Introducción
Con pretexto de la participación en el 10° Foro Urbano Mundial de 2020 (WUF, por sus siglas en inglés), convocado por la agencia UN-Habitat de la Organización de las Naciones Unidas -en adelante, ONU- en el Centro Nacional de Exposiciones del Capital Gate, conocido como la Torre Inclinada1 de Emiratos Árabes Unidos -en adelante, EAU- (Figura 1), alterno a la agenda misma del evento era inevitable no cuestionarse si la ciudad anfitriona, Abu Dabi2, construida sobre un conjunto de islas en un ejercicio de dominación de las arenas del desierto, podría ser considerada como una utopía urbana en un contexto de cambio ambiental global. ¿Por qué una utopía3? porque el marketing urbano ha creado de ella y de sus hermanas en red (Dubái, La Meca, Doha, Al Medina -que traducida del árabe significa tácitamente "la ciudad"-, Riad, Dammam, Kuwait, Manama), el imaginario, la toporrepresentación4 (Avendaño Arias 2016; 2018) de ser urbes futuristas, deseadas, idealizadas, armónicas y de vanguardia para satisfacer las necesidades humanas (Ruyer 1950; Vieira 2010) gracias a la tecnología y las inversiones inconmensurables.
De esta combinación de ideas como un intento de aporte a la teoría geográfica contemporánea enfocada en los procesos de urbanización emergentes en el mundo global, surge el siguiente escrito en el que se plantea si tales ciudades de la región de oriente medio y próximo podrían ser un tipo de ciudad diferencial, una arabépolis que se debate entre la utopía y la distopía5. Pero ¿qué es una arabépolis?, como se sustentará en el texto, el elemento que ha llevado a construir esta hipótesis categórica urbana es el factor común que ambas, utopía y distopía, poseen en torno a las ventajas comparativas de sus reservas de hidrocarburos y los petrodólares, la posterior consolidación de servicios financieros mundiales, la explotación del mercado inmobiliario y de un estilo urbanístico y arquitectónico particular, el turismo de lujo, la idealización de un modelo de vida, la exacerbación del dominio de los elementos de la biosfera justificados en los milagros de haber emergido de las arenas inertes del desierto, el control político, social, religioso y económico por parte de sus monarquías y, por qué no, la construcción de un tipo de modelo urbano contemporáneo más allá del neoliberalismo clásico, así como la captación de la ciudad y el mercado inmobiliario ampliamente ya estudiado por Harvey (2007; 2015) y Soja (2008).
El documento se estructura en tres partes. Primera, ciertas aproximaciones geohistóricas de Abu Dabi (aquí propuesta como arabépolis de Abu Dabi); segunda, reflexiones en torno a las principales características que la tipifican, incluyendo las externalidades y el consumo de energía que se necesarita para mantenerse en función; tercera y a manera de cierre, planteamientos sobre dualidad utopía-distopía de este modelo de ciudades, en un contexto de cambio ambiental global. Metodológicamente se busca reivindicar el rol de la observación geográfica, como experiencia y análisis del paisaje a través de los sentidos y del trabajo de campo continuo en la vida cotidiana de los geógrafos (Santiago Rivera 1998; Sánchez Zambrano 2000; Sánchez y Godoy 2002; Avendaño Arias 2011; 2012; 2018), como base hermenéutica de la comprensión del mundo y sus relaciones espaciales y territoriales. Por ello la motivación luego de visitar los EAU en febrero de 2020 y las posteriores reflexiones que han surgido para entender la emergencia de torres y torres sobre el desierto de Liwa al este de la península arábica, como expresión del poder económico y geopolítico contemporáneo de estos emiratos y su impresión en 3D.
Aproximaciones a una geohistoria de la arabépolis emiratí
Lefebvre (1973; 1976), afirma que las ciudades son lugares de interacción social de gentes y grupos diferentes, heterogéneos, que expresan en su materialidad (morfología, forma y función), los códigos y las lógicas de apropiación de los espacios, los modos y las relaciones de vida, los imaginarios y, por supuesto, los artificios del poder dominante en tensión con las subversiones emergentes (Avendaño Arias 2016, 2018). Aun así, en pleno 2020, en donde las ciudades tienden a ser el escenario por predilección de las actividades humanas (Sassen 1991), muchas de las teorías clásicas sobre los estudios urbanos construidas a lo largo del siglo anterior pareciesen estar en permanente reinterpretación (Soja 2008), en tanto se imponen retos que no se preveían en las décadas de los setenta u ochenta. Quizá sea este el caso de Abu Dabi, la capital política de EAU.
Abu Dabi, junto con su hermana Dubái, hoy por hoy son consideradas como dos de los focos convergentes urbanos más importantes del mundo en temas financieros, inversores, turísticos, arquitectónicos y, por supuesto, de opulencia, poder y riqueza, construido ello luego del hallazgo de petróleo en sus subsuelos6 hacia 1958 (Brozzone 2019). Esta condición, como se documentará posteriormente, pareciese ser uno de los atributos de la propuesta que acá se elaborará en torno de la categoría de arabépolis. Dicho por sus residentes, locales y extranjeros, en realidad el adjetivo calificativo que las pudiese representar sería "más", pues sus líderes políticos y económicos se ufanan de contar con: el edificio más alto del mundo el Burj Khalifa (Dubái) (Figura 2), el centro comercial más grande del mundo el Dubái Mall (al mejor estilo norteamericano, apestados de cientos de locales de las marcas comerciales más lujosas), la más alta densidad de rascacielos del mundo por metro cuadrado (Figuras 3 y 4), la mezquita blanca Sheikh Zayed (tumba del padre fundador de EAU) conocida como la construcción más grande del mundo hecha en mármol blanco y contenedora de la alfombra más grande del mundo -5.600 m2- (Figura 5), el Emirates Palace que es el hotel más caro del mundo, el circuito de carrera más rápido del mundo, el más completo hospital de halcones del mundo, la máquina dispensadora de oro, el único café con oro del mundo, el uso exclusivo de los vehículos más caros del mundo aún no puestos en el mercado, las islas artificiales más grandes del mundo (Isla palma Jumeirah, isla palma Jebel Ali y la isla del mundo), EAU el país con más porcentaje de inmigrantes del mundo (89,16 %), la isla de la felicidad Saadiyat Island con la más alta concentración cultural del mundo (Museo Louvre, Museo Guggenheim, etc.) (Figura 6), incluso, la ciudad con el índice de accidentalidad vial más alto del mundo (todos localizados en Abu Dabi, excepto el Burj Khalifa, el mall y las islas artificiales que se encuentran en Dubái) etc.7
Este hecho las ha llevado a edificar ciudades globales verticales en tiempo récord, al mejor estilo de las ciudades champiñones de Asia8 (George 2007), o como se prefiere llamar en este texto "ciudades levadura o baby-city con gigantismo", como una manera de imprimir en 3D el reflejo del poder, sobre un suelo árido.
¿Desde cuándo han sido así? Y, sin ir a fondo, la segunda pregunta es: ¿cómo llegó Abu Dabi a ser hoy, en 2020, una ciudad global emergente tan ágilmente (Sassen 1991), con los roles contemporáneos de la economía mundo? y, por último, ¿qué implicaciones posee esta "utopía urbana" y el consumo de recursos que ello implica, en un contexto de cambio ambiental global? Como un ejercicio, la orientación de la arabépolis se hará hacia la geohistoria de Abu Dabi. Con los riesgos que ello implica, se intentará simplificar, en 3 momentos, cómo ha nacido esta ciudad (Figura 7) a partir de las finas arenas del desierto:
La prehistoria más o menos hasta el siglo XVI en 1761.
Entre 1761 y 1971: hallazgo de petróleo en 1958, y
Desde 1971 hasta el presente.
Breve prehistoria
La península arábica y el oriente medio han sido documentados como las regiones en donde se originaron las civilizaciones de occidente, especialmente por el hito marcado en Mesopotamia. Por esta razón, cuentan con millares de textos desde hace más de 6.000 años (Bryce 2009), en medio de la transición entre reinos, imperios, tribus, guerras épicas y califatos, así como por la ubicación de las que serían las ciudades y urbes más antiguas9 del mundo.10
En 2019 fue expuesta en el Museo Louvre emiratí la que es considerada la perla más antigua del mundo, hallada en la Isla de Marawah (véase figura 7) en una cueva, hecho que llevó a concluir que la región ha estado poblada por más de 8.000 años (Al-Fahim 1995), desde el neolítico11. En perspectiva determinista (Delgado Mahecha 2003), dadas las agrestes condiciones biofísicas, el sitio de Abu Dabi estaría casi que condenado a mantenerse como un nicho desértico sin mayor relevancia, tal como lo había sido por más de 8.000 años. De hecho, según Lorimer (1908), en los textos históricos escasamente se alcanza a mencionar que tal sitio perteneció a la periferia del Reino árabe de Magan hasta cerca del año 1.000 antes de esta era, en contraste con otras urbes-estado boyantes como las de sus jerárquicos jurisdiccionales de Yemen y Omán. En el sitio de Abu Dabi parecía un apéndice más del Imanato12 de Omán, quien veía a sus habitantes como pueblos nómadas, tribales dedicados al pastoreo de camellos, la extracción de perlas y al cultivo de dátiles.
En el rastreo bibliográfico se da un gran salto hasta el 632 Dc para marcar la fundación del primer Califato Ortodoxo13 y la expansión del islam (Figura 8). Luego, en el 691, se documenta su caída y el nacimiento de un segundo Califato en la región, el Poderoso de Omeya14, manteniendo a Abu Dabi como parte del Reino de Omán bajo la tutela del mismo Imán (Lorimer 1908) pero sin mayores menciones, es decir, casi que inexistente en la estructura espacial, social y económica. Esta descripción toma relevancia no solo para exponer la insulsa geohistoria de la poderosa ciudad moderna en el tiempo, sino también para dar los primeros elementos del rol y el peso que empezó a tomar y que tiene el islam en la región desde ese momento, por más de 1.500 años, para mantener una estructura de monarquía absolutista perenne, existente hoy como base de la cohesión socioterritorial que, en cierta medida, explica el "éxito" de la utopía contemporánea de Abu Dabi y del mismo Dubái, de la que se pudiese hablar extensamente en otro texto como una vertiente particular de las arabépolis.
El tercer Califato, de Abasi, se afianza en estos territorios hacia el 750, consolidando grandes ciudades-Estado hacia el norte y el oeste, con imponentes palacios en su centro, como sus vecinos del Imperio Persa, de quienes se ejemplifica la grandeza de Bagdad y su urbanismo de ciudad circular junto al río Tigris. Esta es la evidencia de la preexistencia de grandes ciudades antiguas ya hi-perpobladas en el medio y cercano oriente, con diferenciación social compleja y de muy opulentas viviendas, así como también de suburbios para la gente del común, y amplios bazares (Lorimer 1908; Bettencourt 2013) apenas comparados actualmente, por ejemplo, con el Gran Bazar de Estambul, de antecedentes urbanos robustos, pero no propiamente en el sitio de Abu Dabi.
En 751 se proclama el Imanato de Omán15, al que siguieron perteneciendo las tierras del hoy EAU. En suma el sitio de Abu Dabi no fue más que la periferia de diversas formas imperiales, haciéndose conocer, quizá, por la fama de saqueadores de barcos mercantiles que navegaban el golfo (Brozzone 2019).
Los Bani Yas, la geopolítica del protectorado y los cimientos de la ciudad
Si bien el sitio de Abu Dabi posee sus raíces en la prehistoria, paradójicamente el conglomerado de ciudad en realidad apenas es reconocido como emergente en la historia en 1761, casi 6.200 años después, con el registro de la construcción del hito de Qasr Al Hosn o Al Hosn Palace en la isla Abu Dabi de Melih (véase figura 7) (Frauke 2005). Este es identificado como el edificio en forma de torre circular más antiguo de la ciudad16, cuya función era la de proteger el ancestral asentamiento pesquero17 (Figura 9).
A finales del siglo XVIII aparece en el escenario la confederación tribal Bani Yas o Banu Yas, quienes bajo la dinastía de la familia Al Nahayan18, la misma que ha ostentado el poder hasta hoy, toman el control de toda la gran costa oeste hasta el norte en el territorio de Dubái y al este en la ciudad-oasis de Al Ain, actual frontera con Omán (Figura 7) (El Shammaa 2008). Estos territorios occidentales estaban bajo la soberanía el Imanato de Omán, tomando el nombre de Estados de la Tregua o Omán de la Tregua (Lorimer 1908), es decir, pueblos periféricos. Durante estos tiempos se mantienen como un emirato beduino, pobre y subdesarrollado, caracterizado por la pesca y comercio de perlas. En medio de los ataques piratas que cometían sus pobladores sobre el estratégico Estrecho de Ormuz -"autopista de la ruta de la seda"- aparece el imperio británico que "intercede" en 1853 para firmar un tratado de paz y dar fin a los constantes robos y confrontaciones entre tribus (Bruzzone Martínez 2019)19.
El sitio de Abu Dabi, una ciudad árabe premoderna20, ubicada sobre un complejo de islas costeras del este del golfo, adquiere protagonismo en lo que Schwarz (2007) y Petras y Veltmeyer (2002) documentan como la segunda oleada de la globalización. Sin embargo, su morfología y tipología no cambiaría y parecía estar detenida en el tiempo: casas beduinas simples, con hojas de palmas y paredes de barro o tiendas armadas en telas, en un paisaje terracota, conglomeradas de manera tribal dispersa, sin abastecimiento de agua, energía o alcantarillado (El Shammaa 2008).
La economía de Abu Dhabi se basaba en la pesca submarina de perlas. Debido a este estilo de vida itinerante y condicionado por el clima extremo y la escasez de recursos, la arquitectura tendió a ser efímera. Incluso en los asentamientos más estables, la vida de las construcciones tenía un promedio de 5 años. Las viviendas originales estaban construidas en estilo barasti, hechas de hojas de palma secas, llamadas areesh, forradas en esteras o paneles (usualmente importados de Irán u Omán) y postes de madera importada de la India, sin usar clavos. Torres de viento o torres eólicas fueron adicionadas a las viviendas y funcionaron como elementos de acondicionamiento climático, extrayendo el aire caliente por conducción, dadas las altas temperaturas y la humedad extrema de la zona. Las torres eran construidas provisionalmente en verano y retiradas en invierno. (Zeballos 2013, 85)
El punto de quiebre empezaría en 1939, cuando el jeque Shakhbut bin Sultán Al Nahayan21 otorgara la concesión de exploración de hidrocarburos a los ingleses y sus aliados22. En 1952 se da el icónico descubrimiento del primer yacimiento de petróleo de Abu Dabi en la plataforma marina del campo de Umm Shaif (Figura 7), hito que cambiaría la historia reciente no solo del destino geopolítico, urbano, morfológico, funcional, social y poblacional de este emirato, sino también de sus hermanos al entrar a la era de los petrodólares. Con las ganancias del primer cargamento exportado en 196223, además de empezar a estructurar la futura empresa petrolera estatal de EAU ADNOC24, se dio la inversión de recursos para la planificación masiva25 de escuelas, viviendas, hospitales, carreteras y mezquitas más estructuradas26, y la idea de convertirse en una ciudad moderna (Figura 10)27.
Fuente: Qasr Al Hosn Visitor Centre (2017).
Nota: el año en que se descubrió petróleo allí, con Al Hosn Fort en la esquina superior derecha, el único edificio histórico en Abu Dabi que se conserva.
La ciudad asumió la morfología reticular algo alargada, rectangular, en sentido noroeste/sureste, mucho más compacta en la "zona antigua tradicional" de Qasr Al Hosn (Figura 11), al mejor estilo occidental-funcional Lecorbusiano (Huse 1985), un poco más estirada en una proporción de manzana de 1 por 5, lo que marcaría las arterias viales hasta hoy. Más que un detalle curioso de la forma de la ciudad, lo particular es que al no tener raíces urbanas típicas árabes prehistóricas, contrario a lo que ocurre en Omán o Yemen, o los laberintos urbanos de La Meca y Medina, o los persas de Bagdad y los turcos de Estambul y Ankara, Abu Dabi tomó la decisión racionalista de imprimir su poderío 3D en el estilo arquitectónico internacional contemporáneo, casi que sin identidad, de diseño desarraigado (Zeballos 2013)28.
La era de los EAU y la transición del olvidado sitio hacia una suntuosa ciudad global
Abu Dabi pasó de ser un caserío de camellos y tiendas, a tener nombre a nivel mundial debido al oro negro que impulsó una "nueva ciudad" desde las arenas del desierto, y qué ciudad. Esto coincidió con la perspectiva de los Jeques emires de la dinastía Al Nahayan, especialmente del Sultán Zayed II bin de Abu Dabi quien, junto con el emir de Dubái, en un primer intento en 1968 propusieron el fin de los Estados de la Tregua para crear la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico con los 9 tribus-territorios. Sin embargo, este primer hervor fracasó pues 2 de los 7 emiratos, Catar y Bahréin, prefirieron tener su propia petroeconomía29 (Frauke 2005). Según Bruzzone Martínez (2019), EAU corrió con otro tipo de suerte adicional y fue la crisis del petróleo de 197330. Esto podría ser uno de los hechos característicos en la configuración de estas arabépolis, a diferencia de las de origen prehistórico. Lo anterior quiere decir que muchas de las situaciones que se dieron para esta figura macro urbana fueron coincidencias, lo que para el mismo Bruzzone Martínez o para Mohammed Al-Fahim (1995), solo podrían ser potencializadas por la perspectiva de sus líderes, los emires.
Los petrodólares les permitieron asumir los preceptos de la modernización (Frauke 2005). Ello se vio reflejado en el proyecto de seguir dominando las condiciones biofísicas del desierto de Liwa, su clima extremo, la ausencia de agua potable, pero ya no como nómadas sino como sedentarios y bajo el modelo urbano capitalista (Harvey 2007; Soja 2008). Planearon vías para configurar la ciudad y penetrar el desierto (Figura 12), así como la creación de redes de agua potable, acueducto, alcantarillado y energía, de la mano de un conjunto de servicios sociales (educación, salud, etc)31.
En los ochenta y noventa Abu Dabi seguía creciendo. Sin embargo, otro hito emerge: la conciencia del peligro por la dependencia petrolera (Bruzzone Martínez 2019). Esto llevó a sus gobernantes a diversificarse, hecho que la terminase de impulsar para ser tipificada hoy por hoy como un nuevo tipo diferente de ciudad mundial.
La gran transformación de la ciudad comenzó en los noventa, cuando las autoridades se dieron cuenta que sus reservas de petróleo se extinguirían en 20 años y decidieron entonces virar su economía hacia el comercio y el turismo de lujo. Según el profesor Samer Bagaeen, el catalizador de la expansión fue la decisión del emirato de permitir a extranjeros la adquisición de propiedades (a excepción de ciudadanos de Israel). Conjuntamente, lo fue la decisión de los poderosos monarcas de invertir en su propio país adquiriendo igualmente el rol de promotores y ejecutores de muchos de los emprendimientos colosales de los últimos años. (Zeballos 2013, 88)
Arabépolis: ¿ciudades emergentes? ¿ciudades tipo?
Desde el inicio del texto se ha mencionado la categoría de arabépolis, pero qué la define.
En contexto
Si bien sería necesario un rastreo urbano más amplio del área de influencia árabe de oriente medio y próximo, de la península arábica y el norte de África, para discutir similitudes, se ha recurrido al foco en EAU, Abu Dabi, para proponer un término que identifique a ciudades recientes, champiñón (George 2007); aglomeraciones urbanas que han crecido de la nada, a una velocidad inconmensurable a partir de un factor multiplicador, con morfologías específicas, pero que a diferencia de muchas otras con antecedente petrolero como en Venezuela, México, Canadá, Nigeria o Colombia, se han convertido en uno de los principales ejes de poder de la economía mundo. La propuesta también va orientada a reflexionar sobre este "nuevo modelo", junto al de Dubái, de Doha en Catar, o Manama o Dammam en Baréin, Saná en Yemen o La Meca y Medina en Arabia Saudita, por ejemplo, que se están posicionado en un contexto contemporáneo con formas, funciones y morfologías particulares gracias al azar de los petrodólares allí explotados, como manera de la "materialización" de una utopía urbana contemporánea, la misma que ha de ser leída a la luz del cambio ambiental global, por la huella ecológica y el flujo y consumo de energía que en ellas se dan, para poder conservarse vigentes.
Y ¿qué significa arabépolis? es una palabra compuesta: árabe y polis; árabe, haciendo alusión al conjunto socioterritorial procedente de la península arábica que luego se extendió por el norte de África y oriente próximo; y polis no exactamente en la herencia griega eurocéntrica, en tanto se parte de la idea que algunas categorías pueden ser resignificadas (Soja 2008). Se podría haber recurrido a la raíz latina urbs: congregación de calles, edificios y estructuras, sin embargo, limitaría el contenido y la misma semántica. Por el contrario, polis atrae la idea de ciudades-Estado (Lezama 1993), con un centro irradiador desde la acrópolis o lugar alto, con edificios emblemáticos que concentran el poder, característica esta que, sin ser exclusiva de Abu Dabi, sí tiene la semblanza en sus rascacielos, sus mezquitas y la simbología de poder.
Polis en tanto ciudad-Estado, significa la unificación de territorios en torno a un núcleo urbano, debido a su jerarquía tal como ocurre con Abu Dabi, Dubái, Mecca, Doha, Medina, Riad, Dammam, Kuwait, Manama, casi que con autonomía por sobre los países modernos a los que pertenecen, pues ciertamente sus Estados-Nación-Territorio (Delgado Mahecha 2003), anclan su existencia a tales urbes centrales, polis, ciudades que quizá no desaparecerían así sus países se desintegraran.
Según Hansen y Nielsen (2004), las polis clásicas primarias también se conocen porque las decisiones políticas eran tomadas por los representantes de las familias más poderosas, en donde un gran líder, caudillo, era el centro del poder militar, religioso y económico, comparable con la monarquía que domina los países árabes de los que se ha hablado y la corte de los emires, pues en uno y otro caso no operaba ni opera la democracia. Es cierto que no se puede decir que todas las ciudades del mundo árabe se han de llamar arabépolis, pues no tienen esta misma estructura que se intenta caracterizar, por ello se hace el esfuerzo de detallar el rol jerárquico y de poder que tienen aquellas consolidadas con los petrodólares. Para terminar, también se ha recurrido a esta acepción por las similitudes que se han encontrado en la divergencia de derechos de los ciudadanos (De Polignac 1984), pues tanto en la polis clásica como en las árabes contemporáneas hay formas de diferenciación sociodemográfica, esclavitud moderna y privación de libertades, especialmente en aquellos que han llegado en condición dominante de migrantes, bajo el modelo de la Kafala.
¿Qué podría tipificar una arabépolis?
Esta región del mundo se ha caracterizado por contar con diversos sistemas de ciudades desde hace más de 5.000 años, mucho antes de ser toporrepresentada (Avendaño Arias 2016, 2017, 2018) como un territorio árabe, entonces: ¿las relaciones culturales y territoriales ya no han esgrimido una tipología urbana endémica? La respuesta sería sí, pero la diferencia actual radica en que es necesario plasmar un conjunto de características que en la antigüedad no existían y que a continuación se intentarán plantear a manera de hipótesis, en unión a lo escrito ya en el apartado anterior. Así las cosas, el modelo de arabépolis inspirado en Abu Dabi se toporrepresentará particularmente en expresión de las formas de apropiación del espacio de la siguiente forma:
1. Un primer factor común es que no necesariamente están vinculadas con un imperio, pues han emergido producto del azar del factor multiplicador, petróleo y gas, indispensables en la economía mundial actual, pero que además requirieron de un escenario excepcional como lo fue la crisis de 1973, que les permitió a las ciudades de esta región, acumular riqueza por los precios elevados del petróleo. Esta es una condición que no todas las ciudades champiñón de China cumplen, por ejemplo, incluso tampoco lo hacen otras ciudades árabes de la región.
2. Entran a jugar un rol geopolítico en el sistema global, no por su situación geográfica estratégica, pues como en el caso de Dubái y Abu Dabi, eran la periferia de los grandes imperios.
3. Poseen una trilogía de poder entre religión, monarquía absoluta y sistema económico, base de la cohesión territorial y financiera.
4. Aun cuando están emplazadas en situaciones biofísicas extremas: altísimas temperaturas e irradiación solar, en un territorio donde el 90 % del área en EAU es desértica, el proyecto político y territorial se ha orientado en la creación de ambientes artificiales habitables, superando el determinismo geográfico, por medio de la compra de tecnologías de vanguardia.
5. Sobre su morfología y estructura, se ha creado una tipología arquitectónica propia bajo el precepto que muy "pocas cosas son imposibles". Este aspecto ameritaría un espacio particular, sin embargo, en conversaciones diversas con el arquitecto Dan Gamboa, se concluye que son la conjugación de lo que Charles Jencks ha llamado Corporate modernism, Zaha Hadid Biomorphic Space y Foster New Modernism, todos integrados en conjunto, en la mejor expresión pos-moderna. Su característica es que edificios y rascacielos son cubiertos por superficies en vidrios, de estructuras en acero estilizadas, puras, limpias y simples con perspectiva futurista, con vidrios que reflejan los colores azules del golfo y oro del desierto y formas onduladas en tributo a las dunas (Figura 13). Son rascacielos que buscan "llegar al cielo", o en palabras de Jhon Williams Montoya32, "son torres de Babel contemporáneas por su altura, su excepcionalidad y por la congregación de lenguas de todo el mundo". A lo anterior hay que sumar que son construcciones fundidas sobre las arenas del desierto, hecho que impone retos a la física dada su dimensión, pues son de gran peso y deben resistir a las incursiones de las tormentas de arenas, por lo que el diseño y los materiales no pueden ser menospreciados.
6. No se puede pasar por alto que, en estos últimos cincuenta años, los nativos emiratíes han transformado su tradición beduina trashumante por el desierto, de vivir y dormir en improvisadas viviendas de tela y un tipo de bahareque (heces, arena y agua), en el mejor de los casos, a la de un sistema de propiedad privada especulativo, cómodo y lujoso33 (Figura 14).
7. Como consecuencia del mercado inmobiliario que no para, 24 horas, 7 días de la semana construyendo y edificando, es posible evidenciar que al igual que en Ciudad de Panamá, por ejemplo, muchas de las torres construidas están vacías: con una inmensa oferta en contraste con la baja demanda de ocupación. A esto hay que sumarle el hecho de que muchos de los emiratíes locales no habitúan vivir en las alturas de sus rascacielos, pues prefieren seguir edificando barrios de mansiones inmensas, de 2 o máximo 3 plantas de altura, de fachadas ocres y tonos tierra, con amplias zonas verdes internas y parqueaderos, destinadas a la socialización de los niños. Incluso, muchas de sus élites siquiera residen allí, pues viven una cotidianidad de lujo en Europa (Figura 15).
8. Sobresale, al igual que en el resto del mundo musulmán, la presencia de mezquitas cada 200 o 500 m con sus imponentes cuatro minaretes, lo que le imprimen un cautivador ambiente.
9. Abu Dabi posee un irrisorio núcleo histórico pues la gran mayoría de la ciudad se está estructurando en la lógica reticular poco común en la región (Figuras 11 y 12), ya que las ciudades clásicas árabes son laberínticas.
10. Es una ciudad poco amable para el peatón, no posee una escala humana, en tanto son limitados los espacios públicos de tránsito y encuentros en medio de los barrios y sectores residenciales (Avendaño Arias 2011, 2012). Si bien sus vías son majestuosas, veloces, con diseños igualmente innovadores, estas son largas cintas de tres o cinco carriles en las que un peatón, en medio de los más de 40 °C bajo sombra, no encuentra infraestructuras de descanso, ya que la movilidad es incentivada para vehículos de lujo, quemando gas, petróleo o energía eléctrica.
11. Las viviendas son los lugares de encuentro social por predilección más que en espacios públicos. Sin embargo, la recepción de extranjeros ha impuesto la moda de reuniones sociales privadas en hoteles, en donde sí se puede consumir alcohol, ya que en el resto de espacios es considerado delito.
12. La artificialización de los espacios verdes urbanos. A pesar de su ambiente desértico, Abu Dabi posee vegetación, árboles y plantas ornamentales entre las vías, los andenes y sardineles. Pero, ¿cómo se logra ello en el entendido que solamente los oasis podrían soportar vegetación diferente a las emblemáticas palmas? Pues la respuesta es que hay un sistema de riego de agua 24/7 a lo largo de toda la urbe, por goteo controlado automática o manualmente según la especie, lo que a veces lleva a pensar que no se está en una ciudad construida sobre arenas de oro. No sería posible de otra manera, pues no cuentan con ríos, pero han dispuesto todos los petrodólares para que el sistema funcione, de hecho, el mismo Jeque se ha puesto la meta de sembrar más de 1.000.000 de árboles y palmas para "menguar" la ya preexistente isla de calor y, como parte del discurso de identidad territorial, de mantener a esta especie como la insignia de una sociedad que se ha alimentado de sus frutos por más de 5.000 años (Figura 16).
13. Sin ser una ciudad densamente poblada, se han configurado sistemas de presión y extracción de aguas subterráneas, por lo que podrían quedarse sin agua subterránea para el 2030 (Malek 2015). A su vez, no poseen dependencia alimentaria total del exterior, pues han incursionado en cultivos de frutas y hortalizas, las mismas que necesitan de sistemas de riego y de disposición de agua de la región de Al Ain. Para ello, desalinizan aguas del golfo, pero a un precio que solo puede cubrir la bonanza de sus negocios34, de hecho, Gallego Pérez (2015) y Simpson (2013) consideran que diariamente, desde 2010, se produce agua potable en 9 millones de m3, a un costo de 18 millones de dólares por día (Figura 17).
14. En otro ámbito, si bien su naturaleza reciente es debida al hallazgo de hidrocarburos, la economía ha venido rompiendo la dependencia del comercio del petróleo, "abriéndose" a otros nichos del mundo occidental, principalmente en la diversificación en mercados financieros, inmobiliarios, inversiones y turismo. Tal transformación ha venido en dos sentidos: tanto en la apertura de sus fronteras y condiciones para recibir agentes extranjeros que dinamicen los negocios en sus espacios del corporate modernism o del down town; como en la colonización y expansión de los emiratos a otros lugares del mundo a través de las inversiones de los Jeques en valores occidentales, ya sea clubes de futbol, emporios empresariales, extracción minera35 o bienes inmuebles estratégicos en Paris, Londres, Berlín, New York, en una táctica que podría ser profundizada como una las particularidades del Antropoceno contemporáneo36 (Steffen et ál. 2011).
15. En la línea de la diversificación económica, en los últimos diez años, sus líderes han visto que el turismo puede ser una fuente muy dinámica de ingresos, por lo que sus fronteras cada vez más son permeables a los ciudadanos de todas partes del mundo (Petras y Veltmeyer 2002; Schwarz 2007). Han empezado a consolidar la toporepresentación del cumplimiento de la utopía, bajo la idea que allí el turista encontrará lo "más". En realidad, han sobrepuesto los intereses económicos por encima de sus bases culturales y religiosas, al punto que hoy se consideran "musulmanes tolerantes" (Zeballos 2013), con tal de garantizar el ingreso de las ganancias del mercado emergente de más de 22 millones de turistas que reciben al año. La imagen de lujo, exceso y riqueza que se vende de Abu Dabi y de Dubái cautiva a un grupo importante de turistas, que al visitarlos desean saber cómo viven los seres más ricos del mundo, también aprovechando, quizá, el cansancio que se tiene de las atiborradas ciudades europeas, en donde la idea de ciudad museo parisina puede estar pasando al desgaste (González y Morales 2009). 16. Como parte de su estrategia para cautivar la atención mundial, al imprimir espacialmente, en 3D, la evidencia de su riqueza y poder, Abu Dabi y Dubái se mantienen en una competencia permanente por seguir en la carrera del "más" opulento, excepcional, excesivo, lujoso y futurista, lo que alimenta en sí mismo su Good Will, al mejor estilo capitalista. Han creado una marca territorial a partir de su historia de éxito, de lo majestuosos que son. Esto sigue sirviendo de nicho del marketing urbano37 (Zeballos 2013) (Figura 18).
17. Han puesto el empeño en convertirse en la sede de fábricas, bancos y multinacionales, lo cual lleva a plantear en 2020 a Abu Dabi como distrito financiero transnacional, incluso, como una segunda generación de ciudad global, por ser núcleo del poder mundial, sobrepasando los límites del Estado-Nación, ya que allí se transan y se deciden los negocios más influyentes del planeta entero, por sobre Londres y Nueva York superando los planteamientos de Sassen (2009), y acercándose a las reflexiones de Ghorra-Gobin (2009) y los nuevos núcleos de poder del mundo (Montoya, 2018).
18. Es indispensable que exista mano de obra que la opere. De los 9,8 millones de habitantes de EAU aproximados a 2019, entre 1,5 y 2 apenas son locales. Se estima que por cada nativo hay de 4 a 5 extranjeros que realizan las más diversas labores y operaciones en empresas públicas y privadas, y demás establecimientos comerciales38, cuyas procedencias son de India (41,07 %), Bangladés (12,96 %) y Pakistán (11,79 %); los restantes son provenientes de Europa y de Latinoamérica (Datosmacro.com 2020)39. Por un lado, se amplía la apertura al mundo de la que ya se ha hablado y, por otro, se profundizan los vínculos40 milenarios de la península hacia el este con el índico41. Dada la limitada población local y la abundancia de recursos para pagar a foráneos, este país asumió la estrategia de cautivar a cuanto extranjero estuviese dispuesto a vivir en medio de tal utopía, pues sin toda esta mano de obra no sería si acaso posible que hubiesen construido todo el emporio inmobiliario futurista.
19. La diversidad cultural ha generado formas de segregación socioespacial, debido a que no se permite la convivencia de emiratíes con extranjeros. Estos últimos habitan en residencias al exterior de Abu Dabi, en condiciones de hacinamiento, al punto que en una casa de 40 m2 deben dormir de 15 a 20 migrantes, eso en el caso de aquellos que no sirven en la primera línea del lujo local, pues siendo la excepción, estos últimos, pilotos, financieros, economistas, ingenieros, han empezado a asumir formas de vida local: en viviendas mucho más cómodas y costosas que son pagadas por ingresos que superan los 10.000 dólares mensuales, que reciben como salario. Ciertamente se afirma que no existe la pobreza monetaria, ni el desempleo, ni la victimización por hurtos, bajo la premisa de que tanto cada trabajador local como cada migrante posee un contrato laboral formal (Figura 19), aun cuando muchos de estos estén bajo el sistema Kafala, que en ciertos casos implica que se les coarte libertades para salir del país, la retención de su pasaporte y/o el pago mínimo apenas para sobrevivir.
20. Y, por último, la tendencia a construir cites new o barrios nuevos, bajo el lema de ciudades 100 % sostenibles, como el caso de Ciudad Masdar, cerca del aeropuerto de Abu Dabi, como respuesta al alto gasto energético que es observado a nivel mundial, para mantener la utopía. En la exposición del 10° WUF fue presentada como un espacio urbano que albergará a más de 40.000 residentes y 1.500 empresas y al ícono de la Agencia Internacional de Energías Renovables IRENA, buscando reducir al máximo las emisiones de C02 y, en consecuencia, minimizar la huella ecológica.
El consumo energético de una arabépolis ¿los costos de una utopía?
Es inevitable que se queden por fuera muchos otros aspectos de esa cautivadora ciudad, eso tendrá lugar en otros textos futuros. Sin embargo, antes de pasar al cierre, es necesario preguntarse ¿cómo, en un contexto de cambio ambiental global, es posible que se mantenga una presión tan inmensa sobre todo tipo de recursos (gas, petróleo, energía, agua) y estructuras sociales, con el fin de mantener viva una utopía? ¿No será esto, por el contrario, un indicio de distopía, un gran artificio insostenible, incluso indeseable? Ya desde 2007, la World Wide Fund for Nature (WWF) Living Planet Report, ha afirmado que:
EAU fue el país con el mayor nivel de impacto ecológico por persona del mundo, y desde entonces se ha mantenido en los primeros puestos. Los niveles de consumo de energía y agua son también de los más elevados mundialmente, y sus residentes son de los que más basura producen. (Gallego Pérez 2015, 3)
Ojeda Florido (2011) documenta, por ejemplo, que el 80 % de la huella de carbón del país es causada por la producción de agua potable y energía, y el 70 % de la energía va destinada exclusivamente al funcionamiento del necesario aire acondicionado, generando gran dependencia del gas y produciendo inmensas externalidades:
En la actualidad todas las plantas de electricidad en Dubái funcionan con gas, pero en 2030 Dubái tiene previsto llegar al 5 por ciento de sus necesidades energéticas a partir de energía solar, el carbón proporcionará el 12 por ciento, la energía nuclear el 12 por ciento y el resto provendrá del gas. Dubái tiene la intención de obtener la energía nuclear, de Abu Dabi, donde las autoridades están construyendo una planta nuclear. La demanda de energía en Dubái creció en un 5 por ciento en 2014 y la capacidad instalada actual es de 9.700 MW Los Emiratos Árabes Unidos en su conjunto tendrá que generar 160.000 puestos de trabajo en 2030 para alcanzar sus objetivos de economía verde. (Carvalho y El Dahan 2015, s. p.)
Es decir, que contrario al alcance que pueda tener el proyecto de la ciudad autosostenible de Masdar (Alameri, 2018), sin perder de vista los impactos y el cuestionamiento sobre la funcionalidad o no de otros proyectos como los barrios palmera de Dubái, el gobierno del emirato se mantiene en la línea de consumo de energía, incluso nuclear (Rahman 2013), con tal de mantener la primacía que ha venido construyendo, cambiando la dependencia fósil, sí, pero al final de cuenta abriendo más brechas en un contexto de cambio ambiental42.
A manera de cierre: utopía o distopía de una arabépolis
Fernand Braudel (1979) formuló el concepto de Ville-Monde (Ciudad-Mundo) para caracterizar grandes ciudades que ejercen influencia determinante en la economía. Por ello, la propuesta de la arabépolis abre un foco analítico contemporáneo en la geografía urbana, ambiental y económica, dados los cambios y la transformación vivida en el sistema mundo, en la transición de los siglos XX y XXI.
Luego del desplazamiento de Londres hace más de 100 años que llevó al posicionamiento global de Nueva York y Washington, y de manera renaciente al de Beijing y Moscú, no se puede despreciar que hoy esta región, en el corazón del mundo, emerge como un actor reverdeciendo con nuevos focos (Abu Dabi, Dubái, etc.), como nodos decisivos de la renovada multilateralidad del poder mundial. Esto no solo por las disposiciones que allí se toman o por los servicios que posee al estilo de las reflexiones de Sassen (1991; 2009), sino además por todo el conjunto de particularidades morfológicas, simbólicas, culturales, políticas, sociales, de representaciones -toporepresentaciones- (Avendaño Arias 2016) y de conexión mundial, que incluye, incluso, la construcción de un nuevo marketing urbano (Zeballos 2013) en torno al lujo, al exceso y la riqueza, que no es propiamente intrínseco de las denominadas ciudades globales típicas. En esta línea, la observación directa y la experiencia geográfica han sido la base de la reflexión, en tanto la posibilidad del vivir el paisaje entrega otros elementos que, sin menospreciar las necesarias acepciones teóricas conceptuales preconcebidas, llevan a sentir más en profundidad la vida cotidiana, las relaciones espaciales, sociales y territoriales que a veces las estadísticas, por ejemplo, generalizan. Allí tiene sentido el ejercicio comparativo de las formas, las funciones, la geohistoria y el acervo teórico para arriesgarse a generar propuestas interpretativas abiertas a las críticas, si no se hace así, entonces ¿de qué manera? o ¿cómo intentar sugerir hermenéuticas contemporáneas?
Así como la ciudad industrial británica y alemana se convirtió en modelo del siglo XIX y luego las norteamericanas con su vocación comercial de bienes y servicios en el XX, como parte de esas utopías y promesas hacia el "progreso y el desarrollo" ¿no podrán las arabépolis ser vistas como un modelo contemporáneo "deseable-alcanzable" -de nuevo utópico- para el tercer mundo, como es habitual con las modas desarrollistas, dado su poderío, la cautivación que genera la "calidad de vida", el consumo y el urbanismo excéntrico del que tanto alardean? Así como la industrialización y la tercerización han dejado notorias huellas socioambientales, que explican en gran medida la crisis biofísica actual: ¿no será pertinente empezar a documentar y cuestionar los impactos de estas nuevas urbes, las arabépolis, su huella ecológica, su segregación e idealización de una forma de vida urbana?
La situación no se puede simplificar a la explicación del azar de un factor multiplicador que les ha permitido emerger de entre las arenas del desierto, y posteriormente tomar el camino para evitar la enfermedad holandesa al diversificar sus sectores, no. Este es, en realidad, un modelo urbano-económico con tintes específicos, que entre muchos otros aspectos adolece de sistemas democráticos, que debe su éxito y funcionamiento al discurso de la dominación y ultranza de los elementos de la biósfera (aire, agua, tierra), que dista considerablemente de una relación armónica sociedad-naturaleza. Dicho de otra manera, ¿no habrá que ver y estudiar con cautela el "milagro árabe" previamente, más en un contexto de cambio ambiental global, y acá agregaría social, con todas las aristas que ello implica?
Esta afirmación nace de la influencia que cada vez es más notoria de las élites emiratíes en la economía mundial. Por un lado, por contar con las ya mencionadas reservas de gas y petróleo, pero también por la expansión de sus negocios inmobiliarios, de inversión y de turismo recíproco a lo largo y ancho del mundo, entendidos como ese oxígeno que muchas economías desean tener sin importar su condición de centro (Londres, Nueva York, Berlín, Paris) o periferia (Barcelona, Buenos Aires, Bogotá).
Con seguridad habrá quien lea estas afirmaciones como una exageración por lo apartado de Latinoamérica y la brecha cultural con el islam, por ejemplo, pero acaso ¿esas no eran las mismas distancias que tenían los centros de poder de los siglos XIX y XX y que terminaron luego imponiendo su proyecto moderno en el mundo entero, para cimentar las formas económicas y las funciones urbanas que conocemos hoy? Ahora son Abu Dabi y Dubái quienes promocionan sus hazañas como un modelo exitoso de crecimiento y desarrollo explosivo en corto tiempo, con soporte fáctico del dominio de las fuerzas de la naturaleza en condiciones biofísicas extremas, pero que a diferencia de otros modelos expansionistas occidentales (Londres, Washington, París) estos emiratos han abierto su economía y sus costumbres pese a cimentarse en el conservadurismo del islam, y han asumido las formas y los códigos culturales de occidente: el consumo, la opulencia y el capitalismo, por lo que quizá no se embarcaran en invasiones o guerras colonialistas, sino en presencias condicionadas para poder acceder a los beneficios de la riqueza emiratí y, con seguridad, bajo el lema de afianzar aliados sociopolíticos ambientales.
En suma, ¿no será este modelo de transformación de las condiciones biofísicas, de dominación de las fuerzas y las arenas del desierto el cumplimiento de un capricho más del capitalismo, en una época de crisis ambiental global? No habrá que preguntarse firmemente si estas son una clara distopía urbana capitalista, de paisajes enajenados43, en tanto sociedad indeseable, que por el azar de un factor multiplicador y un conjunto de aspectos sociopolíticos de sus líderes, construyen un sello propio, una toporepresentación que se alimenta en sí misma (Figura 20). ¿Acaso no podrían empezar a configurarse como referentes y modelos deseados de planificación urbana, dejando al paso un conjunto de externalidades por el coste de mantenerse vigente, máxime en el contexto ambiental actual, donde las urbes majestuosas no se caracterizan propiamente por su baja huella ecológica y consumo de energía? ¿No es necesario reflexionar el antropoceno a la luz de estos nuevos retos urbanos, utopías/distopías, que siguen produciendo los modelos económicos emergentes? Es mucho el camino por recorrer en ese sentido, pues no basta con esperar ciudades materialmente en ruinas como las que ya ha dejado el capitalismo a lo largo del mundo.