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Introducción
Los coronavirus son una familia de virus que causan enfermedades en personas, y que también circulan entre los animales. La cepa COVID-19, causante del brote actual, se identificó por primera vez en Wuhan, en la provincia china de Hubei, China, en diciembre de 2019. Meses después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo elevó a la categoría de pandemia y decretó emergencia sanitaria, ahora con más de 2 585 468 casos y 178 481 muertes a nivel mundial. En Colombia, a la fecha, según reportes del Ministerio de Salud, tenemos 4149 casos y 196 muertes. Esta infección se presenta en forma de fiebre, tos seca y disnea leve en la mayoría de los casos, si bien puede evolucionar hacia neumonía grave y un eventual síndrome de dificultad respiratoria del adulto, similar al síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) descrito en 2003 y al síndrome respiratoria de Medio Oriente (MERS, por sus siglas en inglés) de 2012. El SARS-CoV-2 (COVID-19) es un patógeno respiratorio tipo ARN, el cual se ha detectado principalmente en muestras del tracto respiratorio superior e inferior. Los viriones COVID-19 tienen un tamaño de aproximadamente 0,125 micras, y se transmiten más comúnmente como gotas de agua respiratoria más grandes (> 20 micras) 1-5.
Materiales y métodos
Presentamos la aplicación de un dispositivo de bajo costo desechable (mascarilla convencional con modificación de una incisión de 1 a 1,5 cm) (Figuras 1 y 2) cuya función es disminuir la difuminación de los aerosoles generados durante una endoscopia de vías digestivas altas (Figura 3), y así mitigar el riesgo de transmisión e infección del SARS-CoV-2 para los profesionales de la salud que se encuentren en la sala de endoscopia, quienes se encuentran a menos de 1 metro del paciente y están en riesgo permanente.
El uso de este dispositivo no alteró el desarrollo de ninguno de los procedimientos endoscópicos. Se le explicaba al paciente de forma clara sobre el beneficio de la protección que brindaba este dispositivo, tanto para él como para el personal médico tratante. Además, el médico gastroenterólogo y los ayudantes utilizaron todos los elementos de protección para limitar el contagio por gotas de este virus (Figura 4).
Discusión y conclusión
William F. Wells describió en 1930 la transmisión de enfermedades respiratorias, como la tuberculosis, por medio de las emisiones de gotas respiratorias dicotomizadas en macro y microgotas. Los aerosoles son partículas menores de 5 μm de diámetro que se producen cuando una corriente de aire se mueve a través de una superficie con película de líquido, su tamaño es inversamente proporcional a la velocidad del aire, y pueden permanecer en el ambiente por largos períodos de tiempo (1 a 2 horas) y recorrer distancias mayores a 1 metro. Un procedimiento generador de aerosol es definido como cualquier procedimiento médico que pueda inducir la producción de aerosoles de cualquier tamaño, incluyendo los núcleos de gotas 6-10.
El virus también puede ser aerosolizado y transmitido en microgotas (<10 micras) en suspensión de gas. El tamaño de las partículas tiene implicaciones para el tiempo de suspensión y los requisitos de filtración. El ARN del SARS-CoV-2 también se ha detectado en muestras de sangre y heces, pero se desconoce si el virus está presente en estas muestras extrapulmonares. La alta tasa de contagio y la patogénesis de la enfermedad dependen del anclaje del virus a las células humanas a través del dominio de la unión a receptores de la glucoproteína transmembrana S, el reconocimiento de receptores celulares como la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2) y el ingreso al citoplasma mediante una serina proteasa transmembrana (TMPRSS) 1-6.
Además, aunque se puede detectar ARN viral en la sangre, no se ha documentado ninguna transmisión de SARS-CoV-2 a través de esta ruta. En retrospectiva, lo que hemos podido aprender de otras epidemias virales es que el riesgo de transmisión de enfermedades virales en endoscopia y laparoscopia es prácticamente nulo. Aunque COVID-19 es una enfermedad nueva, virus respiratorios similares, como la gripe y otros coronavirus (SARS y MERS-CoV), no han demostrado evidencia de transmisión de la enfermedad a través del gas del endoscopio, el neumoperitoneo ni del humo quirúrgico 6-12.
Por otro lado, el ADN viral de los patógenos transmitidos por la sangre, como la hepatitis B y el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), se ha detectado en el humo quirúrgico después del uso de energía durante la cirugía (por ejemplo, electrocirugía); sin embargo, no hay evidencia que indique que el uso de electrocirugía durante la endoscopia o la laparoscopia aumente el riesgo de transmisión de la enfermedad a través del gas del endoscopio, el humo quirúrgico o el neumoperitoneo 5,6. Además, la cirugía en pacientes con VIH y hepatitis B y C ha estado en curso durante décadas, y no se ha documentado un mayor riesgo de transmisión por el uso del neumoperitoneo para los cirujanos, anestesiólogos o el resto del personal en el quirófano, lo cual se puede extrapolar a la endoscopia 6-13.
Los procedimientos endoscópicos son generadores de aerosoles, ya sean aerosoles provenientes del paciente o del endoscopio, que se pueden producir por la respuesta del paciente al estímulo del endoscopio durante su introducción, por flatos y descargas de líquidos como producto de la preparación del colon y por la manipulación de instrumentos por los canales de trabajo del endoscopio para la toma de muestras y drenaje de fluidos 14,15,16. El gas generado contiene aerosoles que pueden transportar el virus en pacientes que dieron positivo para COVID-19, puede ocasionar la contaminación del aire y de las superficies y, de esta manera, la transmisión del virus 17,18,19.
Para concluir, las herramientas para minimizar la exposición a aerosoles son indispensable en la era de COVID-19; sin embargo, la posibilidad de entrar en la fase 1 llama a los clínicos a buscar diferentes formas económicas y eficaces que mitiguen la exposición.