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Lingüística y Literatura

Print version ISSN 0120-5587

Linguist.lit.  no.64 Medellìn July/Dec. 2013

 

VIVAS HURTADO, SELNICH. FINALES PARA ALUNA. BOGOTÁ: EDICIONES B, 2013, 129 PÁGS.

 

El autor de Finales para Aluna (2013), Selnich Vivas Hurtado, es doctor en Literaturas Alemanas y Latinoamericanas de la Universidad de Freiburg, profesor de Literatura de la Universidad de Antioquia, poeta, novelista y estudioso de las culturas indígenas en todos sus ámbitos. Su producción abarca numerosas áreas, tales como los estudios en germanística intercultural, pensamiento aborigen, literaturas afro, poesía, entre otras. Ejemplo de ello es el reciente trabajo Phantastische Entgegnungen. Deutsche Blicke auf indianische Welten. Zweisprachige Anthologie (2013), conocido en español como Respuestas fantásticas. Sus numerosas publicaciones incluyen libros en poesía como Zweistimmige Gedichte (en colaboración con Judith Schifferle, 2012), una correspondencia poética escrita para la editorial Prut de Ucrania; y Stolpersteine - poemas traspiés (2008), un poemario bilingüe (alemán-español), en el que la voz poética pertenece a su personaje femenino llamado Aluna, una clara referencia a las culturas indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es Premio Nacional de Poesía, Universidad de Antioquia, septiembre de 2011, con Déjanos encontrar las palabras (1948-1959), obra en la que reconstruye la correspondencia literaria entre Paul Celan e Ingeborg Bachmann. Es autor también de la novela urbana Para que se prolonguen tus días (1998), en donde se ocupa de cinco parricidas en los barrios marginales de Bogotá. Además, ha sido traductor de poemas de Paul Celan, Georg Trakl y Gottfried Benn, de microcuentos de Franz Kafka, publicados por la editorial Universidad de Antioquia, y de cantos minika del río Igaraparaná.

Este trasfondo intelectual y académico es el que da lugar ahora a una novela singular, Finales para Aluna. La novela nace del personaje de Stolpersteine y de un cuento homónimo de 1994 y, a su vez, se perfila como una serie compuesta por cuatro volúmenes proyectados a futuro.

Finales para Aluna posee un formato de novela corta y, tal como nos indica el autor, es «una novela alemana con aliento de selva». Esta categoría de novela alemana nos indica la esencia medular de la composición. El carácter alemán está presente en la estructura de contenido, esto es, a nivel semántico. A pesar de estar escrita en español, deja sentir el aire germano con insertos lingüísticos en alemán, como los nombres de calles, plazas, sitios, en la toponimia de la novela en general y en algunos nombres, insultos y adjetivos. La geografía de la novela nos muestra una típica ciudad alemana, Friburgo de Brisgovia. El aliento indígena se deja sentir con elementos simbólicos y rituales que están añadidos habilidosamente. Ellos se integran de manera natural al ambiente europeo dando la sensación de equilibrio entre los dos mundos.

La voz narrativa pertenece a Barbara Ehinger, rectora de la Universidad de Freiburg. Es la voz de la amante desesperada que asesinaría por celos y con maquinaciones psicológicas. Ella emite la narración en un tiempo verbal de futuro. Este hace pensar en su discurso como un acto desesperado que permite intuir los deseos de cambiar el pasado o menguar las consecuencias de su acto sangriento, la búsqueda de un orden o algún tipo de restitución de lo perdido: su Aluna.

Rita Feind, Sveta Aluna y Nimarango son los nombres de la finada a la que se hace alusión. Un ser atravesado por lo mítico y que, a su vez, promete convertirse en personaje mítico del autor. Ella nos lleva entre los dos mundos de la novela: el centroeuropeo y la selva tropical del Nuevo Mundo. Ella plantea las antípodas de las dos cosmovisiones que se podrían considerar opuestas y nos las da a entender a través de su ser híbrido. Su origen, producto del mestizaje de las dos razas, le provee un punto intermedio que sirve de nodo comunicador entre los dos sistemas de pensamiento. El primero, fruto de la crianza en Europa, manifiesta la cultura occidental, la cual le obsequia de algún modo Barbara Ehinger con sus conocimientos de literatura y cultura. Este acercamiento al mundo, mediado por los sistemas filosóficos occidentales, se ve contrastado con su opuesto feminista, el cual encuentra gracias a Sonia Herz (Finorango), profesora de Romanística de la Universidad de Freiburg. La libertad en el pensar en términos femeninos se la otorga ella, quien es capaz de preparar y hacer ideas propias, según la definición del nombre indígena que le atribuye Sveta Aluna:

Finorango fue efectivamente la primera mujer que me habló de Hanna Arendt y de Judith Butler. Gracias a estas autoras entendí que la pregunta no era por mi género o por mi rol sexual, sino por mi diversidad en el pensar. Discutir en torno a las concepciones sociales y políticas de la mujer me llevó a descubrir que yo pertenecía a unas minorías que habían sido borradas de la memoria de la humanidad. Y Finorango me animó, justamente, a sentirme indígena (Vivas, 2013: 100-101).

El sentirse también indígena le otorga a Aluna la posibilidad de encontrase con la cultura y sabiduría de los pueblos originarios de América. En ella descubre el manejo de «sus lunas» (su ciclo menstrual). Le otorga el poder del mito a través del conocimiento de las culturas ancestrales. En este caso, los uitoto o, más exactamente, los minika, que otorgan sus medicinas sagradas: jibina (harina de coca), yera (pasta de tabaco) y una (jarabe de yagé), y con ellas el poder natural que tiene como mujer y de ella misma como clave natural, mirada desde su ciclo lunar, desde la interioridad y la libertad.

Aluna también es la arista más aguda del triángulo amoroso que integran ella, Barbara Ehinger y Sonia Herz. Las relaciones en la novela están dadas en clave femenina: todo el mundo de Finales para Aluna es un mundo desde una óptica femenina. Los nombres de las plazas, las calles y de muchos sitios están en su equivalente femenino, planteando un reivindicación de lo femenino, de la importancia de la mujer en la construcción de la cultura y de la sociedad. El hombre en esta novela no es más que una leve sombra deleble y sin trascendencia en el contenido y en el pensar. Esta visión de una Europa femenina conjuga de manera adecuada con la cosmovisión de la cultura indígena, en la cual se nos presenta a la mujer como ser poderoso y nutricio, una mujer «sabedora» de las fuerzas del universo.

La desaparición de Aluna es el factor detonante de los movimientos de izquierda indigenistas y feministas, que traen una carga ideológica, pues luchan en contra de la multinacional Kulturerde (en alemán: tierra cultivable), consorcio germano-chino al cual, según especulaciones de estos movimientos femeninos, se le atribuye la responsabilidad de la desaparición de Sveta Aluna, en colaboración con un grupo de ultraderecha, «Los Ángeles de la Civilización». Cultura y civilización suenan en este contexto a algo parecido al engaño y a la traición, es decir, todo lo contrario de lo que habían prometido. Aluna es una amenaza ideológica que valida el derecho de los indígenas a ser alguien, a ser otro que va más allá de una cultura de museo o de un cultura impuesta. De este modo, el problema se extiende hasta el tema de la explotación de la tierra indígena por medio del neocolonialismo rampante del siglo XXI, como se muestra en el siguiente aparte:

En América Latina no cesa la invasión del bárbaro europeo y de sus máquinas buscadoras de petróleo y de oro. Los balances financieros de nuestras empresas indican que ellas ganan millones de millones de euros por la explotación de recursos en el mal llamado Tercer Mundo y apenas reúnen unas cuantas monedas por la misma actividad en nuestro país. ¿Por qué se promueve el exterminio de culturas enteras bajo la consigna del bienestar, la alfabetización, la ilustración y la justicia social? ¿A quién le cabe en la cabeza la fascinante idea de contar millones de euros sin tener en cuenta los millones de seres que han desaparecido víctimas de la invasión europea en América? (24).

Estos factores plantean la problemática que trajo consigo el mal llamado «descubrimiento del Nuevo Mundo» y que hasta el momento no tiene solución.

La muerte de Sveta Aluna es fruto de las tensiones, la promiscuidad y los celos del triángulo amoroso entre ella, Bárbara Ehinger y Sonia Herz. Bárbara la asesina por celos. Pero esta muerte-desaparición da pie a un movimiento con alcances bastante superiores al móvil emotivo. El grupo de las manifestantes exige el regreso de Aluna y es allí cuando Nimarango mueve los hilos más allá de su muerte. Se convierte en una figura etérea que se disuelve en el ambiente freiburgués y convierte al grupo manifestante en mujeres indígenas plantadas en minga, para exigir su regreso, que en el fondo es una restitución del yo indígena que debe ser reconocido por el otro. Aluna trae consigo la capacidad de convertir un grupo de estudiantes rebeldes, las ladies, en una comunidad de mujeres indígenas:

Los fogones, para el comedor comunitario, estarán dispuestos en la Hannah-Arendt- Platz. ¿De dónde habrán sacado las ollas gigantes de barro decoradas con seres del mundo aéreo y del mundo acuático? ¿De dónde los bultos de papa, camote, yuca, maíz, plátano y ají? ¿De dónde la carne y las manos cargadas de totumas rebosantes de jaigabi y kaschirí? ¿De dónde el vestuario y los utensilios indígenas, los tintes vegetales? Se diría que una tribu completa habría sido trasladada en un vuelo privado desde la selva amazónica a la plazoleta de la universidad y de allí, después de un conjuro mágico, se habría apoderado de y colonizado la antigua ciudad libre de los Habsburg. La historia de Karl V o de los Welzer o de Maximilian, pero al revés. Cualquiera pensaría en este 12 de febrero que, después del fin del mundo anunciado por los mayas, la rueda de la historia de la humanidad habría girado hacia atrás, de no reconocer los rostros de las hijas y amigas que en otros días frecuentaran las aulas, las tabernas, los restaurantes y los centros comerciales; de no reconocer las piezas, miles de veces exhibidas, de los Museos de Etnografía de Freiburg. Cualquiera lo pensaría de no escuchar la voz alemana de Sonka ampliada por el megáfono y paseándose por la universidad y sus alrededores, invitando a la protesta en contra de las multinacionales que nos han mecanizado y enemistado unas con otras, que nos han alejado del cordón umbilical de la Madre Naturaleza. Las barricadas, armadas de enormes arreglos florales, bloquearán los rieles del Straßenbahn. En la Martinastor y en la Schwäberinnentor colgarán los canastos, los cedazos, los exprimidores, los tejidos, las cortezas y los afiches con las imágenes de Sveta Aluna. Las miles de mujeres convocadas por Facebook y Twitter habrán empezado a marchar pacíficamente por la Maria-Theresien-Straße; descalzas y vestidas á la Nimairango que quiso ser indígena auténtica sin dejar de vivir en Europa. Sus cuerpos reinventados de collares de dientes de jaguar, coronas de plumas de tucán y papayagos, extensores de cuarzo, brazaletes, manillas y tobilleras de chambira, delantales de yanchama o corteza de árbol; sus cuerpos tatuados para la protección y maravillosamente poblados de mensajes geométricos que exaltarán la fertilidad, la abundancia, el poder de la menstruación y la libertad de la mujer. Sus cuerpos pretenderán un único cuerpo paciente que exigirá el retorno a la vida de Rita (64-65).

Con esta invasión simbólica se produce una puja entre el viejo racionalismo occidental, con la presencia de la religión católica que coloniza y subyuga, y los universos autóctonos amazónicos que habían aparecido en Alemania apenas como piezas de museo. Pero esto llega con las manifestantes metamorfoseadas en indígenas y se vivifica gracias a la lucha que logra hacer visible un mundo indígena: lucha que puede tomarse a Freiburg y hacer una minga, cambiar el vestido, el alimento, la música y la espiritualidad. Un mundo indígena que puede colonizar culturalmente y, a la inversa, por medio del espíritu latente de una desaparecida. La carga ideológica plantea el proceso de superposición religiosa y cultural que se realizó en la época de la colonización europea en el continente americano. Este proceso de invertir valores está manifestado en la invasión de la Catedral de Freiburg, la catedral de nuestra Amada Señora María, que en breve transformará su nombre por el de Nimairango:

En parejas, con las totumas de jaigabi y kaschirí en las manos, miles de manifestantes se desplazarán a las once en punto desde la Hannah-Arendt-Platz hasta la Catedral. Repartirán sorbos a las transeúntes y lograrán convencerlas de que se sumen a la protesta en contra de los crímenes cometidos por el cristianismo y el capitalismo en los territorios sagrados de los indígenas, nuestros hermanos mayores. Una vez dentro de la Catedral de Nuestra Amada Señora, el sonido del órgano y la voz de la monja serán reemplazados por las quejumbrosas flautas de hueso y los ahogos de los tambores de piel de mico churuco. La monja, horrorizada por lo que ella llamará el renacer del diablo americano, huirá de la catedral en busca de la policía (69).

En los acontecimientos del lunes de Carnaval, tradición netamente occidental, se puede referenciar la menstruación, el festejo de la vida a través de la muerte y sangre de Aluna. Así, nos permite evocar lo carnal que se evidencia en el momento en que las partes del cadáver sirven de alimento a la minga. En este sentido, la novela también es carnaval, nos enseña la comida indígena y la bebida en su connotación sagrada. Es una vindicación de lo ancestral de la cultura selvática, por ello sabe a la mezcla de jibina, como polvo de la hoja de coca, y de yera, el tabaco líquido, esto es, sabe a palabra dulce, de armonización y sanación.

Lo sagrado indígena ritualizado en Alemania está expresado por el cuerpo de la desaparecida. Aluna pierde su forma corporal viva para dar paso al concepto, a una nueva forma de religiosidad, de ideología. Es el proceso de la transformación que la llevará a convertirse en parte de todas las mujeres de la lucha.

En Finales para Aluna las implicaciones políticas de este movimiento feminista e indigenista expresan el latente peligro que significa para los pueblos colonizadores el reconocimiento del indígena como otro. La forma etérea de Aluna se convierte en un obstáculo para frenar las manifestaciones y la propaganda del movimiento germano-indígena en Freiburg. La parafernalia de distracción creada por la Bundeskanzlerin, Angela Merkel, nos hace notar que Aluna pasó de ser una pequeña mestiza, o indígena en Europa, a ser un concepto: ello implica peligros grandes para la cultura hegemónica eurocéntrica y católica. Ya que los conceptos indígenas no son asibles en esta realidad globalizada y, por eso, fluyen por fuerza propia y en direcciones inusitadas, Aluna se vuelve subversiva. La restitución de Aluna por medio del engaño, por medio de una doble, es la manifestación plena de la manipulación mediática. El montaje solo sirve para demostrar cómo la apariencia puede pasar sobre la verdad sin esfuerzo alguno.

Pero, más allá de ello, Finales para Aluna posee un contenido emotivo y psicológico de alto grado de profundidad. La relaciones personales del triángulo Sveta Aluna, Barbara Ehinger y Sonia Herz llegan a su grado de mayor intimidad. La sexualidad brilla como una parte preponderante en la vida de estas mujeres. El contraste se da entre la rigidez de Barbara y su figura grotesca de coja y vieja y la vitalidad de Sonia, la de frescura juvenil. La sexualidad se da en esta novela de un modo libre, pero conlleva cargas emocionales ligadas que desencadenan la muerte de Aluna. La amante femenina se presenta en la faceta completa, sin necesidad del macho. Las profesoras tienen un séquito de amantes que a su vez son las marionetas de sus perversiones. Y es evidente, en los golpes que otorga generosamente Barbara con su bastón a sus cómplices, que son presentadas graciosamente ridículas y torpes. Pero no solo es el sexo lo que determina y controla estas relaciones. Existe una intertextualidad que enumera grandes personajes femeninos que sustentan las fisuras del romance:

O más bien temeré reconocer en público que ella domina mis sentidos, que cuando sus senos solitarios tensan el arco, orgullosos, cierro los ojos y me dejo herir el hígado con su flecha envenenada. Aldonza en mis letras, Albertine mientras se viste, Bonadea levantándome de la calle. Me sentaré lentamente, con la ayuda del bastón, y estiraré las piernas con fastidio, lanzando al centro del salón el comienzo de una parestesia (46).

Hay un amor que sobrepasa las barreras de lo pensable y convierte los celos en el veneno que destruye la vida de Aluna y da pie a la narración de la fragmentación del cadáver, perpetrada por Barbara Ehinger y sus asistentes Nadeschda Chauchescu y Polia Eichmann.

Finalmente, queda por destacar que el contenido de la novela es rico lingüísticamente y se nutre de palabras en muchas lenguas: alemán, kaugian, minika, inglés, rumano, entre otras. Inserta de manera natural la lengua minika y algunos fragmentos de la poesía de Sveta Aluna en alemán y en español. También expone gran parte de la cultura minika mediante el relato y el canto de piezas ancestrales: ello permite leer la novela como un aporte a la divulgación de dicha cultura indígena, y conjugarla con los demás trabajos del autor. De esta manera, la novela se sale definitivamente de cualquier clasificación y abre una línea nueva para la literatura colombiana contemporánea.

Sebastián Rodríguez Ruíz
Universidad de Antioquia