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Cuadernos de Economía
Print version ISSN 0121-4772On-line version ISSN 2248-4337
Cuad. Econ. vol.26 no.47 Bogotá July/Dec. 2007
ESTUDIO DE LA POBREZA URBANA EN CINCO COMUNIDADES DE LA CIUDAD DE CALI
Alberto Martínez*
* Magíster en Ciencias Económicas y Especialista en Gerencia Social. Profesor asistente del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira (Valle del Cauca, Colombia). E-mail: amartinez@palmira.unal.edu.co. Este artículo fue recibido el 19 de junio de 2006 y su publicación aprobada el 21 de noviembre de 2007.
Este trabajo forma parte de una investigación realizada entre 2004 y 2005, en la ciudad de Cali, la cual fue presentada como trabajo de grado de la Maestría en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. El autor agradece los comentarios de los profesores Jorge Iván Bula, Darío Indalecio Restrepo, Ricardo Bonilla y Jorge Iván González. Al primero, por sus labores de asesoría como director y a los tres últimos por su participación como jurados de sustentación.
Resumen
Este artículo analiza la pobreza urbana desde la perspectiva de la vulnerabilidad social en cinco comunidades de la ciudad de Cali, pertenecientes a los estratos socioeconómicos 1, 2 y 3. El trabajo combinó la realización de encuestas con preguntas estructuradas y abiertas, y la recolección de relatos. La evidencia empírica muestra algunas situaciones de riesgo en estos hogares, en el contexto de la recesión económica experimentada en Colombia entre 1998 y 2004. Las estrategias identificadas, más frecuentes, fueron el endeudamiento, la reducción del gasto en alimentos y vestuario, y la incorporación laboral de otros miembros del hogar.
Palabras claves: vulnerabilidad social, pobreza subjetiva, análisis de conglomerados. JEL: D63, I38, J19.
Abstract
This article analyses urban poverty from the perspective of social vulnerability in five communities living in the city of Cali ranked in socioeconomic strata 1, 2 and 3. The work involved combining surveys having structured and open questions and collecting verbal accounts. The empirical evidence revealed some risk situations in these households within the context of Colombias economic recession from 1998 to 2004. The most frequently identified strategies were indebtedness, reducing household spending on food and clothing and incorporating other household remembers in seeking paid work.
Key words: social vulnerability, subjective poverty, cluster analysis. JEL: D63, I38, J19.
Résumé
Cet article analyse la pauvreté urbaine depuis la perspective de la vulnérabilité sociale dans cinq communautés de la ville de Cali, qui appartiennent aux strates socio-économiques 1, 2 et 3. Le travail a combiné la réalisation denquêtes avec des questions structurées et ouvertes, et l´obtention de récits. Lévidence empirique montre plusieurs situations de risque dans ces foyers, dans le contexte de la récession économique expérimentée en Colombie entre 1998 et 2004. Les stratégies les plus fréquemment identifiées ont été lendettement, la réduction des dépenses alimentaires et vestimentaires, et lincorporation au travail dautres membres du foyer.
Mot clés : vulnérabilité sociale, pauvreté subjective, analyse de conglomérats. JEL : D63, I38, J19.
En Colombia, al igual que en el resto de los países de América Latina, los sectores modernos urbanos han sido impactados, duramente, en especial a partir de la década de los años 90, por las políticas macroeconómicas de estabilización y ajuste estructural. El proceso paulatino de reducción de la protección efectiva y la política desfavorable a las actividades de producción de bienes no transables, dirigidos al mercado interno, condujo al desmonte de privilegios que permitieron rentas monopólicas durante el período de sustitución de importaciones.
A comienzo de los años noventa, en el contexto de creación de una nueva Constitución y de la apertura económica, se implementaron una serie de reformas que dieron inicio con la Ley 50 de 1990 -mediante la cual se pretendió la flexibilización del mercado laboral1. Otras medidas que las secundaron fueron la reforma a la seguridad social, a través de la Ley 100 de 1993 que modifica el sector salud y las pensiones; y, la Ley 60 de 1993 y 715 de 2001, las cuales impulsan el proceso de descentralización, al fortalecer los aportes fiscales destinados a la salud y a la educación.
Los resultados obtenidos han sido desalentadores, con respecto a los objetivos inicialmente planteados, como el de fomentar la competitividad de la economía nacional y el empleo. Por ejemplo, durante el segundo quinquenio de los años 90 se produce una desaceleración de la economía, en la cual los ajustes, las caídas en las tasas de crecimiento y el aumento del desempleo fueron costos excesivamente altos para los objetivos propuestos.
A nivel de las familias, los efectos de la recesión económica toman el carácter de crisis covariantes, en tanto que como choque exógeno afecta a varios hogares. Como respuesta, las familias se reorganizan, especialmente, en las zonas urbanas, siguiendo un proceso de desintegración de los hogares nucleares biparentales más pobres, hacia la conformación de familias monoparentales amplias (DNP, PNUD, Misión Social, ICBF 2002).
En la ciudad de Cali, la recesión económica contribuyó al estancamiento de la tasa de ocupación, al pasar de 53,2% en 1997, a 52,5% en 1998. Al mismo tiempo, la tasa global de participación aumentó, en el mismo período, de 63,8% a 65,3%. Dicho en otros términos, la demanda laboral se contrae levemente, la oferta laboral aumenta y como resultado aumenta el nivel de desempleo. Este proceso continúa en 1999 y el mercado laboral en Cali se deteriora más rápidamente, que en otras ciudades metropolitanas (Urrea y Ortiz 2000).
Dentro de este contexto, la presente investigación se fijó como objetivo estudiar la manera cómo, las situaciones traumáticas debilitan o fortalecen la capacidad de respuesta del núcleo familiar, ante choques externos como pérdida del empleo o disminución del ingreso. De la misma manera, se indaga sobre la percepción de la pobreza, por parte de las tres generaciones que conforman el hogar (jefe del hogar, padre del jefe del hogar e hijo del jefe del hogar). El estudio cubre cinco comunidades urbanas de la ciudad de Cali pertenecientes a los estratos 1, 2 y 32.
El artículo recurre al marco teórico de la vulnerabilidad social, el cual debe emplearse a través de dos miradas: el lado externo, que corresponde a la exposición a los choques, el estrés y el riesgo; y el lado interno, que evalúa la falta de defensa, debida a la carencia de activos físicos y humanos para enfrentar la crisis sin causar daño (Chambers 1989, Lampis 1997, 1998, 1999; Moser 1996, Narayan 2000).
El documento se encuentra dividido en cinco partes, en las dos primeras se realiza una presentación de los principales aspectos conceptuales, en torno al tema de la pobreza y los nuevos desarrollos en el tema, los cuales incluyen la seguridad humana, la exclusión social y la vulnerabilidad. En la tercera parte, se describe el tipo de investigación, los aspectos conceptuales para la selección de la muestra y la construcción de los conglomerados. En la cuarta, se describen los aspectos relacionados con el hogar. La quinta aborda la evidencia empírica y la percepción de la pobreza; en ella, se ilustra el análisis conjunto, a través de los conglomerados de eventos presentados, medidas tomadas, consecuencias psicológicas, opinión de pobreza, y percepción de pobreza en su entorno.
ASPECTOS CONCEPTUALES SOBRE LA POBREZA
Como ha sido planteado por varios autores, la pobreza es un fenómeno complejo con graves consecuencias para la dignidad humana (Ferrari 2000). Es una realidad que limita el desarrollo de las personas, de la economía y de la sociedad, y crea condiciones de inestabilidad social y política. No obstante, la conceptualización misma sobre la pobreza presenta varios interrogantes, entre ellos sus causas y consecuencias: ¿cómo una persona, una familia y una sociedad permanecen en ella?, ¿qué factores hacen que pueda salir de la pobreza?, ¿por qué las sociedades no logran adoptar objetivos precisos para la superación de la pobreza e implementar instituciones que cumplan con ellos?
Un enfoque en este sentido, permitiría de alguna manera, subsanar el análisis de la pobreza entendida, únicamente, como criterio de carencias3 y se avanzaría en las consideraciones sobre variables clave que producen procesos sostenidos. Dichas variables, pueden ser además controladas por los pobres o por las instituciones (Vivas 2000).
En términos de la medición de la pobreza, se han utilizado en América Latina tres tipos de criterios (Arraigada 2000). El primero es la línea de pobreza (LP) según este criterio se considera pobres a aquellas personas que conforman hogares cuyo ingreso per cápita es insuficiente para mantener un estándar mínimo de consumo4. El segundo se refiere a las necesidades básicas insatisfechas (NBI), cuya metodología define la carencia de cualidades indispensables para un hogar, expresadas como deficiencias en términos de salud, educación, vivienda y servicios básicos5. El tercero es el método integrado, desarrollado por Katzman, que combinó los dos criterios anteriores. Mediante este método se identifica la naturaleza de la pobreza como estructural y coyuntural, por ejemplo, las personas cuya vivienda es inadecuada no podrán cambiar su situación en el corto plazo.
Para Sen (1992 et al.) la pobreza es un asunto de privación. Este autor distingue entre "condiciones de privación" y "sentimientos de privación". En esta última categoría, habría un conjunto de criterios basados en condiciones concretas que permitirían usar el término "privación relativa", en un sentido amplio y objetivo, para describir situaciones en las cuales algunas personas poseen menos de ciertos atributos deseables, tales como: ingreso, buenas condiciones de empleo, poder, entre otras.
La elección de las "condiciones de privación" no puede ser independiente de los "sentimientos" de privación. Los bienes materiales no se pueden evaluar en un contexto, sin una referencia a la visión que la gente tiene de ellos; incluso si los "sentimientos" no se incorporan, explícitamente, deben desempeñar un papel en la selección de los atributos. Ello resulta importante para definir el estilo y el nivel de vida "generalmente compartido o aprobado" en cada sociedad y evaluar si hay un punto en la escala de distribución de recursos, por debajo del cual, la familia encuentre dificultades crecientes para compartir las costumbres, actividades y dietas que conforman ese estilo de vida (Townsend 1974).
La elección colectiva permite integrar las preferencias de la mayoría de los miembros de la sociedad sobre los valores éticos, la concepción política, la sociedad justa, los fines de la economía, la función del Estado y los mecanismos de decisión. De esta manera, los juicios de valor6 que se encuentran detrás de las preferencias de los individuos se sintetizan en los valores sociales; y sobre estos últimos, se realizan las elecciones públicas (Sen 1970).
Los valores sociales por su parte, pueden tomar la forma de juicios básicos, en los cuales se asume que la sociedad está hablando de fines. A su vez, los fines ayudan a establecer las reglas de elección colectiva para que los individuos expresen sus preferencias. Igualmente, una regla de elección colectiva es la comparabilidad interpersonal. A través de éstas, es posible tener un acercamiento al problema de la distribución de bienes y oportunidades reales, así como, al entendimiento de las razones por las cuales solo algunas personas logran sus realizaciones, a partir de canastas iguales de bienes, y otras no (Rivera 2000).
En el campo de la ética, también, habría una noción de objetividad de carácter normativo. Previo a un proceso de elección la sociedad debe regirse por juicios imparciales y razonables (González 2000). El trabajo de John Rawls (1972) constituye un ejemplo en este sentido, su obra formaliza un cuerpo normativo de lo que debería ser una sociedad justa, a partir de dos principios de justicia, originalmente formulados, en los que i) cada persona tiene un derecho igual al más extenso sistema de libertades básicas compatible con un sistema similar de libertad para todos; ii) las desigualdades sociales y económicas deben ser arregladas de tal manera que ellas sean a la vez a) para el mayor beneficio de los menos aventajados, consistente con el principio de ahorros justos, y b) ligadas a posiciones y funciones abiertas para todos, bajo igualdad de condiciones (Bula 1995)7.
Igualmente, un estudio sobre la pobreza no puede escapar al acercamiento subjetivo sobre la forma como los pobres se perciben a ellos mismos. Ello no significa caer en el subjetivismo de la pobreza que lleva a negar las comparaciones interpersonales de bienestar. No es la manera como los pobres se miren a si mismos lo más importante, sino la definición de unos criterios objetivos que permitan hacer comparaciones interpersonales (o intergrupales) de bienestar (González 2000)8.
NUEVOS ENFOQUES SOBRE LA POBREZA
Como lo señala Arriagada (2000), el concepto de pobreza ha experimentado otros desarrollos -especialmente, desde los años 90-, que directa o indirectamente, plantean nuevos enfoques sobre sus determinantes y sus consecuencias. De la misma manera, sirven como soporte a formulaciones teóricas de nuevas políticas y programas sociales. Entre las nuevas tendencias se pueden destacar, principalmente, la seguridad humana, la exclusión social y la vulnerabilidad.
La seguridad humana (Human Security), se inscribe dentro del enfoque multidimensional de la pobreza y como tal, aborda principalmente: i) la crisis del espacio público de los nuevos barrios pobres, ii) su inseguridad y iii) la vulnerabilidad de los pobres en su desplazamiento por la ciudad. Un aspecto central de este enfoque, es asumir que la pobreza adquiere connotaciones de problema de seguridad al producir fragmentación social, y la delincuencia, a su vez, crea un problema que genera pobreza. Esto hace necesario propender por el desarrollo de redes sociales y de organizaciones comunitarias9.
Respecto a la movilidad de los pobres en el espacio urbano, la "seguridad humana" analiza el espacio de las políticas, en el ámbito de la integración física y social de distritos; en las consecuencias de la violencia urbana sobre los desplazamientos; y la forma de transporte de las personas pobres.
La "exclusión social" considera que algunos individuos permanecen por fuera de los procesos de desarrollo, como reflejo de la incapacidad de integración del modelo social vigente. Mientras los métodos de medición de la pobreza tienen un carácter transversal, este concepto, enfatiza la existencia de procesos que funcionan como determinantes dinámicos de la exclusión (económica, cultural o política). A nivel económico, la exclusión opera a través del mercado de trabajo, que limita el acceso a los medios necesarios para participar en el consumo y la producción, particularmente, en lo referente al acceso a la tierra, al capital, a la capacitación y/o al empleo10.
La exclusión cultural, se refiere a la deficiencia de las redes sociales primarias como las vecinales o los barrios. La exclusión política, por su parte, se manifiesta como la marginación de los espacios de decisión.
La exclusión social, igualmente, fija su atención en los entrelazamientos de las diferentes formas de privación. Aquellas personas que padecen privaciones suelen tener serias desventajas, múltiples y acumulativas. De esta manera, la falta de ingresos está relacionada, normalmente, con el desempleo o con formas precarias de empleo, pero, a su vez, suele relacionarse con la carencia de vivienda adecuada o con el deterioro de la salud física y psicológica. La exclusión opera dentro de un contexto social específico y de manera diferente en cada país (De Haan 1999).
"La vulnerabilidad" se orienta hacia la noción de riesgo diferencial, y como potencialidad explicativa, consiste en poder identificar un componente esencial tanto de la condición como de la dinámica de la pobreza; es decir, analiza la continua exposición al riesgo y la capacidad de enfrentarlo a largo plazo, cuando esta situación se haga manifiesta mediante choques continuos en las personas o en los hogares. Asimismo, establece la diferencia entre grupos con capacidad de adaptación, frente a aquellos que se encuentran en una completa indefensión; estos últimos entran en una condición de presión que los obliga a un consumo insostenible de sus activos sin que puedan, fácilmente, renovarlos11 (Chambers 1989, 1995; IDS 1989).
El análisis de la vulnerabilidad debe incorporar autoevaluaciones participativas en políticas de desarrollo y la percepción que de su situación tienen las personas involucradas.12 Desde esta perspectiva, se desagrega la visión de los pobres en su heterogeneidad y condición humana como una realidad compleja y multidimensional. Chambers (1995) propone ocho elementos que permiten captar algunos aspectos de la realidad de los pobres:
i) La pobreza por ingresos y recursos, como un estado dominado por su carencia.
ii) La inferioridad social, como una sensación impuesta o atribuida, adquirida o relacionada a factores que pertenecen al ciclo de vida.
iii) El aislamiento geográfico, mediante el cual se margina y excluye de la participación activa en la sociedad a la que se pertenece.
iv) La debilidad física, al ser el cuerpo el mayor recurso de los pobres, su discapacidad o inhabilidad son con frecuencia reportados como un gran problema.
v) La vulnerabilidad, entendida como la falta de medios para enfrentar la pérdida de recursos físicos o sociales, o de capacidad de control sobre ellos. Este hecho puede llevar a una debilidad física, a la dependencia social, al empobrecimiento económico, al sufrimiento psicológico y a la humillación.
vi) La estacionalidad, referida a las estaciones o a los ciclos (en términos socio-económicos), la cual se manifiesta en el peso de los recién nacidos, en las tasas de morbilidad y mortalidad.
vii) La carencia de poder, que impide determinar y sostener el sentido y la dirección de la vida.
viii) La humillación, como falta de respeto hacia la persona misma.
La importancia de esta nueva perspectiva es la motivación a propuestas que enfrenten la brecha de percepciones de la pobreza y que generen alternativas factibles, que adecúen las acciones "desde afuera" (hacedores de políticas públicas) a las condiciones "de adentro" (los pobres) (Chambers 1995, McGee 1997).13
TIPO DE INVESTIGACIÓN
La investigación realizada forma parte de los estudios exploratorios, los cuales tienen como objetivo examinar o buscar, a través del problema o situación, una mayor comprensión del mismo.
Tal como ha sido definido por Malhotra (1997), la investigación exploratoria (IE) resulta significativa, en aquellas situaciones donde se carece del suficiente conocimiento para establecer cómo continuar con el proyecto.
En términos metodológicos, la IE se caracteriza por su flexibilidad y versatilidad al no emplear, necesariamente, los protocolos y procedimientos de la investigación formal. No es frecuente, el uso de cuestionarios estructurados, grandes muestras ni planes de muestreo de probabilidad14. No obstante, en este estudio se aplica un cuestionario con preguntas estructuradas y abiertas, y se utiliza para su evaluación el método de análisis de conglomerados, que es también una técnica, eminentemente, exploratoria.
Aspectos conceptuales para la preselección y selección de la muestra
En concordancia con el método de investigación exploratorio que se eligió para el trabajo, se llevó a cabo una revisión bibliográfica de los diferentes estudios sobre la pobreza urbana en la ciudad de Cali, así como, de investigaciones de carácter social y económico, realizadas a nivel de las comunas. Dado que los estudios anteriores, no contemplan la variable vulnerabilidad en relación con la pobreza en la ciudad, fue necesario definir algunos criterios de muestreo que se aproximaran al objetivo de la investigación.
Un punto a resaltar es que la vulnerabilidad no es exclusiva de las personas de más bajos recursos o ingresos; sin embargo, es a quienes más afecta15. En vista de ello, los estratos 1, 2 y 3 fueron seleccionados como el grupo objetivo que se decidió identificar y buscar en el proceso de selección de la muestra16, cuyas características se enmarcan dentro del concepto relativo a la vulnerabilidad.
Teniendo en cuenta que se quería tener una aproximación a las redes de reciprocidad social y la opinión de la pobreza de las tres generaciones, el grupo objetivo debía corresponder a aquellos hogares donde se encontrara el jefe del hogar, el padre del jefe del hogar y el hijo del jefe del hogar (Anexo 1).
Análisis y construcción de conglomerados (Cluster)
Según Malhotra (1997), el análisis de conglomerados (AC) -al igual que el análisis factorial- estudia todo un conjunto de relaciones interdependientes. En otros términos, no se hace ninguna distinción entre variables dependientes e independientes y, en su lugar, se calculan las relaciones interdependientes de todo el conjunto de variables. Su objetivo principal es la clasificación de los objetos en partes, relativamente, homogéneas con base en el conjunto de variables específicas; los objetos que conforman un grupo son similares en términos de estas variables y difieren de los objetos que hacen parte de otros. Al utilizar el AC se reduce el número de objetos -aunque no el número de variables-, al reunirlos en un conjunto más reducido de grupos. Este análisis, también es conocido como análisis de clasificación taxonómica o numérica17.
Tanto el AC como el discriminante (análisis factorial) se ocupan de la clasificación. No obstante, este último requiere del conocimiento previo de participación en el grupo de cada objeto, desarrollándose, de esta manera, la regla de clasificación. En el AC, por el contrario, no hay información a priori acerca de la participación en el grupo de ninguno de los objetos, es decir, los datos sugieren los grupos y éstos no son definidos previamente.
El AC para esta investigación se utilizó como instrumento de reducción general de los datos, con el fin de desarrollar subgrupos de datos que fueran más fáciles de manejar que las observaciones individuales. En consecuencia, el análisis multivariable subsecuente se realiza con base en los subgrupos y no en las observaciones individuales.
ASPECTOS RELACIONADOS CON EL HOGAR
Estos hogares son, predominantemente, familiares biparentales extensos (63,6%) y familiares monoparentales extensos (36,4%)18, lo cual puede ser reflejo de una disolución de la familia nuclear biparental a medida que transcurre el ciclo de vida del hogar (Anexo 2). Este proceso se acompaña de una recomposición del parentesco debido, en ciertos casos, a las crisis conyugales como la separación y el divorcio o a situaciones como la viudez19. Esto puede corroborarse en que el 51,6% de los hogares se encuentran en la etapa II y el 44,6% en la etapa III; y, aunque la edad del hijo mayor del jefe del hogar es de 19,9 años, el período de convivencia con su cónyuge actual es de 15 años; es decir, se han reorganizado las uniones (Anexo 3).
Las crisis económicas, como la experimentada en Colombia durante el segundo quinquenio de los años noventa, también contribuyen a la reorganización de las familias como una medida de protección ante choques externos (Chambers 1989, Harris 1986, Lampis 1999, Mc Gee 1997, Moser 1996, Stewart 1987, Veeduría Distrital 2002). No obstante, en la muestra sólo un 4,3% de los hogares, emplearon como estrategia ir a vivir donde sus familiares, ante eventos ocurridos entre 1998 y 2004.
ESTUDIO DE LA POBREZA URBANA EN CINCO COMUNIDADES DE LA CIUDAD DE CALI 127 ANÁLISIS GENERAL DE EVALUACIÓN DE RESULTADOS A PARTIR DE LOS CONGLOMERADOS
En la Figura 1, se ilustra el análisis resultante de cada uno de los conglomerados: eventos presentados, medidas tomadas, consecuencias sicológicas, opinión de pobreza y percepción de pobreza en su entorno. Posteriormente, en la evaluación general, se presenta un análisis conjunto de todos los conglomerados.
Ahora bien, en cada uno de los conglomerados se clasifican, a su vez, los diferentes casos en cuatro subconglomerados o grupos. El subconglomerado (1) presenta un mayor grado de homogeneidad, el cual disminuye, a medida que se desciende al subconglomerado (4).
Eventos presentados
Los eventos presentados se agrupan en cuatro subconglomerados, el primero de los cuales, está relacionado con todas las situaciones traumáticas como: la pérdida de empleo por algún(os) miembro(s) del hogar, el atraso en el pago de los servicios públicos e impuestos, una pérdida económica importante, problemas de alcoholismo o drogadicción, entre otros.
En el primer grupo, no se incluyen las situaciones referentes a enfermedad grave, la cual aparece en el segundo grupo, junto con los bajos ingresos; es decir, en el segundo subconglomerado se estaría indicando que algunos de los eventos presentados, tienen que ver con las escasas oportunidades de generación de ingreso que, a su vez, puede ser reflejo del bajo nivel educativo que desencadena la vulnerabilidad. Es probable, también, que esté reflejando el caso de enfermedades graves que no se han podido curar con los ingresos que tiene el hogar.
El tercer grupo de eventos presentados, se relaciona con la jefatura femenina, pero no se indica que ésta tenga que ver, necesariamente, con una situación de vulnerabilidad o de pobreza en los hogares. Lo que puede mostrar es que, una parte importante de estos eventos ha recaído sobre hogares con jefatura femenina y en éstos, se manejan determinadas exigencias con respecto a las situaciones presentadas. Tanto en el conglomerado de eventos, como en el de la evaluación general, la variable de jefatura femenina siempre aparece sola. Los estudios sobre la relación entre pobreza y jefatura femenina o entre esta última y vulnerabilidad presentan un panorama bastante complejo.
No obstante, algunos estudios admiten que aquellas familias cuya cabeza es una mujer, tienen mayores probabilidades de ser pobres o vulnerables, o pueden experimentar esta situación con mayor severidad, que aquellas cuyo responsable es un hombre (CEPAL 2003, Folbre 1991, Narayan 2000). Es probable que la pobreza y la vulnerabilidad afecten con mayor rigor a cierta subcategoría de jefatura femenina, especialmente, a hogares con niños (Narayan 2000, Rodríguez 2000, Population Council 1998) o constituidos por "madres pobres sin pareja" que han asumido, tempranamente, la maternidad (Population Council 1998); y, algunos otros, encabezados por mujeres con pareja no casada (unida) (Banco Mundial 2000).
En otras palabras, no todos los hogares con jefatura femenina son por este hecho pobres, los más pobres o vulnerables. Hay múltiples causas, por las cuales, las mujeres se convierten en las cabezas de los hogares: separaciones, divorcios, viudez, migración de sus cónyuges o su no contribución financiera. De otra parte, las familias han podido presentar algunas transformaciones con respecto a nuevas uniones, y es posible que ello esté acompañado de una mayor preponderancia hacia la jefatura femenina.
El cuarto grupo de los eventos presentados son las deudas, las cuales aparecen, también, como medidas tomadas. En estos hogares, existen mecanismos informales de aseguramiento, por ejemplo, las solicitudes de préstamo, especialmente, dentro de la red familiar, con el fin de atender situaciones relacionadas con la pérdida del empleo, atraso en el pago de los impuestos y/o servicios públicos, enfermedad grave y muerte de algunos de sus miembros, entre otros. No obstante, estos mecanismos resuelven una situación pasajera, pero no permite luchar contra el riesgo sistemático al que se ven sometidas estas familias.
En general, para el caso colombiano los niveles de aseguramiento formales son muy bajos (DNP, PNUD, Misión Social, ICBF 2002). Incluso, en las pocas situaciones que se da bajo el sistema de seguridad social, no es posible impedir la movilización de mano de obra adolescente e infantil, que suele utilizarse en algunos hogares, para amortiguar las crisis. Esta situación repercute, a su vez, sobre el capital humano y las capacidades, dado que aquellos niños o adolescentes que han tenido que abandonar sus estudios para trabajar, difícilmente vuelven a la escuela.
Medidas tomadas
Dentro de las medidas tomadas, además de las deudas, figura la utilización de reservas laborales (enviar más miembros del hogar a trabajar) o monetarias (hacer uso de los ahorros); la disminución del gasto en alimentos; la migración y venta de bienes (retirar o cambiar los hijos de colegio, mudarse a una vivienda más económica, cambiar de ciudad, ir a vivir con los familiares, vender el carro o cambiarlo por uno más económico).
En el Cuadro 1, se puede observar que la pérdida de empleo más frecuente fue sufrida por el jefe del hogar (16,3%) y el perceptor principal (15,8%). Las medidas tomadas más relevantes fueron el endeudamiento (17,9%) y la disminución del gasto en alimentos (16,8%).
Es posible apreciar, algunas diferencias en las medidas tomadas, cuando el perceptor principal pierde su empleo a cuando les ocurre a los demás miembros del hogar. Cuando la pérdida del empleo la sufre el perceptor principal, la estrategia consiste, básicamente, en la movilización de más miembros del hogar hacia el mercado laboral. En cambio, cuando esta situación le ocurre al jefe del hogar o al cónyuge, normalmente, se disminuye el gasto en alimentos (18,5% y 16% respectivamente) y vestuario (18,5% y 16,1% respectivamente). Si es otro miembro del hogar, entonces uno o más miembros del hogar -que no trabajaban- empiezan a trabajar (17,7%), e igualmente, se disminuye el gasto en alimentos (17,7%).
Los principales eventos manifiestos en los hogares, diferentes a la pérdida del empleo (Cuadro 2), fueron en su orden: el atraso en el pago de los servicios públicos (26%) y los impuestos (24,4%). Dentro de los que presentaron la primera situación, el 19,4% se endeudó y el 18,3% movilizó más miembros del hogar a trabajar. Entre quienes presentaron atraso en el pago de los impuestos, el 22,8% se endeudó y el 19,4% disminuyó el gasto en alimentos.
De las medidas tomadas, quizás, la más dramática tenga que ver con la reducción del gasto en alimentos, antes que postergar el pago de los servicios públicos o los impuestos. La reducción en el consumo de alimentos es común como estrategia en todos los estratos socioeconómicos, ante un evento crítico (DNP, PNUD, Misión Social, ICBF 2002, Lampis 1999, Narayan 2000).
No obstante, en los hogares de estratos bajos, esta situación puede llevar a un problema de inseguridad alimentaria y la satisfacción de sus necesidades básicas de alimentos puede constituir una lucha diaria. Esta situación se puede agravar, aún más, si la familia resulta afectada por una crisis relacionada con el desempleo o el subempleo de algún miembro del hogar, o si carece de algunos activos que generen ingresos. El problema alimentario se refleja mediante una reducción de la cantidad, la calidad y la frecuencia de las comidas para afrontar situaciones difíciles.
Consecuencias psicológicas
En cuanto a las consecuencias psicológicas que se pueden derivar de estas situaciones, se identifican cuatro subconglomerados: i) salud, dinero y estabilidad; ii) relaciones con la pareja y con la ley; iii) inseguridad en su barrio y, iv) escepticismo respecto a la ayuda de alguien. En el primero figuran las tensiones relacionadas con la salud, el dinero y la estabilidad en el trabajo o en estudio. Como ha sido explicado por algunos autores (Lampis 1999, Moser 1996, 1998; Veeduría Distrital 2002), en la medida en que las personas con un bajo nivel de activos dependen de su propio cuerpo para generar capacidades y funcionamientos, la preocupación por la salud se vuelve importante. La alteración de su equilibrio implica un impedimento para desarrollar sus potencialidades, como ser humano y social; igualmente, obstaculiza la obtención de ingresos, aumentando la carga de estrés ocasionada por la dificultad de enfrentarse a sus compromisos económicos en el hogar. Es por ello comprensible que las amenazas de la inestabilidad laboral e incluso del estudio, puedan describirse como una situación intolerable e injustificada frente a otras personas que gozan de mejores condiciones de trabajo y oportunidades educativas.
El Cuadro 3 muestra que las crisis idiosincrásicas -diferentes a una pérdida económica importante (11,4%)- de mayor presencia en los hogares son enfermedades graves, muerte de alguno de sus miembros y tener que abandonar la ciudad (19,6%, 11,9% y 1,6%, respectivamente). Ante situaciones de enfermedad grave, el 29,7% de los hogares utilizó la estrategia de endeudamiento y el 23,4% envió a uno o más miembros del hogar a trabajar. Ante la muerte de alguno de sus miembros, el 48,2% disminuyó sus gastos en alimentos y en vestuario. Y, entre los que se vieron en la necesidad de abandonar la ciudad, el 26,3% de los hogares utilizó la estrategia de montar un negocio familiar y el 26,3% disminuyó los gastos en alimentos.
Las relaciones con la pareja y con la ley, que aparecen en el subconglomerado 2, pueden reflejar las situaciones conflictivas y las amenazas a la estabilidad de las uniones que, posiblemente, tengan su origen en la infidelidad, la incomprensión, la violencia intrafamiliar, el sentimiento de humillación en el hombre por permanecer desempleado o su imposibilidad de generar ingresos, entre otras. La inseguridad en el barrio, como aparece en el subconglomerado 3, es recalcada por los hogares e incluso, también, figura en el grupo 3 del conglomerado de percepción de pobreza en su entorno. Aunque parezca paradójico que una gran mayoría de hogares se sientan seguros en el barrio (tal vez, porque no han tenido más remedio que aprender a sortear esta dificultad), a su vez, la inseguridad que allí se presenta les resulta preocupante20. Hay que recordar que muchos de estos hogares se sitúan en asentamientos precarios como el Distrito de Aguablanca y la zona de ladera, cuya población conjuga una serie de características propias de la marginalidad y la pobreza extrema: altos niveles de desempleo, precariedad del empleo informal, bajo nivel de escolaridad, problemas de drogadicción, violencia, entre otras.
El escepticismo con respecto a la ayuda de alguien, aparece en el subconglomerado 4 de las consecuencias psicológicas, vuelve a figurar en el grupo 4 del conglomerado de evaluación general, y puede relacionarse con bajos niveles de confianza interpersonal y, en este caso en particular, con bajos niveles de asociatividad. Esta última, como ha sido planteado por Cuellar (2000), en Colombia es, particularmente, mayor en aquellas personas más educadas y ricas (aquellos individuos que devengan más de 7 salarios mínimos legales), en los hombres más que en las mujeres, en el sector rural más que en el urbano, en los mayores de 35 años y en menor grado en los más jóvenes.
La escasa confianza interpersonal también tiene que ver con las pocas oportunidades de movilidad social y con la violencia (Herrera 2000). La preponderancia de la familia, como principal institución aseguradora de los hogares, y el escepticismo con respecto a la ayuda de alguien, puede estar reflejando un aspecto cultural que ha sido descrito por algunos autores (Cuellar 2000, Surdasky 1997, 1998; Vivas 2000) y corresponde a las formas de organización tradicionales, basadas en el parentesco, cuyo apoyo mutuo permite la unión de las familias.
Como se ilustra en el Cuadro 4, es poco significativa, la creencia en el apoyo de las ONG (1%) y ninguna en las asociaciones políticas (0%). En el caso de estas últimas, el resultado es coherente con lo encontrado por Cuellar (2000), quien indica que en Colombia, los ciudadanos no se interesan por la política, ni son quienes más votan en los comicios electorales.
Es importante resaltar que un 9,8% cree que nadie podría ayudarlo ante una situación difícil. Este hecho guarda relación con lo esbozado por algunos autores (González 2001, González y Rawling 2003) para el caso colombiano, encontrando una alta sensación de inseguridad y desconfianza en las personas, durante períodos de crisis, como la registrada a finales de la década de los 90 o en la situación de conflicto armado.
En el Cuadro 4, igualmente, se puede observar que no hay una asociación estadística, entre la creencia en la ayuda de alguien ante una situación difícil, y cada uno de los siguientes grupos: generación, etnias y estratificación socioeconómica. No obstante, si se tratara de encontrar alguna asociación posible, se podría indicar que, según la ubicación generacional, la importancia de los familiares y amigos aumenta, a medida que, se pasa de la generación mayor (padre del jefe del hogar) a las más joven (hijo del jefe del hogar); en tanto que ocurre lo contrario con las asociaciones religiosas. Al hacer el análisis por grupos étnicos, los amigos y los vecinos, no son considerados como una posible ayuda para los afrocolombianos, mientras que son una opción mínima para los no afrocolombianos (5,3%)21. Las asociaciones religiosas, por el contrario, son menos importantes para los no afrocolombianos (2,2%) que para los afrocolombianos (13,6%).
Por estrato socioeconómico, se puede observar que tanto los amigos como las asociaciones religiosas, van perdiendo interés como posibles fuentes de ayuda al aumentar de estrato uno a tres. Ocurre lo contrario, con la creencia en que nadie podría ayudarlo ante una situación difícil, puesto que, el escepticismo es mayor en el estrato tres (23,2%).
Percepción de pobreza
El conglomerado de opinión de pobreza y el de percepción de pobreza en su entorno, son el resultado de una aproximación a la Evaluación de la Pobreza con Participación de los Afectados EPPA, que ha sido puesta en práctica por numerosos estudios en el mundo (Hagenaars 1986, Narayan 2000, Narayan y Nyamwaya 1996, Moser 1996, 1998; Restrepo 2000, Salmen 1995). Mediante las preguntas abiertas de las encuestas y su contexto con los relatos, se pretendió estudiar la forma, cómo estos hogares consideran su propia condición y la manera de evaluar las estrategias de reducción de la pobreza o la vulnerabilidad, si fuera el caso. Estos resultados deberían permitir entender y valorar los datos obtenidos en los eventos, medidas y las consecuencias psicológicas producidas.
La forma como se concibe la pobreza para estos hogares puede clasificarse en cuatro grupos. El primero, tiene que ver con el concepto de pobreza para ellos, el cual se relaciona con una sensación de carencia de dinero, empleo, vivienda, estudio y bienes necesarios para el hogar, así como, con efectos en la parte psicológica; es decir, se hace mención a dos aspectos de la vulnerabilidad como: la exposición a choques externos, producto del desempleo; y la indefensión interna, por la falta de medios para hacerle frente, en el caso de no tener vivienda o poseer un escaso nivel educativo. Este hecho, causa una mayor carga de estrés que provoca, a su vez, alteración en el desarrollo de las capacidades de los individuos. Desde una perspectiva absoluta, el ingreso y el consumo son indicadores, representativos, de la presencia o de la ausencia de pobreza, pero se requiere de estudios complementarios, que permitan profundizar sobre las raíces sociales que causan este fenómeno (Veeduría Distrital 2002).
A partir de la comprensión subjetiva de la pobreza, desde la óptica de valoración de la propia población involucrada, es posible entender, lo expresado por el segundo grupo de opinión: la pobreza relacionada con una reducida estructura de oportunidades. Los dos grupos se articulan desde la perspectiva de vulnerabilidad, en la medida en que, la pérdida de activos como producto de eventos críticos tiene fuertes implicaciones, sobre los individuos y los hogares (Veeduría Distrital 2002).
Con respecto a los ingresos recibidos y aquellos requeridos para satisfacer, adecuadamente, sus necesidades, se puede decir que, con excepción del percentil más alto de ingresos, todos los demás podrían ser considerados como hogares con pobreza subjetiva22. Los hogares de los percentiles de mayores ingresos presentarían una "moderada percepción" de pobreza, en tanto que, los de los percentiles inferiores se ubicarían en una "alta percepción" (Gráfica 1).
El eje vertical representa el ingreso mensual promedio del hogar. El eje horizontal se refiere a los percentiles de ingresos, donde [5] es el 5% más pobre y [95] es el 5% más rico.
Al comparar estos datos con los resultados de las 32 entrevistas realizadas a los hogares, a través de los relatos (Cuadro 5), se puede ver que, la proporción de personas que se consideran no pobres es bastante mayor (68,8%) que quienes creen que si lo son (31,2%). El porcentaje de los que se ven como no pobres se mantiene en ventaja, frente a los que dicen que sí son pobres, al realizar un análisis por género, generación, etnia y estrato. Sin embargo, dentro de los que se consideran no pobres, el porcentaje es mayor en las mujeres (82,3%), los hijos del jefe de hogar (80%), los no afrocolombianos (73,7%)23 y los del estrato tres (88,9%).
Por su parte, dentro de los que creen que sí son pobres, la proporción es mayor en los hombres (46,7%), los jefes de hogar (35%), los afrocolombianos (45,5%)24 y los del estrato 2 (45,5%) (Cuadro 5).
Con base en lo anterior, se podría considerar coherente, que las personas de ingresos más bajos estimen que lo recibido es inferior a lo, realmente, necesario, para suplir las necesidades mínimas. Este hecho, puede explicarse, en gran parte, por la enorme carga que significa el pago de los servicios públicos y de los impuestos, como se refleja en los datos de la encuesta y como ha sido corroborado con los relatos.
No obstante, algunos estudios han encontrado un hecho que podría parecer contradictorio: el porcentaje de hogares que espera un mayor nivel de ingreso es menor a aquel que, efectivamente, lo recibe, este fenómeno es conocido como "autolimitación de la percepción de pobreza" (Urrea et al. 2004). Con base en los datos de la Encuesta de Calidad de Vida del DANE (2003), Urrea encuentra que a medida que el ingreso observado se aproxima más al esperado, los hogares se consideran menos pobres, esto es válido, tanto para el nivel nacional, como para el Valle del Cauca.
Igualmente, a partir de la Encuesta de Calidad Vida del DANE (2003), otra investigación (DNP, PNUD, ICBF, Misión Social 2002) muestra que las expectativas del perceptor principal se adaptan al nivel actual de ingresos, dado que las personas forman sus expectativas tomando como referencia su situación actual, este fenómeno es conocido como "uvas amargas"25. Este aspecto, demuestra que la opinión de la pobreza, es un proceso bastante complejo y dinámico que puede verse afectado por las fluctuaciones económicas y las condiciones del mercado laboral que, a su vez, repercuten sobre los ingresos. De esta manera, en períodos de crisis económicas, incluso las capas altas de la sociedad, pueden reflejar un aumento de la percepción subjetiva de la pobreza (Urrea et al. 2004).
Otro aspecto que debe considerarse, en relación con la pobreza objetiva y subjetiva, es el mencionado por Herrera (2002, citado por Urrea et al. 2004), quien afirma que al no ser los mismos tipos de hogares y personas, el fenómeno es multidimensional; es decir, hay diferentes aspectos de carácter social, educativo, cultural y simbólico que se expresan en condiciones materiales de vida e ingresos monetarios.
Para Urrea et al. (2004) las clases populares tenderían a percibir una satisfacción de necesidades que podrían considerarse como "básicas", pero en la medida en que se ascienda socialmente, los consumos culturales se van incrementando, por esta razón los ingresos observados y los esperados se van tornando más sofisticados.
El tercer grupo, incluye aquellos aspectos relacionados con las condiciones del hogar, el dinero y el apoyo del gobierno. La gente manifiesta una opinión favorable con respecto al mejoramiento en educación y salud, pero considera que debe implementarse mecanismos de generación de empleo. Este último aspecto, junto a la falta de comida, es motivo de preocupación, y aparece en el grupo cuatro de opinión de pobreza.
Percepción de pobreza en su entorno
El conglomerado de percepción de pobreza en su entorno, refleja el siguiente resultado: los grupos uno y dos están preocupados, respectivamente, por la magnitud de la pobreza, y por el aumento de mendigos y el desempleo en la ciudad; el grupo cuatro propone estrategias para hacer frente a la falta de empleo, salud y educación en la ciudad; y, finalmente, al grupo tres le inquieta la inseguridad y las drogas en su barrio.
Con respecto a los grupos 1 y 2 la gente aún percibe una situación, posiblemente, producida desde la crisis económica, la cual afectó a todas las capas sociales, a partir de 1998, y está relacionada con el aumento de la pobreza y el desempleo. En su estudio sobre Cali, Urrea y Ortiz (2000) muestran que son, precisamente, los más pobres quienes resultaron afectados en términos de desempleo y, por ende, quienes sufrieron una pérdida de ingresos. La caída del empleo se relaciona con la disminución de la demanda de trabajo, particularmente, del no calificado, es decir, de los trabajadores más pobres, hombres y menores de 20 años.
Evaluación general
Finalmente, el conglomerado de evaluación general, muestra en el grupo 1a los eventos y a las medidas (excepto deudas), junto con la consecuencia psicológica (excepto inseguridad) y la percepción de pobreza. La jefatura femenina aparece sola, nuevamente, en el grupo 2, lo cual estaría indicando que en la mayoría de hogares donde se presentaron estas situaciones la cabeza de hogar es una mujer, pero no por ello son los más pobres o vulnerables. En el grupo 3 se ubican aquellos escenarios relacionados con las deudas y el escepticismo con respecto a la ayuda de alguien, esta última, probablemente, producida por la frustración de conseguir dinero prestado o crédito. El grupo 4 lo conforma la percepción de inseguridad en el barrio, que puede ser causada por los elevados índices de violencia que se reflejan a nivel local.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Un aspecto fundamental del enfoque de vulnerabilidad social es su relación con la producción y conservación de las capacidades. El estudio de las diferentes variables y conglomerados conformados muestra que, entre las diversas estrategias emprendidas como reacción a las crisis y a la falta de medios, se encuentran, básicamente, la disminución del consumo, -especialmente, de alimentos-; la movilización de más miembros del hogar a trabajar; y la deuda. Este hecho, frente a la precariedad del hogar en términos de activos -explicado por la informalidad laboral, los bajos salarios, el bajo nivel educativo, entre otros-, lleva a un consumo insostenible de los recursos, sin que puedan ser, fácilmente, renovados.
El contexto de la crisis económica de 1998, parece haber ocasionado un proceso dramático, primordialmente, por el aumento del desempleo y la dificultad de acceder a un mercado laboral, cada vez más especializado. En consecuencia, y ante la dificultad de adaptación de algunos hogares frente a la crisis, aumenta la carga de estrés psicológico, lo cual repercute, a su vez, en otros ámbitos de la vida familiar y de pareja, conduce a la decepción y al escepticismo respecto a la ayuda de alguien.
A nivel urbano, algunos de los aspectos relacionados con la desigualdad, se evidencian mediante la presencia de áreas expuestas al riesgo de ser vulneradas, especialmente, en las comunas establecidas en el Distrito de Aguablanca y la zona de ladera. Las características socioeconómicas, étnicas y territoriales de estos lugares, asumen la forma de una discriminación social, no explícita y marcada por el estigma, el señalamiento y la violencia. Las altas tasas de homicidios, violaciones, atentados contra el patrimonio, entre otros, exponen a grupos específicos de población -como jóvenes y mujeres-, a múltiples amenazas a y la dificultad de acceder a algunos servicios básicos como la salud y la educación.
Con respecto a las redes de cohesión social, es posible decir que, los familiares son quienes desempeñan un papel fundamental en todos los aspectos de la vida social de estos hogares. Los parientes son siempre las primeras personas a los que se acude ante una situación difícil. Este hecho es válido, independientemente, del grupo étnico, la posición generacional, el estrato socioeconómico y el nivel de ingresos. Sin embargo, en los hogares de estratos bajos el apoyo y la duración del mismo, muchas veces termina antes de que la familia que presenta la crisis se pueda recuperar.
Las demás personas como amigos, vecinos y asociaciones religiosas desempeñan un papel secundario, como posibles fuentes de apoyo ante una situación difícil. Las organizaciones políticas no son consideradas como fuentes de apoyo ante estos eventos.
Desde el enfoque de la vulnerabilidad social, se podrían implementar investigaciones a nivel de la ciudad, que tengan en cuenta las diferencias socioespaciales, étnicas, generacionales y socioeconómicas, y que estén dirigidas a identificar el nivel de activos del cual disponen, especialmente, los hogares pobres.
Es necesario, igualmente, realizar estudios que profundicen sobre las diferentes subcategorías de jefatura femenina, con el fin de que establecer la situación de vulnerabilidad o de pobreza de estos hogares. Estos estudios, incluyendo los análisis por grupos étnicos -especialmente, de los no afrocolombianos-, ya han hecho un amplio recorrido, a partir de las investigaciones del CIDSE de la Universidad del Valle.
De igual manera, sería importante, realizar trabajos que aborden la Evaluación de la Pobreza y la vulnerabilidad con Participación de los Afectados EPPA, con respecto a las encuestas presenta algunas ventajas: i) las preguntas no están predeterminadas, dado que, normalmente, se utilizan métodos abiertos (entrevistas no estructuradas, grupos de discusión y diversos procedimientos visuales participativos); ii) en consecuencia, es posible captar aspectos que son importantes para la comunidad y desconocidos para el investigador. Aquí se reflejan algunas variables socioculturales dentro de las cuales es posible explicar muchas de las decisiones estratégicas de los hogares frente a un hecho crítico; iii) permite establecer las asimetrías de poder, no solamente a nivel de la comunidad, sino también, al interior del hogar. Esta técnica es un buen complemento de las encuestas de los hogares y de los análisis macroeconómicos que se llevan a cabo oficialmente.
FICHA TÉCNICA DEL ESTUDIO
Universo: población caleña residente en los estratos I, II y III.
Ámbito: zona urbana de la ciudad de Cali.
Unidad de análisis: hogar que tenga las tres generaciones bajo un mismo techo.
Abordaje de la unidad de análisis: en el hogar.
Tipo de entrevista: entrevista personal, a través de una encuesta a hogares, que tengan las tres generaciones en el mismo techo.
Fecha de realización: 12 al 27 de septiembre de 2004.
Tipo de muestreo: se realizó un muestreo polietápico, independiente, para cada estratificación por estrato, y por cuotas por comuna y por barrios. La selección aleatoria de hogares se tomó de la base de datos de Cali en Cifras. La selección de los hogares se llevó a cabo, mediante un sistema de cuotas cruzadas por comuna y por barrios.
Error de muestreo: en la hipótesis más favorable (P=0,35), suponiendo que ninguna opción de encontrar las tres generaciones en un hogar es superior al 35%; un nivel de confianza del 95%; el error máximo admitido en la estimación de hogares que cumplan esta condición es de 3,8% en cada comuna y del 1,9% en cada hogar de la ciudad de Cali. El error para el número de estratos de cada cuota será mayor. Para el tratamiento de la información se ha tenido en cuenta la diferente ponderación de cada una de las tres generaciones.
Método de estimación: análisis unidimensional, bidimensional y multivariante de datos de las tres generaciones de estudio.
NOTAS AL PIE
1 Este último aspecto, tenía como justificación insertar el país en el proceso de internacionalización de la economía y hacer más competitivas las empresas, disminuyendo los costos laborales. Los argumentos apuntaban a considerar que la legislación anterior había posibilitado el aumento de dichos costos al buscar amparar a los trabajadores de despidos injustificados y asegurarles estabilidad en sus empleos.
2 Mediante selección estadística fueron escogidos los barrios Vista Hermosa y Las Orquídeas, del estrato 1; República de Israel, del estrato 2; Villa Colombia y Sector Meléndez, del estrato 3. Éstos forman parte de las comunas 1, 14, 16, 8 y 18, respectivamente. Las comunas elegidas están distribuidas en tres de las cuatro áreas geográficas en las que está subdividida la ciudad de Cali. Todas presentan diferencias culturales, demográficas, socioeconómicas y raciales. Las comunas 1 y 18 forman parte de la zona popular de ladera; las comunas 14 (del distrito de Aguablanca) y 16 (anteriormente, perteneciente al Distrito de Aguablanca) corresponden a la zona oriental; y la comuna 8 está inscrita en la zona centro. No obstante, aunque todas presentan diferencias, en términos geográficos, sociales, entre otros, conservan siempre las características homogéneas de la población objetivo
3 Para algunos autores la pobreza es sinónimo de carencia y ésta explica la pobreza. De esta manera, una persona o un hogar puede ser considerado como pobre si le falta alguno de los siguientes aspectos: alimentos, vivienda, salud, educación, tierra, bienes de capital o reconocimiento de las propias capacidades. No obstante, un análisis en este sentido no permitiría conocer las causas de las carencias ni sus posibles soluciones (Vivas 2000).
4 La estimación de líneas de pobreza (LP) y de líneas de indigencia (LI) requiere, necesariamente, el valor de la canasta de consumo mínimo de nutrientes de los hogares. Esto permite clasificar como indigentes a aquellas personas cuyos ingresos sean inferiores al valor de una canasta y, como pobres, a quienes sus ingresos sean inferiores a un número predeterminado de veces el valor de la misma.
No obstante, este método ha sido objeto de numerosas discusiones, en materia de identificación de las carencias de bienestar y su efectividad -falta de políticas públicas. Dentro de las falencias que se le han imputado se encuentran: el frágil supuesto de homogeneidad de los niveles de bienestar, al interior de los hogares agrupados bajo un mismo rango de ingreso per cápita; y el hecho de que la identificación de un hogar como no pobre, no permite establecer las inequidades en la distribución interna del gasto, que pueda involucrar las situaciones de género, parentesco y edad (Arriagada 2000, CEPAL 2003).
Para Pierre Salama (1999), definir la pobreza desde un enfoque estadístico clásico lleva a determinar los orígenes del ingreso. Se habla de pobreza para ingresos inferiores a la "línea de pobreza" y de extrema pobreza para ingresos por debajo de la "línea de indigencia". Si bien la construcción de la canasta de bienes necesarios para la estricta reproducción del individuo (o del hogar) está ligada a las costumbres alimenticias del conjunto de la población, no se limita solo a los pobres para no tener en cuenta cuáles bienes pueden adquirir con su débil presupuesto.
Si se limitara a la población encuestada, solo a los pobres, se definiría la pobreza y los pobres con relación a ellos mismos. Este autor menciona cómo algunos estudios buscan determinar la canasta de consumo básico refiriéndose a las familias que se sitúan en el séptimo decil de ingresos, lo cual simplifica a ultranza y limita la investigación sólo a los pobres.
5 No obstante, como observa Bustelo (1999), el asumir el carácter de "necesidades básicas" como extensión del concepto de subsistencia y al incluir el conjunto de requerimientos de una comunidad como totalidad y no como individuo, plantea varias situaciones: i) considerar la estructura de necesidades y servicios universales y públicos a los que podría acceder una comunidad, especialmente, en salud y educación; ii) la definición de un "conjunto de necesidades" para una comunidad implica una dificultad en la determinación de los criterios para caracterizar los bienes y servicios que pueden ser incluidos; iii) desarrollar complicadas hipótesis sobre la manera como funciona una comunidad, el tipo de necesidades y el nivel de vida que una sociedad está dispuesta a satisfacer, en un período histórico particular.
6 Se distinguen dos tipos de juicios de valor: los básicos y los no básicos. Los primeros son aplicables "en cualquier circunstancia concebible" y el individuo no los modifica en ninguna situación; todos los demás son no básicos. Distinguir los dos tipos de juicios es bastante problemático, en la medida en que se puede demostrar que algunos juicios de valor son no básicos, pero no hay manera de demostrar que un juicio de valor es básico (González 1998). La distinción entre ambos juicios de valor, resulta importante para determinar hasta qué punto la persona está dispuesta a ceder en su posición, con el fin de aceptar la elección colectiva. Teniendo en cuenta que, determinadas circunstancias exigen al individuo el replanteamiento de su posición en aras de la acción colectiva, los juicios básicos dificultan la elección social. Si una persona tiene un juicio básico y es de su conocimiento que su opinión será derrotada, por medio de una de las reglas de elección colectiva, se verá obligada a oponerse a dicha regla. En este sentido, las consideraciones sobre elección social son pertinentes cuando se aplican a los juicios que "tienden a ser no básicos" (González 1998, Sen 1970).
7 En lo referente al primer principio, Rawls (1972), define un número limitado de libertades básicas de los ciudadanos: la libertad política (la libertad de elegir y ser elegido), la libertad de hablar y de reunirse, la libertad de conciencia y de pensamiento, la libertad de la persona como tal junto con el derecho a la propiedad personal, el estar libre de arrestos y aprehensiones arbitrarias, según sea definido por la ley. De esta manera, todos los individuos de una sociedad justa deben gozar de las mismas libertades y derechos básicos. Respecto al segundo principio, se admite la posibilidad de desigualdades en materia de distribución de riqueza e ingreso, si éstas se traducen en ventajas para cada uno de los miembros de la sociedad, y si las posiciones de autoridad y funciones están abiertas para todos (Bula 1995).
El primer principio es compatible con los cinco tipos de libertades, definidas por Sen (1999), desde una perspectiva instrumental: i) las libertades políticas, ii) los servicios económicos, iii) las oportunidades sociales, iv) las garantías de transparencia y v) la seguridad protectora. Cada uno de estos tipos de derechos y oportunidades contribuye a mejorar la capacidad general de una persona.
8 Algunos estudios que han destacado la relevancia de la visión subjetiva de la pobreza sin caer en el enfoque subjetivista de la pobreza son los realizados por el Institute Development Studies, IDS (1989), Mc Gee (1997) y Lampis (1997, 1998).
9 Estos aspectos corresponden al capital social, entendido como el conjunto de normas, confianza y redes de reciprocidad que facilitan la cooperación, en beneficio mutuo de una comunidad. Es un activo importante que puede reducir la vulnerabilidad y aumentar las oportunidades (Banco Mundial 2000). Las áreas trabajadas por el capital social son: i) grupos y redes, ii) confianza y solidaridad, iii) acción colectiva y comunicación, iv) información y comunicación, v) cohesión e inclusión social, y vi) empoderamiento y acción política (Banco Mundial 2002, Polanía 2005).
10 Como lo menciona De Haan (1999), en los países en desarrollo el acceso al mercado laboral, que puede ser asociado a la propiedad de la tierra, es uno de los determinantes más importantes de la pobreza. La situación laboral puede ser un indicador fundamental, que identifica los determinantes del acceso al empleo y sus componentes (protección, regularidad y autonomía).
11 Estos activos pueden ser trabajo, capital humano (como salud y educación), activos productivos y activos intangibles (red de relaciones) (Moser 1998, Pizarro 1999, Lampis 1999).
12 Katzman (PNUD - CEPAL, 1999, citado en Arriagada 2000), identifica tres formas de vulnerabilidad. La primera es vulnerabilidad a la marginalidad, que se refiere a la ausencia o debilidad de vínculo de las personas con el trabajo y, por consiguiente, la insatisfacción de sus necesidades básicas. La segunda es la vulnerabilidad a la pobreza, es decir, la exposición a factores de empobrecimiento y una escasa generación de oportunidades determinadas por el nivel de activos. La tercera es el riesgo a la exclusión de la modernidad, especialmente, en el caso de los jóvenes que se ven en el dilema de adquirir activos habilitantes como la educación o reproducir la pobreza. Las medidas referentes a la movilización de activos, además de permitir entender los mecanismos de mitigación de riesgo de pobreza o su intensidad, también sirven para analizar los procesos que posibilitan la movilidad social.
13 Para autores como Robert Chambers y Rosemary McGee, el estudio de la pobreza y la formulación de estrategias de desarrollo, debe trascender el marco disciplinar puramente económico, como fue definido en el llamado Consenso de Washington. Consideran necesario incorporar enfoques como el antropológico, el sociológico o el político; y abordar un nivel de análisis micro y meso, así como, una perspectiva transformativa que amplíe el conocimiento sobre el fenómeno de la pobreza.
14 En su reemplazo el investigador puede percatarse, continuamente, de nuevas ideas y conocimientos que surgen conforme avanza el estudio. En la medida en que ello ocurre, pueden modificar la exploración hacia esa dirección, hasta que las posibilidades se agoten, o bien, hasta encontrar otro más adecuado. La creatividad y apertura del investigador en este caso es muy importante. Aún así es necesario, además de la habilidad del investigador en situaciones como ésta, acudir a algunos tipos de técnicas entre los que se pueden mencionar el análisis con expertos, estudios piloto, análisis de datos secundarios, investigación cualitativa, entre otras.
15 Tal como lo define Lampis (1999), la vulnerabilidad no es, necesariamente, una característica de los pobres, dado que, tanto los eventos de vida o choques (en el corto plazo), como una condición de dificultad o estrés (en el mediano y largo plazo), pueden afectar a todos los seres humanos. A nivel socioeconómico, la diferencia en la forma como los pobres y los demás responden a estas situaciones, depende del nivel de capacidades de las cuales disponen cada uno de estos grupos. Las capacidades, como han sido definidas por Amartya Sen, representan lo que le permite a los individuos, prever, enfrentar y recuperarse de las consecuencias de los eventos de vida. Sin embargo, son los pobres los que tienen mayor probabilidad de perder sus activos determinantes, como una estrategia de supervivencia ante una situación adversa.
16 La selección aleatoria de hogares se realizó a partir de la información estadística del Departamento Administrativo de Planeación, de la Alcaldía de Santiago de Cali (2000).
Se procedió, inicialmente, a tomar los datos de la Alcaldía de Santiago de Cali (2002), obteniéndose la información de 438.253 hogares de los tres estratos socioeconómicos (73.298, 173.347 y 192.068, de los estratos 1, 2 y 3, respectivamente). Posteriormente, se identificaron los barrios correspondientes a cada uno de estos estratos y las respectivas comunas de las cuales forman parte.
Se emplearon los datos de 2002 por ser los más actualizados hasta la fecha de realización del trabajo de campo. No obstante, en esta última información no se desagregan datos de estratificación socioeconómica a nivel de hogares (como se puede encontrar en Cali en cifras 2001), sino por comunas y barrios.
17 Para el AC se ha tomado como referente bibliográfico a Malhotra (1997) y Salvador (2001). Para una descripción completa del método seguido en esta investigación puede consultarse a Martínez (2005).
18 Los hogares pueden ser: i) monoparentales o incompletos y biparentales o completos (definidos por la presencia o ausencia del cónyuge del jefe del hogar), ii) hogares nucleares (conformado por el núcleo familiar primario, exclusivamente), iii) hogares extensos (integrados por un núcleo familiar primario y por "otros parientes", y iv) hogares compuestos (constituidos por un núcleo familiar primario o extenso más otros "no parientes") (DNP, PNUD, ICBF, Misión Social 2002).
19 Este hecho ha sido ilustrado por el DNP, PNUD, ICBF, Misión social (2002), para las familias colombianas en el período 1988-1998, en este informe se evidencia que mientras en la etapa I, el 70% de las familias son nucleares biparentales, en la etapa III, continúan en esta condición tan solo el 31%. Al mantener la comparación en las etapas I y III se obtiene que la familia extensa monoparental aumenta su participación relativa ocho veces, del 3% al 25%. La familia nuclear aumenta del 9% al 17%, y la extensa biparental asciende del 18% al 27%. Un hecho particular a tener en cuenta es que en Cali los hogares extensos, completos e incompletos tienen un mayor peso porcentual en los hogares no afrocolombianos, especialmente, en las comunas de niveles socioeconómicos bajo-bajo y medio-bajo, de la franja oriental y de ladera. Este aspecto contradice la creencia general en una asociación entre población negra y hogares extensos (Urrea y Ortiz 2000).
20 Como se puede observar en los siguientes datos reportados por el DAGMA (2003a, 2003b, 2003c, 2003d, 2003e), las causas de mortalidad por homicidios ocupan entre el primero y segundo lugar al analizar la mortalidad por grupos:
En general, en Cali el total de delitos registrados en 2003, representa un incremento del 40,5% en comparación con 1997, al pasar de 7.887 en 1997 a 11.079 en 2003. Los delitos que presentaron un mayor incremento, en su orden son: contra la seguridad pública (83%), contra el patrimonio (37,4%) y contra la vida y la integridad personal (13,6%) (Alcaldía de Cali 2004).
21 Como bien lo anotan Urrea y Ortiz (2000), los hogares afrocolombianos en Cali están compuestos mayoritariamente por parientes, completos e incompletos. En este sentido, las redes de parientes y familiares pueden ser más importantes que los amigos y vecinos, no solo en la praxis de inserción urbana entre los migrantes afrocolombianos sino, en general, en la vida cotidiana de estas familias. Con respecto a los no afrocolombianos la recurrencia ante los amigos y los vecinos, en situaciones adversas, puede ser secundario frente a la red de parientes que conforman las familias extensas, quienes sellan la primera operación de auxilio.
22 De acuerdo con lo planteado por Urrea (et al. 2004) un hogar se encuentra en pobreza subjetiva, si el ingreso observado es menor al esperado; de otra manera, el hogar es considerado como no pobre. Los hogares con pobreza subjetiva, a su vez, se pueden clasificar entre los de moderada percepción y alta percepción. En el primer caso, se ubican aquellos en los cuales el ingreso, realmente observado, es inferior en menos de un 50% del ingreso esperado. En el segundo caso, se encuentran los hogares, donde, los ingresos están muy por debajo de sus necesidades de consumo.
23 Aunque en los relatos el 100% de los hogares indígenas se consideran no pobres, en general, es una población escasa en la ciudad de Cali, en relación con los afrocolombianos y no afrocolombianos. Por lo tanto, la comparación se hace entre estos dos últimos.
24 Como lo anota Urrea y Ortiz (2000), si bien la desigualdad y la pobreza no son equivalentes, se puede observar que el aumento de la primera en Cali entre 1994 y 1998 se explica, en gran parte, por la fuerte caída de los ingresos de los pobres y el aumento de la indigencia. Para estos autores, la desigualdad socioeconómica medida, a través de la concentración del ingreso, se suma al fenómeno urbano de concentración relativa de la población negra-mulata, en la franja oriental de Cali. Esta situación, está relacionada con una dinámica de asentamiento de dicha población, vinculada con el desarrollo de los barrios más pobres en esta zona, desde los años 70. Por esta razón, la desigualdad en Cali tiene además una connotación de geografía socio-racial de la pobreza.
25 Este concepto que ha sido tomado de Jon Elster (1982, 1988) se describe como "la actitud del zorro de la fábula de la Fontaine: las uvas no son deseadas porque son inaccesibles... el fenómeno de uvas amargas se presenta en todo proceso de formación de preferencias. El individuo delimita las preferencias en función de sus posibilidades, frente a las uvas que le son inalcanzables, el zorro tiene dos alternativas: alejarse triste e inconforme porque no pudo comérselas o, bien, se retira tranquilo, porque las uvas no hacen parte de su conjunto de elección" (DNP, PNUD, ICBF, Misión Social 2002, 4).
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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