Introducción
El abuso de alcohol es un problema de salud pública, por las pérdidas sociales y económicas que genera tanto para las personas como para la sociedad en su conjunto. En 2012, unos 3,3 millones de defunciones (5,9 % del total mundial) fueron atribuibles al consumo de alcohol, siéndole imputable el 5,1 % de la carga mundial de morbilidad y lesiones, además de representar el 25 % de las defunciones y las discapacidades en edades de 20 a 39 años 1.
En población joven (15 a 24 años de edad), el abuso del alcohol se asocia con el acceso al consumo de otras sustancias psicoactivas, con tener relaciones sexuales no planificadas, con el riesgo de contraer el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), con provocar embarazos no deseados y con comportamientos agresivos o delictivos 2. Se estima Europa (69,5 %) y la región de las Américas (52,7 %) tienen mayor proporción de bebedores adolescentes (15 a 19 años) que en otras regiones del mundo. Además, la prevalencia de consumo abusivo de alcohol entre los adolescentes es 11,7 % a nivel mundial, siendo mayor que la prevalencia de bebedores entre 15 años y más (7,5 %). En la región de las Américas, el patrón de consumo abusivo del alcohol tiene una prevalecía del 18,4 % para edades de 15 a 19 años, siendo mayor en hombres (29,3 %) 1.
El “Estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas en Colombia 2013” muestra que, en el país, el 87 % de los encuestados ha consumido alcohol en algún momento de su vida, y el 35,8 % manifiesta haber consumido en los últimos 30 días, siendo más frecuente en hombres (46,2 %), y entre 18 y 24 años, con el 49,2 %. El 31 % de los consumidores de alcohol mensuales presenta patrones de consumo abusivo del mismo; por lo tanto, tiene mayor impacto entre la población joven 3.
La investigación de patrones de consumo de alcohol no se ha extendido a las subregiones del país, más aún a esas donde han existido cambios abruptos del tejido social, como los que genera la violencia armada. El trabajo de Hewitt et al. 4 pone en manifiesto dichos cambios en población escolar en zona rural del país, expuesta al conflicto armado. Se encontró que el 72 % de la población presentó afectaciones psicológicas: el 64,4 %, conductas internalizadas; el 47 %, conductas externalizadas en rango clínico; el 32 %, problemas somáticos; el 56 % se hallaba en riesgo de estrés postraumático, y el 93 % consumía alcohol en grado moderado. El estudio evidenció una alta necesidad de atención en salud.
A su vez, la investigación de Gantiva et al. 5 estima la prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas en población de posconflicto, encontrando que el alcohol es la sustancia con mayor porcentaje de prevalencia a lo largo de la vida y durante el último mes. Se observó que el mayor porcentaje de personas inicia el consumo entre los 8 y 13 años, y que el 42 % de los jóvenes ha tenido, por lo menos, un episodio de embriaguez.
El presente estudio explora la prevalencia de consumo de alcohol en población joven y sus determinantes socioeconómicos, en siete municipios de los Montes de María, de la región del Caribe colombiano.
Metodología
Se trata de un estudio observacional, analítico y trasversal, donde se estima la prevalencia y los factores de riesgo del consumo de alcohol de jóvenes de 10 a 24 años de ambos sexos afiliados a una entidad promotora de salud (EPS) del régimen subsidiado. Estos jóvenes pertenecen a siete municipios de la subregión de los Montes de María: Calamar, El Carmen de Bolívar, El Guamo, San Jacinto, San Juan Nepomuceno, San Onofre y Zambrano.
Los datos son derivados de la aplicación de un cuestionario elaborado e implementado por la fundación Sersocial, donde se recolectan datos de las características demográficas y psicosociales de la población de 10 667 jóvenes de la subregión de los Montes de María en 2014. La encuesta fue aplicada de forma aleatoria, basados en la cantidad de afiliados en los municipios respectivos, buscando que fuera estadísticamente representativa de las poblaciones. La muestra representó el 30,2 y el 15,9 % de la población de 10 a 24 años asegurada y poblacional de 2014, respectivamente, para esos municipios.
El instrumento de captura muestra, en un primer segmento, las características demográficas y del entorno familiar del joven. El segundo segmento determina la percepción de los jóvenes encuestados hacia el consumo de sustancias adictivas, sustancias psicoactivas, sexualidad, violencia y conflicto armado, y matoneo escolar. El instrumento se sometió solo a validez facial con un grupo de pares investigadores en el área Materno Infantil y Salud Comunitaria. Con el objetivo de simplificar el análisis, las respuestas de escalas de percepción se convirtieron a variables dicotómica en los que manifestaron algún grado de acuerdo.
De la encuesta se toma el “consumo de alcohol de alguna a una vez a la semana” como variable de interés. Se considera que existe el consumo de alcohol si tiene una percepción afirmativa. La estimación de la prevalencia puntual de consumo de alcohol una vez a la semanal es el cociente entre los casos afirmativos respecto la población encuestada. Esta prevalencia es discriminada por municipio, grupos de edad y sexo. Los grupos de edad fueron de 10 a 17 años y de 18 a 24, para poder observar las prevalencias de consumo en los menores de edad. Se reportan frecuencias absolutas, relativas e intervalos de confianza. La significancia de las diferencias entre grupos se realiza a través de un test ji-cuadrado (X 2 ).
Se exploran las posibles asociaciones estadísticas para determinar factores de riesgo o protectores en el consumo de alcohol semanal. Se plantea un modelo logístico, donde la variable dependiente es el “consumo de alcohol alguna vez a la semana”.
Las variables explicativas se dividen en características sociodemográficas del joven, características del hogar, factores psicológicos y del entorno.
En las características del joven se toman la edad, el sexo, nivel educativo, situación laboral y si ha tenido hijos.
Los factores psicológicos del joven se capturan, por un lado, de la situación de convivencia escolar, evidenciada en conductas agresivas; es aproximada a través del matoneo escolar, evaluando si el joven se comporta como agresor o agredido. Para ello, se hace explícita la situación “he amenazado y agredido física o verbalmente a mis compañeros de colegio” y “he sido víctima de agresiones físicas o verbales por parte de mis compañeros”. Esto solo sería válido para los jóvenes en edad escolar. Se incluye si el joven ha pensado en suicidio tras haber asistido a asesorías psicológicas como aproximación a problemas depresivos, emocionales o de autoestima.
Entre las características del hogar se tienen en cuenta el ingreso económico del hogar, la educación de los padres y el autorreporte de la relación de los padres con el joven.
Por último, las variables como el departamento y el área de vivienda conforman el ámbito de entorno.
La modelación se realiza en un primer modelo conjunto y posteriormente se ajusta por sexo. Se reportan las pruebas de bondad de ajuste de Hosmer-Lemeshow como prueba de correcta especificación del modelo final, siendo estadísticamente significativo si p ≥ 0,05. Se presentan los parámetros estimados del modelo en Odds Ratio (OR). El procesamiento de la información y los análisis estadísticos se llevan a cabo en el software estadístico STATA® versión 13.
La aplicación del instrumento fue individual y se siguieron principios éticos de confidencialidad y anonimato, así como la firma del asentimiento y el consentimiento informado por el responsable legal del menor.
Resultados
En la Tabla 1 se observan las características de los jóvenes encuestados. El 56,2 % de ellos fueron mujeres, con una media de edad general de 16,21 (±4,08) años. El 63,2 % están en las edades de 10-17 años.
El nivel educativo predominante es la secundaria, con 71,08 %, con alrededor de 13 % con pérdidas de años escolares. La educación de los padres reportada es principalmente de nivel de primaria.
Los encuestados viven principalmente en los municipios de El Carmen de Bolívar (34,95 %), San Juan Nepomuceno (17,7 %), San Jacinto (12,9 %) y San Onofre (12,06 %). La situación laboral reportada es, en gran medida, desempleado, con ingresos familiares menores a un salario mínimo legal vigente (SMLV).
Un poco más de la mitad de los jóvenes encuestados se reconocen víctimas del conflicto armado, donde, a su vez, alrededor de un tercio de sus familiares se reconocen como víctimas.
Se encuentra que un poco menos de un tercio ha recibido asistencia psicológica y en la misma proporción han tenido pensamientos suicidas.
En la Tabla 2 se reportan las prevalencias de “consumo de alcohol de alguna vez en la semana”, discriminada por diferentes características del joven, familiares y geográficas.
Se calcula una prevalencia de consumo de alcohol 9,47 % (IC95 % = 8,91 %-10 %) de “alguna vez a la semana”, existiendo una diferencia entre la prevalencia de hombres y mujeres de 8,8 puntos porcentuales. Esta diferencia persiste en cada característica observada, variando en mayor o menor medida.
Se encuentra concentración del consumo de alcohol en los jóvenes de San Onofre (14,91 %), con mayoría de edad (19,01 %), pérdida de 3 o más años escolares (38,95 %), comportamiento de agresor en caso de matoneo escolar (18,1 %), manifestación de consumo de algún tipo de sustancia psicoactiva (37,75 %) y pensamientos suicidas (20,75 %).
En la Tabla 3 se muestran los factores de riesgo identificados en términos de OR con IC95 % y sus pruebas de ajustes.
Al controlar las variables observables en estudio, se estimó que el riesgo de consumir alcohol en la semana es tres veces mayor en hombres que en mujeres. Tanto para el total como por sexo, el riesgo de consumo de alcohol en la semana es mayor en las edades de 18 a 24 años, observándose un riesgo mayor en mujeres.
Estar empleado implica una mayor probabilidad en el consumo solo presente en los hombres.
A su vez, para el total de muestra y ambos sexos, haber tenido mayor número de pérdida de años escolares incrementa el riesgo de consumo de alcohol.
En el caso de la educación de los padres, solo con respecto al padre y en la muestra total se observa una disminución del riesgo a medida que incrementa el nivel de educación.
Se observó que los jóvenes que manifiestan tener una mala relación con los padres tienen más riesgo de consumo de alcohol en la muestra total y en el grupo de hombres.
Además, se halló un incremento en el riesgo significativo del consumo de alcohol en los jóvenes con familiares víctimas de conflicto armado en el grupo agregado y los hombres.
Por otra parte, el consumo de alguna sustancia psicoactiva estuvo ligado a un mayor riesgo de consumo de alcohol en casi tres veces tanto en la muestra total como por sexo. De igual forma, presentar pensamientos suicidas incrementa el riesgo de consumo de alcohol a dos veces, y solo en el grupo de mujeres casi a tres veces de forma significativa.
Las conductas agresivas en caso de matoneo escolar incrementarían en riesgo de consumo en el grupo total de muestra, así como en los hombres, observándose el mismo efecto significativo en el riesgo de consumo y del haber asistido a asesorías psicológicas.
Por último, se observa que el riego de “consumo de alcohol de alguna vez por semana” varía significativamente entre municipios, siendo el caso de San Onofre el que manifiesta un incremento en la probabilidad de consumo, tanto en el grupo total como por sexo.
Discusión
Los principales hallazgos de este estudio fueron: la prevalencia de “consumo de alcohol de alguna vez a la semana” de los jóvenes de los Montes de María fue 9,47 %: entre los varones, 14,47 %, y mujeres, 5,58 %. Por edad, la prevalencia de los jóvenes de 10 a 17 años fue de 3,91 %, y de 18 a 24, de 19,01 %. El grupo específico de hombres de 18 a 24 años presentó una prevalencia de “consumo de alcohol a la semana” de 31,3 %. El departamento de San Onofre tiene la mayor prevalencia general, con 14,91 %.
Además, ser hombre, ser empleado, tener una mala relación con los padres, tener familiares víctimas del conflicto, considerar que los amigos influyen en sus decisiones y haber tenido asesorías psicológicas fueron factores que se constituyeron en un mayor riesgo de consumo de alcohol. Lo fue también en las mujeres, pero no en los hombres, tener pensamientos suicidas.
Para ambos sexos, tener entre 18 y 24 años, perder años escolares, consumir sustancias psicoactivas y comportarse como agresor en casos de matoneo escolar incrementan el riesgo de consumo de alcohol.
De acuerdo con estos resultados, la prevalencia de “consumo de alcohol de alguna vez a la semana” estimada en este estudio estaría a 1,5 puntos porcentuales de la prevalencia de consumo perjudicial a nivel nacional (11,07 %) 3. En el caso de los hombres, estaría a 3 puntos porcentuales de la prevalencia respecto al nivel nacional (17,01 %), pero similar en el de las mujeres y el estimativo nacional (5,47 %). Los jóvenes de 18 a 24 años presentan una prevalencia mayor que el comparador nacional para el mismo grupo de edad (18,7 %) 3. Estos datos constituyen una alerta sobre el aumento en los niveles de consumo de alcohol en jóvenes de esta población y sobre la magnitud de este fenómeno.
Vale señalar que en el “Estudio nacional de consumo de sustancias psicoactivas en Colombia 2013” (3 determinan el consumo perjudicial o riesgoso de alcohol, con la población prevalente en el “consumo de alcohol de menos de 30 días”, convirtiéndolo en un buen punto de comparación. Es resaltable que, en promedio, los hombres presentaron un consumo 10 puntos porcentuales mayor que las mujeres y 5 puntos porcentuales mayor que el total de la muestra. Esto indicaría que ser hombre por sí mismo implica más prevalencia de consumo de alcohol en cualquier escenario.
Existen pocos estudios con estimaciones de prevalencia de consumo de alcohol en población víctima del conflicto armado 6, y más aún en población escolar y adolescentes. Sin embargo, el trabajo de Hewitt et al. 4 ha encontrado, en población escolar en contexto de posconflicto, presencia de consumo de alcohol moderado del 93 %. A su vez, Gantiva et al. 5 estiman la prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas en población escolar del posconflicto, hallando que el alcohol es la sustancia con mayor porcentaje de prevalencia a lo largo de la vida (68,8 %) y durante el último mes (43,4 %).
Por otro lado, un estudio de caracterización epidemiológica en población víctima de desplazamiento forzado en cuatro ciudades, siendo dos del Caribe colombiano, encontró que la prevalencia de consumo de alcohol en el último mes en victimas adolecentes fue de 7,3 % 7. De igual manera, el estudio observacional de Andrade et al. 8 halló, en población en situación de desplazamiento forzado, que el 50 % presenta dependencia alcohólica, y el 27,7 %, una dependencia mayor al alcohol.
En cuanto a los factores de riesgo hallados en general, los hombres manifiestan un riesgo tres veces mayor de consumir alcohol que las mujeres, un factor conocido en diferentes estudios 9,10. A su vez, las mujeres de 18 a 24 años presentan un incremento en el riesgo mayor que los hombres del mismo grupo de edad. Esta diferencia se debería a que los hombres inician el consumo de alcohol en edades más tempranas que las mujeres.
Por otra parte, el estudio muestra indicios de que una mala relación con los padres, en especial en el hombre, provoca un riesgo mayor de consumo de alcohol, siendo un factor encontrado en otros estudios 11, lo que denota la relación que hay de los conflictos entre los padres y el adolescente, y el consumo de alcohol 12. En este último aspecto, el estudio de Cáceres et al. 13, en el que encuestan a 1600 hogares de población desplazada por el conflicto armado en una ciudad del Caribe colombiano, encontró deserción escolar del 20 % de los escolares y 16 % de los adolescentes, escolaridad tardía, pobre desempeño escolar y una proporción importante de niños trabajadores (4 % de los escolares y 20 % de los adolescentes). A su vez, la pérdida de años escolares, comportamientos agresivos en conducta de matoneo escolar y el consumo de alcohol estarían relacionados 14-16. En este aspecto, diferentes estudios han establecido los conflictos familiares como un factor psicosocial proclive al consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, especialmente en edades mayores en los jóvenes 17.
Además, se observó que los jóvenes que consumen algún tipo de sustancia psicoactiva son consumidores de alcohol, siendo consistente con estudios sobre la teoría “puerta de entrada a las drogas” 18, que indican que el uso de alcohol o de tabaco en la adolescencia temprana (12-14 años) sitúa al individuo en gran riesgo de uso posterior e incrementa sus posibilidades de iniciar el consumo de otras drogas de los 18 a los 24 años de edad 9,19. A su vez, los hombres tienen una propensión a consumir alcohol si sus amigos influyen en sus decisiones, como se ha encontrado en otras investigaciones, donde determinan que el consumo por el mejor amigo, seguido por los hermanos, implican respectivamente un riesgo de 13 y 1,8 mayor de consumo de alcohol 20.
Por otra parte, los pensamientos suicidas solo fueron un factor de riesgo significativo en las mujeres; en cambio, tener asesorías psicológicas solo es significativo en hombres. En este aspecto, las posibles razones psicológicas apuntan a que, ante un evento negativo, se produce un incremento en los niveles de ansiedad; el individuo reacciona buscando otras alternativas para enfrentar la situación, que en muchos casos se derivan hacia formas poco apropiadas o perjudiciales para la salud, como el consumo de alcohol 21,22. Este resultado es apoyado por estudios interesados en encontrar las prevalencias de secuelas síquicas en población víctima de violencia y desplazamiento, donde describen la presencia de consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas. En ese sentido, Hewitt et al. 4 encontraron, en población escolar en zona rural del país expuesto a al conflicto armado, que el 72 % de la población presentó afectaciones psicológicas. De igual manera, el estudio de Alejo et al. 23 halló que la frecuencia de consumo de alcohol constituye un factor de riesgo entre 1,25 y 4,82 veces de tener trastorno por estrés postraumático en población desplazada por la violencia.
Dentro de las limitaciones del estudio se encuentra las debilidades del instrumento de recolección de la información, debido a que no emplea escalas de consumo de alcohol validadas en el país. Esta debilidad implica no poder describir el consumo nocivo de alcohol en los jóvenes y otros patrones de consumo de alcohol. De igual forma, no es posible conocer antecedentes de consumo de alcohol en el núcleo familiar, siendo un factor importante conocido 20,24. Sin embargo, el tamaño de la muestra de la subregión de los Montes de María permite caracterizar a los jóvenes y sus familias, en una aproximación a las necesidades en salud de población con antecedentes de conflicto armado y persistente incidencia de la pobreza.
Finalmente, este estudio ha mostrado que existen necesidades de atención en salud en población víctima de violencia armada y desplazamiento forzado. El diagnóstico de los factores de riesgo en población joven es un componente esencial y prioritario de la política pública, por la utilidad de esta información en el sector educativo y de la salud, para orientar los programas de promoción y prevención de la salud. Este resultado señala la necesidad de afianzar los programas preventivos sobre consumo de alcohol desde edades más tempranas.
Además, los programas de prevención y promoción que pretendan concienciar a los jóvenes de las consecuencias sociales y en salud por el consumo de alcohol deberían estar articulados con el uso de programas primarios de mejoramiento de la relación familiar y acompañamiento psicosocial.
Todo esto sin perder de vista la posible descomposición del tejido social y las consecuencias psicológicas que pudieron dejar el conflicto armado en las relaciones interpersonales en estas poblaciones.