Introducción
La vasectomía o esterilización masculina es una forma permanente de anticoncepción. Es un procedimiento simple, que detiene el ingreso de esperma al semen. Casi todos los hombres son elegibles para una vasectomía. Este método es altamente eficaz, costo-efectivo, conveniente, seguro, accesible y fácil de administrar [1-2].
Más de 30 millones de parejas en todo el mundo utilizan la esterilización masculina como método anticonceptivo; sin embargo, se realizan aproximadamente el doble de esterilizaciones femeninas en comparación con vasectomías [3]. Aunque involucrar a los hombres en la planificación familiar ha sido durante mucho tiempo un objetivo importante, en gran medida ha sido difícil de alcanzar [4].
La vasectomía es ampliamente elegida en regiones y países con alto desarrollo socioeconómico, e igualdad de género, es decir, lugares donde hombres y mujeres comparten responsabilidades anticonceptivas [5]. Por esta razón, su uso difiere notablemente entre regiones y países del mundo. La prevalencia de vasectomía en África es del 0,0 %, con menos de 100 000 hombres que acceden a ella [6]. De los 54 países africanos, solo 10 informan el uso de la vasectomía, y solo Suazilandia (0,3 %), Botsuana (0,4 %) y Sudáfrica (0,7 %) exceden el 0,1 % de prevalencia. Lo anterior, porque la vasectomía es el método moderno menos conocido en la mayoría de los países de bajos ingresos [6,7].
Por otro lado, la prevalencia de vasectomía en América del Norte es del 12 % y en Oceanía y Europa del Norte del 11 % [7]. En Canadá es el método más utilizado, con una prevalencia del 22 % y representa el 31 % del uso de métodos modernos. El Reino Unido (21 %), Corea del Sur (16,8 %), Bután (13 %) [3] y España (7,5 %) [7] tienen perfiles similares, con una prevalencia de vasectomía que oscila entre el 17 y el 21 %, y esta comprende entre el 24 y el 27 % del uso de métodos modernos [6,7].
Mientras que en Estados Unidos se estima que se efectuaron 527 476 vasectomías en el 2015 [8], en la Asociación Probienestar de la Familia Colombiana (Profamilia) 1 se han realizado un total de 274 332 vasectomías en un periodo de cuarenta y seis años (1970 a 2016) [9]. En Sur América, Colombia, con 3 %, es el segundo país con la prevalencia más alta de vasectomía después de Brasil (5 %) [10]. No obstante, en la región, Colombia ocupa el quinto lugar después de Canadá (22 %), Estados Unidos (11 %), Brasil (5 %) y Costa Rica (5 %). Es importante destacar que estas diferencias se han reducido en América Latina y el Caribe, ya que la vasectomía ha aumentado 60 veces en 25 años y 4 veces en los últimos 15 años. Sin embargo, todavía existe una necesidad global de aumentar la disponibilidad de la vasectomía [3], y abordar la subutilización de los servicios de anticoncepción por parte de los hombres.
Los determinantes sociales que explican el bajo acceso a la vasectomía se relacionan con los estereotipos de género, los cuales condicionan el uso de métodos de anticoncepción y fijan las barreras en los servicios de salud. El conocimiento o, más exactamente, la conciencia que existe, tanto entre mujeres como entre hombres, con interpretaciones erróneas que equiparan la vasectomía con la castración, la impotencia y debilidad (incapacidad para trabajar) [11]. En algunos estudios realizados en Etiopía, Nigeria y Turquía se presentaron percepciones erróneas tanto en hombres como en mujeres sobre la vasectomía; las más comunes fueron: un hombre se vuelve físicamente más débil después de ella; un hombre no puede funcionar sexualmente después de una vasectomía, y esta es lo mismo que la castración [4].
Adicionalmente, el machismo, como patrón cultural, ha dominado históricamente las percepciones y los comportamientos de las personas frente a su cuerpo, decisiones, salud y sexualidad. También la tendencia ha sido ubicar al hombre como una barrera en el acceso a la anticoncepción [12], lo cual se ve reforzado por los vacíos en la literatura durante los últimos 25 años, así como en la forma como los hombres fueron excluidos de las encuestas de base poblacional de salud sexual y reproductiva durante muchos años en los países. En Colombia y España, solo hasta el año 2015 y 2011, respectivamente, fueron tenidos en cuenta dentro de la muestra poblacional y se indagó sobre sus percepciones y uso de la anticoncepción.
Debido a la socialización de los roles de género, los hombres ponen resistencia y subutilizan más los servicios de salud en comparación con las mujeres [12]. Estos estereotipos igualmente determinan la planeación, la configuración y la prestación de los servicios centrados en los hombres y el tipo de procedimiento utilizado para realizar la vasectomía (con o sin bisturí) [13], que en la mayoría de los casos repercuten en desigualdades en el uso de métodos de anticoncepción; programas de anticoncepción inequitativos, por estar centrados principalmente en la mujer, y hombres que se excluyen de participar activamente en la anticoncepción; falta de información y consejería en anticoncepción de calidad [14]; y desigualdad de género, reforzada desde los mismos servicios de salud, cuando no promueven que los hombres y las mujeres compartan responsabilidades anticonceptivas.
Por otro lado, el poco acceso a la vasectomía y su relación con la construcción de masculinidades y la falta de servicios de salud calificados o disponibles para proporcionarla, constituyen un obstáculo que los sistemas de salud no han logrado superar y, por lo tanto, una barrera para la anticoncepción.
Así mismo, el objetivo de desarrollo sostenible 3.7 [15] define que para 2030 se garantice el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales, lo cual considera el acceso a la vasectomía, donde y cuando los hombres la requieran, y sin importar sus circunstancias.
La hipótesis de este estudio es que los hombres que se hacen la vasectomía en Colombia tienen características sociodemográficas y estereotipos de género que influyen en los imaginarios y roles de género en la anticoncepción, los cuales pueden orientar cómo adaptar los servicios de salud sexual y reproductiva a estas necesidades particulares. El objetivo general propuesto fue caracterizar el perfil de hombres que se realizan la vasectomía en el país, con el fin de explorar de manera preliminar cuáles pueden ser las necesidades, identidades y circunstancias de los hombres y adaptar los servicios de salud a ellos.
A partir de allí, fue posible implementar los siguientes objetivos específicos: 1) analizar la tendencia del número de vasectomías en Profamilia (entre 1970 y 2016); 2) elaborar el perfil sociodemográfico de los hombres vasectomizados en Profamilia (2015 y 2016) y de los hombres vasectomizados según la “Encuesta Nacional de Demografía y Salud” de 2015 (ends 2015) [16], y 3) analizar los estereotipos de género respecto a la vasectomía según la ends 2015, con el fin de generar evidencia que permita adaptar los servicios de salud a las necesidades de los hombres y reducir estereotipos de género que limitan que hombres y mujeres compartan responsabilidades anticonceptivas.
Metodología
Estudio descriptivo a partir de los datos de la ends 2015 [16] y los registros de usuarios de servicios de Profamilia [17]. Los datos de la ends 2015 fueron obtenidos a partir del cuestionario de hogar y del cuestionario individual para hombres de 13 a 59 años de edad (actualmente unidos, alguna vez unidos y nunca unidos). Los datos de Profamilia [9] incluyeron los hombres que accedieron al servicio de vasectomía durante los años 2015 y 2016. La evaluación de la tendencia temporal del número de vasectomías en Colombia se llevó a cabo a partir de la revisión de los datos de las vasectomías sobre un periodo de 46 años, entre 1970, año en el cual Profamilia comenzó a promover el procedimiento como método de anticoncepción, y 2016. El perfil sociodemográfico se analizó a partir de ambas bases de datos.
Se utilizaron porcentajes para describir las distribuciones de la vasectomía. Se calcularon todos los porcentajes según las categorías de las siguientes variables: edad, estado civil, zona, departamento y región de residencia, nivel educativo, etnia, estrato socioeconómico,2 afiliación al Sistema General de Seguridad Social en Salud y grupos de ocupación. La variable “región de residencia” se construyó de acuerdo con la clasificación utilizada por la ends 2015. Además, a partir de esta Encuesta fue posible desagregar los datos de vasectomías según quintil de riqueza, número de hijos nacidos vivos y aprobación del uso de métodos anticonceptivos, que no estuvieron contenidos en la base de Profamilia. Finalmente, se incluyeron variables relacionadas con roles de género masculinidad y feminidad, y los imaginarios sobre estereotipos masculinos vinculados con la sexualidad; para el análisis de estas últimas variables se comparó la información dada por los hombres vasectomizados y por los no vasectomizados.
Plan de análisis
La muestra utilizada en la ends 2015 es probabilística, de conglomerados, estratificada y polietápica, representativa a nivel nacional, por zona, región, subregión y departamento. Por tratarse de una encuesta por muestreo probabilístico, para obtener estimaciones insesgadas, es necesario utilizar un factor de expansión que básicamente es el recíproco de las probabilidades de selección en cada una de las etapas y el ajuste por no respuesta. En el presente estudio, para obtener estimaciones insesgadas, se utilizó el factor de final de ponderación provisto por la ends 2015 [16].
Consideraciones éticas
La ficha técnica de la ends 2015 se encuentra disponible para consulta en el archivo de Excel suministrado por el Ministerio de Salud y Protección Social [19]. Todos los análisis se basaron en datos públicos disponibles del Sistema Integral de Información de la Protección Social (sispro) [20] en el Ministerio de Salud y Protección Social y Profamilia.
No se requirió aprobación ética para este estudio, porque los autores no recopilaron datos nuevos y el estudio se basó solo en datos secundarios existentes y disponibles públicamente.
En el caso de la base anonimizada de registros de vasectomía de Profamilia, de acuerdo con las “Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos”, elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (oms) y la Organización Panamericana de la Salud [21], en las consideraciones especiales para conceder una exención del consentimiento informado en estudios con datos de registros de salud se estipula que “Los proyectos de investigación a partir de datos de uno o varios registros obligatorios basados en la población deberían presentarse a un comité de ética de la investigación, excepto en el caso del análisis de datos como actividad institucional interna de un registro” [19]. No obstante, de acuerdo con el artículo 11 de la Resolución 8430 de 1993 [22] del Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, el presente estudio es una investigación sin riesgo.
Limitaciones de datos
Cabe señalar que este estudio tiene algunas limitaciones: 1) es fundamental comparar datos de las ends a lo largo del tiempo y cada cinco años. No obstante, el cuestionario de hombres fue incluido solo hasta el año 2015 y la próxima aplicación corresponde al año 2020; y 2) las limitaciones de tiempo y financiamiento también restringieron la implementación de un enfoque cualitativo.
Resultados
Los resultados se presentan de la siguiente forma: 1) tendencia temporal de vasectomía, 2) análisis sociodemográfico y 3) análisis de estereotipos de género.
Tendencia temporal de la vasectomía
En 1970, Profamilia inicia el servicio de vasectomía, atendiendo a 92 usuarios. A partir de 1984, el número de vasectomías efectuadas se incrementa anualmente. En el periodo de tiempo de 2000 a 2006 se duplica el número de vasectomías. No obstante, el mayor número de vasectomías llevadas a cabo se presentó en 2007 (16 187), como se muestra en la Figura 1.
Profamilia ha efectuado un total de 274 332 vasectomías en un periodo de 46 años, lo cual, en promedio anual, representa menos de 6000 vasectomías en un país de 16 millones de hombres en edad fértil.
Análisis sociodemográfico
En los años 2015 y 2016 se hizo un total de 29 600 vasectomías en Profamilia. La mayoría de usuarios (96 %) residen en áreas urbanas y se concentran en tres ciudades principales: Medellín (28 %), Bogotá (23 %) y Cali (12 %), ya que reúnen el 63 % de las vasectomías realizadas durante los dos años.
La región Central, que comprende los departamentos de Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Tolima, Huila y Caquetá, concentra el mayor porcentaje de hombres vasectomizados (44,4 %), seguida por Bogotá (18,7 %), como se muestra en la Figura 2. En la región de la Orinoquía y Amazonía es de 0,2 %, y en la región Atlántica es de 3,5 %.
Análisis sociodemográfico
De acuerdo con el Registro Registro de usuarios de servicios de Profamilia, los hombres que deciden vasectomizarse tienen una edad promedio de 36 años; la mitad de los usuarios (51 %) se encuentran en el rango de 30 a 39 años; el 23 % pertenece al grupo de edad de 40 a 49 años; el 21 %, al de 20 a 29 años, y un 4 %, al grupo de 50 a 59 años.
La Figura 3 presenta los datos desagregados por estado civil. El mayor porcentaje de vasectomía corresponde a los hombres que tienen una pareja estable, de tal manera que el 59 % de los usuarios de vasectomía están casados, mientras que para el 28 % su estado civil es unión libre. Esto corresponde a lo reportado en la ends 2015 [16]: la vasectomía es más usada por hombres unidos o casados, de tal manera que el 3 % entre 13 y 59 años se practicaron el procedimiento, frente a tan solo el 1 % de los hombres no unidos con actividad sexual reciente. Del total de vasectomías, el 90 % están actualmente casados o unidos, mientras que el 9 % estuvieron casados o unidos, y un 2 % nunca se ha casado o unido.
La Figura 4 presenta la distribución de la población masculina colombiana por nivel educativo. El 37 % de los hombres analizados ha cursado algún año de educación básica secundaria (6.º a 9.º grado). En alguna medida, corresponde a lo reportado en la ends [16]: el 38 % de los hombres vasectomizados de 13 a 59 años ha cursado algún año de educación básica secundaria (6.° a 9.° grado).
En relación con la etnia, el mayor porcentaje de usuarios de este tipo de métodos (89 %) no se reconoce dentro de ningún grupo étnico, mientras el 8 % de los hombres se reconocen como negros/mulatos/afrocolombiano/afrodescendiente. Estos datos contrastan con el 92 % de las vasectomías que no permiten identificar ningún grupo étnico en la ends 2015, mientras que el 5 % se reconocen como negros/mulatos/afrocolombiano/afrodescendiente y un 3 % como indígenas [16].
De acuerdo con el Registro de usuarios de servicios de Profamilia, cerca de la mitad de los usuarios (47,6 %) pertenece al estrato 3, mientras que el 31,8 % pertenece al estrato 2 y tan solo el 11 % al estrato 1 (véase Figura 5].Esta distribución porcentual es similar a la encontrada en la ends 2015 (16) entre los usuarios de vasectomía: el 48 y el 32 % de las vasectomías se la han realizado hombres de los estratos 3 y 2, respectivamente [16].
De alguna forma, estos estratos corresponden con la distribución de la riqueza, en donde al parecer los hombres que pertenecen a la clase media son los que más acceden a la vasectomía. En las regiones Oriental, Pacífica y Bogotá, el mayor porcentaje de vasectomías se encuentran en el estrato 3, mientras que el 27 % de la región Atlántica pertenece al estrato 1; en tanto que el 42 % de las vasectomías en la Orinoquía y la Amazonía se halla en el estrato 1 y el 35 % en el estrato 2.
En la Figura 6 se observan las vasectomías según tipo de aseguramiento en salud. La mayoría de los hombres que se han realizado la vasectomía pertenecen al régimen contributivo (83 %), mientras que el 5 % reporta no estar afiliado a ningún régimen. Los regímenes especial y de excepción, que cubren los militares, policías, magisterio y trabajadores del sector petrolero, tienen los porcentajes más bajos de vasectomía: 2,2 y 1,9 %, respectivamente.
En la región de la Orinoquía y la Amazonía, un poco menos de la mitad de las vasectomías (48 %) pertenecen al régimen contributivo. Las regiones en donde se tienen los porcentajes más altos de vasectomías que no están afiliados a ningún régimen son la Atlántica, la Pacífica y la de la Orinoquía y la Amazonía.
Los hombres con estudios de primaria o menos, presentan los porcentajes más altos de las percepciones sobre la subvaloración de la mujer. Con relación al ejercicio de la sexualidad, como privilegio de hombres, los porcentajes más altos se presentaron en los que pertenecen al grupo de edad de 45 a 49 años, que viven en la zona rural, que no tienen ningún nivel de educación, que pertenecen al quintil de riqueza más bajo y que están actualmente casados. En cuanto al imaginario sobre estereotipos masculinos relacionados con la sexualidad, está presente en mayores proporciones en los hombres vasectomizados que se hallan en el rango de edad de 35 a 39 años, que viven en la zona rural, que pertenecen al quintil de riqueza medio y que están actualmente unidos.
La Tabla 1 presenta las vasectomías según seis grandes grupos de ocupación de los hombres. Solo el 52 % de los hombres reportaron esta variable y la desagregación de los datos permitió identificar seis grupos de ocupaciones comunes: 1) Hombres con trabajos varios, 2) Hombres con trabajos logísticos, 3) Hombres con trabajos de aseo, 4) Hombres con trabajos de seguridad, 5) Hombres con trabajos de agentes comerciales, y 6) hombres con otro tipo de trabajo (ocupaciones que presentan bajos porcentajes, inferiores de 2 %).
Ocupación | Descripción | Porcentaje (%) |
---|---|---|
Hombres con trabajos varios | Ayudante de bodega de hotel, ayudante de bodega de restaurante, trabajador a la mano disponible para servir, trabajador de oficios varios, trabajador polivalente de labores sencillas y utilero de hotel | 17 |
Hombres con trabajos logísticos | Acomodador en espectáculos públicos, en salas de cine, en teatro; auxiliar de estacionamiento, de guardarropa; ayudante de parqueo; guarda de parque de atracciones; proveedor de programas de teatro; recolector y revisor de boletos | 17 |
Hombres con trabajos de aseo | Barrendero de áreas públicas, de calles, de parques, escobita, limpiador de parques y rastrillador de playa | 10 |
Hombres con trabajos de seguridad | Guardias de seguridad, celador, escolta, guardaespaldas, guardia de discoteca, portero de edificio, supervisor de seguridad y vigilancia, vigilante de fábrica | 8 |
Hombres con trabajos de agentes comerciales | Agentes de marca, de publicidad, de ventas, deportivos, literarios, turísticos, representantes de ventas, musicales | 3 |
Hombres con otro tipo de trabajos | Asesores financieros, conductores de camionetas y de camiones, de taxis, vehículos livianos, directores de producción agropecuaria, ingenieros, biólogos, botánicos, contadores, agrónomos, mensajeros, médicos, profesores | 45 |
Fuente: (24).
Análisis de estereotipos de género
Del total de hombres de 13 a 59 años encuestados (35 783) en la ends 2015 [16], el 3 % (2,8-3,2) usa la vasectomía como método anticonceptivo y el 22 % (21,9-22,8) el condón; para el 75 % (74,2-75,1) de los hombres, la pareja es la que usa un método anticonceptivo.
Con relación al número de hijos nacidos vivos que tienen los hombres vasectomizados, el 43 % cuenta con dos hijos, y el 30 % con 3 hijos; tan solo el 5 % se esterilizó sin haber tenido hijos nacidos vivos. Mientras que para los hombres que usan un método diferente a la vasectomía, el 48 % no tiene hijos, el 17 % tiene un hijo y el 15 % cuenta con dos hijos. Cabe anotar que el 95 % de los hombres que se han realizado la vasectomía afirmaron conocer que se trataba de un método definitivo, en tanto que el 10 % de ellos se arrepintió de haberse hecho la cirugía, principalmente porque él o su pareja deseaban un/otro hijo.
Es ampliamente reconocido que la decisión de los hombres de acceder a una vasectomía se encuentra mediada por percepciones y aspectos culturales, frente a la sexualidad, la salud y la reproducción, que pueden convertirse en barreras o ventajas según el caso. En este sentido, la aprobación o el rechazo sobre los métodos anticonceptivos y el uso de estos por los hombres, pueden ser predictores de esas percepciones y paradigmas culturales.
En general, los hombres vasectomizados aprueban que las parejas usen un método anticonceptivo (98 %).
La Tabla 2 describe los imaginarios relativos a los roles de género, entendidos como el conjunto de creencias, deberes, prohibiciones y expectativas sobre el ser hombre o ser mujer, impuestos social, cultural e históricamente, entre los hombres que optaron por la vasectomía y los hombres no vasectomizados, con los intervalos de confianza del 95 %.
Estereotipo de género | Hombre vasectomizados (%) | Intervalo de confianza 95% | Hombres no vasectomizados (%) | Intervalo de confianza 95% | |
---|---|---|---|---|---|
Imaginarios relativos a los roles de género: creencias, deberes, prohibiciones y expectativas sobre el ser hombre o ser mujer impuestos social, cultural e históricamente | “Los hombres son la cabeza del hogar” | 35 | (32,4-38,1) | 53 | (52,0-53,0) |
“Las familias que cuentan con un hombre tienen menos problemas” | 43 | (40,4-46,3) | 54 | (53,4-54,4) | |
“Los hombres necesitan de una mujer en la casa” | 50 | (47,2-53,1) | 67 | (66,6-67,5) | |
“Una mujer necesita un hombre para ser feliz” | 16 | (13,5-17,8) | 35 | (34,7-35,7) | |
“Cuando se tienen que tomar las decisiones en la casa, los hombres tienen la última palabra” | 8 | (6,6-9,9) | 28 | (27,1-28,0) | |
Imaginarios sobre estereotipos masculinos relacionados con la sexualidad | “La masturbación es cosa de hombres” | 7,2 | (5,7-8,8) | 21 | (20,6-21,4) |
“Los hombres no hablan de sexo, lo hacen” | 38 | (35,0-40,8) | 41 | (40,6-41,7) | |
“Los hombres siempre están listos para tener sexo” | 39 | (36,0-41,8) | 45 | (44,1-45,1) | |
“Los hombres necesitan más sexo que las mujeres” | 30 | (27,6-33,1) | 21 | (20,6-21,4) | |
“sería un atrevimiento que la mujer pida usar condón” | 4 | (2,7-5,0) | 10 | (9,3-10,0) | |
“Las mujeres se deben casar vírgenes” | 7 | (9,5-11,3) | 23 | (22,8-23,7) | |
(1) “Los hombres necesitan más sexo que las mujeres” (2) “Los hombres no hablan de sexo, lo hacen”, y (3) “los hombres siempre están listos para tener sexo” | 58 | (55,0-60,8) | 64 | (63,8-64,8) |
Fuente: Elaboración de los autores a partir de(16).
Al comparar las respuestas dadas por los hombres que se han realizado la vasectomía con los que no se la han hecho, el estar de acuerdo con estas afirmaciones presenta porcentajes más altos. Para las actitudes sobre el ejercicio de la sexualidad por los hombres no vasectomizados y en todas las afirmaciones, los porcentajes de acuerdo son mayores, con excepción de la afirmación “Los hombres necesitan más sexo que las mujeres”, en donde los porcentajes de respuesta son iguales.
Finalmente, con relación a los imaginarios sobre estereotipos masculinos relacionados con la sexualidad, se diseñó un indicador que indaga el estar de acuerdo con las siguientes afirmaciones: 1) “Los hombres necesitan más sexo que las mujeres”, 2) “Los hombres no hablan de sexo, lo hacen”, y 3) “Los hombres siempre están listos para tener sexo”. Con base en este indicador, se encontró que entre los hombres que se han realizado la vasectomía, estos imaginarios están presentes en el 58 % (55,0-60,8), mientras que para los hombres que no se la han hecho es del 64 % (63,8-64,8). Se muestra, así, cómo los roles de género ejercen un papel importante frente al ejercicio de la sexualidad.
Discusión y conclusiones
Este estudio contribuye con nueva evidencia sobre la vasectomía en Colombia. A partir de esta evidencia, es posible aproximarse a un perfil del hombre que decide realizarse la vasectomía en Colombia: hombre entre 30 y 40 años, residente en zonas urbanas, en estratos 2 y 3, al menos con un nivel educativo de básica secundaria, casado y con hijos; residente en las regiones Central, Pacífica y Bogotá. Puede decirse que estos hombres cuentan con una paridad satisfecha, en el sentido que tienen en promedio 2 o 3 hijos nacidos vivos y que aparentemente no tienen una barrera de acceso a servicios, ya que contribuyen y se encuentran cubiertos por el Sistema General de Seguridad Social en Salud, y el procedimiento se halla incluido en el Plan de Beneficios.
De acuerdo con varios estudios llevados a cabo en diferentes países, se ha podido establecer que el perfil de los usuarios de vasectomía varía según el contexto geocultural y las características sociodemográficas de los hombres. Un estudio efectuado en Estados Unidos [25] mostró diferencias importantes en la decisión de realizarse la vasectomía entre los hombres blancos y los hombres pertenecientes a otras etnias o razas. En países del África Subsahariana, los usuarios de vasectomía son hombres mayores de 40 años, con un promedio de cuatro o más hijos. En algunas regiones de América Latina y el Caribe, las parejas que eligieron la vasectomía tenían una tendencia a ser de niveles socioeconómicos más altos, mientras que en otros países, como la India y Bangladesh, eran de niveles socioeconómicos bajos [4].
También es importante identificar cómo se adquieren conocimiento negativo y prejuicios que refuerzan estereotipos en el tema: a partir de los padres con creencias históricamente instauradas y que trascienden de generación en generación; cuando los hombres acceden a información sobre anticoncepción de baja calidad o no accesible fácilmente, y cuando no existe oferta de servicios de salud en salud sexual y reproductiva cercana a sus comunidades.
No obstante, es de destacar cómo los constructos sociales de la masculinidad comienzan a cambiar poco a poco en diferentes contextos culturales de los hombres que se realizan la vasectomía. Por ejemplo, cuando las percepciones y los comportamientos de los hombres demuestran cambios en la forma como valoran más a las mujeres y sus familias, cómo viven su sexualidad y comienzan a deconstruir constructos que han aprendido desde pequeños con respecto a la virilidad. Esto, como resultado, ha originado que los hombres cambien comportamientos y busquen los servicios de salud para satisfacer sus necesidades de información, educación y atención en anticoncepción. Al respecto, son interesantes los trabajos de Mara Viveros [26] y Matthew Gutmann [27], los cuales, desde metodologías cualitativas, analizan las configuraciones de masculinidad que rodean la decisión de hacerse la vasectomía.
En síntesis, a pesar de que la vasectomía ha aumentado como método de anticoncepción, persisten las barreras de tipo social, cultural y desde los servicios de salud para acceder efectivamente a esta. Debido a las inequidades que refuerzan los estereotipos de género y el limitado conocimiento, se han originado actitudes negativas en el abordaje de los programas de anticoncepción, que se centran solo en las mujeres, y no en los hombres de forma compartida; esto ocurre desde los mismos prestadores de salud y responsables de la implementación de programas.
Finalmente, es necesario inducir la demanda de la vasectomía como método disponible, seguro, conveniente y costo-efectivo entre hombres que en la actualidad acceden y entre hombres que menos la usa: aquellos con mayores ventajas sociales y económicas. Tal vez Colombia puede alcanzar a países como Bután y Canadá, conocidos por sus prevalencias de vasectomía del 13 y 22 %, respectivamente. Por esta razón, y para lograrlo, existe la necesidad de aumentar la conciencia para que la vasectomía se convierta en una opción de método fácilmente disponible y de acceso habitual en Colombia.
Recomendaciones
Colombia puede acelerar el logro de garantizar el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de planificación de la familia, información y educación, y la integración de la salud reproductiva en las estrategias y los programas nacionales para el 2030, si centra la utilización de los servicios de anticoncepción también desde los hombres. Por otro lado, el marco sobre servicios de salud integrados centrados en las personas de la oms es un llamado a un cambio fundamental en la forma como pensamos en el momento de adaptar los servicios de salud. Este enfoque apoya la idea que todas las necesidades de las personas dependen de sus identidades y en las circunstancias en las cuales se encuentran en el momento de acceder a los servicios de atención en salud. Por esta razón, algunas recomendaciones son posibles a partir de este análisis:
Ampliar la vasectomía como una opción de método fácilmente disponible y de acceso para los hombres. Los responsables de la formulación de políticas y de la implementación de programas en anticoncepción desde las entidades territoriales de salud (ets), las entidades promotoras de salud (eps) y las instituciones prestadoras de servicios (ips) deben valorar el potencial de la vasectomía en prevenir embarazos no deseados y como opción permanente de planificación masculina.
Eliminar estereotipos de género y promover que hombres y mujeres compartan responsabilidades anticonceptivas. Incentivar la participación de los hombres en el control de la fecundidad, con el fin de que esta responsabilidad no recaiga solamente en las mujeres, y que también los hombres ejerzan su derecho a elegir.
Fortalecer los programas de educación para la sexualidad con enfoque de equidad. Es necesario desarrollar capacidades, entrenamiento y formación que trasforme la manera como los hombres asumen la salud sexual y reproductiva, con el fin de romper los mitos, prejuicios y percepciones negativas sobre la vasectomía.
Adaptar modelos de atención en salud sexual y reproductiva más inclusivos y centrados también en las necesidades de los hombres. Esto requerirá un compromiso adecuado de tiempo y de recursos para actuar sobre los determinantes sociales intermedios: los servicios de salud por parte de eps, ips y ets, y factores conductuales, psicosociales y culturales. En particular, continuar ampliando la consejería en anticoncepción a los hombres de estratos 1 y 2, a la vez que se adaptan los servicios para alcanzar el grupo de hombres con mejor posición social y que menos acceden a la vasectomía. Finalmente, los programas de anticoncepción desde los territorios deben incrementar la información de calidad sobre la vasectomía y su participación activa en la anticoncepción, entre hombres del régimen subsidiado y población pobre no asegurada.