El constructo de autoestima sexual (AS) lo propuso, por primera vez, Finkelhor (1979) quien, aunque no llegó a definirlo, desarrolló la Sexual Self-Esteem Scale para medir actitudes hacia el autoconcepto sexual. Con posterioridad, Willemsen (1987) describió la AS como un dominio dentro del concepto global de autoestima, aludiendo a la "percepción de que las características y el comportamiento de una persona son deseables para otros" (p. 860). Por su parte, Helminiak (1989) habla de autoaceptación sexual, definida como la "comodidad con el cuerpo de uno mismo como organismo sexualmente receptivo" (p. 200). Snell y Papini (1989) definen la AS como "la estima positiva y la confianza en la capacidad para experimentar la sexualidad de un modo satisfactorio y placentero" (p. 257). Más allá de estas definiciones, Wiederman y Allgeier (1993) enfatizaron la necesidad de ampliar su concepción en personas con pareja sexual a evaluaciones de sí mismos y de sus compañeros sexuales.
La AS refleja un carácter positivo con relación al sexo, acompañado de una actitud que excluye sentimientos de culpa sexual, ansiedad sexual y depresión (Snell, Fisher & Schuh, 1992). La AS incluye aspectos del pasado y experiencias actuales relativas al contexto familiar, relaciones con amigos y de la historia sexual, por lo que los factores interpersonales tienen gran relevancia sobre ella (Torres-Obregón et al., 2018). En consecuencia, esta dimensión influye y guía el comportamiento sexual de las personas (Andersen, Cyranowski & Espindle, 1999), repercutiendo de manera importante sobre su salud sexual. Se han encontrado asociaciones positivas de la AS con asertividad sexual (Ménard & Offman, 2009; Torres-Obregon, Onofre-Rodríguez, Sierra, Benavides-Torres & Garza-Elizondo, 2017), satisfacción sexual (Calvillo, Sánchez-Fuentes & Sierra, 2018) y experiencia sexual (Snell, Fisher & Walters, 1993). Niveles significativamente bajos de AS se han relacionado con el perfeccionismo sexual de la pareja (Stoeber & Harvey, 2016), así como con experiencias de abuso sexual y físico en mujeres (Bornefeld-Ettmann et al., 2018).
Con respecto al funcionamiento sexual, Soler et al. (2016) encontraron que este correlacionaba de manera positiva con la AS, tanto en hombres como en mujeres. Por otro lado, las mujeres que experimentan distracción cognitiva durante las interacciones sexuales informan de menor AS, encontrándose una asociación positiva entre la AS y el funcionamiento sexual (Dove & Wiederman, 2000). En los hombres, la AS se relaciona positivamente con la confianza en su capacidad para lograr la erección y tener experiencias sexuales satisfactorias (Swindle, Cameron, Lockhart & Rosen, 2004).
En definitiva, son numerosos los estudios que vinculan la AS con diferentes aspectos de la sexualidad humana; sin embargo, apenas hay trabajos que aborden la asociación de la AS con la excitación sexual. De acuerdo con Janssen (2011), la excitación sexual es el estado emocional o motivacional originado por estímulos internos o externos, que implica respuestas centrales (incluyendo la verbal), periféricas (incluida la genital) y conductuales (abarca tendencias a la acción y preparación motora). El modelo de control dual (Bancroft & Janssen, 2000) propone que la respuesta sexual implica la interacción de las dimensiones de excitación sexual y de inhibición sexual, siendo ambas relativamente independientes (Granados, Salinas & Sierra, 2017). Es decir, la excitación sexual es el resultado del balance entre esta y la inhibición sexual (Bancroft & Janssen, 2000). La activación de ambos sistemas da lugar a la excitación sexual, la cual podrá ser adaptativa o disfuncional. Por ende, la excitación sexual se interpreta como rasgo dentro del modelo de control dual (Bancroft, Graham, Janssen & Sanders, 2009).
La excitación sexual también se puede entender como un estado, pudiéndose evaluar de forma objetiva y subjetiva. La excitación sexual objetiva se refiere a los cambios y reacciones fisiológicas controladas por el sistema neurovascular (Traish, Botchevar & Kim, 2010), que se producen fundamentalmente, aunque no de forma exclusiva, en los genitales. La excitación sexual subjetiva consiste en la conciencia de la excitación sexual fisiológica, de los afectos sexuales y de las combinaciones afectivo-cognitivas; es decir, es la percepción de excitación sexual a nivel psicológico (Mosher, Barton-Henry & Green, 1988; Sierra et al., 2017). La excitación sexual subjetiva sigue un patrón consciente, mientras que las sensaciones sexuales genitales siguen un procesamiento inconsciente (Laan & Janssen, 2007).
Finalmente, la excitación sexual también se ha estudiado como una etapa de la respuesta sexual. Esta se describe como una secuencia cíclica por etapas (deseo, excitación, orgasmo y resolución), cuyos mecanismos interactúan entre sí reforzándose o inhibiéndose (Mas, 2000). Las personas con dificultades en la fase de excitación sexual pueden presentar problemas de AS o autoestima en general; es decir, la AS podría verse afectada dado que se trata de un índice específico de la autoestima global (Soler et al., 2016). La falta de autoestima se ha relacionado significativamente con la presencia o gravedad de la disfunción eréctil, observándose que la mejora en los trastornos de la erección se acompaña de un aumento de los niveles de autoestima (Moncada et al., 2009). En mujeres con trastornos de excitación sexual, los niveles de AS son significativamente más bajos que en mujeres funcionales (Middleton, Kuffel & Heiman, 2008).
Con el fin de ampliar el conocimiento acerca de la AS, este estudio pretende analizar su relación con la excitación sexual. Para ello, se examinará la relación de la AS con la excitación sexual como rasgo, como estado y como componente de la respuesta sexual. Se tratará de determinar qué manifestación de la excitación sexual tiene mayor peso en la explicación de la AS. En este sentido, se espera que, tanto en hombres como en mujeres, la AS se asocie de forma positiva con la propensión a excitarse sexualmente y con la excitación sexual como componente de la respuesta sexual. Asimismo, ante estímulos sexuales visuales se espera que los niveles de autoestima sexual correlacionen positivamente con la excitación sexual subjetiva.
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 65 jóvenes heterosexuales: 48 mujeres (M edad = 21,40; DT = 4,88) y 17 hombres (M edad = 22,41; DT = 4,27). No existían diferencias significativas entre la edad de ambos (U = 313,50; p = 0,149). Todos ellos eran estudiantes universitarios de nacionalidad española. Entre los criterios de exclusión se consideraron: (a) padecer algún tipo de enfermedad física o psicológica, (b) tener alguna disfunción sexual, (c) informar de abuso de alcohol o consumo de drogas/fármacos y (d) haber sido, o ser víctima de abusos sexuales. En la tabla 1 se presentan las características sociodemográficas de la muestra. Hombres y mujeres se diferencian en el hecho de que un mayor porcentaje de estas tenían una relación de pareja en el momento de la evaluación, pero era mayor el número de hombres que tenían relaciones sexuales.
Instrumentos y materiales
Cuestionario sociodemográfico y de la historia sexual. Incluye preguntas acerca del sexo, edad, nivel de estudios alcanzado, nacionalidad, orientación sexual, edad de la primera relación sexual, número de parejas sexuales, relación de pareja y relaciones sexuales. Además, incluye preguntas relativas a la salud (enfermedades físicas, trastornos psicológicos y trastornos sexuales), tratamientos recibidos, consumo de alcohol y de otras sustancias/medicamentos, y abusos sexuales.
Brief sexuality scale (SS) [escala de sexualidad breve] (Snell & Papini, 1989; Wiederman & Allgeier, 1993). Se empleó la versión española de Soler et al. (2016) formada por 15 ítems agrupados en tres subescalas: (a) Depresión sexual (e.g, "Me siento cómodo/a con mi sexualidad"), (b) Preocupación sexual (e.g., "Pienso en sexo todo el tiempo") y (c) Autoestima sexual (e.g., "Soy una buena pareja sexual"). En este estudio se empleó solo la subescala de autoestima sexual. Utiliza una escala tipo Likert, donde 1 es en total desacuerdo y 5, totalmente de acuerdo. El rango de puntuación oscila entre 5 y 25. Puntuaciones elevadas corresponden con un alto nivel de autoestima sexual. Su fiabilidad de consistencia interna es de 0,87 y presenta una adecuada validez al correlacionar sus puntuaciones con autoestima global, asertividad sexual y rendimiento sexual (Soler et al., 2016). En este estudio se obtuvo un alfa de Cronbach de 0,62.
Sexual inhibition/sexual excitation scales-short form (SIS/SES-SF) [escalas inhibición sexual/excitación sexual-forma breve] (Carpenter, Janssen, Graham, Vorst & Wicherts, 2011). Se usó la versión española de Moyano y Sierra (2014), cuyos 14 ítems se distribuyen en tres factores: (a) Excitación sexual (SES, por sus siglas en inglés; e.g., "Cuando pienso en una persona muy atractiva, me excito fácilmente"), que evalúa la propensión a la excitación sexual, es decir, la excitación sexual como rasgo, (b) Inhibición sexual-1 (SIS1, por sus siglas en inglés; e.g., "Cuando algún pensamiento me distrae, pierdo fácilmente mi erección/excitación"), relacionada con la distracción o concentración en la ejecución sexual y (c) Inhibición sexual-2 (SIS2, por sus siglas en inglés; e.g., "Si tengo sexo en un lugar al aire libre, aislado, y creo que hay alguien cerca, es difícil que me excite mucho"), relativa al miedo a ser descubierto o adquirir una enfermedad de transmisión sexual. En este estudio se empleó únicamente la subescala de excitación sexual, que utiliza una escala tipo Likert donde 1 es completamente de acuerdo y 4, completamente en desacuerdo. El rango de puntuación oscila entre 14 y 56; mayores puntuaciones indican mayor excitación sexual rasgo. La adaptación española presenta una fiabilidad de consistencia interna de 0,72. Entre las evidencias de validez de sus medidas, estas se asociaron al deseo sexual diádico y solitario (Moyano & Sierra, 2014). En el presente estudio se obtuvo un alfa de Cronbach de 0,78.
Cuestionario del funcionamiento sexual, del Massachussets General Hospital Sexual Functioning Questionnaire (MGH-SFQ) (Fava, Rankin, Alpert, Nierenberg & Worthington, 1998). Se empleó la versión española de Sierra, Vallejo-Medina, Santos-Iglesias y Lameiras (2012). Se trata de una escala que evalúa el funcionamiento sexual durante el último mes a partir de 5 ítems (interés sexual, excitación sexual, orgasmo, erección -solo para hombres- y satisfacción sexual global). Se responde mediante una escala tipo Likert donde 0 es totalmente disminuido y 4 significa normal. El rango de puntuación oscila entre 0 y 20; menores puntuaciones indican peor funcionamiento sexual. La versión adaptada al español presenta una excelente fiabilidad de consistencia interna (0,90 en hombres y 0,93 en mujeres), así como adecuados índices de validez, correlacionando sus puntuaciones con asertividad sexual, deseo sexual diádico y satisfacción sexual (Sierra et al., 2012). En este estudio se empleó únicamente el ítem relativo a la excitación sexual.
Escala de valoración de excitación sexual (VES) (Mosher et al., 1988; Sierra et al., 2017). Está constituida por 5 ítems (excitación sexual, sensaciones genitales, sensación de calor, sensaciones físicas no genitales y concentración sexual) que evalúan la excitación sexual subjetiva experimentada en una situación determinada, es decir, la excitación sexual como estado. Se responde mediante una escala tipo Likert que oscila desde 1 (ninguna) a 7 (extrema). El rango de puntuación oscila entre 1 y 35, de modo que las puntuaciones elevadas equivalen a un alto nivel de excitación sexual subjetiva. La versión española presenta una excelente fiabilidad de consistencia interna (a = 0,90). Sus puntuaciones correlacionaron en sentido positivo con la excitación sexual rasgo y con la erotofilia (Sierra et al., 2017). En este estudio se obtuvo un alfa de Cronbach de 0,92.
Escala de valoración de sensaciones genitales (VSG) (Mosher et al., 1988; Sierra et al., 2017). Formada por un único ítem con 11 opciones de respuesta (desde 1 = ninguna sensación genital, hasta 11 = orgasmo múltiple) que evalúan la intensidad de las sensaciones genitales en una situación determinada (e.g., ante un estímulo sexual). El rango de puntuación oscila entre 1 y 11, significando mayores puntuaciones, mayor nivel de excitación sexual subjetiva. Las puntuaciones de la escala correlacionaron de forma positiva con las de la escala VES, la excitación sexual rasgo y la erotofilia (Sierra et al., 2017). En este estudio se obtuvo una correlación entre VES y VSG de 0,76.
Estímulos visuales. Se emplearon: (a) un video de contenido neutro (documental de la naturaleza) con una duración de un minuto y (b) un video de contenido sexual explícito con una duración de tres minutos, en el que una pareja heterosexual mantiene relaciones sexuales, incluyendo sexo oral y coito vaginal. El video de contenido erótico fue diferente para hombres y mujeres. Para cada sexo, se utilizó el filme que mejor valoración obtuvo en un estudio piloto previo, en el cual se demostró la capacidad diferencial de dichos videos para inducir activación sexual en hombres y mujeres jóvenes heterosexuales (Sierra, Granados, Sánchez-Fuentes, Moyano & López, 2015).
Procedimiento
A todos los participantes voluntarios se les informó sobre su participación en el estudio, del procedimiento a seguir, del tipo de estímulos a visualizar y de los materiales que se van a emplear. El reclutamiento se hizo mediante la difusión de carteles en papel y publicaciones en las redes sociales Twitter y Facebook en los que se invitaba a participar en el estudio a jóvenes universitarios. A aquellos que mostraron interés por el estudio y manifestaron su acuerdo en participar, se les envió en formato on-line el "Cuestionario sociodemográfico y de la historia sexual", la subescala de excitación sexual de las SIS/SES-SF y el MGH-SFQ. Aquellos sujetos que cumplían con los criterios de inclusión, se citaron por correo electrónico. Se les envió un consentimiento informado garantizando la confidencialidad de los datos, voluntariedad y anonimato del estudio. La tarea experimental tuvo lugar en el Laboratorio de Sexualidad Humana. En primer lugar, contestaron en formato on-line la subescala de autoestima sexual. A continuación, la tarea consistía en visualizar los videos neutro y erótico. Al finalizar la proyección de los estímulos, contestaban en formato de papel y lápiz las escalas VES y VSG. La sala experimental estaba insonorizada y mantenía temperatura y luminosidad constante. La proyección de los videos se realizó en una pantalla LCD de 24" colocada a 100 cm del participante. Al igual que en estudios de laboratorio previos (Arcos-Romero, Granados & Sierra, 2018; Gómez-Lugo, Saavedra-Roa, Pérez-Durán & Vallejo-Medina, 2016; Sierra et al., 2019), la participación en la tarea experimental fue totalmente voluntaria y los participantes no recibieron ningún tipo de compensación.
El estudio se aprobó previamente por el Comité de Ética en Investigación Humana de la Universidad de Granada.
Análisis de datos
En primer lugar, se calcularon los estadísticos descriptivos de todas las variables evaluadas examinando las diferencias entre hombres y mujeres. En segundo lugar, se calcularon las correlaciones bivariadas entre AS, propensión a la excitación sexual, excitación sexual como componente de la respuesta sexual, y valoración de la excitación sexual subjetiva y valoración de las sensaciones genitales. Finalmente, las variables que previamente correlacionaron con la AS, se introdujeron en un análisis de regresión lineal múltiple utilizando el método por pasos, con el fin de examinar la importancia que tenían en la predicción del constructo.
Resultados
Al calcular los estadísticos descriptivos de las variables y compararlas entre hombres y mujeres (véase tabla 2), se encontraron diferencias significativas únicamente en la propensión a la excitación sexual, obteniendo puntuaciones más elevadas los hombres. Dado que no se encontraron diferencias por sexo en la AS, se consideró a todos los participantes como una sola muestra. Al calcular las correlaciones bivariadas, se observa que la AS correlaciona de forma positiva, tanto con la propensión a la excitación sexual (r = 0,27, p < 0,05) como con la excitación sexual como componente de la respuesta sexual (r = 0,41, p < 0,01) (véase tabla 3).
Finalmente, en el análisis de regresión lineal múltiple, en un primer paso, se introdujo la excitación sexual rasgo y, en un segundo paso, se introdujo la excitación sexual relativa a la respuesta sexual (véase tabla 4). Los resultados mostraron un modelo de regresión significativo que explicó el 19% de la varianza de la AS. En el primer paso, la excitación sexual rasgo predijo de manera positiva la autoestima sexual (β = 0,27). Tras el segundo paso quedó reflejado que mayor propensión a la excitación sexual (β = 0,22) y mayor excitación relativa al funcionamiento sexual (β = 0,38), se asociaban con mayores niveles de autoestima sexual.
Discusión
El estudio de la AS es relativamente reciente, encontrándose las primeras evidencias a finales de los años setenta del pasado siglo, en el trabajo de Finkelhor (1979). La relevancia de la AS radica en que, al asociarse a experiencias pasadas y actuales, guía el comportamiento sexual (Andersen et al., 1999). Aunque muchas de las investigaciones que han abordado la AS se han centrado en poblaciones clínicas, existen evidencias de su relación con diferentes aspectos del funcionamiento sexual en poblaciones no clínicas (Soler et al., 2016), aunque son prácticamente inexistentes los estudios en los que se asocia de manera directa con la excitación sexual. El presente estudio se planteó, como objetivo principal, ampliar el conocimiento acerca de la AS mediante el análisis de su relación con la excitación sexual.
La AS se ha asociado con la propensión a la excitación sexual, entendida como un rasgo desde el modelo de control dual de la respuesta sexual (Bancroft et al., 2009), y con la excitación sexual como componente de la respuesta sexual (Mas, 2000). En cambio, en contra de lo hipotetizado, no se asocia a la excitación sexual subjetiva experimentada durante la exposición a estímulos visuales eróticos. En el modelo de regresión obtenido, la propensión a excitarse sexualmente y la excitación sexual relativa a la respuesta sexual tienen capacidad de predecir la AS. Es decir, la creencia sobre la habilidad sexual propia y como pareja sexual, está determinada por la evaluación que realiza la persona sobre su tendencia a excitarse sexualmente ante diferentes situaciones. Asimismo, la excitación sexual relativa a la respuesta sexual forma parte de cada experiencia sexual vivida por la persona, contribuyendo al desarrollo de la AS (Torres-Obregón et al., 2018).
La ausencia de relación entre la AS y la excitación sexual estado, podría deberse a la corta duración de los estímulos visuales, de modo que no hayan sido presentados durante el tiempo suficiente. Dado que el desarrollo de la fase de excitación requiere más tiempo en las mujeres que en los hombres (Mas, 2005), la extensión temporal de los videos podría no haber sido suficiente para que el nivel de excitación aumentase de manera significativa en ambos sexos, sobre todo en las mujeres, y se pudiese valorar su relación con la AS. Otra razón podría ser que se trata de una valoración aislada de la excitación sexual. Es decir, una única exposición a estímulos eróticos visuales no tendría la intensidad suficiente para influir en la AS, al contrario de lo que ocurre en la evaluación realizada por la persona respecto a su excitación sexual como dimensión de su respuesta sexual o como un rasgo propio. En esta línea, recientemente, Sierra et al. (2019) no han encontrado relación entre la propensión a excitarse sexualmente y la excitación sexual subjetiva en hombres, aunque sí la hay, pero moderada, en mujeres. Es decir, el patrón de comportamiento no determinaría necesariamente la conducta de la persona en una situación concreta. En un contexto de laboratorio, podría ocurrir que sus condiciones controladas hagan que el comportamiento sexual manifestado (excitación sexual estado) no se corresponda con su tendencia generalizada a excitarse sexualmente, de manera que no contribuiría a la AS.
Este estudio proporciona evidencias de la relación entre la AS y la excitación sexual. Dado que la AS es adquirida, se muestra la importancia que tiene la excitación sexual, como rasgo y como componente de la respuesta sexual, para el desarrollo de una valoración positiva de la capacidad sexual y del rol como pareja sexual en cada persona. Por consiguiente, un posible desconocimiento acerca de la sexualidad, junto con la escasez o ausencia de experiencias sexuales, conlleva la ignorancia de uno mismo como ser sexual. Es importante que la propia persona conozca su tendencia a responder, concretamente a excitarse/inhibirse sexualmente ante diferentes estímulos, para valorar la capacidad sexual propia. El hecho de conocerse a uno mismo determinaría un patrón de conducta a partir del cual nos relacionamos con los demás y vivimos experiencias sexuales más placenteras y agradables, contribuyendo a la AS. Consecuentemente, cuando esta se encuentre deteriorada, la intervención sobre la excitación sexual posibilitará la mejora de la AS. Considerando ambas vías, se contribuye a un desarrollo saludable de la autoestima global y del funcionamiento sexual del individuo. La evaluación de la AS resulta conveniente, tanto para la prevención como para la promoción de la salud sexual.
Entre las limitaciones de este estudio se encuentra el reducido tamaño de la muestra, así como la imposibilidad de generalizar los resultados a poblaciones con otras características, puesto que todos los participantes fueron jóvenes universitarios heterosexuales. En futuras investigaciones, además de aumentar el tamaño de la muestra, sería interesante examinar la relación de la AS con la respuesta de excitación sexual objetiva mediante el empleo de registros psicofisiológicos de la respuesta sexual. También se sugiere ampliar el estudio de la AS a poblaciones de diferente orientación sexual, o abordar cómo se asocia con otros componentes de la respuesta sexual como, por ejemplo, el deseo sexual.