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Cuadernos de Economía

Print version ISSN 0121-4772On-line version ISSN 2248-4337

Cuad. Econ. vol.24 no.45 Bogotá Dec. 2006

 


¿DE QUÉ DEPENDE LA SATISFACCIÓN SUBJETIVA DE LOS COLOMBIANOS?

Jasson Cruz y Julián Torres*

*Jasson Cruz es estudiante de la Maestría en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, y Julián Torres es asesor de la Dirección de Desarrollo Urbano y Política Ambiental (DDUPA) del DNP. Las ideas expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente las opiniones de la institución a la cual se encuentran vinculados. Los autores agradecen los comentarios de Julio Miguel Silva, Director de la DDUPA y de los jurados anónimos. Enviar los comentarios a los correos: jcruzv@unal.edu.co, j0torres@dnp.gov.co. Artículo recibido el 23 de enero de 2006, aprobada su publicación el 1 de junio.


Resumen


Este trabajo analiza los determinantes de los niveles de satisfacción de los colombianos, en particular el grado de conformidad de los hogares y su relación con un conjunto de variables demográficas, sociales y económicas. Algunos de los resultados son similares a los de otros países con diversos grados de desarrollo.

Palabras claves: felicidad, modelo logit ordenado, calidad de vida. JEL: C35, D60, I31.

Abstract

This work analyses the determinants of levels of Colombians´ satisfaction, particularly the degree of household conformity, and their relationship to a set of social and economic demographic variables. Some of the results were similar to those from other countries having different degrees of development.

Key words: happiness, ordered logit model, quality of life. JEL: C35, D60, I31.

Résumé

Cet article analyse les facteurs des niveaux de satisfaction des Colombiens, et plus particulièrement le degré de conformité des foyers et leur relation avec un ensemble de variables démographiques, sociales et économiques. Plusieurs résultats sont similaires à ceux d´autres pays possédant différents degrés de développement.

Mots clés: bonheur, modèle logit ordonné, qualité de vie. JEL: C35, D60, I31

 


De acuerdo con la base mundial de datos sobre la felicidad, administrada por la Universidad Eramus de Rotterdam, Holanda, que incluye 90 países, Colombia es el país cuyos habitantes se sienten más felices (Veenhoven 1990-2000). Este resultado es sorprendente dados los conocidos problemas sociales y económicos del país. En este mismo estudio, Suiza ocupa el segundo lugar, país que tiene un ingreso per cápita de U$ 36.710, cerca de 4 veces el de Colombia. Según la Encuesta de Calidad de Vida de 2003, el 59% de los hogares colombianos manifiestan vivir en condiciones de pobreza, a pesar de que la mayoría (55,3%) de los hogares consideran que sus condiciones de vida son buenas o muy buenas.

Estos resultados suscitan un cúmulo de preguntas acerca de los factores que influyen en la percepción de bienestar de los individuos y en particular de los colombianos. Para entender estos hallazgos, en este documento se estiman los determinantes de los niveles subjetivos de satisfacción de los hogares colombianos, o de sus niveles subjetivos de ´felicidad´, utilizando información socioeconómica y demográfica de la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) de 2003 del DANE.

Desde el punto de vista económico la captura y análisis de la percepción de satisfacción subjetiva de los individuos en una sociedad es de interés para quienes formulan la política económica, porque permite evaluar el efecto de las decisiones económicas y las condiciones institucionales sobre el grado de satisfacción de los individuos.

En la literatura económica reciente se encuentran abundantes trabajos que exploran los factores que hacen felices a las personas y, de manera agregada, los que llevan a que una sociedad perciba que su estado de felicidad es más elevado. Estos estudios se basan en la información de encuestas en las cuales los individuos manifiestan su nivel de felicidad o satisfacción.

Para la psicología, la satisfacción de los individuos con la vida –felicidad– depende de factores como la edad, el género, el estado civil y la educación, y de circunstancias específicas como el estilo de vida y si es próspera o mediocre. En este sentido, la prosperidad económica de un individuo es afectada directamente por la política económica y en particular por los efectos sobre el nivel de precios, la disponibilidad de empleo y el nivel de ingreso. En diferentes países, la percepción de satisfacción de la sociedad se deteriora en momentos de recesión.

El presente escrito parte de preguntar ¿qué determina el grado de satisfacción –felicidad– de los colombianos? Para responder se hizo un ejercicio econométrico que estimó la relación entre el grado de satisfacción subjetivo del individuo y un conjunto de variables demográficas, sociales y económicas empleando un modelo logit ordenado. Finalmente, podemos afirmar que se realizó un acercamiento sobre el conocimiento de las variables que determinan los niveles de satisfacción de los colombianos y qué impacto tienen sobre el mismo.

El artículo se divide en cinco secciones incluida la introducción. En la siguiente se revisa la teoría de la medición de la felicidad. En la tercera se describen las variables que se utilizaron en el modelo, la cuarta presenta el modelo y los resultados y la quinta expone algunas conclusiones y sugerencias.

LA FELICIDAD COMO TEMA DE ESTUDIO

El estudio de la felicidad ha sido tema casi exclusivo de los psicólogos. No obstante, el concepto de felicidad no ha sido ajeno al pensamiento económico; Bentham (1780) intentó medir el bienestar económico en sentido científico mediante el cálculo de la felicidad o suma de placer y dolor colectivo. En su obra, supone que el individuo tiene capacidad para identificar lo útil y estimar los placeres y dolores que reporta una acción, que se podrían medir mediante indicadores cuantitativos.

El concepto de utilidad se ha traducido en un índice que clasifica diferentes alternativas de consumo sin hacer referencia a las medidas del bienestar de las personas. En su trabajo seminal Easterlin (1974), se interesa en los determinantes del bienestar subjetivo de los individuos, en particular en el papel del ingreso; ese trabajo fue el punto de partida de esta rama de investigación, que ha producido numerosos estudios aplicados sobre los determinantes de la felicidad.

El interés de los economistas tiene tres motivaciones principales; i) el diseño de una política económica basada en la evaluación de los efectos netos de las variables económicas sobre la percepción de bienestar, a partir del conocimiento de las preferencias de los individuos, ii) la evaluación de los efectos de las condiciones institucionales de cada país sobre la percepción de felicidad y iii) la comprensión de cómo se forma el concepto subjetivo de satisfacción en los individuos (Frey y Stutzer 2001).

De acuerdo con la teoría económica ortodoxa, un individuo percibe que su bienestar (utilidad) es superior cuando maximiza su consumo sujeto al ingreso y a los precios de mercado. Siguiendo este postulado la política económica ha tenido como objetivo un crecimiento económico que eleve el ingreso de los individuos y por ende su nivel de bienestar.

Esta visión ha dominado el análisis económico del tema, no obstante nuevas corrientes de académicos no comparten tal perspectiva, dando origen a trabajos teóricos subjetivistas al respecto. Estos trabajos presentan un alto grado de escepticismo sobre si la utilidad puede ser generalmente derivada de las elecciones de los individuos, proponiendo una aproximación subjetiva mediante la recolección de información de los hogares, proveniente de las encuestas que ofrecen una posibilidad más amplia de entender el comportamiento humano tanto desde lo teórico como de lo empírico (Frey y Stutzer 2000).

El concepto de satisfacción subjetivo (felicidad) incluye tanto la utilidad experimental como procedimental, tal definición admite que cada individuo tiene sus propias ideas acerca de la felicidad y que el comportamiento observado es un indicador incompleto para reconocer el bienestar individual. Aceptando esta visión, la felicidad individual puede ser capturada y analizada por medio de encuestas, en las que se pregunta qué tan satisfactoria es su vida, reconociendo de manera implícita al individuo como la fuente más acertada de información sobre la calidad de su vida.

Los primeros trabajos aplicados sobre el tema se concentraron en valorar cómo el ingreso afecta la percepción de satisfacción individual, encontrando una relación positiva (Easterlin 1974, Andrews 1986, Diener 1984, Veenhoven 1997) que sugiere que el incremento de los bienes materiales de una persona como consecuencia de un mayor ingreso puede traducirse en un mayor nivel de satisfacción. Siguiendo este tipo de análisis, di Tella, Robert, MacCulloch y Oswald (2002) realizaron estudios en los que estimaron la manera cómo influyen las fluctuaciones económicas en la felicidad, encontrando una disminución en los niveles de felicidad en épocas de recesión como resultado de una caída en los ingresos de los individuos.

A pesar de estas aproximaciones, Blanchflower y Oswald (2000) hallaron que el ingreso no parece ser tan importante. Así, los incrementos de felicidad obtenidos por mayores ingresos son pequeños y las variables no económicas aparecen como las más relevantes para explicarlos. Este tipo de resultados son recogidos por Frey y Stutzer (2002), al comparar individuos encuentran que las personas con más ingreso tienen mayores niveles de felicidad. Sin embargo, el ingreso tiene una utilidad marginal decreciente con respecto a la felicidad: el dinero compra felicidad pero no la hace crecer de manera infinita.

Esta afirmación la soportan cuando estudian la relación entre ingreso y felicidad para diferentes países, encontrando una asociación positiva entre ambas, para bajos niveles de ingreso, su aumento tiene un impacto importante sobre la felicidad, pero al alcanzar el individuo un ingreso mensual de aproximadamente US $10.000 el crecimiento de este empieza a tener un impacto cercano a cero sobre la percepción de felicidad.

Otros estudios han analizado la relación entre la percepción de satisfacción con el trabajo y su relación con los salarios Lydin y Chevalier (2002). El desempleo tiene un importante impacto negativo sobre la felicidad (Blanchflower y Oswald 2000); otros factores como la separación y el divorcio son fenómenos que también tienen un efecto negativo (Frey y Stutzer 2002). En cuanto a la relación con otras variables, Blanchflower y Oswald (2000) encuentran que la educación y la fe religiosa tienen un efecto positivo. La relación de la edad con el nivel de felicidad tiene una forma de U alcanzando su mínimo alrededor de los cincuenta años (Buchelli y Rossi 2003). En cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres, para los primeros la felicidad presenta niveles superiores que para las segundas.

Respecto a la especialidad, Graham y Pettinato (2000) encuentran que para los países latinoamericanos, Estados Unidos y Rusia, no existe gran diferencia en el grupo de variables que determinan la felicidad entre países desarrollados y en vía de desarrollo. Existen otros estudios, como el de Frey y Stutzer (1999), que encuentran una fuerte evidencia de que los factores institucionales, como la posibilidad de participar en los gobiernos subnacionales y nacional, tienen un impacto positivo en la percepción de felicidad.

NIVELES DE SATISFACCIÓN EN COLOMBIA:
HECHOS ESTILIZADOS

Las variables que se utilizaron en la estimación del modelo provienen de la Encuesta de Calidad de Vida de 2003, que cuantifica y caracteriza las condiciones de vida de los colombianos a partir de una muestra de 22.949 hogares, seleccionando a los jefes de hogar mayores de 16 años con un ingreso por hogar mayor a $50.000, obteniendo finalmente 22.685 jefes, el 98% de la muestra.

De la información procesada se observa que el 59% de los hogares se considera pobre, de estos el 43% reportan vivir en condiciones de vida buena y muy buena. Por otra parte el 33% de los que no se consideran pobres reportan tener condiciones de vida mala o regular.

De acuerdo con la literatura, la percepción subjetiva de la pobreza no necesariamente está sujeta al ingreso del hogar, porque los individuos no sólo valoran los niveles absolutos del ingreso sino que también se interesan en su posición relativa frente a su grupo social de referencia. No obstante, el ingreso del hogar sigue manteniendo una relación positiva con la percepción de satisfacción, a mayor nivel de ingreso, mejor es la percepción de satisfacción (gráfica 1, panel A).

En la ECV los desempleados representan el 15,4% y tienen un nivel de felicidad inferior frente a los ocupados, la diferencia de ingreso entre los empleados y los desempleados es en promedio $1,45 millones. Investigaciones sobre el tema afirman que la pérdida de empleo además de ocasionar menores ingresos, causa tanto una pérdida de motivación y confianza como problemas psicológicos producidos por un estado de angustia y depresión generada por la incertidumbre sobre el futuro laboral y económico.

Como se observa en la gráfica 1 panel B, existe una relación inversa entre las condiciones de vida del hogar y la tasa de desempleo, la percepción de satisfacción disminuye en la medida en que el desempleo aumenta. Por otra parte los ocupados vinculados a una entidad pública tienen un nivel más elevado de satisfacción frente a los empleados privados, manifestando en un 76% que tiene buenas y muy buenas condiciones de vida, 14 puntos más que los vinculados a empresas privadas.

Frente a la educación los ocupados tienen en promedio ocho años aprobados, tres más que los desocupados. Al examinar en conjunto la educación y las condiciones de vida se observa que los hogares con muy buenas condiciones tienen en promedio trece años cursados, cuatro más que los de buenas condiciones. Resultados que coinciden con lo expresado en la teoría del capital humano, donde la educación es una inversión que puede producir varios tipos de beneficios; incremento en el rendimiento laboral, éxito en el matrimonio, mejor manejo en las relaciones sociales y buena salud, entre otros.

Respecto al género en la ECV , hombres y mujeres tienen en promedio los mismos años cursados; no obstante, los hombres reciben un 18% más de ingreso que las mujeres. De estos, el 57% reporta vivir en las mejores condiciones mientras que este porcentaje de mujeres es del 52%.

La teoría económica analiza la salud como una variable que produce un nivel de utilidad directa que aumenta la productividad laboral del individuo (Grossman 1972). En este sentido, la salud parece tener un impacto positivo sobre los ingresos y su percepción de la vida, de ahí que los jefes con buena salud tuvieran un 60% más de ingreso frente a los que carecen de ella. El 72% de los jefes que manifestaron tener mala salud respondió que sus condiciones de vida eran malas o regulares, mientras que para el 79% de los que manifestaron que no tenían ningún problema de salud sus condiciones de vida eran buenas o muy buenas.

Los jefes de hogar que respondieron ser propietarios de vivienda o que se encontraban pagándola representan el 52,8% de la muestra, el restante 47,2% respondió que estaban en condición de arrendatarios u otra forma de tenencia. La mayoría de los propietarios respondieron que tenían buenas condiciones de vida 55%. Sobre si la vivienda se encuentra en precariedad se estima que el 24,8% de los hogares viven bajo esta condición, de estos el 61% reportan tener condiciones de vida regulares o malas.

En una escala de cero a tres se clasificó el grado de satisfacción de los hogares por regiones obteniendo los siguientes resultados: San Andrés y Providencia, Bogotá y Valle son las zonas que presentan mayor grado de satisfacción, ubicándose por encima del promedio nacional. Por el contrario las regiones Atlántica y Pacífica son las que muestran el menor grado de felicidad.

Como se aprecia en la gráfica 2, las diferencias entre las regiones son relativamente pequeñas, no obstante existen dos marcadas diferencias entre San Andrés con Bogotá y Atlántica con Pacífica. Las regiones costeras presentan los más bajos niveles de satisfacción, esto puede explicarse por el deficiente estado de salud de sus habitantes, los cuáles respondieron que su salud era mala en un 35% en 56% respectivamente, además cerca del 55% de los hogares residen en viviendas que presentan condiciones precarias.

La mayoría de los hogares respondieron que se encontraban en iguales o mejores condiciones de vida que hace cinco años (68,3%). En relación a la situación económica del hogar actual frente al hogar donde se crió el jefe de familia el 81,6% de los encuestados respondió que sus condiciones eran iguales o mejores. Esto indica que el cambio en la percepción de satisfacción de los colombianos ha sido positivo con respecto al tiempo, los colombianos se sienten más felices hoy que en años anteriores.

ESTIMACIÓN Y RESULTADOS

Para establecer los determinantes de los niveles de satisfacción de los jefes de hogar de Colombia se estimó la relación econométrica entre la medida de felicidad y sus determinantes, tal función es representada como f = h ( u ( x )) + µ; , donde u() es la verdadera función de satisfacción del individuo, h() es la función que relaciona lo real con lo informado por el individuo, x la matriz de variables independientes, µ es el componente estocástico.

La función de felicidad fue estimada por medio de un logit ordenado, dado que la variable dependiente es discreta y sus valores representan un orden. Estos modelos tienen la siguiente forma funcional:

La variable dependiente fue construida a partir de la pregunta: "actualmente las condiciones de vida en su hogar son", la cual tiene cuatro opciones de respuesta, a las que se les asignó el siguiente orden: Muy buenas = 3, Buenas = 2, Regulares = 1 y Malas = 0. De las opciones de respuesta de la variable dependiente, se obtuvo que el 6% de la muestra contestó que sus condiciones de vida son Muy buenas, el 50% que son Buenas, el 40% que son Regulares, y el 5% Malas.

Se estimaron dos modelos, el primero con 23 variables independientes de tipo económico y sociodemográfico 1 . En el segundo se quiso constatar, además, el papel de las condiciones de vida pasadas y la percepción de ser pobre sobre la formación subjetiva del concepto de felicidad, para lo que se añadieron tres variables: se considera pobre, qué condiciones económicas tenía el jefe de hogar actual frente a aquel donde se crió y qué condiciones económicas tenía el hogar hace cinco años. Cuando se ingresan estas variables, la propiedad y la educación dejan de ser estadísticamente significativas.

En el cuadro 5 se presentan los resultados de las estimaciones de los dos modelos, por medio de un modelo logístico ordenado. Los signos de los coeficientes estimados concuerdan con lo esperado. En la estimación de los dos modelos se encontró la inclusión de las variables condiciones económicas del hogar donde se crió, condiciones de vida del hogar hace cinco años y percepción sobre la pobreza no afecta de manera significativa los resultados del modelo I.

PRINCIPALES RESULTADOS

Las variables ingreso e ingreso al cuadrado presentan signo positivo y negativo respectivamente y por tanto la elasticidad ingreso del hogar con respecto a la satisfacción es decreciente, además esta es siempre menor a la unidad. Al calcular la elasticidad por intervalos de ingreso se obtiene que para el rango de ingreso de $50.000 a $500.000 un aumento del ingreso del 10% incrementa la percepción de satisfacción en un 9,9%, en el rango de $5 a $10 millones, este mismo incremento impacta positivamente en 8,5%, por último, en el rango de $20 a $22 millones el incremento del nivel de satisfacción es de 0,9%. Esta tendencia decreciente se mantiene hasta que el impacto del ingreso es cero, lo que ocurre cuando el ingreso es superior de $22 millones de pesos.

En la gráfica 3, panel B, se observa que los hogares con ingresos bajos tienen elasticidades más altas, es decir los impactos en el grado satisfacción por cuenta del ingreso son mayores para este grupo y disminuyen a medida que aumenta el ingreso familiar.

La percepción de la situación económica se mide a través de la pregunta, usted se considera pobre, presentando los siguientes resultados. Si el jefe de hogar no se considera pobre la probabilidad de que responda que sus condiciones de vida son malas o regulares disminuye. En tanto que la probabilidad de que sus condiciones sean buenas o muy buenas aumenta en 18% y 2% respectivamente. Los jefes que no se consideran pobres tienen 2,3 veces más de probabilidad de responder que sus condiciones de vida son satisfactorias frente a los que se consideran pobres.

En Colombia los desempleados tienen 17% menos probabilidad de tener buenas condiciones de vida que si estuvieran empleados. El hecho de ser desempleado disminuye las probabilidades de responder que sus condiciones son buenas o muy buenas en 4% y 0,5% respectivamente.

De acuerdo con las estimaciones, el género del individuo influye en la percepción de satisfacción de los colombianos a favor del género masculino, con un 7% más de probabilidad de responder que sus condiciones de vida son mejores. Resultado que debe ser visto con cautela, debido al tipo de sujetos encuestados. En el caso que el jefe sea mujer, supone que ella se encuentra asumiendo la responsabilidad del manejo del hogar y que puede estar sin pareja, lo cual se ratifica al observar la composición de la muestra, donde el 72% de los solteros son mujeres jefe de hogar. El efecto marginal de ser hombre en Colombia sobre tener buenas y muy buenas condiciones de vida aumenta en 1,5% y 0,2% respectivamente.

Las variables edad y edad al cuadrado tiene signos negativo y positivo, respectivamente, similar a lo encontrado en la literatura internacional. Como resultado se tiene, que la percepción de satisfacción en Colombia tiene forma de U con respecto a la edad, donde su punto mínimo se encuentra alrededor de los 50 años.

Como se aprecia en la gráfica 4, con el transcurrir de los años se incrementa la probabilidad de reportar un deterioro en las condiciones de vida y por ende la probabilidad de contestar que son buenas y muy buenas disminuye, tal comportamiento se mantiene hasta los cincuenta años aproximadamente, a partir de ahí se invierten los efectos sobre las probabilidades. Es decir por cada año más de vida la percepción de felicidad aumenta.

Respecto a la educación, esta juega un papel significativo en la percepción de satisfacción. Por cada año más de educación, la probabilidad de responder que sus condiciones de vida son malas disminuye en 0,07% y regulares en 0,5%. Mientras que aumenta la probabilidad de contestar que sus condiciones son buenas y muy buenas. La educación no sólo es el medio por el cuál los individuos pueden acceder a mayores ingresos, sino que es uno de los medios que permite obtener un mayor grado de satisfacción.

La salud tiene una relación positiva frente a la percepción de satisfacción, encontrándose que aquellos que gozan de buena salud tienen un 87% más de probabilidad de responder que sus condiciones de vida son superiores en comparación a los que se encuentran enfermos. Evidencia que agrega un elemento más para explicar la percepción de bienestar por parte de los colombianos, una buena salud, a parte de estar en un estado físico aceptable, también permite el desempeño de una actividad productiva, entre otros beneficios. La probabilidad de que un jefe de hogar que goza de buena salud conteste que las condiciones de vida de su hogar son buenas y muy buenas aumenta en 13,3% y 1,9%, respectivamente, en tanto que la probabilidad de responder que sus condiciones son malas y regulares disminuye.

Como en la mayoría de países la propiedad sobre la vivienda representa un objetivo obligado en los hogares; de manera que cuando este objetivo es alcanzado el nivel de satisfacción aumenta. Tal premisa se confirma en el presente estudio donde los propietarios tienen 8% más de probabilidad de tener mejores condiciones de vida frente a los no propietarios.

De acuerdo con lo anterior, la tenencia de vivienda es relevante en el grado de satisfacción de los hogares; sin embargo, esta condición no es la única que afecta esa percepción, se deben tener en cuenta además las condiciones cualitativas de la vivienda, como tal los hogares que presentan algún tipo de precariedad tienen un 31% menos probabilidad de responder que sus condiciones son buenas frente a los que habitan en viviendas sin precariedades. Se observa que un hogar con malas condiciones de hábitat, aumenta la probabilidad de contestar que sus condiciones son malas en 1,1% o regulares en 7,9%.

Tomando en consideración las variables condiciones económicas del hogar donde se crió y del que tenía hace cinco años frente al actual, se observa que el pasado es relevante en la situación de satisfacción actual del individuo. Esto quiere decir que las dotaciones iniciales de los individuos tienen efectos positivos sobre la percepción de felicidad actual. Al manifestar que se tuvo buenas condiciones económicas cuando se crió aumenta su probabilidad en 62% frente a los que tenían malas. En este mismo sentido, si presentó buenas condiciones económicas en el hogar al que pertenecía hace cinco años, está probabilidad aumenta a 66%.

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS

Este trabajo es una aproximación al tipo de variables relevantes que explican el grado de satisfacción de los colombianos a partir de sus respuestas. En general, los resultados no son contrarios a la evidencia internacional. Se destaca la importancia de las variables sociales y geográficas sobre las económicas en la percepción subjetiva de satisfacción, lo cual puede ser un insumo relevante para los diseñadores de política en su tarea de mejorar los niveles de bienestar.

Se constató que el estado de satisfacción es afectado por el ingreso del individuo, pero igual que en otros países esta variable pierde importancia a medida en que el ingreso aumenta, y es nula para Colombia alrededor de los $22 millones. Este estudio revela que las personas cuyas necesidades están cubiertas, afirman sentirse bastante o muy satisfechas con su vida, con independencia de sus ingresos económicos. En este sentido, el ingreso por si solo no es suficiente para explicar el grado de satisfacción, pues otro tipo de variables tienen mayor impacto sobre los niveles de satisfacción, entre las más relevantes la percepción de sentirse pobre, la educación y el estado de salud.

Frente a la percepción de sentirse pobre, se obtuvo que a pesar de que el individuo gane ingresos relativamente altos, puede surgir un sentimiento de pobreza debido a que el individuo valora la ubicación económica que le soportan sus ingresos frente al grupo social que valora, por lo tanto ingresos altos no necesariamente pueden verse reflejados en su percepción de pobreza. Además como lo menciona Sen (1999) "La pobreza debe concebirse como la privación de capacidades básicas y no meramente como la falta de ingresos"de ahí que los individuos no sólo basan su percepción de pobreza en la falta de ingreso sino que valoran otras dotaciones como el acceso a los servicios de salud y educación, entre otros.

La educación es significativa en la percepción de satisfacción en Colombia, esta no sólo ofrece al individuo la oportunidad de obtener una movilidad social y económica, rompiendo los ciclos de pobreza familiar, sino que a demás les brinda un reconocimiento dentro de su núcleo social. A pesar de que este resultado se encuentra en línea con lo hallado por otras investigaciones, cabe señalar que existen trabajos en donde la relación entre felicidad y educación es no lineal, es decir existe un tope de años para los cuales la educación tiene un efecto positivo sobre la felicidad, este resultado se observa en países con altos ingresos en los cuáles existe un elevado promedio de años cursados.

El estado de salud es relevante para la percepción de satisfacción de los colombianos, no sólo porque una persona saludable es más productiva frente a la que carece, sino que además brinda la libertad para actividades deportivas, de recreación y lúdicas que lo hagan sentir satisfecho, según su criterio.

Para los colombianos el hecho de ser propietario de vivienda y las condiciones en la que esta se encuentre son relevantes en cuanto al grado de satisfacción. De acuerdo con los resultados obtenidos el impacto sobre la satisfacción al ser propietario es significativamente menor cuando no se tiene vivienda o esta presenta algún tipo de precariedad, siendo esta última la que tiene el mayor impacto negativo. En este orden de ideas se debería priorizar subsanar el déficit cualitativo de vivienda y de esta forma garantizar un vivienda digna tanto a propietarios como a los que viven en arriendo. Sin descuidar los programas que permiten a los hogares de escasos recursos acceder a vivienda propia.

Las mujeres colombianas tienen un ingreso y un grado de percepción de satisfacción inferior que sus compañeros hombres, a pesar que en promedio tienen los mismos años de educación y el mismo estado de salud que estos. Este resultado, al igual que otros estudios sobre género y mercado laboral, pone de manifiesto cierto tipo de segregación laboral vía remuneración.

La forma de U que tiene la felicidad con respecto a la edad es similar a la de los demás países, el punto mínimo de esta curva es de alrededor de 50 años. En Inglaterra y Estados Unidos, el punto mínimo se encuentra alrededor de cuarenta y cinco años.

La percepción de satisfacción actual que tienen los jefes frente al nivel de vida que tenía el hogar hace cinco años, permite inferir que en el país existe una variación positiva en la percepción de satisfacción de los hogares, ya que la mayoría piensa que sus condiciones son mejores o iguales. Lo cual significa que han mejorado frente al pasado o que por lo menos no ha desmejorado, incrementando en promedio el nivel de satisfacción.

En cuanto a la percepción por regiones se obtuvo que los promedios se concentran entre rango de uno y dos, lo que indica que no existe una gran dispersión en este aspecto, mostrando una situación regular frente a otros países. Vale la pena aclarar, que para tener una explicación sobre este resultado se debería realizar una mayor profundización a cerca de las diferencias regionales.

Se observó, que los jefes de hogar que manifiestan estar en mejores condiciones presentan como características centrales el hecho de estar empleados, tener altos niveles de educación y buena salud.

NOTAS AL PIE

1 Variables económicas: ingreso, ingreso al cuadrado (captura la relación cóncava que existe entre el ingreso y la felicidad), el empleo por tipo de actividad económica, condición de propiedad sobre la vivienda, desempleo, precariedades de la vivienda. Variables Sociodemográficas: género, educación, edad, edad al cuadrado (captura la relación no lineal que existe entre la edad y la felicidad), estado civil, salud y localización espacial. En lo referente a la localización espacial, se construyeron variables dicótomas para cada una de las nueve regiones en las cuales está dividida la encuesta.

ANEXOS


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