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Avances en Enfermería
Print version ISSN 0121-4500
av.enferm. vol.31 no.1 Bogotá Jan./June 2013
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Natividad Pinto: su pensamiento como enfermera y su impronta como mujer.
Ana Luisa Velandia Mora1
1Enfermera General de la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja Colombiana, Licenciada en Enfermería y Magister en Ciencias de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, PhD en Ciencias Médicas con énfasis en Salud Pública, del Instituto de Medicina Sanitaria de San Petersburgo (Rusia). Profesora Emérita y Profesora Especial Ad-Honorem de la Universidad Nacional de Colombia. E-mail: alvelandiam@yahoo.com. Bogotá, Colombia.
El 24 de marzo de 2012 falleció nuestra colega, Natividad Pinto Afanador. Deseo expresar con este modesto escrito, mi admiración por ella como profesional; y también como mujer, en su condición de esposa y madre amorosa.
Naty, como le decíamos sus amigos, había nacido en Santander en un hogar prolífico en cantidad y calidad de sus miembros. Sus padres eran Raquel Afanador, ama de casa, y Luis Ernesto Pinto, vinculado a empresas petroleras de ese departamento. Eran ocho hermanos: Alfonso, Jorge Luis (conocido técnico de fútbol), Rosa, Natividad, Yolanda (una política reconocida), Ernesto, Mercedes y Juan José. Hombres y mujeres profesionales de diferentes disciplinas: derecho, ingeniería, economía, educación física, enfermería, periodismo y otras, ya que algunos estudiaron dos carreras.
Su padre les inculcó el gusto por la política y tuvieron problemas por su condición de liberales, especialmente de la línea que ellos siguieron, la del MRL y posteriormente en otras similares; lo cual era un desafío a mediados del siglo XX. La misma Natividad fue suspendida del Colegio de la Presentación, y en un acto revolucionario, don Luis Ernesto sacó a las hijas del Colegio de la Presentación y las trasladó a un colegio mixto, el Colegio San José de Guanentá de San Gil, en donde Naty terminó el Bachillerato. Decidió estudiar enfermería, inicialmente, contra la voluntad de su padre, quien quería que fuera abogada, y probablemente soñaba con que fuera política. De hecho, varios de los hermanos de Naty, son abogados.
Su esposo, Alfonso Alvarado, dice al respecto: “Su familia siempre fue muy de la corriente política y de estar vinculados a estos escenarios. Realmente, ella en esos temas nunca se metió a pesar de que los respetó y participó con todos sus hermanos en ayudarles pero de una manera diferente, simplemente como solidaridad, como hermano, como familiar; creo que en todo eso ellos hallaron en Naty siempre una persona en la que la familia encontraba respaldo; era la persona que consultaban en todos los temas de salud, porque era muy acertada en la orientación que les daba en los problemas que tenían sus hijos, o sus esposas y esposos, o en los problemas que tenían también sus papás.”
Ella quería presentarse a una universidad que ya tuviera el programa de licenciatura; y él le dijo: “sólo le queda una opción, que pase en la UIS, porque yo a Bogotá no la dejo ir”. Pero luego admitió: “Pasaste en la UIS. Te la jugaste y te saliste con la tuya”. Y añadió algo, que ella dice que le quedó grabado: “Sea enfermera, pero sea la mejor, si no, no sea”. Y estudió en la UIS, con dificultades económicas que la llevaron a trabajar en unos colegios nocturnos recién creados; dictaba a veces biología y anatomía, otras historia y hasta religión, a mecánicos, choferes, señoras de oficios varios, empleadas de oficios domésticos. Eso le sirvió mucho, porque además aprovechaba los cursos que les daban a los maestros, sobre cómo dictar clases y otros temas, y todas las actividades que les programaban para los fines de semana.
“Definitivamente, continúa diciendo Alfonso, ella desde niña tenía en su mente muy claro que quería ser enfermera. Su familia nunca quiso, nunca estuvo de acuerdo con eso y su papá quería que ella fuera abogada. Siempre tenían como un criterio acerca de que la enfermería de pronto no era como una profesión completa o que ganaban muy poquito, y que los abogados podían trabajar en todo y ganaban más dinero… Todos esos reconocimientos que yo he visto, que he vivido ahora que falleció representan eso, el hecho que la gente haya encontrado en ella, en todas sus interfaces académicas o profesionales, o de labores conjuntas, esfuerzos permanentemente dedicados a lograr de la profesión que sea mucho más digna, que sea mucho más profesional”.
Se graduó de Enfermera el 11 de septiembre de 1980, “el día que cayeron las Torres Gemelas”, recuerda Naty, y su primer trabajo fue en el Hospital González Valencia en la misma ciudad de Bucaramanga, y muy pronto llegó a ser la Enfermera Jefe de las Salas de Cirugía, incluso antes de hacer el Año Rural, el cual realizó después en la vecina población de Floridablanca. Allí conoció a Alfonso Alvarado, su esposo y se casaron en 1983. Decidieron trasladarse a vivir a Bogotá y ella desde antes del matrimonio ya había hecho diligencias para trabajar en la Fundación Santafé, y así lo hizo, tan pronto viajaron unas semanas después de su matrimonio.
Unos años después, entre 1989 y 1990, hizo la especialización en Enfermería Neurológica en la Universidad Javeriana y en la Fundación Santafé fue designada al área de Neurocirugía. “Fue una experiencia muy linda en la Fundación, aprendí mucho”, decía Naty al respecto.
Después deciden regresar al departamento de Santander y ella se presentó a una convocatoria en la UIS y entró a trabajar como profesora de medio tiempo en el programa de enfermería y enseñaba neurología y urgencias; pero duró allí poco tiempo, porque su esposo salió de Ecopetrol, en donde trabajaba en Sabana de Torres y se trasladó de nuevo a Bogotá, en donde montó su propia empresa de asesorías. Y justamente, por esos días salió una convocatoria en la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, y Naty se presentó a ella. A comienzos de 1992 se vinculó a la Facultad como Profesora Asistente y en 2011, cuando fue entrevistada por la autora de este escrito, ya había llegado al más alto nivel dentro de la carrera docente, el de Profesor Titular y era la Decana de la Facultad.
“En la parte clínica, el aprendizaje fue la Fundación Santafé, pero mi formación como docente, fue en la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional de Colombia, en donde hice la Maestría y luego fui profesora en ese programa”, nos dijo Naty. Añadió que fue muy interesante para ella, conocer y hablar con personajes de la enfermería colombiana, que eran profesoras de la facultad y de quienes, ella había oído hablar, pero no conocía de cerca.
Según Natividad Pinto, “los avances de la enfermería en el desarrollo conceptual y teórico han sido muy grandes. Cuando yo avanzo a la especialización con Marta Orjuela y con Clemencia Lombana ya ellas llegaban del Canadá. En ese paso que se da por ahí como de 1980 a 1988 los avances son grandísimos, eso le ayudó a la enfermería a empoderarse de muchas acciones, el sencillo proceso de enfermería”.
Hablando de la práctica profesional en sus primeras experiencias laborales (comienzos de la década de los 80), dice: “Nos tocaba bastante administración; desde los recursos físicos e instrumentales hasta el recurso humano. Dábamos mucho cuidado directo y administración, entonces nos tocaban las dos cosas; entonces administraba uno, era de una forma diferente, yo no sé si sería mejor o peor, pero pienso que lo que hacíamos, primero con una buena voluntad, y segundo con el mayor deseo de hacerlo bien, y la conciencia jugaba mucho: uno era incapaz de salirse dejando un paciente en pésimas condiciones en una sala de cirugía, entonces uno se quedaba hasta que se resolviera la situación”. (sic)
La Enfermera que más admiración le produjo durante su época de estudiante fue Susana Calvo, Supervisora de Área Clínica. “Yo quería ser como ella en la parte quirúrgica”, dice, “y eso para mí fue un modelo, porque era líder, ella organizaba las instrumentadoras, tenía excelentes relaciones con ellas, las orientaba, era líder, sin ser de la misma profesión. Y lideraba hasta a los médicos, a los anestesiólogos; todos los profesionales que entrábamos a las salas de cirugía”. (sic)
Sin embargo, la sociedad no ha entendido que la formación académica de la enfermería ha evolucionado enormemente. “Ni la sociedad ni las instituciones han sabido explotar y aprovechar esa capacidad que tienen las enfermeras. Las enfermeras somos líderes, somos administradoras, somos clínicas, apoyamos todos los procesos de una institución, las transformamos; pero a veces las instituciones, tal vez por el costo, no las dejan ser, y eso nos afecta”.
Consideraba a la Universidad Nacional de Colombia como la institución con la cual se sentía más estrechamente relacionada. Y al identificar los cambios que ha tenido esta institución en lo que se refiere a la formación y el ejercicio de la enfermería, dice: “Yo pienso que la evolución que se inició con la reforma académica de inicios de la década de los 90. Luego esta reforma de 2009, que es una reforma que contextualiza a la enfermería, la pone en la realidad de lo que está viviendo, en pocas palabras, de los sistemas de salud y de lo que es la enfermería en la actualidad.”
A la pregunta, sobre qué es lo que más le gusta de la enfermería actual (2011), respondió: “El liderazgo que llevan algunas enfermeras en distintas instituciones o servicios, y que responden a labores eminentemente sociales. La enfermera que en un servicio de medicina interna organiza el programa de capacitación a los cuidadores, así la ley no lo reconozca”.
Y ¿qué es lo que más le disgusta? “Que las enfermeras tengan que hacer cosas que podrían hacer otros; por ejemplo ocupar su tiempo en facturar, en escribir punto por punto que es lo que gastan, cinco esparadrapos, cinco apósitos, cuando eso lo debe hacer el almacén que distribuye esos recursos.
Como las enfermeras que más admiraba, mencionó a Nelly Garzón en el ámbito académico y Gloria Camargo en el área asistencial.
Sus opiniones acerca del futuro de la enfermería, las resumía diciendo: “El uso de la tecnología cada día va hacer que la enfermera tenga más instrumentos y herramientas para la valoración de la situación de salud de su paciente, pero ella será la comprometida en la actividad del cuidado, en gestionar cómo debe cuidarlo y orientar al personal auxiliar.”
Su muerte fue muy sentida en los ámbitos académicos del país, en los cuales ella interactuó. La Agencia de Noticias de la Universidad Nacional de Colombia, reseñó en su biografía, numerosos datos que lo demuestran.
Natividad obtuvo su grado de Maestría en Enfermería, con énfasis en Gerencia en la Facultad de Enfermería de la Universidad Nacional, donde también fue Decana durante dos periodos consecutivos. Asimismo, ocupó un sinfín de cargos de carácter académico, científico y administrativo dentro de la institución.
Gracias a su trabajo a lo largo de su vida profesional alcanzó varias distinciones, entre las que se destacan, la de “Mejor Enfermera Profesional”, otorgada por la Fundación Carlos Ardila Lulle – Centro Médico de los Andes (1993); un Reconocimiento por el trabajo desarrollado como Tutora del Programa de Maestría en Enfermería, de la Universidad Autónoma de Puebla (México, 2000), y el de la Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería – ACOFAEN, por su participación en la organización del VII Coloquio Panamericano de Investigación en Enfermería (2000), entre muchos más.
Su trabajo de investigación y desarrollo cuenta con un sinnúmero de títulos, entre los que se mencionan: Uso de TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) para brindar soporte social en enfermería, Soporte social con tecnología de punta para cuidadores de familiares de personas con enfermedad crónica en Latinoamérica, e Implementación en red y evaluación del programa Cuidado a Cuidadores. El valioso y nutrido legado de libros y artículos publicados en revistas científicas que nos dejó, está relacionado en gran parte con su participación en el Grupo de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia “Cuidado de Enfermería al paciente crónico”, en compañía de otros investigadores de amplio reconocimiento en este campo, como son: Beatriz Sánchez Herrera y Lucy Barrera Ortiz.
Su excepcional talante queda evidenciado en sus propias palabras, cuando en el 2008 se refirió a la investigación como una labor preponderante para la comunidad: “Es importante que las enfermeras investiguemos los problemas de salud de nuestra población para presentar propuestas alternativas que aporten a su solución; y algo muy importante que debemos hacer es investigar para modificar la política pública de nuestro país.”
COLCIENCIAS también lamentó el fallecimiento de Natividad, y haciendo eco de la publicación de la Agencia de Noticias de la Universidad Nacional, la difundió ampliamente a través de su propia página web.
Su vivencia como mujer, como persona, fue presentada de manera delicada por su esposo; quien para iniciar nuestra entrevista dijo: “Me gané la lotería, esa mujer fue completa en todo, como hermana, como hija, como esposa, como mamá; tengo los mejores recuerdos de todo.” Y relató que la conoció en Floridablanca a través de una tía de él que vivía en esa población donde Naty prestó su servicio social obligatorio. “A través de mí ella sabía de mi papá que era una persona parapléjica desde que yo tenía cinco años. Naty sabía muchas cosas del manejo de las personas inválidas y parapléjicas y ahí tuvimos la oportunidad de empezar a hablar, de empezar a conocernos.”
“Conocí a Naty cuando yo ya estaba trabajando con la ESSO y todo ese tiempo de verla tan dedicada, tan pendiente de sus papás, digamos una persona integral; desde ese momento que la conocí todo el mundo hablaba muy bien de ella, porque su relación era cálida, era seria, era una persona también muy consagrada a su trabajo y a su estudio. Todas las personas con quienes nos relacionamos en el transcurso de nuestro matrimonio la recuerdan a ella como una persona muy valiente con el tema de su enfermedad (era víctima de un cáncer); pero también siempre la recordaban por su dedicación, por su entrega, por su amor a su profesión; porque yo creo que ese es uno de los elementos que yo más admiré de ella, el amor a su profesión.”