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Avances en Enfermería
Print version ISSN 0121-4500
av.enferm. vol.30 no.1 Bogotá Jan./June 2012
In memoriam Raquel Natividad Pinto Afanador
Hoy como ayer
Parecería que fue ayer cuando tuve la fortuna de conocerte. Hablamos de procesos investigativos, de las redes que tanto te apasionaban, de la estructura de un modelo y de las dificultades de hacer mapas cognitivos. A veces se enfrasca uno en cosas que no son suficientes ni esenciales en la vida, los diarios quehaceres y las preocupaciones que pronto pasan; las directrices académicas, las arandelas gerenciales, uno que otro afán por algún objetivo o una tarea que no se cumple y, de pronto, se nos va la vida, se nos van los amigos y no alcanza uno a conocerlos. Apenas la piel y la voz y uno que otro trabajo en equipo. En estos últimos días se me han ido unos amigos entrañables: Carmenza, la poetisa y crítica; Carolina, la filosofa y cineasta; Javier Fernando, periodista y aventurero; Jairo Aníbal, escritor y fabricante de sueños, y Marco Antonio, acompañante de verdad.
Esa mañana de un sábado cualquiera de marzo estaba trabajando en un artículo. En algún momento miré por casualidad el celular, que siempre apago los fines de semana, y encontré un mensaje: "Llamo para avisarte que Nati falleció". Las cosas de la vida son así, simples pero absolutamente dolorosas e infaltables. Meses atrás, había vivido una situación similar, cuando otros amigos se marcharon a aquellos lares de donde no se retorna, salvo por el recuerdo y algunos renglones que evocan la vida y la obra de alguien que pasa por estos senderos. Si hace unos días se habían quedado bastante huérfanos los campos de la filosofía, la pedagogía, el periodismo y la literatura, ahora se nos suma la enfermería. Habíamos quedado desolados los hermanos de la Javeriana, la Salle y la Universidad Santo Tomás; ahora los de la Nacional. Algunos de los que lean estas líneas sentirán un vacío profundo; los que trataron a estos amigos y, en especial a Nati, revivirán situaciones de complicidad en el amor, de camaradería académica y personal, de compañerismo en la investigación, en las clases, en la formación, en la escritura, en la Revista Avances en Enfermería. Ellos, como yo, unidos para siempre en la lucha por un mundo mejor, por un universo saludable, lleno de música y de pájaros.
¿Te acuerdas, Natividad, de tu deambular por los campos y las montañas de la enfermería, del cuidado, de la enseñanza?, ¿te acuerdas de los diálogos y los debates sobre un mejor currículo, sobre un mayor quehacer? Claro que te acuerdas. ¡Cómo olvidar aquellas discusiones, las clases sobre los mapas mentales y las redes, tus consejos, tus sueños y tus olvidos, tu forma de ver la facilidad de las cosas, tu orden y tu programación, tu sentido del deber y del respeto, tu sencillez para andar por la existencia! ¿Te acuerdas de los compañeros y de las dudas con el Modelo Pedagógico? Tantos y tan pocos senderos por la Nacional, por la Torre.
Gracias infinitas por haber compartido unos instantes de la vida, por tu compañía en el momento justo, por las reuniones y por tantas cosas no dichas. A cada uno de nosotros le va a pesar tu ausencia.
Me quedé esperando nuestra última cita para hablar de la reforma curricular, de la interacción entre nuestras revistas de investigación y de un libro que se quedó ahí. También rondan por allí las razones de siempre, el entramado y las redes con Lucy y con los estudiantes que, a veces, más que unir, enredan; no obstante los obstáculos y las razones, enredarse hace falta. Desde siempre, hay un mínino de Chester, un extraño gato que nos indica cuál es el camino y cuál el método (claro, en Alicia en el país de las maravillas). Acuérdate de que la vida sigue, esa misma que tú transitaste con tu familia cercana y natural, y con la de la Nacional. Desde el otro lado, tú seguirás presente acompañándonos, desde el mismo borde infinito de tus alegrías, eternas, con tu amor desmedido, con tu mirada en tu familia, en tus estudiantes, en tus compañeros y amigos. Te vamos a extrañar más que nunca.
Afortunadamente lograste irte en tu ley. Siguen pasando los días y recuerdo, más que nunca, uno de los últimos escritos de mi amiga Carolina, quien también acaba de trastearse al otro lado, citando a Schopenhauer: "Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor". Un elemento claro en enfermería. Menos mal que te gustó el título de uno de mis libros: El placer de investigar, porque, aunque la vida sea corta, algo de ella se enreda en la felicidad, algo alegra el interior y da paz a los que estamos por acá.
¿Te acuerdas, Natividad, que te encantaban las formas distintas que yo llevaba a las clases?, ¿te acuerdas de los cuentos de Cortázar y las películas que llenaron muchas horas de nuestros estudiantes? Hoy te propongo que oigas y oigamos la poesía "Sólo la muerte", del chileno Pablo Neruda, líneas referidas a este acontecimiento nefasto pero infaltable, y, por supuesto, a la forma en que a una persona le llega el momento. Así, forzando la poesía, traemos los versos:
...A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre,
llega a golpear con un anillo sin piedra y sin dedo,
llega a gritar sin boca, sin lengua, sin garganta.
Sin embargo sus pasos suenan y su vestido suena,
callado como un árbol.
Yo no sé, yo conozco poco, yo apenas veo,
pero creo que su canto tiene color de violetas húmedas,
de violetas acostumbradas a la tierra,
porque la cara de la muerte es verde,
y la mirada de la muerte es verde,
con la aguda humedad de una hoja de violeta
y su grave color de invierno exasperado...
Algunos no te veíamos muy seguido pero sabíamos que estabas ahí; seguimos sin verte, pero sabiendo que sigues, que persistes. La Facultad de Enfermería es consciente de que ha perdido a una gran mujer, a una magnífica profesional, a una compañera y amiga. En este punto, para cerrar estas líneas, podemos decir que la muerte nos sorprendió, otra vez, como siempre, pero que la vida persiste, no en la presencia física, si en las obras y en el corazón. Quedan tus enseñanzas, tus palabras, tu vida, tu recuerdo. Hasta siempre.
Un amigo a nombre de todos sus amigos.
Dr. Omar Parra Rozo.
Bogotá, lunes 26 de marzo de 2012 a dos días del viaje.