INTRODUCCIÓN
En Colombia la economía informal ha sido uno de los aspectos más problemáticos a tratar para los últimos gobiernos nacionales, departamentales y municipales. De acuerdo con los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares -GEIH-(Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2022), para el trimestre diciembre 2021-febrero 2022, el 43,3 %de los ocupados estaban en una situación de informalidad para las trece ciudades y sus áreas metropolitanas; mientras que, si se toman las principales veintitrés ciudades y sus áreas metropolitanas, este indicador asciende a 44,6 %. En este orden de ideas, Sincelejo se sitúa en la primera ciudad con mayor informalidad con un 65,5 %, mientras que Cúcuta (65 %] y Riohacha (63,7 %) completan el pódium de las ciudades con mayor informalidad laboral1.
Al contrario, Bogotá es la ciudad que presenta menor tasa informalidad: 33,1 % en total. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2021), la importancia de la economía informal también se vio reflejada en el mejoramiento del contexto latinoamericano en época de la crisis sanitaria por la Covid-19, pues, para mediados del 2020, el empleo informal contribuyó con el 77 % de la recuperación del empleo en Argentina, el 55 % en Brasil, el 69 % en Costa Rica y el 75 % en México, por nombrar solo algunos casos.
Las plazas de mercado o "galerías", como se les conoce en algunas regiones del país, históricamente han estado relacionadas con esta economía sumergida, siendo su mayor exponente el comercio informal, que no es otra cosa más que el comercio tradicional, el "rebusque". Esta forma de comercio se ha convertido en un tema inherente en estos contextos de ciudad, generando intercambio cultural y una identidad en la memoria colectiva que se mueve entre lo típico, la calidad de los productos, los bajos precios y las problemáticas de distinta índole dependiendo del contexto (Ángel-Bravo, 2020; Ángel-Bravo, 2016).
En el territorio nacional, estos equipamientos y espacios públicos se fueron consolidando a partir del intercambio comercial entre el campo y la ciudad, donde el campesino, como actor clave para el abastecimiento de la población, poco a poco fue adquiriendo la connotación de vendedor informal por las regulaciones impuestas producto de las dinámicas urbanas. De acuerdo a lo anterior, se podría afirmar que estos actores entran en el ámbito de la informalidad, "por lo menos desde la aparición de los primeros códigos laborales, fiscales y de comercio, entre otros, que buscan establecer orden, regulación y control sobre la actividad económica" (Sandoval, 2014, p. 2). Ahora bien, no solo son los campesinos quienes venden sus productos en las plazas de mercado, también lo hacen comunidades indígenas, inmigrantes, principalmente de países vecinos, entre otros grupos poblacionales.
El comercio informal históricamente se ha abordado desde los ámbitos de la economía y la sociología, donde se ha puesto el acento a las problemáticas que este suscita. Sin embargo, pensar el fenómeno desde la mirada distinta del urbanismo táctico, entendido como las "actividades propias de colectivos que vinculan acciones y procesos participativos con intervenciones urbanas para lograr transformaciones espaciales en la búsqueda de su propio beneficio" (Aparicio-Rengifo y Flórez-González, 2022, p. 9), podría dar luces acerca de cómo este hecho socioeconómico y espacial, desarrolla, condiciona y dinamiza las formas cómo se habita el espacio público en el que tienen lugar sus actividades mercantiles.
Así pues, este trabajo se fundamenta en los resultados obtenidos de la tesis doctoral de Aparicio (2021), Urbanismo láctico para la Mitigación de tos Impactos Ambientales del Comercio Informa! en el espacio público. En esta investigación, el autor se propuso implementar un ejercicio de urbanismo táctico con el objetivo de mejorar las condiciones socioeconómicas del comercio informal de frutas y verduras de la Galería Central de Palmira. Para ello, se lleva a cabo la construcción de una guía práctica de participación como hoja de ruta para el desarrollo del trabajo con la comunidad. Acto seguido, se implementa la guía para diseñar una propuesta participativa de solución con la misma comunidad y, a posteriori, se realiza una prueba piloto para comprobar su efectividad. También, parte de la hipótesis de que en la medida que las comunidades son conscientes de sus problemáticas, se involucran en las propuestas y forman parte del centro decisor, aumentan las posibilidades de éxito de las mismas. En consecuencia, la pregunta que formula la investigación es la siguiente: ¿es posible generar una propuesta distinta al urbanismo convencional que mejore las condiciones socioeconómicas del comercio informal en la Galería Central de Palmira2?
ELEMENTOS TEÓRICOS: URBANISMO TÁCTICO Y COMERCIO INFORMAL
Antes de hablar de urbanismo táctico, conviene abordar el concepto de urbanismo propiamente dicho, que, para efectos de este trabajo, se denominará urbanismo convencional o enfoque top-down (de arriba abajo); una perspectiva instrumental de ciudad ordenada que históricamente se ha caracterizado porque:
Los urbanistas, principalmente arquitectos e ingenieros, determinan las formas futuras de la ciudad, y casi siempre los usos. Son los hacedores de planes y proyectos. Las otras profesiones (juristas, economistas, sociólogos o geógrafos) pueden hacer contribuciones complementarias, que se suponen sirven para viabilizar las propuestas. (Borja, 2015, párr. 1)
En términos generales, el urbanismo convencional es un campo del conocimiento con una orientación multidisciplinar, donde la dimensión estética, físico-espacial, económica, sociológica, ecológica, política y tecnológica propenden por generar lincamientos para la planificación de ciudades existentes o nuevas (Ducci, 2009). Es una disciplina que deja la construcción de ciudad solo en manos de la "experticia" de profesionales, pero que, por antonomasia, debería permitir que sus habitantes naturales, por su experiencia, participaran de ella, desde la misma formulación hasta la implementación de propuestas (Jacobs, 2013).
La visión del urbanismo convencional no es contraria3 en stridu sensu a la del urbanismo táctico que se define como un "conjunto de acciones o micro-acciones que los propios ciudadanos ponen en marcha de forma espontánea y basados en la autoorganización con el objetivo de modificar o mejorar su hábitat" (Di Siena, 2012, párr. 7). Es una epistemología y metodología experimental bottom-up (de abajo a arriba) que se caracteriza por "tres grandes ventajas sobre modelos convencionales de planeación y ejecución de proyectos: es de bajo costo, es de ágil implementación y pone en el centro a las comunidades a las que pretende servir" (Razu-Aznar, 2019, p. 1). Así pues, el urbanismo táctico es un camino fáctico para el diseño y la construcción de ciudad inteligente: con y para la gente, donde la sociología de la economía, en el caso de estudio, provee las herramientas de trabajo y la educación posibilita el mejoramiento de sus condiciones socioeconómicas.
En lo concerniente a la informalidad, una aproximación plausible sería aquello que no posee forma o no hace parte del sistema denominado "formal" (Galeano-Rojas y Beltrán-Camacho, 2013, p. 286); pero no necesariamente implica el marco de la ilegalidad, considerando que no es lo mismo vender minutos de telefonía o frutas y verduras, que mercancía de contrabando, sustancias psicotrópicas o armamento. Relativo a este punto, Adler (2011) propone el concepto de la economía alegai, que hace alusión a "intercambios libres de mercancías formalmente producidas pero que no siguen los principios del mercado sino que se basan en la cercanía social" (p. 82), debido a la incapacidad del sistema formal para satisfacer las necesidades sociales. Por lo anterior, el "orden genera desorden y la economía formal crea su propia informalidad" (p. 87), lo que, a su vez, desata conflictos e impactos en el espacio urbano.
Hay que mencionar, además, que el vender en el marco de la economía informal, como medio de subsistencia, significa vivir en la incertidumbre. En otras palabras, no es posible determinar si al final del día se podrán obtener los recursos económicos necesarios para cubrir los gastos personales o familiares (Menni, 2007). También implica laborar en condiciones deficientes, expuestos a factores ambientales por la imposibilidad de desarrollar la actividad laboral en infraestructuras adecuadas, vivir perseguidos por la fuerza pública, entre otras.
En este orden de ideas, este trabajo considera dos categorías construidas a partir de la revisión de literatura: las dinámicas sociales con impactos como la desigualdad que representa el fenómeno en sí mismo (Castañeda y García, 2007); las riñas y desacuerdos constantes por la rivalidad con el comercio formal (Rocha et al., 2009); entre otras. Y las dinámicas económicas con impactos como la inestabilidad económica (Gómez, 2007, p. 60); el decrecimiento económico por la no tributación (Quispe-Fernández et al, 2018), por nombrar solo algunas.
Hasta el momento, el urbanismo táctico no ha sido el gran protagonista de soluciones para mitigar los impactos del fenómeno ya mencionados, y mucho menos en contextos de las plazas de mercado, esto se evidencia en la literatura científica y "gris" que expone, en su mayoría, propuestas sobre la exploración y generación de mobiliario urbano (Lydon y García, 2016); la transformación de espacios públicos para la recreación, el esparcimiento y diversos usos en escenarios prospectivos (Torres, 2017); la activación de lugares en desuso o sumidos en franco deterioro (Bazzu y Talu, 2016); acciones verdes que incluyen siembra de individuos arbóreos o reciclaje de residuos sólidos (Steffens, 2013); renovación de parques en entornos suburbanos (Paisaje Transversal, 2019); y el mejoramiento de la movilidad vehicular y peatonal a través de intervención en vías y aceras (Bicistema de Arquitectura y Urbanismo, 2021).
Lo anterior no quiere decir que nadie haya trabajado sobre el tema, en la literatura se encontraron cuatro referentes que abordan el fenómeno desde distintas líneas de trabajo: Mobile vendors, NewYork4- (Lydon et al., 2011); cinco propuestas para reducir el contagio de la Covid-19 en mercados de abasto (Buezo, 2020); la reactivación económica de la plaza La Perseverancia en Bogotá (Cuevas, 2020); y la transformación de las dinámicas ecológicas en la Galería Central de Palmira (Aparicio et al., 2021), que es el único que se enfoca en plazas de mercado como objeto de estudio. Empero, hay que reconocer que el urbanismo táctico siempre ha estado presente de manera natural en el modus operandi de los vendedores informales porque estos tienen:
Un sinnúmero de tácticas que les permiten aprovechar los espacios vacíos, la energía eléctrica, los materiales de desecho, los elementos domésticos, entre otros, de manera espontánea y creativa, generando propuestas novedosas de reutilización de materiales y de mutación de los objetos, así como las soluciones más básicas a sus necesidades. (Velásquez, 2013, p. 1)
En el contexto colombiano, la experiencia de las intervenciones al comercio informal ha sido tradicionalmente desde el urbanismo convencional. Los Gobiernos, desde su naturaleza técnico-burocrática, solo han pensado en "recuperar" el espacio público a través de estrategias como la reubicación, la agrupación y especialización, la regulación de la movilidad o simplemente desalojo; todas carentes de procesos con participación efectiva espontánea o inducida de los actores del fenómeno, porque se entiende "organización" como el ejercicio de excluir a los vendedores del espacio público sin considerar las dinámicas socioeconómicas que se desarrollan en virtud de sus prácticas comerciales y la lógica del mercado (Instituto para la Economía Social IIPES], 2020).
Por último, y considerando que las "ciudades son un inmenso laboratorio de ensayo y error" (Jacobs, 2013, p. 32), es posible inferir que el urbanismo táctico, como metodología ad hoc, podría ser una alternativa para mitigar los impactos de la informalidad laboral en el espacio público, siempre y cuando se reconozca al ciudadano como "el principal activista en la gestión de su territorio" (Hernández-Araque, 2016, p. 8), pues, si bien es cierto que el hecho participativo no es garantía de éxito, este sí aumenta las posibilidades de que se cumplan los objetivos trazados (Cámara, 2012).
METODOLOGIA
La investigación se desarrolló en el casco urbano del Municipio de Palmira, Valle del Cauca (Colombia), en la plaza de mercado principal5 y que lleva por nombre la Galería Central de Palmira6, tal y como se muestra en la figura 1.
Este trabajo es el resultado de una investigación que contó con el apoyo de un equipo interdiscíplinario donde participaron distintos campos del saber: el urbanismo, la arquitectura, la sociología y la administración de empresas. Esta se llevó a cabo desde un enfoque interpretativo que implemento herramientas de orden cualitativo y cuantitativo sobre la base de los tres ejes principales del urbanismo táctico ya mencionados.
Para el levantamiento de la información, la sistematización, el análisis de datos, la formulación de la propuesta participativa y su implementación, se definieron tres etapas: la primera consistió en el co-diseño del instrumento para la inmersión en el terreno. Aquí se generó como producto una guía práctica de participación comunitaria en la que se plasmaron las actividades, las técnicas y las herramientas necesarias, a fin de garantizar la participación efectiva del comercio informal de frutas y verduras en la construcción de soluciones para mejorar sus condiciones socioeconómicas. La guía se estructuró con el método de las 5W1H7, planteado por Rudyard Kipling (1994) en su texto Just so Stories, y retomado por IDEO ORG8 (2020), para entender y potencializar el conocimiento empírico (saberes) de los participantes.
En la segunda etapa se ejecutaron las actividades diseñadas. En este punto la guía se adaptó a la emergencia sanitaria por la Covid-19. Para disminuir el riesgo de contagio en el terreno se creó un protocolo de bioseguridad a partir de la poca literatura que había en el momento. Se incluyó el uso de elementos de protección y el desarrollo de actividades se planeó en pequeños grupos, procurando el distanciamiento entre individuos.
En la categoría Dinámicas Económicas se realizaron ocho actividades participativas en tres jornadas: en la primera jornada se implemento un cuestionario sobre el statu quo de las ventas y el modus operandi de los vendedores informales en materia comercial.
La segunda y la tercera jornada fueron los momentos donde se implementaron actividades apelando a la educación económica así: en la segunda jornada se realizó una capacitación en administración financiera y una reunión en grupos focales con la técnica del árbol de problemas. En la tercera jornada se realizó otra capacitación, pero esta vez sobre parámetros para la proyección de un negocio; se desarrolló un ejercicio de planeación a través del design thinking9 o pensamiento creativo a través de la técnica de dibujo a mano alzada para darle forma a las ideas planteadas; se explicaron los resultados obtenidos; y, finalmente, se construyó un brief10 entre el equipo interdisciplinario y los vendedores informales.
En la categoría Dinámicas Sociales se ejecutaron tres actividades participativas en tres jornadas: en la primera jornada se efectuó un diálogo de saberes populares titulado "La Plaza Común" y se aplicó un cuestionario sobre la posibilidad de replicar una experiencia exitosa de asociación entre vendedores y la disposición para ello a fin de lograr un beneficio común. En la segunda jornada se puso en marcha un ejercicio de transferencia de conocimiento denominado "Asociémonos". En la tercera jornada se llevó a cabo un foro comunitario a fin de reconocer públicamente las problemáticas detectadas y establecer compromisos para solucionarlas.
En la tercera etapa se ejecutó la prueba piloto: un laboratorio urbano con el comercio informal de la Galería Central de Palmira que posibilitó establecer un contraste entre las condiciones socioeconómicas del colectivo participante, antes y después de la implementación de la propuesta participativa, a través de indicadores y una encuesta de satisfacción.
Por último, se realizaron dos encuestas a través de la plataforma digital Google Fornv. la primera se dirigió a la ciudadanía para saber sí estaba de acuerdo con los cambios implementados en los puestos de trabajo de los vendedores informales y la segunda la contestaron los seis vendedores que llegaron hasta el final del ejercicio para conocer su opinión al respecto.
RESULTADOS
Dinámicas económicas
El cuestionario sobre el statu quo de las ventas y el modus operandi de los vendedores informales en materia comercial, se aplicó a treinta y cinco vendedores de frutas y verduras que decidieron participar voluntariamente de una población total de setenta y siete. El instrumento arrojó algunos elementos de caracterización socioeconómica: en términos de renta, treinta y un vendedores pagaban un alquiler mensual de local entre los S 20.000 y $ 29.000, y cuatro no lo hacían como una suerte de resistencia; la tercera parte de los negocios tenían al menos un empleado, pero uno de los negocios contaba con cinco, cada uno atendía un local independiente, con nóminas diarias, en su mayoría, entre los $ 20.000 y S 29.000. Todos tenían telefonía móvil, pero solo cuatro pagaban plan de minutos. También, veintiocho vendedores estaban conscientes de sus gastos diarios, de estos diecisiete los tenían en un rango entre los $ 10.000 y $ 19.000 por concepto de alimentación, transporte y deudas a agiotistas modalidad gota a gota11 (ver gráfica 1).
Asimismo, el instrumento permitió identificar necesidades como la implementación de publicidad, la reubicación de los vendedores informales de la calle y el mejorar la exhibición de los productos. También posibilitó develar que prácticamente todos los vendedores estaban en la informalidad por subsistencia, por la falta de oportunidades, pero también porque era una tradición familiar y por decisión propia, porque podían manejar su tiempo y porque era el único oficio que conocían.
Entre las ventajas competitivas se encontraron estrategias de servicio al cliente como la amabilidad, el buen humor, la degustación, la calidad de los productos y la exclusividad de los mismos; y comerciales como los bajos precios, el descuento y dar más cantidad de producto sin costo adicional12.
Con respecto a la capacitación en administración financiera, se puede afirmar que la actividad permitió a los vendedores percatarse de que intuitivamente separaban sus gastos y utilidades, y que empleaban parte del dinero recaudado para surtir nuevamente su puesto de trabajo. Igualmente, se dieron cuenta de que su dinámica operativa era cíclica porque no contemplaba correctamente la reinversión para hacer crecer sus negocios. En otras palabras, siempre invertían la misma cantidad de dinero para abastecer su negocio y, por ello, sus utilidades eran prácticamente iguales.
Por lo que se refiere a la actividad de grupos focales, los árboles de problemas arrojaron tres factores clave: en primer lugar, la poca unión entre vendedores que dificultaba apalancar procesos para mejorar sus condiciones laborales, por razones como el individualismo, la competencia desleal y la envidia. En segundo lugar, la inestabilidad económica, donde influía la atención al cliente, el aseo, la calidad de los productos y la imagen desordenada del punto de venta por la forma de exhibir los mismos. En tercer lugar, uno de los problemas ya detectados en el cuestionario inicial: la falta de publicidad para promocionar la plaza.
La capacitación sobre parámetros para la proyección de un negocio procuró generar conocimientos, habilidades y competencias comerciales en los vendedores. La actividad de design thinking con los dibujos grupales y su explicación produjo un enfoque puntual para mejorar sus condiciones socioeconómicas: la transformación de sus puestos de trabajo. En este sentido, el ejercicio se orientó hacia la necesidad de cambiar la imagen de los negocios a través de la exhibición de productos emulando las grandes superficies comerciales. Como resultado, los cinco grupos de vendedores propusieron estanterías escalonadas e inclinadas tipo góndola, la inclusión de una franja para informar los precios del día (habladores) y la utilización de la madera como material principal.
Por último, se construyó un brief13 abordando cuatro aspectos: primero, la exploración de alternativas de exhibición para frutas, verduras y líquidos envasados, tomando como punto de partida las propuestas de co-diseño de los vendedores informales. Segundo, la valoración de las estrategias comerciales empíricas existentes y la incorporación de habladores con precios intercambiables o borrables semejante a un supermercado. Tercero, la implementación de un concepto de diseño con formas alusivas a lo fresco, lo campesino y lo étnico. Y cuarto, la precisión de requerimientos técnicos (materialidad y resistencia) teniendo en cuenta, además, un espacio para bodegaje y soluciones formales que pudieran limitar el acceso de insectos y roedores al mobiliario.
Con la información suministrada en el brief se diseñaron los nuevos puestos de trabajo, pero solo seis vendedores pudieron construirlos, pues se acordó desde un inicio que se materializarían a condición de que sus dueños estuvieran presentes en todas las actividades participativas. Habría que decir, además, que estos hicieron esfuerzos adicionales, porque la actividad se desarrolló en horas nocturnas ante la imposibilidad de hacerlo dentro de su jornada laboral.
Dinámicas sociales
El diálogo de saberes fue un canal de participación activa entre el Instituto Municipal para el Desarrollo Social y Económico de Palmira (Imdesepal), los vendedores del interior de la plaza de mercado14 y uno de los cofundadores de Asoalameda15. Las respuestas del cuestionario revelaron que la experiencia de asociación en la Galería Alameda de Santiago de Cali era replícable en la Galería Central de Palmira, pero, contradictoriamente, la mayoría de los participantes contestaron que no estarían dispuestos a hacer lo mismo para mejorar sus condiciones laborales (ver gráfica 2); esta respuesta confirmó la presencia del individualismo detectado en el ejercicio de grupos focales.
La actividad "Asociémonos" permitió que tres vendedores previamente capacitados expusieran a sus colegas vecinos sobre las ventajas de asociarse, y estos, a su vez, replicaran los conocimientos adquiridos con los vendedores contiguos y que así sucesivamente continuara el ejercicio para motivar el colectivo en pro de la agremiación. La actividad siempre estuvo monitoreada, lo que permitió establecer la buena disposición de los participantes para escuchar, aprender y posteriormente enseñar a otros. Como fruto de esta actividad, habrá que resaltar la unión de cinco vendedores informales que entendieron la importancia de asociarse y decidieron, por iniciativa propia, sumar esfuerzos para seguir comprando sus productos por volumen (más baratos) en la Central de Abastos de Cavasa, un número reducido considerando la población total de vendedores de frutas y verduras.
El foro comunitario se llevó a cabo con algunos líderes naturales en representación de los vendedores e Imdesepal. Los vendedores se quejaron respecto al aseo de los puestos de trabajo, la falta de publicidad, la necesidad de un parqueadero, la apertura de todas puertas de acceso al establecimiento (dos permanecían cerradas a causa de la Covid-19); la habilitación de un baño solo para vendedores y sin cobro; la presencia de goteras en varios sectores del edificio; y el rebosamiento de aguas residuales en algunos sifones. Posteriormente, se plantearon algunas propuestas de solución a las que Imdesepal dio respuesta sobre la viabilidad y su gestión. Por último, se generaron algunos compromisos entre las partes, como ¡ornadas de aseo, suministro de elementos de aseo, la apertura de una página de Facebook para publicitar la plaza de mercado, el mantenimiento de cubiertas y desagües, entre otros.
La asistencia al evento reveló, de cierto modo, el interés que tenían los vendedores informales en generar un canal de diálogo con la administración municipal, para manifestar sus inconformidades y buscar alternativas de solución. Es importante señalar que hasta ese momento no habían tenido contacto alguno y ya habían pasado siete meses desde la posesión.
Prueba piloto para la medición de indicadores
A partir del indicador de Rentabilidad del Puesto de Trabajo, que tomó como base la propuesta de Cornejo-Saavedra y Díaz (2006), se hizo seguimiento a los ingresos adquiridos por venta antes y durante la prueba piloto para evaluar el margen porcentual de ganancia o pérdida que produjo cada puesto de trabajo con las propuestas de diseño implementadas16. La fórmula utilizada para la medición del indicador fue:
En la primera medición, el 66,7 % de los participantes del ejercicio manifestaron que hubo un cambio leve, dado que sus ventas aumentaron aproximadamente el 5 %, lo que significó un incremento del 1,3 % de rentabilidad. En la segunda medición el 100 % de los participantes tuvieron un aumento aproximado del 15 %en sus ventas, cifra que correspondió a un incremento del 2,5 % de rentabilidad (ver gráfica 3).
Paralelamente, en ambas mediciones se les preguntó a los setenta y un vendedores que no participaron en la prueba piloto, cómo se habían comportado sus ventas. En la primera quincena, el 1,4 % (un vendedor) contestó que habían aumentado, el 64,8 % (cuarenta y seis vendedores) que continuaban igual y el 33,8 % (veinticuatro vendedores) que habían disminuido. En la segunda quincena, el 2,8 % (dos vendedores) contestó que habían aumentado, el 59,2 % (cuarenta y dos vendedores) que continuaban igual y el 38 % (veintisiete vendedores) que habían disminuido (ver gráfica 4).
En la categoría Dinámicas Sociales, se construyó el indicador de Cohesión Social tomando como referencia la propuesta de Páramo et al. (2016) y Pascua et al. (2012) para posibilitar la "medición" del fortalecimiento de vínculos comunitarios entre los vendedores informales. En otras palabras, este indicador permitió identificar qué tipo de impacto, en términos asociativos, tuvo la prueba piloto sobre los participantes". La fórmula utilizada para la medición del indicador fue:
La primera medición no cumplió con la meta proyectada de al menos el 20 % en percepción de cohesión social, pues solo llegó hasta el 10 %. En la segunda medición el resultado fue el 22 % (ver gráfica 5). Es plausible que en el incremento de estos porcentajes haya influido la construcción de los nuevos puestos de trabajo, porque este ejercicio propició varios espacios para dialogar y compartir experiencias entre vendedores.
El indicador tuvo una meta proyectada del 20 % y se evaluó con la siguiente pregunta: De acuerdo a las relaciones de amistad y colaboración con los compañeros de trabajo a través del tiempo, ¿considera usted que estas se fortalecieron durante el desarrollo de las actividades participativas? La pregunta se realizó igualmente los días quince y treinta de la prueba piloto. Para el cálculo fueron tenidas en cuenta las respuestas que afirman percibir impactos positivos, frente al total de respuestas.
Respecto a los compromisos realizados, a la fecha solo se han cumplido dos: un vendedor informal abrió la página en Facebook donde participan activamente vendedores y clientes, y se llevaron a cabo dos jornadas de limpieza donde Imdesepal suministró los productos de aseo y los vendedores pusieron la mano de obra. En el corto plazo solo se han cumplido los acuerdos que no implican grandes recursos económicos. Empero, se tiene conocimiento del proyecto "Mejoramiento arquitectónico y urbano para la rehabilitación de la Galería Central del municipio de Palmira", en el marco del convenio 492 FIP-2021, que fue adjudicado a través de licitación pública el siete de abril de 2022 para ser ejecutado en un plazo de cinco meses.
Finalmente, de las encuestas realizadas a la ciudadanía y a los vendedores que participaron en la prueba piloto, se obtuvieron los siguientes datos:
De acuerdo con la encuesta realizada (ver gráfica 6), en los resultados mil doscientas once personas (99,4 %) coincidieron en que era conveniente implementar la propuesta de diseño de puestos de trabajo en los demás negocios informales de la Galería Central de Palmira; siete personas (0,6 %) respondieron que no lo era; y una persona (0,1 %) contestó que ese presupuesto podría invertirse en otra situación más urgente y emergente, pensando posiblemente en la coyuntura de la pandemia. Esto permite concluir que, por la cifra representativa, sí fue válida la propuesta de diseño para ser el implementada de forma definitiva.
El 100 % de los participantes consideró que la prueba piloto fue exitosa pues, gracias a la transformación de sus puestos de trabajo y a los anuncios publicitarios promocionados en la red social Facebook, generaron más recursos económicos para cubrir sus gastos personales. En concreto, una vez se puso en marcha la propuesta participativa, sus ingresos se incrementaron favorablemente en términos porcentuales.
En cuanto a la experiencia del trabajo en equipo, el 50 % de los encuestados respondió que fue excelente y el otro 50 % que estuvo buena. No hubo respuestas negativas, por lo que, en términos generales, se puede concluir que esta contribuyó al acercamiento y al diálogo entre vendedores para disminuir los niveles de individualismo en la plaza de mercado (ver gráfica 7).
El 83,3 % de los vendedores estuvo de acuerdo en que las actividades mejoraron las relaciones interpersonales con los compañeros de trabajo. Solo el 16,7 % consideró que estas no lograron tal objetivo (ver gráfica 8).
El 66,7 % de los vendedores informales respondió que se sintió muy satisfecho con la propuesta participativa y el 33,3 % contestó que se sintió satisfecho (ver gráfica 9). No hubo respuestas neutras ni de insatisfacción, por lo que es posible inferir que la propuesta tuvo plena aceptación por parte del colectivo de vendedores informales.
Para finalizar, y a modo de discusión, partiendo de los resultados de los indicadores y las encuestas, queda el planteamiento de que el urbanismo táctico es, en efecto, un camino fáctico y plausible para solucionar problemáticas asociadas a las dinámicas socioeconómicas del comercio informal, al menos en contextos de plazas de mercado. No cabe duda de que los tiempos en que trabaja la metodología (el corto plazo) pueden ser una gran limitación para superar las barreras del individualismo, la envidia y la competencia desleal, considerando que los vendedores "toda la vida" han tenido estos sentimientos y conductas; generalmente es su modus operandi, por lo que habrá que extenderlos, proyectarse al mediano y largo plazo y seguir comprobado.
La gran apuesta es que esta fuerza laboral entienda su lugar de trabajo como una empresa "comunitaria", bajo la lógica de encontrar objetivos en común que permitan generar desarrollo económico y social para sus miembros; premisa que se pudo comprobar temporal y parcialmente con el incremento en ventas de las personas que decidieron participar en la propuesta de cambio que se abordó en la presente investigación.
CONCLUSIONES
A modo de conclusión, es posible afirmar que el urbanismo táctico fue una metodología válida y efectiva para el mejoramiento socioeconómico del colectivo de vendedores informales de la Galería Central de Palmira que participó activamente en la propuesta de solución. Conviene subrayar, entonces, que la visión top-down debe complementarse necesariamente con la bottom-up, la cual ha demostrado una efectividad directamente proporcional al nivel de compromiso, participación y empoderamiento que pueda tener una comunidad cuando entiende la importancia de los puentes de cooperación y el diálogo de saberes para resolver sus problemas.
En la categoría de análisis dinámicas Económicas, se encontró que los vendedores incurren en gastos de arrendamiento, nóminas pagadas a diario y pagos asociados a préstamos informales denominados "gota a gota". Asimismo, las necesidades comerciales se vieron determinadas por la implementación de la publicidad, la reubicación de los vendedores informales que tienen su negocio en la calle y la mejora en la exhibición de los productos. Ante esto, el análisis por parte de los investigadores y los vendedores, la capacitación en administración financiera y el diseño, construcción e implementación de los nuevos puestos de trabajo mostraron resultados favorables en el indicador de Rentabilidad del Puesto de Trabajo y en la encuesta de satisfacción a los vendedores.
En torno a las categorías dinámicas sociales, se encontró que persiste el individualismo como modus, operandi, dificultando pensar en soluciones grupales ante los desafíos en la plaza de mercado. Por otro lado, se establecieron problemas asociados a las condiciones de acceso a baños públicos, las zonas de parqueo inexistentes y algunos elementos del orden de la infraestructura: goteras y rebosamiento de aguas residuales, lo que implica impactos en la vida social que se vive en el lugar.
Después de realizar distintas actividades y exponer los beneficios del trabajo conjunto y generar compromisos que sirvieran de crisol para fortalecer sus relaciones sociales, no fue posible lograr que los comerciantes aunaran esfuerzos más allá de la creación de una página de Facebook para promocionar la plaza y sus productos, las ¡ornadas de aseo y la unión entre cinco vendedores que, por iniciativa propia, decidieron comprar en adelante por volumen en la central de abastos Cavasa. Por ello, se concluye que para mejorar el tejido social se necesitan estrategias y tiempos adicionales a los que plantea el urbanismo táctico, porque el corto plazo apenas permite visibilizar las problemáticas sociales y estimular sutilmente a los comerciantes para mejorar sus lazos comunitarios. El indicador de Cohesión Social confirmó lo anterior expuesto.
Por último, cambiar la mirada hacia el comercio informal, desde el punto de vista del urbanismo táctico, permitiría entenderlo como una forma de dinamizar el espacio público y no como un problema en el que hay que sumar esfuerzos para erradicarlo. Se podría dejar de verlo únicamente desde una perspectiva económica para establecer las maneras en las que las prácticas del comercio informal pudieran ser utilizadas a favor de un bien común, por supuesto, bajo condiciones que mitiguen las problemáticas, los impactos y los conflictos que se derivan de su quehacer mercantil.