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Universitas Humanística
Print version ISSN 0120-4807
univ.humanist. no.74 Bogotá July/Dec. 2012
Investigación cualitativa: el análisis temático para el tratamiento de la información desde el enfoque de la fenomenología social1
Qualitative Resarch: the Thematic Analysis for the Treatment of Information from the Approach of the Social Phenomenology
Pesquisaqualitativa: a análise temática para o tratamento da informaçãoa partir daabordagem dafenomenologia social
María Dilia Mieles Barrera2
Universidad del Magdalena, Santa Marta, Colombia3
mariadilia61@gmail.com
Graciela Tonon4
Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Buenos Aires, Argentina5
gracielatonon@hotmail.com
Sara Victoria Alvarado Salgado6
CINDE7
Universidad de Manizales, Manizales, Colombia8
doctoradoumanizales@cinde.org.co
1Este artículo corresponde a una revisión sobre los desarrollos históricos de la investigación cualitativa en el ámbito de las ciencias sociales; se abordan fundamentos epistemológicos, teóricos y conceptuales, se reseñan algunas controversias en torno a la construcción y validación del conocimiento, y se sugiere el uso del análisis temático como un procedimiento para la sistematización y tratamiento de la información en el ámbito de la fenomenología social. Fue elaborado en el marco del Seminario de Fundamentación: "Reflexiones epistemológicas y metodológicas de las ciencias sociales: posibilidades y opacidades para pensar la niñez y la juventud", Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, CINDE-Universidad de Manizales.
2Magíster en Educación, Universidad del Norte, Barranquilla (Colombia).
3Profesora Asociada, Universidad del Magdalena, Santa Marta (Colombia). Directora del Grupo de Investigación en Educación Infantil.
4Doctora en Ciencia Política, üsal (Argentina). Estudios post-doctorales, CIMESS - Universita degli Studi di Firenze (Italia). Magíster en Ciencia Política, IDAES-UNGSM (Argentina). Licenciada en Servicio Social, UMSA (Argentina).
5Directora de UNI-COM, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Lomas de Zamora (Argentina). Profesora estable, Doctorado en Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Palermo (Argentina).
6Doctora en Educación, nova University - CINDE, Florida (Estados Unidos), del CINDE y la Universidad de Manizales.
7Directora del Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud.
8Directora del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud. Directora de la Línea de Investigación en Socialización política y construcción de subjetividades.
Recibido: 13 de febrero de 2012 Aceptado: 19 de junio de 2012
Resumen
La difusión y creciente popularidad de la investigación cualitativa en las ciencias sociales, hacen necesario reconstruir su historia y revisar de forma permanente sus supuestos epistemológicos, evidenciar las críticas y señalar formas cada vez más eficaces y replicables de procesar la diversa información recopilada en los procesos de investigación, acciones inherentes al proceso de reflexividad propia de esta forma de asumir el mundo humano y social. En este artículo asumimos una parte de las demandas señaladas y presentamos desde autores clásicos los aportes que han contribuido a esclarecer y fundamentar con mayor rigor científico esta no tan nueva mirada, que asume a las personas desde sus biografías y contextos culturales, sociales, políticos y económicos como constructores de sentido y capaces de interpretar sus condiciones de vida, lo cual permite el intercambio intersubjetivo con los investigadores y posibilita la comprensión/interpretación de los diversos mundos y prácticas sociales, para poner a prueba, construir o replantear teorías.
Palabras clave: Ciencias sociales, Investigación cualitativa, Enfoque hermenêutico, Fenomenología social, Análisis temático.
Palabras clave descriptores: Fenomenología, Investigación en ciencias sociales, Investigación cualitativa.
Abstract
The recent diffusion and popularity of qualitative method in Social Sciences makes the reconstruction of its history necessary, and suggests it is crucial to permanently review its epistemological precepts, highlight critical remarks and point out more efficient and replicable manners of processing the diverse sorts of information gathered from the research processes. Those actions are inherent to the process of reflexivity, which belongs to this way of conceiving the human and the social world. We assume part of the aforementioned requests and present the contributions to elucidate and rigorously support this not-so-new approach, which regards people (from their biographies and their cultural-political-social and economic contexts) as sense builders and capable beings to understand their own life conditions. The inter-subjective exchange with researchers and the comprehension and interpretation of diverse worlds and social practices allows us to construct or redefine theories.
Key words: Social sciences, Qualitative method, Hermeneutic approach, Social phenomenology, Thematic analysis.
Key words plus: Phenomenology, Social science research, Qualitatyve research.
Resumo
A divulgação ecrescente popularidade da pesquisa qualitativa em ciências sociais, ê necessário reconstruira sua história e permanentemente revisar suas provas, epistemológicadas crítica se observou processo cada vez mais eficaz e mais reproduzível da informação recolhida em diferentes processos acções de investigação inerentes ao processo de reflexividadese, assim, assumindo que o mundo humano e social. Neste trabalho assumimos uma parte dos sinistros declaradose apresentados a partir de contribuições clássicas que têm ajudou a esclarecere fundamentar com maior rigor científico não ê tãonovo visual, o que leva as pessoas a partir de suas biografias e construtores cultural, social, política e económica como de significado e podem interpretar suas condições de vida, o que permite a troca pesquisadores intersubjetivas e permite a compreensão/interpretação dos vários mundos e práticas sociais para testar, desenvolver ou repensar as teorias.
Palavras-chave: Ciências Sociais, Pesquisa qualitativa, Abordagem hermenêutica, Fenomenologia social, Análise temática.
Palavras-chave descritores: Fenomenologia, Pesquisa em ciências sociais, Pesquisa qualitativa
Introducción
La complejidad derivada del estudio de las distintas manifestaciones de la realidad humana y social, ha implicado para los científicos sociales una profunda reflexión sobre sus fundamentos y prácticas, la búsqueda de principios epistemológicos y la construcción de nuevos métodos y técnicas de investigación más acordes con las características específicas de lo humano, en la perspectiva de superar el monismo metodológico heredado de las ciencias naturales.
Estos retos y la necesidad de las ciencias sociales de lograr un mayor entendimiento de su quehacer, impulsan el diálogo con la tradición hermenéutica y fenomenológica como posibilidades de reflexión sobre las pretensiones de verdad del conocimiento construido y la comprensión/interpretación apropiada de los asuntos humanos en contextos socioculturales determinados.
Es así como adquiere vigencia la investigación cualitativa, que reivindica la realidad subjetiva e intersubjetiva como campo de conocimiento, la vida cotidiana como escenario básico de investigación, el diálogo como posibilidad de interacción, e incorpora la multidimensionalidad, diversidad y dinamismo como características de las personas y sociedades.
De ello se deriva el surgimiento de diversos métodos y técnicas de investigación, que pretenden dar cuenta de asuntos tan complejos como los sentimientos, las emociones, las percepciones, la significación de las acciones humanas, entre otros, que requieren poner en juego el acervo teórico y la capacidad del investigador, pero también su creatividad, intuición, sentido ético y estético, para desarrollar procesos de investigación sistemáticos, rigurosos y documentados que cualifiquen las prácticas científicas, contribuyan a la comprensión de los hechos humanos e impulsen procesos de transformación y emancipación.
Esta manera de asumir la investigación es criticada sobre todo desde los enfoques cuantitativos derivados de propuestas epistemológicas que asumen la dicotomía entre el sujeto que investiga y los sujetos investigados, la objetividad del conocimiento, la necesidad de generalización, y utilizan los criterios de confiabilidad y validez para juzgar el conocimiento elaborado (Sarantakos, 2005). Ello impulsa a ampliar el horizonte epistemológico y a plantear y discutir criterios de evaluación propios de la investigación cualitativa.
En este artículo se retoman algunos hechos significativos en la historia de la investigación cualitativa, se abordan fundamentos epistemológicos, teóricos y conceptuales, se revisan criterios planteados específicamente para evaluar los procesos y producción científica de la investigación cualitativa, y se plantea la opción del análisis temático como una forma rigurosa y sistemática de procesar información cualitativa, en el marco de la fenomenología social.
Algunos hitos en la historia de la investigación cualitativa
El desarrollo de los estudios culturales, sociales y humanos respondió al desafío que generaron las revoluciones francesa e industrial durante el siglo XVIII y principios del siglo XIX, ya que hasta entonces la sociedad no constituía un problema para la conciencia, puesto que se consideraba que las relaciones sociales, la cultura, el pasado y el futuro funcionaban inercialmente de manera similar a las fuerzas primarias del universo.
Al constituirse y ampliarse las ciudades por la migración masiva debido al auge de las empresas industriales y manufactureras, con la consecuente expansión del comercio y la construcción de medios de transporte masivo como el ferrocarril, surgen problemáticas relacionadas con la salud, el bienestar y la educación. A través de testimonios fotográficos e informes periodísticos, se evidenciaron las condiciones infrahumanas y los problemas sociales más preocupantes (Bogdan y Biklen, 1992).
A mediados del siglo XIX, Henry Mayhew (1861) publica la obra London Labour and the London Poor, donde a través de entrevistas en profundidad e historias de vida, presenta una descripción de las condiciones de vida de las personas pobres y realiza estudios descriptivos sobre la situación de trabajadores y desempleados en las zonas deprimidas de la ciudad. Igualmente significativo es el trabajo de Frédéric Le Play, quien al finalizar el siglo XIX, estudió las familias de clase trabajadora a través de la observación participante, en contextos como el trabajo, el juego, la iglesia y la escuela, publicando en 1878 el primer volumen de Les Ouvriers Européens, donde se describe con detalle la vida de las familias de clase trabajadora en Europa. Por la misma época, otro estudio relevante fue el de Charles Booth (1889), Life and Labour of the People, sobre la pobreza; él vivió de forma anónima entre las personas que estudió, para elaborar una amplia y detallada descripción de la naturaleza de la pobreza en Londres (Sandín, 2003).
Estas crisis en la sociedad europea pasaron a convertirse en un problema, en cuanto se hizo evidente la ignorancia teórica de dicha sociedad para comprenderse a sí misma. De esta manera, fue quedando expedito el camino para la aparición de las ciencias del hombre y en particular de aquellas ciencias que conciernen a la sociedad (Mardones y Ursúa, 2003).
Las ciencias sociales tienen sus raíces en el siglo xvi, en el que se implantó la necesidad de construir un conocimiento "objetivo" validado empíricamente. Con el resurgimiento de la universidad -que había estado estrechamente unida a la Iglesia desde su nacimiento hasta finales del siglo XVIII-, ésta se constituyó en el principal centro para la construcción de conocimiento, y por diversas transformaciones hizo posible la división del saber acerca del hombre y la sociedad en variados campos que lograron paulatinamente cierta autonomía hacia la primera mitad del siglo XIX. Este siglo está marcado por esa "disciplinarización y profesionalización del conocimiento, es decir, por la creación de estructuras institucionales permanentes diseñadas tanto para producir nuevo conocimiento como para reproducir a los productores de conocimiento" (Wallerstein, 1996, p. 19). Sin embargo, esta diversificación fue reconocida formalmente solo hacia mediados del siglo XX.
El establecimiento de las diferentes disciplinas, de acuerdo con Wallerstein (1996),
se fundamentó en la creencia de que la investigación sistemática requería una concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad, la cual había sido racionalmente dividida en distintos grupos de conocimientos. Esta división racional prometía ser eficaz, es decir, intelectualmente productiva (p. 20).
Es así como, en las primeras décadas del siglo XX, los saberes se organizan en una triple perspectiva epistemológica. Por una parte, las ciencias naturales, dedicadas al estudio de sistemas propios de la naturaleza; las humanidades, orientadas a las letras y las artes, y las ciencias sociales, que centran su atención en hechos, fenómenos y procesos sociales. Buena parte del debate entre las distintas ciencias y disciplinas durante este periodo, se centró en definir lo que distingue a cada una de las demás y en determinar cuáles métodos de investigación podían conducir al conocimiento más amplio y profundo de aquello que definieron como su objeto de estudio.
Entonces, el periodo que se señala como inicial de lo que hoy denominamos como investigación cualitativa, se ubica a comienzos del siglo XX y se desarrolla a lo largo de éste en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia a través de las escuelas de sociología y antropología de Chicago, Columbia, Harvard y Berkeley (Denzin y Lincoln, 1998). En el campo de la antropología son pioneros los estudios de Bronislaw Malinowski, quien revolucionó el conocimiento antropológico con la publicación de la obra Una teoría científica de la cultura (1922/1970), en la que fundamenta sus planteamientos sobre la necesidad de profundizar en el trabajo de campo como herramienta básica para la comprensión de las culturas y sustenta la validez de la observación participante. Igualmente son destacables de esta época las investigaciones etnográficas desarrolladas por Margaret Mead, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928/1995) y Creciendo en Nueva Guinea (1930), centradas en la crianza de niños y adolescentes, que evidencian su concepción holística de la cultura.
La Escuela de Chicago, que tuvo su origen en la Universidad de Chicago, en la que Albion W. Small fundó en 1892 el Departamento de Sociología, considerado el primero y más importante del mundo, agrupó a investigadores sociales que trabajaron en ese departamento de 1920 a 1930, quienes contribuyeron en gran medida al desarrollo de los métodos cualitativos, a través del enfoque interaccionista que acentúa la naturaleza social e interactiva de la realidad, las relaciones entre el individuo y la sociedad, enfatizando en el significado de la realidad social que se construye, reconstruye y transforma a través de las generaciones y de la interacción social (Metz, 2000). Una obra representativa de la Escuela es la escrita por Thomas y Znaniecki (1918/1958), denominada The Polishpeasant in Europe and America, que se centró en el análisis cualitativo de documentos personales y públicos, muy lejano de los estudios empíricos.
La influencia de la Escuela de Chicago decreció a partir de los años treinta por razones como la recesión económica denominada la "Gran Depresión" -que afectó la financiación de proyectos de investigación-, el cambio en la orientación de los estudios y las divergencias políticas y metodológicas entre los sociólogos de la Escuela, al igual que la jubilación o fallecimiento de los fundadores. Sin embargo, sociólogos como Everett Hughes y Mirra Komarovsky realizaron significativas investigaciones en el campo de la sociología del empleo y sobre la mujer en la educación superior, respectivamente.
En la década de los cincuenta volvieron a florecer las investigaciones cualitativas en razón al incremento de los problemas sociales. Estudios en los que no solo participaron sociólogos y antropólogos, sino también escritores, periodistas, investigadores del ámbito no académico y agencias gubernamentales, entre otros, que tenían como propósito documentar y describir la naturaleza e incidencia de los problemas sociales, económicos y políticos más agudos.
Pero son los años sesenta los que se consideran la "edad dorada" o modernista de la investigación cualitativa (Denzin y Lincoln, 1998); los investigadores centraron sus esfuerzos en formalizar de manera sistemática y rigurosa los métodos y análisis de datos cualitativos. Es indicadora de esta preocupación la obra de Glaser y Strauss, The Discovery of Grounded Theory (1967), que refleja el avance teórico y metodológico.
De los años 1970 a 1985, la investigación cualitativa entra en la etapa denominada por Denzin y Lincoln (1998) como de los "géneros desdibujados" o "borrosos", debido a que los límites entre las ciencias sociales y las humanidades comenzaban a diluirse. En este lapso los investigadores cualitativos contaban con una variedad de métodos y estrategias de investigación y con perspectivas teóricas como el interaccionismo simbólico, constructivismo, positivismo, postpositivismo, fenomenología, etnometodología, marxismo crítico, semiótica, estructuralismo, feminismo, y con diversos enfoques étnicos y culturales. Se utilizaron métodos como la teoría fundada, los históricos y biográficos, la investigación clínica y el estudio de casos, entre otros. Se diversificaron las estrategias de recolección de la información y empezó a masificarse el uso de herramientas informáticas para su almacenamiento y tratamiento.
A partir de 1985 se produce una doble crisis de representación y legitimación (Denzin, 1994) influida por los enfoques postestructuralistas, al cuestionar la posibilidad que tiene el investigador de aprehender de forma directa la realidad y las experiencias de vida, y por los serios replanteamientos de los tradicionales criterios de valoración de la investigación.
Las discusiones más recientes a las que se ha denominado "periodo post-experimental" (Denzin y Lincoln, 2000), se centran en los criterios de evaluación de los estudios cualitativos y en cuestionamientos acerca de las aplicaciones prácticas y sociales de éstos. Es igualmente significativa la reivindicación de una investigación más activa, participativa y crítica, la búsqueda de un conocimiento más contextual -superando las grandes narrativas- que responda a situaciones particulares en el ámbito local, contribuyendo al desarrollo de una sociedad democrática y libre (Sandín, 2003). Así mismo, se requiere de la comunidad investigadora un ejercicio de reflexividad (Alvenson y Skõldeberg, como se cita en Sandín, 2003) que aborde no solo la postura del investigador en cuanto a los fundamentos ontológico-epistemológicos y metodológicos en que se basa la actividad investigadora, sino, y más importante, de las implicaciones éticas, sociales y políticas de la propia investigación, lo que supone entenderla como un acto y un discurso moral. De la misma manera, las ciencias sociales se convierten en un lugar donde se insertan conversaciones críticas acerca de la democracia, raza, género, clase, nación, libertad y comunidad (Denzin y Lincoln, 2000).
La discusión frente a los métodos
En el plano de los métodos de investigación en las ciencias sociales, se enfrentan las perspectivas nomotética e ideográfica (Windelban, como se cita en von Wright, 1979). La primera de ellas fuertemente influida por la filosofía positivista representada por Augusto Comte (1984) y Stuart Mill (1917), con principios como el monismo metodológico, al considerar que el método científico -propio de las ciencias naturales- era el único posible de aplicar en toda investigación, independiente del objeto por tratar; la consideración de la física matemática como el modelo de toda ciencia, por ser la primera en alcanzar el estado positivo, superando el teleológico y metafísico; la explicación científica, entendida como una explicación causal que permitía incluir casos individuales en leyes generales.
La ideográfica se levanta frente a la propuesta positivista teniendo como fundamento la filosofía fenomenológica de Husserl y el enfoque comprensivo-hermenéutico sustentado por autores como Dilthey (1944), Weber (1971), Rickert (1943), Gadamer (1997), Morin (1984), Ricoeur (1985), entre otros, quienes coincidieron en el rechazo al monismo metodológico propuesto por el positivismo. Tampoco aceptaron el canon de las ciencias exactas como el único conveniente para una comprensión racional de la realidad, haciendo visibles las diferencias entre aquellas ciencias que buscan establecer generalizaciones sobre fenómenos reproducibles y predecibles, de aquellas otras que tratan de comprender individualidades únicas. Se rebelaron también ante la explicación causal positivista. Es así como Droysen (1983) planteó, parece que por primera vez, la dicotomía metodológica entre explicación (Erklären) y comprensión (Verstegen), ya que el objetivo de las ciencias naturales consiste en explicar los fenómenos, en cuanto a que el propósito de la historia es comprenderlos.
Dilthey (1944) elaboró y sistematizó esta propuesta metodológica al rechazar la tendencia de fundar un conocimiento sobre lo humano siguiendo los procedimientos de las ciencias naturales. Su propósito es desarrollar una metodología apropiada para el entendimiento de las obras humanas, que eluda el reduccionismo y mecanicismo de las ciencias naturales. La vida debe ser entendida a partir de la propia experiencia de la vida. Desde la perspectiva de Dilthey (1944), la experiencia concreta, y no la especulación, representa el único punto de partida admisible para desarrollar lo que denomina las ciencias del espíritu o del hombre. Una idea central de su planteamiento es que el pensamiento no puede ir más allá de la vida reivindicando un conocimiento objetivamente válido, que lo acerca al ideal de las ciencias naturales (Echeverría, 1993). No obstante, el gran objetivo de Dilthey consiste en desarrollar una metodología apropiada para el entendimiento de las obras humanas, a partir de su planteamiento hermenéutico que se centra en tres conceptos: la experiencia, la expresión y la comprensión o entendimiento.
Por su parte, Gadamer (1997) plantea que las ciencias sociales tienen como campo de estudio la realidad propiamente humana y critica las formas de objetivación heredadas de las ciencias naturales; es necesario, entonces, preguntarse qué es comprender lo humano y qué tipo de comprensión permite mantener el carácter de cientificidad. Estas preguntas constituyen aspectos centrales de la filosofía hermenéutica, en cuanto asume la comprensión como el ámbito en el cual se da la experiencia humana.
Desde la perspectiva de Gadamer (1997), el saber de lo humano es producto del devenir sociohistórico de las comunidades y existe antes de cualquier intento de construir conocimiento científico. En la constitución de este saber han sido decisivos los procesos de formación, el sentido común, los gustos y la capacidad de juicio. Ello implica que cualquier comprensión ha de hacerse teniendo en cuenta los contextos que la producen, prescindiendo de cualquier pretensión de generalización. Los conceptos de formación, sentido común, gusto y capacidad de juicio, como elementos centrales para la construcción de conocimiento en las ciencias sociales y humanas, remiten a la racionalidad práctica como expresión de la vida cotidiana: este es su ámbito de investigación, lo que implica pensarlas por fuera de las ciencias naturales y los métodos de investigación que en ellas se aplican.
Tal como lo plantean Alvarado y Ospina (2009), Gadamer se ha preocupado por superar tanto la hermenéutica clásica de la interpretación de los textos, como la hermenéutica romántica representada, entre otros, por Dilthey, mediante la investigación fenomenológica, apuntando a la estructura ontológica del ser humano como ser histórico.
Ricoeur (1985) ha propuesto entender las ciencias sociales como ciencias hermenéuticas, en tanto su metodología "desarrolla la misma clase de procedimientos que la interpretación de los textos" (p. 47). Las acciones humanas pueden convertirse en objeto para las ciencias sociales en la medida en que la investigación tenga la capacidad de superar la situación de interacción que se encuentra en la base de una práctica para volverla un texto, tal y como una situación de interlocución es superada por la escritura.
Al igual que un texto, la acción humana es una obra abierta, cuyo significado está en suspenso, por el hecho de abrir nuevas referencias y recibir nueva pertinencia de ellas, los hechos humanos están esperando, igualmente, nuevas interpretaciones que decidan su significación. De este modo, los acontecimientos y hechos significativos se encuentran abiertos a este tipo de interpretación práctica a través de la praxis actual. Además, la acción humana está abierta a cualquiera que pueda leer (Ricoeur, 1985, p. 59).
Por ello, las acciones humanas pueden ser interpretadas de maneras distintas; esta perplejidad metodológica, para Ricoeur (1985), se funda en la naturaleza del propio objeto estudio y en las diversas interpretaciones que pueden tener en un contexto y época determinados; por ello, cada vez que se comprende, se comprende de una manera distinta; el sentido de un texto no se agota nunca (Herrera, 2009).
En referencia al debate entre la explicación y la comprensión, Ricoeur (2002) plantea que la hermenéutica es capaz de poner en cuestión estos dos enfoques, en el marco de una dialéctica dentro de la cual comprensión y explicación aparecen como momentos relativos de un proceso complejo llamado interpretación.
En diálogo con estos planteamientos, Morin (1984) atribuye el "paradigma simplificante" de la ciencia moderna a la propuesta de Descartes que escindió el sujeto (ego cogitans) del objeto (res extensa). El sujeto fue remitido al campo de la metafísica "sobre la base de que la concordancia entre experimentaciones y observaciones de diversos observadores permitía llegar a un conocimiento objetivo" (p. 314), y el objeto fue remitido al campo de la ciencia. Dentro de esta simplificación, además, se establecieron como modelo de verdad las "ideas claras y distintas". Por tanto, los fundamentos de la investigación clásica instaban a que la complejidad de los fenómenos fuera explicada a través de "principios simples", que se lograban aplicando dos procesos: la disyunción que aísla los objetos, "no sólo los unos de los otros, sino también de su entorno y su observador" (Morin, 1984, p. 44), y la reducción, que permite
unificar lo diverso o múltiple, bien sea con lo elemental o lo cuantificable; así el pensamiento reductor no concede la "verdadera" realidad a las totalidades, sino a los elementos; no a las cualidades, sino a las medidas; no a los seres y a los existentes, sino a los enunciados formalizables y matematizables (p. 44).
Para Morin (1984), la ciencia moderna apoyó su labor en lo regular, lo invariable, lo estable y lo universal; este determinismo se impuso "en el seno de una visión experimentalista que arrancaba los objetos de sus entornos" (p. 105). Al trasladar estos principios a la investigación del mundo social, la construcción de conocimiento queda
restringida a la coherencia entre los conceptos, la validez o representatividad del método, su consistencia con el marco teórico específico o la precisión y exactitud de los lenguajes con los que se describe y explica la realidad; una cuestión puramente teórica separada del mundo que se quiere comprender (Herrera, 2009, p. 33).
Por ello, Morin (1994) propone tomar conciencia de los paradigmas que mutilan el conocimiento y desfiguran lo real, y formula la idea de un pensamiento complejo, que evite la reducción/disyunción/ separación del conocimiento.
En estas dos tradiciones -nomotética e ideográfica- se funda el debate que llega hasta nuestros días entre los enfoques explicativos -principalmente cuantitativos-, por un lado, y los enfoques comprensivos -fundamentalmente cualitativos-, por otro, utilizados en investigaciones en el campo de las ciencias sociales, llegando hasta la descalificación y negación del carácter científico de uno u otro para dar cuenta de las complejas realidades sociales, estableciendo dicotomías absolutas o proponiendo su complementariedad (Bericat, 1998).
Desde el enfoque cualitativo, la realidad epistémica requiere, para su existencia, de un sujeto cognoscente, el cual está influido por una cultura y unas relaciones sociales particulares que hacen que ésta dependa para su definición, comprensión y análisis, del conocimiento de las formas de percibir, pensar, sentir y actuar propias de esos sujetos cognoscentes. Se asume, entonces, que el conocimiento es una creación compartida a partir de la interacción entre el investigador y el investigado, en la cual los valores median e influyen la generación del conocimiento, lo que hace necesario insertarse en la realidad objeto de análisis para poder comprenderla tanto en su lógica interna como en su especificidad. La subjetividad e intersubjetividad se conciben como los medios e instrumentos por excelencia para conocer las realidades humanas y no como un obstáculo para el desarrollo del conocimiento, como lo asumen el positivismo y el postpositivismo (Parra, 2005; Sandoval, 1996).
En relación con el modo de construir conocimiento, desde la perspectiva cualitativa la indagación es guiada por lo que algunos llaman un diseño emergente, en contraposición a un diseño previo. La investigación cualitativa se estructura a partir de los sucesivos hallazgos que se van realizando durante el transcurso de la investigación, es decir, sobre la marcha de ésta. La validación de las conclusiones obtenidas se hace a través del diálogo, la interacción, la vivencia, las que se van concretando mediante consensos nacidos del ejercicio sostenido de los procesos de observación, reflexión, diálogo, construcción de sentido compartido y sistematización (Briones, 1996).
El enfoque fenomenológico-hermenéutico en la construcción de conocimiento en ciencias sociales
La perspectiva fenomenológico-hermenéutica concibe y sustenta las ciencias sociales como ciencias comprensivo-interpretativas; es así como en los inicios del siglo XX, Husserl (1992 y 1994), desde una perspectiva cercana al idealismo, desarrolló los fundamentos de la fenomenología en el campo de la filosofía:
a) Para captar el fluir y contenido de la conciencia, debemos limitarnos a describir lo que se presenta en ella, sin dejarnos condicionar por las teorizaciones que pudimos haber hecho sobre ese contenido.
b) La descripción señalada antes muestra que en el fluir de la conciencia se presentan, además de referencia a objetos concretos, referencia a esencias ideales.
Husserl (1992) destaca la prioridad de la conciencia y la subjetividad. Para este filósofo, el mundo no está constituido solo por hechos y eventos; también lo integran valores, bienes, etc. Se trata de un mundo práctico9, con elementos bellos y feos, agradables y desagradables, entre otros; por tanto, es necesario situarse más allá de lo fáctico. Pasar del mundo de los hechos -basados en la experiencia- al mundo de la vida -fundado en las vivencias-, implica pasar de la perspectiva natural a la perspectiva fenomenológica.
La perspectiva fenomenológica consiste básicamente en eliminar todo lo que no sea inmediato y originario. Eliminar todo lo que se ha insertado subrepticiamente en la conciencia como forma de explicación, de especulación o de suposición. De ahí que el recurso fenomenológico por excelencia sea lo que Husserl (1992) llama la epojé, haciendo uso de un vocablo griego que significa desconexión, no compromiso, suspensión del juicio. Se trata de una forma de "poner entre paréntesis" y, por consiguiente, de una forma de duda (Parra, 2005).
A partir de los planteamientos de Husserl, Schutz (1993) se propone construir una sociología sobre bases fenomenológicas, dando a ésta una dimensión social, lo que implica construir una sociología comprensiva, que se centra en el fenómeno de la intersubjetividad. Entre las preguntas que sustentan esta construcción teórica, están las siguientes: ¿cómo conocemos el contenido de la mente de otras personas?, ¿cómo conocemos a otros yo?, ¿cómo se produce la reciprocidad de perspectivas entre personas diferentes?, ¿cómo se produce la comprensión y la comunicación entre las personas? A diferencia de Husserl (1992), que estudia la intersubjetividad en la propia conciencia, Schutz (1993) lo hace en el mundo social.
El mundo intersubjetivo, dice Schutz, no es un mundo privado. Al contrario, es común para todos los hombres en cuanto todos pueden tener la experiencia de la intersubjetividad. Ella existe en el presente "vivido", en el cual hablamos y nos escuchamos unos a otros. O, como dice el autor: "esta simultaneidad" -la que se da en la interacción entre las personas- es la esencia de la intersubjetividad y significa que -en ella- se capta la subjetividad del "alter ego", al mismo tiempo que vivo en mi propio flujo de conciencia (Natanson, como se cita en Briones, 1996. p. 60).
Un concepto que se considera fundamental en la concepción de Schutz (1993) para la construcción de conocimiento en las ciencias sociales, es el de mundo de la vida cotidiana, que se caracteriza por ser compartido, intersubjetivo, donde conviven distintos sujetos, distintas subjetividades que van rearticulando experiencias contextualizadas. Pero este mundo social es pre-reflexivo, es decir, actúa en un nivel de conocimiento de sentido común, que está al alcance de todos los sujetos, aunque diferenciado socialmente. En el mundo del sentido común -que es propio del ámbito de las ciencias sociales-, los sucesos que viven los sujetos se asumen como familiares y típicos; por tanto, se presentan a la conciencia como no problemáticos, haciendo evidente la pre-reflexividad.
Sin embargo, los eventos que se salen de la tipicidad, que no son familiares, sí se presentan de forma problemática a la conciencia del sujeto, ya que no puede relacionarlos con el legado cultural que ha asimilado a través de la socialización. En esta perspectiva, uno de los aportes de Schutz (1993) para la comprensión del mundo de la vida es lo relacionado con la determinación histórico-contextual de la biografía. Los elementos de esa historia biográfica del sujeto son en realidad los que determinan las motivaciones que el sujeto puede tener para actuar, proyectarse en el mundo y relacionarse con los otros. Todo ello configura la subjetividad que se pone en comunicación en la intersubjetividad.
Son esos elementos presentes en la intersubjetividad (Ritzer, 1993) los que posibilitan el intercambio en la relación cara a cara, a partir de lo cual se construye el mundo social que hace posible todas las formas de intercambio social y la acción misma. La acción está determinada, entonces, por la biografía y las tipificaciones que le dan sentido en la perspectiva de la consecución de fines, lo que aleja al sujeto del actuar azaroso o sin sentido y le permite abordar cualquier actividad en el mundo del sentido común desde un punto de vista comprensivo-interpretativo.
Las propuestas de Schutz (1993) fueron retomadas por Berger y Luckmann (2003), quienes se trazaron como propósito principal la reconstrucción de las construcciones sociales de la realidad. Parten de la convicción de que los sujetos crean la sociedad y de que ésta se convierte en una realidad objetiva que, a la vez, crea a los sujetos. El concepto básico es el de intersubjetividad, el encuentro por parte del sujeto de otra conciencia que va constituyendo el mundo en su propia perspectiva. Igual que Schutz (1993), Berger y Luckmann (2003) conciben la vida cotidiana como una realidad intersubjetiva, compartida con otros. La interacción cara a cara es la más importante de las experiencias de interacción social, porque de ella se derivan todas las demás situaciones de interacción.
Desde los planteamientos de Schutz (1993), caracterizados como sociología fenomenológica, y de Berger y Luckmann (2003), denominados sociología del conocimiento, se construye una "nueva sociología" desde la convicción de que:
La sociedad no es un "sistema independiente" mantenido mediante relaciones de factores externos a los miembros de aquella, sino que la característica crucial de la realidad social es la posesión de una estructura intrínsecamente significativa, constituida y sostenida por las actividades interpretativas rutinarias de sus miembros individuales. El carácter "objetivo" de la sociedad, por tanto, no es una realidad independiente a la que están sujetos, no se sabe cómo, los individuos, por el contrario, la sociedad posee cierto grado de objetividad gracias a que los actores sociales, en el proceso de interpretación de su mundo social, exteriorizan y objetivan. La sociedad sólo es "real" y "objetiva" en la medida en que sus miembros la definen como tal y se orientan ellos mismos hacia la realidad así definida (Carr y Kemmis, 1989, p. 99).
La perspectiva interpretativa de las ciencias sociales recibe críticas que van desde las objeciones positivistas que pretenden valorar el conocimiento desde sus propios cánones, como también de quienes señalan que las ciencias sociales no se agotan en la tarea de establecer las interpretaciones correctas de las intenciones y los significados de la acción social, así como de aquellos que afirman que no se tienen en cuenta situaciones en que puede ser ilusoria o engañosa la percepción que tienen las personas acerca de lo que hacen, sienten o piensan.
Críticas y propuestas frente al manejo de la información en investigación cualitativa
Uno de los aspectos que genera polémica permanente en la investigación cualitativa es el relacionado con el tratamiento de la información y los resultados, no solamente desde la perspectiva de quienes se ubican en la orilla de la investigación explicativa, sino también en el interior de las comunidades que desarrollan investigaciones en el marco del enfoque interpretativo.
Desde los parámetros de la epistemología clásica, la investigación cualitativa es emergente o alternativa, lo que podría ponerla en desventaja frente a la investigación cuantitativa denominada clásica; igualmente, a la investigación cuantitativa se le denomina racionalista, mientras que a la cualitativa de le denomina naturalista; mientras la cuantitativa es realista, la otra es hermenéutica, tal como lo plantea Masías (2005):
con todas sus imprecisiones, en estas apuestas hay bastante de cierto: la investigación cualitativa hasta ahora no ha prevalecido, no es ni ha sido una propuesta hegemónica; frente a la manera convencional de concebir la investigación en ciencias sociales, ha emergido como una alternativa; al predominio de la razón, este proyecto intelectual le ha opuesto la imaginación y la intuición; y a los límites de la objetividad científica ha querido oponerle el sustento filosófico de la hermenéutica y más recientemente del constructivismo. Este juego de calificativos, que dan cuenta de los difíciles movimientos en busca de una identidad filosófica y también política, expresan igualmente los problemas que se han debido de sortear desde el punto de vista epistemológico, básicamente el estatuto de cientificidad de esta concepción alternativa (pp. 124-125).
Desde la epistemología clásica, entendida como la reflexión filosófica sobre asuntos como los métodos de investigación, la objetividad del conocimiento y la generalización, entre otros, la investigación cualitativa recibe permanentes críticas.
Se afirma que "los métodos cualitativos están poco descritos y carecen de procedimientos prescriptivos, de manera que a menudo los investigadores particulares tienden a adaptar técnicas más que a adherir a los protocolos recomendados" (Morse, 2003, p. 5). Más allá de esto, se critica el hecho de no seguir un "método", en la acepción tradicional del término, y que no haya un procedimiento que le sea propio, le dé identidad y asegure la validez del conocimiento construido.
Al respecto Morse (2003) plantea:
Los procesos cognitivos reales inherentes al análisis, los procesos de síntesis que llevan a la agregación de categorías, las estrategias para vincular categorías, y las decisiones y procesos de falsación y confirmación en el desarrollo de la teoría siguen siendo misteriosos... (p. 30).
Por ello casi siempre se desarrolla investigación cualitativa bajo la guía de un investigador experimentado, que ha logrado experticia para abordar el tratamiento de la información y la construcción de conocimiento.
En este sentido, se afirma que tradicionalmente ha existido cierto desinterés de los investigadores cualitativos para hacer explícito el combate cognitivo que hay detrás de la construcción de un modelo o teoría, lo que ha dado como resultado que se considere a la investigación cualitativa como elemental o poco científica. Además, al no "comprobar" la teoría, se cree que no se puede generalizar, lo cual tiene implicaciones para la consecución de financiación e incluso para la aceptación de artículos en revistas indexadas (Morse, 2003).
Otro asunto relevante es el criterio-problema de la objetividad: el estudio de la subjetividad desde la subjetividad misma, objeto privilegiado de la investigación cualitativa, no lo consideran sus críticos una aproximación objetiva y, en consecuencia, se aduce que los resultados que se alcancen tampoco lo son. Si un conocimiento no es objetivo, por ende, no es real; puede ser pura imaginación y no es científico (Masías, 2005). De hecho, desde la investigación cualitativa se reivindican la intuición, la creatividad y la agilidad mental como destrezas importantes para considerar en el trabajo del investigador.
El criterio-problema de la generalización es un tercer ámbito de críticas: la investigación cualitativa, en tanto casuística, está vedada a un tipo de conocimiento que revele alguna forma de regularidad del mundo social, y si esto es así, afirman sus críticos, se trata de un tipo de investigación que poco aporta a desentrañar el orden social.
Todas las recriminaciones anteriores desembocan en el criterio-problema de la validez del conocimiento obtenido: no habría en estos conocimientos la mínima posibilidad de su verificación. Bajo el lente de la perspectiva convencional, pues, la investigación cualitativa difícilmente podrá considerarse científica o todavía dista mucho de serlo como para ser tomada en serio. Es solamente sobre una imagen diferente de la ciencia o del conocimiento como puede tener cabida un movimiento que emerge justamente sobre la crítica a la manera legitimada de hacer las cosas. La investigación cualitativa solo podrá ser aceptada si se ensancha el horizonte epistemológico o se conviene en la posibilidad de abrir otro igualmente legítimo. Este parece ser el núcleo de los dilemas de los teóricos y practicantes de la no tan reciente propuesta (Masías, 2005).
Precisamente a partir de estas críticas, Leininger (2003) ha considerado que
los investigadores cualitativos no deben basarse en el uso de criterios cuantitativos tales como la validez y la confiabilidad para explicar o justificar sus hallazgos, dependencia que refleja falta de conocimiento de los propósitos, objetivos y presuposiciones filosóficas diferentes de los dos paradigmas (p. 115).
Más allá de la polémica que genera el concepto de paradigma en el campo de las ciencias sociales -que excede los propósitos de este artículo-, en este texto se asume el concepto desde la perspectiva de Ritzer (1993) como
una imagen básica del objeto de una ciencia que sirve para definir lo que debe estudiarse, las preguntas que es necesario responder, cómo deben responderse y las reglas que es preciso seguir para interpretar las respuestas obtenidas. Es la unidad más general de consenso dentro de una ciencia y sirve para diferenciar a una comunidad científica de otra. Subsume, define e interrelaciona los ejemplares, las teorías y los métodos e instrumentos disponibles (p. 598).
Es así como se plantean dos paradigmas claramente diferenciados (Briones, 1996): el paradigma explicativo -más ligado a lo cuantitativo- y el paradigma interpretativo -más relacionado con lo cualitativo-. Los fundamentos filosóficos del explicativo se hallan en el empirismo y el realismo científico y crítico; la realidad se concibe como única, fragmentable, tangible y simplificada; existe una total separación entre el sujeto y el objeto investigado. Los fundamentos filosóficos del interpretativo se hallan en el idealismo y la hermenéutica; la realidad es múltiple, intangible y holística; sujeto y objeto de investigación son inseparables, se moldean mutuamente. Para el explicativo, la finalidad es explicar, describir, controlar, predecir, verificar y establecer generalizaciones; para el interpretativo es la comprensión de las relaciones internas y profundas, desde el significado y el sentido que los actores sociales atribuyen a los procesos en los que se ven inmersos; por tanto, interesa lo particular.
Por ello, para Le Compte y Goetz (1982), aplicar los criterios de la investigación cuantitativa a la cualitativa viola la filosofía, el propósito y la intención de la perspectiva cualitativa, que es descubrir significados profundos, interpretaciones y atributos de calidad de los fenómenos estudiados, más que obtener resultados cuantitativos mensurables.
Existe preocupación, entonces, acerca del uso por parte de investigadores cualitativos de criterios cuantitativos para interpretar, explicar y apoyar los hallazgos de sus investigaciones. Usar estos criterios reduce la credibilidad de los resultados (Leininger, 2003).
Tal como se ha planteado a lo largo de este texto, los paradigmas son radicalmente diferentes; por tanto, los criterios para evaluar la producción científica también deben serlo. En esa medida, es necesario construirlos y someterlos a debate y revisión crítica constante. Es así como, después de un largo trabajo de aplicación, revisión y discusión, Leininger (2003) ha propuesto seis criterios y definiciones de evaluación:
- La credibilidad, que alude al valor de "verdad" o "verosimilitud" de la información recolectada por el investigador por medio de observaciones prolongadas e interacción dinámica con los informantes. También se entiende como la verdad tal como la conocen, la experimentan o la sienten profundamente las personas que participan en la investigación; se interpreta a partir de los hallazgos con la evidencia coparticipante -lo que incluye realidades objetivas, subjetivas e intersubjetivas-.
- La posibilidad de confirmación, que consiste en corroborar directamente y de manera asidua lo que el investigador ha escuchado, visto, experimentado, recopilado, con respecto al asunto investigado; comprende la confirmación con los informantes de los hallazgos e interpretaciones del investigador, mediante espacios de puesta en común y devolución de información.
- El significado en contexto, que se deriva de tener en cuenta el contexto particular en que se desenvuelven las personas participantes en la investigación y los significados específicos que tienen para ellos las experiencias vividas, lo cual es determinante para lograr una comprensión e interpretación adecuadas y avizorar la posibilidad de aplicación de los resultados en contextos similares.
- Los patrones recurrentes, que son los casos, opiniones, percepciones, secuencias de acontecimientos, experiencias o modos de vida que se repiten y tienden a formar patrones y a ocurrir una y otra vez de maneras determinadas, en contextos similares o diferentes.
- La saturación, que se refiere a la necesidad de incluir toda información que se considere relevante, a la inmersión total en los fenómenos para conocerlos profunda y exhaustivamente. Igualmente, ya que el investigador no encuentra de parte de los informantes más explicación, interpretación o descripción del fenómeno estudiado, tiende a haber una redundancia, obteniendo la misma o similar información a través de diversas formas de indagación.
- La posibilidad de transferencia, que radica en que los resultados particulares de una investigación cualitativa se pueden transferir a otro contexto o situación similar y siguen preservando los significados, las interpretaciones y las inferencias del estudio completo. Como el propósito de la investigación cualitativa no es producir generalizaciones, sino más bien comprensión y conocimiento en profundidad de fenómenos particulares, el criterio de transferencia se centra en las similitudes generales de los hallazgos bajo condiciones, contextos o circunstancias determinadas.
Desde luego, estos criterios deben ser sometidos a discusión y evaluación constantes por parte de los investigadores que se adscriben a estas formas y procedimientos de investigación. Lo importante es que se afiance la distinción entre los dos paradigmas y cada uno mantenga su integridad; en la medida en que se diferencian, pueden dar cuenta de distintas maneras de la complejidad y diversidad de los seres humanos, sus culturas y formas de organización.
El análisis temático: una opción para el tratamiento de la información desde el enfoque de la fenomenología social
Dos aspectos clave en el proceso de investigación cualitativa son el registro y la sistematización de información; estas tareas se cumplen en el lapso entre la recolección y generación de información y la comprensión o interpretación de ella. Lo complejo en este tipo de investigaciones es que gran parte de la información está relacionada con percepciones, imaginarios, actitudes, mitos, opiniones, sentimientos, emociones, modos de vida, valores, actitudes, apreciaciones desde el sentido común, entre otros, recogidos a través de notas de campo, documentos, fotografías, grabaciones, lo cual reviste cierta dificultad para su recuperación si no se trabajan desde el inicio con una determinada forma de organización que permita una recuperación pertinente y ágil.
Tal como plantea Galeano (2001):
La labor de registro y sistematización se hace difícil no sólo por el tiempo que requiere, sino por la incipiente utilización por parte de los investigadores de sistemas uniformes para la descripción de documentos y de información generada en el trabajo de campo y para su consignación adecuada. Los archivos de las investigaciones, por lo general, son diseñados para uso personal del investigador, lo cual conduce a que estudios futuros sobre temas afines, deban partir de revisar documentación ya analizada o de recoger nuevamente información que ya existe. Estos sistemas personales no sólo limitan el intercambio de información, aun entre los miembros del equipo de investigación, sino que pueden conducir a la pérdida por errores u omisiones de registro, dificultando su recuperación e interpretación (p. 1).
La mayoría de los textos escritos sobre los diferentes métodos de investigación cualitativa aborda muy someramente asuntos relacionados con la organización y sistematización de la información; casi todos ellos se refieren de forma más extensa a la presentación de resultados. Ello ha generado que los investigadores tengan que crear sobre la marcha formas de lidiar con sus hallazgos en el trabajo de campo y las revisiones constantes de documentos sobre el tema o problema estudiados. Hacer explícitos estos procedimientos desde el comienzo ayuda al investigador a hacer más profunda y rigurosa la lectura de lo hallado y construido, permitiendo la emergencia de lógicas subyacentes, nuevos sentidos, a hacer evidentes vacíos, inconsistencias, saturaciones, incoherencias y a idear nuevas formas de aproximación para completar, confirmar o descartar información.
Con el fin de organizar la información compilada y producida en el desarrollo de la investigación, guiar la comprensión o interpretación y hacer viable su recuperación y socialización, el investigador o equipo de investigadores requiere establecer criterios y formas de registro y sistematización de información; es aquí donde cobra sentido pensar en una alternativa como la planteada desde el análisis temático. Como toda propuesta de sistematización, debe enmarcarse en el enfoque epistemológico-metodológico de la investigación, así como en los objetivos, el contexto en que se desarrolla la investigación, los sujetos participantes y los recursos con los que se soporta el proceso.
El marco epistemológico-metodológico para el análisis temático es la fenomenología social de Schutz (1932/1967). Como se ha dicho, la fenomenología social es una teoría comprensiva e interpretativa de la acción social que explora la experiencia subjetiva en el mundo de la vida cotidiana de las personas en el que prima el "sentido común". Desde este planteamiento, se considera que las personas que viven en el mundo de la vida cotidiana son capaces de atribuir significado a una situación; por tanto, es el significado subjetivo de la experiencia lo que constituye el tema de estudio.
Así, pues, el trabajo científico acerca del sentido común comienza cuando, tomándolo como punto de partida, se reconoce que posee estructuraciones significativas que definen su enorme complejidad, y que éstas pueden ser explicitadas por el científico social cuando, de modo riguroso, es capaz de dar cuenta de cómo se construye la experiencia social y su ordenamiento en esquemas (Schutz, 1932/1967). Esta descripción de la constitución de la realidad social en la actitud natural de la vida cotidiana, exige un método que pueda dar cuenta de las construcciones cognoscitivas de los procesos conscientes de las personas, mediante la construcción de tipificaciones que se eligen según los criterios de significatividad inherentes al problema científico en estudio. Es importante señalar que esas tipificaciones escapan al sentido común debido a su pre-reflexividad; las estructuras pasan desapercibidas para el sujeto mismo, no son evaluadas o reflexionadas comúnmente.
En este marco, Schutz (1932/1967) propuso un método para el estudio de la acción social, en el que participan dos sentidos de la verstehen -comprensión/interpretación-. El primero lo constituye el proceso mediante el cual la gente construye el sentido o comprende los fenómenos del mundo cotidiano. El segundo implica la generación de "tipos ideales" a través de los cuales se puede interpretar y describir el fenómeno que se investiga. A partir de estos constructos de primero y segundo orden que se fundamentan en el significado subjetivo de la acción humana, Schutz (1973) planteó tres postulados esenciales que deberían seguirse durante el proceso de la investigación:
- El postulado de la consistencia lógica: el investigador debe establecer el mayor grado de claridad en el marco conceptual y la metodología aplicada, y estos deben seguir los principios de la lógica formal.
- El postulado de la interpretación subjetiva: el modelo debe basarse en el significado subjetivo que el "actor' tiene de la acción. La naturaleza de los datos es la experiencia expresada por los participantes del estudio, bien sea pasada, presente o anticipada, y esos datos son captados y transcritos como texto.
- El postulado de la adecuación: debe haber coherencia entre las tipificaciones que el investigador construye y las que se encuentran en la experiencia de sentido común. El modelo debe ser reconocido y comprendido por los "actores" en la vida cotidiana.
Estos postulados, tal como se demuestra a continuación, son asumidos desde el análisis temático, definido como un método para el tratamiento de la información en investigación cualitativa, que permite identificar, organizar, analizar en detalle y reportar patrones o temas a partir de una cuidadosa lectura y relectura de la información recogida, para inferir resultados que propicien la adecuada comprensión/interpretación del fenómeno en estudio (Braun y Clarke, 2006). El identificar, establecer e informar temas y estructuras, permite tanto revelar las experiencias, significados y realidades de los sujetos, como examinar las circunstancias en que los eventos, realidades, significados y experiencias son efectos de los discursos de la sociedad.
El primer aspecto planteado por Schutz (1973) se asume en el análisis temático desde la necesidad que tiene el investigador de establecer con rigor las ideas esenciales que guiarán su trabajo de investigación, así como una rigurosa planificación de los procedimientos metodológicos y atención al fenómeno en estudio. Las descripciones, la identificación de temas y estructuras implican un razonamiento y argumentación sólidos y la apropiada selección de métodos, técnicas e instrumentos para la recolección de información, que deben ser evaluados permanentemente para ajustarlos a los requerimientos que emergen del trabajo con los participantes en la investigación.
El segundo postulado de la interpretación subjetiva de Schutz (1973) está en consonancia con lo que se plantea desde el análisis temático en cuanto a la preservación y respeto de la subjetividad de los participantes y el reconocimiento del contexto espacio-temporal en que se estudia el fenómeno. El rigor interpretativo requiere que el investigador describa cómo accedió a la información antes de procesarla, cómo se ha logrado la interpretación, que ilustre con las propias palabras de los participantes cómo se estableció la jerarquización de temas y que se expliciten con claridad los supuestos del investigador.
En cuanto al postulado de la adecuación, desde el análisis temático se exige al investigador la transcripción de la información lo más cercana posible al desarrollo de cada intercambio entre los participantes, de tal manera que se ajuste fielmente a lo referido y se tengan en cuenta todos los detalles que surgen en el momento en cuanto a actitudes, gestos u otras expresiones del interlocutor, que pueden olvidarse fácilmente. Igualmente importante es la oportuna devolución a los actores de la información transcrita para asegurar que no ha sido cambiada o distorsionada por el investigador. También se sugiere ampliar el número de participantes en un momento dado y utilizar grupos focales o de discusión con el fin de contrastar, confirmar, descartar o validar las elaboraciones del investigador a partir de la información recogida en el proceso. Ello también le permite al investigador revisar consistentemente la información recogida, compararla con los objetivos y planteamientos teóricos de la investigación y hacer las adecuaciones necesarias para avanzar en la comprensión/interpretación del tema en estudio.
Para entender de mejor manera cómo se cumplen los principios señalados, se explican a continuación las seis fases a través de las cuales se desarrolla el proceso del análisis temático con rigor científico (Braun y Clarke, 2006). Estas fases son:
- Fase 1: Familiarización con los datos -información-.
- Fase 2: Generación de categorías o códigos iniciales.
- Fase 3: Búsqueda de temas.
- Fase 4: Revisión de temas.
- Fase 5: Definición y denominación de temas.
- Fase 6: Producción del informe final.
Si bien estas fases se presentan en un orden secuencial en el reporte escrito, en la práctica los pasos no se siguen estrictamente en un orden lineal. Las distintas fases del tratamiento de la información se pueden superponer con otras etapas del estudio, y existe un movimiento de ida y vuelta entre distintas fases a medida que el análisis va avanzando. A raíz de esta flexibilidad que ofrece el método y que permite aprovechar la riqueza de la información, se hace necesario reportar clara, explícitamente y con argumentos las decisiones que llevan a elegir una determinada secuencia de etapas y fases para el análisis de la información, a fin de asegurar su rigurosidad metodológica.
Fase 1: Familiarización con los datos -información-. Consiste en la transcripción, lectura y relectura del material y anotación de ideas generales. Se trata de leer detenida y reiteradamente la información buscando estructuras y significados; se trata de aprovechar al máximo su potencial (Bird, como se cita en Braun y Clarke, 2006).
Fase 2: Generación de códigos iniciales. El proceso de codificación consiste en organizar la información en grupos de un mismo significado; "se entiende por código al segmento o elemento más básico de información en crudo que se pueda considerar como significativa en relación con el tema bajo estudio" (Boyatzis, 1998, p. 63). Durante el proceso de codificación se trabaja sistemáticamente a lo largo de toda la información siguiendo las pautas sugeridas por Braun y Clarke (2006) para esta fase del análisis temático: a) se codifica la mayor cantidad posible de patrones en la información; b) se incorpora en cada código la suficiente información como para no perder la perspectiva del contexto; c) se considera que un mismo extracto de datos puede codificarse más de una vez. Existen dos formas de codificación: inductiva, que se hace partiendo de los datos, sin codificación previa; y teórica, desde los intereses teóricos específicos del investigador.
Fase 3: Búsqueda de temas. Se considera un tema aquel que "captura" algo importante de la información en relación con la pregunta de investigación, representando un nivel de respuesta estructurada o significado. También como una parte encontrada en la información que como mínimo describe y organiza información, y como máximo interpreta aspectos de un fenómeno (Boyatzys, 1998).
Fase 4: Revisión de temas. Se realiza la recodificación y el descubrimiento de nuevos temas, estableciendo una delimitación de los temas para no excederse.
Fase 5: Definición y denominación de temas. Se identifican de manera definitiva los temas, se establece "lo esencial" del tema y se elaboran las jerarquías (temas/sub-temas).
Fase 6: Redacción del informe final. Se construye una narrativa sustentada en la argumentación que se deriva de la comprensión e interpretación de la información recogida.
En consonancia con lo que plantea Tesch (como se cita en Coffey y Atkinson, 1996/2003), el análisis temático cumple con algunas características que se consideran comunes a los análisis cualitativos: el análisis como un proceso cíclico y una actividad reflexiva; el proceso analítico debe ser amplio y sistemático pero no rígido; los datos se fragmentan y dividen en unidades significativas, pero se mantiene su conexión con la totalidad; los datos se organizan en un sistema derivado de ellos mismos.
Entre los criterios de evaluación para establecer la consistencia del análisis temático se identifican:
- la potencial utilidad del código y los descubrimientos de la investigación que permiten que el proyecto pueda ser replicado;
- el hecho de que distintos investigadores, trabajando los mismos datos, detecten los mismos temas;
- la posibilidad de que un mismo investigador realice una observación similar en dos tiempos diferentes o escenarios diferentes;
- que dos investigadores trabajen con la misma información codificando cada uno por su lado -doble código- y pudiendo luego comparar sus códigos entre sí;
- todo ello resultará coherente con las nuevas propuestas de evaluación de la investigación cualitativa a las que se ha hecho alusión en este texto.
Conclusiones
Los inicios de lo que actualmente se denomina investigación cualitativa se pueden ubicar en los primeros intentos por hacer visibles problemas sociales e individuales evidentes en la vida cotidiana, que se fueron agudizando a medida que la sociedad se hizo más compleja por los fenómenos sociales, económicos y políticos propios de los siglos XVIII y XIX. Al describir situaciones que demostraban condiciones de vida humana inadmisibles, se fueron creando las condiciones para el surgimiento de la investigación en ciencias sociales, pues se hizo evidente la incompetencia para estudiar y comprender los fenómenos humanos y sociales.
En el interior de las universidades como centros de producción y difusión de conocimiento, se crearon escuelas en áreas de las ciencias sociales. Desde estas nacientes ciencias se fueron elaborando construcciones teóricas con potencial para abordar fenómenos sociales y, a la vez, se inició una disputa alrededor de los métodos más eficaces para estudiar el segmento de la realidad social que habían asumido como objeto de investigación.
En las tres primeras décadas del siglo XX se desarrollaron obras emblemáticas de investigación etnográfica como los trabajos de Malinowski y Mead, que validaron una forma distinta de aproximación a las culturas desde la observación participante. Igualmente revolucionario fue el trabajo de la Escuela de Chicago en el campo de la sociología, utilizando métodos cualitativos fundamentados en el interaccionismo simbólico.
La investigación cualitativa ha pasado por diversas fases, que van desde la "edad dorada" en los años sesenta del siglo pasado, la considerada de "géneros desdibujados" en los ochenta y el periodo denominado postexperimental en las primeras décadas del siglo XXI.
Las discusiones actuales se centran en la importancia de las investigaciones locales, en el incremento de la reflexividad para revisar los fundamentos ontológicos-epistemológicos-metodológicos desde donde se investiga, así como en las implicaciones éticas, políticas y sociales de la investigación y la aplicabilidad de los resultados en la comprensión/interpretación y búsqueda de solución a las graves problemáticas que afectan la vida de las personas, de grupos sociales particulares y de la sociedad en su conjunto.
El debate frente a los métodos desde las orillas cuantitativa y cualitativa se mantiene, puesto que parten de concepciones distintas en cuanto a qué se quiere conocer, a las formas de conocer, a quién se conoce y a las formas de validar el conocimiento producido.
Desde el paradigma interpretativo, la realidad epistémica requiere de un sujeto cognoscente que inscribe su biografía en una cultura, que influye en sus formas de percibir, pensar, sentir, actuar. De esta manera, el conocimiento es una creación compartida entre quien investiga y el investigado, para lo cual es necesario crear escenarios donde se pueda compartir, insertarse en las realidades para poder comprenderlas en sus lógicas y especificidades. En esta perspectiva, la subjetividad e intersubjetividad son los medios para conocer las realidades humanas y sociales.
Desde las posturas epistemológicas positivistas y aun desde quienes practican investigación cualitativa, se critica el estatuto de cientificidad del enfoque cualitativo en asuntos como los métodos, la objetividad del conocimiento, la posibilidad de generalización y aplicación, entre otros. Es necesario avanzar en la discusión y consenso hacia criterios de evaluación propios de este enfoque, entre los que cabe mencionar la credibilidad, la posibilidad de confirmación, el significado del contexto, los patrones recurrentes, la saturación y la posibilidad de transferencia.
Existen algunas dificultades para el registro, sistematización, recuperación, comprensión/interpretación de la información recogida durante el desarrollo de una investigación, de manera que permita aprehender las complejidades personales y sociales. Por tanto, se hace necesario abordar estas tareas de manera sistemática y rigurosa desde el comienzo, considerando que el proceso de análisis no es una fase distinta de la investigación, sino que hace parte de la reflexividad que debe acompañar la recolección, la escritura, la revisión y evaluación constante del proceso y de los resultados parciales y finales.
Se han elaborado distintas maneras para analizar las acciones, conversaciones y materiales considerados significativos en una investigación cualitativa. Lo importante es encontrar modos eficaces de hacerlo y tener claridad desde el comienzo del proceso que se va a seguir, para no dejar esta tarea para el final, cuando se ha acumulado la información. El análisis temático es una opción que se inscribe en la perspectiva de la fenomenología social y ha venido utilizándose desde los años 80 a partir de la propuesta de Boyatzys (1998). En tal sentido, esta propuesta metodológica se destaca porque hace evidente cómo se ha trabajado con los datos y da cuenta del proceso seguido por el investigador para comprender/interpretar los fenómenos investigados y poner en evidencia la complejidad de los hechos humanos y sociales.
Pie de página
9En el sentido de un mundo no sometido a la causalidad de las leyes de la física. Es decir, un mundo donde se realice la libertad humana. Es a este mundo al que la fenomenología quiere dar un lugar legítimo y racional que, en lenguaje kantiano, permita tratar al hombre como fin en sí mismo y no como una cosa manipulable, predecible, manejable.
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