El desarrollo de la identidad en adolescentes es importante y base principal para el paso adecuado a la vida adulta, permitiendo la independencia emocional de la familia, la formación de relaciones interpersonales significativas estables y una adecuada inserción en la sociedad (Leblond et al., 2020). En este proceso, el autoconcepto adolescente es fundamental y corresponde a la percepción o visión que una persona tiene de sí misma en diferentes áreas (López-Larrosa & Periscal, 2022), sobre las propias habilidades (físicas, intelectuales o sociales) que pueden afectar distintos ámbitos como el rendimiento académico, popularidad, interacción social y la propia salud mental (Maqbool & Ganai, 2016). De acuerdo con Lichner et al. (2021), es importante estudiar el autoconcepto, pues es la fuerza motriz para la vida e incluye variadas autopercepciones (imagen, estima, valor, eficacia, entre otras) y está relacionado con la crianza de los hijos y, por ello, es necesario observar las relaciones familiares y tipos de familia, y ha sido estudiado con mucha frecuencia por la psicología (Rodríguez-Fernández et al., 2015). Está integrado por dimensiones más concretas y definidas como el autoconcepto académico, social, familiar, físico y emocional (Ramos & Rodríguez, 2007). Para García y Musitu (2001), el autoconcepto es multidimensional y proponen cinco factores: académico/laboral (AA), que tiene que ver con la autopercepción en la calidad del desempeño en los roles de estudiante o de trabajador de una persona a través de profesores o superiores y también por las cualidades específicas que se valoran en el contexto académico o laboral. El autoconcepto social (AS) corresponde a las autopercepciones en el rol social de las personas y está relacionado con la facilidad o dificultad para mantener o ampliar la red social y con las cualidades interpersonales en las relaciones interpersonales. El autoconcepto emocional (AE) corresponde a las autopercepciones emocionales generales y respuestas a situaciones específicas con personas. El autoconcepto familiar (AFa) se relaciona con la implicación, participación e integración familiar, con la confianza y afecto de los padres y con la felicidad y apoyo familiar, pero también con la no implicación o no aceptación familiar. El autoconcepto físico (AFi), entendido como las autopercepciones sobre el aspecto y condición física, tanto sobre la práctica deportiva y del aspecto físico de atracción, de gustarse, de ser elegante (García & Musitu, 2014). Como principal determinante en la consolidación del autoconcepto están los vínculos más próximos que se tienen en la infancia y adolescencia, los profesores, hermanos, amigos o compañeros de escuela (Sabeh, 2002) y también la relación con los padres y crianza de estos (Lichner et al., 2021).
Los estilos de socialización parental (ESP) son entendidos como “el conjunto de actitudes que los padres tienen hacia sus hijos y que, conjuntamente, crean un determinado ambiente en el hogar, donde se expresan las conductas de los padres” (Estévez et al., 2007). Son una constelación de actitudes hacia los hijos (Musitu et al., 2009). Se relacionan con la interacción que madres, padres y cuidadores utilizan para responder a las necesidades de sus hijos e hijas mediante la responsabilidad y el control parental (Charalampous et al., 2018), donde se desarrollan normas y creencias que la sociedad espera de ellas (Musitu, 2002) y el lugar que posibilita el contexto en el que ocurren las conductas paternas que caracterizan un estilo habitual de prácticas familiares específicas, estilos que emergen según la combinación de esas prácticas (González & Landero, 2012).
Las prácticas parentales de socialización son una línea de investigación recurrente en la psicología y distintos autores proponen diferentes tipologías de ESP. Una de las autoras clásicas en la temática es Baumrind (1971), quien identificó que la confluencia del afecto/responsabilidad y exigencia/ control permiten describir a padres autoritarios, autorizativos (democráticos) o permisivos. Posteriormente, Maccoby y Martin (1983) proponen que, a partir del control y afecto, los estilos pueden ser autoritario-recíproco, autoritario-represivo, permisivo-indulgente y permisivo-negligente. Musitu y García (2001) proponen que de la interacción de las dimensiones aceptación/implicación y coerción/imposición, los estilos pueden ser autoritario, autoritativo o democrático, negligente e indulgente. Rancaño (2014) describe que es difícil encontrar ESP puros, ya que se entrecruzan o son de comportamiento mixto.
Hay evidencia de la importancia de algunas características de los padres en la crianza de sus hijos. Se ha identificado al estilo democrático como el mejor para propiciar un buen ajuste social, aunque también se debe considerar el contexto, cultura y otros aspectos (Darling et al., 2005; Riany et al., 2022). El afecto (propio de lo democrático e indulgente) es un factor protector de la violencia física y verbal de los hijos e hijas a sus padres (Gámez-Guadix et al., 2012). La aceptación/implicación ha sido relacionada de manera significativa con un mayor autoconcepto académico, social, emocional, familiar y físico y con menor desajuste psicológico; y, por el contrario, la severidad/imposición con menor autoconcepto académico, emocional y familiar (Fuentes et al., 2015). La negligencia parental se asocia a la falta de respuesta a los hijos (Skenacy, 2021). El estilo democrático se ha relacionado de manera negativa con la inadaptación (Montoya-Castilla et al., 2016). El estudio de Rodríguez-Fernández et al. (2015) encontró diferencias a favor del padre (respecto de la madre) en la mejor percepción de sus hijos adolescentes sobre el apoyo familiar. Para Ávila-Toscano et al. (2021), las figuras parentales tienen un rol fundamental en la formación de habilidades psicosociales y en las relaciones de vínculo con sus hijos e hijas; y según Salavera et al. (2022), los ESP tienen una influencia directa en las habilidades sociales de los adolescentes. Las crianzas positivas se relacionan con menor desregulación y mayores autoestimas (Costantini et al., 2022). Las consecuencias de los ESP son bastante concluyentes en el sentido de que existen algunos estilos mejores que otros; sin embargo, factores culturales y contextuales requieren de investigaciones que aporten nuevas evidencias (Espinoza-García, 2020).
Algunas investigaciones sugieren relaciones entre el control y el apoyo parental con el autoconcepto y en donde un estilo parental rígido se vincula con menor autoconcepto positivo en niños (Clerici et al., 2019). También un estilo equilibrado o democrático se relaciona con altos niveles de optimismo y la negligencia parental con un bajo nivel de optimismo, altos niveles de autoestima se relacionan con interacciones positivas entre padres e hijos (Weber et al., 2003). Asimismo, hijos de padres con antecedentes de alcoholismo presentan autoconceptos más negativos y menor rendimiento comparados con padres sin problemas (Viganó & Pimenta, 2005).
La presente investigación buscó relacionar el autoconcepto (académico, social, emocional, familiar y físico) con los ESP (autoritarios, democráticos, negligentes e indulgentes) percibidos en padres, madres o cuidadores en el contexto chileno, país que se caracteriza por una marcada segmentación socioeconómica. Se analizó el autoconcepto en sus cinco dimensiones según género y grupos socioeconómicos, relaciones del autoconcepto con las variables utilizadas para la determinación de los ESP (aceptación/implicación, afecto, diálogo, displicencia, indiferencia, coerción/ imposición, privación, coerción verbal y coerción física) y también se compararon los ESP según madre y padre.
Método
Participantes
Se utilizó una muestra no probabilística o intencional compuesta por 867 adolescentes entre 11 y 18 años (M = 14.11 y DE = 1.80), de los cuales 444 (51 %) eran hombres. Pertenecían a nueve centros educativos de siete ciudades de Chile (Arica, Iquique, Antofagasta, Santiago, Curicó, Talca y Osorno). El 47 % de los centros son públicos (educación gratuita) y el 53 % de centros semipúblicos (reciben algún financiamiento de las familias).
Instrumentos
Los adolescentes respondieron dos cuestionarios de autoinforme para conocer las variables y cumplir con los objetivos del estudio, más preguntas de caracterización sociodemográfica.
Datos sociodemográficos: edad, ciudad, grupo socioeconómico, según clasificación del Ministerio de Educación de Chile: bajo (ingresos menores a US$ 397), medio bajo (ingresos entre US$ 397.01 hasta US$ 595), medio (ingresos entre US$ 595.01 hasta US$ 980) y medio alto (ingresos entre US$ 980.01 hasta US$ 1865.5), sexo, curso o grado.
Cuestionario de Autoconcepto Forma-5 (AF5) de García y Musitu (2001, 2014), compuesto por 30 ítems que permiten conocer las puntuaciones para cinco dimensiones del autoconcepto: académico, social, emocional, familiar y físico. Se responde en una escala de medida de 1 a 99 puntos según el grado de acuerdo con la afirmación. Las puntuaciones directas son transformadas a percentiles según el manual. Las fiabilidades mediante omega de McDonald por dimensión para esta aplicación fueron las siguientes: académica .842 (AVE = .474), social .490 (AVE = .229), emocional .759 (AVE = .347), familiar .744 (AVE = 345) y física .774 (AVE = .361). Es uno de los instrumentos más frecuentes y cuenta con adaptaciones y estudios en distintos países, incluido Chile (Céspedes et al., 2021).
Escala de Socialización Parental en la Adolescencia (ESPA29) de Musitu y García (2001), que permite identificar cuatro estilos socioparentales percibidos en padres, madres o cuidadores/as: autoritario, democrático, negligente e indulgente. Está compuesto por 29 situaciones distribuidas en 106 ítems para padres y 106 para madres. Además, se obtienen dos dimensiones (aceptación/implicación y coerción/imposición para cada uno) y siete variables que se combinan para identificar dichos estilos socioparentales: diálogo, afecto, displicencia, indiferencia, coerción física, privación y coerción verbal. Se responde en una escala tipo Likert donde el 1 es nunca, 2 algunas veces, 3 muchas veces y 4 siempre. Para el cuestionario de madres, se observó un coeficiente omega total de .894 (Ω diálogo = .672, Ω afecto = .673, Ω displicencia = .539, Ω indiferencia = .501, Ω coerción física = .604, Ω privación = . 524 y Ω coerción verbal = .617). En el caso del cuestionario de padres, se observó un coeficiente omega de .686 (Ω diálogo = .596, Ω afecto = .450, Ω displicencia = .579, Ω indiferencia = .370, Ω coerción física = .606, Ω privación = .451 y Ω coerción verbal = .546).
Procedimiento
Para realizar la aplicación se solicitó la autorización a la dirección de los centros educativos, los padres firmaron el consentimiento para la participación de sus hijos en el estudio y, finalmente, los adolescentes firmaron un consentimiento informado. Se respondieron los cuestionarios en formato de lápiz y papel, en horario docente en las salas de clase con la supervisión del equipo de investigación, precisando para ello un tiempo de 20 a 30 minutos. La investigación se diseñó y se implementó según criterios éticos del Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS, por sus siglas en inglés) y lo descrito por el Código de Ética del Colegio de Psicólogos de Chile.
Análisis estadísticos
Para identificar el autoconcepto y los ESP se utilizaron estadísticos descriptivos como la media y desviación estándar (puntajes directos) y luego la transformación a centiles para categorizar cada uno de los estilos. Los resultados se muestran en tablas cruzadas, según grupos socioeconómicos para madres y padres. Para determinar diferencias en los autoconceptos, según los ESP y grupos socioeconómicos, se utilizó el ANOVA de un factor y post hoc de Tukey. Se usó el test T de muestras independientes para analizar diferencias por sexo en las dimensiones del autoconcepto. El tamaño del efecto se obtuvo a partir del estadístico Eta Cuadrado. Los resultados se presentan en tablas cruzadas entre los ESP y los tipos de autoconcepto, según grupos socioeconómicos. Se utilizaron correlaciones de Pearson para determinar las relaciones entre las variables y un modelo de regresión logística multinomial para examinar la asociación entre ESP (madre y padre) según grupos socioeconómicos (GSE).
Los valores perdidos se trataron como perdidos por pares, asumiendo que faltantes son MAR o MCAR (Lei & Shiverdecker, 2019).
Resultados
Los resultados se presentan según puntajes del autoconcepto (académico, social, emocional, familiar y físico), de acuerdo con los ESP percibidos por los y las adolescentes en sus madres y padres (autoritario, democrático, negligente e indulgente y sin figura cuando reportan no haber tenido un cuidador/a en el rol parental), segmentados según GSE (bajo, medio bajo, medio y medio alto). Luego se presentan las correlaciones entre las distintas variables.
El autoconcepto presentó diferencias significativas (F = 168.20; p < .001) entre sus dimensiones, en orden descendente: familiar (M = 7.88; DS = 1.94), social (M = 6.88; DS = 1.82), académico (M = 6.27; DS = 2.09), físico (M = 6.03; DS = 2.31) y emocional (M = 5.43; DS = 2.33). Según género se encontraron diferencias significativas en cuatro de los cinco autoconceptos y donde los adolescentes varones presentan mayores puntajes. La tabla 1 muestra las medias y desviaciones estándar (DS) para cada uno de los autoconceptos.
* AS (t = -3.63; p < .001), AE (t = -6.80; p < .001), AFa (t = -1.9; p < .05) y AFi (t = -5.6; p < .001).
La Tabla 1 muestra que cuatro de las cinco dimensiones del autoconcepto presentan diferencias y son los hombres quienes obtienen las mayores puntuaciones. A continuación, la Tabla 2 describe los puntajes medios y desviaciones estándar según estilo socioparental de la madre.
Nota. M = media; DS = desviación típica; R² = .01 − .06 (efecto pequeño†), > .06 − .14 (efecto mediano††), > .14 (efecto grande†††).
Al comparar los autoconceptos según ESP de las madres, segmentados por GSE (Tabla 2), en el bajo se encuentran diferencias en los autoconceptos familiar y físico, donde hijos que perciben a sus madres como indulgentes y luego democráticas obtienen las mayores puntuaciones. En el GSE medio bajo las diferencias están en los autoconceptos social (mayor en madres democráticas), emocional (mayor en madres negligentes) y familiar (mayor en madres indulgentes). En el grupo medio, hijos de madres autoritarias presentan mayores puntuaciones en el autoconcepto académico e hijos de madres indulgentes, mayores puntuaciones en autoconcepto familiar. En el GSE medio alto solo autoconcepto familiar presenta diferencias según ESP, donde hijos de madres democráticas presentan mayores puntuaciones. La tabla 3 muestra los puntajes medios y desviaciones estándar según estilo socioparental percibidos en el padre.
Nota. N = frecuencia; M = media; DS = desviación típica; R² = .01 − .06 (efecto pequeño†), > .06 − .14 (efecto mediano††), > .14 (efecto grande†††).
Al comparar los autoconceptos según ESP de padres y GSE (Tabla 3), las diferencias de autoconcepto se presentan en la dimensión familiar y social de los GSE medio bajo, donde hijos de padres indulgentes presentan mayores puntuaciones. En el GSE medio, hijos de padres democráticos e indulgentes presentan mayores puntuaciones en el autoconcepto social y familiar, respectivamente, y en el GSE alto, hijos de padres democráticos e indulgentes alcanzan las mayores puntuaciones.
Se estimó pertinente explorar las relaciones entre el autoconcepto y las dimensiones del estilo socioparental, en madres y padres. Las tablas 4 y 5 presentan esta información.
Nota. AI = aceptación/implicación; a = afecto; d = diálogo; i = indiferencia; dis = displicencia; CI = coerción/imposición; cv = coerción verbal; cf = coerción física; p = privación; AA = autoconcepto académico; AS = autoconcepto social; AE = autoconcepto emocional; Afa = autoconcepto familiar; Afi = autoconcepto físico; *p < .05. **p < .01.
Nota. AI = aceptación/implicación; a = afecto; d = diálogo; i = indiferencia; dis = displicencia; CI = coerción/imposición; cv = coerción verbal; cf = coerción física; p = privación; AA = autoconcepto académico; AS = autoconcepto social; AE = auto-concepto emocional; AFa = autoconcepto familiar; AFi = autoconcepto físico; *p < .05. **p < .01.
También se obtuvieron relaciones entre el autoconcepto y las dimensiones que permiten la identificación de ESP; aceptación/implicación y sus variables afecto, diálogo, indiferencia, displicencia y la dimensión coerción/imposición y sus variables coerción verbal, coerción física y privación (Tablas 4 y 5).
El autoconcepto académico presentó correlaciones significativas (bajas y directas) con la aceptación/implicación, afecto y diálogo de madres y padres. También se evidencian relaciones inversas y bajas con la displicencia y coerción física de ambos padres y con la privación en los padres.
El autoconcepto social se relacionó de manera significativa (baja y directa) con la aceptación/implicación y con el afecto. De manera inversa y baja con la coerción/imposición, coerción física y privación (en madres y padres).
El autoconcepto emocional no correlacionó con la dimensión aceptación/implicación y sus variables, pero sí lo hace de forma baja e inversa con la coerción/imposición y privación de madres y padres y ellos también con la coerción física.
El autoconcepto familiar fue el que más correlacionó con las dimensiones y variables del modelo de socialización parental. Se evidenciaron relaciones mediadas y directas en madres con la aceptación/implicación y afecto; relaciones bajas y directas con el diálogo y bajas e inversas con la indiferencia, displicencia, coerción/imposición, coerción física y privación. En padres relaciones bajas y directas con la aceptación/implicación, afecto y diálogo y relaciones bajas e inversas con indiferencia, displicencia, coerción física y privación.
En el autoconcepto físico se encontraron relaciones bajas y directas (madres y padres) con la aceptación/implicación, afecto y diálogo y solo en padres se encontraron relaciones bajas e inversas con indiferencia, coerción física y privación.
Se estimó un modelo de regresión logística multinomial para examinar la asociación entre el ESP de la madre y el padre, respectivamente, con los tipos de autoconcepto, ajustado al GSE. Los resultados mostraron que, para el caso del ESP de la madre de tipo autoritario, en comparación con la categoría de referencia, el autoconcepto emocional resulta ser un predictor significativo (OR = .667, 95 % CI (.480, .926)); mientras que para el tipo democrático también lo es el autoconcepto emocional (OR = .660, 95 % CI (.481, .906)); y, además, el familiar (OR = 1.672, 95 % CI (1.250, 2.238)), al igual que el de tipo indulgente: emocional (OR = .696, 95 % CI (.506, .957)) y familiar (OR = 1.846, 95 % CI (1.373, 2.481)), respectivamente.
En el caso de la asociación con el ESP del padre, en comparación con la categoría de referencia, el autoconcepto familiar resulta un predictor significativo para el tipo autoritario (OR = .798, 95 % CI (.676, .943)); mientras que el autoconcepto familiar es predictor para el tipo indulgente (OR = 1.200, 95 % CI (1.031, 1.396)).
Discusión
Este estudio permitió comprender que para los y las adolescentes, el autoconcepto familiar ocupa el primer lugar seguido del social, académico, físico y emocional, lo que concuerda con Morán-Pallero y Felipe-Castaño (2021) en Extremadura, España, en una muestra de similares características a la chilena. La alta valoración de la familia se vincula con la percepción de los adolescentes de sentirse implicados, partícipes e integrados a su familia (García & Musitu, 2001).
Al analizar el autoconcepto familiar, según ESP y GSE, es posible concluir que los adolescentes con madres indulgentes y democráticas perciben más confianza, afecto, sentimientos de felicidad y apoyo con sus familias que los hijos/ as de madres negligentes y autoritarias, características que están presentes en los cuatro grupos socioeconómicos de madres y en tres GSE de los padres (medio bajo, medio y medio alto). Al igual que en Villarejo et al. (2020), la dimensión familiar se ve más favorecida en los ESP democráticos e indulgentes.
El autoconcepto físico se ve favorecido en hijos/as de madres indulgentes y democráticas en el GSE bajo y lo mismo se daría en padres del GSE medio bajo.
El autoconcepto social es mayor en adolescentes sin figura materna y también en aquellos que las perciben como indulgentes y democráticas, pero solo en el GSE medio bajo y algo similar se presenta en los padres, con excepción de aquellos que no tienen una figura parental del padre o cuidador, quienes tienen menor autoconcepto social. También en el GSE medio los adolescentes con padres democráticos, indulgentes y autoritarios ven favorecidas sus relaciones sociales y se perciben como más amigables y alegres que hijos/as de padres negligentes.
El autoconcepto académico se ve influenciado cuando las madres del GSE medio tienen características autoritarias (alto control y bajo afecto) y también en madres indulgentes (bajo control y alto afecto), esto concuerda con el estudio de Selçuk et al. (2021), quienes reportan que el autoconcepto se ve interferido cuando las madres son más controladoras.
El autoconcepto emocional tiende a ser mayor solo en hijos/as sin figura parental de madres o cuidadoras del GSE medio bajo; sin embargo, es la dimensión del autoconcepto que tiende a no recibir influencia de los estilos de socialización parental de madres y padres ni tampoco del grupo socioeconómico de pertenencia.
Hijos e hijas de padres de GSE más favorecidos (medio y medio alto) presentan mayores promedios en los autoconceptos académico y familiar, y esto concuerda con Clerici et al. (2020) en el sentido de que los aspectos socioeconómicos sean mediadores de la autopercepción.
Se concluye también que los autoconceptos académico, social, familiar y físico se relacionan directamente con la aceptación/implicación, diálogo y afecto de madres y padres (o cuidadores); es decir, que cuando los responsables de la crianza se implican, demuestran afecto y dialogan con sus hijos/as, estos perciben mayor desarrollo o confianza en sí mismo en la ejecución de su rol de estudiantes, mejor y mayor estabilidad en sus relaciones sociales y alta confianza y afecto de su familia. Por el contrario, patrones de crianza indiferentes, displicentes, coercitivos/impositivos, maltrato físico y privaciones tienden a generar autoconceptos más bajos.
Un aspecto importante del análisis radica en la coerción verbal; es decir, aquella conducta de los padres vinculada con el reproche o regaño hacia sus hijos/as cuando estos tienen comportamientos incorrectos. En este estudio se evidencia que no presenta relaciones con ninguna de las cinco dimensiones investigadas del autoconcepto.
Este estudio permite afirmar que el autoconcepto presenta diferencias según los estilos de socialización parental más frecuentemente utilizados por padres, madres o cuidadores; de ahí que es muy relevante en la construcción de la identidad y personalidad, en una buena satisfacción psicológica, bienestar personal, salud y equilibrio mental (Blanco et al., 2022), y debe considerar a la familia como un factor importante (Gutiérrez et al., 2021). Para Martínez et al. (2020), los estilos indulgentes y democráticos o autoritativos promueven mejores desarrollos de autoconcepto, aspecto que se confirma en Brasil, Portugal y España. Las formas de crianza utilizadas dentro de la familia y en otros grupos más externos, como los socioeconómicos de pertenencia de estas familias, son elementos centrales o favorecedores del autoconcepto.
Este trabajo ha presentado algunas limitaciones, como la utilización de una muestra intencionada que no permite extrapolar los datos a la población, la consideración de instrumentos aplicados exclusivamente a hijos/as sin contar con la percepción de crianza de padres, madres o cuidadores/as como un elemento comparativo, aunque las fiabilidades de los instrumentos y sus dimensiones han sido buenas. Como sugerencias a futuros trabajos, sería importante contar con estudios longitudinales que permitan analizar la estabilidad o cambios en la percepción de estilos de socialización parental y del autoconcepto, conforme se avanza en edades y se producen cambios propios del desarrollo en la población infanto-juvenil que inevitablemente se vinculan a la relación con sus padres o cuidadores y al propio proceso de crecimiento y maduración. Asimismo, se deben incorporar perspectivas mixtas en el diseño para facilitar la comprensión de subjetividades que contribuyan al análisis de datos.