organización inadecuada de la universidad donde economía era adjunta a los programas de derecho en detrimento de la formación de economistas profesionales. Esto llevaba a una situación en la cual “las universidades claramente no están cumpliendo con la necesidad de contar con economistas profesionales capaces de tratar los problemas que los gobiernos están intentando resolver” (Fundación Ford, 1962, p. 1, traducción propia). La paradoja radicaba en que si bien se reconocía la preocupación común y el problema regional, había muy pocos esfuerzos e iniciativas para resolverlo en la región. Se buscaba la ayuda, la financiación y la consultoría fuera de América Latina, especialmente en instituciones y universidades estadounidenses. El reporte subraya esta falta de comunicación y cooperación entre instituciones en la región. Además de la Cepal, considerada más como una entidad inspiradora que como un actor en educación económica, cada país hacía lo que podía dadas sus numerosas restricciones.

Este reporte presentaba un panorama desalentador de la educación en economía en la región con la notable excepción de la Universidad de Chile. No obstante, Uniandes también aparece como un intento exitoso de avanzar hacia departamentos con profesores de planta gracias a sus centros de investigación (Fundación Ford, 1962, p. 4). Los principales obstáculos para superar este particular problema latinoamericano en el corto plazo eran la organización de las universidades, el tiempo que los profesores y los estudiantes dedicaban a la formación, las clases magistrales, la gobernanza de las facultades y la ausencia de recursos y materiales apropiados para la enseñanza. Este estado de cosas aparecía como la explicación de por qué la investigación económica se hacía en entidades de planificación públicas como el Departamento Nacional de Planeación creado en 1958 en Colombia así como de la insatisfecha demanda por economistas profesionales.

En 1963, en un discurso pronunciado en el Tercer Congreso de Economistas en Bogotá, Currie reconocía las dificultades de ser un economista profesional en un país en desarrollo pero, de todas maneras, afirmaba que “un economista profesional tiene, en cualquier país, la responsabilidad de intentar remodelar la sociedad y el entorno económico” (Currie, 1963, p. 1). Como en otros textos que escribiría sobre la educación en economía, Currie lamentaba el giro cuantitativo de la disciplina que llevaba a confundir bienestar con el incremento de bienes y servicios o con objetivos específicos en cifras de crecimiento del PIB (Currie, 1963, p. 2). En vez de definir estas metas cuantitativas, incapaces de diferenciar y relacionar los vínculos entre los problemas nacionales, “la tarea y la responsabilidad del economista es definir metas nacionales, establecer prioridades, mostrar relaciones entre problemas aparentemente sin relación entre ellas, y diseñar programas consistentes para lograr metas específicas” (Currie, 1963, p. 6). Esta tendencia de la economía a convertirse en una disciplina técnica basada solo en herramientas le parecía deplorable. Aunque consideraba que las herramientas matemáticas y estadísticas eran útiles para abordar cierto tipo de problemas, le parecía que los conceptos económicos eran mucho más útiles para tratar los problemas de los países en desarrollo (Currie, 1965b, p. 37). Es más, consideraba que la concentración en aspectos técnicos implicaba riesgos. Temía que las herramientas extremadamente especializadas del análisis económico reemplazaran el razonamiento económico y que los economistas se convirtieran en los únicos capaces de manejar estas herramientas (Currie, 1965b, p. 38). Esta sobreespecialización dificultaba que los economistas llegaran a diagnósticos adecuados en situaciones específicas y su capacidad de comunicarse con las élites ilustradas a cargo de la toma de decisiones.

Según Currie, si bien los políticos toman las decisiones, los economistas no deberían renunciar a ofrecer su asesoría (Currie, 1963, p. 6) y, para ello, debían ser capaces de comunicar sus análisis y recomendaciones de manera clara y persuasiva. Currie señala repetidamente la importancia de la responsabilidad asociada con este papel y por la calidad de los consejos. Al final de su discurso se encuentra

Creo que, como economistas, es nuestra particular responsabilidad, en el campo de la programación nacional, intentar plantear las preguntas adecuadas y dar las respuestas correctas; sólo haciendo esto podemos cumplir con nuestra responsabilidad con nosotros mismos, con nuestra ciencia y con nuestra comunidad. (Currie, 1963, p. 22)

Currie hace referencia así a la comunidad conformada por los economistas profesionales identificados con una ciencia. Esta es una señal clara del tipo de entrenamiento, separado de las facultades de derecho, que consideraba necesario para cumplir el papel de asesores responsables.

En 1964 Currie visitó las facultades de economía en el país para evaluar el estado de la educación en el área por encargo de la Asociación Colombiana de Universidades. En su presentación a los rectores de las universidades, Currie reseña el rápido crecimiento de la profesión y lo atribuye a la creciente demanda por investigación y planificación económicas (Currie, 1965a, p. 130). Después de presentar una definición de economía, Currie hace una clara distinción entre economía y administración de empresas, y procede a hacer la diferencia entre ciencia económica y planificación económica. Estas diferencias, según Currie, son fundamentales para planear y diseñar correctamente la educación en economía porque, de ser ignoradas, los estudiantes no recibirán una formación económica profunda y se graduarán con herramientas defectuosas y poca capacidad para hacer análisis económico (Currie, 1965a, pp. 131-132).

En este informe, Currie también abordaba la diferencia entre educación económica general, o alfabetismo económico y la formación profesional de economistas. Es clara su convicción de que en cualquier democracia la élite ilustrada debería tener formación básica en economía de manera que las decisiones económicas no respondieran a demagogias (Currie, 1965a, p. 132) y, en consecuencia, recomendaba que todos los estudiantes de pregrado de cualquier programa recibieran formación económica. Para Currie, los economistas debían seguir su formación hasta el posgrado, lo cual resultaba casi imposible en la época por la organización de los estudios de pregrado separados en diferentes facultades, cuyo objetivo era especializar a los estudiantes muy temprano sin una educación general adecuada, especialmente, en ciencias sociales (Currie, 1965a, pp. 133-134)29.

En el caso particular del programa de estudios de pregrado de la Facultad de Economía de Uniandes mucho había cambiado desde la fusión con la Facultad de Economía Industrial del Gimnasio Moderno. Al comparar el programa de 1945 con el de 1954 (cuadros 1 y 2) es posible ver la transformación hacia un programa con una perspectiva económica más amplia. Las celdas más oscuras corresponden a cursos relacionados con economía general o administración pública y las celdas más claras señalan cursos relacionados con administración de empresas. No solo aumentó el número de los primeros sino que, y más notable, es posible ver la inclusión de un primer año cercano a la educación liberal y común a todo Uniandes y de cursos de teoría económica y sociología.

La transformación del programa de estudios representó un paso hacia la separación de los estudios de economía y de administración de empresas. Un paso adicional, asociado con la creación del CEDE y el impulso de la división de ciencias sociales de la Fundación Rockefeller y de la Fundación Ford fue la transformación de la economía en una ciencia de gobierno basada en conocimiento científico útil para un país en desarrollo con miras a promover una “sociedad liberal”.

Cuadro 1 Programa de estudios de pregrado de la Facultad de Economía Industrial del Gimnasio Moderno 

Esta transformación estaba en línea con la diferencia que Currie veía en la contribución de la economía en países en desarrollo y en países desarrollados. Esta diferencia, además, implicaba que la educación en economía tampoco podía ser la misma. Mientras los economistas en países desarrollados podían dedicarse a estudiar preguntas teóricas abstractas, los problemas urgentes y la escasez de economistas en Colombia exigían que se dedicaran a asuntos prácticos. Esto no significaba, sin embargo, que las teorías y los conceptos no fueran útiles o universalmente válidos. Su consecuencia era que la educación de los economistas debía concentrarse en conectar la teoría con la práctica con el reto de identificar la manera correcta de aplicar la teoría económica a las circunstancias del país (Currie, 1965b, p. 30). Con el fin de encontrar soluciones a problemas urgentes los economistas deberían ser capaces de minimizar sus diferencias y maximizar sus puntos de acuerdo (Currie, 1965b, p. 50). Pero el consenso no implicaba monismo y las facultades de economía debían “evitar crear escuelas de economistas en el viejo sentido escolástico de la palabra ‘escuela’ donde las diferencias no son toleradas” (Currie, 1965b, p. 57). Esta visión alimentó la formación de los economistas colombianos en las primeras décadas de profesionalización de la educación en economía en Colombia.

Cuadro 2 Programa de estudios de pregrado de la Facultad de Economía Industrial del Gimnasio Moderno 

IV. CONCLUSIONES

El recorrido detallado de los primeros veinte años de la formación de economistas profesionales en Colombia permite ver cómo la demanda por análisis económico en el país llevó a la creación de facultades y centros de investigación capaces de abordar la realidad nacional y proponer recomendaciones de política. Con un claro impulso proveniente de entidades estadounidenses, en especial, de la Fundación Rockefeller, la Facultad de Economía y el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes constituyen un ejemplo de este proceso.

Las alianzas y acuerdos con instituciones educativas y de investigación en Estados Unidos así como la inserción en una red internacional le permitieron a la facultad y al CEDE cimentar las bases de la formación de economistas profesionales. El programa de estudios del pregrado, el trabajo como asistentes de investigación y el programa de becas para continuar estudios de posgrado son los elementos básicos de la estrecha relación entre educación e investigación que se forjó en la Universidad de los Andes.

Los protagonistas e impulsores de la enseñanza de la economía en Colombia y la formación de economistas profesionales colombianos resaltaban la importancia de una formación técnica sólida para permitir establecer conexiones claras entre teoría y práctica que permitiera enfrentar los retos propios de una economía en desarrollo. Estas son las bases de la creación de un espacio propio para los economistas que representan los orígenes de la tecnocracia nacional.

AGRADECIMIENTOS

Este documento hace parte de un proyecto de investigación más amplio sobre los inicios de la tecnocracia en Colombia. Este proyecto ha contado con la financiación del CEDE y la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad de los Andes. Agradecemos los comentarios de los asistentes a las reuniones anuales de la European Society for the History of Economic Thought y la History of Economics Society en el 2018 donde presentamos una primera versión en inglés de este texto.

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25. Valdés, J. G. (1995).Pinochet’s economists: The Chicago School in Chile. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

1El nombre se debe al economista líder de la misión Lauchlin Currie, quien volvería a Colombia y se convertiría en un economista con gran influencia tanto en la formulación de políticas públicas como en la construcción y consolidación de escuelas de formación de economistas.

2Las facultades de Derecho, por ejemplo, ofrecían formación económica a sus estudiantes, y el colegio Gimnasio Moderno creó la Facultad de Administración Industrial y Comercial en 1943 con este propósito. Esta facultad se integraría a la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes pocos años después de la creación de esta última en 1949.

3No todos ellos con una formación de pregrado en economía pero, en general, con formación de posgrado en economía o políticas públicas.

4Gonzalo Restrepo al ministro de Educación Nacional, 21 de junio de 1946, Unidad Gimnasio Moderno (GM), Serie Correspondencia, Archivo Central de la Uniandes, Unidad de Administración Documental, Bogotá, Colombia. (ACUA).

5Armando Samper a Gonzalo Restrepo, 7 de junio de 1946, GM, Serie Correspondencias, ACUA; Armando Samper a Agustín Nieto Caballero, julio 9, 1946, GM, Serie Correspondencias, ACUA.

6Notas Gimnasio Moderno 1943-1954, GM, Serie Notas Gimnasio Moderno, ACUA.

7El Comité para el Desarrollo Económico, institución creada para poner en práctica las recomendaciones de la Misión Currie, también señalaba la importancia de tener una representación selectiva de ciudadanos influyentes. En su búsqueda de independencia, el Comité buscó incorporar algunos miembros de la élite política para suavizar sus relaciones con aquellos en el poder pero era selectivo con las personas contactadas.

8Entrevista de Montague Yudelman (MY) con Jorge Restrepo Hoyos (JRH) y Jorge Méndez (JM), 24 de mayo de 1956; Bell, J. F. y Allen, H. K., Final Report on The University of the Andes and The University of Cauca, 10 de julio de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, Rockefeller Foundation Records (RF), Rockefeller Archives Center, Sleepy Hollow, NY (RAC).

9Jorge Méndez obtuvo su Doctorado en Economía en la Universidad de Princeton en 1947. Había trabajado en la Organización Internacional del Trabajo y en la Comisión Economíca para América Latina (Cepal ) con Raúl Prebisch. Regresó a Colombia en 1951.

10Jorge Méndez obtuvo su Doctorado en Economía en la Universidad de Princeton en 1947. Había trabajado en la Organización Internacional del Trabajo y en la Comisión Economíca para América Latina (Cepal ) con Raúl Prebisch. Regresó a Colombia en 1951.

11La Fundación Rockefeller cayó bajo las sospechas del McCartismo de realizar acciones “antiamericanas” o “subversivas”, lo cual indica que la participación de la fundación en ciertas áreas, en especial en ciencias sociales, era percibido como peligroso para la soberanía de Estados Unidos (RF, 1953).

12Entrevista de M. Yudelman con Mario Laserna, 2 de mayo de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, RF, RAC.

13Entrevista de M. Yudelman con Jorge Restrepo Hoyos (JRH) y Jorge Méndez (JM), 24 de mayo de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, RF RAC.

14Diario de M. Yudelman, septiembre 9-15, fólder 739, RG 1.2, serie 311.S, RF, RAC.

15Los clientes de Hirschman y Kalmanoff en su firma privada de consultoría muestran la diversidad de fuentes de la demanda por asesoría económica. Trabajaron para empresas e instituciones locales y extranjeras, privadas y públicas. Entre ellas, el Banco de la República (1956), Empresas Municipales de Cali (1955), Compañía Colombiana de Gas S. A. (1956), Corporación del Valle del Cauca (1956), Ebasco Services Inc. (1956), Petrolium Co. Ltd. (1956). Hirschman y Kalmanoff, Consultores Económicos, 1954-1956, caja 37, fólderes 1-6, AOHP.

16Entrevista de M. Yudelman con Albert O. Hirschman (AOH) y George Kalmanoff, 24 de mayo de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311, RF RAC.

17Albert O. Hirschman, Diario de Brasil y Colombia, 1957, caja 57, fólder 10, AOHP.

18La fundación invirtió 242.000 dólares en la Universidad del Valle entre 1962 y 1969 para fortalecer la Facultad de Economía y apoyar la creación de un centro regional de investigaciones económicas, con la colaboración activa de la Universidad de Chicago. Universidad del Valle, Economic Research Center, caja 74, RG 1.2, serie 311S, RF, RAC.

19Incluso si el CEDE no logró la importancia transnacional que se buscaba en el momento de su creación, el centro sí buscó promover colaboraciones en la región. En 1963 presentó una propuesta a la Fundación Ford para la creación de una Confederación de Centros de Investigación en América Latina que fue seriamente considerada por la Ford pero, al final, fue rechazada. Proposal for a study on economic research in Latin America and the creation of the Latin American Federation of Economic Research Centers, noviembre de 1963, Projects, E-129, Reel P-1039, Ford Foundation Records (FF), RAC.

20Appropriation RF58077, 2 de abril de 1958, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, RF, RAC.

21Entrevista de M. Yudelman y N. S. Buchanan con Jorge Méndez, 3 de diciembre de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311S, RF, RAC.

22Entrevista de M. Yudelman y N. S. Buchanan con Jorge Méndez, 3 de diciembre de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311S, RF, RAC.

23Entrevista de M. Yudelman y N. S. Buchanan con Jorge Méndez, 3 de diciembre de 1956, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311S, RF, RAC. Entrevista de M. Yudelman con Max. F. Millikan, 6 de diciembre de 1957, fólder 739, caja 78 RG 1.2, serie 311S, RF, RAC.

24Everett E. Haggen a N. Buchannan, 14 de diciembre de 1957, fólder 739, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, RF, RAC.

25Currie había sido investigado por actividades antiamericanas a principios de los años cincuenta, momento de su llegada a Colombia. JRH a MY, 1. º de octubre de 1958; Leeland DeVinney a JRH, 3 de octubre de 1958, fólder 740, caja 79, RG 1.2, serie 311.E, RF. RAC.

26Anotaciones de John Hunter al Comité Consultivo del CEDE, 3 de diciembre de 1958, fólder 740, caja 78; Reporte sobre el Centro de Investigación Económica, 18 de junio de 1959, fólder 741, caja 78, RG 1.2, serie 311.S, RF, RAC.

27Fellowship Files, RG 10.1 y RG 10.2, serie 311.S, RF, RAC.

28El proyecto de crear un programa de posgrado había estado en el aire al menos desde 1960 cuando Jorge Ruiz Lara, en ese momento en Illinois, y David Félix, de la Wayne State University, elaboró un borrador de una propuesta para hacer un programa de posgrado en colaboración con esta universidad que no contó con el apoyo de Atherton, entonces director del CEDE. En 1962 las directivas de Uniandes aprobaron presentar una propuesta a la AID para la creación de un programa de posgrado en la Facultad de Economía con el apoyo de una universidad de los Estados Unidos. A finales de ese año el decano, Oscar Gómez, visitó Harvard, Michigan State y Minnesota para contactar posibles aliados para el proyecto. El 11 de noviembre, Gómez, Lewis Rouse, de la AID, y John Buttrick, de la Universidad de Minnesota, acordaron 540.000 dólares de la AID para financiar a un coordinador de la Universidad de Minnesota, dos profesores visitantes anuales y pequeñas becas para financiar el entrenamiento de jóvenes economistas en Estados Unidos para el programa en Los Andes. El objetivo del programa era “la formación de un grupo de profesores entrenados en las técnicas de la teoría económica moderna y el análisis de información e instituciones económicas”. En sus comienzos el programa tenía un alto componente matemático y entre los profesores visitantes se encontraban economistas teóricos como Hugo Sonneschein. Acta 4-62 (s. f.); Acta 2-63, 8 de abril de 1963; Acta 12-62, 25 de noviembre de 1962; serie Actas del Consejo Académico (ACUA); Agreement between the Uniandes and the University of Minnesota to establish a graduate program in Economics, 12 de junio de 1963, fólder 745, caja 79, R.G. 1.2, 311S, RF, RAC.

29En 1965 Currie presentó una propuesta a la Fundación Ford para implementar estas recomendaciones. Posteriormente fue nombrado director del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, asociado con la Facultad de Ciencias Económicas, de la Universidad Nacional y se le encargó el diseño de un programa básico para los estudiantes de Ciencias Sociales de la Universidad. Currie llevó la tarea un paso más allá y propuso la integración de todos los programas de la Facultad de Ciencias Sociales en un programa de estudios liberales, cuyo objetivo sería “producir personas educadas – lo que implica un grado de auto conocimiento y objetividad, curiosidad intelectual intensa, nociones de las grandes problemáticas sociales contemporáneas y del pasado, algún sentido de relatividad de sus propios valores como ciudadanos de un país subdesarrollado en particular en un momento de la historia y del desarrollo del hombre, algún sentido de su propio proceso mental y de las falacias y presiones a las que han sido expuestos”. Una vez estas personas fueran educadas podrían seguir con estudios de posgrados y graduarse como economistas, sociólogos, administradores de empresas, etc., profesionales. Lauchlin Currie, “Social Studies in The National University”, 12 de agosto de 1966, rollo 3402, Grants L-N, Fundación Ford, RAC.

Recibido: 15 de Septiembre de 2018; Aprobado: 19 de Diciembre de 2018

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