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Investigación y Educación en Enfermería
Print version ISSN 0120-5307
Invest. educ. enferm vol.33 no.1 Medellín Jan./Apr. 2015
ARTÍCULO ORIGINAL / ORIGINAL ARTICLE / ARTIGO ORIGINAL
Cuidado humanizado: una relación de familiaridad y afectividad
Humanized care: A relationship of familiarity and affectivity
Cuidado humanizado: uma relação de familiaridade e afetividade
Oscar Alberto Beltrán Salazar1
1Enfermero, Magíster, candidato a Doctor. Universidad de Antioquia, UdeA. Calle 64 #53-09, Medellín; Colombia. email: oscar.beltran@udea.edu.co.
Fecha de Recibido: Agosto 27, 2014. Fecha de Aprobado: Noviembre 4, 2014.
Artículo vinculado a investigación: De la atención impersonal al cuidado humanizado de enfermería mediante esfuerzos humanizadores. El punto de vista de los pacientes, los familiares y las enfermeras
Subvenciones: Ninguna.
Conflicto de intereses: Ninguno.
Cómo citar este artículo: Beltrán OA. Humanized care: A relationship of familiarity and affectivity. Invest Educ Enferm. 2015; 33(1): 17-27.
RESUMEN
Objetivo. Comprender el significado del cuidado humanizado de enfermería en la experiencia de los participantes, enfermeras, pacientes y sus familiares. Metodología. Estudio fenomenológico interpretativo basado en entrevistas en profundidad que incluyó a 16 participantes adultos, realizado en Medellín, Colombia, entre diciembre de 2012 y marzo de 2013. Resultados. La situación del paciente, las habilidades comunicativas de las enfermeras y la condición de ambos, como seres humanos, influyen en las palabras, gestos y actitudes durante la relación enfermera-paciente, en la cual la presencia, lo que se hace y la forma de hacerlo permiten dejar una importante huella en los pacientes y sus familiares. Conclusión. La interacción entre pacientes y enfermeras pasa por varias etapas hasta lograr la empatía, compasión, afecto y familiaridad necesarios para dar cuenta de un cuidado humanizado.
Palabras clave: atención de enfermería; humanización de la atención; instituciones de salud; investigación cualitativa.
ABSTRACT
Objective. This work sought to understand the meaning of humanized nursing care in the experience of participants, nurses, patients, and their relatives. Methodology. This was an interpretive phenomenological study based on in-depth interviews, which included 16 adult participants and was conducted in Medellín, Colombia, between December 2012 and March 2013. Results. The patient’s situation, the nurse' communication skills, and the condition of both, as human beings, influence upon the words, gestures and attitudes during the nurse-patient relationship, where the presence, that which is done, and how it is done permit leaving an important impression on patients and their relatives. Conclusion. The interaction between patients and nurses goes through various stages until achieving the necessary empathy, compassion, affection, and familiarity to account for humanized care.
Key words: nursing care; humanization of assistance; health facilities; qualitative research.
RESUMO
Objetivo. Compreender o significado do cuidado humanizado de enfermagem na experiência dos participantes, enfermeiras, pacientes e seus familiares. Metodologia. Estudo fenomenológico interpretativo baseado em entrevistas em profundidade que incluiu a 16 participantes adultos, realizado em Medellín, Colômbia, entre dezembro de 2012 e março de 2013. Resultados. A situação do paciente, as habilidades comunicativas das enfermeiras e a condição de ambos, como seres humanos, influem nas palavras, gestos e atitudes durante a relação enfermeira-paciente, na qual a presença, o que se faz e a forma de fazê-lo permitem deixar uma importante impressão nos pacientes e seus familiares. Conclusão. A interação entre pacientes e enfermeiras passa por várias etapas até conseguir a empatia, compaixão, afeto e familiaridade necessários para dar conta de um cuidado humanizado.
Palavras chave: cuidados de enfermagem; humanização da assistência; instituições de saúde; pesquisa qualitativa.
INTRODUCCIÓN
El cuidado de enfermería es la esencia y el objeto de estudio de la enfermería y por este motivo es un concepto central para la disciplina. Precisamente, esta centralidad ha motivado múltiples trabajos para determinar los atributos, dimensiones y significados que permitan su definición, que por depender de la dinámica cambiante de la enfermería, de diferentes enfoques teóricos,1 no es simple ni estática. El concepto de cuidado es ''poco claro, insuficientemente desarrollado y limitado por las perspectivas teóricas que lo definen''2 y por esto ''se ha incrementado el interés en su definición, análisis como concepto y en darle una base filosófica amplia''.3
Algunas teóricas en enfermería han resaltado condiciones y atributos del cuidado que aparentemente están sobreentendidos en los conceptos. Watson4 se refiere al ''cuidado transpersonal'' y propone condiciones que considera indispensables para cuidar; Paterson y Zderad5 propusieron su teoría ''Enfermería humanística'' para remarcar dicha dimensión a pesar de haberse aceptado que la enfermería, en su desarrollo epistemológico y ontológico, tiene una dimensión humanista. Travelbee6 resalta la relación ''persona a persona'' y Peplau7 propone ''relaciones interpersonales'' en el cuidado de enfermería, condiciones que por definición también se consideran involucradas en dicho cuidado. Hacer énfasis en la comprensión del cuidado humanizado, aun cuando puede considerarse que está definido suficientemente en los planteamientos teóricos, se justifica debido a la brecha existente entre teoría y práctica en el ejercicio de enfermería en las instituciones de salud, lo que ha llevado a la falta de coincidencia entre el ser y el deber ser del cuidado.
Para Umenai et al.,8 la humanización y el cuidado humanizado ''involucran la comunicación e interacción orientadas a la autotransformación entre las personas''; la humanización es un concepto ''que se puede aplicar a cualquier aspecto del cuidado como enfermedad, ancianidad, discapacidad, educación y cultura''.8 Es un asunto complejo que concierne a las enfermeras, dado que el cuidado de enfermería puede influir en el éxito o el fracaso del tratamiento. También, concierne a las instituciones de salud porque, a pesar de los intentos para asegurarla con las personas hospitalizadas, son frecuentes las quejas por fallas en el cuidado y condiciones deshumanizantes. Ocuparse del cuidado humanizado establece la pertinencia del estudio que se reporta en el presente artículo, el cual se orienta a comprender sus significados en la experiencia de quienes participan en él, especialmente mirado a luz del atributo ''humanizado'', debido a la importancia que representa para la enfermería, por un parte, lograr su comprensión y, por otra, hacer realidad este tipo de práctica.
METODOLOGÍA
Estudio con enfoque fenomenológico, que incluyó a 16 personas adultas entre 29 y 62 años de edad, cuatro hombres y 12 mujeres, seleccionados por muestreo con propósito.9 Seis de ellos eran profesionales con experiencias previas como pacientes cuando fueron hospitalizados por situaciones de urgencia, enfermedad crítica o por intervención quirúrgica, siete eran familiares de pacientes hospitalizados y tres eran enfermeras, quienes aceptaron voluntariamente su participación sin recibir estímulos económicos.
La entrevista en profundidad fue la técnica para lograr la información, cuya duración fue entre una hora y hora y media. Cada una se identificó con un código para preservar la confidencialidad, en el cual se adoptó la letra N seguida de las iniciales del nombre para identificar a las enfermeras participantes, la letra P para los pacientes y la letra S para los familiares de estos. Los participantes fueron invitados a compartir sus experiencias en relación con el cuidado. Se tuvo como pregunta inicial: ¿Describa cómo fue su experiencia en el cuidado durante la hospitalización por episodio o episodios de enfermedad propio o de un miembro de la familia? -para el caso de los pacientes y familiares-; y ¿Describa su experiencia como cuidador con personas enfermas y familiares en el hospital? -para las enfermeras-. A continuación, se invitó a describir la experiencia y las preguntas subsiguientes fueron específicas para cada una de las entrevistas, dependiendo de los contenidos de la información. La pregunta ¿Qué es para usted haber sido cuidado o cuidar humanizadamente en el ambiente hospitalario? motivó a hablar sobre los significados del fenómeno en forma específica. Un relato de los hechos durante las interacciones de cuidado que incluía los pensamientos, sentimientos, emociones, respuestas, comportamientos, percepciones, autointerpretaciones y el contexto que tuvieron lugar durante la hospitalización fue importante para comprenderla. Se consideraron de igual importancia los datos suministrados en las entrevistas, sin darles preponderancia por razones de poder social, riqueza, nivel educativo o importancia política de quien los expresaba.
Los procedimientos interpretativos de la fenomenología hermenéutica propuestos por Cohen, Kahn y Steeves10 sirvieron para realizar el análisis manual de la información, que se inició en la primera entrevista al escuchar y reflexionar sobre lo expresado con el fin de captar significados que pudieran validarse con el participante. A continuación, se transcribieron fielmente las entrevistas y se realizó una inmersión en la información mediante la lectura reiterada, línea por línea, para tener una visión general de lo reportado, las particularidades de cada experiencia y para lograr un movimiento dialéctico entre el todo y las partes.
El producto de la revisión fue la codificación, el análisis temático y la determinación de unidades de significado y ejemplares; además, se identificaron los incidentes recurrentes o temas comunes, así como los casos atípicos o negativos que no encajaban en la línea interpretativa y sugerían variaciones en el análisis. Después, se separaron los temas y subtemas significativos y se realizaron memos analíticos y diagramas sobre cada uno y sobre las relaciones entre ellos. Paso seguido, se describió en una narrativa la forma cómo se comprendían los temas en relación con la experiencia estudiada. La interpretación fue validada permitiendo a varios de los participantes leerla para determinar su correspondencia con lo que ellos querían decir, asegurar la fidelidad y credibilidad en el análisis, rescatar lo omitido y mejorar la descripción final y la validez interna10. También, fue revisada por el asesor, con título doctoral, y diez miembros del grupo de investigación ''Emergencias y desastres'' de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia, cuyas sugerencias y recomendaciones sirvieron para mejorar el informe y favorecer la validez externa y la confirmabilidad. Para contribuir a la aplicabilidad y transferibilidad del estudio, se presentaron los resultados en diferentes audiencias. El estudio se llevó a cabo en Medellín, Colombia entre diciembre de 2012 y marzo de 2013, previa aprobación del Comité de Ética de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia (Acta CEI-FE 2012-4).
RESULTADOS
Los resultados permitieron ver la confluencia de conceptos entre los participantes y algunos planteamientos teóricos de la disciplina en relación con los atributos y características indispensables para que la labor de las enfermeras pueda considerarse como cuidado de enfermería. Uno de estos planteamientos se deriva de la corriente humanista que le otorga el atributo de humanizado, con plena vigencia para los entrevistados: Ese es el deber, no hay que pensar, así tiene que ser y yo no le veo a eso ningún otro espacio. No sé cuál es la definición más bonita, pero así debe ser (P.G.M).El énfasis en el enfoque humanizado del cuidado motiva a reflexionar y analizar las conductas y actitudes de las enfermeras durante el cuidado, resaltando su propia humanidad, la del paciente y sus familiares. Además, orienta la forma de proceder tomando en cuenta las indicaciones de profesionales y enfermeras y las condiciones y especificidades de los pacientes y familiares para contribuir a la armonía en el cuidado y al bienestar de pacientes y enfermeras: hacemos una cantidad de acciones que las enfermeras pensamos que son las ideales, pero ¿las hemos consultado con los pacientes para ver si eso es lo que quieren, si eso es lo que necesitan, sabemos que el cuidado debe ser individualizado? (N.J.T).
Los participantes reconocen la presencia del cuidado humanizado cuando las relaciones con las enfermeras se realizan teniendo en cuenta el tipo de experiencia que atraviesan. Esto resulta crucial en la forma de interactuar, el lenguaje y las expresiones verbales o gestuales que se utilicen para lograr el acercamiento que hace posible cuidar y fortalecer la confianza necesaria para asegurar el cuidado e incluso unos resultados adecuados en los aspectos que dependen de la interacción misma. Porque no hay que olvidar que muchas otras circunstancias profesionales e institucionales también tienen su efecto sobre ellos: el paciente viene por un evento fortuito en su vida; estaba aliviado y de pronto se enfermó, le pasó algo y las enfermeras deben acercarse a su nivel; cuéntele lo que va a hacer, quiénes somos, trátelo bien, explíquele sus derechos, porque humanizar encierra muchos aspectos, yo diría que demasiados (N.L.A).
Según se reporta en las entrevistas, una interacción enmarcada en el cuidado humanizado pasa por diferentes etapas para lograr la confianza, conocer los problemas y decidir sobre las intervenciones convenientes, no solo para resolverlos sino para que estén acorde con los gustos, preferencias y demandas de los pacientes. Así, la enfermera cumple la primera etapa al demostrar, por un lado, su disposición e interés por participar en la solución de los problemas bajo la consideración del paciente como ser humano y, por otro lado, el propósito de respetar su dignidad: no solo necesitamos muchas órdenes y procedimientos o que nos coloquen medicamentos, sino que piensen en la persona que somos, en nuestra humanidad y dignidad (N.G). En esta etapa, la enfermera debe estar dispuesta a ir más allá de la tarea y del cumplimiento del deber para interesarse por la situación real del paciente y las posibles soluciones. Esto se logra mediante los patrones de conocimiento estético, personal y ético que complementan al patrón empírico y permiten seleccionar las mejores opciones de cuidado: Yo entiendo que no es limitarse a hacer las cosas de una manera mecánica (S.R.D).
En la segunda etapa, la enfermera asume el cuidado de los pacientes teniendo presente los principios éticos y sus habilidades sociales y comunicativas, para hablar, escuchar, valorar y detectar los problemas y las situaciones que enfrenta cada uno. En esta etapa es importante la moderación y el balance para analizar las situaciones, hablar cuando sea preciso o permanecer en silencio cuando se considere pertinente: segundo, hay que obrar con ética y con tacto en el manejo de las circunstancias, de la prudencia, del lenguaje corporal, la expresión y el lenguaje; evitar expresiones como mamita, papito y cosas así (P.G.M).La moderación permite a las enfermeras ser respetuosas de la autonomía y gustos de los pacientes, sin irrumpir con disposiciones propias de protocolos institucionales que pueden posponerse o remplazarse, cuando no haya repercusiones en el cuidado, para no causarles contrariedad y molestia, darles preponderancia y reconocer su papel protagónico en el cuidado: yo pienso que la obligación de uno es dar un cuidado humanizado, así tenga problemas de contrato, porque ese no es problema que tenga que recibir el usuario (P.M).
En la siguiente etapa, la enfermera demuestra empatía hacia el paciente, su familia y hacia la situación que viven. Ciertas actitudes y comportamientos, el lenguaje e incluso la comunicación no verbal, como la mirada y los gestos, permiten al paciente conocer la posición actitudinal de la enfermera y encontrar afinidad emocional y espiritual con ella; la empatía en esta relación permite comprender la situación, los problemas, las demandas y necesidades de los pacientes y sus familiares. También, permite ofrecer apoyo y ayuda: desde la primera palabra que una enfermera emita para su paciente, se ve si habrá empatía y eso es importante para su recuperación; una enfermera debe llegar y hacer empatía con el paciente y luego empezar a tratarlo con medicamentos y procedimientos (S.D.E).
Además, la empatía favorece la posibilidad de que el paciente despierte en la enfermera sentimientos que mueven a la acción en su favor, los cuales son deseables porque reflejan el interés de ella y los atributos del cuidado que ofrece: hacen las cosas de forma, como lo dice la palabra, humanizada, más humana; quiero decir, con cariño, con amor; a mí me tocó ver que hacían los procedimientos y una cantidad de cosas con un trato humano; entonces pienso que es hacer las cosas con amor y no simplemente por hacerlas, mecánicamente (S.R.D).A las demostraciones de empatía e identificación con el paciente y con su situación, le sigue la relación basada en la cordialidad, calidez, compasión, amabilidad y comprensión motivadas, primero, por la alta vulnerabilidad del paciente y la presencia de sufrimiento tanto en el plano físico como emocional, y segundo, por el deseo de ayudar, que se transmite en acciones consensuadas en la búsqueda del bienestar del enfermo: si yo veo una persona que padece, tiene dolor o hambre tengo que hacer todo lo que pueda y está en mis manos para que esté bien y eso es compasión; si algo le va a doler, ser cuidadoso y no hacerle al otro lo que no me gustaría que me hicieran a mí (P.G.M).
Según los participantes, la compasión, como atributo del cuidado, se refleja en las acciones de las enfermeras, en la forma de llevarlas a cabo y en los sentimientos que ponen en cada actuación, en cómo perciben al ser humano, comprenden su situación y participan en la resolución de los problemas: la compasión no es sentir pesar sino comprender la situación del otro y hacer todo lo posible para que esté bien, interesarse por evitarle más dolor y sufrimiento y hacer las cosas con amor y obviamente, con la ética y la responsabilidad de hacer las cosas bien (P.G.M).
Cuando se tiene claridad sobre qué hacer y sobre la participación del paciente en el cuidado, la intervención de la enfermera se lleva a cabo de manera agradable para los pacientes y sus familiares y, obviamente, para ella misma, es decir, el cuidado se da en medio de una relación familiar, cálida y amigable que despierte sentimientos de tranquilidad y confianza. Por lo tanto, no se trata entonces de hacer las cosas por hacerlas de forma mecánica para cumplir con el deber o la asignación, sino demostrar interés en actuar y propiciar una clima agradable, de calidez y respeto: no es solamente hacerle los procedimientos, hay que involucrar esa calidez que es posible ver en la relación de los familiares con el paciente, lograr ese acercamiento como el que el paciente tiene con su familia (N.L.A).
En este clima agradable para la relación, es importante considerar algunos detalles que ya han sido definidos por las teóricas en enfermería y cuya importancia es reforzada por los participantes. Entre ellos están la privacidad y el respeto por el pudor, el aislamiento de ruidos y situaciones desagradables ajenas a la propia condición del paciente: Uno tiene que ser integral en la parte social; entonces, mucha amabilidad y brindar al paciente la privacidad para muchas cosas; a mí me gusta la enfermería, que es mi profesión y por eso tengo que proponerme que yo sea bien querida con la gente (N.G.G).
Teniendo en cuenta el crucial papel que las enfermeras juegan en las experiencias de enfermedad de los pacientes y de sus familiares, una relación que propicie la empatía, la compasión, el interés y el afecto mutuo, redundará en el reconocimiento que las personas otorgan a la profesión y a quienes la ejercen: hacemos ver que la atención que las enfermeras brindan a los pacientes y sus familiares definitivamente es diferente de la que pueden recibir de otro personal en la institución (N.N.S).
Por otra parte, permite dejar una huella agradable en las personas que reciben el cuidado y en sus familiares, quienes valoran la ayuda recibida en los momentos difíciles, como una experiencia de enfermedad, máxime si se da en tal forma que se percibe como agradable, lo que motiva emociones, sentimientos, afecto y bienestar, como es el caso del cuidado humanizado: yo sentía respeto por la forma como veía el comportamiento de ellas con mi hijo y con todos los demás pacientes; los trataban muy bien, son humanizados y yo decía, esta persona tiene vocación y lo hace más por el gusto, por su sentido de responsabilidad y humanidad, que por una obligación (S.D.E).
Las relaciones entre enfermeras y pacientes son la vía para realizar el cuidado y el medio para dar notoriedad a sus atributos. Por este motivo, las actitudes y comportamientos durante las interacciones serán percibidos y valorados por los pacientes y sus familiares, así como ocurre con el tiempo de respuesta, la oportunidad en ella, la duración y calidad de los contactos. Todo ello servirá para hacer conclusiones y elaborar significados: ¿La humanización? Es la forma como abordan al paciente, como lo van a cuidar, escucharlo, explicarle; yo pienso que la forma como uno puede aportar es con un trabajo más personalizado y eso hace que haya humanización, por la escucha y la comunicación (N.N.S).
Así las cosas, las actitudes durante la realización del cuidado, la experticia y la preparación académica contribuyen para dejar una impronta, una huella o una imagen por parte de las enfermeras en las personas que cuidan, quienes resaltan características que concuerdan con las expectativas, deseos y con una forma de proceder agradable para quienes la reciben y satisfactoria para quienes la ofrecen: yo soy muy soñadora y quisiera que pudiéramos ser como a mí me encantan las enfermeras, que trabajemos con el paciente todo lo que tiene que ver con su parte asistencial; yo soy defensora de que la enfermera tiene que hacer todos los procedimientos que los pacientes necesitan con el apoyo del personal auxiliar, pero la responsabilidad es de la enfermera y es ella quien los debe hacer (N.L.A).
También, los participantes son importantes en la percepción y descripción de una experiencia de cuidado porque valoran el trato agradable, cordial y cariñoso para dirigirse a las personas afectadas por una enfermedad o tener un familiar enfermo: todo estuvo muy bien, muy bien, especialmente por el trato de ellas con el paciente (S.D.E). Por el contrario, ciertas actitudes (inconvenientes) alejan afectivamente a las enfermeras de los pacientes y sus familiares, además, entorpecen el cumplimiento de la labor, la cual se basa en la comunicación, la solicitud y la demanda como algunas de las formas de conocer lo que el paciente necesita. Estas actitudes pueden ser percibidas por familiares y pacientes como si fueran modos de castigo o sanción y son más propias de una atención impersonal que del cuidado humanizado: pareciera que hacen las cosas con más gusto cuando saben que a uno le está doliendo; yo me acuerdo que decía ¡virgen santa, ayúdanos! (S.D).
La conciencia de un quehacer que no responde a las verdaderas condiciones de la enfermería lleva a reflexionar sobre los factores que han influido para que el trabajo de las enfermeras esté desenfocado de su objeto real: Y nosotros ¿qué hacemos mal, en dónde nos quedamos con lo que tenemos que hacer y por qué pasa esto?; ¿en qué estamos fallando, por qué seguimos cayendo en el error y por qué nuestro reconocimiento como profesionales se sigue perdiendo? (N.G). Asimismo, es preciso reflexionar sobre el pobre reconocimiento social y la escasa visibilidad como profesión frente a los pacientes, instituciones de salud y la sociedad debido al desarrollo de actividades que no reflejan el espíritu y el propósito de la disciplina, pero que han representado el alejamiento entre enfermeras y pacientes con detrimento del conocimiento mutuo y la confianza que deberían contribuir a unas relaciones de cuidado productivas en términos de logro de metas, resolución y afrontamiento de problemas: no estamos siendo visibles para los pacientes, porque estamos todo el tiempo con monitores y aparatos y tratando de alargar la vida a toda costa, inventando tratamientos, medicamentos y técnicas nuevas, pero se nos olvidó lo básico, que somos seres humanos igual que los pacientes (N.G).
La reflexión posibilita la búsqueda de las reales causas de los problemas en el cuidado y de las verdaderas soluciones, evitando excusas y justificaciones: seguimos fallando en lo mismo y nos seguimos quejando de que no hay tiempo, que no debemos hacer otras cosas que alejan del cuidado; creemos que hay que traer la última tecnología, tener los últimos equipos y preparar al personal pero sigue pasando lo mismo (N.G). Por todo esto, los pacientes y familiares continúan a la esperan de intervenciones profesionales orientadas, en primer lugar, a detectar y resolver problemas y, en segundo lugar, a establecer relaciones agradables, cargadas de emociones y sentimientos y acompañadas de actitudes de jovialidad, interés por cuidar, preocupación y afecto por la situación y por quienes la viven: básicamente, humanización, es volver a esos principios básicos de cordialidad y amabilidad, saludar y presentarse, preguntarle al paciente ¿quién es usted?, ¿cuál es su rol social?, ¿qué lo llevó a la situación que está viviendo? y demostrar interés y afecto (N.G).
DISCUSIÓN
El enfoque humanizado del cuidado hace parte de ''su deber ser''. Así lo expresa el participante y lo plantean algunos teóricos, porque ''el paciente, sus familiares y las enfermeras son seres humanos'' , por lo que el cuidado se trata de una ''relación sujeto a sujeto, una reunión de subjetividades y por esto, la clasificación de la asistencia como humanizada depende de la calidad de esta relación''.11 Como atributo del cuidado, la humanización exige de las enfermeras ''habilidades humanas para combinar aspectos profesionales y técnicos con la capacidad de relacionarse con quienes las rodean''.12 Sin embargo, en la práctica actual una cosa es el deber ser y otra la realidad sobre el cuidado. De esta manera, se ha identificado ''la necesidad de implementar procesos reflexivos acerca de los principios, valores, derechos y deberes que rigen el ejercicio de enfermería''13 y llevar a la práctica los atributos que en teoría tiene, como es el caso del cuidado humanizado, que ''supone establecer un entorno de cuidado humano y una cultura de respeto y afecto'' que no tome como ''centro de atención la enfermedad sino el ser humano''13 como sujeto y no como objeto, reconociendo el valor, la complejidad y la subjetividad de las personas evitando cosificarlas al asignarles rótulos por la enfermedad que padecen. También, supone conocer las emociones, sentimientos y respuestas y lo que hacen las personas en el hogar para vislumbrar el aporte que pueden recibir en una relación terapéutica.14
Otros aspectos importantes reportados en la literatura y por los participantes que aportan al cuidado humanizado son, primero, integrar todas las habilidades de la enfermera e ir más allá de los aspectos técnicos: ''el término humanización se utiliza cuando, además de la mejora del cuidado en sus dimensiones técnicas y científicas, se reconocen los derechos de los pacientes, el respeto a su individualidad, dignidad y autonomía en una relación sujeto a sujeto''.11 Segundo, reconocer la centralidad de la relación con los pacientes y la forma de realizarla, ''evitar prejuicios, centrarse en el paciente, valorar a fondo, transmitir habilidades, compartir sentimientos, confortar, proteger, preservar la dignidad, informar y facilitar el enfrentamiento de las transiciones y de los eventos no cotidianos''.15
La interacción entre enfermeras y pacientes, supone la presencia frente a frente. Por otro lado, los participantes reconocen su centralidad en el cuidado y hacen referencia a su existencia y al tipo de relación, pues no basta con la simple comparecencia física, sino que es necesaria una conexión espiritual o anímica. Esta interacción es esencial, ''máxime si se da en condiciones de enfermedad y de incapacidad para valerse por sí mismo o para lograr la propia satisfacción de las necesidades''.5 En el marco de una enfermería humanística, esta relación se entiende como una ''vivencia armónica con uso adecuado del tiempo compartido que humaniza los llamados y las respuestas''.5
Los resultados del estudio también coinciden con planeamientos de autores en relación con la interacción con los pacientes entendida como ''acercarse al nivel del paciente'', reconocerlo, comprenderlo y ayudarlo, ''como alguien que existe y tiene valor y preocuparse por él, interesarse por su condición, darle la atención poniéndose en una actitud solícita''.12 En otras palabras, se basa en ''la hospitalidad entendida como, la capacidad de acoger al otro respetándole en su diferencia''.16 Los planteamientos de Levinás,17 ayudan a entender el carácter humanizado cuando afirma que en la relación con otro es posible ''mirar un rostro y desde el momento en que miramos, alguien se abre a nosotros, nos habla, deja ver algo que va más allá de lo que se hace visible. Un rostro no es una máscara y ser persona es tener uno''. Para Boff,18 ''las relaciones de cuidado no son de dominio sobre, sino de convivencia''; tampoco ''son puramente intervenciones técnicas, sino interacciones'' lo que se puede entender en términos de igualdad, sin preponderancia sobre el otro participante.
Sin embargo, a pesar del rico aporte del conocimiento en enfermería, por la influencia de la forma de percibir a los pacientes, el dominio de los hospitales y la hegemonía médica en la práctica, las enfermeras logran una falsa seguridad en la realización de procedimientos y en la utilización de tecnologías en el cuidado, dejando de lado los planteamientos teóricos de la disciplina.19 Además, asumen el esquema médico de intervenir la enfermedad, reduciendo el cuidado a una serie de intervenciones sin el contexto teórico propio, con la consiguiente subyugación a otros profesionales y una nefasta pérdida de autonomía y ética.20 En este sentido, el escaso reconocimiento de la importancia del cuidado por parte de las enfermeras y el permitir que actividades accesorias dominen lo principal al cumplir sus funciones ha influido en el tipo de práctica actual. Así las cosas, ''la satisfacción de las enfermeras depende más de la realización de actividades alrededor del diagnóstico y órdenes médicas que de la aplicación de teorías de la disciplina que dinamizan el cuidado, promueven las interacciones y la consideración de los pacientes como seres humanos''.20
La mirada del cuidado, desde el punto de vista ético, sugerida por el participante, coincide con la afirmación de Pallazani:12 en la actualidad ''se requiere la humanización de la acción'', por parte de enfermeras e instituciones de salud, ''estimulando una actitud existencial de relación responsable hacia el otro en condiciones de debilidad o que pertenece a un nivel social o cultura diferente''. Al considerar la importancia de la aceptación y el respeto por la diferencia en el cuidado, es pertinente recordar que la enfermería se basa en un marco ético y no en la imposición. A este respecto Gracia21 plantea que ''la ética de los cuidados de enfermería se ha ajustado al patrón específico de las éticas de la convicción''; sin embargo, incluso, sería recomendable replantear este enfoque porque la convicción ''relaciona la vida moral con la aplicación directa de principios y reglas a situaciones específicas, sin considerar las circunstancias y las consecuencias''.21
Poner en práctica el cuidado humanizado involucra ''el quebrantamiento de las rutinas institucionales''11 lo que significa considerarlas como condiciones para ''ajustar a las necesidades de los pacientes para demostrar ser razonable y flexible''.11 No obstante, esta es una sugerencia difícil de cumplir porque las enfermeras ''prefieren el cumplimiento de ciertas normas que atender condiciones individuales y específicas de los pacientes'',11 reflejando una falta de moderación y balance en su labor. Lo mismo ocurre al desconocer la singularidad e individualidad de los pacientes para someterlos a protocolos, lo que tampoco contribuye al cuidado humanizado.
''Hacer todo lo asistencial'' significa la apropiación de la labor de enfermería sin exceso en la delegación, es decir, la presencia al lado del paciente y la interacción directa. Esta interacción y el tipo de relación que debe existir están consignados en la legislación colombiana, Ley 911 de 2004, que resalta la importancia de la comunicación y relación interpersonal humanizada entre el profesional de enfermería y el ser humano; también se reporta la ''presencia'' en los planteamientos del Nursing Intervention Classification (NIC),22 los cuales la consideran como un cuidado específico que permite valorar y asistir a los pacientes en la satisfacción de sus necesidades, llevar a cabo el cuidado, y establecer una relación cara a cara para estar presente, acompañar, consolar y escuchar, asumiendo la responsabilidad de contribuir al bienestar. Este importante papel de las enfermeras al lado del paciente es reconocido por los participantes y por los teóricos como Piva et al.23 quienes plantean que algunas intervenciones de enfermería pueden considerarse como agresiones por los pacientes como es el caso de la canalización de venas y obtención de muestras para los niños. En casos como estos, el rol de la enfermera es crucial para disminuir el estrés, pero con frecuencia, ellas no tienen las habilidades necesarias para ayudarlos a afrontar tal situación.
La empatía, planteada por los participantes como requisito en la tercera etapa de la interacción enfermera-paciente, es entendida como ''la capacidad de experimentar como propios los sentimientos de otros''24 y ponerse en su lugar para lograr la comprensión de su experiencia. Mas, ha sido motivo frecuente de discusión como aspecto esencial en las relaciones de ayuda y en enfermería aún no se tiene un consenso respecto a su definición y aplicación en la práctica para establecer relaciones significativas con los pacientes y captar la subjetividad de las experiencias,24motivo por el cual está ausente en las relaciones de cuidado cuando las enfermeras no tienen la habilidad de usarla o simplemente porque no hace parte de su forma de ver al otro.
La compasión, como atributo del cuidado, es importante porque permite acercarse a los sentimientos, al sufrimiento y a las alegrías del paciente e incluso percibirlos como propios. Lama25 la define como ''sentir el sufrimiento del otro, interesarse por ayudarlo y aliviarlo y crece con el compromiso hacia su bienestar'', sin la mediación de criterios de diferencia como ''la edad, la gravedad, la raza o el sexo que muevan a basar, en esa diferencia, la profundidad e interés por el cuidado''.25 En la comunicación con el paciente, los gestos y la comunicación no verbal cobran especial importancia, según reportan los participantes, porque, igual que las palabras, expresan el mundo interior y las experiencias emocionales de las enfermeras y los pacientes. Así lo explica Merleau Ponty26 cuando afirma que ''las emociones y sentimientos llenan los gestos'' y por eso la ira, la alegría, el desagrado pueden reflejarse en ellos y se interpretan con base en la experiencia de quien los percibe y les da el sentido en un acto de comprensión y no de intelección o conocimiento''. Precisamente, por las diferencias individuales entre enfermeras y pacientes, la lectura de los gestos varía, provocando percepciones reales o atribuidas con efecto en los comportamientos.
En este sentido, las enfermeras usan los gestos para valorar aspectos de los pacientes; y estos, para valorar la actitud, disposición y respuesta de aquellas. Cyrulnik27 coincide al resaltar la importancia de los gestos en la comunicación al afirmar que ''el gesto y el lenguaje muestran el interés por el otro'', permiten expresar ''el afecto y la afinidad''; el gesto es una forma de comunicación, que encierra una intención respecto a la presencia de la persona o de su situación y está ''marcado por una relación'' entre quien lo realiza con quien lo percibe27 y puede contribuir al bienestar o al malestar. Así las cosas, la interacción da origen a una doble valoración: por una parte, las enfermeras valoran el estado de salud, las respuestas físicas y sicológicas de los pacientes, y, por otra parte, ellos perciben las actitudes, el deseo de ayudar y los gestos de las enfermeras. Esta mutualidad también se da en los beneficios y en el cuidado mismo, porque cuidar a las personas reporta satisfacción a las enfermeras.
Conclusión
La interacción enfermera-paciente, enmarcada en el cuidado humanizado, pasa por varias etapas que incluyen, en la primera, demostrar disposición e interés para ir más allá de la simple tarea; en la segunda, cuidar con acercamiento ético; en la tercera, demostrar empatía cordialidad y comprensión; y, por último, mediante la habilidad comunicativa y un acercamiento familiar, establecer las relaciones con el paciente, en la que se consideren sus condiciones y su situación que servirán de base para una adecuada selección de palabras, gestos y actitudes que permitan promover la confianza, el afecto y la familiaridad tal como se puede encontrar en una relación entre familiares y que además refleje el interés por el otro y por participar, siempre a su lado, en la solución de los problemas.
Estas interacciones se llevan a cabo con la convicción de que ambos participantes son seres humanos que aportan sus experiencias, conocimientos sentimientos. El interés por cuidar y recibir cuidado motivo, dentro de esta interacción, permite una doble valoración, del paciente hacia la enfermera y viceversa, de la cual dependen algunos comportamientos y respuestas de ambos participantes en la relación de cuidado.
REFERENCIAS
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