Introducción
Las costas de Chile están expuestas a tsunamis generados en la zona de subducción del margen continental del país (Martínez 2013). Los registros históricos destacan los eventos de 1960 (Mw=9,5) y del 2010 (Mw=8,8), situados entre los más destructivos de la historia de la humanidad. Este último acontecimiento afectó unos 600 km a lo largo de la costa del centro sur de Chile, entre los 29,5° y 39°S, en ese momento fueron afectadas principalmente las regiones del Maule y del Biobío (Rojas et ál. 2014). Los efectos geomorfológicos, ecológicos y socioterritoriales del tsunami, descritos por Farías et ál. 2010; Jaramillo et ál. 2012a; Jaramillo et ál. 2012b; Martínez et ál. 2011; Martínez et ál. 2012; Quezada et ál. 2010; Valdovinos et ál. 2012 y Vargas et ál. 2011, pusieron en evidencia la condición de vulnerabilidad de las costas, que, en el caso de la región del Biobío, se caracterizan por extensas planicies de playa y áreas húmedas que hoy en día son ocupadas por centros urbanos e infraestructura costera, entre la que se destacan los puertos y las caletas pesqueras (Martínez 2013).
Entre estos emplazamientos es significativa la caleta Tumbes, una pequeña localidad rural de unos 1.300 habitantes, dedicados tradicionalmente a la pesca artesanal, a la extracción de algas y, más recientemente, al desarrollo turístico asociado a la gastronomía de productos marinos, que antes del tsunami del 2010 se caracterizaba por la particularidad de sus construcciones de variados colores.
El tsunami del 2010 generó cuantiosos daños en la caleta y esta debió ser intervenida después del desastre, con la reconstrucción de viviendas, la rehabilitación del comercio, la reconstrucción de la infraestructura pesquera (muelle, embarcaciones menores y mayores) y la dotación de una nueva escuela (la única del lugar). Parte de estas obras se emplazaron a mayor distancia de la costa y se advirtió una rápida recuperación del lugar en un periodo no mayor a cuatro años (Gobierno Regional del Biobío 2010).
Por su parte, hubo un bajo número de víctimas fatales en el lugar, pese a que no se activaron las alarmas de emergencia que advirtieran el tsunami. Los vecinos del sector explican que este reducido número de muertes se debió al conocimiento que los hombres de mar tienen de su entorno; fueron ellos quienes advirtieron a la comunidad de la inminencia de un tsunami, lo que permitió el escape oportuno a un sitio seguro.
Si se consideran la forma en que la comunidad enfrentó el tsunami y la pronta reactivación económica, asociada a la pesca y al turismo gastronómico, es notable que este lugar es un área interesante para el análisis de la resiliencia, a partir de una interrogación por las fortalezas que posee la población de caleta Tumbes, que le permitieron, por un lado, actuar de manera efectiva la madrugada del 27 de febrero del 2010, evitando un mayor número de víctimas fatales, y, por otro, sobreponerse luego de la catástrofe. Junto con el análisis de estas características, en este fueron comparadas estas fortalezas con las medidas adoptadas en el plan de reconstrucción -en adelante, PR-, para evaluar si estas contribuyen a la resiliencia del área.
Desde la perspectiva de la reducción del riesgo de desastres, la resiliencia social, entendida como la condición colectiva para sobreponerse a los eventos catastróficos y las situaciones masivas de adversidad y construir sobre ellas (Suárez et ál. 2007, citado en Uriarte 2013), constituye, a partir del Marco de Acción de Hyogo (UNISDR 2005), uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta una comunidad.
La resilencia desplaza los enfoques tradicionales, centrados en las condiciones físicas y de infraestructura de las áreas afectadas, para enfocarse en las fortalezas, la creatividad del individuo y de su entorno frente a un desastre (Melillo y Suárez 2001). Se refiere a las capacidades inherentes de la comunidad para arrostrar y adaptarse a las consecuencias del peligro utilizando solo los recursos disponibles (Paton y Johnston 2006).
En esa línea, y a raíz de los eventos tsunamigénicos ocurridos en Chile y el mundo, se han desarrollado estudios de resiliencia considerando factores organizacionales, de cooperación y responsabilidad (Paton et ál. 2008).
Este artículo pretende aplicar el modelo de resiliencia comunitaria (Suárez 2001, citado en Uriarte 2013) a una localidad afectada por el tsunami del 2010, ya que permite reconocer y entender las fortalezas que actúan durante y después de una situación de riesgo.
Metodología
Área de estudio
La caleta Tumbes se localiza en la ladera oriental de la península de Tumbes, una plataforma de abrasión marina, cuyas altitudes no superan los 200 metros (Quezada et ál. 1997) en la bahía de Concepción (35°). Desde el punto de vista administrativo, pertenece a la comuna de Talcahuano, en la región del Biobío. Comprende una superficie aproximada de 18,5 ha y una población de 1.344 habitantes (INE 2005), concentrada principalmente en las quebradas San Juan y Maryland y vinculada a la pesca artesanal, la extracción de algas y el turismo gastronómico (figura 1).
El área se inserta en un sistema conjugado de bahías tectónicas abiertas en el norte y el clima es de tipo mediterráneo, de influencia oceánica con estación seca prolongada y lluvias concentradas en la estación invernal (Devynck 1970).
Procedimiento
El análisis de la resiliencia en caleta Tumbes se basó en el modelo de resiliencia comunitaria (Suárez 2001, citado en Uriarte 2013), que se sustenta en cinco dimensiones: 1) la estructura social cohesionada, 2) la honestidad gubernamental, 3) la identidad cultural, 4) la autoestima colectiva y 5) el humor social.
El levantamiento de la información se realizó mediante la aplicación de una encuesta con preguntas abiertas y cerradas (ver anexo). El instrumento se estructuró en tres secciones: 1) información del encuestado (género, edad, nivel educacional, ocupación), 2) medición de las dimensiones de la resiliencia comunitaria y 3) evaluación del proceso de reconstrucción. Cada dimensión de resiliencia fue medida a partir de tres variables representativas, cuyas alternativas de respuestas fueron codificadas y asociadas con niveles de resiliencia: baja, media y alta (tabla 1).
Se obtuvo en total tres valores por dimensión, que fueron sumados para obtener el grado de resiliencia final. Los resultados de la sumatoria fueron reclasificaron en tres niveles: bajo (3-4), medio (5-6-7) y alto (8-9), (tabla 2).
El tamaño de la muestra se calculó utilizando la fórmula para una población finita:
Donde:
n: |
tamaño de la muestra (107) |
N: |
tamaño de la población (452) |
Z: |
distribución de Gauss (1,96) |
P: |
proporción poblacional esperada (0,9) |
d: |
precisión (0,05). |
La población se definió como el número de familias principales de caleta Tumbes, inscritas en la Ficha de Protección Social (Ministerio de Desarrollo Social 2015), que residen en una vivienda y se organizan en torno a un presupuesto de alimentación común. Estas corresponden a 452 familias, que equivalen a unos 1.800 habitantes.
Para asegurar la representatividad espacial de las encuestas, se dividió el área de estudio en catorce unidades de análisis -en adelante, UA-, definidas según criterios de localización, origen, uso y tipología de las viviendas. La división generó catorce UA que incluyen las aldeas provisorias, emplazadas luego del evento tsunamigénico del 2010. El número de encuestas para cada UA se determinó mediante un muestreo aleatorio estratificado y proporcional al número de familias en cada UA (figura 2). Finalmente, se aplicó un total de 107 encuestas a los jefes de hogares mayores de dieciocho años residentes en caleta Tumbes.
Variables para el análisis de la resiliencia comunitaria
Para la dimensión de cohesión de la estructura social, se consideró la participación en organizaciones sociales, la integración (es decir, si sus ideas u opiniones son tenidas en cuenta por la organización social) y la confianza (es decir, si frente a una situación de emergencia, creen que podrían contar con la ayuda de las organizaciones sociales).
Para la dimensión de honestidad gubernamental, asociada a la legitimidad de los gobernantes comunitarios (presidentes de juntas vecinales y otros), se consideró el grado de credibilidad, el nivel de cercanía y el tipo de interés (colectivo o individual) que prevalece en los líderes locales.
Para la dimensión de identidad cultural, se buscó conocer si existe un claro reconocimiento de la vocación productiva del área, si existen valores o actitudes que puedan definir la población de la caleta en su conjunto, así como el conocimiento de los riesgos en el área.
Para la dimensión de autoestima colectiva, asociada al sentimiento de orgullo por el lugar que se habita, se consideró el sentido de pertenencia de las personas, es decir, si les gusta el lugar que habitan y si están dispuestos a abandonarlo, el interés por los asuntos que afectan a la caleta y la conducta que adoptan frente a estas situaciones.
Para la dimensión de humor social, asociado a los modos de afrontamiento colectivo ante las situaciones de crisis y a la capacidad de rescatar aspectos positivo de la tragedia, se consideró la manera en que los residentes encaran las situaciones adversas que han afectado a la caleta en el pasado y si se reconocen aspectos positivos generados por el tsunami del 2010, pese a ser en sí mismo un evento adverso.
Variables para el análisis del PR
Para el análisis del PR de caleta Tumbes, se utilizaron las mismas dimensiones, pero, en este caso, desde la perspectiva de cómo aquel contribuye a generar resiliencia en el área.
La cohesión social está asociada a la participación y representatividad de la población en el PR. La honestidad gubernamental, asociada en este caso a la legitimidad de los gobernantes estatales, que son los responsables de llevar a cabo el proceso de reconstrucción, se midió a través de la evaluación de los proyectos finalizados del PR y del proceso de reconstrucción en general. Para ello, se estimó previamente el grado de avance de los proyectos u obras que componen el PR. Para la identidad cultural, se evaluó el efecto del PR sobre la vocación de la caleta (obtenida previamente), con el propósito de saber si la reconstrucción contribuyó a potenciarla -en este caso se considera como un efecto positivo- o, por el contrario, si reforzó otros usos y actividades en desmedro de la identidad -en este caso, se considera como un efecto negativo-. Para la autoestima colectiva, se evaluó el efecto del PR sobre el sentido de pertenencia de las personas, es decir, si prefieren el nuevo lugar que habitan (luego del tsunami), que es producto de un proceso de reconstrucción y, en este caso, si consideran que el PR contribuye a la autoestima colectiva, o, por el contrario, si prefieren el antiguo espacio habitado (antes del tsunami) y, en este caso, si consideran que el pr que no contribuye a la resiliencia. Para el humor social, se evaluó si el PR contribuyó a la recuperación de la caleta.
Resultados
Del total de encuestados (107), 67 corresponden al género femenino y 40 al masculino. Ambos género, se caracterizan por pertenecer a un rango de edad entre los 30 y 59 años, tener un nivel educacional mayoritariamente básico y estar dedicados a actividades primarias (tabla 3).
Resiliencia comunitaria
La resiliencia comunitaria en caleta Tumbes presentó un nivel medio, siendo la identidad cultural, el humor social y la autoestima colectiva las dimensiones más sólidas que contribuyeron a la resiliencia del área. A continuación se revisan los resultados obtenidos según cada dimensión.
De acuerdo con la dimensión estructura social cohesionada, el 67% de la población participa en las organizaciones sociales de la caleta, siendo las organizaciones religiosas donde hay mayor participación (19%). Le siguen los centros del adulto mayor (12%), las juntas de vecinos (10%) y los clubes deportivos (8%). En otras organizaciones, como los sindicatos de pescadores y los comités de allegados, participa el 18% de la población. Los niveles de integración y confianza fueron en general altos, excepto en el caso de las juntas de vecinos.
Según la dimensión honestidad gubernamental comunitaria, el 86% de la población reconoció al menos un líder local de la caleta. Se identificaron en total veintitrés líderes locales, representantes de las distintas organizaciones sociales. La frecuencia de menciones de los líderes fue inversa al grado de credibilidad, de modo que los líderes más conocidos eran en quienes menos se creía.
En relación con la identidad cultural, la vocación de la caleta fue definida, según el 80% de la población, como “pesquera artesanal” y, complementariamente, con un papel gastronómico. Los valores o actitudes que definen a la comunidad en su conjunto son la “unidad en situaciones de desgracia”. Otros valores destacados son el hecho de ser personas trabajadoras, esforzadas y solidarias. Por su parte, para el 23% de la población, el tsunami del 2010 era “esperable”, debido a que las organizaciones religiosas venían anunciado la inminencia de una catástrofe. Para el 75% de la población, fue “inesperado”, ya que el evento de referencia, es decir, el tsunami de 1960, no afectó a la caleta.
En relación con la autoestima colectiva, el 86% de la población manifestó que sí le gusta el lugar donde vive y que no estaría dispuesto a abandonarlo. Por el contrario, el 14% estaría dispuesto a ello. En los habitantes con menos de 10 años de residencia en la caleta, existe una mayor disposición a abandonarla.
Así mismo, el 83% de la población se muestra interesado por las situaciones que afectan a la caleta, de modo que participa de manera activa en la resolución de los conflictos y considera que su involucramiento es importante. Un menor porcentaje no demuestra interés o solo cuando se ve afectado de manera directa (17%).
En relación con el humor social, el 75% de la población recordó al menos una situación de emergencia, y fueron identificadas en total diez situaciones. Las más mencionadas, por la magnitud de los daños, fueron: la desaparición de embarcaciones, incendios forestales y derrumbe de laderas. La forma de enfrentar dichas situaciones ha sido, en todos los casos, unidos. Respecto al tsunami del 2010, el 72% de la población destacó al menos un aspecto positivo generado por la tragedia, y se identificaron en total doce aspectos. Los más mencionados fueron: las soluciones habitacionales para afectados y allegados (viviendas palafito en el borde costero y viviendas básicas en el nuevo barrio), la ayuda externa para la reconstrucción, la unión de la comunidad durante la emergencia y la relocalización a la caleta Tumbes de las personas afectadas por el tsunami en caleta Canteras.
Plan de reconstrucción
Se determinó que el PR contribuye medianamente a la resiliencia comunitaria de caleta Tumbes, siendo la honestidad gubernamental la dimensión más sólida que contribuye a la resiliencia del área. A continuación se revisan los resultados obtenidos según la dimensión de resiliencia comunitaria.
En relación con la dimensión de la cohesión social, se constató un desconocimiento del PR (57%). El 35% lo conoce de manera parcial y solo un 8% en su totalidad. El conocimiento parcial o total es consecuencia de haber participado directa o indirectamente en su diseño y solo en esos casos es posible hablar de una representatividad.
El PR está estructurado en dos grandes estrategias: 1) desarrollo territorial y 2) medio ambiente y seguridad, que a su vez comprenden proyectos u obras que se encuentran en distintos niveles (ejecutado, en proceso y no ejecutado). El PR presenta, luego de cinco años de ocurrido el tsunami del 2010, un 26% de avance. Los proyectos ejecutados hasta la fecha, esto es, reconstrucción del muelle, reposición de viviendas de palafitos dañadas, instalación de servicios, regularización de la propiedad y creación de un nuevo barrio para las personas que perdieron sus viviendas, son evaluados positivamente por la comunidad, así como también el proceso de reconstrucción en general. Sin embargo, esta valoración no está exenta de conflictos, producto de los nuevos usos que generaron los proyectos. Por ejemplo, la reconstrucción del muelle es altamente valorada por la calidad y modernidad de la construcción, empero, esto generó que el muelle pasara de tener un uso a escala regional, ya que hoy en día es usado por pescadores prevenientes de otras caletas de la región, quienes, motivados por la seguridad del lugar y la cercanía a las industrias pesqueras de Talcahuano, desembarcan sus productos en la caleta, lo que genera un conflicto con los pescadores y la comunidad de caleta Tumbes.
En relación con la identidad cultural, el 43% de la población considera que el PR afectaría negativamente la vocación pesquera artesanal de la caleta, dado que el aquel pretende potenciar el sector de turismo, asociado a la gastronomía de recursos marinos, a través de iniciativas como la instalación de servicios comerciales, que restan espacio al desarrollo de actividades tradicionales, como el sacado de algas; la apertura de nuevos restaurantes y cocinerías, y el mejoramiento y ensanche de la avenida costanera hacia el mar, lo que restaría sustancialmente el espacio para las embarcaciones y el varadero. El 31% de la población considera que el efecto del PR sobre la vocación pesquera artesanal de la caleta sería positivo, dado que, con la llegada de nueva población, proveniente de las caletas aledañas afectadas por el tsunami, aumenta el número de personas dedicadas a la pesca y da lugar a una diversificación de las actividades asociadas a la pesca.
El PR no contribuyó a la dimensión de autoestima colectiva, dado que el 63% de la población prefiere la caleta de antes del tsunami, que se caracterizaba por la tranquilidad y lo pintoresco de sus construcciones. Estos atributos fueron alterados por la llegada de nueva población y la construcción de viviendas palafitos, que homogenizaron el borde costero. El 37% de la población prefiere la caleta construida luego del tsunami, ya que considera que se modernizó y hay más opciones laborales asociadas al turismo.
Respecto al humor social, el 42% de la población considera que la caleta está totalmente recuperada del tsunami del 2010. El 58% considera que aún no está recuperada complemente y que hay aspectos o elementos pendientes por resolver, entre los cuales destacan la falta de ordenamiento y regulación el borde costero, debido a la diversidad de actividades que allí se desarrollan; la necesidad de saneamientos sanitarios y de equipamiento público (plazas y canchas de futbol) que existía hasta febrero del 2010.
Conclusiones
La identidad cultural está muy afincada en la actividad productiva tradicional (pesca artesanal). En ella, la comunidad encuentra un referente común, que le ha permitido desarrollar ciertos valores, como el esfuerzo, la solidaridad y el compañerismo, pero principalmente el sentido de “unión” frente a situaciones catastróficas ocurridas en el pasado (pérdida de embarcaciones en el mar). Esta unión se puso en práctica durante el tsunami del 2010.
La historia de caleta Tumbes ha estado marcada por eventos de riesgo, asociados a incendios forestales, derrumbes de laderas y marejadas, de ahí que la población tenga un alto conocimiento de los peligros.
Los valores generados por la pesca artesanal redundan en un “ambiente familiar”, donde todos se conocen y confían -o tienen que confiar- en el otro. Junto a esto, se destaca la “tranquilidad” en la caleta, que contribuye a la autoestima colectiva y, además, explicaría la confianza depositada en los hombres de mar de la caleta, por encima de las autoridades regionales y nacionales, durante la madrugada del 27 de febrero.
La autoestima colectiva demuestra que existe un gran sentido de pertenencia, dado que a la mayoría de la población le gusta el lugar que habita y no está dispuesta a abandonarlo. Esto implica que la población se interese e involucre de manera activa en los acontecimientos que afectan a la caleta.
De la relación entre identidad cultural y autoestima colectiva surge la “eficacia colectiva”, entendida como la creencia de poder actuar conjuntamente y lograr el efecto esperado. Esta eficacia se ha ido configurando en la historia de cada comunidad y tiene la virtud de dar un sentido de compromiso activo del individuo con su grupo de pertenencia (Sampson 2003, citado en Uriarte 2013). Es decir, la historia de Tumbes, marcada por situaciones de riesgo, habría generado el sentido de pertenencia que hay en la caleta.
Las dimensiones de identidad cultural, humor social y autoestima colectiva implican la formación de estructuras de identidad, supervivencia y pertenencia, aspectos fundamentales para la resiliencia. Estas características, que se han ido gestando a través del tiempo, calzan mejor dentro de la resiliencia entendida como un resultado (Cutter et ál. 2008), que en este caso corresponde a la forma de enfrentar el evento del 27 de febrero y la emergencia posterior. Es decir, la identidad, la supervivencia y el sentido de pertenencia permitieron que la población reaccionara positivamente frente a la emergencia y que se recuperara posteriormente.
Las dimensiones más débiles de resiliencia comunitaria son la estructura social cohesionada y la honestidad gubernamental comunitaria. En relación con la primera, se observa una disgregación de las organizaciones sociales y una falta de legitimidad de los gobernantes locales, lo cual se explica por la permanencia en los cargos de los dirigentes sociales.
Respecto al proceso de reconstrucción, los proyectos fueron evaluados favorablemente, aun cuando contribuyeron a generar nuevos conflictos, asociados al hecho de potenciar el turismo gastronómico en desmedro de las actividades tradicionales que dan identidad a la caleta.
El PR inhibe la cohesión de la estructura social, ya que esta dimensión requiere oportunidades o espacios para la convivencia y la participación social (áreas verdes) que no han sido proporcionados por el aquel.
El evento del 27 de febrero del 2010 puso a prueba las dimensiones de resiliencia, donde resultaron reafirmadas las dimensiones de identidad cultural, autoestima colectiva y humor social, mientras que otras dimensiones -cohesión de la estructura social y honestidad gubernamental comunitaria- se mostraron débiles, lo que parecía venir de antes o se desencadenó en el proceso de reconstrucción.
Las dimensiones de cohesión de la estructura social y honestidad gubernamental comunitaria no fueron atendidas o potenciados por el PR, y es posible que incluso este instrumento haya afectado algunas dimensiones sólidas, por ejemplo, a la identidad cultural, al querer convertir o reforzar la caleta en su aspecto turístico, como polo gastronómico, algo que los habitantes no perciben como un rasgo esencial del lugar.