Introducción
Las actividades de los seres humanos, como la agricultura, los procesos de urbanización, la silvicultura e incluso el ecoturismo, han afectado los ecosistemas marinos y terrestres (Brenner 2010; Cardillo et ál. 2006; Gössling 1999; Imhoff et ál. 2004; McDonald, Kareiva y Forman 2008; Mittermeier et ál. 2003; Mora y Sale 2011). Por eso, la protección de las áreas naturales es una tarea indispensable para garantizar la prestación de servicios ecosistémicos a las generaciones presentes y futuras, más aún si se tiene en cuenta que los lugares protegidos tan solo cubren el 12% del planeta (Chape et ál. 2005).
Adicionalmente, el sector turístico y de recreación es un “usuario” muy significativo y además creciente de las áreas protegidas (Diamantis 1999; Gallagher y Hammerschlag 2011; Pedersen 2002; Reinius y Fredman 2007). Sin embargo, también es un sector que aporta a la economía mundial, a las estrategias de conservación y mejora los ingresos de las comunidades locales (Driscoll et ál. 2011; Gössling 1999; Kiss 2004; Kwaw et ál. 2010; Liu et ál. 2012; Pimentel et ál. 1997; Stem et ál. 2003; Wunder 2000). No obstante, se ha evidenciado que la práctica no regulada ni controlada del ecoturismo afecta negativamente los espacios naturales (Herrera-Silveira et ál. 2010; Pickering 2010; Pickering et ál. 2010; Sims 2010).
Así mismo, el ecoturismo se ha convertido en una actividad económica en áreas protegidas que brinda oportunidades para que los visitantes experimenten manifestaciones de la naturaleza y de la cultura y aprendan la importancia de la conservación de la biodiversidad y las culturas locales (Drumm y Moore 2002). En este sentido, Drumm y Moore consideran al turista como un actor que tiene derechos, y uno de ellos es la posibilidad del disfrute de esas manifestaciones naturales, la belleza paisajística y de todos aquellos elementos naturales que se convierten en atractivos turísticos para el visitante.
En Colombia, el Estado ha propuesto diferentes estrategias para lograr la sustentabilidad del territorio, con el fin de hacer más perdurables los recursos naturales, especialmente las áreas protegidas (A.P) categoría II1. Es así como en 1977 se establece el Decreto 622 sobre los planes de manejo de los parques naturales -en adelante, PN-, donde se dan a conocer herramientas metodológicas que ayudan en la planificación de estos espacios. En este documento también se fundamenta la forma adecuada de realizar todos los procesos sociales, económicos, culturales y políticos, con el fin de proyectar escenarios sustentables, reducir incertidumbres y producir acciones que construyan viabilidad (Presidencia de la República 1977).
Para lograr la sustentabilidad ambiental del parque nacional natural -en adelante, PNN- Tayrona, el Sistema de Parques Nacionales Naturales2 propuso la figura jurídica de concesión, con el fin de optimizar los recursos públicos y promover la participación privada en la prestación de los servicios turísticos en el PNN (UAESPN 2004). De este modo, en el 2005 el Estado entregó en concesión la prestación de servicios turísticos del PN Tayrona a la Unión Temporal Tayrona, conformada por una alianza entre la Cámara de Comercio de Santa Marta, la empresa privada Unión Temporal Tayrona y la agencia de viajes Alnuva, instituciones que se encargarían de administrar, crear y diseñar las instalaciones turísticas, su mantenimiento y el manejo del parque por diez años. A pesar de que el espacio concesionado constituye una pequeña porción del PNN Tayrona, este grupo tiene el control de Cañaveral y Arrecifes, las dos zonas turísticas más relevantes, al igual que de las dos entradas al parque en Palangana y Zaíno.
Al mismo tiempo, se ha evidenciado (por observación3) que las comunidades que poseen propiedades y negocios turísticos en el PNN Tayrona tienen que recurrir a prácticas no deseadas;como ingresos ilegales de turistas4 que en ocasiones sobrepasan la “capacidad de carga” de algunas zonas del parque, pues la concesión tiene la posibilidad de vender las entradas al parque y deja fuera del negocio a la comunidad, situación que confirma Ojeda (2014, 20). La figura 1 puede ayudar a comprender la situación del PNN Tayrona.
Si continua la poca regulación del ecoturismo en el parque, así como el conflicto entre la concesión privada y los prestadores de servicios turísticos -en adelante, PST- nativos y el uso no adecuado del espacio, estarán en peligro los objetivos de manejo que se plantean para el PN, el mejoramiento en la calidad de vida de las comunidades nativas que se propone en la política de participación social en conservación (UAESPNN 2001), la generación de recursos financieros que ayuden a la preservación y conservación del PNN y la calidad en la prestación de los servicios ecoturísticos.
En esta investigación exploratoria se estimó la sustentabilidad de la concesión Unión Temporal Tayrona y de las actividades de los PST del PNN Tayrona, en el marco de las buenas prácticas ecoturísticas.
Descripción del área de estudio
El estudio se realizó en el PNN Tayrona, declarado Área Protegida, mediante resolución n.° 191 del 31 de agosto de 1964, por el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (1964), con el fin de preservar la flora, la fauna y las bellezas escénicas naturales, dicha resolución delimita este lugar, de la siguiente forma:
A partir de un punto que se localiza por el río Palomino a (3) kilómetros de distancia de la línea de las altas mareas, se sigue hacia el oeste por una línea paralela a la de las altas mareas hasta encontrar el río Piedras; luego se continúa por el río Piedras aguas arriba hasta encontrar el pico más alto de la Cuchilla de Palmira; de aquí se continúa por el divorcio de aguas que van por la vertiente norte y los ríos que corren por la vertiente sur-occidental de la Sierra Nevada hasta llegar al pico llamado Simón Bolívar, de aquí se continuará hasta el Pico Codazzi, desde donde se sigue por el río Palomino aguas arriba hasta el punto de partida. (1964, 2)
En definitiva, el parque comprende una extensión de 12.692,2 ha terrestres y 6.564,4 ha marinas (Sanchez et ál. 2006). Las vías de acceso son el camino terrestre hacía los sectores de Concha, Gayraca, Neguanje y Cinto, Cañaveral, Arrecifes, La Piscina, Cabo San Juan de Guía, Boca del Saco, Pueblito y Los Naranjos. El acceso por vía marítima se hace desde Santa Marta, El Rodadero o la población de Taganga. Por su parte, las costas arenosas están constituidas por 16.423 m de playas cubiertas por arenas sometidas a la acción continua del mar, en la parte oriental del parque son de granos gruesos, constituidas por aluviones ígneos. La figura 2 puede ayudar a ubicar el parque en el mapa colombiano.
En este contexto topográfico del PNN Tayrona visualizado en la figura 3, se puede apreciar la ubicación de los PST indicados en la tabla 1.
Materiales y métodos
Metodología
En este estudio exploratorio se aplicó el modelo estadístico Construcción de un índice sumatorio ponderado para respuestas múltiples y conteo de apariciones (Rodríguez 2008), adaptado para estimar la sustentabilidad de las prácticas de ecoturismo (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo 2014). Este modelo fue aplicado para el estudio de las actividades desarrolladas por los PST del PNN Tayrona, teniendo en cuenta 157 buenas prácticas ecoturísticas agrupadas en 23 categorías, siguiendo el procedimiento analítico que se muestra en la figura 4.
Materiales
Los índices de sustentabilidad están basados en 157 buenas prácticas, identificadas en la Guía de buenas prácticas para prestadores de servicios turísticos en turismo naturaleza (Ministerio de Comercio, Industria y Turismo 2014). Es importante reconocer que la implementación de las buenas prácticas en el ecoturismo es una herramienta que ayuda a los prestadores de servicios turísticos no solo a mejorar los procesos administrativos y operativos y a optimizar los recursos financieros, sino también a mejorar las condiciones ambientales, culturales y sociales de los espacios naturales. Además, estas acciones impulsan el desarrollo local de las comunidades que viven del turismo. Rainforest-Alliance, SNV y Counterpart International afirman:
Las buenas prácticas son acciones para prevenir, corregir y/o mejorar ciertos aspectos de la operación turística. Estas se pueden implementar en todas las áreas de servicio y operación de las empresas. Su adopción y aplicación beneficiará ambiental, sociocultural y económicamente al emprendimiento y a la comunidad. Las buenas prácticas deben garantizar que [se] produce el menor impacto posible sobre los recursos, que se mejora la calidad del producto turístico, que [se] mejora la imagen de la empresa frente al cliente, que la gestión empresarial es más eficiente y que se consigue un mejor desempeño socioeconómico para los empresarios turísticos, cuyas operaciones están inmersas dentro de áreas naturales o muy cerca de ellas. (2008, 9)
Si todas estas metas se logran con el cumplimiento de las buenas prácticas ecoturísticas, será posible el desarrollo sustentable de los PNN y las áreas protegidas, ya que el desarrollo sustentable también busca los mismos propósitos (Estes 1993).
En el trabajo de campo se aplicaron los instrumentos de recolección de la información, para lo cual se visitaron once prestadores de servicios turísticos que operan en el PNN Tayrona. Esto se llevó a cabo de dos formas: a) en diálogos directos con los empleados, directivas o propietarios de las empresas operadoras de turismo, y la realización de una check list de las buenas prácticas realizadas y; b) una forma aplicada mediante observación in situ, con el fin de validar o complementar la información del instrumento.
Posteriormente, la información fue procesada a través del modelo estadístico para la construcción de un índice sumatorio ponderado para respuestas múltiples y conteo de apariciones (Rodríguez 2008). Sin embargo, este modelo se adaptó para la estimación de la sustentabilidad del ecoturismo, con base en la Guía de buenas prácticas para prestadores de servicios turísticos en turismo naturaleza (Ministerio de Comercio Industria y Turismo2014). El proceso se aprecia en la figura 5.
Resultados de las buenas prácticas por categoría
A continuación se analizan los resultados de los índices descriptivos de trece categorías, como primera fase para hallar la estimación de la sustentabilidad de los PST en el marco de las buenas prácticas del ecoturismo.
Categoría 1(11): planificación y organización empresarial
En la tabla 2 se muestra que las prácticas encaminadas al desarrollo de procesos basados en la calidad y la ética del turismo son implementadas en un 100% solo por el PST4, mientras que los PST1, PST2, PST3, PST6 y PST10 presentan un cumplimiento de tan solo el 75%. Las prácticas de estos prestadores concuerdan con investigaciones realizadas en Australia (Carter, Whiley y Knight 2004).
Categoría 6 (16): calidad y monitoreo
A partir de esta categoría, reflejada en la tabla 3, se observa que el PST6 es el único que cumple en un 100% con las buenas prácticas, mientras que los PST2, PST3, PST4, PST7, PST9 y PST10 no lo hacen. Estos últimos resultados de incumplimiento son similares a los encontrados en la ecorregión de Valdivia Chile (Guala y Szmulewicz 2007).
Categoría 7 (17): desarrollo de productos
En la tabla 4 se observa que, en relación con esta categoría, los PST1 y PST2 cumplen en un 100%, mientras que los PST6, PST7 y el PST8 cumplen con un 67%. Por su parte, el PST9 cumple en un 17% y el PST5 no cumple con esta buena práctica. Algunos elementos de esta categoría se oponen al caso de la comunidad Quinquén y Mapu Lahual en México (Guala y Szmulewicz 2007).
Categoría 9 (19): manejo de destinos (lugar, personas, productos y procesos)
En la tabla 5 se aprecia que el PST2 cumple en un 100% con estas buenas prácticas, mientras que los PST1, PST5, PST7, PST8 y el PST10 presentan un cumplimiento del 50%, y el resto de PST no cumplen con esta categoría (0%). Lo contrario ocurre en el pn de Okavango en Botswana (Snyman 2014a) y en el PN Volcán Mombacho y Datanlí-El Diablo en Nicaragua (Somarriba-Chang y Gunnarsdotter 2012).
Categoría 11(111): empleo
En la tabla 6, categoría de empleo el PST6 no cumple con ninguna de las buenas prácticas. Por el contrario, los PST1, PST3, PST4, PST5, PST8, PST10 y el PST11 sí lo hacen en un 100%. Estos datos concuerdan con los hallazgos encontrados en Tafi Atome en Ghana (Afenyo y Amuquandoh 2014), en Jalisco - México (Malacara, Dolores y Becerra 2013) y en otros estudios (Sinha et ál. 2012; Snyman 2014b; Wishitemi et ál. 2015).
Categoría 13 (113): igualdad de género y poblaciones vulnerables
Como en la categoría anterior, en la tabla 7 se observa que los PST5 y el PST6 no cumplen con buenas prácticas de ecoturismo (0%), mientras que los PST1, PST2, PST3, PST4, PST7, PST8, PST9, PST10 y el PST11 sí lo hacen en un 100%. Estos resultados contrastan con los estudios de las Selva Maya (Mendoza y Prideaux 2014), también en Maripa de la Amazonía (Borges y d’Hauteserre 2011), en Vietnam (Linh y Pierre 2014) y en México (Molina et ál. 2015).
Categoría 14 (114): buenas prácticas culturales
En la tabla 8 se observa que, en relación con las buenas prácticas culturales, los PST2, PST7, PST8, PST9, PST10 y el PST11 cumplen en un 100%, seguidos por PST4, PST5 y el PST6 con un 67%, mientras que el PST3 no cumple con este aspecto. Otras investigaciones evidencian casos de éxito en la participación de la comunidad en Chobe Botswana (Moren 2015).
Categoría 15 (115): buenas prácticas ambientales
En la tabla 9 se evidencia que en esta categoría el PST10 es el único que cumplió con el 100%, seguido por los PST6, PST1 y PST2 con un 93%, PST8 con un 80%, mientras que el PST9 con cumple con ello. Estos resultados son similares a los que se encontraron en el PN de Kinabalu en Malasia (Tay et ál. 2016) y Alaska (Pomeranz, Needham y Kruge 2013).
Categoría 16 (116): diseño, construcción y operación de instalaciones
En la tabla 10 se evidencia que los PST3 y PST5 no cumplen con estas buenas prácticas, mientras que lo contrario ocurre con los PST1, PST2, PST4, PST6, PST7, PST8, PST9, PST10 y PST11. Estos últimos resultados no se dan en el PN Perito Moreno (Sandoval y Rivero 2011).
Categoría 17 (117): educación ambiental
En la tabla 11 se puede apreciar que los PST6 y PST cumplen en un 100% esta buena práctica, seguidos por el PSTt2 con un 83%, PST10 con un 67%, mientras que PST3 y PST9 no cumplen con ello. Por el contrario, en lugares como Victoria - Australia (Armstrong y Weiler 2002) y Galápagos - Ecuador los datos son satisfactorios (Powell y Ham 2008).
Categoría 18 (118): responsabilidad ambiental
En la tabla 12 se presenta que el único PST que no cumple con este requisito es Panadería y Restaurante donde Faby. Sin embargo, los PST Camping paraíso, Camping Kumarú, Centro Ecoturístico Cabo San Juan del guía, Camping Don Pedro, Concesión Unión Temporal Tayrona cumplen en un 75% con esta buena práctica. Por su parte, Camping Don Jacobo, El Palacio de la Arepa de Huevo, el Camping de los Bermúdez y Burbujas Tayrona lo hacen en un 100%. Estos últimos resultados concuerdan con algunas investigaciones en prácticas sostenibles (Carlsen, Getz y Ali-Knight 2010; Fennell y Malloy 1999).
Categoría 20 (120): manejo de la biodiversidad
En la tabla 13 se ilustran las buenas prácticas para el manejo de la biodiversidad. De acuerdo con esto, el PST Camping de los Bermúdez cumple en un 100%, mientras que Camping Kumarú no lo hace. Estos datos coinciden con los resultados de la investigación realizada en Bahía de los Ángeles en México (Cárdenas-Torres, Enríquez-Andrade y Rodríguez-Dowdell 2007). Existen otros estudios que también confirman esta buena práctica (Jackson 2007; Wiener, Needham y Wilkinson 2009).
Categoría 21 (121): manejo de residuos sólidos
En la tabla 14 se muestra que la PST Concesión Unión Temporal Tayrona cumple en un 100% con este requisisto, mientras que las PST Camping Don Pedro, Restaurante Doña Lili y Camping de los Bermúdez lo hacen en un 33%. Por último, las PST Camping Don Jacobo y Camping Kumarú en un 17%. Estos incumplimientos coinciden con los resultados encontrados en la ecorregión Valdiviana de Chile (Guala y Szmulewicz 2007).
Resultados del índice sumatorio
La tabla 15 muestra la puntuación obtenida por cada uno de los PST, de acuerdo con el cumplimiento de las 157 buenas prácticas analizadas. El PST Concesión Unión Temporal Tayrona, con 539 puntos, es el con un alto nivel de cumplimiento. Este buen grado de sostenibilidad lo alcanza tan solo el 27,3% de los PST, como se ve en la tabla 16, y refleja las acciones y estrategias que la figura jurídica de la concesión ha establecido en los alcances del contrato 002 de 2005, suscrito entre la Unidad Administrativa Especial de Parques Nacionales Naturales y la Concesión Unión Temporal Tayrona (Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible 2005).
En la tabla 17 se muestra que los PST Camping Don Jacobo (PST2), Camping Paraíso (PST1), Camping Bermúdez (PST10), Panadería y restaurante donde Faby (PST8), Centro Ecoturístico Cabo San Juan del Guía ( PST4), Burbujas Tayrona (PST11) y Restaurante donde Lili (PST7) se encuentran en un nivel medio de cumplimiento. De modo que en este nivel de cumplimiento se ubica el 63,6% de todos los PST, sin desconocer los esfuerzos que han realizado por desarrollar el ecoturismo amigable con el entorno. Finalmente, en la tabla se evidencia que los PST El Palacio de la Arepa de Huevo (PST9), Camping Kumarú (PST3) y Camping Don Pedro (PST5) obtuvieron la menor puntuación en el cumplimiento las de buenas prácticas ecoturísticas, lo que los ubica en el nivel bajo de cumplimiento, representando el 27,3% de los PST (tabla 16 y figura 6).
Discusión y análisis de resultados
Se puede afirmar que nueve de los PST se ubican por encima del 50% en el cumplimiento de las buenas prácticas de ecoturismo en temas referentes a la categoría 1, es decir, planificación y organización empresarial. Estos nueve PST también desempeñan sus actividades siguiendo los criterios de buenas prácticas ambientales (categoría 15), responsabilidad ambiental (categoría 18) y manejo de la biodiversidad (categoría 20). Se debe destacar que estas prácticas reflejan un compromiso con la ética y la planeación de actividades económicas dirigidas por unos principios ambientalmente sostenibles, lo que influye positivamente en el crecimiento del ecoturismo. Esto se confirma en un estudio realizado en Australia (Carter, Whiley y Knight 2004).
Este hallazgo también se valida con estudios que evidencian la ética implementada en términos de sensibilización en prácticas sostenibles (Carlsen, Getz y Ali-Knight 2010; Fennell y Malloy 1999); sin embargo, se han encontrado casos de PST los que no tienen responsabilidad ambiental, como es el caso del Kinabalu Park en Malasia (Tay et ál. 2016) y Alaska (Pomeranz, Needham y Kruge 2013).
De igual modo, en la investigación se encontró que 10 PST no cumplen con las buenas prácticas de calidad y monitoreo recogidas en la categoría 6, es decir, no reconocen ni analizan el grado de satisfacción del visitante por medio de encuestas para la mejora de la prestación de los servicios ecoturísticos. Esta situación también se presenta en la ecorregión de Valdivia en Chile, donde ninguna de las experiencias analizadas ha evaluado la satisfacción de los turistas ni la calidad de los servicios prestados (Guala y Szmulewicz 2007).
Así mismo, en la categoría 7, es decir, desarrollo de productos, seis PST se encuentran por debajo del 60% en su cumplimiento. Lo contrario ocurre con los PST ubicados en la comunidad de Quinquén, donde existe un mayor desarrollo de productos locales, como hortalizas, alimentos de campo, platos autóctonos y artesanías, que son parte de la oferta para los visitantes y en Mapu Lahual se destaca el uso de pescados y mariscos, que son productos típicos de la región (Guala y Szmulewicz 2007). En otro estudio realizado en Costa Rica, se evidencia una la revitalización de la cultura gastronómica local en el ecoturismo (Andreu 2008).
Otro hallazgo importante se revela en la categoría 9 en la cual su cumplimiento igual o inferior al 50% de esta práctica denota un trabajo que se fundamenta en beneficios particulares más que en generales, donde si las prácticas de esta categoría no mejoran, se pueden generar situaciones que pondrían en riesgo la participación de los actores y sus estrategias para promover la conservación de la biodiversidad en el paisaje natural y el cumplimiento de los objetivos de conservación del PNN. En un estudio realizado en el PNN de Okavango Delta en Botswana (Snyman 2014a), se revela que la confianza de las comunidades que viven del turismo y su trabajo conjunto son factores que fortalecen este negocio. Por su parte, otro estudio realizado en las reservas naturales del volcán Mombacho y Datanlí-El Diablo en Nicaragua (Somarriba-Chang y Gunnarsdotter 2012) señala que es de suma importancia prestar atención a la creación de estrategias de participación comunitaria en la gestión de áreas naturales y en la toma de decisiones entre el Estado, la comunidad y los operadores turísticos. A su vez, en Ventanilla Oaxaca - México la participación social también es un elemento indispensable del ecoturismo. La situación de La Ventanilla podría ser valorada como un caso en el que los actores gubernamentales trabajaron en conjunto con las poblaciones locales para dar mayor respaldo a la actividad ecoturística (Vargas y Brenner 2013).
Otro resultado significativo es el cumplimiento del 100% de las prácticas referidas a la categoría de empleo por siete PST, con ello se ha fomentado la participación activa de la población en la actividad turística del PNN Tayrona, mediante la generación de empleos para la comunidad que vive allí. Estos mismos beneficios se han alcanzado, en el PNN Tafi Atome en Ghana (Afenyo y Amuquandoh 2014) y en Jalisco (Malacara, Dolores y Becerra 2013), mediante la gestión empresarial, en sociedades cooperativas, de corporaciones ecoturísticas que promueven la generación de empleo y la elevación de la calidad de vida de la comunidad. Así mismo, en la investigacion de Øystein (2010) se recomienda vincular a la comunidad local en los procesos de guianza turística y mediación cultural como estrategia de empleabilidad en parques naturales.
Adicionalmente, otro beneficio es la participación de la población local en los procesos de planificación e implementación de acciones que ayuden al desarrollo económico local. Sin embargo, las comunidades rurales que viven del turismo en el PNN son grupos familiares que conforman empresas con el fin de aumentar sus ingresos y mejorar su calidad de vida. Esta situación se replica en algunos PNN africanos, en donde el ecoturismo parece ser exitoso y, en cierta medida, contribuye al desarrollo económico local con la generación de puestos de trabajo (Sinha et ál. 2012; Snyman 2014b; Wishitemi et ál. 2015). Algo similar ocurre en el PNN Península de Osa en Costa Rica, donde algunos trabajadores locales del ecoturismo plantean crear proyectos de emprendimiento que, además de mejorar sus condiciones de vida, ayuden en crear nuevas ofertas laborales (Driscoll et ál. 2011). Un dato adicional es que el surgimiento de los PST proporciona a la comunidad trabajos estables y mejor pagados (Driscoll et ál. 2011), y además, brinda posibilidades de crecimiento para los servicios y las empresas locales, tales como la artesanía, venta y la guía en ecoturismo, tal como ocurre en el PNN de Tapajo’s, particularmente en la aldea de Maripa, en la región de la Amazonía (Borges y d’Hauteserre 2011).
Igualmente, los resultados de la investigación permiten ver que nueve de los once PST en el PNN Tayrona cumplen en un 100% con la categoría 13, esto es, igualdad de género y poblaciones vulnerables, destacándose los planes de vida con los resguardos indígenas. Estos PST apoyan y favorecen las líneas negras5 y respetan la identidad cultural de las comunidades indígenas, para que puedan profesar, practicar, preservar, difundir y reforzar sus valores religiosos y espirituales en algunos sectores del PNN Tayrona. Sin embargo, otras investigaciones han encontrado que no todos los operadores fortalecen la participación activa de las comunidades indígenas en los procesos de planificación de la actividad turística, a pesar de que han promocionado la generación de ingresos de esta población con la venta de artesanías y el servicio de guía ecoturística, como ocurre de la Selva Maya de Palenque (Mendoza y Prideaux 2014) y en Maripa, en la región de la Amazonía (Borges y d’Hauteserre 2011).
En relación con la anterior categoría, se debe señalar que la inclusión de las mujeres y las comunidades campesinas también ha cobrado importancia en el ecoturismo, especialmente en lo referido a los servicios de alojamiento y gastronomía, como es el caso de las comunidades que viven en el norte de Vietnam (Linh y Pierre 2014) y en algunas reservas naturales de Nicaragua (Somarriba-Chang y Gunnarsdotter 2012). La inclusión de las mujeres en las actividades del ecoturismo también es palpable en la Reserva de la Biosfera Ría Celestún en México, donde participan de manera activa en el desarrollo económico de la región (Molina et ál. 2015).
Ahora bien, los resultados indican que en la categoría 14, esto es, buenas prácticas culturales, seis de los PST del parque cumplen en un 100%. Estas buenas prácticas hacen referencia a los principios que aseguran que la actividad turística beneficie a las comunidades donde ella se ejerce y que involucran a la población local en el proceso de planeación de la actividad desde las etapas tempranas. Por eso, el ecoturismo puede funcionar con impactos negativos mínimos, como se demuestra en el estudio de caso del PNN del Chobe en Botswana (Moren 2015).
En esta investigación también se puede ver que nueve de los once prestadores de servicios cumplen en un 100% con las buenas prácticas de la categoría 16, es decir, con el diseño, construcción y operación de las instalaciones. Sin embargo, los resultados de la investigación en el PNN Perito Moreno en Argentina evidencian que las inversiones en las instalaciones no son suficientes para adecuarse a los espacios naturales (Sandoval y Rivero 2011), mientras que en la reserva de biosfera de la mariposa monarca, que trabaja en la conservación de la mariposa, se constató que los recursos derivados de la actividad turística son destinados para la conservación de la reserva y el mantenimiento de los inmuebles y los servicios turísticos odertados en los paradores turisticos el Capulín, Macheros y Xefí (Rogel, Rojas y Ortega 2011).
Así mismo, es evidente que en la categoría 17, referida al propósito de la educación ambiental y las buenas prácticas sociales para la divulgación de la política general de sostenibilidad, cuatro PST cumplen en un 50% con ello; esto se debe a la falta de divulgación de la importancia de la conservación del PNN y también a la falta de compromiso con los procesos de sensibilización del turista, lo que fortalecería la práctica de un turismo responsable. Esta situación es contraria a la que se presenta en el PNN Victoria en Australia (Armstrong y Weiler 2002) y en el PNN de Galápagos en Ecuador (Powell y Ham 2008), donde los operadores turísticos transmiten numerosos mensajes para minimizar el impacto de los visitantes en áreas protegidas (Marion y Reid 2007). Las anteriores observaciones se pueden relacionar con un estudio realizado en el norte de Tailandia sobre la conceptualización del ecoturismo por los PST, cuyos resultados indican que estos operadores comprenden y realizan procesos de sensibilización con el turista en temas de conservación y educación ambiental (Kontogeorgopoulos y Chulikavit 2010).
La investigación también encontró que siete PST están cumpliendo en más del 80% con la categoría 20, esto es, manejo de la biodiversidad, que se refleja en buenas prácticas que promocionan la conservación de las especies silvestres que habitan en el PNN y garantizan que sean adoptadas las medidas pertinentes para evitar la extinción de fauna o flora amenazada. Esto coincide con los resultados de la investigación realizada en Bahía de los Ángeles en México, donde el apoyo y la cooperación de los operadores turísticos locales ha sido un factor clave para el análisis de los posibles impactos y el desarrollo de un código de conducta que regule el comportamiento de los actores frente a las especies nativas y endémicas de los PNN (Cárdenas-Torres, Enríquez-Andrade y Rodríguez-Dowdell 2007). Otros estudios confirman esta buena práctica (Jackson 2007; Wiener, Needham y Wilkinson 2009). También los resultados de la investigación realizada en los PNN de la Patagonia en Argentina revelan la importancia de que los PST desarrollen sus actividades en áreas protegidas y conozcan e interpreten los objetivos de su conservación, con el fin de proporcionar información acertada a los visitantes para evitar comportamientos inadecuados (Encabo, Mastrocola y Vázquez 2013).
Pese a esto, el fomento y educación sobre el manejo integral del fuego en los PNN, con el fin de reducir los incendios forestales provocados por causas humanas, no son realizados con frecuencia en estos lugares, pues los PST permiten realizar fogatas en las zonas de camping para cocción de alimentos y recreación nocturna. El estudio que muestra controles de esta práctica por los PST en otros PNN se realizó en el parque Annapolis Rocks, Maryland, los PST cuentan con controles de las fogatas en las zonas de camping del PNN (Daniels y Marion 2006; Reid y Marion 2005).
Igualmente, en la categoría 21, manejo de residuos sólidos, los PST Restaurante Doña Lili, Camping de los Bermúdez, Camping Don Jacobo y Camping Kumarú se encuentran en un cumplimiento por debajo del 50%, es decir, que las buenas prácticas, como apoyar y participar en programas locales de reciclaje, reutilización y recolección de residuos, no son suficientes para cumplir con los requerimientos ambientales que se exigen en el plan de manejo del PNN Tayrona ni cumple con el principio del ecoturismo de mitigar los impactos causados por la generación de residuos sólidos. Un caso similar ocurre en la ecorregión Valdiviana de Chile, en donde los residuos derivados del ecoturismo no tienen una buena manipulación. Si se piensa en esto, se vislumbra una situación crítica, puesto que en ninguno de los casos se realizan separación en origen (Guala y Szmulewicz 2007).
Ahora bien, si se analiza la estimación de la sustentabilidad de los PST, se debe resaltar que hasta el momento no se han realizado investigaciones que estimen el grado ni los índices de sustentabilidad de las buenas prácticas desarrolladas por los PST en áreas protegidas, lo que limita un análisis comparativo de estos resultados (Camacho-Ruíz et ál. 2015). En verdad, la mayoría de las investigaciones consideran la sustentabilidad desde el buen comportamiento de los turistas en estos espacios naturales y su relación con el medio ambiente.
Al tener en cuenta la aplicación del modelo estadístico para la construcción de un índice sumatorio ponderado, se encontró que el PST Concesión Unión Temporal Tayrona, con un total de 539 de los 782 puntos máximos de cumplimiento de las buenas prácticas, es el único PST que se encuentra en un grado alto de estimación de sustentabilidad; por lo tanto, es claro que este operador tiene las características más favorables que lo ponen en ventaja sobre los demás PST del PNN. Han sido la estructura funcional, operativa y administrativa, su misión, visión, plan operativo, estudio de mercado objetivos estratégicos y el cumplimiento de las normas técnicas sectoriales para PST factores que han incidido en este grado alto de estimación de sustentabilidad de la concesión Union Temporal Tayrona.
Es claro que el 63,6% de los PST se encuentra en un nivel medio de sustentabilidad, con puntuaciones entre 261 y 520 puntos, es decir, siete de los once PST están por encima de los 261 puntos mínimos requeridos para ocupar dicha posición. Los PST Restaurante Doña Lili, Burbujas Tayrona, Centro Ecoturístico Cabo San Juan del Guía, Panadería y Restaurante Donde Faby, Camping de los Bermúdez, Camping Paraíso y Camping Don Jacobo coinciden con un cumplimiento del 100% en los criterios de empleo, con lo que fomentan la participación activa de la comunidad en el turismo, a través de la generación de empleos o negocios familiares. En buena medida, los PST son empresas familiares, cuyos propietarios prestan el servicio ecoturístico.
Finalmente, para el caso de PST Camping Kumarú, que cuenta con 231 puntos muestra que sus resultados de incumplimiento están centrados principalmente en las categorías 3, 4, 5, 6, 9, 10, 14, 16, 17 y 20, con un porcentaje del 0%. Estas se encuentran entre las categorías que resultan fundamentales para la sustentabilidad y que ayudan al cumplimiento de los objetivos de conservación del parque, como es la educación y responsabilidad ambiental, que representan la mínima retribución que deberían aportar los PST al lugar.
Por su parte, El Palacio de la Arepa de Huevo es el PST con menor puntaje en sus buenas prácticas ecoturísticas que se refleja en siete categorías con 0% de cumplimiento. Por ejemplo, en comunicación no cuenta con materiales señalización que eduquen y orienten a los visitantes, ni identifica visualmente las diferentes especies de fauna y flora, así como las características del ecosistema y del lugar en general. Igualmente, no propone una comunicación continua entre los diferentes PST para crear estrategias de trabajo conjunto, con el fin de fortalecer el destino turístico donde todos operan. Unido a ello, este operador tampoco realiza ninguna actividad de calidad y monitoreo, ni reconoce el grado de satisfacción del visitante, hasta el punto de que no se aplican unos manuales de calidad que desarrollen y orienten la evaluación, de acuerdo con las normas técnicas de turismo sostenible. Además, no realiza acciones que mejoren las alianzas con los actores locales y regionales de la cadena ecoturística. Debido a que el Palacio de la Arepa de Huevo es, desde una perspectiva política, igual a los otros PST, pues no puede desconocerse el beneficio económico que recibe por la venta de productos gastronómicos autóctonos, debería cumplir con las obligaciones y responsabilidades ambientales que deben asumir los operadores en el PN.
Conclusiones
En conclusión, la concesión no es la mejor estrategia de gestión, tampoco los PST son los operadores más idóneos en el momento de iniciar procesos de responsabilidad ambiental y en la implementación de buenas prácticas sustentables, dado que existen factores externos que pueden incidir en los grados de la estimación de la sustentabilidad y que no fueron objeto de esta investigación, a saber: aspectos financieros y económicos de apalancamiento de las empresas prestadores de servicios, asistencias técnicas profesionales, acceso a los mercados y herramientas tecnológicas de promoción y comercialización de los servicios, acceso a un mercado para turista y el ingreso al parque o, simplemente, la posibilidad a acceder a mejores oportunidades en el mercado. Lo que sí es claro es que la estimación de los niveles de sustentabilidad marcan una línea para tomar decisiones que ayuden al fortalecimiento del destino turístico PNN Tayrona, en términos de buenas prácticas y mejoramiento de estas por los PST, donde se incluye a la concesión Unión Temporal Tayrona.
Así mismo, estos hallazgos muestran la necesidad de proponer planes de manejo, control y monitoreo para los prestadores de servicios turísticos del PNN Tayrona; primero en relación con los visitantes y turistas, de manera que pueda medir los impactos de su visita al parque y tener más claridad sobre la eficiencia de sus procesos de sensibilización y educación ambiental. Segundo, respecto a evaluaciones permanentes de los espacios donde se realizan las actividades turísticas del PNN Tayrona.
También se puede concluir que durante la revisión de los estudios sobre las buenas prácticas ecoturísticas realizadas por PST no se encontraron investigaciones que analizaran o estimaran un índice de sustentabilidad de un conjunto de prestadores de servicios turísticos en áreas protegidas, ni que permitieran analizar las buenas prácticas que se tienen dentro de esta tipología del turismo. Esta carencia ha impedido entender el alcance de los principios y el lineamiento del ecoturismo y la magnitud de su impacto en el desarrollo sustentable.
Es más, los resultados de esta investigación inducen a realizar trabajos de sensibilización y capacitación para la comprensión de la importancia en los objetivos de manejo del PNN Tayrona, como también a desarrollar estrategias de mejoramiento y trabajo mancomunado que puedan ayudar al escalamiento en el cumplimiento de las buenas prácticas de los PST del PNN Tayrona.
En consecuencia, es necesario que se continúe investigando sobre la sustentabilidad de los PST, siendo recomendable que se tengan en cuenta las conductas de riesgo, impactos ambientales, empleabilidad, estilos y calidad de vida de los PST, sobre todo en las comunidades rurales. También es indispensable profundizar en procesos de investigación que midan la efectividad de la sensibilización en los turistas, en términos de educación ambiental.
Finalmente, los resultados de este trabajo señalan la necesidad de buscar posibles explicaciones de por qué los PST del PNN Tayrona no desarrollan conjuntamente acciones dirigidas a las buenas prácticas de sustentabilidad.