Introducción
La exposición a pantallas ha ido en aumento desde el inicio de la tercera revolución industrial a finales de 19701. Desde esta década los niños comenzaron a ver televisión de forma regular, aumentando su consumo de forma progresiva, llevando incluso a que en la actualidad los niños empiecen a interactuar con los medios digitales a los 4 meses de edad2.
La pandemia por la enfermedad COVID-19 incrementó significativamente e esta tendencia a causa del confinamiento, hallándose en un estudio canadiense un incremento de exposición a medios audiovisuales del 74% en las madres, del 61% en padres y en niños del 87%, 3.
En la Encuesta Nacional de Salud del 2015 en Colombia ya se habían encontrado datos alarmantes, reportándose un tiempo de exposición a pantallas con fines recreativos excesivo en el 50% de los pre escolares, 61% de los escolares y 75% de los adolescentes4.
La American Academy of Pediatrics y la Canadian Paediatric Society recomienda, que los padres establezcan límites coherentes sobre el tiempo y contenido que consumen los hijos mayores a 6 años5, en menores de 2 a 5 años de edad se aconseja como máximo de 1 hora al día y para los menores de 2 años no se recomienda el uso de pantallas a excepción de algunos minutos de video-chat con acompañamiento6,7.
Durante la niñez, definida como el grupo de personas entre los 0 a los 11 años8, transcurren muchos de los llamados períodos críticos, en los cuales la plasticidad cerebral de los niños es especialmente maleable a los estímulos ambientales9, por lo que la exposición repetida a cualquier estímulo puede influir en el desarrollo neuronal, ya sea estableciendo conexiones o alterando procesos neuronales, al privar el cerebro de otras experiencias.
Reconociendo la posible problemática del uso excesivo o indebido de las pantallas en el neurodesarrollo y comportamiento infantil, el objetivo de esta publicación es revisar los efectos deletéreos de la exposición prolongada a pantallas en el desarrollo de la población de 0 a 11 años descritos en la literatura.
Metodología
Para la revisión se seleccionaron artículos originales, reportes de casos, capítulos de libros, revisiones sistemáticas y de tema en las bases de datos PubMed y Google Scholar para incluir también literatura gris. Se realizó la búsqueda enfocada a como la exposición a pantallas afecta ítems fundamentales del neurodesarrollo: Lenguaje, sociabilidad, atención y sueño, los cuales fueron investigados de forma independiente para lograr una mayor precisión en los resultados.
La búsqueda se realizó en los idiomas de inglés y español y fue llevado a cabo de la siguiente manera: para el tema de "alteraciones del lenguaje y la sociabilidad" se usaron los términos "Screen time", "physiology", "infant", "Language development", "interpersonal relations". Para el segundo apartado del artículo "alteraciones de los patrones del sueño" se emplearon "television", "Circadian rhythm", "Melatonin child", "Sleep disorders". En la tercera sección correspondiente a "cambios anatómicos asociados a la conducta" se usaron "cognition", "child", "preschool", "Screen time", "Limbic system" y "Grey matter". Finalmente, en el último apartado "problemas de atención asociados al sistema de recompensa" se utilizaron los términos "Attention deficit disorder with hyperactivity", "child", "television", "humans".
Se seleccionaron artículos publicados en las últimas 2 décadas, debido a que en este tiempo se hizo masivo el acceso a dispositivos electrónicos portátiles dirigidos a la visualización de contenido audiovisual (iPhone, smartphone, iPad10-11) y el acceso a plataforma de streaming como Netflix12. Los artículos seleccionados debían incluir en el título exposición a pantallas o screen time y en el abstract descripción de los aspectos fisiopatológicos que podrían ser alterados.
En la selección se excluyeron a los artículos que no se ajustaban al objetivo de la investigación por su contenido o porque la información encontrada no era relevante en aspectos fisiopatológicos y epidemiológicos. (Figura 1) Además, que hablaran del impacto de la exposición a pantallas en niños mayores a 11 años o en adultos
Alteraciones del lenguaje y la sociabilidad
Diversos estudios exponen que el uso inadecuado de pantallas puede conducir a problemas de naturaleza distinta en el desarrollo de los niños13. Se ha encontrado que en menores de 6 años una elevada exposición a la televisión se relaciona con alteraciones de las habilidades de motricidad gruesa14; el tiempo de uso pasivo de pantallas (incluye ver TV o videos en cualquier dispositivo) está asociado negativamente con la función ejecutiva, las habilidades sociales, y el rendimiento escolar en matemáticas y ciencias15; además de una relación negativa entre el tiempo de uso de pantallas en los niños y padres, y el desarrollo socio-emocional16. Estas pueden deberse en parte a que durante la niñez transcurren muchos de los llamados períodos críticos, los cuales representan ventanas de tiempo en las que el cerebro es especialmente sensible a los estímulos ambientales9, como las pantallas y otros fenómenos que giran alrededor de estas, que pueden alterar estos periodos cruciales para el aprendizaje14.
Respecto al lenguaje, los mencionados períodos críticos pueden durar toda la vida como en el caso de la adquisición de nuevo vocabulario, el cual tiene su punto álgido a los 18 meses, o ser muy cortos y finalizar antes del primer año como es el caso del aprendizaje fonético17. Se ha encontrado que una mayor cantidad de tiempo de uso de pantallas en la niñez, incluyendo televisión de fondo o no dirigida directamente al niño, se correlaciona con un menor desarrollo de este18,19 y de otras habilidades cognitivas y motoras20. La edad de inicio de exposición a pantallas es un factor determinante de sus efectos deletéreos y su postergación se relaciona con mejores habilidades lingüísticas18; por ejemplo programas como Plaza Sésamo que pueden ser pedagógicos para niños prescolares, muestran ser perjudiciales en niños menores de 1 año21. (ver tabla 1)
Edad | Efectos | |
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0 - 5 años |
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6 - 11 años |
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En la primera columna de efectos se mencionan por separado en intervalos de edad de 0-5 años y 6-11 años. En la segunda columna de efectos se mencionan los que abarcan todo el rango etario de 0-11 años.
Fuente: autores.
En cuanto a la sociabilidad se ha observado que un incremento en la exposición a pantallas en individuos entre 6 y 18 meses, se asocia a conductas agresivas, de reactividad emocional, y conductas externalizantes14. La exposición alta a pantallas a edades tempranas, especialmente los 3 primeros años, se puede relacionar con un mayor riesgo de presentar conductas autistas22,23, tales como alteraciones en la conducta social y la comunicación, y patrones de conducta restrictivos y repetitivos24. Incluso se ha propuesto la existencia de un fenómeno denominado "Autismo virtual", en el cual al retirar los dispositivos electrónicos a niños pequeños con estas conductas, mejoraron de manera notoria25.
La sociabilidad y el desarrollo del lenguaje no solo se ven afectadas por el uso de pantallas por separado, sino que guardan estrechas relaciones.Se ha hallado que en menores entre los 9 meses y 30 meses, el aprendizaje de nuevo vocabulario es mucho mejor y más significativo cuando se da como resultado de una comunicación cara a cara, incluso cuando es mediante videollamada, que cuando se da por un medio no contingente como un video televisado o un audio26,27. Los niños mayores de 4 años pueden beneficiarse de la interacción semi contingente, por ejemplo en la lectura de un libro (es decir, un grabación que pregunta algo al niño, deja una pausa para responder, y luego presenta una retroalimentación suponiendo la respuesta), aunque los resultados son mejores en interacción real y videollamada28. También se ha visto que el aprendizaje del lenguaje frente a una pantalla se ve potenciado si el niño está acompañado de otra persona, la cual no necesariamente debe ser un padre o tutor, sino que incluso puede ser otro niño29,30.
Entendiendo que efectivamente existe una relación entre la exposición inadecuada a pantallas y alteraciones en el desarrollo del lenguaje y la sociabilidad, se van a describir los cambios anatómicos y fisiológicos que ocurren detrás de estos procesos, y aunque no están del todo claros los mecanismos que subyacen, se ha encontrado por ejemplo que a consecuencia de una alta exposición a pantallas se observan cambios en la integridad de la materia blanca que conecta regiones del cerebro involucradas en el procesamiento y producción del lenguaje en menores entre los 3 y 5 años, como por ejemplo en el fascículo arcuato que conecta el área de Wernicke (involucrada en el lenguaje receptivo) con Broca (involucrada en el lenguaje expresivo), así como del fascículo uncinado y el fascículo inferior longitudinal31. En niños entre 8 y 12 años se han visto alteraciones en otros tractos que conectan las zonas involucradas en el reconocimiento del lenguaje y áreas encargadas del control cognitivo y del lenguaje32. Aunque son solo asociaciones anatómicas, estos hallazgos podrían ayudar a plantear una relación causal entre mayor exposición a pantallas y alteraciones en el neurodesarrollo33.
Por otro lado, el uso indebido de pantallas por parte de los cuidadores puede afectar indirectamente a los niños. Se ha encontrado que tanto el uso de teléfonos móviles como de la televisión (sea el contenido dirigido al niño o no) disminuyen de manera significativa la atención de los padres o cuidadores al niño, incluso más que otras actividades diferentes en las que suelen entretenerse los cuidadores, reduciendo la cantidad y diversidad de palabras que se intercambian34,35. El papel de los cuidadores es muy importante para un adecuado desarrollo del lenguaje, actividades como la lectura compartida, la enseñanza del alfabeto y de la lectura de palabras, mejora las habilidades de expresión oral y lectura36.
Alteraciones de los patrones del sueño
El desarrollo cerebral inicia en la vida fetal, pero es durante los primeros 3 años de vida que la plasticidad cerebral y el desarrollo neuroconductual están en su punto máximo, generando cerca de 700 conexiones neuronales cada segundo37. Convirtiéndose así en la etapa más vulnerable para que factores externos medioambientales como la falta de sueño puedan alterarlo24,38.
Los niños expuestos desde temprana edad a pantallas electrónicas y por períodos prolongados, tienen alterados sus patrones de sueño, por lo cual se ha propuesto la hipótesis de la luz azul, la cual explicaría porque el uso de medios electrónicos puede ser problemático para el sueño39. Esta se centra en la melatonina endógena, la cual disminuye con perturbaciones del campo magnético durante la actividad geomagnética natural, al observarse una variación semestral y una dependencia de la latitud para la producción de la melatonina demostrada en el estudio observacional de Salti R et al llevado a cabo en Italia con 72 niños de 6 a 13 años donde se midieron las concentraciones de melatonina en orina tras la exposición y la abstención de exposición a pantallas 40. En escenarios simulados, se asocia con una disminución de la síntesis de la hormona por los pinealocitos aislados in vitro, así como de la melatonina pineal, plasmática y sus metabolitos urinarios en ratones y humanos40. La luz azul de onda corta emitida por medios electrónicos suprime la secreción de melatonina en el cerebro desregulando los ritmos circadianos del niño39.
El retraso en la hora de dormir puede resultar en un proceso de desplazamiento del sueño inducido por medios41 implicando una hora de acostarse más tarde, pero no una hora de despertarse más tarde, observado en la niñez y adolescencia en el estudio transversal llevado a cabo en UK de datos obtenidos por el Midlands Adolescents Schools Sleep Education Study en 959 niños de 11-13 años mediante encuestas de hábitos de sueño y de uso de tecnología 42; o puede resultar en un proceso de cambio de horario de sueño, en donde el uso de medios electrónicos da como resultado una hora de acostarse y de despertarse más tarde, visto en la edad adulta40.
En el estudio transversal de Jing-Yi Chen llevado a cabo en 2016 en Italia en 1117 niños de 12 a 23 meses mediante la administración de cuestionarios anónimos a los padres38 y en el estudio llevado a cabo por la American Academy of Pediatrics en niños de 6 a 12 meses2 se encontró una asociación entre más uso de pantallas táctiles y disminución de tiempo total de sueño, con una duración del sueño nocturno más corto2,38, al igual que en el estudio de Hulian Xu en Australia que utilizo la encuesta del Longhua Child Cohort Study con 497 diadas madre-hijo a las 30 semanas de embarazo donde se tomaron datos demográficos de las madres y a los 2, 3.5 y 5 años se recolecto la información43. Se informó en el estudio de cohorte infantil de Longhua en 2014-2017 con 29461 niños de 2 a 7 años que, con cada hora adicional de tiempo frente a la pantalla, hay una reducción de 3 minutos de sueño y 1,6 minutos de latencia de sueño más larga44. Concluyendo así que una mayor exposición y la presencia de una pantalla en el dormitorio durante la primera infancia y niñez media37, se relaciona con menos tiempo de sueño por noche6.(ver tabla 1)
El sueño presenta un papel central en el aprendizaje y el procesamiento de la memoria al fomentar etapas como la consolidación y codificación45. Se ha demostrado que una menor eficiencia y mayor latencia del sueño se asocia con una peor memoria auditiva y visual45, así mismo una noche de sueño restringido45 o de exposición excesiva a pantallas46 puede afectar las funciones cognitivas.
La duración del sueño menor de 10 horas por día a los 18 meses de edad predice problemas emocionales y conductuales44. Así mismo, el sueño adecuado durante la vida temprana es crucial para el desarrollo de los niños y sus perturbaciones se correlacionan con futuros problemas del lenguaje, obesidad37, de salud mental y rendimiento escolar45.
Cambios anatómicos asociados a la conducta
Estudios realizados por Takeuchi et al. en poblaciones de 5 a 18 años, con muestras de 240 a 290 sujetos expuestos a videojuegos o televisión, se encontró por radiología de morfometría basada en Voxel e imagen por resonancia magnética, anormalidades microestructurales en sujetos con desórdenes de dependencia a pantallas47,48. Los principales hallazgos fueron a nivel de la sustancia gris en el área prefrontal y en estructuras implicadas en el sistema límbico47,49,50, de las cuales destacan el área tegmental ventral, núcleo accumbens, putamen, tálamo y amígdala; junto a áreas de proyección como la corteza prefrontal, corteza orbitofrontal, corteza anterior del cíngulo, el giro frontal superior de la ínsula, giro frontal derecho inferior y los tálamos bilaterales48-50. Algunas de dichas estructuras están involucradas en procesos neurológicos complejos que modulan información para responder a estímulos9.
Todo individuo está en contacto con el medio ambiente, del cual percibe diferentes estímulos a lo largo de toda su vida. El sistema límbico se encarga de procesarlos y otorgarles las respuestas emocionales, de memoria y aprendizaje; junto a la interacción con otras secciones del sistema nervioso para determinar conductas o cambios metabólicos51.
Las estructuras del sistema límbico se comunican y comparten información de manera organizada por medio de diferentes rutas, de las cuales destaca el circuito de Papez involucrado en el control cortical de la expresión emocional9. Este se inicia desde el hipocampo, y se proyecta a través del fórnix hacia los cuerpos mamilares. De donde salen fibras por el tracto mamilotalámico hacia el núcleo anterior del tálamo, lugar donde se va a distribuir la información a regiones corticales como el giro del cíngulo. Luego por medio del lóbulo límbico se propagará la información hasta el giro parahipocampal para volver a entrar al hipocampo e iniciar nuevamente el circuito (Figura 2). También se enlazan conexiones desde el giro del cíngulo hacia otras regiones corticales como la corteza prefrontal que determina la toma de decisiones, la personalidad y el razonamiento9. Las afectaciones de este sistema se han relacionado con graves desórdenes de conducta como la depresión o el desorden bipolar9,51.
Fuente: Adaptado de Purves D, Augustine GJ, Fitzpatrick D, Hall WC, Lamantia A-S, Mcnamara JO, et al. Neurociencia. Tercera ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2008. 617-623 p. 9.
Se ha visto en niños cambios en la conducta relacionados a las emociones y comportamientos mediados por el sistema límbico, de los que destacan: un menor entendimiento emocional, definido como la habilidad de predecir y explicar las emociones propias y de otros52; depresión y conductas suicidas, así como perturbaciones del sueño característico del uso de pantallas por uso extendido53; y la adicción con sus componentes negativos acompañantes, como una pobre función cognitiva, una disfunción en la toma de decisiones, comportamientos impulsivos repetitivos, además de pensamientos negativos recurrentes53.
Por lo tanto, sí parece existir una relación entre los hallazgos radiológicos en sujetos con desórdenes de dependencia a pantallas47 y las conductas adoptadas por los individuos después de haber sido expuestos52,53. Sin embargo, aún no está clara la etiología neurológica de las conductas, siendo así, un campo de investigación que le queda bastante por explorar y descubrir en futuros estudios47.
Problemas de atención asociados al sistema de recompensa
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un síndrome caracterizado por falta de atención, impulsividad e hiperactividad, las cuales son conductas propias de la infancia cuando ocurren con poca frecuencia o en una baja intensidad, pero cobran relevancia cuando sus síntomas son graves, produciendo un deterioro significativo en múltiples ámbitos, principalmente en el hogar y en el rendimiento académico54. Se cree que la actividad conductual asociada a las neuronas dopaminérgicas de los sistemas mesolímbico y mesocortical dopaminérgicos (encargados de remodelar las conexiones neuronales aumentando la probabilidad de que las conductas reforzadas se repitan posteriormente) está alterada, produciendo una respuesta insuficiente, por lo que el tiempo disponible para asociar la conducta con sus consecuencias será más corto en el TDAH que en los niños sin esta condición, estas alteraciones restringirán los estímulos que controlan su comportamiento, explicando algunos de los problemas de atención observados en la enfermedad55.
Se estima que el componente genético del TDAH es del 77%, no obstante, se conoce que la evolución de la enfermedad no depende únicamente de este componente56, sino de la interacción entre las predisposiciones individuales y los factores ambientales. Por lo tanto, los síntomas de la enfermedad pueden variar debido a la influencia de múltiples factores que inciden en su desarrollo55. Es por este motivo que, dependiendo de las funciones alteradas, es fundamental que el niño se encuentre en un ambiente social óptimo y con estilos de crianza adaptados a sus necesidades57.
Sagvolden et al. sugieren que una sobre estimulación de las neuronas dopaminérgicas del sistema mesolímbico en etapas tempranas del desarrollo del TDAH podría generar posteriormente una actividad disminuida de este sistema55, y esto podría ocurrir con las experiencias tempranas a medios electrónicos excitantes, como factores negativos en el desarrollo del TDAH; por ejemplo, se cuestiona si el ruido constante producto de la televisión puede afectar el "discurso interior" de los niños, proceso por el cual se aprende a desarrollar planes y evita actuar impulsivamente, siendo un síntoma característico de la enfermedad de TDAH58.
Desde la década de 1990, se ha informado por parte de los maestros de niños pequeños, un deterioro notable en la resolución autónoma de problemas, así como un aumento en problemas para mantener la atención58. Esto ocurre en una época en donde los medios electrónicos son uno de los factores ambientales más presentes durante su desarrollo. Debido al paso por períodos críticos importantes en su neurodesarrollo, algunos dependientes en gran medida de la experiencia, se esperaría encontrar consecuencias cognitivas adversas, como la falta de atención a causa del consumo excesivo de televisión59, razón por la cual, ha sido de especial interés el abordaje de los posibles efectos de la exposición a estos desde edades tempranas.
Christakis et al. informaron que el consumo diario de televisión a la edad de 1 y 3 años estaba asociado a problemas de atención a la edad de 7 años60. Un estudio similar informó del efecto adverso de la exposición diaria a la televisión a la edad de 18 meses, asociado con la hiperactividad a la edad de 30 meses61(ver tabla 1). Estos efectos están relacionados con el contenido que se consume, siendo posible que ciertos tipos de programas de televisión y videojuegos estén más asociados a problemas de atención debido al ritmo y/o al contenido violento que exponen62. Los contenidos de ritmo rápido exigen pocos niveles atención, la cual pasa a un modo de escaneo que puede condicionar al niño a buscar niveles de excitación más altos, dificultando la realización de actividades que exigen una atención prolongada como las tareas escolares53, teniendo consecuencias deletéreas, puesto que se han demostrado asociaciones entre un mayor tiempo dedicado a actividades cognitivamente estimulantes y puntuaciones más bajas de los síntomas del TDAH63.
Zivan et al. identificaron patrones de EEG previamente relacionados a dificultades de atención en niños en un grupo expuesto a narración de historias en pantalla en comparación con narración a cargo de un locutor humano. Estudios previos han mostrado una asociación entre el TDAH y la disminución de los niveles de dopamina, se cree que esta disminución se refleja en un aumento de la actividad de las ondas lentas theta, un patrón que se ha encontrado previamente relacionado con los déficits de atención64.
Por último, se debe tener en cuenta que actividades como ver televisión son altamente reforzantes para los niños, ya que requieren mínimos esfuerzos de procesamiento, por esta razón, se debe considerar la posibilidad de que los niños con problemas de atención pasen más tiempo viendo la televisión debido a sus dificultades de comportamiento, puesto que los niños con TDAH son más receptivos al refuerzo continuo y tienden a gravitar hacia este tipo de estimulación59.
Conclusiones
La exposición temprana excesiva a la pantalla se ha convertido en un factor ambiental importante para el bienestar neuropsicológico de los niños. La infancia y la primera infancia como población fueron de interés debido a que circundan los mencionados períodos críticos, en los cuales sus sistemas neurológicos están en desarrollo, siendo afectados por las acciones o labores que ejerce el niño en su vida cotidiana como hábitos de sueño e interacción con otros.
El consumo de contenido mediante dispositivos electrónicos antes de los 2 años está asociado con problemas en el desarrollo conductual, social y del lenguaje; aunque es posible que las afectaciones en la atención y sociabilidad sean menos deletéreas si la exposición ocurre después de los 3 años. Debido a la ubicuidad de las pantallas, se sugieren esfuerzos preventivos tempranos y un seguimiento de las recomendaciones pactadas por las asociaciones pediátricas para establecer límites coherentes sobre el tiempo y contenido que consumen los niños de acuerdo con su edad.
Al ser un área de investigación en desarrollo que ha tomado fuerza por un mayor uso de dispositivos electrónicos durante el pasado confinamiento causado por la enfermedad COVID-19, siguen sin estar claros algunos mecanismos por los cuales se ve afectado el desarrollo de los niños tras la exposición a pantallas. Por lo tanto, es necesario profundizar en la investigación para establecer nexos causales entre cambios fisiológicos, anatómicos y bioquímicos con los efectos deletéreos que se han encontrado en las investigaciones existentes.