INTRODUCCIÓN
A medida que las redes sociales se han vuelto más populares en todo el mundo (Kemp, 2021), pareciera ser que estos espacios digitales albergan más violencia que nunca antes. De hecho, un informe realizado por el Consejo de Europa (2018) destaca cómo hoy en día la violencia puede producirse fácilmente en redes sociales, debido a la escala y velocidad en las que las plataformas recopilan y hacen disponible información. Y Latinoamérica no se ha escapado a la creciente prevalencia de violencia en redes sociales. Por ejemplo, la organización Derechos Digitales ha explorado cómo la erupción de violencia de género durante la pandemia de Covid-19 ha sido expandida y transformada por las redes sociales, ya que las fotos de víctimas circulan sin consentimiento y cuentas de activistas feministas son frecuentemente hackeadas (Derechos Digitales, 2021). Ante este complejo escenario, investigadores son llamados a abordar el fenómeno de la violencia en las redes sociales como un elemento ineludible del paisaje digital contemporáneo en el que habitamos.
Pero la violencia en redes sociales no es un fenómeno completamente nuevo. De hecho, en Latinoamérica, la conexión entre violencia y medios de comunicación se ha debatido y estudiado durante mucho tiempo. En este sentido es importante destacar el trabajo de Bonilla y Tamayo (2007), quienes exploraron cómo se investigaba la violencia en los medios de comunicación en la región. Esta revisión destacó la relevancia histórica de las investigaciones sobre la violencia mediática alrededor de tres áreas: 1) el periodismo en el contexto de la violencia política y armada; 2) la representación de la violencia en los contenidos informativos y de entretenimiento; y 3) la influencia de la violencia mediática en las audiencias. Sin embargo, mucho ha cambiado en la última década en este campo de investigación. Por ejemplo, las redes sociales provocaron profundos cambios que deben ser separados de los medios tradicionales como la televisión y la radio, como por ejemplo, la habilitación de nuevas formas de movilización social (Valenzuela et al., 2016) y el aumento de la desconfianza y la desinformación entre los ciudadanos (Lupu et al., 2020).
En Colombia, el estudio de medios de comunicación y violencia tiene una larga tradición, principalmente debido a la historia de conflicto armado en el país. Ciertamente, el estudio de violencia en medios de comunicación ha tenido que hacer frente a la compleja historia de Colombia, que ha tenido una constante presencia de conflictos violentos (Karl, 2017) que han dejado un largo rastro de desigualdad, pobreza e injusticia (Velásquez et al., 2017). Este rastro de violencia no es cuestión del pasado y sigue siendo un problema vigente en el país -evidenciado en lo que algunos denominan un nuevo ciclo de violencia en Colombia, caracterizado por la expansión de violencia urbana y política (Gutiérrez Sanín, 2020). En este contexto, los estudios que buscan entender mejor las manifestaciones de violencia en los medios de comunicación tiene gran vigencia en el actual panorama del país, como es demostrado por la reciente guerra retórica evidenciada en medios de comunicación entre quienes argumentaban a favor o en contra de los acuerdos de paz entre la guerrilla FARC y el Gobierno colombiano (Parra Gregory, 2021). En este contexto se ve cómo la violencia en Colombia ha sido transformada por las redes sociales y el Internet, ya que muchas prácticas violentas y relaciones antagónicas se han trasladado a estos espacios digitales (Parra Méndez et al., 2021). Así queda en evidencia cómo las plataformas digitales y la violencia en el país se han entrelazados con complejas redes de intereses y poder.
Por lo tanto, el esfuerzo de investigadores e investigadoras por entender mejor la complicada relación entre redes sociales y violencia en Colombia está enmarcado en la necesidad de hacer frente a la cambiante naturaleza de las culturas de violencia y paz en el país. En este contexto es esencial estudiar las formas en las que académicos y académicas en Colombia investigan la violencia en redes sociales, ya que una clara cartografía de estas agendas de investigación permite demarcar futuras rutas de indagación para responder mejor a las variadas necesidades y experiencias de las comunidades del país.
Este artículo busca entonces explorar cómo se ha investigado la violencia en las redes sociales en Colombia. Mediante una revisión sistemática de la literatura se busca examinar los objetivos principales de las investigaciones realizadas en el tema, las plataformas enfocadas en los estudios, y las diferentes manifestaciones de violencia focalizadas por académicos y académicas. Responder a estos objetivos de investigación permite, por un lado, valorar previos estudios que han explorado el tema y, por otro lado, descubrir posibles vacíos en la literatura que podrían ser respondidos por investigadoras e investigadores en el futuro.
ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA VIOLENCIA EN REDES SOCIALES
La violencia en las redes sociales ha llamado la atención de múltiples investigadores en una amplia gama de disciplinas y perspectivas teóricas. Por ejemplo, la violencia en las redes sociales se ha abordado desde campos como la criminología (e.g.,Densley, 2020), la educación (e.g.,Nagle, 2018), los estudios de género (e.g.,Hart et al., 2017), y la comunicación (e.g.,Mengü & Mengü, 2015). Esta amplia gama de enfoques no es sorprendente, ya que existen múltiples y variadas manifestaciones de la violencia en las redes sociales que se acercan a diferentes tradiciones disciplinarias, como la violencia de género (Mkhize et al., 2020), la violencia racial (Matamoros-Fernández, 2020) y la violencia de pandillas (Densley, 2020). Estos variados enfoques ponen de manifiesto la complejidad presente en el fenómeno de la violencia en las redes sociales al que nos enfrentamos en la actualidad. En este sentido, y como señala Hammarén (2019), la violencia es compleja de cartografiar debido a su constante reconstrucción social y a sus múltiples teorizaciones.
En este escenario, ¿cómo entender, entonces, el complejo fenómeno de la violencia mediática en entornos digitales? Una primera necesaria discusión debe abordar el qué compone la violencia en las redes sociales. En este sentido, Recuero (2015) sostiene que las redes sociales son violentas porque son un medio de discurso, enmarcando así la violencia de las redes sociales como principalmente simbólica -que se refiere al uso del lenguaje para legitimar y naturalizar los sistemas de opresión y dominación (Bourdieu, 1991). La violencia simbólica es, por tanto, un concepto importante para enmarcar la violencia en las redes sociales porque los conflictos se representan a través del uso social del lenguaje: se identifican, se verbalizan, se codifican, se narran y se interiorizan a través del lenguaje (Bonilla y Tamayo, 2007). Como ejemplo de violencia simbólica en las redes sociales, Recuero (2015) analizó cómo estas plataformas se utilizan para perpetuar estereotipos contra las mujeres, reproduciendo discursos patriarcales que han prevalecido durante mucho tiempo en la sociedad pero que se naturalizan aún más a través del lenguaje en estos espacios digitales.
Sin embargo, situar la violencia de las redes sociales exclusivamente en el ámbito simbólico deja de lado daños materiales causados por y en estas plataformas. Por ejemplo, la explotación laboral de las personas encargadas de la moderación de contenidos -voluntarias que suelen pertenecer a comunidades marginadas y que denuncian constantemente las publicaciones violentas sin ninguna compensación económica (Nakamura, 2016)- ilustra los posibles daños materiales y corporales causados por estas plataformas. Otros ejemplos de violencia material es evidenciado por las bandas criminales del Reino Unido, quienes utilizan las redes sociales para hacer un seguimiento de posibles víctimas o adversarios (Densley, 2020); o la violencia medioambiental causada por la explotación de recursos naturales necesarios para crear y mantener las plataformas digitales (Crawford, 2021). En este escenario, es esencial reconocer que la violencia de las redes sociales puede ser simbólica y/o material.
Otra consideración relevante para esta revisión bibliográfica es dónde puede verse la violencia de las redes sociales -es decir, cuáles son sus diferentes manifestaciones. Así, una posible forma de entender y organizar la violencia en las redes sociales es entre dos categorías: visible e invisible (Galtung, 1998). La violencia visible se refiere a los comportamientos violentos manifiestos y actos de daño observables, como es evidenciado en el ciberacoso, actos de agresión en línea que a menudo se producen en entornos educativos y son de naturaleza repetitiva y dañina (Whittaker y Kowalski, 2015). Adicionalmente, la violencia invisible se refiere a aquellas manifestaciones que no son fácilmente observables, como la violencia estructural o cultural. Un ejemplo de violencia invisible en redes sociales es evidenciada en los procesos de dataficación de la acción social en estas plataformas (van Dijck, 2014), que suelen resultar en el sostenimiento o ampliación de estructuras o culturas violentas, como el colonialismo (Mejías y Couldry, 2019), la vigilancia (Clarke et al., 2021) y la discriminación (Hoffmann, 2018), entre muchas otras.
Sin embargo, en redes sociales y otros espacios digitales no es fácil diferenciar entre lo que es violencia visible y lo que es violencia invisible. Por ejemplo, Marwick (2021) discute cómo el acoso colectivo en línea (violencia directa) se utiliza para imponer el orden social (violencia indirecta). También Reguillo (2005) sostiene que las redes sociales promueven la "espectacularización del terror" y, por tanto, facilitan la sobreexposición de la violencia disciplinaria (y a menudo, visible) y esconden manifestaciones de violencia estructural y cultural. Este enmarañado escenario subraya la intricada y co-constitutiva relación entre violencia y redes sociales (Bráuchler y Budka, 2020). Ante esta complejidad, es una urgente necesidad entender la violencia en las redes sociales -es decir, qué formas adopta, a quién afecta o quién la causa- siguiendo un enfoque basado en la realidad de las comunidades, en el que se privilegie las voces de quienes la experimentan en su vida cotidiana (Reguillo, 2005). Aquellos que experimentan la violencia en las redes sociales deben tener espacios para describirla, contextualizarla, y analizarla de manera que permita su mejor conceptualización.
METODOLOGÍA
Con el fin de explorar cómo se ha investigado la violencia en redes sociales en Colombia, este artículo presenta una revisión sistemática de la literatura que se ha publicado sobre el tema. Como metodología, la revisión sistemática de literatura permite identificar, resumir y evaluar trabajos realizados por investigadores, académicos y profesionales en áreas específicas (Okoli, 2015). Para completar esta revisión sistemática de la literatura se realizó una búsqueda en tres bases de datos académicas: Web of Science, SCOPUS y Dialnet. Con el fin de encontrar la mayor cantidad posible de resultados, y debido a la falta de antecedentes en esta línea de investigación, la búsqueda no se enfocó en ningún marco temporal en específico. En primer paso en el proceso de investigación consistió en la búsqueda en los resúmenes de los artículos académicos de los siguientes términos: "Redes sociales" AND "Colombia" AND "Violencia". En segundo lugar, para ampliar los resultados, la búsqueda fue repetida usando los mismos términos en inglés: "Social media" AND "Colombia" AND "Violence". Finalmente, la búsqueda fue repetida una tercera vez (en inglés y en español), reemplazando los términos "social media" y "redes sociales" por los nombres de las cinco redes sociales más usadas en el país: WhatsApp, Facebook, Instagram, YouTube,y Twitter (El Espectador, 2021). Después de eliminar los artículos repetidos en las distintas búsquedas quedaron 31 artículos académicos publicados que cumplían los primeros requisitos para este estudio.
Después de completar la primera recolección de artículos académicos, se realizó una primera revisión de estos siguiendo los siguientes parámetros de inclusión o exclusión: a) el artículo académico debía estar disponible en inglés o en español; b) el artículo académico debía estar enfocado en el uso o experiencias de las redes sociales; c) el artículo académico debía abordar una o diferentes manifestaciones de violencia en Colombia; y d) el artículo académico debía estar disponible para descargar o leer en línea. Como resultado de esta revisión, 14 artículos académicos fueron excluidos del análisis.
Finalmente, la recopilación de estudios fue completada con una búsqueda bidireccional de citas, en la que se contemplaron los trabajos referenciados por los artículos ya analizados y los estudios citados en estas investigaciones (Hinde y Spackman, 2015).
Estos artículos solo fueron incluidos si cumplen los criterios de inclusión y exclusión antes descritos. Con esta nueva metodología de búsqueda se descubrieron tres nuevos artículos académicos que cumplían con los criterios de inclusión/exclusión, completando un total de 20 estudios para analizar. Todos los artículos son listados en la tabla 1.
Para analizar la información recopilada, los 20 artículos fueron organizados en una tabla de Microsoft Excel. Después de una revisión detallada de cada artículo, en esta tabla se incluyeron y completaron tres columnas que respondían a los objetivos de esta investigación: 1) las preguntas investigación de los estudios realizados en el tema; 2) las plataformas de redes sociales enfocadas en los estudios; y 3) las diferentes manifestaciones de las violencias exploradas en la muestra. Finalmente, usando el método de codificación abierta y comparación constante (Strauss y Corbin, 1990), se crearon categorizaciones que agrupaban las respuestas a los diferentes objetivos de esta investigación.
RESULTADOS
A continuación se describirán en detalle cada uno de los hallazgos de la revisión sistemática de la literatura. Los resultados se organizarán en tres secciones: 1) objetivos de investigación 2) plataformas estudiadas; y c) manifestaciones de violencias.
Objetivos de investigación
El objetivo más común entre los estudios en la muestra es explorar diferentes formas de violencia ejercida a través de redes sociales. Por ejemplo, Barrios et al. (2019) exploraron cómo Twitter es usado para insultar y amenazar a periodistas del país, amplificando violencia ejercida por otros medios y afectando la labor de los reporteros y reporteras. Otro ejemplo es la investigación realizada por Bonilla-Neira (2020), quien estudió discursos en Facebook y Twitter sobre una convocatoria a una marcha contra el entonces presidente del país Juan Manuel Santos, y encontró varias manifestaciones de violencia verbal.
La segunda categoría son aquellas investigaciones que buscan explorar cómo las redes sociales nos permiten conocer más sobre distintos escenarios violentos. Por ejemplo, Ávila Garzón (2015) realizó una etnografía visual en Facebook de imágenes publicadas por trabajadoras sexuales del país, y evidenció varias prácticas y culturas de violencia. Otro objetivo encontrado en la muestra es el de estudiar la violencia simbólica a través de las redes sociales. Un ejemplo de este tipo de investigaciones es el trabajo de Villa Gómez et al. (2020), quienes exploraron el rol de los medios de comunicación (incluyendo las redes sociales) en la construcción de narrativas, creencias y orientaciones colectivas acerca del conflicto armado del país. Solo un estudio (Mejía García et al., 2018) se enfocó en cómo la violencia es representada en redes sociales, explorando el cubrimiento noticioso de violencia de género a través de videos alojados en la plataforma YouTube. Igualmente, solo un artículo (Maya-Jariego et al., 2019) examinó cómo las redes sociales son usadas en contextos de violencia, al investigar cómo usan estas plataformas las personas desplazadas por el conflicto armado.
Plataformas de redes sociales
Una de las plataformas de redes sociales más estudiada entre la muestra de artículos es Facebook (n=6). Por ejemplo, esta plataforma fue explorada por Said-Hung y Luquetta-Cediel (2018), quienes se enfocaron en seis páginas o grupos de Facebook para estudiar cómo conversaban los colombianos sobre el conflicto armado. Otra plataforma comúnmente usada por las investigaciones de la muestra es Twitter (n=6). Por ejemplo, Barreto-Galeano et al. (2021) analizaron textos publicados en esta red social para examinar la retórica de legitimación o deslegitimación hacia los actores involucrados en el conflicto armado colombiano en 2016. Además, dos estudios integraron ambas plataformas (Facebook y Twitter) en sus investigaciones (e.g.,Bonilla-Neira, 2020). Solo un artículo (Mejía García et al., 2018) realizó un análisis de una plataforma diferente a Facebook o Twitter, enfocándose en videos publicados en YouTube.
Es importante anotar igualmente que seis estudios de la muestra no se enfocaron en ninguna plataforma en específico, orientándose en el concepto de redes sociales en general. Esto ocurrió principalmente en dos escenarios. En primer lugar, cuando se trata de un artículo que plantea un estado del arte, como el ensayo de Contreras Álvarez (2013) sobre el ciberacoso. En segundo lugar, cuando se trata de entrevistas a participantes sobre las redes sociales, como el artículo de Rubiano Daza y Chirinos Araque (2021) enfocado en las precepciones de periodistas sobre el cubrimiento informativo del posacuerdo colombiano en medios regionales.
Finalmente, dos artículos no eligieron trabajar con plataformas específicas o con el concepto en general. Estos artículos se enfocaron en las redes sociales que los participantes decían usar o interactuar para estudiar. Este es el caso del estudio realizado por Corro Borrero y López Rodríguez (2021), quienes examinaron el ciberacoso como expresión de violencia de género entre jóvenes colombianos. Este también es el caso del estudio realizado por Maya-Jariego et al (2019), enfocado en el uso de redes sociales entre líderes comunitarios.
Si bien la mayoría de los estudios de la muestra no aclaran por qué eligieron trabajar específicamente en ciertas plataformas, es posible determinar algunos racionales para su elección de redes sociales. El primer racional es la conveniencia metodológica, como el estudio de Chaparro Sáenz (2021), que busca poner a prueba una metodología para la extracción, el tratamiento y el análisis de los datos de publicaciones disponibles en Twitter. Otro racional es la cantidad o tipo de información que se encuentra en ciertas redes sociales. Por ejemplo, Rojas (2018) argumenta que decidió enfocar su investigación en Facebook debido a que la "cantidad de información que se comparte en esta red social es bastante amplia" (p. 26). Finalmente, en algunos casos, investigadores e investigadoras dicen elegir una plataforma en específico debido a la violencia que se suele manifestar en ciertas redes sociales. Este es el caso de Barrios et al (2019), quienes destacan Twitter por su potencial para ser utilizado sin regulación para expresar y promover el odio, la ira y otras emociones destructivas.
Manifestaciones de violencia
Una de las manifestaciones de violencia más común entre los estudios de la muestra es la relacionada con el conflicto armado en Colombia (n=7). Debido a la naturaleza del conflicto armado colombiano, esta serie de artículos cubre distintos contextos de violencia. En primer lugar, se encuentran los artículos que cubren violencia relacionada con los acuerdos de paz (por ejemplo, Said-Hung y Luquetta-Cediel, 2018). En segundo lugar, se encuentran los artículos que discuten contextos rurales, especialmente enfocados en víctimas del conflicto armado (Maya-Jariego et al., 2019). En tercer lugar, se encuentran los estudios enfocados en manifestaciones de violencia urbana (Bernal Suárez, 2019). Finalmente, se encuentran los artículos que exploran la violencia en el contexto de las marchas que se han realizado en el país en respuesta al desarrollo o consecuencias del conflicto armado (Rodríguez Pérez et al., 2021).
Otra manifestación de violencia que se encuentra en la muestra es la relacionada con la violencia de género (n=6). Por ejemplo, Corro Borrero y López Rodríguez (2021) estudiaron el ciberacoso como manifestación de la violencia de género entre estudiantes de Barranquilla. Es importante anotar que varios estudios que abordan la violencia de género toman una perspectiva interseccional, en la que se entiende que las opresiones y las violencias están inextricablemente conectadas a factores de raza, género y clase, entre otras (Tynes et al., 2016). Un ejemplo que trabaja bajo un lente interseccional es la investigación realizada por Cepeda (2018), quien discute cómo campañas sociales en redes sociales -incluso aquellas que buscan luchar contra la violencia patriarcal o la corrupción- pueden ejercer violencia simbólica o material contra mujeres y/o personas de color.
Entre la muestra de estudios también se encuentran artículos enfocados en la violencia escolar y el ciberacoso (n=3). Estos estudios discuten -entre otras cosas- el rol de las redes sociales en las formas y prácticas de acoso entre y hacia estudiantes (Contreras Álvarez, 2013).
Para concluir esta sección de los resultados, es importante anotar que las diferentes manifestaciones de violencia previamente descritas también abordan variadas formas que son discutidas por los autores. Estas formas incluyen violencia discursiva (Bonilla-Neira, 2020; Tabares Higuita, 2018), violencia simbólica (Barreto-Galeano et al., 2021; Villa Gómez et al., 2020), violencia material representada en redes sociales (Bernal Suárez, 2019; Mejía García et al., 2018), y violencia estructural (Aguilar Forero, 2020).
DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN
Este estudio presentó una revisión sistemática de la literatura con el objetivo de explorar cómo los investigadores e investigadoras en Colombia han examinado la complicada conexión entre redes sociales y violencia. En este sentido, los resultados muestran un esfuerzo considerable de pasadas investigaciones por cubrir un vasto y complejo ecosistema de violencia mediática en el país. Estas investigaciones -variadas en enfoque, plataformas, y manifestaciones de violencia- ayudan a entender mejor las múltiples formas en las que la violencia es reproducida, transformada o generada por redes sociales. Sin duda, este avance en las formas de entender este fenómeno es de vital importancia para responder a las transformadas y emergentes culturas de violencia en el país.
Sin embargo, la búsqueda sistemática de literatura deja claro que hay varios temas y enfoques sin responder -y que son esenciales para avanzar en nuestro entendimiento de los ecosistemas de información y comunicación. En primer lugar, relacionado con los objetivos de las investigaciones, es necesario profundizar en cómo las plataformas de redes sociales no solo sirven a usuarios para representar o ejercitar violencia, sino también cómo ellas mismas ejercen violencia. Aquí, por ejemplo, vale la pena explorar más las diferencias y conexiones entre la representación de violencia en medios de comunicación y la violencia que es ejercida a través de las plataformas digitales. Esta línea de investigación refuerza la visión de estas plataformas como redes tecno-culturales que están, a su vez, compuestas y conectadas con diferentes estructuras sociales y económicas (van Dijck, 2013). Por ejemplo, indagaciones futuras podrían explorar el colonialismo de datos ejercido mediante redes sociales (Mejías y Couldry, 2019) bajo el lente de las prácticas y estructuras de violencia en el país.
Igualmente hay oportunidades para futuros investigadores en relación con la selección y aproximamiento a las plataformas. En este sentido, llama la atención que la red social más usada en Colombia WhatsApp (El Espectador, 2021), no se encuentre entre los artículos incluidos en la muestra. Así, si bien redes sociales como Facebook y Twitter son más accesibles metodológicamente a investigadores del país, es importante explorar cómo WhatsApp - denominada una 'tecnología de vida' por su omnipresencia en la cotidianidad de muchos ciudadanos latinoamericanos (Gómez Cruz y Harindranath, 2020)- transforma las prácticas, estructuras y culturas de violencia en el país. Adicionalmente, es esencial incorporar estudios comparativos multiplataforma, lo que permitiría identificar patrones generales y diferencias entre políticas y herramientas de diferentes redes sociales (Matassi y Boczkowski, 2021).
Finalmente, respecto a las manifestaciones y temáticas de violencia enfocadas en los artículos de la muestra (y reconociendo que hay un gran esfuerzo en las pasadas investigaciones, especialmente enfocado en temas de género y el conflicto armado) hay muchas violencias no discutidas y que son importantes en el contexto colombiano. Por ejemplo, es necesario investigar la violencia en redes sociales relacionada con el medio ambiente, los pueblos indígenas, minorías étnicas y la comunidad LGBTQ+, que han sido reconocidos por el Gobierno como necesarios para la creación y fortalecimiento de una cultura de paz (Ministerio de Educación Nacional, 2015), pero que no se evidencian en la muestra. En este sentido es necesario ampliar el mapa de investigación -incluyendo diferentes variaciones y contextos- de la violencia en las redes sociales en Colombia para comprender mejor y abordar adecuadamente el fenómeno.
Es imposible ahora establecer una relación lineal o causal entre redes sociales y violencia, ya que nuestras interacciones con estos dos fenómenos están inmersos en procesos altamente complejos y multidireccionales, con componentes y conexiones sociales, culturales y económicas (van Dijck, 2013). Por lo tanto, investigadores e investigadoras debemos entonces aceptar y adoptar este complejo entorno para entender mejor lo que Rossana Reguillo (2013) llama las nuevas gramáticas de la violencia -es decir, las formas específicas en las que organizamos los discursos, las imágenes y las narrativas violentas del paisaje digital actual. El acto de investigar estás gramáticas es no solo una forma de entender mejor y reimaginar nuestras culturas de paz y violencia de Colombia, sino también como un acto de resistencia en sí mismo, ya que, como dice la misma autora, "nombrar, narrar, mirar, son actos políticos contra el miedo y la parálisis" (Reguillo, 2021, p. 100)