Introducción
El concepto de paisaje nació en la tradición artistica para definir una porción del espacio que se ve y se puede representar. Aún, hoy en dia, la palabra evoca entre el público no especializado a un artista pintando lo que percibe de su entorno (Fernández-Christlieb 1984). Sin embargo, el concepto, como categoria cientifica, tiene su origen a partir de la obra de Von Humboldt a finales del Siglo XIX (Mateo 2006) y ha venido consolidándose como categoria superior de análisis del territorio tanto en la geografia como en otras disciplinas. Lo anterior porque, entre otras razones, incorpora no solo las variables objetivas naturales y humanas (que incluyen la transformación histórica del territorio y la reproducción social de los grupos sobre este) sino también el medio percibido, que vuelve al paisaje un ente observado y con SIGnificado para la vida cotidiana de los grupos sociales (Ramirez y López 2015). Es decir que el paisaje es la percepción subjetiva del territorio.
Es asi como el concepto de paisaje se ha posicionado en distintas legislaciones, ordenamientos y estrategias territoriales de diferentes paises. Lo anterior se debe a que, entre las consecuencias de la acelerada expansión de la población mundial y de su capacidad de transformar el medio natural, se encuentra la dispersión del espacio construido y, por lo tanto, la transformación y fragmentación de los territorios que, junto con la implementación de distintos equipamientos e infraestructuras, han redundado en un empobrecimiento del paisaje (Nogué 2010).
La preocupación por proteger, gestionar y ordenar el paisaje de manera sustentable también surge de la transformación del concepto de patrimonio, que pasó de ser algo aislado vinculado al objeto, a la consideración actual del soporte espacial de dichos objetos, es decir el paisaje y su importancia coyuntural para la sostenibilidad, el bienestar social y la mejora de la calidad de vida de las personas que lo habitan (Rey Pérez 2017).
Es en este contexto que han surgido investigaciones centradas en el componente visual del paisaje, que no es el único sentido a través del cual se percibe el territorio, pero si el dominante. Según Nijhuis, Lammeren y Hoeven (2011), el carácter identitario de los ambientes rurales y urbanos es, en gran medida, construído a partir de la percepción visual y por lo tanto se trata de un factor determinante para el comportamiento y las preferencias de las personas y, por lo tanto, para la apropiación, protección, monitoreo, planeación, gestión y diseno del paisaje. Se trata pues de un enfoque particularmente útil en investigaciones aplicadas asociadas a la planeación territorial y urbana (Serrano Giné 2015), ya que como han senalado diversos autores (Capel 1973; Jacobs 2006; Folch y Bru 2017), la percepción del medio tiene un papel determinante sobre el comportamiento humano y, por lo tanto, para la valorización del territorio y la construcción de identidades.
Los estudios que abordan el paisaje a partir de criterios de visibilidad se han clasificado en dos grupos. Por una parte, están los que utilizan métodos directos, estudiando los aspectos subjetivos mediante variables relacionadas con las preferencias estéticas, las percepciones, las valoraciones, y en general aspectos relacionados con la cultura y la identidad. En el segundo grupo están aquellos que utilizan métodos indirectos, diseccionando los elementos que componen el paisaje y evaluándolos individualmente para cuantificar mediante criterios objetivables y técnicos la calidad visual de un paisaje (Franch-Pardo y Cancer-Pomar 2017). Ambos métodos utilizan los Sistemas de Información Geográfica -en adelante, SIG-.
Citando algunos ejemplos, se han utilizado para orientar el ordenamiento territorial a través de variables como son la accesibilidad y la fragilidad visual (Franch-Pardo y Cancer-Pomar 20x7), para evaluar la variabilidad en la percepción de distintos tipos de paisajes (Muñoz-Pedreros, Moncada-Herrera y Larrain 2000), para valorar la calidad visual del paisaje urbano (Briceno et ál. 2019) o la calidad escénica de paisajes periurbanos (Serrano Giné 2015). En el caso particular de los métodos indirectos, para México, se puede afirmar que estos se han aplicado escasamente en paisajes urbanos y/o antropo-naturales (que combinan, como es el caso de la zona de estudio, los dos tipos de paisaje: el natural y el urbano, incluyendo en algunos puntos paisaje urbano histórico).
Es asi como la presente investigación cuantifica a través de métodos indirectos las limitaciones de acceso y visibilidad en las barrancas urbanas de la ciudad de Cuernavaca (capital del estado de Morelos, México), cuyos valores fisico-geográficos, ambientales e históricos se explican más adelante.
En concreto, este articulo se plantea: (i) cuantificar la accesibilidad pública de nueve barrancas del municipio de Cuernavaca mediante procesamiento cartográfico, (ii) analizar los usos de suelo en los predios colindantes a los intersticios de las barrancas, y estimar el porcentaje de superficie destinada a equipamiento urbano de acceso público, por último, (iii) verificar in situ la accesibilidad pública y visual de la barranca de Amanalco, una de las más SIGnificativas desde la perspectiva geohistórica.
Área de estudio
La Zona Metropolitana de Cuernavaca -en adelante, ZMC- se asienta sobre parte de un glacis, formación geológica que en este caso se caracteriza por ser un valle de suave pendiente y alto gradiente altitudinal, con un vasto abanico fluvial que se origina en los relieves montanosos que lo flanquean. Por lo tanto, el noroeste de la ZMC está surcado por profundas barrancas (Figuras 1 y 2) modeladas por el paso de rios permanentes y temporales (Garcia, Torres y Jaramillo 2007). Estas caracteristicas le han concedido, desde la época prehispánica, la fama al valle como lugar de gran fertilidad, riqueza e inmejorable clima.
Antecedentes geohistóricos
Si bien la zona fue habitada y abandonada en el periodo clásico (1500 a. de C.-300 d. de C.), muchos asentamientos actuales del valle de Cuernavaca fueron fundados por tlahuicas y xochimilcas, pueblos de habla náhuatl que llegaron junto a los mexicas alrededor del año 1100. El senorio tlahuica más poderoso fue el de Cuauhnáhuac (origen toponimico de Cuernavaca), y gracias a su cultura intimamente ligada a la tierra desarrollaron una tecnologia de riego por canales que utilizaron en combinación con terrazas en las laderas y presas dentro de las barrancas para obtener una gran variedad de cultivos que tributaban a los aztecas (Smith 2010). La cabecera de este senorio se ubicaba exactamente donde hoy está el centro histórico de Cuernavaca, entre las barrancas de Amanalco y Chiflón de los Caldos (véanse figuras 1 y 2).
Nota: las abreviaciones de los nombres de los municipios que conforman la ZMC corresponden a Cuernavaca (Mi), Huitzilac (M2), Tepoztlán (M3), Jiutepec (M4), Temixco (M5), Emiliano Zapata (M6) y Xochitepec (M7).
Esta situación geográfica privilegiada fue tempranamente aprovechada por los conquistadores españoles, de tal manera que Hernán Cortés estableció sobre la destruida Cuauhnáhuac el centro administrativo de su marquesado, asi como su casa de descanso, imponiendo en la región el monocultivo de la cana de azúcar y aprovechando el sistema natural de irrigación que las barrancas proveian.
A pesar de que el régimen colonial transformaria radicalmente a lo largo de los Siglos los sistemas hidráulicos prehispánicos (Martinez y Murillo 2009), se mantuvo la fama de lugar paradisiaco ideal para el retiro de descanso entre la élites novohispanas asi como entre otros destacados personajes de la historia mexicana1, mismos que disfrutaron de la famosa "eterna primavera" (el apelativo se le atribuye a von Humboldt, que pasó por la zona en 1803) hasta el estallido de la Revolución Mexicana de 1910.
Sin embargo, desde finales del siglo XIX y gracias a la apertura económica promovida por el dictador Porfirio Diaz, Cuernavaca comenzaria a ser más visitada por los habitantes de la capital mexicana, asi como por extranjeros, principalmente por inversionistas y técnicos norteamericanos. Entre estos visitantes estuvo el destacado pintor de paisajes Thomas Moran (1827-1926), quien en 1903 representó en un lienzo la belleza de la barranca de Amanalco (Figura 3).
Durante este primer periodo de esplendor urbano (1880-1910) se construyeron diversas infraestructuras y equipamientos que situaron a Cuernavaca en la era de la modernidad y transformarian su fisionomia colonial, como es el todavia existente puente Porfirio Diaz (Figura 4) sobre la barranca de Amanalco y que conectó el centro de la ciudad con la también recién construida estación de trenes.
Sin embargo, este paisaje urbano histórico se mantuvo acotado entre las barrancas sobre las cuáles la ciudad fue fundada, con poca expansión urbana hacia el sistema de barrancas del valle, que ya en esa época eran un atractivo turistico debido a sus extraordinarios y exuberantes paisajes. Con excepción de algunos pequenos barrios populares y asentamientos irregulares que se instalaron en la barranca de Chiflón de los Caldos, en la orilla norponiente de la ciudad colonial.
Después de abandonarse por completo la ciudad durante la Revolución Mexicana (1910-1920), el Gral. Plutarco Elias Calles (presidente de México entre 1924 y 1928) emprende una activa y muy personal promoción turistica de Cuernavaca en mancuerna con el embajador norteamericano Dwight W. Morrow. Asi, la ciudad experimenta un segundo periodo de crecimiento urbano alimentado otra vez por una alta migración foránea ávida de establecerse en el todavia pintoresco pueblo de Cuernavaca, o de tener segundas residencias para pasar temporadas de descanso.
A partir de esta época, y por diversas razones, la ciudad se instalaria en el imaginario internacional y seria elegida por gran cantidad de personajes famosos (sobre todo del ámbito cultural y artistico) para residir en esta de manera temporal o permanente, asi como para vacacionar. Entre estos personajes estuvieron el poeta y novelista Malcolm Lowry2, actores como Gary Cooper, Burt Lancaster, Cantinflas, Maria Félix, el último Sha de Irán, Bárbara Hutton (la heredera del imperio Woolworth), el piloto Charles Lindbergh, músicos como Charles Mingus y Gil Evans, y pintores como Rufino Tamayo y Diego Rivera (que pintó en el antiguo Palacio de Cortés la hazana de Cortés para cruzar la barranca de Amanalco y conquistar Cuauhnáhuac), entre muchos otros.
La élite posrevolucionaria inició para beneficio propio la urbanización del sur de la barranca de Amanalco y, posteriormente, victimas de su propia fama, las barrancas al noroeste (como son las de Tetela-San Pedro, Ahuatlán y Tzompantle) de la todavia pequena capital morelense fueron aprovechadas por todo tipo de inversionistas y desarrolladores inmobiliarios que explotaron comercialmente estos paisajes para el mercado foráneo (Olivera y Rodriguez 2014). Se inicia asi un periodo de salvaje mercantilización del paisaje barranqueno en aras de la rentabilidad inmobiliaria.
Este auge económico y turistico de la ciudad seria posteriormente complementado en las décadas de los sesenta y setenta con la construcción de infraestructuras viales y equipamientos industriales que detonarian una mayor expansión territorial de la mancha urbana hacia las periferias (Delgadillo y Sámano 2018), sobre todo hacia la parte baja del valle (especificamente hacia el sureste).
Es asi como la actual ZMC se expande sobre siete municipios (véase figura 2) alojando a una población de poco más de un millón de habitantes (ONU-Habitat, INFONAVIT y SEDATU 2016), y por lo tanto las barrancas en torno al centro novohispano de la ciudad (en el municipio de Cuernavaca) hace tiempo que fueron urbanizadas e invadidas por todo tipo de construcciones.
En su reconstrucción del patrón de crecimiento urbano de la ciudad, Calleja Martinez (2016) afirma que "[...]es posible establecer relaciones funcionales y morfológicas entre el entorno construido de Cuernavaca y las barrancas, pudiendo registrar en estas últimas, ciertas características para considerarlas áreas de flujo condicionantes de la forma y composición de la ciudad" (Calleja Martinez 2016, 66). Es decir, que debido a que las barrancas corren de norte a sur, y por ser muy profundas, históricamente han condicionado el trazo de las vialidades, asi como la necesidad de puentes que conecten los flujos en el sentido oriente-occidente.
A pesar de que el "patrimonio cultural material e inmaterial [...] subsisten olvidados por la sociedad de Cuernavaca y por el turismo" (Rubio Medina 2012, 203), actualmente en la barranca de Amanalco y sus inmediaciones coexisten vestigios arqueológicos (como Teopanzolco, la antigua ciudad tlahuica) junto a la arquitectura colonial (incluyendo el que probablemente sea unos de los primeros puentes novohispanos)3 y decimonónica, e inclusive modernista (como es el mercado Adolfo López Mateos del arquitecto Mario Pani). Resulta pues innegable que las barrancas son, y siempre han sido, parte consustancial de la historia e identidad de los habitantes de Cuernavaca, y hasta la fecha existen manifestaciones culturales populares relacionadas a estas como las documentadas en el libro Poéticas de la barranca. Literatura e imagen comunitaria (Ruiz Rodriguez 2017).
Este proceso urbano descontrolado ha resultado en una fuerte presión ambiental sobre el sistema de barrancas (Garcia, Torres y Jaramillo 2007). Actualmente se cuenta con el Programa de manejo y educación ambiental del área bajo conservation denominada "Barrancas urbanas de Cuernavaca" (Ayuntamiento de Cuernavaca 2015), en el cual se reconoce que son parte integrante de la ciudad, cuyos sistemas bióticos y abióticos son de vital importancia para la región noreste y central de Morelos, debido a que de estas depende directamente la recarga del acuifero de Cuernavaca, y que constituyen uno de los principales valores y atractivos de la ciudad, porque tienen efectos directos en el microclima de la región y en la alta biodiversidad que esta mantiene (Garcia et ál. 2007; Ocampo-Ramirez 2015).
Desafortunadamente estos cauces han sido utilizados (Figura 5) como sitios de descarga de residuos sólidos y como drenaje natural de aguas negras (Montes-Mata y Monroy-Ortiz 2020), y padecen otros problemas como: ausencia de planeación, desacato de normas urbanas, asentamientos irregulares, pérdida de sitios de interés turistico, introducción de especies exóticas, venta de terrenos sobre los márgenes invadiendo la zona de restricción federal con sus consecuentes efectos hidrológicos, asi como carencia de proyectos alternativos (Ayuntamiento de Cuernavaca 2015).
A pesar de estas severas degradaciones, hoy en dia todavia "se considera que el sistema de barrancas actúa como un radiador que favorece la estabilidad del clima en Cuernavaca" (Garcia, Torres y Jaramillo 2007, 3) y mantienen una gran extensión de bosques riparios, bosques mesófilos, selva baja caducifolia y encinares que son el hábitat de una gran diversidad de especies de flora y fauna silvestres (Ocampo-Ramirez 2015).
Las barrancas son por lo tanto el gran patrimonio verde de la ciudad, y el tema de su accesibilidad visual y degradación ambiental deberia de ser considerado como un asunto de salud pública de vital importancia para la viabilidad y la dignidad de la vida urbana en Cuernavaca, asi como para su identidad.
Lo anterior es aún más apremiante si consideramos que la ZMC dispone en su conjunto de únicamente 6,01 m2 de áreas verdes por habitante4 (ONU-Habitat, INFONAVIT y SEDATU 2016), cuando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 16 m2. Por otra parte, Márquez (2017) calcula que en el municipio de Cuernavaca existen únicamente 32,8 ha de estructura verde secundaria5 (que no incluye las barrancas), lo que representa menos de un metro cuadrado por habitante en este municipio.
Instituciones como el Instituto Mexicano de la Tecnologia del Agua (IMTA), el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro de Investigación en Biodiversidad y Conservación (CIByC) de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), y el gobierno municipal, han abordado esta problemática desde distintos enfoques pero nunca se ha Quantificado la accesibilidad visual pública de las barrancas, aun cuando existe un vinculo indisoluble entre la ciudad y la excepcional topografia de su territorio.
Por todo lo expuesto hasta el momento, se considera que la accesibilidad y la visibilidad de las barrancas de Cuernavaca puede ser una variable que aporte información sobre la falta de efficacia de los proyectos de saneamiento, asi como de los programas de manejo y restauración de estos paisajes.
Método de cuantificación de la visibilidad
Se definió la accesibilidad pública como la cualidad de las barrancas para ser accesibles (que sea posible acercarse, entrar o tener paso) para todas las personas, sin restricción de ningún tipo. Se utiliza la noción de público en contraposición de lo privado, que es aquello "que se ejecuta a vista de pocos" (RAE 2020), y de lo accesible, que es "de fácil comprensión, inteligible" (RAE 2020). La premisa subyacente a esta cuantificación es que, si estos paisajes no son accesibles para el público en general, tampoco pueden ser observados.
Para el procesamiento cartográfico se utilizó el software ArcGis 10.3.1 y la cartográfica disponible en la página web del Observatorio Estatal de la Sustentabilidad -en adelante, OES- de la Secretaria de Desarrollo Sustentable del Estado de Morelos (2014), el Instituto Nacional de Geografia y Estadistica (Inegi 2019), asi como planos catastrales del ayuntamiento de Cuernavaca.
Se seleccionaron nueve barrancas dentro de la mancha urbana del municipio de Cuernavaca, tanto por su valor histórico como por las SIGuientes caracteristicas: que ambos márgenes estuvieran urbanizados y cuya área intersticial continua tuviera una longitud mayor o igual a dos kilómetros. El área intersticial se define como los espacios urbanos que coinciden con las hendiduras de las barrancas, y que no presentan ningún régimen de tenencia de la tierra por encontrarse entre los predios urbanos que se han constituido en torno a sus márgenes.
Las barrancas seleccionadas son: Atzingo, Tzompantle, Ahuatlán, Tetela-San Pedro, Amanalco, Tepeyahualco, Chiflón de los Caldos, Chapultepec (rio Apatlaco), asi como una barranca sin nombre6 (véase figura 2). Se excluyeron del análisis una serie de barranquillas menores repartidas por varios puntos de la ZMC, y otras de menor profundidad e importancia paisajistica (como las barrancas de Puente Blanco y la Seca, ubicadas al oriente de la ciudad y cuyas aguas son intermitentes). Tampoco se incluyó en el análisis El Tecolote (y su continuación rio El Pollo) este cauce constituye en si una barrera natural para el crecimiento de la mancha urbana hacia el occidente (y sobre el glacis de Buenavista), y por lo tanto presenta caracteristicas urbanas diferentes en uno y otro margen. El análisis se limitó al trayecto de estas nueve barrancas dentro de los limites del municipio de Cuernavaca, excluyendo sus continuaciones hacia los municipios del sur de la ZMC debido a que el relieve topográfico es cada vez menos abrupto, y por otra parte, no fue posible conseguir planos catastrales de estos municipios.
Para la cuantificación de la accesibilidad pública se llevó a cabo el SIGuiente procedimiento cartográfico con el SIG:
Se eliminaron del poligono de la mancha urbana del municipio de Cuernavaca todos los poligonos correspondientes a predios y vialidades.
Se revisaron uno por uno los poligonos resultantes para eliminar pequenos errores, como camellones de vialidades y otros que no coincidieran con una barranca. Lo anterior se realizó contrastando estos poligonos con un raster de pendientes elaborado a partir del Modelo Digital de Elevaciones -en adelante, MDE- e14a59me escala 1:50.000 (Inegi 2019). Los poligonos resultantes de esta operación corresponden a las áreas dentro de la mancha urbana que no tienen régimen de tenencia y no son vialidades, es decir a las ya mencionadas áreas intersticiales, o intersticios de las barrancas.
Finalmente se seleccionaron todos aquellos predios directamente colindantes con estas áreas intersticiales con la finalidad de calcular el porcentaje de los perímetros que colindan con vialidades y no con predios, lo que en términos generales representa qué proporción de estas son accesibles desde el espacio público.
Para el segundo objetivo, mediante herramientas de geoprocesamiento se realizaron las intersecciones sobre la capa shapefile de usos de suelo y vegetación del OEs, utilizando como poligonos de corte los predios colindantes obtenidos mediante el procedimiento descrito anteriormente. Con esto se procedió a:
Generalización de los tipos de uso de suelo y vegetación del OEs, quedando en cuatro grandes categorias: área agrícola, área vegetada, otras áreas abiertas, y área edificada, para conocer cuánto espacio construido existe en torno a las barrancas partiendo de la premisa que las edificaciones constituyen una barrera visual.
La categoria de área edificada fue a su vez dividida en las subcategorias: vivienda, equipamiento e infraestructura (parques, cementerios, instalaciones deportivas, centrales de autobuses, etc.), comercio, y otros.
Dado que las capas de uso de suelo y vegetación del OEs no permiten distinguir si las áreas verdes corresponden a parques (que son también equipamientos), los resultados se complementan con la información del Directorio Estadistico Nacional de Unidades Económicas -en adelante, DENUE- (Inegi 2018), asi como los parques mapeados en la investigación de Márquez (2017).
Para el tercer objetivo se define la accesibilidad visual del paisaje según el número de observadores y la cantidad del paisaje que se puede observar desde los espacios accesibles, de acuerdo a Franch-Pardo y Cancer-Pomar (2017).
La accesibilidad visual queda determinada por la cantidad de puntos de observación de acceso público (como puentes, vialidades y parques) asi como por la cuantificación del horizonte escénico que se puede observar. En este sentido, se considera que la premisa que relaciona la accesibilidad hacia las barrancas con la visibilidad de las mismas depende de las condiciones particulares de cada uno de los espacios urbanos en torno a estas.
El área seleccionada para este análisis visual se limitó al trayecto de aproximadamente 8 km que tiene la barranca de Amanalco desde los terrenos de la 24° Zona Militar (al norte), hasta su intersección en la zona sur con el Paso Express (vialidad de alta velocidad que rodea la ciudad). No se incluyó la barranquilla alimentadora que se le une a la altura del puente El Túnel (ver punto de observación n.° 2 en la Figura 6), conocida como barranca de Jiquilpan.
A continuación, se explica el procedimiento utilizado para el cálculo de la accesibilidad visual:
Elaboración de un MDE de 1 m el pixel para obtener el relieve topográfico de la zona.
Al modelo resultante se le aplicó la herramienta watershed para delimitar la cuenca visual, o visibilidad intrinseca, de esta barranca. Es decir, la superficie de terreno interconectada visualmente dentro de la cual un espectador es capaz de ver la mayor parte de esa porción del territorio y no el de zonas circundantes (Franch-Pardo y Cancer-Pomar 2017, 7).
Considerando que se trata de un paisaje urbano altamente alterado, y de que el MDE no incluye las construcciones circundantes ni la vegetación arbórea existente, el procedimiento para obtener la cuenca visual únicamente indica la cantidad de paisaje que podria verse si no existieran estos elementos. En última instancia, esto sirve para escalar en términos generales de cuánto ha sido la pérdida de visibilidad causada por la ocupación territorial a lo largo de la historia. Por ello se ha realizado una observación de campo detallada para localizar los sitios desde los cuáles se puede observar el espacio abierto remanente, esto es, la extensión de terreno en torno a la cuenca hidrológica que no presenta edificaciones techadas y que ha quedado como resultado de este proceso histórico de expansión urbana. Dada la metodologia utilizada, el espacio abierto remanente puede corresponder tanto a jardines posteriores o áreas comunes de viviendas unifamiliares y multifamiliares, como a lotes baldios o porciones del paisaje natural endémico que ha quedado dentro de los predios o del intersticio de la barranca.
Una vez identificados los puntos de acceso público desde los cuales puede observarse este espacio abierto, se procedió a aplicar en cada uno de estos la herramienta viewshed que calcula la cantidad de superficie visible del MDE desde los puntos de observación. A cada uno de estos se le aplicó una altura de observador correspondiente al espacio fisico construido desde el cual sucede esta experiencia perceptiva. Es decir que, si la experiencia visual del observador sucede desde un puente, se aplicó una altura estimada de su superficie de rodamiento (más una altura de 1,5 m para el observador) con la finalidad de que el cálculo corresponda con la experiencia real de los transeúntes.
Finalmente, las superficies de paisaje observado obtenidas mediante el procedimiento anterior se recortaron para coincidir con el espacio abierto remanente con la finalidad de considerar teóricamente a las edificaciones como barreras visuales.
Resultados: paisaje natural para unos pocos habitantes
Del análisis de la accesibilidad pública de las nueve barrancas estudiadas se desprende, en primer lugar, que de los 113.748 predios existentes dentro del municipio de Cuernavaca, 4.626 (4,06 %) colindan con los intersticios de alguna de las barrancas estudiadas. Aunque este dato no se cuantificó, algunos de estos predios corresponden a grandes propiedades (tanto de dominio público como privado) que son atravesadas por los cauces de estas barrancas. El caso más paradigmático es el de los terrenos de la 24° Zona Militar al norte de la barranca de Amanalco (Figura 6).
Fuente: Ayuntamiento de Cuernavaca (2006), Secretaria de Desarrollo Sustentable del Estado de Morelos (2014), Inegi (2019).
Nota: los números en rojo corresponden a los puntos de accesibilidad visual de la barranca (ver Figura 8).
Barranca | N° de polígonos intersticiales | Superficie total intersticios (m2) | Cantidad de predios colindantes | Perímetro total de los intersticios (m) | Accesibilidad pública (%) |
---|---|---|---|---|---|
Atzingo | 20 | 482.625,93 | 367 | 15.658,30 | 10,67 |
Sin nombre | 1 | 32.118,20 | 91 | 4.750,33 | 0,00 |
Tzompantle | 6 | 149.153,18 | 255 | 10.396,99 | 5,17 |
Ahuatlán | 6 | 194.485,06 | 242 | 15.978,16 | 20,12 |
Tetela - San Pedro | 20 | 448.485,17 | 738 | 33.773,81 | 8,90 |
Amanalco | 45 | 533.416,91 | 1561 | 52.900,31 | 8,30 |
Tepeyahualco | 10 | 152.108,19 | 442 | 12.059,12 | 10,35 |
Chiflón de los Caldos | 7 | 103.876,37 | 514 | 10.471,63 | 9,31 |
Chapultepec | 16 | 363.065,13 * | 415 | 23.196,83 | 12,69 |
Totales | 131 | 2.459.334,14 | 4.625 | 179.185,52 | 9,50 ± 5,44* |
Datos: Secretaria de Desarrollo Sustentable del Estado de Morelos (2014), Inegi (2019).
Nota: *se presenta el promedio y la desviación estándar.
En la Tabla 1 se presentan los resultados del cálculo de accesibilidad pública para cada una de las nueve barrancas estudiadas, en donde se puede observar que en promedio sus intersticios pueden ser accedidos desde el 9,5 % ± 5,44 % de sus perimetros. Es decir que en promedio los intersticios de todas las barrancas están rodeados por propiedades en más del 90 % de sus perimetros.
Ahora bien, los resultados del segundo objetivo (análisis del uso del suelo y estimación del porcentaje destinado a equipamiento urbano de acceso público) indican que los 4.625 predios colindantes a las barrancas suman una superficie total de 773,02 ha (Tabla 2), y que el uso de suelo y la vegetación se distribuye de la SIGuiente manera:
Datos: Secretaria de Desarrollo Sustentable del Estado de Morelos (2014), Inegi (2019).
Nota: *algunas infraestructuras como vialidades y canales se categorizaron como otras áreas abiertas, teóricamente no representan barreras visuales.
Como se puede ver, el 64,98 % de la superficie de los predios colindantes a los intersticios de las nueve barrancas analizadas corresponde a la categoria de áreas edificadas, con una notoria proporción (49,98 %) destinada a vivienda, es decir a suelo urbano de uso privado. Asi mismo, una proporción muy baja (1,49 %) de la superficie está destinada a equipamientos urbanos recreativos y culturales (categoria equipamiento e infraestructura, véase tabla 2), mismos que con la información actual no es posible saber si pertenecen al sector público o privado.
Por otra parte, existe un 35,02 % de áreas abiertas (áreas vegetadas, áreas agrícolas y otras áreas abiertas), es decir, suelo urbano no edificado. No todas estas áreas abiertas son forzosamente de acceso público, como son las áreas de uso agricola y clasificaciones como predios baldios y sin vegetación aparente que hemos incluido en la categoria de otras áreas abiertas. En la Figura 6 se ejemplifican estas distribuciones en el caso de la barranca de Amanalco, y se puede observar claramente cómo este suelo urbano no edificado puede estar en torno a los cauces de las barrancas y rodeada por las áreas edificadas, dentro de lotes baldios o predios construidos (como es el caso de las instalaciones de la 24° Zona Militar, que es un predio de dominio público, pero de acceso restringido).
En los planos del OEs no aparecen clasificaciones que correspondan a parques urbanos privados o públicos, por lo que desde esta metodologia no parece existir este tipo de equipamiento que garantice el acceso público y la visibilidad de las barrancas.
Ahora bien, de la consulta del DENUE7 asi como de la investigación de Márquez (2017) se desprende que si existen tres espacios que fungen como parques urbanos en el área de estudio: el Parque Estatal Urbano Barranca de Chapultepec (PEUBC), el Paseo Ribereno Alfonso Sandoval Camunas y el Paseo Ávila Camacho (Figura 7).
Sin embargo, a esta lista (Tabla 3) habria que agregar el Salto de San Antón, que es una cascada dentro de la barranca de Tepeyahualco que es reconocida como un atractivo turistico de Cuernavaca.
Nombre | Superficie (m2) | Tipo de acceso | Barranca | Condición actual |
---|---|---|---|---|
Parque Estatal Urbano Barranca de Chapultepec (PEUBC) | 115.900* | Público condicionado | Chapultepec | En operación |
Salto de San Antón | * | Público condicionado | Tepeyahualco | En operación, pero con graves problemas de contaminación del agua y seguridad |
Paseo Ribereno Alfonso Sandoval Camunas** | * | Público | Amanalco | Cerrado desde el 2017 |
Paseo Ávila Camacho | 1.904 | Público | Tetela-San Pedro | En operación, con graves problemas de contaminación y seguridad |
Datos: Márquez (2017), Inegi (2018).
Nota: * todos estos parques están dentro de las áreas intersticiales de sus barrancas y, por eso, no aparecen en los planos de usos de suelo y vegetación del OEs. El Parque Estatal Urbano Barranca de Chapultepec (PEUBC) es el único que tiene un predio bien definido. ** Recorrido de aproximadamente 350 m dentro de la barranca de Amanalco que va desde el puente Porfirio Diaz hasta el puente de los Arcos o de Los Lavaderos (puntos 4 y 5 de la Figura 8).
Al observar los datos de la anterior tabla es un hecho que el acceso a una barranca en el área de estudio está condicionado, y que ninguna de las áreas categorizadas como áreas vegetadas corresponde a parques, excepto el Paseo Ávila Camacho que si se encuentra dentro de un predio colindante a los intersticios.
Finalmente, del cálculo de visibilidad intrinseca realizado en la barranca de Amanalco se desprenden los resultados que a continuación se describen. La cuenca visual suma una superficie de 900,53 ha, pero de esta cuenca 742,47 ha (el 82,44 %) ya están urbanizadas y obstruyen la visibilidad de la barranca (Figura 8). Por otra parte, en torno al cauce de la barranca el área verde remanente (o espacio abierto) es de 135,77 ha, de las cuales únicamente 29,06 ha corresponden al área intersticial. En concordancia con los resultados del objetivo 2, las 106,71 ha de área verde restantes están en propiedades privadas (4.006 casas), o tienen el acceso restringido al público (áreas verdes dentro de la 24° Zona Militar, que suman aproximadamente 50 ha).
Nota: los números corresponden a los SIGuientes puntos de accesibilidad visual pública: 1. Puente en Av. Paseo del Conquistador (construido en 2003), 2. Puente El Túnel (construido a principios de 1900), 3. Puente del Diablo (Siglo XVI), 4. Puente Porfirio Diaz (principios de 1900), 5. Puente de los Arcos o de los Lavaderos (puente colonial cuyos arcos fueron construidos en 1790), 6 y 7 Av. López Mateos, 8. Puente de la calle Salazar (no se localizaron referencias históricas) y 9. Puente de la calle Gutemberg (no se localizaron referencias históricas).
En el trayecto analizado el perimetro del intersticio tiene 21.589,27 m y es accesible desde vialidades públicas en 1.177,23 m de este. Es decir que en este tramo la accesibilidad pública se reduce al 5,45 % en contraste con el 8,30 % que resultó de su medición total. Lo anterior se debe principalmente a que muchas de las bocacalles que rematan en la barranca, y que inicialmente se incluyeron en la cuantificación, se encuentran cerradas de facto por parte de los vecinos e impiden el acceso público. Asi mismo se localizaron otras barreras visuales, principalmente edificaciones o mobiliario urbano.
Este porcentaje de accesibilidad corresponde a 9 espacios públicos desde los cuales esta barranca puede ser observada (véase figura 8), principalmente (8 de las 9) desde los distintos puentes que la atraviesan de oriente a occidente y que presentan una alta carga vehicular, esto a pesar de tratarse de infraestructuras de alto valor histórico. La excepción es un tramo de la Av. Adolfo López Mateos que corre paralela a la barranca y donde son escasas las banquetas peatonales (puntos 6 y 7 de la figura 8).
Desde estos 9 puntos la accesibilidad visual pública es 13,51 ha, es decir que los ciudadanos de Cuernavaca solo pueden observar desde estos el 9,95 % del espacio abierto que se encuentra en el intersticio y dentro de las distintas propiedades (principalmente áreas verdes), por lo que este paisaje es escasamente observable desde unos contados espacios cuya imagen urbana está altamente deteriorada (Figura 9).
Discusión
La ciudad de Cuernavaca tiene un paisaje muy particular debido, fundamentalmente, a la singular topografia de sus barrancas, lo que ha permeado la forma en que se ha urbanizado. En este proceso las barrancas han resultado una barrera fisica, lo que en tiempos prehispánicos funcionaba como defensa, y actualmente con el programa de desarrollo urbano vigente desde 2006, que las considera "bordes urbanos". Dicho programa solamente toma en cuenta su saneamiento y la construcción de puentes sobre ellas en sentido oriente poniente, lo cual limita su concepción para integrarlas en el desarrollo de la ciudad. Se detecta pues una ausencia del concepto de paisaje y del patrimonio natural en la planeación urbana de Cuernavaca.
Si bien a partir de 2018 se reconocen como patrimonio natural de la ciudad, al decretarlas como áreas municipales protegidas, con un plan de manejo que contempla en sus acciones el desarrollo turistico, este no toma en cuenta el tema de su accesibilidad y su visibilidad, y de que las barrancas se encuentran restringidas en estos aspectos, tal como lo indican los resultados.
A pesar de las disparidades en los resultados entre las distintas barrancas estudiadas, que van desde 0 % de accesibilidad (barranca "Sin nombre") hasta un 20,12 % (barranca de Ahuatlán), el promedio de accesibilidad ronda un poco más del 9 %. Lo anterior como consecuencia de que el espacio urbano en torno a estas se ha estructurado funcionalmente tanto de manera informal como mediante criterios mercantilistas impuestos por los desarrolladores inmobiliarios. En el caso más extremo que es la barranca "Sin nombre", ha resultado en la lotificación de la totalidad de sus márgenes, imposibilitando asi el acceso para los habitantes y los turistas de la ciudad y privatizándola de facto para los 91 propietarios de estos lotes.
En el caso contrario (barranca de Ahuatlán), y dada la metodologia aplicada, porcentajes de accesibilidad altos revelan que en torno a estas barrancas se disenaron urbanizaciones con más vialidades flanqueando sus márgenes y por lo tanto posibilitando la visibilidad de estas por parte de todos los habitantes que por ahi pasen. Sin embargo, e independientemente de la calidad de las vialidades como espacios urbanos apropiados para la contemplación del paisaje, un promedio de 9,50 % de acceso público para todas las barrancas estudiadas senala claramente que hoy en dia existe en Cuernavaca un problema de segregación social en cuanto a las posibilidades de apreciarlas. Lo anterior en el doble sentido de la palabra, la de percibirlas a través de los sentidos y la de sentir afecto o estima.
Con los resultados del análisis del uso del suelo en los predios que colindan con los intersticios de las barrancas se confirma primero que no es poca la superficie urbana susceptible de ser abordada desde esta perspectiva del acceso y la visibilidad, pues sus 773,02 ha representan el 9,33 % del total de suelo urbano del municipio de Cuernavaca. En segundo lugar, también se confirma que este suelo urbano ha sido destinado primordialmente para uso habitacional de la clase media y alta (36,85 %), lo que asi puede interpretarse si se suman las clasificaciones de uso de suelo (véase tabla 2) denominados como residencia, vivienda residencial, vivienda común, unidad habitacional y condominio. Este porcentaje contrasta con el 12,08 % de las clasificaciones denominadas como vivienda popular.
Además, la poca diversidad de usos de suelo en torno a las barrancas, y el tipo de equipamientos urbanos existentes, constituyen un claro indicador de que la ciudad carece de una visión a largo plazo que incluya estos paisajes como recurso escénico para mejorar la calidad de vida de todos sus ciudadanos, asi como para aumentar su atractivo turistico. Por ejemplo, dentro del pequeno porcentaje destinado a equipamientos (10,58 %) predominan las instalaciones administrativas y educativas con un 83 % del porcentaje relativo a esa superficie. De la misma manera resalta que el 58 % de la superficie destinada a comercio (únicamente el 3,04 % del total) sea para bodegas.
Todos estos equipamientos y usos comerciales son poco compatibles con las actividades recreativas pues se caracterizan por tener horarios reducidos de operación y generar espacios urbanos muertos e inseguros fuera de esos horarios. A lo anterior se suma una evidente carencia de espacios recreativos de acceso no condicionado desde los cuales disfrutar y apreciar las barrancas, pues en la actualidad los ciudadanos y visitantes prácticamente no disponen de estos y solo lo pueden hacer desde el Parque Estatal Urbano Barranca de Chapultepec (PEUBC) en ciertos horarios y pagando la entrada. De esta misma manera el Salto de San Antón, que cuenta con una cascada de más de cuarenta metros y que en sus mejores tiempos fue un atractivo turistico, hoy se encuentra totalmente deteriorado por la contaminación (Garcia et ál. 2007).
Estos primeros resultados senalan que a la problemática ya mencionada por varios autores (Garcia, Torres y Jaramillo 2007; Narciso y Marambio 2014; Olivera 2018) sobre las consecuencias medioambientales y urbanas de la ausencia o inefficacia de la planeación urbana y territorial en la ZMC, además de la presión inmobiliaria para imponer dentro de su territorio un modelo disperso de baja densidad (sobre todo para segundas residencias), también se puede agregar la pérdida de acceso público a estos paisajes identitarios, lo que aporta una lectura diferente sobre el mismo problema.
Sumado a todo lo anterior se debe considerar que la calidad de vida de esta urbe podria mejorar tomando en cuenta que en los intersticios de las barrancas existen 245,93 ha de áreas verdes (véase tabla 1) aprovechables para mejorar el espacio urbano público.
Ahora bien, los resultados del objetivo tres revelan que, hoy en dia, la experiencia perceptiva diaria de la población desde espacios públicos de acceso no condicionado en la barranca de Amanalco se limita, por lo menos en lo visual, a una pequena porción del paisaje (9,95 % del espacio abierto) que solo se puede ver desde nueve espacios urbanos de vocación vehicular.
Sin embargo, cabe senalar que los resultados de la barranca de Amanalco no pueden ser generalizables para las demás, ni tampoco puede establecerse una correlación exacta entre accesibilidad y visibilidad, por cuanto, finalmente la visibilidad estará determinada por las condiciones topográficas y urbanas particulares de cada una de estas. A pesar de lo anterior, es indudable que esta situación de falta de acceso generalizada se traduce en una disminución de la accesibilidad visual y, en consecuencia, que estos paisajes ya no formen parte de la vida cotidiana de los habitantes de la urbe.
Si bien existen investigaciones que utilizan métodos indirectos para evaluar las percepciones y las valoraciones del paisaje como instrumento para la planeación territorial y la gestión ambiental (Muñoz-Pedreros 2004; Barrasa Garcia 2013; Serrano Giné 2015), no se ha localizado en la documentación de este trabajo estudios que relacionen directamente la pérdida de accesibilidad visual del paisaje con cambios en la valorización, las actitudes y los comportamientos en relación con estos. Aun asi, en el caso de las barrancas de la ciudad de Cuernavaca, los resultados aqui expuestos justifican plenamente esfuerzos coordinados desde las distintas instituciones gubernamentales y académicas interesadas para investigar de manera interdisciplinar las consecuencias de estas limitaciones visuales en la percepción y la valoración ciudadana de estos paisajes. Dados los antecedentes teóricos, este tipo de trabajos podrian aportar lineas de investigación para mejorar la efficacia de los proyectos y programas de rescate de las barrancas urbanas de la zona de estudio, asi como para entender cómo se relaciona esto con la receptividad y la participación social en ellos.
También vale mencionar que el método de análisis indirecto aplicado al estudio de estos paisajes antropo-naturales es de fácil aplicación y sumamente informativo, requiere de mejor información de base, en este trabajo se han tenido que combinar distintas fuentes (incluyendo la observación de campo) para subsanar en la medida de lo posible las imprecisiones de la cartografia consultada. Tal es el caso de la Carta Urbana de Cuernavaca, misma que a pesar de ser la cartografia ideal para analizar los usos de suelo y los destinos especificos de los predios, no pudo ser usada por no presentar esta información.
Debido a que esta situación se puede presentar en otros casos de estudio, para obtener resultados sobre la visibilidad del paisaje que incluyan con mayor precisión otras barreras visuales (tales como edificaciones y vegetación arbórea) se recomienda ampliamente tener como insumo inicial un MDE de alta resolución LiDAR o de pares estereoscópicos.
Finalmente, la accesibilidad visual puede orientar tanto la planeación territorial y urbana, como a las distintas normativas municipales y estatales, asi como grandes proyectos de renovación de las ciudades. Asi lo demuestran algunos ejemplos en paises como España (Consejeria del Medio Ambiente y Ordenación del Territorio 2018) y Holanda (Nijhuis, Lammeren y Hoeven 2011), donde este último cuenta con una amplia tradición paisajistica tanto en la representación como en el estudio del paisaje.
Conclusiones: rescatar el paisaje invisibilizado como estrategia urbana
La zona noroeste de la ciudad de Cuernavaca, donde se ubican las profundas barrancas que históricamente le han aportado carácter e identidad a la capital del estado de Morelos, ha sido victima de un modelo urbano mercantilista y poco planificado en el contexto de una acelerada expansión urbana, en menos de un Siglo la ciudad pasó de tener poco más de 40.000 habitantes8 en la cabecera municipal al actual millón de la zona conurbada.
La ciudad tiene un atraso de décadas en cuanto a planeación, por lo que requiere de un gran esfuerzo y coordinación en diferentes esferas de toma de decisiones. Es asi que el acceso público y la visibilidad de sus barrancas pueden funcionar como ejes rectores para instrumentar distintas estrategias urbanas que pongan otra vez en valor estos hermosos, caracteristicos e importantes paisajes, reincorporándolas al paisaje urbano con una visión más justa y equitativa.
En el nuevo paradigma sobre la relación entre la ciudad y la naturaleza, los rios urbanos (y por lo tanto las barrancas) son una oportunidad para realizar proyectos de desarrollo sustentable porque estos pueden "ser un excelente conector entre diferentes puntos de interés de la ciudad, el elemento central de extensos parques lineales, puntos de atracción turistica, [y] artifices para proyectos de mejoramiento barrial" (Zamora 2010, 38).
Además, en el caso particular de las barrancas de Cuernavaca, estas funcionan como corredores biológicos entre otras importantes áreas naturales protegidas del centro de México (Corredor Biológico Chichinautzin y Reserva de la Biosfera Sierra de Huautla), con lo que ayudan al mantenimiento de la biodiversidad en la cuenca alta del rio Balsas y sus procesos ecosistémicos asociados.
Hoy más que nunca todas las ciudades del mundo afrontan grandes retos en distintas dimensiones (sanitarias, ambientales, sociales y económicas), y en ese sentido la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Vivienda y el Desarrollo Urbano Sostenible (ONU-Habitat 111 2017) plantea que no es una opción, es imperativo, repensar la forma en que se planifican, construyen y gestionan los espacios urbanos. Al respecto de los paisajes antropo-naturales, los cambios suceden tan rápido que la sociedad en su conjunto apenas puede asimilarlos.
Por lo anterior, conceptualizar al paisaje como un bien colectivo (IFLA Américas/Conferencia Regional 2018) puede ser una opción acertada, si se considera que Mirzoeff (2015), uno de los principales exponentes de los estudios de la cultura visual, explica que en la cultura global actual lo visual predomina el orden sensorial, y que por ello no hay nada más poderoso que una imagen, por cuanto "ver es pensar".
Es asi como la pérdida de visibilidad de los paisajes debido a la indiscriminada construcción de todo tipo de infraestructuras y edificaciones deberia de ser considerada un asunto de vital importancia y de apremiante atención en una sociedad cada vez más desterritorializada.