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Investigación y Educación en Enfermería

Print version ISSN 0120-5307On-line version ISSN 2216-0280

Invest. educ. enferm vol.25 no.2 Medellín July/Dec. 2007

 

La familia y su reconfiguración a partir del desplazamiento forzadoa

The family and its configuration starting from the forced displacement

Gloria Marcela Gómez Builesb

a) Artículo derivado de la investigación “Condiciones de vida de la población en situación de desplazamiento forzado: Asentamiento El Palomar, realizada en el marco de la Maestría en Salud Colectiva de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia. Estudio realizado entre mayo de 2004 y diciembre de 2005, financiado con recursos propios.

b) Odontóloga, Magíster en Salud Colectiva, profesora de la Facultad de Odontología de la Universidad de Antioquia. Correo electrónico: magobu4@yahoo.es

Cómo citar este artículo: Gómez Builes GM. La familia y su reconfiguración a partir del desplazamiento forzado. Invest Educ Enferm. 2007; 25(2): 36-43.

Recibido: 5 de junio de 2006. Envío para correcciones: 16 de julio de 2007. Aprobado: 4 de septimbre de 2007.


RESUMEN

Las familias que han llegado a Medellín en situación de desplazamiento forzado por la violencia, constituyen un colectivo humano con características y necesidades particulares. Objetivo: Describir las condiciones de vida de la población en situación de desplazamiento forzado del asentamiento El Palomar, del barrio Bello Oriente, de Medellín, Colombia, en los meses comprendidos entre mayo de 2004 y diciembre de 2005 y las transformaciones de la familia antes y a partir del desplazamiento Metodología: El presente estudio fue realizado desde un enfoque cualitativo, desde la perspectiva de la etnografía focalizada. Resultados: Se destacan los procesos de transformación que sufre la familia en relación con su dinámica y estructura, explicitando los cambios en cuanto a roles, funciones, contextos, posibilidades y limitaciones que se dan a partir del desplazamiento forzado. Conclusiones: La situación de desplazamiento implica la interacción de estas familias con el mundo urbano, que siendo ajeno a sus costumbres y formas de comprender el mundo, se impone y condiciona las posibilidades de desarrollo y realización de las familias y sus integrantes y aumenta la situación de vulnerabilidad, exclusión social y económica, concretándose en la violación del derecho a la familia.

Palabras clave: Desplazamiento forzado, condiciones sociales, familia.

ABSTRACT

The families who have arrived to Medellín under a situation of displacement forced by the violence, constitutes a human group which expresses particular characteristics and needs. Objective: to describe life conditions of the population in forced situation displacement settled in “El palomar”, in the district “Bello Oriente” of Medellín between May of 2004-December of 2005, and the changes in the family before and after the displacement. Methodology: The present study was made from a qualitative approach, under the view of focused ethnography. Results: they stand out the process of transformation in the family, according to their dynamic and structures, specifying the changes based on rolls, functions, contexts, possibilities and limitations which occur from the forced displacement itself. Conclusion: the situation of displacement implies families interaction, with the urban world, being other people to their customs and forms to understand the world, prevails and some possible conditions of development and accomplishment of the families and their members, increases vulnerability situation and social and economic exclusion, taking shape in the violation of the right to the family.

Key words: forced displacement, social conditions, family.

INTRODUCCIÓN

El desplazamiento forzado por la violencia en Colombia es considerado uno de los fenómenos sociales más dramáticos y críticos de la realidad nacional. Hoy se configura como un proceso complejo y de difícil abordaje, en tanto las explic aciones aún no alcanzan a dimensionar una comprensión real de los determinantes, rupturas y transformaciones que se generan a partir de esta situación. De manera concreta se plantea que el desplazamiento agrava la situación de vulnerabilidad y exclusión social de las personas y las familias afectadas y expresa la crisis humanitaria que se vive en Colombia, caracterizada por la violación múltiple de los derechos humanos.

El desplazamiento forzado, con las características que hoy expone, es un proceso que se ha experimentado de manera cotidiana en los últimos veinte años de la historia colombiana, en casi el 85% de los municipios del país1. La Consultoría para los Derechos Humanos y Desplazamiento –Codhes- ha reportado que el total estimado nacional de personas en situación de desplazamiento forzado desde 1985 hasta el tercer trimestre de 2005 es de 3.662.8422.

Antioquia es uno de los departamentos que más expulsa y recibe población desplazada. Dentro del departamento, Medellín es una de las principales ciudades receptoras. Según el informe de la Personería de Medellín, de 2004, desde el primero de enero de 2000 hasta diciembre de 2004, cerca de 80.000 personas han realizado declaración de desplazamiento ante esta entidad; además se ha incrementado el número de personas que manifiestan no tener ninguna intención de retornar a sus lugares de procedencia3. Ellas y sus familias, en la búsqueda de nuevas posibilidades, dan origen a los diversos asentamientos de población desplazada. El Palomar, es uno de ellos. Se empieza a configurar en las laderas de la comuna nororiental, en el barrio Bello Oriente, a partir de 1997. Hoy, este proceso se traduce en una comunidad conformada por 30 familias provenientes de diferentes regiones de Antioquia, principalmente.

La familia es una preocupación constante y de gran significación para los participantes en el presente estudio. La familia, como toda forma de organización social, es un sistema en constante transformación, que se adapta a las diferentes exigencias, que cambia también al ritmo de los requerimientos sociales en el curso del tiempo, asegurando su continuidad y el crecimiento de sus miembros. De esta manera es posible comprender que las transformaciones sociales y económicas de las últimas décadas, asociadas al desplazamiento forzado y sus determinantes, han afectado las condiciones de vida de la población y, por tanto, la organización familiar.

MATERIALES Y MÉTODOS

El presente estudio se desarrolló desde la perspectiva de la investigación cualitativa, de método etnográfico, desde una propuesta particularista. “Las etnografías particularistas se centran en una unidad social o en procesos de un grupo pequeño y, por lo general, identifican y nos ayudan a comprender las reglas, normas y valores culturales”4. El grupo humano con el que se realizó el estudio estuvo representado por las personas de la comunidad de El Palomar, quienes tienen en común la situación de desplazamiento forzado y exclusión social, las condiciones de vida propias de esta realidad, y el territorio donde habitan. La investigación se realizó en cinco momentos: 1) Fundamentación teórica documental, donde se definió la pregunta con los antecedentes investigativos y conceptuales 2) Exploración, acercamiento y focalización, donde se logró focalizar el problema de investigación desde un acercamiento a la comunidad de El Palomar, 3) Recolección de la información por parte de la investigadora a partir de 12 entrevistas semiestructuradas individuales, previo consentimiento informado de los entrevistados. De otro lado, la observación participante durante periodos cortos e intensivos, repartidos a lo largo del tiempo de la investigación en espacios comunitarios como el comité de salud, las asambleas comunitarias, y visitas espontáneas donde se realizaron algunas entrevistas más informales. 4) Codificación, categorización y análisis: Se hizo un movimiento permanente entre la información recolectada y el campo. Los datos empíricos fueron alimentados con el proceso de teorización. 5) Divulgación y validación de resultados: Se socializaron los resultados del estudio con la comunidad académica, por medio de presentaciones públicas, después de validarlos con la comunidad de El Palomar en talleres. El número de participantes del estudio fue intencional y los criterios de selección fueron: 1) personas desplazadas por la violencia, de diferentes regiones de origen; 2) personas que vivan en El Palomar desde los inicios del asentamiento; 3) personas que han llegado a El Palomar durante el transcurso de su configuración; 4) participación de hombres y mujeres.

RESULTADOS

Asentamiento El Palomar: Un acercamiento a sus características: De acuerdo con Naranjo5, el fenómeno del desplazamiento forzado encuentra uno de sus niveles más altos a partir del año 1996, cuando habitantes de veredas completas se vieron obligados a dejar su territorio. Sin embargo, desde 1995 comienza la conformación del barrio Bello Oriente; En 1997 se inició el proceso de configuración de lo que hoy se conoce como el sector El Palomar, comunidad heterogénea donde convergen diversos mundos culturales, prácticas y modos de vida, determinados por las características de los diferentes lugares de origen y procedencia de los hogares que la integran, además de las diferencias por género y edad. Estas personas han sido expulsadas principalmente de municipios del departamento de Antioquia (85%), mayoritariamente de las regiones de Urabá, el Oriente y el Norte. También se encuentran familias provenientes del Nordeste y el Occidente antioqueños, al igual que de otros departamentos que limitan con Antioquia (15%), como son Chocó, Córdoba y Sucre.

El terreno donde se han levantado los ranchos es quebrado y pendiente y ha sido catalogado como zona de alto riesgo geológico por el Sistema Municipal de Atención y Prevención de Desastres —SIMPAD—c El diseño y la construcción de El Palomar no obedecen a una planeación soportada en normas técnicas. Por lo tanto, no es posible establecer límites claros entre los espacios públicos o comunitarios y los de uso particular de cada familia. Los ranchos (como se refieren los pobladores a sus viviendas) se levantan en un área no mayor a los 30 mts cuadrados en la mayoría de los casos, con materiales de desecho; las paredes y puertas son construidas con madera (tablas, palos); los techos con hojas de zinc o lata, reforzados con plástico; el piso es de tierra amarilla. En la mayoría de las viviendas no existen divisiones fijas entre los espacios: cocina, habitación, baño (en este espacio se encuentra generalmente una manguera que hace las veces de ducha, y una taza sanitaria o letrina). Por lo tanto no es posible hablar de privacidad e intimidad allí. Los espacios y relaciones que se establecen dentro de la vivienda son colectivos. En el 50% de los hogares de El Palomar viven 5 personas o más. Además, algunas familias comparten el espacio con animales domésticos. Todo esto nos lleva a considerar que en estos hogares se presenta un hacinamiento crítico.

En relación con la dotación de servicios públicos, El Palomar no cuenta con sistema de acueducto y alcantarillado. El agua es captada con un sistema de mangueras diseñado por los pobladores, del rebosamiento de un tanque de la represa de Piedras Blancas. Esta agua no tiene ningún tratamiento y es altamente contaminadad. El servicio de energía no está conectado legalmente.

La familia y su reconfiguración a partir del desplazamiento forzado: Según Diniz, la familia puede ser vista como: “unidad de producción (roles de intercambio), de reproducción (de individuos y valores de uso), y consumo, unidad de individuos con lazos de consanguinidad, de solidaridad, afecto y placer; personas que comparten el mismo techo y la misma cocina, lugar de relación dialéctica entre dominación y sumisión; red de parentesco (independientemente de vivir juntos), espacio de socialización, reproducción ideológica y conflicto”6.

Así pues, la familia no puede ser entendida como una unidad estática, rígida y aislada del mundo social. Por el contrario, se constituye en un sistema en permanente transformación. Los cambios que han sufrido están determinados por las transformaciones en la dimensión social, económica y cultural del mundo de la vida a partir de aquel suceso que ha trastocado profundamente su devenir. Estas dimensiones determinan la sobrevivencia y desarrollo del grupo. Es por esto que en los relatos de los participantes siempre aparecen reflexiones sobre aspectos como el trabajo y la alimentación, en relación a la posibilidad de garantizar la manutención de la familia.

La familia antes del desplazamiento forzado: “La familia: la felicidad del pobre”. Dentro del presente estudio se asume el concepto de familia como “grupo doméstico, donde se hace referencia al conjunto de personas unidas por lazos de parentesco y otros arreglos sociales, que conviven bajo un mismo techo, en interacción y en articulación con su medio socioespacial”7. En los relatos de los participantes en el estudio aparece una referencia permanente al desarrollo de su proceso vital en relación a la familia; la manera en que ésta se fue configurando, desde el núcleo en el que nacieron hasta la conformación del grupo familiar propio y su independencia. La estructura y la dinámica familiar revisten características de la cultura campesina antioqueña, con las particularidades de las regiones de donde procede. La historia individual en relación al núcleo familiar de origen (papá, mamá, hermanos y hermanas), se dio en su espacio natural de configuración: “la finca”.

Alrededor de la explotación de la pequeña parcela desarrollaban las actividades cotidianas, en donde participaban activamente todos los integrantes de la familia, lo que coincide con lo planteado por Siabato cuando señala que “en las unidades campesinas, la familia participa en forma integrada en las actividades productivas y domésticas durante todo el año, conformando un volumen de fuerza de trabajo disponible y permanente”8.

En “la finca” se configuraban roles. Es un lugar de recuerdos y añoranzas, por la satisfacción de necesidades y la construcción del proyecto de vida. En algunos casos, la pequeña propiedad era un bien que se trasmitía de padres a hijos. En la mayoría de los casos, el nuevo núcleo familiar se estableció dentro de la propiedad familiar, principalmente de la línea materna, en lotes cedidos por el padre. Esto permitía, por un lado, lograr independencia e intimidad dentro de la nueva familia que nacía, y por el otro, la existencia de relaciones familiares permanentes alrededor de la tierra y del trabajo en ella. Además, en algunos casos, a pesar de ser familias tipificadas como nucleares9, se tenía la posibilidad de disfrutar de la compañía de abuelos y tíos, y de la cooperación mutua en el trabajo, el cuidado y la educación de los hijos por la cercanía a la familia de origen. Gutiérrez señala: “La residencia de cada pareja procura ubicarse dentro de la órbita ambiental femenina, es decir, es ostensiblemente matrilocal. La esposa prefiere vivir al lado de sus familiares”10.

La finca es de mi papá todavía, pero él me había dado un pedacito pa´ hacer el rancho, me había dado cositas (...) E03MHDSRe.

Se encuentra un rasgo común a las familias entrevistadas y es que la mayoría se configuraron a partir de “uniones libres o de hecho”10. En la mayoría de los casos se evidenció que éstas no fueron permanentes debido a conflictos maritales determinantes o, en uno de los casos, por la muerte del compañero. La situación de uniones rotas sucesivas y el establecimiento de una nueva, permite hablar de la conformación de familias mixtas, superpuestas, o de familia padrastral.

(...) Hijos míos son dos, y de ella sola otros dos; el otro ya se fue, el más grande. Yo lo levanté, el se levantó al lado mío pero ya se fue. E04HDI.

Cabe anotar que en algunos casos, a partir del rompimiento de la primera relación, el grupo familiar se desintegró, y cada uno de los hijos quedó al cuidado de otro familiar diferente a la madre o el padre. Además, la existencia de los hijos de la primera relación era motivo de conflicto permanente con la segunda pareja. Las personas que vivieron este tipo de experiencia recuerdan estos eventos con dolor y tristeza por el desprendimiento temporal de sus hijos, condición que no quisieran volver a vivir.

(...) No, si yo cuando ya me deje con él, los hijos quedaron como regados, ya yo tuve el niño por ahí sola (...) E01MDI

Es clara la importancia que tienen los hijos en la vida de sus padres, antes del desplazamiento como un factor de felicidad y alegría en la mayoría de los casos. De hecho, algunos relatos evidencian que el concebirse como familia está determinado por la existencia de los hijos, quienes son los que permiten afianzar los lazos familiares entre el hombre y la mujer y llenar de sentido la vida de la pareja, a pesar de representar mayores responsabilidades y compromisos.

(...) Ya me conseguí una muchacha, entonces vivíamos juntos, después ella se enamoró de otro y se fue (...) yo en ella no tuve familia (...) E04HDI.

En la dinámica y organización familiar, cada miembro cumplía un rol antes del desplazamiento. En las familias que provienen del campo, todos los miembros participaban activamente en las actividades productivas de la pequeña parcela. Por medio de estas prácticas, los hijos fueron educados en los valores del trabajo alrededor de la agricultura. Las hijas también recibieron estos valores, pero su relación con la tierra estaba más centrada en la producción para el autoconsumo.

En la finca sí trabajábamos. Yo desherbaba, cogía café, rozaba, sembraba… de todo (…) E02MHSF

Aun cuando todos los integrantes participaban de las actividades productivas, la responsabilidad de proveedor económico principal estaba centrada en el hombre –padre-, en aquellos hogares donde se contaba con su presencia.

(...) Yo llegaba y descargaba la mula con la remesa, que allá dicen es la remesa, y le sacaba su mercado a ella (...) E08HDU

En los relatos se evidencia que la participación de la mujer en la dinámica familiar se daba básicamente en los trabajos domésticos y en el cuidado y educación de los hijos. Cuando la madre se tenía que ausentar del hogar de manera temporal o permanente (como es el caso de una de las mujeres entrevistadas que siempre ha estado en condición de madresolterismo y por lo tanto ha tenido la responsabilidad económica de su hogar de manera exclusiva), el cuidado de los niños quedaba a cargo de otra mujer, hermana o abuela. Como lo afirma Wolf, “La familia materna da a su línea un respaldo económico, social y afectivo en todo instante, pero que se evidencia en los momentos de crisis económica o de representación social”9.

(...) Él me dice que desde que él esté trabajando, él no me falta con nada, que no descuide las hijas; eso he hecho yo.

En el proceso de socialización las generaciones se comunican, trasmiten creencias, valores, actitudes y comportamientos. En las familias que se configuraron y desarrollaron su proceso vital alrededor de la pequeña parcela y su explotación, los valores y costumbres que se inculcaban en los procesos de socialización estaban directamente influenciados por el trabajo de la tierra. “El campesinado tradicional manifiesta una ética económica, fundamentada en la necesidad del trabajo rudo y perseverante, como una condición para lograr la supervivencia del núcleo familiar y la reproducción de la unidad parcelaria, en las condiciones de un equipamiento tecnológico precario, y un acceso tradicionalmente limitado a la tierra, por el monopolio secular de ésta por la hacienda y la gran propiedad territorial. A su vez, estas condiciones suponen la necesidad, devenida virtud, de una vida ascética, en donde los valores socialmente sancionados del ahorro, y la consiguiente restricción del consumo, se convierten en una verdadera cultura y sociología campesinas”11. La anterior constituye una acertada descripción del marco de valores y costumbres antes del desplazamiento forzado.

La familia a partir del desplazamiento forzado: “Uno, con cinco hijos por ahí rodando”

Aunque históricamente la familia ha estado en permanente transformación, según Palacio “el proceso de desplazamiento forzado le impone un cambio vertiginoso a la cotidianidad familiar. La sobrevivencia y convivencia de este grupo social debe adaptarse forzadamente a unas prácticas que no corresponden con los “equipajes culturales” construidos en la historia y biografía familiar”12. Uno de los aspectos que se ve transformado es la composición familiar. A este respecto es importante conocer que la mayoría de los participantes de esta investigación salió desplazada con su núcleo familiar completo. En el caso de algunas personas, el desplazamiento forzado logra fragmentar el núcleo familiar y romper los lazos que sobrevivían entre los integrantes de la familia de origen. Para otros, reviste la necesidad de proteger la unidad familiar para garantizar y mantener una composición como la que se tenía antes del desplazamiento. En algunos casos, es a partir de este evento que se comienza una nueva relación de pareja y una familia.

Las nuevas familias que se han conformado en el lugar de reasentamiento entre aquellos que llegaron solos, se han configurado mediante uniones de hecho, en una reproducción social de los patrones de nupcialidad propia de las prácticas culturales de su lugar de origen. Es importante anotar que en algunas experiencias donde se relató la fragmentación familiar en el contexto de procedencia, a partir del reasentamiento permanente en El Palomar, al margen de las precarias condiciones de vida, se ha tenido la oportunidad para reunir a los hijos que se encontraban dispersos, al cuidado de otras personas, y comenzar la reconstrucción de la vida en su compañía. Esta situación genera, por un lado, sentimientos de alegría y tranquilidad por la satisfacción de “tener los hijos al lado”, por otro, preocupación y angustia permanentes por la dificultad para garantizar el sustento diario de los hijos.

Yo no sé, en este momento me siento bien, pues tengo los hijos al lado mío. Lo único que me preocupa es la niña, que está en embarazo, que no tengo modo de dale nada, un bocadito de comida que le pueda dar y estar al cuidado de ella cuando necesite. E01MDI.

Frente a la escasez de recursos y las dificultades para acceder a los medios de producción para garantizar las condiciones materiales de vida al nuevo grupo familiar, se ha recurrido a estrategias como la cohabitación en la vivienda de la familia materna. Por lo tanto, en El Palomar se encuentran familias extensas. Al respecto, Henao afirma: “(…) después del desplazamiento, las circunstancias obligaron a las familias a tener una composición diferente, presentando algunas de las tipologías tradicionales y otras nuevas”7.

(...) En mi casa somos siete, porque ahora está mi hija con el nieto, ¡ah! pero siempre es que va aumentando otra vez… ¿si ve?, se va uno y aparece otro (...) E08HDU

A partir del desplazamiento forzado y la vida en Medellín, el número de hijos se convierte en una preocupación. Es así como a pesar de afirmar que “la familia es la felicidad del pobre”, algunas de las madres de El Palomar han optado por ponerle freno a la procreación a través de procedimientos quirúrgicos definitivos. Sin embargo, en algunas familias, las mujeres adolescentes reproducen el comportamiento que frente a la fecundidad se tenía en los contextos rurales de origen, donde ésta es asumida a temprana edad. Cinco de las madres de los nueve niños nacidos vivos entre marzo de 2004 y junio de 2005, tenían entre 14 y 19 años. Cuando no se forma un núcleo familiar alrededor de las nuevas madres y sus hijos, y por el contrario se trata de madres solteras que son acogidas en su familia de origen, obviamente aumenta el número de integrantes de la familia, que pasa de nuclear a extensa.

La familia enfrenta importantes modificaciones en tamaño, composición y estructura. En lo concerniente a las relaciones y funciones que asume cada uno de los miembros de la pareja a partir de la reconstrucción de la vida desde el momento del desplazamiento, se da un proceso de ajuste que afecta los roles, y variaciones jerárquicas. Para la mayoría, la función de proveedor económico ya no es competencia exclusiva del hombre. El contexto urbano expone unas características y prácticas ajenas a los referentes culturales y sociales que traen los individuos desplazados. Para garantizar que el hombre continúe con su papel protagónico en la función de proveedor de la familia, tendría que acceder a formas de trabajo y oportunidades que le permitieran explotar todas las capacidades y conocimientos que traía de su lugar de origen. Pero ésta no es la realidad.

Las formas de trabajo en la ciudad son diferentes y las condiciones y oportunidades restringidas. Es así como el hombre, tradicionalmente soporte económico de la familia, no encuentra opción de trabajo. Por lo tanto la mujer sale del entorno circunscrito a la vivienda y a los trabajos domésticos, para insertarse en nuevas prácticas que le permitan asumir de manera directa su participación en la economía del hogar. En conversaciones informales sostenidas durante el trabajo de campo, algunas mujeres afirmaron que el aporte que hace cada una de ellas es determinante para que el hombre pueda comprar nuevos insumos para su trabajo, o tener dinero para los pasajes que le garanticen llegar al lugar de trabajo, cuando éste existe.

El desplazamiento forzado y la vida en el contexto urbano traen para hombres y mujeres la exigencia de mantener relaciones de cooperación para garantizar el sostenimiento de la familia, relaciones que se convierten de dependencia mutua. Esto señala un cambio importante en los rasgos tradicionales de las familias.

La inserción de la mujer en otras esferas, y el cambio de roles en la estructura familiar modifican igualmente los procesos de socialización. En primer lugar, se establece un nuevo contexto para los procesos de formación de los hijos, determinado por la pobreza económica, la exclusión y la insatisfacción de necesidades humanas esenciales como el consumo de alimentos. En segundo lugar, el proceso de socialización primaria se ve alterado, porque la persona directamente responsable del acompañamiento durante esta transmisión de cultura y valores ha sido la madre. A partir del desplazamiento, la madre está por fuera del hogar gran parte de su tiempo, por lo tanto el acompañamiento de los hijos está muchas veces a cargo del padre, de los hermanos mayores, de algún vecino o, en el peor de los casos nadie los cuida. En tercer lugar, a partir de la vida en la ciudad, y de la lucha por acceder a los medios que garanticen la satisfacción de necesidades, los valores que marcan el ritmo de la vida diaria son los de la sobrevivencia, el rebusque, la informalidad y la incertidumbre permanente. Valores como el amor al trabajo y a la acción como condición humana, el respeto por la tierra, la relación con el otro en condiciones de solidaridad más que de competencia, son desplazados violentamente por la urgencia del sustento diario. En el contexto urbano, la economía campesina deja de ser la base de su socialización, por tanto, ya no es el referente que permite estructurar la familia y establecer los valores que se van a transmitir de generación en generación.

c Este dato fue extraído del cuaderno de actas de las asambleas comunitarias de El Palomar, con fecha de julio de 2004.

d Informe del análisis del agua de El palomar, realizado por el Centro Nacional Agropecuario “La Salada” SENA, Laboratorio de servicios tecnológicos de alimentos. El resultado plantea que se encontraron coliformes totales: 123 UFC/100mL, cuando el valor normal es 0. Y coliformes fecales: 93 UFC/100mL, cuando el valor normal es de 0.

e El código que se encuentra al final de cada fragmento de los relatos corresponde al número de la entrevista, al sexo de la persona entrevistada: hombre o mujer desplazada y a la región de donde procede dicha persona.

DISCUSIÓN

El proceso construido a partir de los relatos que permitieron hacer un recorrido comparado y relacional en las dimensiones temporales de un antes y un “a partir” en la experiencia de vida de los pobladores de El Palomar, permite evidenciar que un hecho como el desplazamiento forzado cambia la arquitectura, la vida social y las prácticas de la familia, redimensionando su mundo cultural a partir de su inserción en un nuevo contexto, que trasforma de manera compleja los comportamientos y valores de la familia, empobrecida y desterrada.

La familia tradicional campesina, nuclear, en ocasiones recompuesta, propietaria de la pequeña parcela, con arraigo cultural en sus prácticas agrarias, y fortalecida como grupo y fuerza de trabajo familiar, ofrecía unas condiciones para garantizar la subsistencia y la reproducción social de la familia, enmarcada en la transmisión de valores como la capacidad de lucha, la productividad y el amor al trabajo, la sencillez frente al consumo, el ahorro y la protección de todos los integrante de la familia. Este universo cultural, construido en los lugares de origen, de donde un día fueron arrojados hacia un contexto ajeno donde su lucha cotidiana es contra la exclusión, fue trastocado de manera abrupta.

Al recordar las condiciones de vida que tenían antes y compararlas con las alternativas de la ciudad, los participantes del estudio expresan nostalgia porque:

• La oferta de oportunidades para la reconstrucción de la vida es escasa

• La sobrevivencia y la convivencia deben adaptarse forzadamente a unas prácticas que no corresponden a su cultura, historia y biografía familiar.

• Todo implica cambios y adaptaciones en la dinámica y organización familiar, desde su composición hasta sus funciones, valores, roles, efectividades, y contextos de sociabilidad

• Estos cambios, en la mayoría de los casos, están enmarcados por la angustia, la tristeza y la incertidumbre

• La realidad actual está signada por la precariedad, el empobrecimiento y la negación al ejercicio efectivo de derechos, poniendo en evidencia la desprotección por parte del Estado.

Las transformaciones experimentadas generan una nueva familia, que se recompone día a día en condiciones de vida características de un barrio subnormal, una vivienda y un trabajo informales, donde se asumen nuevos roles y se redistribuyen funciones y poderes. Los procesos de socialización se debaten entre los valores arraigados de la familia tradicional campesina y aquellos propios del contexto urbano, como la competencia, el consumo, y la informalidad. Algunas de las personas entrevistadas afirman que a pesar del drama humano que reviste el desplazamiento forzado y las dificultades de la sobrevivencia diaria, el nuevo contexto de actuación y el reasentamiento permanente en El Palomar les ha permitido generar nuevas construcciones, como la conformación de nuevas familias y el reencuentro de aquellas que estaban disueltas. Activar capacidades que hasta el momento no habían explorado, les permite luchar por la manutención de los integrantes de la familia.

De otro lado, se retoma el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales —PIDESC—13, donde se reconoce el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Al contrastar los elementos contemplados en este pacto, con las condiciones de vida de la población de El Palomar, se puede afirmar que el Estado colombiano no garantiza estos derechos.

CONCLUSIONES

Las vivencias relatadas ponen en evidencia el papel de la familia como agente activo de sus condiciones de vida, que precisa de unas oportunidades concretas para poderlas agenciar y la capacidad de acción de cada uno de los padres para proteger a sus hijos frente a las nuevas circunstancias que determinan el ritmo de los modos de vida en la ciudad. Además, la situación de precariedad y desprotección en que se dan los procesos diarios de estas familias y su reconfiguración a partir del desplazamiento, la débil presencia del Estado, la falta de asistencia y de protección social y la ausencia de políticas y mecanismos para garantizar la inclusión económica, social y política de este tipo de poblaciones, permiten afirmar que el derecho a la familia está vulnerado y que necesita ser restituido de manera duradera.

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