Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe de 2020 revela que las principales causas de muerte en la población son las cardiopatías, demencias y diabetes1. Teniendo en cuenta lo anterior, subrayan la necesidad de prestar una mayor atención en el ámbito mundial a la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes y las neumopatías crónicas, así como reducir los traumatismos en todas las regiones del mundo, tal como se establece en la agenda para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas1. Acorde con el más reciente informe de "The Lancet" en 20202 sobre la carga global de enfermedad, los factores que más contribuyeron al su incremento fueron las enfermedades crónicas en la población adulta mayor, en particular la enfermedad isquémica del corazón, diabetes, isquemias cerebrales, enfermedad renal crónica y cáncer de pulmón. Además, en los últimos 30 años, se reportó un incremento de la carga de enfermedad del 58,5 % para VIH/SIDA y del 24,4 % para diabetes.
En el caso colombiano, el informe de indicadores básicos en salud de 20213 reportó que, en la cohorte de 45 a 64 años de edad, las enfermedades isquémicas del corazón y las enfermedades cerebrovasculares ocupan el primer y tercer logar de mortalidad, con un 16,06 % y un 5,41 % respectivamente; mientras que, en la cohorte de 64 años y más, en orden consecutivo, las primeras causas de mortalidad son las enfermedades isquémicas del corazón con un 21,4 %, enfermedades respiratorias crónicas con un 9,76 %, las cerebrovasculares con un 7,22 % y las hipertensivas con un 4,9 %. Como respuesta a la mortalidad por enfermedades crónicas, el gobierno de Colombia estableció en su informe de indicadores SINERGIA una tasa de 230 muertes prematuras por cada 100 000 personas entre 30 y 70 años e hizo un llamado al fortalecimiento de las rutas integrales de atención en salud y el fortalecimiento de los estilos de vida saludable4.
La enfermedad crónica trae consigo impactos colaterales que no solo afectan a quien la padece sino también a su núcleo familiar cercano, en particular, los cuidadores familiares. Debido a las demandas de cuidado a largo plazo que tienen las personas con enfermedades crónicas y el desarrollo de dicho cuidado bajo el dominio familiar ante la falta de un sistema nacional de cuidados, los cuidadores familiares son con frecuencia mujeres, con bajos ingresos económicos, con bajo apoyo familiar y social y sin la preparación suficiente para desarrollar su rol5.
Durante los periodos de aislamiento preventivo obligatorio en el marco de la pandemia por COVID-19, los cuidadores familiares fueron un recurso importante para la provisión de cuidados directos y seguimiento en el hogar para las personas con enfermedad crónica. En algunos casos, estos cuidados fueron provistos en condiciones precarias y sin acceso a apoyo social, lo que determinó una reducción en los niveles de bienestar mental y un aumento en la percepción de sobrecarga6. El impacto se derivó de la percepción de vulnerabilidad ante el virus y de la inseguridad en la provisión de cuidados por parte del cuidador; la carga por el exceso de actividades que desarrollar, tales como el mantenimiento del hogar y los cuidados directos; la falta de acceso directo al sistema y con ello, la limitada interacción con los profesionales de salud7.
A nivel general los cuidadores son vistos por los profesionales de salud como un agente para proveer cuidados, pero no para recibirlos. El hecho de desconocer al cuidador familiar (CF) como un sujeto de cuidado hace que no se tengan en cuenta sus necesidades y que no se encuentren preparados para asumir su nuevo rol, por lo que puede presentarse insuficiencia del rol o una transición no saludable8, a la par que imposibilita que se tengan buenas estrategias de afrontamiento9. Frente a estas últimas, se ha encontrado que aquellas basadas en la emoción no facilitan la labor de cuidado y ponen en riesgo la salud mental de los cuidadores10. En el marco del desconocimiento de la dimensión global del rol del cuidador, se da un fenómeno particular de esta población conocida como el síndrome del cuidador, una condición que no se tipifica como patológica, pero que desencadena resultados adversos en la salud de los cuidadores, que se caracteriza por una fatiga crónica, deterioro de la calidad de vida y de la salud mental11.
Lo anterior puede generar ansiedad, entendida como un estado de agitación, inquietud y zozobra del ánimo que, en el caso del cuidador, tiende a presentarse en las etapas iniciales y en cada crisis de la enfermedad del receptor de cuidado. Altos niveles de ansiedad pueden estar asociados con la aparición de depresión, que es un trastorno mental frecuente que tiene consecuencias catastróficas de acuerdo con el nivel de gravedad12. Asimismo, la soledad es una experiencia personal y subjetiva que contrasta con la condición de aislamiento físico; surge como una respuesta ante la falta de una relación particular, lo que implica un desequilibrio en el nivel deseado y logrado de interacción socioafectiva13. Las consecuencias de la soledad pueden afrontarse de manera negativa o positiva dependiendo del grado de control que el sujeto ejerce sobre el déficit relaciona!13.
La literatura ha abordado la ansiedad en los cuidadores que cuidan personas especialmente con demencia o con personas mayores. Así, investigaciones han encontrado prevalencias del 42,6 °%14, que por lo general se analizan por separado de otras variables influyentes. De igual forma, la soledad ha sido poco estudiada, aunque se cree que está asociada al hecho de ser mujer, soltera y con nivel educativo bajo15. Por otra parte, se estima que uno de cada tres cuidadores sufre de depresión y en muchos casos esta se encuentra infradiagnosticada debido a la falta de atención a estas personas16. Cabe resaltar que hay componentes actitudinales de los CF que se encuentran relacionados con estas tres variables, como lo son el estado cognitivo positivo que implica que los cuidadores puedan reconocer los efectos positivos del cuidado17 o la existencia de conductas disruptivas (ej. agresividad o maltrato) que están relacionadas con la aparición de enfermedades en los cuidadores18, por lo que si se intervienen se estaría favoreciendo la salud emocional y física de los CF.
Considerando lo anterior, el objetivo de este trabajo es describir y correlacionar las variables de adopción del rol del cuidador, depresión, ansiedad y soledad en cuidadores familiares de personas con enfermedad crónica en la provincia Guanentina, en San Gil (Santander, Colombia), durante el año 2021. Dado que la adopción del rol como variable es una construcción conceptual reciente, las hipótesis de este estudio son exploratorias, es decir, se quiere determinar si la adopción del rol puede funcionar como variable dependiente o independiente; dado que, una de las hipótesis de este estudio es que entre mejor sea el desempeño del rol, menores niveles autorreportados de ansiedad, depresión y soledad tendrá el cuidador; mientras que, por otra parte, se cree que un cuidador con percepción de soledad y autorreporte de ansiedad, depresión y soledad, podría tener un desempeño insatisfactorio de su rol.
Materiales y métodos
Diseño
El presente es un estudio descriptivo, analítico de corte transversal que se condujo de abril a agosto de 2021 en el municipio de San Gil del departamento Santander (Colombia).
Muestra
Se realizó un muestreo de tipo intencional en el que se incluyeron cuidadores familiares de personas en situación de dependencia que fueron atendidos en el Municipio de San Gil a través de los servicios integrales de atención a la persona con discapacidad de la administración municipal. Para el estudio, se hizo un cálculo del tamaño de la muestra considerando un análisis de regresión lineal con un alfa de 0,05, poder del 90 % y tamaño de efecto de 0,3, lo que determinó la necesidad de 112 cuidadores. Asimismo, se reclutó un total de 115 cuidadores familiares que cumplieron con los criterios de tener 18 años o más, estatus mental intacto determinado por la prueba Pfeiffer y ser el cuidador familiar principal.
Medidas
Para caracterizar la muestra se utilizó la encuesta de caracterización de la diada19, que se trata de un instrumento que indaga acerca de las variables demográficas, de dedicación al cuidado y de autovaloración de la carga. La escala cuenta con ítems para la valoración de aspectos del paciente y del cuidador que son relevantes en las respuestas de estos ante la experiencia de cronicidad. Esta encuesta cuenta con adecuada validez de contenido para el contexto colombiano, valorada a partir de aceptables índices de acuerdo entre jueces evaluadores para la importancia, claridad y suficiencia de los ítems.
La adopción del rol se midió con el instrumento Adopción del rol de cuidador familiar del paciente crónico (ROL, por su acrónimo en español)19-20. Este instrumento fue diseñado para cuidadores familiares de personas con enfermedad crónica en el contexto colombiano y cuenta con una estructura de tres factores: respuestas ante el rol, organización del rol y labores del rol. El instrumento mide el proceso de transición del rol del cuidador y su estructura factorial se determinó a partir de rotaciones ortogonales. El alfa de Cronbach de ROL es superior a 0,8 para la escala global y sus dimensiones. Para su interpretación, se establece que a mayor puntaje mayor es el nivel de adopción del rol. Puntajes entre 22 y 60 determinan una adopción insuficiente, mientras que de 61 a 77 una adopción básica y de 78 o más una adopción satisfactoria.
La autopercepción de soledad fue medida con la escala UCLA21. Este es un instrumento de 10 ítems que cuenta con una estructura unidimensional que explicó el 71,6 % de la varianza en una rotación varimax. En cuanto a la consistencia interna, la escala cuenta con un alfa de Cronbach de 0,94. El UCLA tiene rangos de clasificación que indican ausencia de soledad cuando hay menos de 20 puntos, soledad moderada entre 20 y 30 puntos y soledad severa con 31 puntos o más. En su versión original, su interpretación indica que a mayor puntaje menor es la soledad; no obstante, por interpretabilidad, para este estudio, las puntuaciones fueron invertidas.
Finalmente, los síntomas depresivos y ansiosos fueron objetivados con la escala HADS22, la cual cuenta con 14 ítems, 7 para ansiedad y 7 para depresión, con una escala Likert de 0 a 3 puntos y un total de 21 puntos en cada dimensión. La escala ha sido ampliamente utilizada en entornos tanto comunitarios como no psiquiátricos y ha exhibido rangos de sensibilidad de entre 0,74 y 0,84, además de una especificidad de entre 0,78 y 0,8. Su estructura de dos factores está comprobada mediante una rotación varimax con una varianza explicada del 42,5 %, además, cuenta con un alfa de Cronbach global de 0,83. Para su interpretación, se considera que a mayor puntaje mayor es el nivel de ansiedad o depresión, siendo normal de 0 a 7 puntos, dudoso de 8 a 10 puntos y problema clínico con 11 o más puntos.
Análisis de datos
Las variables de caracterización y los rangos de niveles de las variables fueron analizados a partir de conteos y proporciones. Además, las variables centrales del estudio fueron tratadas con media, desviación estándar, mínimo, máximo e intervalos de confianza del 95 %. Las correlaciones fueron calculadas con coeficiente de Pearson previo requisito de ajuste a modelo normal. Se construyeron tres modelos de regresión lineal múltiple. Para todas las pruebas inferenciales, se consideraron valores significativos conp < 0,05.
Dadas las hipótesis exploratorias del estudio, los tres modelos se construyeron con las variables de adopción del rol, ansiedad, depresión y soledad. El modelo uno tuvo como variable dependiente la adopción del rol, para el modelo dos la depresión y para el modelo tres la ansiedad. Como medida de bondad de ajuste de los modelos se consideró el coeficiente de determinación o R cuadrado que ilustró la varianza explicada por cada uno de los modelos. Se realizaron diagnósticos de colinealidad, admitiendo los tres modelos planteados ya que ninguno tuvo un factor de inflación de varianza superior a 1,5 y tampoco un test de Durbin Watson inferior a 1,8.
Resultados
Características de las personas en situación de dependencia
La Tabla 1 contiene las características de las personas en situación de dependencia. En esta, se observa que un 55,7 % de los pacientes son de sexo masculino, con promedio de 51,16 años. El 43 % reportó enfermedades cardiovasculares con tiempo de diagnóstico de 224,24 meses en promedio, una baja dependencia en el 73 % y estatus mental intacto en el 75,7 %. Por su parte, se evidenció que el 69,6 % tiene un cuidador único y en el 49,5 % se percibe como carga alta o muy alta para su cuidador.
Categoría | Recuento | Proporción | |
---|---|---|---|
Sexo | Femenino | 51 | 44,3 % |
Masculino | 64 | 55,7 % | |
Edad | Media (desviación estándar) | 51,16 (23,5) | |
¿Cuántas enfermedades tiene el paciente? | 1 | 86 | 74,8 % |
2 o más | 29 | 25,2 % | |
Tipo de enfermedad | Enfermedades cardiovasculares | 49 | 43 % |
Enfermedades congénitas | 11 | 10 % | |
Enfermedades mentales | 27 | 23 % | |
Enfermedades respiratorias | 6 | 5 % | |
Enfermedades neurodegenerativas | 9 | 8 % | |
Otras | 13 | 11 % | |
Meses con el diagnóstico | Media (desviación estándar) | 224,24 (192,5) | |
PULSES | 6 a 8 | 84 | 73,0 % |
9 a 11 | 21 | 18,3 % | |
12 a 24 | 10 | 8,7 % | |
Pfeiffer | Tres a cuatro errores | 20 | 17,4 % |
Cinco a siete errores | 7 | 6,1 % | |
Ocho a diez errores | 1 | 0,9 % | |
Cero a dos errores | 87 | 75,7 % | |
¿Tiene un único cuidador? | Sí | 80 | 69,6 % |
No | 35 | 30,4 % | |
¿Cómo se percibe usted en relación con su cuidador? | Una carga muy alta | 12 | 10,4 % |
Una carga alta | 45 | 39,1 % | |
Una carga moderada | 39 | 33,9 % | |
Una carga baja | 19 | 16,5 % |
Nota. Fuente: Datos de estudio, 2021.
Características de los cuidadores familiares
La Tabla 2 presenta las características de los cuidadores participantes del estudio. En ella se destaca que el 81,7 % de los cuidadores son de sexo femenino, con edad promedio de 49 años, casadas en un 34,8 %, con grado máximo de escolaridad primaria o secundaria en un 75,6 %, de ocupación hogar en un 58,3 % y de estrato socioeconómico tres en un 52,2 %. Asimismo, el 32,2 % de los cuidadores se autorreportan enfermos, siendo las enfermedades cardiovasculares las más prevalentes con un 22 %. De igual manera, el 80,9 % cuida a la persona desde el momento de su diagnóstico, en su mayoría son hijos de la persona receptora de cuidados (40,9 %) y cuidan a la persona en promedio 13,3 horas al día.
Categoría | Recuento | Proporción | |
---|---|---|---|
Sexo | Femenino | 94 | 81,7 % |
Masculino | 21 | 18,3 % | |
Edad | Media (desviación estándar) | 49 (14,4) | |
Estado civil del cuidador | Casado(a) | 40 | 34,8 % |
Separado(a) | 15 | 13,0 % | |
Soltero(a) | 27 | 23,5 % | |
Unión libre | 27 | 23,5 % | |
Viudo(a) | 6 | 5,2 % | |
Grado máximo de escolaridad del cuidador | Ninguno | 8 | 7,0 % |
Primaria | 48 | 41,6 % | |
Secundaria | 39 | 33,9 % | |
Técnica o superior | 20 | 17,4 % | |
Ocupación del cuidador | Hogar | 67 | 58,3 % |
Empleado(a) | 24 | 20,9 % | |
Otro | 24 | 20,9 % | |
Estrato socioeconómico del cuidador | 3 | 60 | 52,2 % |
2 | 37 | 32,2 % | |
1 | 15 | 13,0 % | |
4 | 3 | 2,6 % | |
¿El cuidador tiene alguna enfermedad? | No | 78 | 67,8 % |
Sí | 37 | 32,2 % | |
¿Cuántas enfermedades tiene el cuidador? | 0 | 78 | 67,8 % |
1 | 21 | 22,6 % | |
2 o más | 11 | 9,6 % | |
¿Cuáles de las siguientes enfermedades tiene el Cuidador? | Enfermedades cardiovasculares | 27 | 23,5 % |
Enfermedades metabólicas | 6 | 5,2 % | |
Otras | 4 | 3,5 % | |
Ninguna | 78 | 67,8 % | |
¿Usted cuida a su familiar desde el momento de su diagnóstico? | No | 22 | 19,1 % |
Sí | 93 | 80,9 % | |
Parentesco con la persona que cuida | Esposo(a) | 12 | 10,4 % |
Hijo(a) | 30 | 26,1 % | |
Otro | 26 | 22,6 % | |
Padre/Madre | 47 | 40,9 % | |
Número de horas de cuidado diario | Media (desviación estándar) | 13, (8,4) | |
¿Cómo percibe la calidad de la relación con su familiar? | Muy buena | 67 | 58,3 % |
Buena | 45 | 39,1 % | |
Regular | 3 | 2,6 % |
Nota. Fuente: Datos de estudio, 2021.
Descripción de las variables de estudio
La Tabla 3 contiene la descripción de las variables de interés en este estudio. Se destaca que la adopción del rol del cuidador tiene niveles altos y, además, que la depresión, ansiedad y soledad presentan niveles bajos.
Variable | Mínimo | Máximo | Media | Desviación estándar | IC 95 % |
---|---|---|---|---|---|
Respuestas ante el rol | 23 | 35 | 32,58 | 3,00 | 32,03-33,14 |
Organización del rol | 22 | 40 | 35,07 | 3,47 | 34,43-35,71 |
Labores del rol | 22 | 35 | 34,14 | 2,05 | 33,76-34,52 |
Adopción del rol | 79 | 110 | 101,79 | 6,63 | 100,57-103,02 |
Ansiedad | 0 | 13 | 4,94 | 2,81 | 4,42-5,46 |
Depresión | 0 | 11 | 3,02 | 2,38 | 2,58-3,46 |
Soledad | 10 | 20 | 10,98 | 1,96 | 10,62-11,35 |
Nota. Fuente: Datos de estudio, 2021.
En cuanto a los niveles de adopción del rol del cuidador, se destaca que el 100 % de los cuidadores se encontraban en niveles satisfactorios. Los síntomas ansiosos se registraron en niveles dudosos en un 13,9 % y como problema clínico en un 4,4 %; mientras que, los síntomas depresivos fueron dudosos en un 3,5 % y como problema clínico en un 0,8 %. Finalmente, no se registró autopercepción de soledad en el 99,1 % de los participantes.
Relaciones entre variables
La Tabla 4 presenta las correlaciones entre las variables de interés en esta investigación. Se registraron correlaciones directas (entre débiles y moderadas) entre la ansiedad, depresión y soledad. Por su parte, se hallaron correlaciones inversas (entre moderadas y débiles) entre la adopción del rol del cuidador con la ansiedad, soledad y depresión. Se observaron, además, correlaciones directas entre la edad del paciente y el número de meses con el diagnóstico con el número de horas de cuidado al día.
Variable | Adopción del rol | Ansiedad | Depresión | Soledad | Edad del paciente | Meses con el diagnóstico | Nro. de horas de cuidado/día | Edad del cuidador |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Adopción del rol | 1 | -0,354** | -0,370** | -0,263** | 0,229* | -0,132 | 0,297** | -0,034 |
Ansiedad | 1 | 0,513** | 0,343** | 0,105 | -0,018 | -0,025 | 0,095 | |
Depresión | 1 | 0,283** | 0,067 | -0,176 | 0,191* | 0,043 | ||
Total soledad | 1 | 0,170 | 0,052 | -0,004 | -0,126 | |||
Edad del paciente | 1 | -0,062 | 0,411** | -0,064 | ||||
Meses con el diagnóstico | 1 | 0,541** | 0,331** | |||||
Número de horas de cuidado/día | 1 | 0,291** | ||||||
Edad del cuidador | 1 |
Nota. Fuente: Datos de estudio, 2021.
* p <0,05 ** p <0,01.
La Tabla 5 presenta tres modelos de regresión lineal múltiple que se construyeron con las variables de estudio. Con varianzas explicadas entre 34 y 39 %, los tres modelos de regresión revelaron el carácter predictor de la ansiedad y depresión sobre la adopción del rol, de la ansiedad y adopción del rol sobre la depresión, y de la soledad y depresión sobre la ansiedad.
Nota. Fuente: Datos de estudio, 2021. * P<0.05
Discusión
Las cuidadoras familiares de personas con enfermedad crónica de San Gil son mujeres que se encuentran en edad productiva; en su mayoría son casadas, en unión libre o solteras; tienen nivel educativo de al menos de 5 a 11 años; se dedican al hogar, están en un nivel socioeconómico medio bajo o bajo y no suelen tener reconocimiento económico por su labor. Así mismo, no reportaron, en su mayoría, tener enfermedades, pero quienes las tenían eran de origen cardiovascular o metabólica. Este es un perfil que deja en desventaja a las mujeres de esta región por tener que atender la dependencia con los pocos recursos que tienen y la imposibilidad de aportar económicamente a su familia y al país. Estas personas dirigen su cuidado a personas que generalmente se reconocen como una carga para el cuidador, tienen en promedio 6 años más que ellas, particularmente hombres, con al menos una enfermedad crónica de origen cardiovascular o mental, con tiempo de cuidado de 18 años, funcionales físicamente y con un único cuidador. Estos hallazgos coinciden con otros estudios en los que el perfil de cuidador predomina en las mujeres y las diadas son más comunes de encontrar en los análisis correlacionales de la salud entre los dos sujetos23-24. Esta tendencia demuestra la necesidad de abordar a la diada y entender que sus características sociodemográficas influyen en la salud, morbilidad y efectos del cuidado en variables físicas, psicológicas y emocionales17.
Una de las variables abordadas fue la adopción del rol del cuidador, que es reciente en la literatura pero que se puede relacionar con la forma en la que los cuidadores ejecutan actividades del cuidado, armonizan su rol con otros y emergen significados en el tiempo que llevan cuidando. En la muestra de este estudio, se encontraron niveles adecuados de adopción del rol del cuidador, que en su mayoría cuida desde el diagnóstico y lleva 18 años cuidando. De forma directa, el rol de ser cuidador se adopta a medida que se lleva cuidando; sin embargo, no se puede entender esta variable de manera aislada, por lo que se quiso identificar las correlaciones con la ansiedad, la depresión y la soledad para identificar si ese nivel satisfactorio de adopción del rol puede estar influenciado por otras variables relacionadas con comportamientos y situaciones del contexto social.
La ansiedad surge de muchas responsabilidades de cuidado y agotamiento, pero también de pobres recursos de afrontamiento. Esta, a su vez, está relacionada con la depresión al mantenerse en el tiempo y generar efectos de largo plazo10. Así, los cuidadores que se centran en estrategias de afrontamiento basadas en la emoción pueden dificultar la adopción de su rol y por lo tanto incidir en el nivel de ansiedad10. En nuestro estudio, se encontró una relación inversa de moderada a débil entre la adopción del rol con la ansiedad, lo cual indica que explicarles a los cuidadores cómo tomar decisiones en cuanto a las actividades del cuidador, la forma de organizar su rol y ayudarles a encontrar significado puede contribuir a las estrategias de afrontamiento y por ende disminuir la ansiedad. No obstante, se requieren otros estudios que correlacionen estas dos variables para confirmar estos hallazgos preliminares.
Los resultados permiten plantear que a mejor adopción del rol del cuidador menor probabilidad de presentar depresión, ansiedad y soledad. Esto coincide con lo planteado por Petruzzo et al.24, quienes concluyeron que la preparación del cuidado influye en la depresión del cuidador, en su calidad física y mental, mientras que la depresión interfiere en la preparación del cuidado y la calidad de vida. Sin duda, estar deprimido y ansioso no permite entender lo que se hace como cuidador y se pierde sentido del rol, lo que en algunos casos hace que se decline de la labor o se perciba solo lo negativo de la experiencia.
En nuestra investigación, se encontraron niveles de ansiedad y depresión bajos (18,3 y 4,3 % respectivamente), lo cual podría entenderse como de bajo impacto en la salud de las cuidadoras. Sin embargo, no se podría decir que es positivo, porque por otro lado se encontró correlación directa entre la edad del paciente, los meses de diagnóstico y el número de horas al día de cuidado. Esta es una alarma para este grupo de cuidadoras, puesto que en cuidadoras de personas con insuficiencia cardiaca en edades productivas se encontró impacto en el número de horas de cuidado en relación con depresión y ansiedad23. Así mismo, en tiempos de COVID-19, se estimaron tasas de incidencia en ansiedad del 32 % en cuidadores de personas con demencia, lo cual podría ser el valor máximo esperado en el tiempo en que se recolectó la muestra14.
El tiempo de cuidado en meses y horas al día son variables que están presentes en las investigaciones con cuidadores y especialmente se reconocen como indicadores de sobrecarga del cuidador. En este sentido, Hou et al.23 reconocen esto y lo relacionan con la aparición de depresión y ansiedad en cuidadores de personas con ictus, resaltando que frente a la ansiedad está precedida por los gastos médicos y en el caso de mayor depresión por el sexo del cuidador; asimismo, se da mayor depresión y ansiedad cuando se cuida durante más de 8 horas.
La soledad en los cuidadores no es un fenómeno que por la pandemia por COVID-19 haya tomado relevancia, es una situación que junto con el aislamiento ha tenido que sobrellevarse desde el inicio de su rol como cuidadores y en ocasiones llega a afectar su autocuidado y autoestima al punto que sentirse solo es el efecto negativo del cuidado e impide emprender nuevos roles al tiempo. Al respecto, nuestro estudio reportó valores muy bajos para la presencia de soledad (0,9 %), lo cual discrepa de los resultados de Victor et al.25, que encontraron prevalencia del 43,7 % de soledad moderada y 17,7 % de soledad severa, o de Huertas et al.26, en el que hubo una prevalencia de hasta el 30 %. La percepción de soledad en los cuidadores se da en especial por la baja calidad de las relaciones con otros familiares y amigos; sin embargo, la percepción de soledad para esta muestra de cuidadores pudo ser menor, debido a que durante la emergencia por COVID-19 el gobierno local llegó con apoyos a los lugares y personas más aisladas. En el estudio antes citado de Victor et al.,25 realizado en Canadá, se aprecian datos similares entre los que se sintieron afectados en muchas dimensiones frente a los que se les mantuvo el nivel de afectación, esto puede deberse a un fenómeno en donde el cuidado surge como algo importante y valioso para la supervivencia, pero que cuando pase la crisis por COVID-19 va a volver a ser invisible, poco importante y sin aporte económico a los países.
Del mismo modo, se ha encontrado que la soledad es una variable de resultado de una cascada de sucesos que parten desde la percepción de familismo u obligación cultural a asumir el cuidado, en especial en hijas y esposas. Al respecto, Huertas et al.26, pudieron identificar que estadísticamente no hay diferencias entre ser hija(o) o esposa(o) en cuanto a la percepción de soledad. No obstante, según estos autores, ser hija(o) permitió tener un rol alterno como el trabajo, lo que disminuyó la percepción de soledad26, por lo que puede ser un factor protector del que se puede indagar con más profundidad. En nuestro estudio, predominó el parentesco de padre/madre en el cuidador, lo cual puede haber influido en que se tuviera baja presencia de soledad.
La relación inversa entre la adopción del rol del cuidador y la soledad demuestra que la relación satisfactoria con otros le permite al cuidador aprender de otros sobre la forma en que ejecutan el cuidado, toman decisiones, delegan el cuidado, aprenden claves para cuidar y ven las ventajas de ser cuidador. Quizás esta variable es la más significativa en relación con la percepción de soledad porque se construye en interacción con otros, ser cuidador no es solo realizar actividades instrumentales, sino aprender cada día en el ejercicio de su rol. El tiempo también influye en la mejor adopción del rol de cuidador y por lo tanto en la percepción de soledad, de hecho, se ha encontrado que a mayor tiempo de cuidado menor tiempo hay para relacionarse con otros y esto afecta también la ansiedad24, de ahí que se haya encontrado en este estudio la ansiedad como un predictor de la soledad y la depresión.
Es importante llamar la atención de estos resultados en tiempos de COVID-19. En Colombia, solo a partir de la vacunación que inició en abril de 2021 se empezó a dar apertura a nivel nacional dando cumplimiento a los lineamientos, orientaciones y protocolos para enfrentar la pandemia orientando a la población en cuanto a acciones y cuidados requeridos en familias y personas cuidadoras de personas con discapacidad, tales como normas de bioseguridad, manejo de la salud mental y vacunación27. Este último aspecto de vacunación resulta trascendental, pues a la fecha en Santander se está reportando una cobertura de vacunación contra el COVID-19 del 94 °%28. Esto indica que para el periodo de recolección de información en esta investigación pudo haberse superado el mayor riesgo frente a complicaciones por COVID-19, lo que pudo generar una baja percepción de soledad. No obstante, cabe aclarar que el aislamiento (en este caso preventivo) y la soledad no están directamente asociados, porque el aislamiento social es la separación física objetiva de otras personas, mientras que la soledad es la percepción subjetiva de estar aislado o solo29.
Entre las limitaciones del estudio se encuentra el muestreo intencional planteado para este estudio, el cual es un grupo de cuidadores de personas con enfermedad crónica en donde prevalecieron solo las cardiovasculares y mentales. Se desconoce para este reporte la situación en otras condiciones crónicas. Los resultados con bajos niveles de ansiedad, depresión y soledad y correlaciones débiles apenas dan cuenta de hallazgos parciales que impiden confirmar hipótesis o formular algunas otras con fuerza teórica entre todas las variables, solo se pueden hacer para el análisis una por una. Asimismo, aunque se empieza a reconocer la existencia de hombres cuidadores, en esta muestra predominó el género femenino, por lo que sigue siendo un resultado sesgado en cuanto al sexo del cuidador.
Conclusiones
Las cuidadoras de este estudio tienen un perfil similar al del contexto colombiano y de otros contextos internacionales. Se relacionaron los niveles altos de ansiedad con altos niveles de depresión y así mismo de soledad. Asimismo, se llegó a la conclusión de que los niveles satisfactorios de adopción del rol del cuidador se relacionaron con bajos niveles de ansiedad, depresión y soledad. Todas las variables tuvieron un carácter predictor de la otra, lo cual valida teóricamente las hipótesis del constructo de adopción del rol del cuidador de la persona con enfermedad crónica, que es una construcción colombiana como teoría de situación específica.