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Investigación y Educación en Enfermería
Print version ISSN 0120-5307On-line version ISSN 2216-0280
Invest. educ. enferm vol.23 no.1 Medellín Mar./Sep. 2005
La promoción de la salud y sus aportes a la educación en alimentación y nutricióna
Sandra Lucía Restrepo Mesa b
a La versión preliminar de este documento se presentó en el X Congreso Colombiano de Nutrición y Dietética – 8.° Simposio Nacional de Nutrición Humana. Realizado del 27 al 30 de Noviembre de 2003.
b Nutricionista dietista. Magíster en salud colectiva. Especialista en nutrición humana. Profesora de la Escuela de Nutrición y Dietética, Departamento de Posgrados de la Facultad de Enfermería, Universidad de Antioquia. Miembro de los grupos de investigación: Alimentación y Nutrición Humana, de la Escuela de Nutrición y Dietética, y Promoción de la Salud, de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia. Correo electrónico: sanres@pijaos.udea.edu.co
Como citar este artículo: Restrepo SL. Invest Educ Enferm 2005; 23(1): 110-117
Recibido: 23 de julio de 2004. Aceptado: 23 de febrero de 2005
RESUMEN
El perfil epidemiológico, las reformas al Sistema General de Seguridad Social y el contexto económico, político y social de nuestro país, presentan a los profesionales de la salud nuevos retos frente a la promoción de la salud. É sta, entendida como la suma de acciones de la población, los servicios de salud, las autoridades sanitarias y otros sectores sociales y productivos encaminados a mejorar las condiciones de salud individual y colectiva, requiere modelos construidos a partir de la dinámica de las comunidades donde la participación, el empoderamiento comunitario y el desarrollo humano contribuyan a fortalecer los procesos educativos en alimentación y nutrición.
Palabras clave: Promoción de la salud, educación nutricional, alimentación, nutrición.
Health promotion, and its contribution to nutritional education
ABSTRACT
The epidemiological profile, the reforms to the General System of Social Security and the economic, political and social context in our country present health professionals new challenges in order to promote health.
The promotion of health has to be understood as the summatory of the health services, social and productive sectors and the sanitary authorities actions aiming to improve health conditions, framed within models derivated from the dynamics of the communities where communal empowerment and human development help to strenghten the health and nutritional educational processes
Key words: Promotion of health, nutritional education, nourishment, nutrition
INTRODUCCIÓN
Las transformaciones sociales, económicas y demográficas de nuestro país son una característica global de la transición epidemiológica en América Latina y el Caribe. En la actualidad se presenta un aumento de la expectativa de vida y de la reducción de las tasas de mortalidad en diferentes grupos de edad; sin embargo, este panorama se acompaña de una alta prevalencia de desnutrición, déficit de micronutrientes, incremento de las enfermedades crónicas, especialmente en la población más vulnerable, lo que constituye una de las manifestaciones más visibles de la pobreza1.
El perfil epidemiológico que caracteriza a Colombia y sus actuales reformas en salud demandan una mayor participación de los profesionales en la promoción de la salud, por lo que se requiere un profesional formado acorde con las necesidades del contexto, para lograr un abordaje holístico del ser humano, que potencialice el liderazgo y trascienda los modelos biomédicos centrados en la enfermedad y su tratamiento. Son muchos los desaciertos que pueden tenerse en los programas de educación en salud y nutrición; algunos de ellos son de tipo metodológico por imprecisión en la formulación de los objetivos y de los mensajes, actitud autoritaria del educador, desconocimiento del contexto, inadecuadas estrategias para la enseñanza y ausencia de la evaluación. Años atrás, la educación para la salud consistía básicamente en distribuir información y dirigir mensajes a la población con la esperanza de que estas medidas de algún modo, trajeran cambios en las costumbres de individuos y colectivos2. Con el transcurrir de los años se ha hecho cada vez mas evidente que para hacer efectiva la educación en salud, se requieren diversas estrategias que trasciendan la información.
La educación convencional en nutrición y alimentación parece no ser pertinente cuando se fundamenta sólo en concepciones teóricas, sin tener en cuenta el contexto, la cultura y los comportamientos humanos, lo que en muchos casos genera pérdida de recursos, desperdicio de tiempo y baja productividad e impacto de las intervenciones3.
En este artículo se hará un acercamiento al concepto de la promoción de la salud y cómo ésta aporta y realimenta la educación nutricional. Además, se espera motivar la reflexión sobre la necesidad de que los procesos educativos en salud y nutrición involucren la participación y el desarrollo humano.
¿Qué es la promoción de la salud?
La Carta de Ottawa plantea cinco áreas fundamentales para la promoción de la salud: construcción de políticas públicas saludables, mejoramiento de los entornos o ambientes, fortalecimiento de la participación social, desarrollo de actitudes personales y reorientación de los servicios, áreas que para su desarrollo requieren que se trasciendan los modelos higienistas que dieron origen a la promoción de la salud 4. La Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud5 conciben la promoción de la salud como la suma de acciones de la población, los servicios, las autoridades sanitarias y otros sectores sociales y productivos, encaminadas a mejorar las condiciones de salud individual y colectiva.
Hancock6 plantea la promoción de la salud como la buena salud pública que reconoce las relaciones entre la salud y la política, hace referencia a que los individuos y los grupos deben tomar control sobre los determinantes de la salud como la paz, la educación, la vivienda, la alimentación, el medio ambiente, la equidad y la justicia social. Vista de esta manera, la promoción de la salud es una estrategia que media la relación de las personas con el entorno, y la elección personal con la responsabilidad social para crear ambientes y futuro más saludables7. Además, se plantean posturas epistemológicas y teóricas provenientes de diferentes disciplinas, que han avanzado con el transcurrir del tiempo, alcanzado una mayor preocupación por la participación, el desarrollo humano y el bienestar8.
Según Torres9, la promoción de la salud es un concepto amplio, plural, subjetivo, múltiple e interdisciplinario, cuya intencionalidad es comprender, dinamizar procesos y promover cambios en la realidad social y en el autocuidado de la población, lo que enriquece los procesos educativos en salud y nutrición. La promoción de la salud se entiende hoy como la promoción de la vida y del bienestar, y presenta a los profesionales en nutrición grandes retos en un mundo globalizado donde la economía, la industrialización, la política, el despla-zamiento, la situación social, entre otros, determinan la alimentación y nutrición de los individuos y colectividades.
¿Qué aportes hace la promoción de la salud a los procesos educativos en alimentación y nutrición?
Un aspecto que es importante resaltar al hacer referencia a uno de los derechos fundamentales del ser humano como es la alimentación, es la participación y el empoderamiento comunitario. La participación es una estrategia que permite a los grupos excluidos influir en decisiones que transformen su situación, y les permite así potenciar estrategias de promoción de la salud.
La justicia social y la equidad son prerrequisitos para alcanzar mejor salud y bienestar de las poblaciones; de ahí que no sea posible alcanzar un ambiente saludable de convivencia sin la participación efectiva de los individuos y colectivos. Desafortunadamente, quienes toman las decisiones políticas y acompañan procesos en relación con la salud y la calidad de vida no siempre tienen presente esta consideración. El gran reto es escuchar a la gente, conocer su situación, sus problemas, así como sus propuestas y estrategias para superarlos. La educación en salud y nutrición debe dar cuenta de un proceso de acercamiento a la realidad y a la cotidianidad del otro para generar transformaciones, lo que requiere, además de la participación, empoderamiento individual y colectivo.
En el campo de la salud se encuentran diferentes tendencias sobre empoderamiento, como la que enfatiza el cambio conductual individual para mejorar la salud de la población; así, para cambiar a los colectivos se considera necesario cambiar a cada individuo. Otras posturas se fundamentan en las evidencias de que la conducta colectiva no es la suma de conductas individuales; la conducta individual se forma por influencias sociales y para cambiarla deben cambiarse las condiciones sociales10 .
El hacer sólo el acercamiento al empoderamiento individual puede terminar por responsabilizar al otro de su salud. La idea entonces, es que en los espacios educativos se propicie la reflexión, de tal manera que se generen procesos que posibiliten en el otro el desarrollo de habilidades como el razonamiento crítico, entendido éste como la capacidad de formular juicios con plena conciencia, establecer conclusiones, buscar explicación a los hechos, además de invitar al respeto y comprensión de las conductas sociales11.
Mejorar las condiciones de alimentación y el estado nutricional de la comunidad requiere el desarrollo de estrategias acordes con la realidad social, en las cuales se respete la cultura y el saber populares, de tal forma que se permita a los colectivos asumir un papel protagónico que potencialice el liderazgo. La lógica de la participación nace de aprender desde los ejemplos cotidianos, valorar los argumentos y verdades del otro, convertir el diálogo en un acto pedagógico y en una manifestación de la convivencia12.
Es así como los espacios para hablar de educación en alimentación y nutrición deben posibilitar el compartir de saberes y experiencias, el fortalecimiento de las relaciones interpersonales y habilidades como la capacidad de organización y gestión, además de permitir que las personas expresen su forma de ver y sentir el mundo. Lo anterior denota la necesidad de que las prácticas de promoción de la salud trasciendan la tecnología educativa y se preocupen por el acercamiento a la cotidianidad y a la realidad social en la cual se desarrollan los procesos educativos. Se espera entonces que los espacios para hablar de alimentación y nutrición permitan a las personas socializar sus problemas, encontrar objetivos comunes y, desde la reflexión, buscar el bienestar individual, familiar y colectivo, sólo si las personas reflexionan sobre sus problemas, podrán hacer algo para resolverlos, de tal forma que se impacte la calidad de vida desde lo alimentario y nutricional y, por ende, la promoción de la salud13.
Los diferentes componentes del sistema de alimentación y nutrición, la disponibilidad, el consumo y el aprovechamiento biológico de los alimentos, desde la perspectiva de la promoción de la salud, con la participación efectiva de la comunidad, pueden contribuir a mejorar la educación en alimentación y nutrición en lo individual y lo colectivo; asuntos como la decisión de compra de alimentos, los hábitos y las creencias alimentarias, la influencia de la publicidad en la selección de alimentos, los conocimientos en alimentación y nutrición, influyen de manera notable en las decisiones de la familia y de la comunidad, marcando los gustos, los rechazos y el consumo de los alimentos14.
Los profesionales en salud y nutrición, en la búsqueda de estrategias para mejorar el nivel de nutrición, deben trascender los modelos tradicionales para tomar un papel activo y participativo en los equipos de salud e intervenir con la comunidad el sistema de alimentación y nutrición, posibilitando a los individuos y colectivos comprender y controlar las fuerzas políticas, sociales, económicas, familiares y personales para la toma de decisiones que mejoren sus vidas. Si la comunidad gana poder para aportar a sus diferentes procesos sociales, gana en habilidades para generar el cambio15.
Las políticas en alimentación y nutrición deben contribuir a fortalecer la atención integral, la participación, el empoderamiento comunitario, la interdisciplinariedad, y la intersectorialidad, como estrategias para mejorar la calidad de la atención en salud y el impacto de las intervenciones.
Otro aspecto importante y que sin duda refuerza los conceptos de participación y empoderamiento comunitario es el desarrollo humano. Éste no sólo hace referencia al crecimiento económico y al mejoramiento de las condiciones materiales de vida, sino también al crecimiento de los hombres como individuos y como seres sociales, ya que una sociedad no puede mejorar si no mejoran los hombres y las mujeres que lo conforman, buscando alternativas diferentes para resolver sus problemas y necesidades16.
El desarrollo a escala humana, descrito por Max Neef y colaboradores17, realiza una teorización sobre las necesidades humanas y la forma de hacerlas operativas transformándolas en satisfactores para alcanzar el desarrollo individual y colectivo. Exige un nuevo modo de interpretar la realidad, de ver y de evaluar el mundo, ver el hombre como un sujeto particular e individual, con una personalidad producto de dos factores: el primero relacionado con la herencia y el segundo con la historia y su medio, dotado con conciencia que le posibilita la reflexión de pensarse a sí mismo, a los demás, su cultura, su sociedad y sus condiciones materiales de vida18.
Los satisfactores son múltiples e interdependientes, se viven y se realizan de manera continua en la vida. Las respuestas que el ser humano crea a sus necesidades se denominan satisfactores, entendido como aquello que representa formas de ser, tener, hacer y estar que contribuyen a la realización de la vida humana.
Esta filosofía requiere la generación de la autoindependencia y el protagonismo real de las personas en diferentes espacios que contribuyan a impulsar procesos de desarrollo con efectos sinérgicos en la satisfacción de dichas necesidades. Entendida de esta manera, la autoindependencia, es un proceso capaz de potencializar la participación, la creatividad social, la autonomía política, la justa distribución de la riqueza, la tolerancia frente a la diversidad de identidades, y se constituye en un elemento decisivo de la articulación de los seres humanos con la naturaleza, con la tecnología, con lo social, con la sociedad civil y con el Estado.
Puede concluirse entonces, que el mejor recurso para lograr el desarrollo humano de la sociedad es su recurso humano, con su capacidad y ganas para organizarse, tener iniciativas propias, ser solidarios y adquirir los conocimientos necesarios para realizar las trasformaciones con las que sueña19.
Para alcanzar lo anterior, es importante partir del respeto a las comunidades y la fe que los facilitadores deberán tener en ellas para lograr el protagonismo comunitario. La Corporación Futuro para la Niñez20 plantea algunos principios filosóficos que pueden aportar a la dinamización de la participación y el desarrollo humano; ellos son:
· La mínima intervención de cualquier agente externo, ante la máxima gestión y compromiso de la comunidad.
· El no paternalismo, para evitar intervenciones protectoras o dadivosas.
· La no interferencia cultural, para lograr la consolidación de actitudes adecuadas y la interrogación frente a hábitos y creencias, sin destruir o violentar tradiciones.
· La neutralidad ante cualquier forma de manipulación, intereses políticos o religiosos.
Estos principios demandan un profesional preparado y sensibilizado. En él deben destacarse la fortaleza, la solidaridad, la reflexión y la capacidad de desarrollar valores y habilidades orientados a lograr la independencia en los grupos comunitarios, además de fortalecer y motivar la construcción de grupos de apoyo y redes sociales con visiones articuladas que posibiliten un sendero y potencien acciones para trasformar la realidad.
Los cambios en las condiciones de vida demandan de los profesionales de la salud y nutrición, estrategias que trasciendan la atención y educación nutricional, posibilitando a los individuos y colectivos problematizar su realidad y potenciar el cuidado como una herramienta que fortalece el bienestar, la calidad y la forma de vivir.
La promoción de la salud es un campo en construcción, y aunque tiene ya décadas acumuladas en su conceptualización, como práctica social sigue siendo un terreno en el que aún hay bastante por producir y alcanzar. En la promoción de la salud se requiere avanzar en la producción de conocimiento, especialmente sobre los “cómo”, ya que la complejidad de la implementación de la práctica de la promoción de la salud se explica por la necesidad de articular múltiples actores y por ser construida sobre la base de la participación activa de la los individuos y los grupos21.
“ La promoción de la salud se constituye en un enfoque que posibilita pensar la salud como un derecho, y los desarrollos teóricos, conceptuales y metodológicos son el resultado de la reflexión sobre la práctica. En este sentido, el reto es generar mayores y mejores prácticas en promoción de la salud”22 desde lo alimentario y nutricional, fundamentadas y construidas desde la participación, el empoderamiento, la interdisciplinariedad, la intersectorialidad, el conocimiento de los deberes y derechos en salud y el fortalecimiento de las redes sociales.
Fortalecer la educación nutricional requiere centrarse en cómo tener mejores prácticas que promuevan la salud, la vida, el bienestar y el autocuidado. La sistematización es una herramienta útil para la producción de conocimiento desde la práctica, ya que ésta posibilita construir lecciones a partir de experiencias concretas y de las miradas de los diferentes actores, favorece la compresión sobre los procesos, ayuda a identificar aspectos de las experiencias que puedan ser replicados y por lo tanto útiles para otros. Es así como la sistematización es fundamental en el desarrollo de los proyectos23.
Según Jara24, la sistematización es aquella interpretación crítica de una experiencia, que a partir de su ordenamiento y reconstrucción descubre o explicita la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí y por qué lo han hecho de ese modo. Esta metodología, que fortalece de manera significativa los procesos evaluativos, tradicionalmente ha sido usada al finalizar los proyectos. Sin embargo, debe tenerse presente que en la actualidad se recomienda que los proyectos sean sistematizados desde su inicio, ya que es necesario tener una reflexión permanente sobre lo que se hace para contribuir al desarrollo de propuestas de mejoramiento que los realimenten25.
Además, es importante tener presente que los rápidos cambios en los hábitos de alimentación del mundo moderno generan nuevos desafíos en la investigación. Las estrategias para analizar dichos cambios deben incluir una complementariedad entre las ciencias de la alimentación y la nutrición con las ciencias sociales, particularmente la antropología, que aporta a una mejor comprensión de los problemas de salud relacionados con la conducta alimentaria. Es necesario motivar a los profesionales en nutrición y alimentación para tender puentes entre las metodologías cuantitativas y cualitativas de investigación, con el propósito de que se complementen en la comprensión del fenómeno de la nutrición en el proceso vital humano, y así poder entregar mejores herramientas para la intervención en los temas de nutrición pública y educación alimentaria y nutricional26.
A modo de conclusión
Es importante reiterar algunos aspectos como:
La promoción de la salud se debate entre lo individual y lo colectivo y ambos aspectos se complementan.
La participación debe ser vista como principio y fin de todo proceso social en el que se pretenda el desarrollo y bienestar de los colectivos.
El uso de metodologías acordes con la realidad social permite a la comunidad asumir un papel protagónico desde el análisis de las situaciones de salud y nutrición. Lo anterior contribuye a la promoción de la salud.
Los profesionales de la salud deben fortalecer su compromiso ético con la educación, para que en su quehacer al servicio de la gente no sólo se imparta educación sino que se posibilite el desarrollo humano.
La educación nutricional debe ser un dispositivo de acciones articuladas, más que un instrumento, y requiere el trabajo de los diferentes sectores y disciplinas.
La promoción de la salud requiere la práctica y la comprensión de la dimensión política, que logre trascender la promoción y fortalezca la construcción de políticas públicas.
Es necesario fortalecer la investigación en educación alimentaría y nutricional, para contribuir a la producción de conocimiento, lo que demanda un acercamiento de las ciencias de las salud a las ciencias sociales; para ello es importante retomar las posibilidades que la perspectiva cualitativa ofrece en la comprensión de los procesos cotidianos. Además, es necesario generar e incentivar la cultura de la sistematización de los proyectos como un dispositivo pedagógico que fortalece el qué, el cómo y el para qué de los proyectos de promoción de la salud.
El sistema de alimentación y nutrición está determinado por un sinnúmero de factores que requieren el desarrollo de estrategias lideradas por la comunidad y respaldadas política y económicamente por el Estado, además de un trabajo interdisciplinario e intersectorial que contribuya a la generación de cambios significativos en lo alimentario y lo nutricional.
Las instituciones formadoras de recurso humano en salud y nutrición deben incluir en las asignaturas, además de pautas para hacer educación en salud, un abordaje vivencial y contextualizador de la realidad biopsicosocial, que los prepare para el trabajo con los individuos y colectivos desde una visión integral.
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