Introducción
El consumo de sustancias es un problema de salud pública que se asocia directa e indirectamente a un importante número de morbilidades, discapacidad y muertes prematuras [1]. En adolescentes y adultos jóvenes, la prevalencia de consumo de sustancias legales e ilegales es creciente; con frecuencia inicia en la adolescencia, con sustancias legales, y se escala a sustancias ilegales [2].
La población universitaria es altamente vulnerable [3]. Un estudio realizado en Bangladesh en 436 universitarios encontró que el 54,59 % (n= 238) era drogodependiente y el 68,43 % de ellos eran varones con mayor consumo (p< 0,01) [4]. Blows e Isaacs [5], en Sudáfrica, reportaron que la prevalencia de uso de sustancias de 2915 estudiantes universitarios fue de 62,7 %; las de mayor consumo fueron: el alcohol (80,6 %), el cannabis (46 %) y el éxtasis (5,3 %). Estos investigadores informaron que en este grupo de estudiantes, el consumo de sustancias se asoció significativamente a problemas en la salud mental, especialmente ansiedad, con repercusiones negativas en el rendimiento académico [4,5].
En Latinoamérica, por su parte, un estudio de 2016 sobre la prevalencia de consumo de sustancias psicoactivas en universitarios de diferentes países, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, observó que, en la última década, el 6,2, el 22,7, el 12,4 y el 6,4 %, respectivamente, de los universitarios han consumido alguna sustancia ilícita [6]. La prevalencia de consumo de alcohol fue del 70 % en el último año; el consumo reciente de cannabis, del 21,1 % en Colombia, 11,7 % en Ecuador, 5,2 % en Perú, y 5 % en Bolivia. La prevalencia de consumo de cigarrillo fue del 20,7 % en Ecuador, 17,2 % en Colombia y 15,5 % en Bolivia y Perú [6]. El consumo de sustancia es un fenómeno complejo, dado que se debe a la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, culturales y políticos que interactúan de manera sindémica [7].
Debido al gran número de jóvenes que, de acuerdo con los diferentes estudios, experimentan con diversas sustancias o inician un consumo regular o abusivo, se hace perentorio, desde las instituciones educativas, la implementación de buenas prácticas en la prevención del consumo de sustancias, debidamente planificadas y sistemáticas, con posibilidad de evaluación de su efectividad y continuidad en el tiempo, que puedan incidir en el fenómeno, favorecer la retención estudiantil y el logro de las metas propuestas por quienes ingresan a la vida universitaria [8,9].
Se entiende por evaluación de la efectividad, el grado en que una intervención produce un resultado beneficioso en los participantes del programa, es decir, qué tanto contribuye a mejorar las condiciones de salud a corto y a mediano plazo [10,11]. Algunas intervenciones han mostrado resultados positivos en la prevención del consumo de sustancias en universitarios. Por ejemplo, en el Reino Unido, Norman et al.[12] implementaron un programa basado en la teoría del comportamiento planificado para la reducción del consumo excesivo de alcohol; al finalizar el programa, el grupo de intervención tenía una actitud menos favorable al consumo excesivo de alcohol, bebía menos unidades y tenía patrones de consumo menos dañinos en los primeros 6 meses de universidad. Muñoz [13] observó que un programa preventivo para el consumo de alcohol aumentó las puntuaciones para el cuestionamiento acerca de cómo controlar el consumo y un incremento del consumo perjudicial de alcohol; en otras palabras, el programa no mostró efectividad.
En la presente investigación se implementó el programa Construyendo Salud en la Universidad de Cartagena, una universidad pública de Colombia, adaptado para estudiantes universitarios. Es un programa de prevención universal, con enfoque psicosocial, fundamentado teóricamente en el programa Habilidades para la Vida, de Gilbert Botvin, uno de los enfoques preventivos mejor valorados por la evidencia, que pretende promover la autoestima, el autocontrol, las actitudes favorables hacia la salud y diferentes habilidades personales y sociales en los estudiantes [14].
El programa Construyendo Salud ha mostrado ser efectivo en la prevención y la reducción del consumo de sustancias en múltiples aplicaciones en diferentes regiones españolas, a los tres meses de seguimiento [15-18]. También se ha evidenciado la reducción del consumo semanal de tabaco en quienes ya eran fumadores del grupo de intervención y ha reducido la intención de consumo de otras sustancias [16,18]. En Colombia, el programa ha sido adaptado lingüísticamente al contexto de la ciudad de Cartagena y aplicado en estudiantes de secundaria, en quienes mostró ser efectivo para prevenir la intención de consumo de cigarrillo. Se encontró un riesgo relativo (rr) de 0,51 y un intervalo de confianza (ic) entre de 95 %: 0,37-0,72 [14].
El programa Construyendo Salud se articula a una estrategia institucional de la Vicerrectoría de Bienestar Universitario de la Universidad de Cartagena, denominada “UdeC Entorno Saludable”, que busca promover hábitos y estilos de vida saludable en la comunidad universitaria, dentro de los cuales está la prevención del consumo de sustancias. De allí la importancia de evaluar una intervención para la prevención universal del consumo de sustancias psicoactivas en estudiantes universitarios.
Por tanto, el objetivo de la investigación fue evaluar la efectividad del programa Construyendo Salud para la prevención de consumo de sustancias en estudiantes de la Universidad de Cartagena.
Metodología
Se diseñó un estudio cuasiexperimental pre y postest, sin grupo control. Se tuvieron en cuenta las recomendaciones de la Guía TREND para este tipo de estudio [19]. La población estuvo conformada por 1098 estudiantes, matriculados en primer semestre de los 26 programas académicos diurnos de una universidad en la ciudad de Cartagena, del año 2019, es decir, 26 grupos, quienes en su totalidad conformaron la muestra.
La selección de la muestra fue por conveniencia. Todos los estudiantes que ingresaron y se matricularon en la institución fueron incluidos en el programa Construyendo Salud por la Vicerrectoría de Bienestar Universitario, en articulación con las direcciones de las unidades académicas, en una intervención para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas, con lo que se persigue que al ingreso de la vida universitaria los compromisos académicos, la presión de los pares, la reducción del seguimiento por parte de los padres y otros factores que se pueden conjugar (problemas familiares, económicos, microtráfico, entre otros) no se constituyan en favorecedores del inicio o el incremento del consumo de sustancias, que a su vez propicien la deserción del sistema educativo y con ello el fracaso con el proyecto de vida.
Como criterio de inclusión, los participantes debían ser estudiantes matriculados en el primer semestre académico de cada uno de los programas diurnos presenciales de la Universidad. Se excluyeron los estudiantes que no desearon participar. por tanto, en total, 830 lograron culminar el programa.
Descripción de la intervención
La intervención está diseñada para desarrollarse en el aula de clases de manera presencial. Consta de 10 sesiones de 2 horas semanales cada una, en modalidad de talleres interactivos, durante dos meses y medio.
La modalidad interactiva tiene que ver con las diferentes estrategias pedagógicas que se utilizan para facilitar y mejorar la comprensión de los temas en el aula e incluye: ensayo conductual (role playing), y técnicas de trabajo en grupo: (torbellino de ideas, debate, Phillips 6.6, reglas generales de actuación, realimentación, refuerzos) y de trabajo individual (tareas en casa).
Equipo de campo
Estuvo integrado por los investigadores, quienes gestionaron, coordinaron y realizaron las capacitaciones y la disposición del material de uso para la intervención.
Facilitadores
Este grupo estuvo conformado por estudiantes de semestres más avanzados, capacitadores pares, que por la cercanía de edad pueden generar cohesión y posibilidad de modelado.
Contenidos de los talleres
Por medio de seis componentes, se estructuraron los diferentes contenidos de los talleres: componente informativo, componente de toma de decisiones, componente centrado en el control emocional, componente de habilidades sociales, componente de tolerancia y cooperación, y componente centrado en las actividades de ocio. Cada uno de ellos se trabajó con un propósito específico, de manera que todas las actividades y la programación a realizar durante la sesión contribuyera a alcanzar su finalidad.
Componente informativo: se diserta y dialoga sobre las sustancias tanto lícitas como ilícitas (alcohol, cigarrillo, marihuana, otras), las formas de presentación, los mitos versus las realidades, los mecanismos de acción, los efectos, las consecuencias, los datos epidemiológicos, el impacto en las esferas psicológicas, físicas y sociales [14].
Componente de toma de decisiones: constituido por dos sesiones que favorecen el pensamiento crítico y las habilidades de toma de decisiones responsable. Se enseña y se practica un procedimiento de toma de decisiones; se trabaja la influencia de segundas o terceras personas en las decisiones propias y, finalmente, se utilizan diferentes ejemplos para señalar las tácticas empleadas por los medios y la publicidad para interferir en la conducta del consumidor [14].
Componente centrado en el control emocional: a través de dos sesiones, se enseña a identificar y gestionar la ira y la ansiedad, las situaciones o los eventos que motivan estas emociones, así como las técnicas para afrontarla (ensayo mental, relajación, respiración) [14].
Componente de habilidades sociales: se abordan en cinco sesiones, en las que se entrena a los estudiantes en aspectos como la autoestima, la autosuperación y la autoeficacia, en habilidades comunicativas, y las habilidades centradas en resistir la presión de los iguales para el consumo.
Componente de tolerancia y cooperación: destaca la importancia del respeto a las diferencias, la colaboración y la cooperación.
Componente centrado en las actividades de ocio: en este se discuten alternativas de ocio para satisfacer la necesidad de búsqueda de sensaciones nuevas y variadas que tienen los jóvenes, y se destaca la importancia de decidir responsablemente en qué invertir este tiempo.
En una sesión extra, se hace el cierre del programa con la firma de un compromiso público que realizan los estudiantes de no consumo de sustancias.
Variables e instrumentos de medición
Se cuantificaron las variables sociodemográficas (edad, sexo, estrato socioeconómico), las variables desenlace (actitud hacia el consumo de sustancias como alcohol, cigarrillo y marihuana, intención futura de consumo de sustancias) y las variables cognitivas, conductuales y familiares. Las variables cognitivas que se cuantificaron fueron: autoeficacia, asertividad y autoestima. Con respecto a las variables conductuales, se tuvieron en cuenta el enfado (ira) y la ansiedad (que cumple los dos criterios), y la familiar correspondió a la funcionalidad familiar:
Actitud hacia el consumo de sustancias. La escala de actitud hacia el consumo de sustancias en general consta de 23 preguntas, con opciones de respuesta “de acuerdo”, “en desacuerdo” e “indiferente”, utilizada para evaluar las actitudes de los universitarios ante el consumo de alcohol, cigarrillo y marihuana [14]. En el presente estudio, se obtuvo un alfa de Cronbach de 0,63.
Intención de consumo. Se evaluó mediante el cuestionario que adaptaron Gómez-Frágüela et al.[15]. El objetivo de este instrumento es conocer la intención de consumo futuro próximo de los adolescentes para sustancias legales como alcohol y cigarrillo, y para sustancias ilegales como la marihuana. Consta de tres reactivos, uno para cada sustancia. Posee cuatro opciones de respuesta: “seguro que sí”, “probablemente sí”, “probablemente no” y “seguro que no”; se puntúan de 3-0; a mayor puntuación, mayor intención de consumo global de sustancia [17,18]. Este instrumento ha mostrado adecuada consistencia interna, alfa de Cronbach de 0,72 [20,21] y en el presente estudio fue de 0,75.
Autoeficacia general. Consta de 10 ítems, con cuatro opciones de respuesta tipo Likert. Evalúa el sentimiento de confianza en las capacidades propias para manejar los estresores. La calificación máxima por obtener es 40 puntos, y la mínima, 10 puntos; entre mayor puntaje mayor es el nivel de autoeficacia. Este instrumento mostró alfa de Cronbach 0,72 en la versión original [21,22] y de 0,72 en el presente estudio.
Asertividad. El instrumento posee tres opciones de respuestas: bien, regular y mal. Fue propuesta por Gambrill y Richey (alfa de Cronbach 0,64) citados en [23], p. 21, y en versión adaptada de 15 ítems por Gómez-Fraguela et al.[15] y Gómez-Fraguela y Villar [16], con mejores propiedades psicométricas que la versión original, con alfa de Cronbach de 0,72 [24]. En la presente muestra, presentó un alfa de Cronbach de 0,64.
Enfado (ira). Utilizada para evaluar la capacidad de los estudiantes para el control de la ira. Consta de diez preguntas con opciones de respuesta “mucho”, “poco” y “nada”, propuesta por Gómez-Fraguela et al.[15] y Gómez-Fraguela y Villar [16]. En este estudio mostró un alfa de Cronbach de 0,71.
Funcionamiento familiar. El cuestionario apgar familiar es un instrumento que permite valorar cómo los miembros de la familia perciben su nivel de funcionamiento y unidad global. Consta de 5 ítems, con opciones de respuesta tipo Likert, así: 1, casi nunca; 2, algunas veces; 3, casi siempre, y 4, siempre. Cada pregunta tiene una posible puntuación de 0-4 puntos. Las puntuaciones inferiores a 16 se categorizaron como disfunción familiar [25]. Forero et al.[26] reportaron una alta consistencia interna en estudiantes de secundaria colombianos, con alfa de Cronbach de 0,79. Para el estudio actual, el valor de alfa Cronbach fue 0,89.
Ansiedad. Este instrumento tiene por objetivo determinar los niveles de ansiedad de acuerdo con lo que el individuo ha sentido en los últimos 30 días [27]. Consta de 10 ítems, que fue la que se utilizó en este estudio por mostrar mayor consistencia interna en el alfa de Cronbach, con 0,83, y una estructura bidimensional de 54 % de la varianza, en comparación con la escala de 20 ítems para estudiantes [28]. Las opciones de respuesta de la escala son tipo Likert, la puntuación mínima obtenida es de 10 y máxima de 40. El alfa de Cronbach en la presente investigación fue de 0,87.
Autoestima. La escala de Rosenberg para autoestima consta de 10 ítems, 5 escritos de forma positiva y 5 escritos de forma negativa. Tiene cuatro opciones de respuesta en formato Likert; su puntuación mínima es de 10 puntos y máxima de 40 puntos [29]. La consistencia interna es alfa de Cronbach de 0,78 [30]. Cogollo-Milanés et al.[31] reportaron, en estudiantes en Cartagena, Colombia, una consistencia interna modesta, un coeficiente de Kuder-Richardson de 0,63. El alfa de Cronbach en este estudio fue de 0,78.
Evaluación
Se realizó una evaluación pre y postintervención. Se evaluó la satisfacción de los estudiantes con el curso y se monitoreó la ejecución del programa, con el fin de realizar los ajustes pertinentes y procurar la fidelidad en la aplicación.
Para valorar la adherencia de los participantes al programa, se consideró el porcentaje de asistencia, la entrega de tareas y la participación activa.
Procedimiento
En la fase inicial de programa se solicitaron los espacios en los programas académicos diurnos y presenciales de la Universidad para la asignación de los horarios; se asignó un único día a la semana, en una misma hora, que podía ser en la mañana o en la tarde. Se dejó la posibilidad de ampliar en fases de aplicación posterior a programas nocturnos.
Se diseñó un cronograma de talleres por unidad académica. A cada programa académico se le asignó un facilitador, quien era el responsable de dictar los talleres; este había sido previamente formado por los investigadores, aunque estos tenían la supervisión y el apoyo de la coordinadora del programa.
Los diez talleres fueron realizados en el aula de clase, con una frecuencia semanal de dos horas, sin la presencia del docente. Algunas unidades académicas cedieron el espacio de una asignatura, que en casi todas los programas académicos correspondió a la asignatura de Vida Universitaria, mientras otras unidades académicas asignaron un horario especial para el desarrollo de los talleres de Construyendo Salud.
En la primera sesión, se les explicó a los estudiantes los objetivos del programa y de la investigación, la metodología del programa, y se les solicitó firmaran el consentimiento informado. Se aplicó una prueba antes (pretest) para conocer el estado de los estudiantes en cuanto a consumo de sustancias y habilidades para la vida antes del programa, y una prueba después (postest) al finalizar el programa en la última sesión. El diligenciamiento del instrumento fue supervisado por un grupo de coordinadoras del programa. A los estudiantes se les solicito la honestidad en sus respuestas, garantizando el anonimato del cuestionario y la confidencialidad.
Análisis de datos
Las frecuencias de consumo antes y después de la intervención se compararon con la prueba Z; esta, mediante la aproximación a la distribución normal, se calculó el estadístico de contraste para la diferencia de frecuencias [32].
Asimismo, las puntuaciones en las escalas de medición, media (M) y desviación estándar (de) se contrastaron con la prueba de t de Student [33]. Previamente, se comprobó la distribución normal de las puntuaciones con la prueba de Shapiro-Francia [34]. Se aceptaron como significativas aquellas diferencias que mostraron valor de probabilidad menor que el 5 % (p< 0,05).
Consideraciones éticas
El proyecto contó con la evaluación y la aprobación del Comité Institucional de Ética en investigación, Acta 105 del Comité de Ética en Investigaciones, con fecha del 12 de febrero de 2018, de la Universidad de Cartagena.
Este tipo de estudio se califica como riesgo mayor que el mínimo, según la Resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia [35]. En consecuencia, los participantes mayores de edad firmaron su consentimiento informado.
Por ser estudiantes de primer semestre, es posible encontrar estudiantes menores de edad. A estos se les envió el consentimiento informado a sus padres, para la firma correspondientes, y los estudiantes en cuestión firmaron el asentimiento de acuerdo con el Artículo 25 de la misma resolución.
También se tuvieron en cuenta los principios éticos contenidos en la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, para investigación en salud con personas [36].
Resultados
En la línea basal participaron 830 estudiantes de todos los programas de la Universidad (véase Tabla 1]; 196 estudiantes pertenecientes a cuatro unidades académica se negaron a participar y 72 abandonaron el programa preventivo. La pérdida de estudiantes al comparar el pretest y el postest fue de 24,5 %. Teniendo en cuenta que la pérdida aceptable no debe ser superior al 20%, este porcentaje de pérdida es alto y corresponde a quienes se negaron a participar y los que se retiraron del programa por tener otras obligaciones o inasistencia de los estudiantes el día de la evaluación (postest). Ello se puede considerar un sesgo de seguimiento, cuando sujetos de una de las cohortes en estudio se pierde total o parcialmente (≥ al 20 %) [37].
Programa académico | Reclutamiento | Exposición y permanencia en la intervención | |
---|---|---|---|
Administración de Empresas | 46 | 0 | |
Administración Industrial | 59 | 59 | |
Biología | 47 | 47 | |
Comunicación social | 38 | 0 | |
Contaduría Pública | 47 | 47 | |
Derecho Diurno | 39 | 40 | |
Derecho Vespertino | 37 | 22 | |
Economía | 50 | 50 | |
Enfermería | 70 | 50 | |
Filosofía | 37 | 22 | |
Historia | 24 | 14 | |
Ingeniería de Alimentos | 47 | 47 | |
Ingeniería Civil | 31 | 31 | |
Ingeniería Química | 59 | 59 | |
Ingeniería de Sistemas | 46 | 47 | |
Lenguas Extranjeras | 48 | 15 | |
Licenciatura en Educación | 48 | 0 | |
Lingüística y Literatura | 32 | 20 | |
Matemáticas | 47 | 70 | |
Medicina | 50 | 31 | |
Metrología | 23 | 47 | |
Odontología | 26 | 0 | |
Química | 47 | 47 | |
Química Farmacéutica | 50 | 38 | |
Trabajo Social | 50 | 27 | |
Total | 1098 | 830 | |
Porcentaje de retención (%) | 75,5 |
Las edades se observaron entre 16 y 27 años (M = 17,0; de = 1,8). La distribución por sexo fue: 472 mujeres (56,9 %) y 358 hombres (43,1 %). La distribución por estrato fue: en el estrato 1 había 287 estudiantes (34,5 %); en el 2, 263 (31,7 %); en el 3, 157 (18,9 %); en el 4, 27(3,3 %), en el 5, 5(0,6 %), y en el estrato 6, 3(0,4 %). No respondieron 88 estudiantes (10,6 %).
Se aumentó el consumo de inhalantes (pegante Bóxer®) (5,1 % vs. 5,7 %; p< 0,05). La frecuencia se mantuvo similar en el consumo de cannabis (8,4 % vs. 11,1 %; p> 0,05), cocaína (5,1 % vs. 7,1 %; p> 0,05) e inyectables (4,3 % vs. 5,7 %; p> 0,05) (véase Tabla 2].
Tipo de sustancia psicoactiva | Consumo antes, n (%) | Consumo después, n (%) | Z (p) |
---|---|---|---|
Cigarrillo | 186 (22,4) | 183 (22,0) | 0,20 (> 0,05) |
Alcohol | 641 (77,2) | 603 (72,7) | 2,12 (< 0,05) |
Cannabis | 70 (8,4) | 92 (11,1) | 1,86 (> 0,05) |
Bóxer® | 42 (5,1) | 64 (7,7) | 2,17 (< 0,05) |
Cocaína | 42 (5,1) | 59 (7,1) | 1,70 (> 0,05) |
Uso de inyectable | 36 (4,3) | 47 (5,7) | 1,41 (> 0,05) |
La prevalencia de consumo mostró que la sustancia más consumida es el alcohol. Antes del programa, 641 estudiantes (77,2 %) informaron uso de alcohol, y después de la participación, 603 estudiantes (72,7 %), lo que evidencia una reducción del consumo (77,2 % vs. 0,72,7 %; p< 0,05). El consumo de inhalantes mostró un aumento estadísticamente significativo, pasó de 42 estudiantes a 64 (5,1 % vs. 5,7 %; p< 0,05). No hubo reducción de consumo después del programa en el uso de cigarrillo, cocaína e inyectables.
En cuanto a la intención de consumo en general, no hubo reducción significativa después del programa; tampoco en la intención de consumo específicamente para el cannabis. Los resultados se muestran en la Tabla 3.
Medición | Antes, M (de) | Después, M (de) | t de Student gl (grados de libertad) | p-valor |
---|---|---|---|---|
Intención de consumo general | 14,02 (1,66) | 14,13 (1,87) | 1,32 (807) | 0,186 |
Intención de consumo de cannabis | 10,12 (1,24) | 10,14 (1,16) | 0,23 (817) | 0,814 |
Los resultados de las habilidades sociales y personales, como autoeficacia, asertividad, manejo de la ira, la ansiedad y autoestima, se muestran en la Tabla 4. Las puntuaciones medias para autoeficacia y asertividad disminuyeron después del programa preventivo y la asociación fue estadísticamente significativa, aunque no relevante para la práctica. Las puntuaciones medias para el manejo de la ira, la ansiedad y la autoestima subieron después del programa preventivo, con asociación estadísticamente significativa. Con relación a la disfuncionalidad familiar, se encontró una disminución después de la aplicación del programa en los estudiantes universitarios.
Habilidades sociales y personales | Puntuación media (de) Antes | Puntuación media (de) Después | t de Student (gl) | p-valor |
---|---|---|---|---|
Autoeficacia | 26,42 (2,88) | 26,10 (3,58) | 2,28 (819) | 0,023 |
Asertividad | 15,30 (3,21) | 14,78 (3,04) | 3,81 (752) | 0,001 |
Enfado (ira) | 10,40 (2,77) | 10,67 (3,05) | 2,13 (813) | 0,034 |
Ansiedad | 17,14 (5,28) | 18,04 (5,94) | 3,06 (805) | 0,001 |
Autoestima | 5,59 (1,17) | 5,73 (1,41) | 2,29 (824) | 0,023 |
Disfuncionalidad familiar | 20,1 (4,52) | 19,4 (4,59) | 3,12, (825) | 0,002 |
Con respecto a la satisfacción del programa por parte de los estudiantes, se encontró que fue alta, como se evidencia en la Figura 1.
Discusión
En el presente estudio, el programa preventivo Construyendo Salud fue efectivo en reducir el consumo de alcohol, y mantuvo sin incremento el consumo de marihuana, cocaína e inyectables. Sin embargo, no fue efectivo en prevenir la intención general ni el inicio de consumo de sustancias psicoactivas en universitarios. Son estos resultados similares a los de Muñoz [13], quien implementó un programa para prevenir el consumo de alcohol en universitarios y logró una disminución de 3,03 % del consumo riesgoso por parte de los estudiantes en la evaluación final, aunque aumentó el consumo perjudicial de 1,81 % en la fase inicial, al 2,51 % en la fase final, según el test de Audit. Salazar et al.[38], por su parte, observaron que la consejería breve, una intervención preventiva selectiva para consumo de alcohol en estudiantes universitarios, disminuyó la tasa de consumo en la línea de base y durante el seguimiento, con t= 4,90, p< 0,001.
Datos contrarios informaron Pulido et al.[39], al evaluar la efectividad de un programa para la reducción del consumo de drogas en universitarios. Allí se reportó que el consumo de sustancias aumentó postintervención, con un incremento importante para el cannabis. Los autores lo atribuyen a la falta de potencia del diseño(cuasiexperimental), dificultades en la implementación del programa o incapacidad del programa para prevenir el aumento del consumo, por lo que sugieren tomar con cuidado su aplicación en poblaciones similares o ensayar otros programas.
Las observaciones aquí presentadas de las diferentes intervenciones que se ensayaron muestran resultados divergentes y sugieren que la prevención del consumo en el contexto universitario es una situación altamente compleja, así como poco realizada, dada la poca evidencia recabada [38,39].
Por otra parte, el hecho de que el programa no haya mostrado efectividad en impedir que los estudiantes iniciaran el consumo de sustancias tras su ingreso a la Universidad, puede estar relacionado con quienes tienen intenciones previas de consumo y los factores de exposición, como el estrés por las exigencias académicas, las dificultades económicas y las nuevas relaciones interpersonales, que pueden precipitar el consumo. Si el joven se vincula con pares que consumen tiene mayor probabilidad de consumo, influenciado a su vez por la facilidad de obtener la sustancia [40]. La intención de consumo de cualquier sustancia psicoactiva tiene que ver con las actitudes favorables hacia el consumo y la infravaloración de los pocos daños que pueden generar las sustancias. Quienes tienen intención de consumir son más proclives a hacerlo [41].
En este sentido, es necesario advertir que los programas preventivos psicoeducativos universales para prevención de consumo deben ser aplicados en edades tempranas entre 10-14 años, cuando la conducta de riesgo aún no ha aparecido, es decir, al final de la educación primaria o al inicio de la educación secundaria, en etapas previas a la experimentación por parte de los adolescentes (con rango de edades entre los 10 y los 18 años), antes de ingresar a los estudios universitarios, con el fin de potenciar los factores protectores que evitarán el consumo posterior [42,43].
Pese a lo anterior, la prevención del consumo en este contexto constituye un aspecto relevante, teniendo en cuenta que los universitarios incurren, por ejemplo, en un mayor consumo de alcohol que sus pares de población general; así mismo, presentan un alto consumo de cannabis.
El consumo de sustancias psicoactivas en la vida universitaria implica comportamientos de riesgo para la salud (embarazos no deseados, enfermedades de trasmisión sexual, accidentes por conducir bajo efectos del alcohol y violencia, entre otros) como también presenta repercusiones y consecuencias en la vida adulta, que incluso pueden dejar al joven por fuera de la vida universitaria [44].
En este estudio, también se encontró que el programa Construyendo Salud fortaleció las habilidades sociales, como el manejo de la ira, la ansiedad y la autoestima. Esta observación es similar a los hallazgos de Pulido et al.[39], quienes evidenciaron que su programa fue efectivo para aumentar las puntuaciones en habilidades como la empatía, el manejo del estrés y las habilidades sociales (p< 0,001). Fabelo et al.[45] implementaron un programa psicoeducativo para la prevención de adicciones y obtuvo reducciones significativas en puntuaciones medias de vulnerabilidad al estrés y potenciación de recursos para afrontamiento y autoestima [M = 4,30 (de = 3,68) vs. M = 8,76 (de = 4,20)].
Las habilidades sociales son fundamentales para el desempeño del ser humano. Potenciarlas en el ambiente universitario reviste un logro importante, pues le permitirá al estudiante insertarse y adaptarse más fácilmente en la institución educativa, relacionarse de mejor manera, decidir sobre sus preferencias con pocas posibilidades de dejarse persuadir, sentirse bien consigo mismo, ser asertivo, facilita el logro de sus metas y mejora el desempeño académico [46].
Más aun, cuando el grueso de los estudiantes de esta institución donde se realizó la intervención y que participaron en este estudio pertenece a los estratos 1 a 3. Los bajos ingresos económicos, el hecho que los padres tengan bajos niveles educativos y que los estudiantes tengan otras responsabilidades, influyen para que los jóvenes tengan un limitado manejo y control de los sentimientos y las emociones. Las habilidades emocionales de los jóvenes se ven favorecidas por el tipo de relaciones previas y la enseñanza sobre su reconocimiento desde el hogar, que facilita la regulación de las mismas de manera adaptativa [47]. Esto refuerza la necesidad de fortalecer las habilidades personales, sociales y cognitivas, porque con ello no solo se contribuye a la prevención del consumo de sustancias, sino también con el cuidado de la salud mental [48].
En cuanto a la evaluación de proceso, los estudiantes mostraron una alta satisfacción con el programa, obtuvieron puntajes óptimos en la entrega de tareas y en la participación en las estrategias desarrolladas en las sesiones del programa, lo que da cuenta de la adherencia al mismo.
Si bien es cierto que el consumo de sustancias psicoactivas se inicia antes del ingreso a la universidad y que muchos de los jóvenes ya han probado por lo menos el alcohol, es importante la intervención universitaria para la creación de entornos saludables, teniendo en cuenta que puede convertirse en un contexto de refuerzo social, donde se promueven comportamientos que incitan a los estudiantes y a la comunidad educativa al consumo, debido a las condiciones sociales que permean el entorno universitario, como las presiones grupales y de pares; la asociación de consumo con el poder, la libertad y la autonomía, la publicidad, o como una medida para la reducción del estrés producido por las exigencias académicas o responder al mismo [49].
La experiencia previa en la aplicación de intervenciones educativas para la prevención del consumo de sustancias psicoactivas ha demostrado que no es suficiente dar a conocer a los adolescentes y jóvenes los peligros del consumo, sino que se deben combinar con el desarrollo de habilidades personales y sociales, para fortalecer tanto la capacidad de resistir a las presiones negativas de los pares y la oferta de la sustancia, como también el control de las emociones, la autoestima, la autoeficacia y la toma de decisiones, como se hizo en el presente estudio [50].
Si bien estas habilidades deberían ser fortalecidas en la escuela, es necesario reforzarlas en la universidad; por ello, realizar estas intervenciones permiten contener el consumo en las instituciones de educación superior, como se evidenció en el presente estudio, lo que cobra gran relevancia en el sentido de que establece un control para evitar el aumento, sobre todo, si se continua con acciones de reforzamiento en cuanto a proyecto de vida y estilos de vida saludables desde el bienestar universitario [49].
Los resultados positivos informados alientan a insistir en la prevención desde la institución educativa, como medida para lograr que los jóvenes puedan avanzar en sus estudios y alcanzar su proyecto de vida.
En ese sentido, este estudio se constituye en un importante insumo para el conocimiento actual sobre la prevención basada en la evidencia científica y la utilidad de las intervenciones preventivas, al estudiar la efectividad del programa en prevenir el consumo de sustancias psicoactivas en universitarios. Su utilidad en el reforzamiento de habilidades para la vida y en la reducción del consumo de alcohol, aspectos que contribuyen a la generación de entornos universitarios saludables y a la reducción de conductas de riesgo, visibiliza el interés, por parte de la Universidad, en que sus estudiantes se desarrollen en un ambiente saludable que contribuya al bienestar [48].
Los estudios de evaluación de programas preventivos facilitan la toma de decisiones ante la disposición de recursos para el empleo de acciones preventivas debidamente probadas, que muestren efectividad y garanticen la calidad de la intervención. Además, permiten la identificación de errores en la ejecución y el mejoramiento de las acciones para lograr los objetivos deseados de forma más eficiente [43,49].
Las fortalezas de este estudio tienen que ver con ser una de las primeras intervenciones preventivas con estudiantes universitarios llevada a cabo en Colombia, lo que abre un espacio para continuar probando intervenciones y construyendo evidencia al respecto. Además, la intervención se lleva a cabo con estudiantes de primer semestre, es decir, en quienes recién ingresan, tratando de fortalecer el autocuidado, que identifiquen los riesgos a los que están expuestos y se logre contener el consumo antes que los estudiantes “primíparos” se dejen persuadir por sus pares o por quienes venden las sustancias dentro o fuera de las instituciones.
Sin embargo, el estudio presenta limitaciones: la inexistencia de un grupo control para la comparación de los resultados, por lo que no se puede establecer con certeza si la intervención que se evalúa es verdaderamente efectiva, ya que al no existir un grupo de comparación es posible que los cambios observados después de la ejecución del programa se deban a otros factores del ambiente donde se desarrolló la intervención o propias de la población que participó en el estudio [21,43]. Al igual que el porcentaje del 24 % de pérdidas, porque se constituye en un sesgo de seguimiento.
Se concluye que el programa Construyendo Salud redujo el consumo de alcohol y contuvo el consumo de sustancias ilícitas como la marihuana, la cocaína y el uso de inyectables. Mejoró las habilidades sociales, como el manejo de la ira, la ansiedad y la autoestima; y, sin embargo, no mostró efectividad para la prevención del inicio o de la intención futura de consumo de sustancias legales o ilegales en estudiantes universitarios.
Se recomienda, en futuras intervenciones, vincular a los padres; trabajar en medidas sobre el contexto, no solo el externo, sino también el contexto interno, para reducir el microtráfico y el consumo al interior de las intuiciones de educación superior. Así mismo, trabajar de manera integrada la prevención con la mitigación, para reducir o atenuar los daños en quienes son consumidores, de tal manera que pueda evitarse el consumo problemático y el joven pueda culminar su plan de estudios.