INTRODUCCIÓN
El fuego ha sido un agente de cambios en los paisajes del mundo, en el mantenimiento y evolución de los ecosistemas (Castillo et al., 2003; Myers, 2006). Su rol ecológico como regulador de procesos ha sido fundamental en la historia evolutiva. La ocurrencia de los incendios forestales depende de variables climáticas (ej: altas temperaturas), la ignición y la inflamabilidad, especialmente en periodos de sequía (Villers, 2006; Armenteras et al., 2009).
En la actualidad, distintos procesos atribuidos al cambio climático, los cambios en el uso del suelo, tala indiscriminada, fragmentación del paisaje y especies invasoras inflamables, han generado diversas alteraciones en el régimen de fuego, que dan cabida a incendios de mayor extensión, duración, intensidad y severidad (Myers, 2006; Rodríguez-Trejo, 2012).
En Colombia, los incendios forestales afectan más de 42000 ha por año (MAVDT, 2007). En el Distrito Capital durante el período de 1999 y 2017 se afectaron 3376,65 ha (CDPMIF, 2017). En los últimos diez años, el año con mayor incidencia fue el 2016 donde se quemaron alrededor de 377,87 ha (CDPMIF, 2017), teniendo en cuenta que en el Distrito se consideran incendios forestales áreas mayores a 0,5 ha (SDA, 2010a). El incendio mencionado fue desencadenado por acciones antrópicas y cambios en la precipitación y temperatura, en términos de anomalías de precipitación (García et al., 2012).
Gran parte de los ecosistemas característicos del Distrito Capital se encuentran localizados sobre la Reserva Forestal Protectora Bosque Oriental de Bogotá, comúnmente llamada "Cerros Orientales" (Fig. 1). Estos cerros son considerados el corredor ecológico más importante de la región con 14116 ha, donde nacen más de 130 fuentes hídricas, y en donde el 64 % del área total de la reserva es ocupada por especies nativas (Vásquez, 2005; CAR, 2007; SDA, 2010a).
Asociados a los Bosques Altoandinos de los Cerros Orientales, se encuentran bosques primarios y secundarios ubicados entre los 2300 a 3200 m.s.n.m., con alrededor de 49 ha, el área de matorrales y rastrojos tienen una cobertura de 698 ha y el área de vegetación arbustiva de páramo localizada por encima de los 3200 m de altura cuentan con alrededor de 1623 ha (SDA, 2010a).
Los Cerros Orientales han estado expuestos históricamente a su ocupación e intervención, principalmente por procesos agrícolas, ganaderos, producción de carbón vegetal, explotación de materiales de cantera, así como también por procesos de urbanización, interviniendo en mayor proporción los Bosques Altoandinos (Carrillo, 2011; Amaya y Armenteras, 2012).
En 1932 se iniciaron los procesos de recuperación de las coberturas en los Cerros, que se llevaron a cabo con especies inapropiadas como Pinus sp., Eucalyptus sp., y Cupressus sp., especies que hoy se consideran nocivas para los ecosistemas de Bosque Altoandino (Meza, 2008), que representa el 4,5 % de los ecosistemas en el Distrito Capital (SDA, 2010a).
Sumado a esto, en 1945 se introdujo otra especie inapropiada, el retamo espinoso (Ulex europaeus), una especie exótica invasora en la cual el fuego es un mecanismo de dispersión y propagación (Vargas et al., 2009; León y Vargas, 2011; Torres y Vargas, 2011). Esta especie fue usada con fines de cerca viva en lotes de muchos campesinos que la consideraron útil y vistosa, logrando la colonización progresiva en los Cerros (Ríos, 2005).
Instituciones como el Jardín Botánico de Bogotá, desarrollan investigaciones alrededor de la restauración ecológica en zonas de los Cerros Orientales. De esta manera, se encargan de la recomposición de los valores y servicios ecosistémicos, que permiten orientar la dinámica de los ecosistemas hacia la sucesión ecológica (SER, 2004; Aguilar-Garavito y Ramírez, 2015). En este sentido, las estrategias e intervenciones que se usan para la restauración varían dependiendo del ecosistema, la extensión y el tipo de disturbio, como por ejemplo el fuego y las especies invasoras.
La importancia de la generación de modelos de restauración ecológica para ecosistemas con disturbios, como los incendios forestales y las especies invasoras, radica en crear herramientas para la prevención, control y mitigación de estos eventos. Los modelos permiten contribuir a la protección y/o restablecimiento de los ecosistemas afectados para su conservación, uso sustentable y obtención continua de los beneficios derivados de la utilización de los ecosistemas (Amaya y Armenteras, 2012). La restauración ecológica es clave para la recuperación de los ecosistemas, pues busca mediante estrategias como la reintroducción de especies nativas en arreglos florísticos y el control de especies invasoras, mejorar la salud, integridad y sustentabilidad de los ecosistemas afectados por los incendios forestales (Fernández et al., 2010).
El objetivo de este trabajo es proponer un modelo descriptivo conceptual de restauración ecológica para Bosques Altoandinos en los Cerros Orientales del Distrito Capital, teniendo en cuenta factores sociales, naturales y económicos, a fin de prevenir el riesgo de incendios forestales y controlar la invasión de especies invasoras como Ulex europaeus, mediante el uso de la dinámica de sistemas que permite representar los pasos a seguir en la recuperación de estos ecosistemas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Se realizó una revisión de literatura sobre temas como la caracterización de disturbios y la afectación de la estructura, composición y función de los ecosistemas por el fuego, que permitiera obtener datos relevantes sobre la frecuencia de afectación, el área perturbada y los efectos en la interrelación del fuego con otros disturbios (Barrera-Cataño et al., 2010).
Para la realizar el modelo conceptual de restauración ecológica en escenarios de incendios forestales e invasión de especies exóticas invasoras en Bosques Altoandinos de los Cerros Orientales del Distrito Capital (Fig. 1), se tuvo en cuenta la teoría de sistemas. En la representación gráfica se usó el lenguaje energético de Odum, para mostrar tanto los componentes del ecosistema como las variables dependientes e independientes (Odum y Warret, 2006) (Fig. 2). Se identificaron las variables que explicaran la probabilidad de ocurrencia de incendios forestales en cuanto al peligro de ignición y propagación, para establecer las entradas y salidas del sistema.
Variables independientes
Estas variables son aquellas que varían a lo largo de los Cerros Orientales. Entre ellas se encuentran las meteorológicas y atmosféricas que pueden generar reacciones como la inflamabilidad, la combustibilidad y sostenibilidad en los combustibles.
Meteorológicas. Estas variables están relacionadas con factores como la frecuencia y ocurrencia de los incendios forestales (Pabón et al., 2001; Morales et al., 2006; Chuvieco etal., 2007; De Torres etal., 2008).Variables como la humedad relativa y la temperatura influyen en la inflamabilidad de las coberturas vegetales como combustible (Chuvieco et al., 1998; Navar-Cháidez, 2011). Mientras que la precipitación, la radiación solar y la velocidad del viento, interfieren en la combustibilidad (Aguado et al., 1998; Cocero et al., 1998; IDEAM, 2012).
Topográficas. Son componentes de esta variable de paisaje, la pendiente, la exposición, la altitud y la fisiografía (Carrillo-García et al., 2012; Ibarra-Montoya et al., 2016).
Atmosféricas. En estas variables podemos encontrar las causas y consecuencias de la generación del fuego. La concentración de oxígeno (O2) puede iniciar la combustión, y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) son el producto de esta (Di Bella et al., 2006; Bodi et al., 2012).
Variables dependientes
La construcción del modelo sugirió variables que fueran ligeramente controlables como la vegetación, y accesibles como la comunidad y las instituciones gubernamentales. Estas representan cambios en los escenarios posibles para establecer las acciones dentro de la gestión interinstitucional con la mitigación y gestión del riesgo y la integración comunitaria.
Vegetación. Las coberturas vegetales son el principal combustible en la generación y propagación de incendios forestales, por la pérdida de humedad y su poder calorífico, en especial por la necromasa del retamo espinoso y las plantaciones forestales (Guijarro et al., 2002; Parra-Lara y Bernal-Toro, 2011; Páramo-Rocha, 2011). El combustible del Bosque Altoandino está conformado por comunidades vegetales con características fisiológicas y fisonómicas que pueden influir en la inflamabilidad (Rangel-Ch, 2000; CAR, 2007; White y Zipperer, 2010). Asimismo, la potencialidad del combustible para generar fuegos depende de la humedad, la composición química y la estructura física de las plantas (White y Zipperer, 2010).
Social. La comunidad aledaña a los Cerros Orientales es considerada la variable social más importante, por ser el actor más influyente en la generación de eventos de fuego. Las causalidades de los incendios pueden ser: intencionales, por la ampliación de la frontera agropecuaria; por negligencia, en casos de quemas de basuras; por descuido como fogatas, fumadores, pólvora; y accidentales, como caídas de redes eléctricas (MAVDT, 2002; Alvear, 2004; Barreal et al., 2012).
Institucional. El conjunto de actores más representativo en temas de incendios forestales es la Comisión Distrital de Mitigación y Prevención de Incendios Forestales, existente por directiva Distrital desde 2005 y conformada por la Unidad Administrativa Especial de Bomberos de Bogotá, el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático, la Secretaría Distrital de Ambiente y el Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis, entre otros. Esta delegación desarrolla actividades conjuntas que permiten la puesta en marcha de planes de acción para la mitigación de los incendios, mientras que instituciones como el Jardín Botánico vela por conservación y recuperación de los ecosistemas afectados por incendios.
RESULTADOS
Modelo de afectación de Bosque Altoandino por incendios forestales y retamo espinoso
Este primer modelo muestra la carencia de cooperación institucional y social (Fig.3). Para el modelo de afectación de los Cerros Orientales, se explica cómo los habitantes y/o comunidad del Distrito que tiene acceso a los cerros, puede desencadenar incendios forestales. En este escenario un período largo de sequía o de fenómeno de El Niño, la radiación solar alta y, con las condiciones características de los cerros, los vientos pueden ser fuertes, proporcionando condiciones precisas para la generación de incendios antrópicos y su rápida propagación.
El componente de vegetación juega un papel primordial para la generación y propagación del fuego. La cobertura del Bosque Altoandino y las especies exóticas (plantaciones y retamo), son el principal combustible para el fuego en los Cerros, dado que aportan gran cantidad de material maderable (troncos, raíces, compuestos fenólicos y resinas) y no maderable (corteza, ramas, hojas, hojarasca y necromasa).
Aun así, el complejo que más influye en la producción de combustible e inflamabilidad es el retamo espinoso (Ulex europaeus). Esta especie de alta regeneración natural posee un mecanismo de crecimiento que permite que las ramas inferiores sean un reservorio de necromasa. Esto sumado al poder calorífico de la biomasa de la especie, la velocidad de propagación y los aceites contenidos en sus semillas y ramas, que logran un perfecto conjunto para la ignición.
Entre las consecuencias de un evento en la zona están las alteraciones en la generación de bienes y servicios ecosistémicos por la pérdida especies vegetales, ocasionada por afectación en los tejidos vegetales, la composición fisiológica, el deterioro en las propiedades de la madera, el incremento en las plagas y enfermedades, los cambios en la sucesión vegetal. En cuanto a la fauna, se pierden hábitats y hay migración de especies; así como también la ruptura de cadenas alimentarias. La contaminación hídrica por cenizas, alteración de las propiedades fisicoquímicas del suelo y afectaciones, en términos económicos y de salud.
Modelo transicional de restauración ecológica en Bosque Altoandino
El segundo modelo aborda la transición entre la afectación del ecosistema por fuego y el inicio de las labores de restauración ecológica, es importante establecer los componentes que deben incluirse y cuales deben restablecerse en el sistema (fig.4).
La implementación de los procesos de restauración inicia con el diagnóstico de la situación del ecosistema degradado, la definición del ecosistema de referencia y el plan de restauración a seguir para el caso de dos disturbios como el fuego y la invasión de especies. La evaluación y el seguimiento de los procesos deben contar con estrategias como el manejo integral del suelo, la recuperación de la fauna y coberturas vegetales, donde sea controlada y eliminada la vegetación pirófila, como el retamo espinoso.
Asimismo, un manejo sobre la necromasa en el suelo proveniente de las plantaciones forestales puede realizarse mediante acciones silviculturales que logren la disminución de la cantidad de combustible disponible en el ecosistema.
Para el modelo, la implementación de acciones de restauración ecológica mediante introducción de especies nativas permitirá su desarrollo y adaptación que servirá de conectividad entre coberturas, logrando el control del área cubierta con especies exóticas. Asimismo, los procesos de propagación de especies mediante la evaluación del banco de semillas permitirán la regeneración secundaria de los bosques, y el manejo de la fauna logrará continuar con las labores propias de propagación de las semillas.
Es necesario tener en cuenta que el control de las especies exóticas se debe realizar con mantenimientos continuos, al menos tres veces al año, lo que permitirá el agotamiento del banco de semillas no deseadas, en especial de retamo espinoso. Lo anterior con un plan de eliminación de los residuos generados con este control.
Posteriormente, se deben iniciar acciones paralelas como el trabajo social, donde haya interrelación entre las instituciones de orden ambiental y la comunidad en pro de los ecosistemas de Bosque Altoandino, que se encaminen a evitar los incendios forestales, y lograr el reconocimiento de los cerros como generadores de servicios ecosistémicos.
Modelo de restauración ecológica en Bosque Altoandino
El tercer modelo presenta el escenario ideal de restauración ecológica en Bosque Altoandino, consiste en el restablecimiento de los atributos de la cobertura vegetal, en términos de estructura y composición. Luego de la implementación de estrategias para la recuperación del suelo y la incorporación de vegetación nativa, que permitan la disponibilidad de nutrientes en el suelo con las proporciones adecuadas para las etapas de sucesión ecológica. Para más detalles sobre este modelo conceptual revisar la figura 5.
Las especies nativas reintroducidas proporcionan conectividad con otras coberturas, llevando a cabo procesos de competencia interespecífica con el retamo y las plantaciones forestales, a fin de controlar su crecimiento y distribución. Esto permite generar espacios para la fauna, como hábitats que permitan continuar con los procesos de dispersión, propagación y regeneración natural del banco de semillas deseadas, a partir de la riqueza de especies reintroducidas.
Por otra parte, los elementos hídricos sirven de red para las diversas coberturas vegetales creando conectividad entre paisajes.
La restauración ecológica fortalece los lazos entre las instituciones y la comunidad, siendo un puente de asociación donde se inician procesos de reconocimiento de la flora y fauna nativa encaminadas a procesos de apropiación de estos entornos.
DISCUSIÓN
Modelo de afectación de Bosque Altoandino por incendios forestales y retamo espinoso
En este modelo en particular hay mayor influencia de las variables atmosféricas por los efectos de la combustión, como la emisión de gases (CO2), (Castillo et al., 2003; Hernández-García et al., 2016) y el oxígeno (Bodi et al., 2012). Los incendios pueden determinarse por ciertas características de las variables meteorológicas como periodos largos de sequía, altas temperaturas del aire y baja humedad, sumado a una alta radiación y fuertes vientos en el área de los Cerros Orientales (Miller y Urban, 2000; Parra-Lara y Bernal-Toro, 2010; Molina-Terrén y Cardill, 2015). No obstante, con el conocimiento sobre estas variables se podrían identificar las épocas donde haya mayor probabilidad de incendios para tomar medidas preventivas (Ramos et al., 2017; Ocampo-Zuleta y Beltrán-Vargas, 2018). Por último, dentro de las variables independientes, la topografía influye en la propagación del fuego, puesto que en pendientes altas el fuego se propaga más rápido hacia arriba, esto sumado a los fuertes vientos (Jiménez et al., 2016).
En la variable de vegetación, el retamo espinoso es el factor de mayor influencia, pues posee un banco de semillas germinable y perdurable en el suelo, que después de un disturbio de fuego, a pocas semanas se expresa siendo una especie exitosa por sus características pirogénicas (Rodríguez- Añón et al., 1995; Núñez- Regueira et al., 2004; Anderson y Anderson, 2010). Es causante de la pérdida de diversidad florística (Ríos, 2005; Verzino et al., 2005; Aguilar, 2010; Barrera-Cataño et al., 2010; Pérez-Cabello et al., 2011; Ocampo-Zuleta y Solorza-Bejarano, 2017) y la composición de especies de la fauna asociada por la modificación de su hábitat (Smith, 2000; Bodi et al., 2012).
Este modelo deja en evidencia la forma en que los diferentes componentes podrían alterarse en un escenario de incendio forestal, es así como la mayoría de los incidentes son generados por acciones antrópicas y se presentan en mayor proporción en la interfaz urbano-forestal (Etter et al., 2006; Amaya y Armenteras, 2012; Armenteras y Vargas, 2016), como limpieza de pastizales, cultivos y áreas con retamo espinoso.
Entre las consecuencias del fuego en sobre componentes del sistema se tiene, los complejos acuáticos, afectados por contaminación del agua con cenizas y sedimentación (Pujol-Geli, 1995; Tecle y Neary, 2015; Nunes et al., 2018). La alteración de las propiedades físicas y químicas del suelo (Neary et al., 1999; Bodi et al., 2012; Giorgis et al., 2013), lo que genera modificaciones en la temporalidad sobre la fertilidad, pérdida de materia orgánica y afecta la disponibilidad de nutrientes para la regeneración natural postfuego (Pyke et al., 2010; Bodi et al., 2012). Los efectos en la comunidad pueden notarse como problemas de salud derivados del humo y la pérdida de cultivos (Doerr y Santín, 2016; Moreira y Pe'er, 2018).
Modelo transicional de restauración ecológica en Bosque Altoandino
Este modelo transicional permite tomar acciones frente a la afectación de Bosque Altoandino por incendios forestales y retamo espinoso. Por ello se debe asistir al ecosistema afectado por medio de labores de restauración ecológica, que permitan con el trabajo inicial crear oportunidades para esfuerzos posteriores (Moore, 2005).
Para la puesta en marcha de acciones de restauración en este modelo, se debe iniciar con el diagnóstico de la situación del ecosistema afectado, la definición del ecosistema de referencia y el plan de restauración, donde se denotará el objetivo y las estrategias para restablecer la dinámica del ecosistema (Pérez-Cabello et al., 2011). Una de las primeras estrategias es el control de especies invasoras, para ello se realiza la remoción física del retamo espinoso, para lo cual se debe seguir un protocolo de bioseguridad que evite la dispersión de las semillas de la planta. Posterior, se realiza la eliminación de los residuos vegetales, para lo cual existen varias técnicas como la incineración y la bioextrusión, que generan material pulverizado usado para la producción de compost (Ocampo-Zuleta, 2015; Ocampo-Zuleta, 2018a). Un control sucesivo sobre el área invadida logra agotar el banco de semillas de la especie (León y Vargas, 2011; Ocampo-Zuleta, 2015; Montaño et al., 2017), requiriendo para ello proyectos de inversión pues los costos son altos, debido a la mano de obra y la disposición final de los residuos.
Se han realizado diferentes estudios sobre el retamo espinoso para conocer su uso, entre los cuales se tiene como potencial energético (Hurtado, 2010; Aldana-Páez, 2015), para agromanto como biorremediación (Mora, 2017) y en soluciones sintéticas tipo pellets (Hernández y Triviño, 2016). No obstante, la normativa actual como la Resolución 0684 de 2018, y el seguimiento de las autoridades ambientales no permite la comercialización de los residuos, desestimulando su uso para evitar su producción masiva.
Como segunda estrategia, se requiere la recuperación del suelo desprotegido por la modificación de los ciclos de nutrientes, es así como se incluyen enmiendas para la recuperación del suelo (Larsen et al., 2009), que permitan la disponibilidad de nutrientes en el suelo con las proporciones adecuadas para las etapas de sucesión ecológica y las siguientes acciones como la incorporación de especies.
Esta introducción de especies nativas proporciona conectividad con otras coberturas, llevando a cabo procesos de competencia interespecífica con el retamo y las plantaciones forestales, a fin de controlar su crecimiento y distribución. Esto permite generar espacios para la fauna, como hábitats que permitan continuar con los procesos de dispersión, propagación de especies, así como también propiciar la sucesión natural y la generación de bancos de semillas, tanto de especies reintroducidas como de aquellas que hayan logrado sobrevivir al fuego (Jordano et al., 2002; Pérez-Cabello et al., 2011; Torres et al., 2015).
En el proceso, se podría evidenciar la capacidad de las comunidades vegetales de recuperarse después de un incendio forestal, que depende de la respuesta individual de las especies, por lo que en la regeneración natural de los ecosistemas no siempre abundan las especies nativas (Bodi et al., 2012). Sin embargo, las especies que tengan rasgos regenerativos, en ambientes con temperaturas elevadas, como las especies rebrotadoras y germinadoras obligadas, podrán competir por mantenerse en los ecosistemas degradados (Vega-Hidalgo, 2003; Alloza y Vallejo, 2004).
Ahora bien, a pesar de contar con procesos de restablecimiento de la cobertura vegetal, es importante tener en cuenta que existe el riesgo de ocurrencia de nuevos eventos de fuego en épocas de sequía, en zonas sin tratamientos silvícolas (podas y aclareos), zonas que tienen asentamientos humanos y cultivos con importancia agrícola (Moore, 2005; Moraga-Peralta, 2010). Por ello, es importante la apropiación de los procesos con la comunidad, no solo colindantes a las zonas de restauración sino del Distrito en general. Es importante indagar el uso de fuego prescrito que evite el cambio de condiciones de los ecosistemas.
Modelo de restauración ecológica en Bosque Altoandino
El modelo final de restauración ecológica en Bosque Altoandino presenta los componentes del sistema normalizados, es decir, se cuenta con un área de ecotonía entre vegetación cerrada de la media montaña y la abierta de la parte alta con especies nativas (Rangel-Ch, 2000).
Entidades como el Jardín Botánico de Bogotá han desarrollado estrategias de restauración en zonas de Bosque Altoandino (Ocampo-Zuleta, 2015; Rojas, 2017; Ocampo-Zuleta, 2018a), realizando el seguimiento a los procesos de restauración ecológica mediante manejo adaptativo, que les permite asegurar que el ecosistema está en camino a la trayectoria deseada (Haney y Power, 1996; Birgé et al., 2016).
Se podría concebir un sistema de restauración ecológica sostenible en ausencia total del fuego, siempre y cuando se tomen ciertas medidas, como, por ejemplo, el uso de herramientas científico-tecnológicas para su gestión, con la obtención de productos relacionados con la evaluación del índice de peligro de incendio y simulación del comportamiento del fuego.
La caracterización de los modelos de combustible para la vegetación, el régimen de fuego para los Cerros Orientales (Sarris y Koutsias, 2014) y el uso de sensores remotos para caracterizar la firma espectral del retamo espinoso (Castro y Peñaloza, 2015), podrían ayudar a determinar el comportamiento de la vegetación y en la generación alertas tempranas.
CONCLUSIONES
El modelo de afectación de Bosque Altoandino por incendios forestales y retamo espinoso muestra como es la afectación general del ecosistema. Los componentes usados en el sistema vinculan variables meteorológicas, atmosféricas y topográficas, que pueden ayudar en la elaboración de planes de contingencia, aún más cuando se logren establecer valores cuantitativos para cada una de las variables, pues son determinantes en la susceptibilidad de los ecosistemas específicamente el fenómeno de El Niño y periodos de sequía.
En el modelo transicional de restauración ecológica en Bosque Altoandino se presentan las acciones que deberían realizarse para la mitigación del ecosistema alterado. Donde la implementación de la restauración ecológica logra minimizar los daños ocasionados al ecosistema por causa del fuego y las especies invasoras.
Asimismo, las gestiones para la sustitución de coberturas vegetales deben enfocarse en implementar técnicas para el control de necromasa en las plantaciones, mediante el mejoramiento de las medidas determinadas por las Entidades Distritales en torno a los incendios forestales y la selección de especies nativas adecuadas.
La normativa para el manejo y control de retamo espinoso es una herramienta inicial. No obstante, se deben generar protocolos para la disposición de los residuos generados, ya que desborda la capacidad técnica y económica de los proyectos que se encargan de la supresión de esta especie invasora.
La inclusión de la comunidad en la gestión y mitigación del riesgo de incendios generará el empoderamiento del territorio en las zonas susceptibles a los fenómenos de fuego, garantizando la sostenibilidad de las estrategias de prevención y control.
El modelo conceptual de restauración ecológica en Bosque Altoandino de los Cerros Orientales de Bogotá presenta un entorno libre de fuego, donde las acciones continuas de manejo adaptativo lograrán una trazabilidad de las funciones del ecosistema. Lo anterior teniendo en cuenta que la restauración ecológica es un proceso de largo plazo.