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Investigación y Educación en Enfermería
Print version ISSN 0120-5307On-line version ISSN 2216-0280
Invest. educ. enferm vol.23 no.1 Medellín Mar./Sep. 2005
A manera de comentario
José Arturo Bustamante Ortiza
a Psicólogo clínico humanista, profesor de la Universidad de San Buenaventura, catedrático Universidad Pontificia Bolivariana y Universidad Cooperativa de Colombia. Medellín Colombia. Correo electrónico: jabog7@hotmail.com
Antes de hacer el comentario, quiero hacer un reconocimiento significativo a Maritza Díez, por tener la valentía de exponer su proceso de crecimiento espiritual y de haberse dado cuenta de que nosotros no sólo somos el cuerpo y la cognición, sino un proceso continuo de hacernos concientes de la vida misma.
Hay que aclarar que la persona que relata su experiencia hace parte de una corriente psicológica que se fundamenta en los principios de la filosofía existencial y el método fenomenológico, donde la construcción de la realidad surge a través de su percepción. Esta corriente se llama psicología humanista y se enfoca específicamente en la axiología y la potencialidad humana. Así lo reconoce Miguel Martínez cuando en su libro, Psicología humanista, escribe "el ser humano puede también seguir un tercer procedimiento que no es racional ni irracional, sino simplemente arracional y constituye otra dimensión de la vida humana. Se puede observar frecuentemente este proceder en el compromiso total con una fe, religión, filosofía, vocación, y en general siempre que hay juicios de valor"1.
La experiencia de Marítza nos relata la vivencia que enfrentó al principio de su carrera: a partir de un accidente quedó parapléjica y relata de manera clara y específica el proceso de crecimiento que logró a partir de este suceso.
El proceso de formación en la psicología se da de dos formas: una de orden teórico formativo, en la cual los estudiantes adquieren la estructura teórica del psiquismo humano, y otra de orden terapéutico, donde se logra el crecimiento personal a través de la vivencia en relación con la teoría.
Es difícil encontrar profesionales de la salud, específicamente de psicología, que aborden sus procesos desde el orden terapéutico; prácticamente todos esperan asistir el dolor humano de las otras personas. Pero hay ciertas experiencias del proceso de vida por las cuales la psicología no se dirige hacia fuera sino hacia dentro; estas experiencias generan sentido de vida a través del sufrimiento. Así lo enseñó uno de los grandes representantes del existencialismo, Víktor Frankl, quien eligió vivir el holocausto nazi en el campo de concentración de Auswichtz, y llegó a la conclusión de su tesis: "sufrir de manera conciente genera sentido de vida a la existencia"y sostiene además que "cuando uno se enfrenta con una situación inevitable, insoslayable, siempre tiene que enfrentarse a un destino que es imposible de cambiar, por ejemplo: una enfermedad incurable, entonces se le presenta la oportunidad de realizar el valor supremo, de cumplir el sentido más profundo, cual es el del sufrimiento" 2.
Marítza expresa también: "pienso que fuimos nosotros, las personas con discapacidad, quienes elegimos y decidimos estar en esta situación, con determinados propósitos, los cuales varían de personas a personas dadas sus diferencias". Es muy complejo comprender una experiencia de este tipo donde la persona tenga la capacidad de comprender que la realidad que vive se debe a su propia responsabilidad. En este sentido Villanueva acota: "El hecho de que la vida de cada hombre sea suya lo hace responsable de ella, y los factores y contingencias incontrolables, impredecibles e incomprensibles de la vida no lo eximen de esta responsabilidad. Un capitán de barco no es responsable de la tormenta a que se enfrenta, pero sí de la forma en que conduce su nave dentro de la catástrofe, como individuo se reconoce responsable y acepta como suyas las consecuencias de sus actos y el resultado de su vida. No puede culpar a los demás, ni al pasado reprimido, ni a los impulsos de su ello, pues él es capaz de elegir sus reacciones ante las condiciones incontrolables que le ha tocado enfrentar"3.
Para finalizar, es de resaltar la capacidad de afrontamiento que expresa la grandeza del sentimiento profundo de un ser humano, que inserto en un tiempo y en un espacio propios, mantiene viva la llama de la esperanza y comprende que nunca es más oscuro que antes de amanecer.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Martínez M. La psicología humanista. Fundamentación epistemológica estructura y método. México: Trillas; 1982. p. 73.
2. Frankl V. El Hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder; 1993. p. 110.
3. Villanueva M. Hacia un modelo integral de la personalidad. México: El Manual Moderno. 1985. pp. 20-21.