Por otra parte, es factible que un adolescente con obesidad tenga un bajo concepto de sí mismo debido al rechazo social al que se enfrenta 10. Los niños, niñas y adolescentes con La humanidad se encuentra en una permanente disyuntiva debido a la búsqueda incansable de respuestas justificadas a diferentes manifestaciones culturales que, de alguna forma, determinan las pautas del comportamiento social. En ese sentido, la actividad física en sus diferentes manifestaciones ha formado parte del acervo cultural del ser humano a lo largo de la historia, pues es indudable la influencia que ejerce en el comportamiento social y la consideración que una comunidad le da a su práctica como parte de su estilo de vida 1.
Se ha establecido que la educación física constituye una herramienta para fomentar o promover la actividad física. Pero, ¿cuánto hay de cierto y cuánto de tópico en esta relación? ¿Se trata de una relación inequívoca? ¿Se sustenta en evidencias científicas, o son argumentos asumidos gratuitamente? En diversos artículos científicos de los últimos años se evidencia una tendencia que refleja la preocupación por analizar algunas de estas relaciones. Pese a los esfuerzos de las instituciones en la promoción de la práctica de la actividad física como parte de una conducta saludable para evitar fenómenos como la obesidad y el sobrepeso, lo cierto es que en los estudios epidemiológicos recientes no se vislumbra un panorama esperanzador debido a los siguientes factores: a) en la infancia y en la adolescencia, en general, se presentan bajos niveles de práctica de actividad física; b) el nivel de cumplimiento de las recomendaciones internacionales para la práctica de actividad física es deficiente; c) hay importantes diferencias en los niveles de la práctica de actividad física y el cumplimiento de las recomendaciones según el género y la clase socioeconómica; d) el aumento de tales niveles es insuficiente en los diferentes grupos de edad, y cada vez se presenta a edades más tempranas, y e) las diferencias en cuanto a la cantidad de actividad física que se hace en los días laborables y los fines de semana. Debe señalarse, además, que dicha práctica representa una importante oportunidad de diversión, así como para establecer relaciones sociales e incentivar la participación de la comunidad 1.
El enfoque más adecuado es reconocer que la actividad física puede traer beneficios cuando se aumenta el nivel habitual de su práctica de moderado a vigoroso 1. La práctica de actividad física es un elemento muy importante en la promoción de la salud durante la infancia, sin embargo, hay pocos estudios que profundicen en las características de la actividad física que desarrollan los niños a lo largo del día 2. Además, la práctica de la actividad física es determinante en la adolescencia, dado que el estilo de vida se condiciona en gran medida durante esta etapa, en la cual es fundamental promover estilos de vida saludables tales como el aumento y la mejora de la actividad y la condición físicas 3.
Hoy se acepta el papel central de la actividad física en la prevención de muchas enfermedades y en el logro de beneficios físicos, psicológicos y sociales, por lo que se trata de un elemento clave del estilo de vida saludable. Como es bien sabido, la infancia es un periodo en el que se realiza abundante ejercicio físico, lo cual constituye una tendencia biológica natural. Los juegos durante esta etapa implican más movimiento y actividad, mientras que durante la adolescencia las opciones recreativas se tornan cada vez más sedentarias. A la preocupación por la inactividad física durante la adolescencia se suma el vertiginoso aumento en el uso de las nuevas tecnologías (computadores, televisión, video juegos), las cuales podrían limitar el tiempo que los jóvenes dedican a otro tipo de actividades como el ejercicio físico 4.
La salud de un individuo depende de su conducta. El estilo de vida parece ser el aspecto dominante para la consecución de los objetivos de salud a largo plazo, pues es una combinación de comportamientos, acciones, hábitos y costumbres que se basa en la relación entre las condiciones de vida y los patrones de comportamiento individual determinados por los factores sociales y culturales, así como por las características individuales. En resumen, el estilo de vida es el resultado de posibilidades, condiciones y opciones 5.
En un informe basado en los datos de la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia (ENSIN) del 2010, se encontró que uno de cada dos colombianos presentaba exceso de peso, cifra que ha aumentado en los últimos cinco años, pasando de 45,9 % en el 2005 a 51,2 % en el 2010. También se evidenció que el peso corporal era mayor en las mujeres que en los hombres y una mayor prevalencia de sobrepeso en las zonas urbanas 6. Estos datos reflejan una tendencia preocupante para la salud pública.
El índice de masa corporal (IMC), utilizado para definir la obesidad en la población infantil, determina el estado nutricional, en tanto que el total de la grasa corporal determina la composición corporal. Las instituciones de salud pública y de educación han expresado sus inquietudes en torno a considerar la obesidad como un problema de salud pública. En este sentido, debe señalarse que un diagnóstico adecuado del sobrepeso y la obesidad exige contar con indicadores antropométricos relacionados con la obesidad 7. El IMC es uno de los criterios más utilizados por los investigadores para definir el sobrepeso y la obesidad en la población adulta, y en la actualidad se recomienda también en la población pediátrica, por lo que usualmente se emplea como uno de los indicadores para valorar el estado nutricional, el cual se correlaciona con la masa corporal y el riesgo de complicaciones cardiovasculares asociadas a la obesidad 7.
En este marco, uno de los aspectos que más llaman la atención es la obesidad en los niños, pues tiene consecuencias notables en los años posteriores a la etapa de desarrollo. La magnitud del problema ha aumentado dramáticamente, por lo que se hace necesario establecer intervenciones en y con la población 8.
Los bajos niveles de actividad física se relacionan estrechamente con los altos niveles de obesidad y de sobrepeso en niños y adolescentes. Para determinarlos se ha diseñado el cuestionario internacional de actividad física(International Physical Activity Questionnaire, IPAQ), el cual se basa en el reporte de los propios individuos sobre la actividad física que realizan y evalúa los niveles de la práctica de actividad física en los diversos países. Dicho cuestionario tiene una versión corta y una larga 9.
Por otra parte, es factible que un adolescente con obesidad tenga un bajo concepto de sí mismo debido al rechazo social al que se enfrenta 10. Los niños, niñas y adolescentes con sobrepeso u obesidad tienen un bajo autoconcepto, ya sea porque su autoestima se ve afectada o por las relaciones personales que establecen con su grupo social, sobre todo en las mujeres. Dadas las acciones y actitudes personales que se desprenden de esta situación 10, son numerosas las variables que pueden repercutir en el bienestar infantil y adolescente. Desde una perspectiva psicosocial, en estas edades los juicios sobre la capacidad, el valor personal y otros similares son determinantes para un buen ajuste psicológico, así como para una adecuada relación con el entorno 11.
En este contexto, el objetivo del presente estudio fue determinar el nivel de actividad física y de sedentarismo, la calidad de vida relacionada con la salud y el autoconcepto físico y el índice de masa corporal en escolares colombianos de educación secundaria y media.
Materiales y métodos
Se hizo un estudio de tipo descriptivo y ‘correlacional’, con un muestreo aleatorio estratificado (error muestral de 0,03 % e intervalo de confianza de 95 %) en escolares de educación secundaria y media de la ciudad de Ibagué. Participaron de forma voluntaria 1.253 estudiantes sin problemas físicos, inscritos en los cursos sexto a once de instituciones educativas oficiales; sus edades estaban entre los 10 y los 20 años, con una media de 14,62 años (desviación estándar-DE=2,01); 48 % correspondía a hombres (n=601) y 52 % a mujeres (n=652).
Los datos sociodemográficos (edad y sexo) y los antropométricos (peso y talla) se recolectaron en una hoja de registro diseñada para tal fin. Para la masa corporal se utilizó la báscula FitsCan Body Monitor (BF-679F de Tanita®), y la estatura se tomó mediante un tallímetro (en mm), siguiendo los protocolos internacionales para la valoración antropométrica de la Sociedad Internacional parael Avance de la Cineantropometría (International Society for the Advancement of Kinanthropometry, ISAK). El índice de masa corporal se obtuvo mediante la ecuación masa (kg)/talla (m2). Los niveles de actividad física y sedentarismo se valoraron utilizando el cuestionario internacional de actividad física (IPAQ), el cual estima la actividad física realizada preguntando el número de días, horas y minutos empleados en la actividad física durante una semana, y clasificándola en vigorosa, moderada y caminata; en cuanto al sedentarismo, este se estimó con la última pregunta del cuestionario relacionada con el número de horas que una persona puede pasar sentada durante un día 12.
Para evaluar la calidad de vida relacionada con la salud, se empleó el cuestionario SF-12 en su versión en español. Este cuestionario está compuesto por 12 ítems divididos en ocho dimensiones, de las cuales cuatro corresponden al componente físico y las otras cuatro al componente mental. Las puntuaciones van de 0 a 100, siendo 0 signo de muy mala calidad de vida y 100, de muy buena 12. Por último, se utilizó el cuestionario de autoconcepto físico en su versión en español. Este instrumento está compuesto por 30 ítems distribuidos en cinco factores: competencia percibida, imagen corporal o apariencia, condición física, fuerza física y autoestima, y puede emplearse en distintos contextos y edades. Los ítems van precedidos de la frase “Cuando realizo actividad física y/o deporte…”. Las respuestas se expresan en una escala de tipo Likert de 1 a 4 puntos, en la que 1 corresponde a “totalmente en desacuerdo” y 4 a “totalmente de acuerdo” 13.
Los datos se analizaron con el paquete estadístico IMB-SPSS, versión 23; se efectuaron los cálculos de estadísticos descriptivos que informaron sobre la media y la desviación estándar del IMC, el autoconcepto, los niveles de actividad física, el sedentarismo y la calidad de vida relacionada con la salud, según el caso, diferenciados por sexo. La comparación entre grupos se hizo mediante la prueba t de Student, con una significación estadística de p<0,05; las variables cuantitativas se sometieron a pruebas estadísticas con el fin de determinar su normalidad y homocedasticidad para los diferentes grupos comparados. Además, se determinó la relación entre el autoconcepto físico y el IMC y entre la calidad de vida relacionada con la salud y los niveles de actividad física y el sedentarismo mediante el coeficiente de correlación de Pearson (r).
Resultados
En los cuadro 1, 2 y 3 se presentan los valores promedio y las diferencias según sexo para las medidas del IMC, el autoconcepto físico, los niveles de actividad física, el sedentarismo y la calidad de vida relacionada con la salud en la muestra objeto de estudio. Asimismo, para las comparaciones entre grupos de sexo se consideró el contraste de Leneve (F) sobre la homogeneidad o igualdad de varianzas y la prueba estadística t de Student.
X ± DE: media ± desviación estándar
AFV: actividad física vigorosa (minutos/día); AFM: actividad física moderada (minutos por día)
En el cuadro 1 se registraron valores más altos en el IMC (20,54 kg/m2 frente a 19,39 kg/m2), la apariencia (2,71 frente a 2,67) y la autoestima (2,71 frente a 2,67) de las mujeres, mientras que los hombres presentaron cifras más elevadas en el autoconcepto de la condición física (2,85 frente a 2,67), la competencia percibida (2,77 frente a 2,55) y la fuerza (2,53 frente a 2,51). Se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en cuanto al IMC y a las dimensiones del autoconcepto de condición física y competencia percibida (p<0,05). No se encontraron diferencias significativas en cuanto al autoconcepto de apariencia, fuerza y autoestima entre grupos de sexo (p>0,05).
En cuanto a los niveles de actividad física y sedentarismo (cuadro 2), las mujeres registraron valores más elevados en la actividad física vigorosa (71,7 minutos/día frente a 65,9 minutos/día), de actividad física moderada (61 minutos/día frente a 54 minutos/día), de actividad física vigorosa más actividad física moderada más caminata (173,8 minutos/día frente a 165,7 minutos/día), de actividad física moderada más caminata (102,2 minutos/día frente a 99,8 minutos/día) y de sedentarismo (253 minutos/día frente a 225 minutos/día), mientras que los hombres solo tuvieron cifras más elevadas en la caminata (45,7 minutos/día frente a 43,4 minutos/día). Se hallaron diferencias estadísticamente significativas únicamente entre grupos de sexo en la variable de sedentarismo (p<0,05).
En el cuadro 3 se presentan las puntuaciones medias obtenidas en la calidad de vida relacionada con la salud, en la cual los hombres presentaron valores mayores en lo referente a la salud general (68,1 frente a 62), la función física (79,2 frente a 77,1), el rol físico (78,2 frente a 74,8), el rol emocional (77 frente a 70,6), el dolor corporal (78,9 frente a 76,3), la salud mental (74,6 frente a 69,2) y la vitalidad (76,5 frente a 68,5), en tanto que las mujeres registraron mayores valores en la función social (25,1 frente a 22,7). Se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en la salud general, el rol emocional, la salud mental y la vitalidad (p<0,05). No se encontraron diferencias significativas entre grupos de sexo con respecto a la función física, el rol físico, el dolor corporal y la función social (p>0,05).
Al relacionar las dimensiones del autoconcepto con el IMC por grupos de sexo (cuadro 4), se evidenció que tanto en las mujeres como en los hombres se correlacionaron negativamente con la dimensión de competencia percibida (r=-0,10; p=0,01 y r=-0.097; p=0,017, respectivamente), y en los hombres se correlacionaron negativamente la dimensión de condición física y el autoconcepto (r=-0,124; p=0,002).
En el cuadro 5 se observan las correlaciones existentes entre la calidad de vida relacionada con la salud, los niveles de actividad física, el sedentarismo y el IMC. Solo se encontraron correlaciones entre la dimensión de función social y el tiempo total de actividad física por semana (minutos/semana) y la actividad física total por semana (metabolic equivalent of task-MET/minutos/ semana) (p<0,05). Además, las dimensiones de salud general, rol físico y dolor corporal se correlacionaron positivamente con el sedentarismo (p<0,05). En cuanto a la variable del IMC, se evidenciaron correlaciones negativas con las dimensiones de salud general (r=-0,198; p=0,000), función física (r=-0,062; p=0,029), salud mental (r=-0,128; p=0,000) y vitalidad (r=-0,148; p=0,000).
Discusión
Los resultados permitieron valorar los niveles de actividad física y sedentarismo, calidad de vida relacionada con la salud, autoconcepto físico e IMC en una muestra de escolares colombianos de educación secundaria y media, así como analizar la existencia de diferencias entre grupos de sexo y la posible relación entre algunas variables. Se encontró que las mujeres presentaron mayores niveles de IMC que los hombres con diferencias estadísticamente significativas (p<0,05). Estos valores coinciden con los registrados en un estudio en un grupo de estudiantes brasileros, en el cual el IMC de las mujeres fue mayor que el de los hombres, con diferencias notorias (p<0,05) 10; cifras similares se reportan en estudios en varones brasileros 14, estudiantes costarricenses de secundaria 15 y adolescentes portugueses 16, aunque las diferencias no fueron significativas (p>0,05). Por otra parte, en un conjunto de alumnos españoles se registró un mayor IMC en los hombres que en las mujeres 17, aunque la muestra fue mucho más pequeña que la del estudio en escolares de Ibagué e inferior a la de los estudios mencionados; además, no se hallaron diferencias significativas (p>0,05). En cuanto al autoconcepto, las escolares colombianas registraron mayores niveles en las dimensiones de apariencia y autoestima, mientras que los escolares, en las dimensiones de competencia percibida, fuerza y condición física, en tanto que las diferencias fueron estadísticamente significativas en las dimensiones de condición física y competencia percibida (p<0,05). Por el contrario, en un estudio en adolescentes mexicanos con edades entre los 11 y los 16 años, las mujeres registraron promedios más altos en la mayoría de las dimensiones del autoconcepto, aunque las diferencias no fueron estadísticamente significativas (p>0,05) 10. En otro estudio en escolares andaluces, los varones presentaron niveles más elevados de imagen corporal que las alumnas 18. Es importante aclarar que para valorar el autoconcepto en dicho estudio se empleó como instrumento la Escala de autoconcepto, forma 5 (AF5), elaborada por García, et al.19. En comparación con los del presente estudio, un grupo de chicos españoles (n=752), que incluía tanto a quienes practicaban actividad física como a quienes no lo hacían, registraron mayores valores en las dimensiones de autoconcepto de habilidad física, condición física y fuerza comparados con las chicas (n=836) 20. Debe mencionarse que el instrumento de evaluación del autoconcepto fue el cuestionario de autoconcepto fisico 21). Asimismo, los escolares varones de la región de Murcia con edades entre los 8 y los 11 años presentaron un mayor nivel de autoconcepto físico que las escolares 22. Cabe aclarar que en este último estudio se incluyeron participantes de menor edad que la de los participantes en el estudio en Colombia (8 y 9 años), además, se empleó un instrumento diferente para determinar los niveles de autoconcepto 23. En otro estudio similar en 1.086 estudiantes españoles, se registraron resultados superiores en las mujeres comparadas con los hombres en cuanto a las dimensiones del autoconcepto de apariencia y autoestima, pero en los hombres las cifras fueron más altas en la dimensión de competencia percibida 24. Contrariamente al estudio en escolares colombianos, las mujeres españolas presentaron mayores valores en la dimensión de fuerza (3,82 frente a 3,40). Los resultados obtenidos en los niveles de actividad física y sedentarismo en la muestra de estudiantes colombianos concuerdan con los de un estudio en adolescentes portugueses en cuanto a niveles de sedentarismo, con valores más altos en las mujeres que en los hombres, aunque sin diferencias significativas (p>0,05). A diferencia del estudio realizado en Colombia, los hombres registraron mayores niveles de actividad física vigorosa, con diferencias significativas (p<0,05) 16, aunque es necesario puntualizar que en el estudio en los jóvenes portugueses se usaron otros instrumentos como el Bouchard Three-Day Physical Activity Record y el New Life styles NL-100025. Así como en el estudio en escolares colombianos, en un grupo de jóvenes franceses se reportó un mayor tiempo de actividad física moderada y vigorosa en el IPAQ 8, y en varones españoles, mayores niveles de actividad física que en las mujeres 18. En cuanto a la calidad de vida relacionada con la salud, los escolares colombianos evidenciaron mayores niveles que las mujeres en todas las dimensiones, excepto en la función social, con diferencias significativas en la salud general, el rol emocional, la salud mental y la vitalidad (p<0,05). En un grupo de alumnos españoles, los varones presentaron mayores puntuaciones en casi todas las dimensiones de la calidad de vida relacionada con la salud que las mujeres, con diferencias significativas 17. En este estudio, los autores evaluaron la calidad de vida relacionada con la salud usando el cuestionario Kindl, compuesto de seis dimensiones: bienestar físico, bienestar emocional, autoestima, familia, amigos y colegio. Asimismo, en estudiantes varones costarricenses los valores fueron significativamente mayores en los dominios de bienestar corporal y autovaloración que en las mujeres (p<0,05) 15, medidos mediante el cuestionario KiddoKindl en su versión española 26. En el estudio en alumnos colombianos de educación secundaria y media se encontraron correlaciones negativas entre el IMC y las dimensiones del autoconcepto de condición física y competencia percibida (p<0,05), así como entre el IMC de los hombres y la competencia percibida y la condición física (p<0,05), y entre el IMC de las mujeres y la competencia percibida (p<0,05). Estos resultados coinciden con un estudio realizado en una muestra de 849 adolescentes mexicanos, en el cual el IMC se correlacionó negativamente con el autoconcepto físico y el autoconcepto general (p<0,05); en dicho estudio tanto el IMC de los hombres como el de las mujeres se correlacionó de forma negativa con el autoconcepto físico (p<0,05) 10. En conclusión, los resultados reportados en este estudio evidenciaron mayores niveles de autoconcepto físico en las mujeres en las dimensiones de apariencia y autoestima, mientras que los hombres presentaron valores superiores en la fuerza, la competencia percibida y la condición física. Asimismo, las mujeres reportaron mayores valores en el IMC, pero, a la vez, cifras más altas de actividad física, excepto en la variable de caminata. En cuanto a la calidad de vida relacionada con la salud, los hombres tuvieron mejores resultados en la salud general, la función física, el rol físico, el rol emocional, el dolor corporal, la salud mental y la vitalidad. Por último, los resultados de este estudio reflejan una relación estrecha entre el IMC y el autoconcepto de condición física y competencia percibida, y entre este y la salud general, la función física, la salud mental y la vitalidad. Asimismo, se encontraron relaciones entre el sedentarismo y la salud general, el dolor corporal y el rol físico en la muestra de escolares analizada.