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Revista Colombiana de Cardiología
Print version ISSN 0120-5633
Rev. Colomb. Cardiol. vol.18 no.4 Bogota July/Aug. 2011
Ex-Presidente, Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (1974-1976)
Diciembre 28, 1937 - †Noviembre 19, 2010
Ex-presidente Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular
Acepté la petición del Señor Director de la Revista de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, el Dr. Jorge León Galindo, de escribir estas palabras en memoria de Reinaldo Cabrera porque siempre me gusta reconocer públicamente el honor a quien se lo merece, en especial cuando se trata de rendir homenaje a las figuras de la Medicina, a los grandes maestros y a quienes se han distinguido por su labor social.
Nació en Yaguará, Huila, donde según el himno compuesto por Jorge Villamil «se encuentran llanuras esmeraldinas, salpicadas de garzales, con blancura de diamantes adornando las planicies de casonas hogareñas con centenarias historias de la tierra yaguareña».
Fuimos compañeros en la Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Medicina, y luego en los programas de Internado, Residencia en Medicina Interna y Cardiología de adultos en los Estados Unidos; estos últimos entrenamientos entre 1963 y 1970.
Desde que lo conocí como estudiante de medicina, tenía una particular idea de conformar una Fundación o clínica para el cuidado de los niños enfermos del corazón, según él, por casos particulares que lo habían marcado en forma definitiva, para querer lograr y conseguir este objetivo. Este «sueño», como lo llamaba, se le convirtió en obsesión.
Hizo su internado rotatorio en John Hopkins y su residencia de Medicina Interna en Kansas University Medical Center. Fue Research Fellow trabajando en corazón artificial en la Escuela de Enfermedades del Tórax de Madrid, España. Fue profesor de las Universidades El Bosque, El Rosario y Nacional de Colombia, y Miembro de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, y la Asociación Colombiana de Medicina Interna, así como miembro adherente de la Sociedad Colombiana de Pediatría. Fue Director General de la Fundación Cardioinfantil-Instituto de Cardiología, desde su fundación hasta su muerte.
Por tener visa de residente en Estados Unidos fue llamado por el ejército americano a prestar el servicio militar obligatorio, cuando terminaba su primer año de residencia en Medicina Interna en Kansas University, entrenamiento que terminó una vez cumplió su servicio de donde salió con el grado de Capitán del Army Medical Corps, en la zona del Canal de Panamá. Posteriormente, terminó su Residencia de Cardiología de adultos en Houston, Texas Medical Institute de la Universidad de Baylor. Esta última actividad del servicio militar nos separó y demoró su retorno al país un año más (1971). Regresó nuevamente a Colombia a trabajar conjuntamente con su hermano Camilo Cabrera, cofundador de la Fundación Cardioinfantil. Una vez creó la Fundación Cardioinfantil en 1973, ésta inició labores en el Hospital de la Misericordia y posteriormente en la Fundación Santafé de Bogotá por poco tiempo.
Luego consiguió los terrenos y comenzó labores en una sede propia y yo le ayudaba con una consulta externa de Cardiología Pediátrica, ya que aunque ni él ni yo éramos cardiólogos pediatras, habíamos estado a cargo del servicio de cardiología pediátrica del antiguo Hospital Lorencita Villegas, durante seis años, desde nuestra llegada al país, por la ausencia inesperada del único cardiólogo pediatra que tenía ese hospital en aquella época.
Vale la pena mencionar que desde su iniciación de labores, ya la Fundación Cardioinfantil era una «Institución Universitaria» afiliada con la Escuela Colombiana de Medicina, hoy Universidad El Bosque, pues yo lo solicité visualizando el florecimiento futuro que esta institución iba a tener veinte años después.
De aquí en adelante todos saben y conocen lo que Reinaldo Cabrera significó para el enorme crecimiento de la Fundación Cardioinfantil, que después extendió sus servicios a Cardiología de Adultos, añadiendo a su nombre «Instituto de Cardiología». Una persona como Reinaldo tenía que tener en mente continuar su relación con las Universidades, puesto que reza la Misión de la Fundación: prestar un servicio social solidario, educación e investigación.
Fue Presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular en el período 1974-1976 y yo fui su Secretario durante este período para sucederlo posteriormente como Presidente. Su carrera fue, paso a paso, llegando al pedestal donde sólo llegan los hombres ejemplares.
Recibió durante su trabajo en la Fundación Cardioinfantil las siguientes condecoraciones y distinciones:
- Medalla Orden de Boyacá en el grado de Comen- dador.
- Medalla al Mérito Ciudadano, Sociedad Colom- biana de Ingenieros.
- Medalla José Acevedo y Gómez, Concejo de Bogotá.
- Medalla al Mérito Humanitario, Presidencia de la República.
- Medalla la Gaitana – Ilustre Hijo del Huila.
- Medalla la Vorágine, la Nación, Huila.
- Medalla Adriano Perdomo, Cruz Roja del Huila.
- Medalla José Vicente Castro Silva en su categoría de Ilustre Rosarista.
- Consiliario Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
- Colegial Honorario, Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.
Tenía la ilusión de ver las dos edificaciones principales de la Fundación construidas y lo logró, pero le molestaba la demora de no obtener la autorización del Distrito para construir su torre de doce pisos que había planeado y que sólo ahora después de su muerte comenzará a levantarse. Ojalá esta torre lleve su nombre.
Por nuestros antecedentes de asistencia conjunta en casi todos los años a la American Heart Association, siempre quiso tener en la Fundación Cardioinfantil un «Instituto de alta tecnología en la enseñanza cardiológica» y me llamó para cumplir su sueño de construirlo, trayendo el maniquí Harvey, donde juntos tomamos cursos de auscultación en la Universidad de Miami, bajo la dirección del Dr. Michael Gordon, su inventor. Además quiso que este centro de docencia, llevara el nombre de: Centro de Simulación y Habilidades Clínicas «Valentín Fuster», en honor a este eminente cardiólogo, quien trabaja con la Fundación en programas de prevención cardiovascular en niños.
Todos los que conocimos a Reinaldo y tuvimos la fortuna de ser sus amigos, veíamos en él su espíritu colaborador, visionario, generoso, caritativo y lleno de ternura, esforzándose por prestar un servicio desinteresado que reflejaba además al esposo solícito, al padre amoroso y al amigo fiel y leal, pero sin demostrar debilidad, con la rigidez necesaria cuando era indispensable para mantener su espíritu justo, sin adulación y con la debida seriedad y exigencia. Nunca toleró un maltrato o desprecio hacia el paciente de parte de los empleados médicos o administrativos.
Con dolorosa emoción y un adiós tembloroso con la voz quebrada, acompañamos a Reinaldo a su última morada, a despedir al padre, al esposo, al director amigo y compañero de trabajo quedando la Fundación Cardioinfantil y la Sociedad de Cardiología huérfanas de su presencia pues perdimos un líder y un verdadero maestro. Afrontó su agonía y su muerte con valentía, sin una sola palabra y sólo con el silencio que se convirtió en un silencio eterno. Infortunadamente sólo su muerte nos ha permitido ver la verdadera personalidad del desaparecido que juntó bondad y calidad humana, con una inteligencia que todos siempre le reconocimos.
Su memoria la conservaremos más allá del paso del tiempo, pues está celosamente sellada en los cimientos de la Fundación que él construyó y en la Sociedad de Cardiología que él ayudó a reformar en sus nuevos estatutos. Nos queda su ejemplo, el dolor de su partida y su obra médica que ha trascendido más allá de las fronteras patrias. Afrontó la lucha de la competencia para brindar soluciones acertadas y parcialización por las causas justas. Labró una herencia profesional médica que dejó un surco para las próximas generaciones.
La Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, su Presidente y su Junta Directiva, así como la Revista de la Sociedad, su Director y su Comité de Redacción, se unen al duelo que embarga a la Fundación Cardioinfantil–Instituto de Cardiología, a su señora esposa Doña Alina Mosquera y a su hija Alina, así como a sus hermanos y familiares. La ausencia de Reinaldo es una pérdida para todos y todos lamentamos su desaparición prematura, pero nos queda el consuelo de decir que pasó por el mundo haciendo el bien y preocupándose por los niños necesitados de atención cardiovascular. Pasará mucho tiempo o quizá nunca lo logremos, tener otro Reinaldo Cabrera en este mundo. Como se escribió en el Boletín «El Soplo», que él mismo dirigía en la Fundación, con él «aprendimos la sencillez, porque se puede ser muy grande y no perder la grandeza del corazón». Adiós al amigo, al compañero, al esposo y padre y al hacedor del bien para beneficio de los demás.