Introducción
La innovación social (is) como tópico de investigación es un tema relativamente nuevo en el ámbito académico. Varios autores manifiestan que esta relevancia inicia a finales de la década de los noventa y principios de la década del 2000 (Dainiené & Dagiliené, 2015; Matei & Drumasu, 2015; Murray, Caulier-Grice, & Mulgan, 2010), aunque otros manifiestan que, si bien su importancia es reciente, las innovaciones sociales han estado presentes en la evolución de la sociedad desde hace mucho tiempo, como se hace evidente en los cambios de los hábitos humanos, el sufragio universal, el dinero y las leyes, iniciativas que fueron en su momento innovaciones sociales (Cajaiba-Santana, 2014; McLeish, 1984).
En la actualidad, los estudios realizados en el área de la is son pocos, a pesar de la creciente importancia que esta ha adquirido en los últimos años. Mulgan (2006) manifiesta que "mientras los procesos de innovación comercial (tecnológica) han sido objeto de considerables investigaciones académicas, el campo paralelo de la is ha recibido poca atención y raramente va más allá de anécdotas y vagas generalizaciones" (p. 146), hecho que igualmente convalida Marín y Rivera (2014), quienes resaltan la inexistencia de manuales internacionales y de un desarrollo conceptual como en la innovación tecnológica.
Los estudios de la is se concentran en tres líneas específicas de investigación: la primera busca un consenso a nivel teórico que permita la consolidación de un marco general de referencia de la is, que facilite el avance en materia investigativa; la segunda se plantea el problema de la medición de la IS, específicamente la construcción de indicadores que permitan consolidar el concepto y la posibilidad de identificar este tipo de iniciativas, además de poder cuantificar las capacidades para innovar en términos sociales; finalmente, la tercera comprende investigaciones que se encaminan a identificar desde las iniciativas de is aspectos que permitan reconocer sus características, su proceso de diseminación y replicabilidad, con la intención de establecer los elementos necesarios para la gestión y puesta en marcha de innovaciones sociales, y que estas puedan ser referenciadas por los tomadores de decisiones a nivel gubernamental para su aplicación como política pública.
El elemento común dentro de estas tres líneas de investigación es que tienen como unidad de observación las iniciativas de is, relegando a un segundo plano a los sujetos innovadores, que pueden considerarse el punto de partida sobre el cual se gesta el proceso innovador1. Con base en lo anterior, esta investigación se centra en el papel de las Fundaciones de Cuarta Generación (FCG), que pueden definirse como empresas sociales en el marco de la democratización de la participación y de la búsqueda de valor social dentro de sus fines (Díaz & Marcuello, 2012) y que promueven la is en búsqueda de las reivindación social de las poblaciones más vulnerables. Igualmente, teniendo en cuenta el predominio del enfoque cualitativo dentro de los trabajos sobre is, se propone una aproximación cuantitativa que brinde otra mirada al proceso de is, a la interacción de los elementos propios del proceso que permitan validar los supuestos teóricos que subyacen a este.
Para efectos de este propósito, la is se entiende como un proceso en el que interactúan la capacidad de financiamiento (ICF), como medida de la sostenibilidad financiera (Buckland & Murillo, 2014), la capacidad técnico-científica (ICTC), como medida de la articulación del capital humano, entre otros elementos intangibles que promueven las capacidades de la organización hacia una mayor capacidad innovadora (Fernández-Jardón & Martos, 2016); la apropiación social del conocimiento (IASC), como una aproximación de la acción colectiva, puesto que "la is no es por tanto únicamente aquella que tiene a la sociedad en su fin, sino también la que tiene a la sociedad en su origen" (López & González, 2013, p. 22), y la articulación interinstitucional (IAI), entendida como el capital relacional de una organización con estructuras externas que mejoran su desempeño y competitividad (Machorro, Mercado, Cernas, & Romero, 2016).
Lo anterior permitirá la construcción de un modelo de regresión lineal múltiple (MLRM) que ayude a explicar la incidencia de estos elementos sobre el número de iniciativas de is (NIIIS) que desarrollan las FCG de Barranquilla, Colombia. La selección del contexto geográfico se da por el proceso sostenido de cambio social, en términos educativos, culturales y económico-productivos de la capital del Atlántico, que están vinculados al desarrollo de la infraestructura física, entre otras políticas públicas locales, que han requerido del apoyo de las FCG para promover iniciativas que permitan la apropiación de estos nuevos espacios por medio de is; si bien estas iniciativas en muchos casos reflejan la tercerización de las actividades estatales (González, 2018), permiten visibilizar la importancia de este tipo de organizaciones en el desarrollo de la is en favor de la política pública del territorio.
Los resultados muestran que la acción colectiva medida desde la apropiación social resulta fundamental para generar un mayor número de innovaciones, respaldada por el financiamiento, la capacidad técnico-científica y, por último, la articulación interinstitucional. Este documento parte de una aproximación al termino innovación social y sus componentes teórico-conceptuales, seguida de un breve estado del arte que permitirá ubicar este trabajo en el horizonte de estudios sobre is; posteriormente, se presenta la metodología con la que se abordará el objetivo de la investigación y, por último, los resultados y las conclusiones del trabajo.
Sobre la innovación social
La reciente importancia de la is surge a partir de su capacidad para resolver problemas sociales considerados estructurales (Alonso, González, & Nieto, 2014), que han sido difíciles de solventar a través de iniciativas tradicionales y que ni el mercado ni el Estado han podido afrontar de manera satisfactoria2. A pesar de su importancia, la is no logra concretar un concepto unificado como la innovación tecnológica, evidenciando que el término no ha sido plenamente desarrollado, siendo su área de investigación limitada a evidencias anecdóticas y estudios de casos, careciendo de un paradigma unificado de investigación (Cajaiba-Santana, 2014).
Para Pol y Ville (2009) y Blanco et al. (2016), esta situación se fundamenta en la superpuesta y variada forma de usar el término innovacion social en diferentes disciplinas y organizaciones, haciendo el lenguaje científico ambiguo o contradictorio, debido a los límites que estas imponen. Una forma de entender esta afirmación parte de la dependencia sustancial de los intereses de la disciplina, que define el alcance del concepto, pero que a la final no merman los efectos de la is a favor de los problemas de la sociedad.
A pesar de las dificultades teóricas que surgen en el uso y aplicación del concepto, hay elementos comunes que permiten entender su origen y alcance (Morales, 2009). Por ejemplo, existe acuerdo en que son nuevas ideas, procesos, servicios, modelos, entre otros, que se alejan de la tipología ortodoxa de la innovación tecnológica (Cajaiba-Santana, 2014; Mulgan, 2006; Mulgan, Tucker, Ali, & Sanders, 2007; Murray et al., 2010). Igualmente, existe convergencia en que el propósito de las is es el mejoramiento de la calidad de vida, otorgando importancia a elementos no económicos del desarrollo y no exclusivamente a elementos materiales (Bulut, Eren, & Halac, 2013; Cajaiba-Santana, 2014; Centre for Social Innovation, 2010; Dawson & Daniel, 2010; Nesta, 2008; Pol & Ville, 2009; Subirats, 2015).
Para efectos de esta investigación, se entenderá la is como "actividades y servicios innovadores que son motivados por la meta de satisfacer necesidades sociales y que son predominantemente desarrolladas y difundidas por organizaciones cuyo propósito primario es social" (Mulgan, 2006, p. 146). De acuerdo con Montgomery (2016), esta definición se enmarca dentro del paradigma democrático de la is, donde la articulación de los diferentes actores es fundamental para desarrollar la acción colectiva que permita el cambio social, lo que implica una horizontalidad de las estructuras de poder y la importancia del conocimiento tácito dentro del proceso, como elemento que amalgama el conocimiento formal con la realidad de la población.
Lo anterior deja claro que la is debe entenderse como un proceso de transformación de las relaciones sociales que vincule a los grupos socialmente excluidos con el resto de la sociedad a través de una transformación de las relaciones de poder que permita el empoderamiento de los primeros (López & González, 2013; Magrinyà & de Balanzó, 2015).
Para entender la innovación en todos sus sentidos, es necesario clasificarla por tipo de novedad; el Manual de Oslo establece la existencia de dos tipos: la innovación radical, que genera una disrupción o ruptura en el mercado, y la innovación incremental, que es la creación de un nuevo valor a un producto o servicio existente (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE] & Oficina Europea de Estadística [Eurostat], 2005). En el marco de la is, se hace referencia a nuevas ideas (radical) o al mejoramiento de otras (readaptación creativa) que suelen tener dificultades subsanables y que poseen un potencial significativo para resolver problemas sociales de forma sostenible (Rey & Tancredi, 2010; Rodríguez & Alvarado, 2008).
La novedad, por su parte, se comprenderá desde la ejecución de ciertas iniciativas por primera vez en un territorio en específico (Brandsen, Cattacin, Evers, & Zimmer, 2016), que permite ampliar el concepto de novedad más allá de las características de la iniciativa, dando paso a entenderla dentro del contexto en el que se implementa como una readaptación creativa de esta.
El concepto antes mencionado delimita al sujeto innovador; para este caso, dicho sujeto corresponde a las FCG, que dentro del ámbito legal colombiano se enmarcan como entidades sin ánimo de lucro (ESAL) u organizaciones no gubernamentales (ONG). Esta delimitación permitirá enfocarnos en un solo sujeto, no desconociendo otros emprendedores sociales, sino dando relevancia al propósito social de este tipo de organizaciones.
Igualmente, se hace necesario tener claro cuáles son las características de la is, pues "la solución a un problema social no es necesariamente una innovación social, mientras que una innovación tecnológica puede ser capaz de resolver problemas sociales" (Cajaiba-Santana, 2014, p. 44). Por lo tanto, la delimitación de las características de la is entra a ser una parte fundamental del proceso de identificación de sus factores determinantes, pues a partir de estas se podrán establecer los elementos que intervienen en el proceso.
El Departamento Nacional de Planeación (DNP), el Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación (Colciencias) y la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE) (2013) plantean como características de la is las siguientes: novedad, sostenibilidad financiera, participación activa de la comunidad e intercambio y transferencia contextualizada del conocimiento, que si bien logran concentrar elementos que resultan fundamentales a la hora de identificar este tipo de iniciativas, suelen dejar de lado características como la replicabilidad y la capacidad técnica, que son condiciones básicas de este tipo de innovaciones.
Con estos referentes, se delimitaron las características de la is que se analizan en este estudio. En primer lugar, se estableció el número de iniciativas desarrolladas por las fundaciones de Barranquilla durante el 2016, así como sus características, áreas de trabajo, condiciones de acceso a beneficiarios y originalidad de la iniciativa; la originalidad estará supeditada a la novedad territorial (Brandsen et al., 2016), es decir, se tendrá en cuenta la novedad en la aplicación dentro de un territorio, dando paso al concepto de readaptación creativa. Adicionalmente, se tendrán en cuenta la capacidad de financiamiento (recursos destinados para el desarrollo de las iniciativas y la diversidad de fuentes de financiación). En segundo lugar, está la capacidad técnico-científica de la organización (disponibilidad de recurso humano calificado, de recursos tecnológicos (TIC) y el conocimiento acumulado (años de experiencia) para el desarrollo de las iniciativas).
En tercer lugar, está la apropiación social del conocimiento, que se concibe como una estrategia bidireccional de flujo de información que permita el acoplamiento del conocimiento entre las comunidades y los expertos (López-Isaza, 2013); que permita una adecuada identificación del problema y una ejecución conjunta; que igualmente permita, desde la acción colectiva, la protección social de la iniciativa y una evaluación participativa, y que permita mejorar el alcance futuro de las iniciativas, reconociendo que las innovaciones (sociales y tecnológicas) se llevan a cabo a través de una red de instituciones con diferentes roles dentro de un marco normativo específico (Quintero-Campos, 2010). A este marco también se asocia el índice de articulación interinstitucional, que mide la forma en que se gestaron las iniciativas, de forma que se pueda entender si, desde el trabajo conjunto entre organizaciones, se puede capitalizar un mayor número de iniciativas.
Estado del arte
Las investigaciones sobre is han estado enmarcadas en la consolidación del término en procura de establecer las bases conceptuales para abordar cada uno de los aspectos que subyacen dentro del proceso para innovar socialmente. Esto ha llevado a un debate teórico mediado por la multidisciplinariedad y que ha dejado de lado los elementos comunes que hacen de la is una estrategia idónea para la reducción de las vulnerabilidades sociales de los territorios (Gurrutxaga, 2013; Pol & Ville, 2009).
La construcción de dicho marco teórico general ha permitido identificar aspectos fundamentales de la is, que permiten avanzar a elementos empíricos de este tipo de innovaciones y promover, de una manera más concreta, la reducción de las disparidades sociales que afectan a cada vez más personas. Pol y Ville (2009) se centran en estos elementos comunes para entender las innovaciones sociales: "[son] nuevas ideas que tienen el potencial de mejorar la calidad de vida desde una visión cuantitativa y cualitativa" (Pol & Ville, 2009, p. 885).
Es claro que la is representa un nuevo paradigma (Echeverría & Merino, 2011) que concibe el desarrollo desde una perspectiva multidimensional y compleja, que se genera desde la sociedad y para la sociedad y que se puede entender de dos formas, según Montgomery (2016): el paradigma tecnocrático y el paradigma democrático de la is. El primero se centra en la participación del sector privado en la provisión de servicios sociales a través de una concepción lineal de la innovación; el segundo, en la acción colectiva para el cambio social, que suele asociarse a la corriente de la inclusión social como respuesta creativa y comunitaria fundada en una gobernanza más democrática y con mayor justicia social (Herrera, Díaz, & Rodríguez, 2016).
En el caso de Colombia, el trabajo de Jaillier (2017) consolidó una primera aproximación a la visión local de la is, partiendo desde una delimitación histórica del concepto de innovación social para entender las características que subyacen en el proceso innovador desarrollado en el país, dando paso a comprender cómo este tipo de iniciativas pueden ser el elemento necesario para promover una estrategia de desarrollo más inclusivo y sostenible en el ámbito local, que vincule a la ciudadanía en la construcción de su propio futuro.
Otros trabajos han buscado la consolidación de un concepto de innovación social a partir de la medición o cuantificación de sus características. En primer lugar, está Sinergiak e Innobasque (2013), que construyeron el Regional Social Innovation Index (Resindex), con la intención de clarificar y avanzar en la construcción de un enfoque de la is que les permitiera acotar el concepto y hacerlo más reconocible a partir de la medición, al igual que comprender las capacidades de distintos sectores en la apropiación y uso del conocimiento para la promoción de innovaciones sociales. En Colombia, se avanzó en la propuesta de indicadores de is con la intención de medir las características de este tipo de innovaciones, para poder comprender aspectos esenciales del proceso y así poder promover, de forma más puntual, un mayor número de is en los territorios (Méndez, Merino, & Rocha, 2015).
En la actualidad, los trabajos que se centran en los elementos que influyen en la gestión y desarrollo de innovaciones sociales está liderado en Latinoamérica por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que a través de los trabajos de Rodríguez y Alvarado (2008) y Rey y Tancredi (2010) buscaron comprender los elementos que favorecen y obstruyen la gestión y desarrollo de innovaciones sociales en Latinoamérica y el Caribe. Estos atuores analizaron más de 3.000 iniciativas a lo largo y ancho del continente, logrando establecer que existen elementos endógenos y exógenos que inciden en su desarrollo, con efectos distintos según el área de influencia. Igualmente, se pudo establecer en estos trabajos la necesaria articulación de la comunidad en la construcción de las iniciativas y la importancia del sector público en el escalamiento de las iniciativas.
Mulgan et al. (2007) y Murray et al. (2010) se centran en is a lo largo del mundo, con la intención de delimitar un concepto, características específicas y elementos fundamentales a la hora de fomentar y fortalecer los procesos de is en contextos complejos que favorezcan las dinámicas de desarrollo social. Estos autores concluyen que la existencia de plataformas de articulación de recursos son fundamentales para el desarrollo de entornos innovadores y logran comprender que la acción colectiva es necesaria para la im-plementación efectiva y la sostenibilidad de las iniciativas, además de ser una forma de consolidar la gobernanza pública y el cambio institucional-social (Jeannot-Rossi, 2016).
Domanski, Monge, Quitiaquez y Rocha (2016) iniciaron, desde el Parque Científico de Innovación Social (PCIS), el proceso de articulación de la visión local de la is con el ámbito regional y mundial, aportando una comparación exhaustiva sobre los elementos teóricos y prácticos de la is que permitieron visibilizar los avances que, en esta materia, han tenido los países como Chile, Argentina y Colombia, y cómo desde el desarrollo de este tipo de iniciativas se ha avanzado en la estrategia para la reducción de las inequidades sociales en la región.
Resulta común, entonces, el enfoque sobre las iniciativas que se desarrolla en cada uno de los trabajos en mención, por lo que se hace necesario iniciar el análisis de las condiciones internas de las organizaciones como sujeto innovador, de forma que se puedan comprender los elementos que inciden en el desempeño de este tipo de entidades a la hora de desarrollar is dentro de un territorio específico, al igual que proponer una aproximación cuantitativa al análisis de la is que permita explicar las incidencias de diferentes aspectos del proceso innovador y cómo los sujetos innovadores y sus características inciden en el desempeño innovador del territorio.
Metodología
Para esta investigación, se tuvieron en cuenta las FCG de Barranquilla, registradas ante la Cámara de Comercio de esa ciudad (CCB) para el 2016. El concepto que define las características de las FCG se suscribe a lo planteado por Escobar-Delgado (2010), quien las define como organizaciones que promueven el empoderamiento de la comunidad a través de la reivindicación o reconocimiento de los derechos humanos, aportando soluciones reales a necesidades de todo orden por medio de alianzas regionales, nacionales e internacionales que generan un tejido humano y social que trasciende fronteras e incide en todos los ámbitos de la sociedad.
Lo anterior nos permite entender que las FCG tienen una concepción mucho más compleja y multidimensional del desarrollo y sus iniciativas, y siempre están supeditadas a la equidad social y a la sostenibilidad ambiental (López, 2005), dando paso a la posibilidad de considerar que sus estrategias de intervención, en general, son innovaciones sociales y, por ende, su rol dentro del proceso de is como sujeto innovador es más que claro.
Se contó con una base inicial de 617 fundaciones registradas entre el 2006 y el 2016, cuyo proceso de selección y depuración se fundamentó en los siguientes criterios:
Estar efectivamente registrada ante la CCB para el 2016 (renovación de matrícula mercantil al día).
Que su objeto social, misión y visión estén fundamentados en la promoción del empoderamiento de la comunidad.
Que hayan desarrollado iniciativas/innovaciones sociales durante el 2016 y que fueran validadas como innovaciones sociales.
El proceso de depuración validó únicamente al 4,7% del total de las fundaciones con características de cuarta generación, lo que definió el universo de la investigación en 29 fundaciones. Las descartadas se detallan en la tabla 1 y, en mayor proporción, se suprimieron las fundaciones con corte asistencial, seguidas de aquellas que no tenían información pública disponible que permitiera un análisis de sus actividades y fundaciones que se dedicaban a actividades de consultoría que permiten creer que la figura de la ESAL es un mecanismo para la reducción de impuestos. También se encontraron fundaciones cuya función se ceñía a la prestación de servicios de salud y fundaciones que prestan servicios educativos, cuyos servicios están supeditados a un pago previo, lo que significa una limitante al acceso y, por ende, no son innovaciones sociales. Igualmente, una proporción de las fundaciones registraron contratos con el sector público cuyos objetos están por fuera de un propósito social, como el suministro de personal, papelería y logística de eventos3.
De las 29 FCG, se logró encuestar a 22, aplicando un muestreo no probabilístico por conveniencia, dado que las entidades restantes (7) se negaron a responder la encuesta. Para el levantamiento de información, se utilizó la encuesta de caracterización de la innovación social (ECIS) (anexo 1), que consta de seis módulos que se detallan a continuación:
Módulo 1. Caracterización de las fundaciones.
Módulo 2. Características de las iniciativas de is.
Módulo 3. Aspectos financieros o de financiamiento de iniciativas.
Módulo 4. Capacidad técnico-científica de la organización.
Módulo 5. Apropiación social del conocimiento.
Módulo 6. Articulación interinstitucional de la organización.
Para el análisis de datos, se construyeron índices que proporcionen un solo valor a partir de diferentes variables. Los índices propuestos son índice de capacidad de financiación (CFIN), índice de capacidad técnico-científica (ICTC), índice de apropiación social del conocimiento (IASC) e índice de articulación interinstitucional (IAI), que a través de un MLRM permitan la identificación de la influencia que tienen el número de iniciativas de is (NIIS) desarrolladas dentro del territorio por las fundaciones (anexo 2).
Resultados y análisis
Con base en la información recopilada, se construyeron los índices propuestos y sus resultados se resumen en la tabla 2. Las iniciativas desarrolladas/ejecutadas por las fundaciones encuestadas durante el 2016 ascienden a 163, con un promedio de 7 iniciativas por año/FCG. De estas, la mayoría estuvo asociada a las áreas de educación, cultura, primera infancia y medio ambiente, mientras que las áreas con menor número de proyectos fueron convivencia ciudadana, liderazgo y deporte. Lo anterior permite establecer que las prioridades del sector social de la ciudad se decantan en la formación como herramienta para el desarrollo humano integral, al igual que en la promoción de la participación cultural como estrategia para la apropiación de los espacios públicos recuperados y construidos en Barran-quilla en los últimos años, abriendo espacios para la lectura, las artes y la salvaguardia del patrimonio inmaterial, al igual que en el fortalecimiento de capacidades turísticas dentro del territorio.
En cuanto a las capacidades de financiamiento, las fundaciones seleccionadas tienen un ICF promedio de 61,7. En aspectos específicos, las FCG asignan un promedio de 71,7% de sus recursos para la ejecución de iniciativas, ubicándose dentro del margen óptimo establecido para este trabajo, al igual que mantienen ciertos criterios de eficiencia presupuestal en la ejecución de sus actividades. En cuanto a fuentes de financiación, en promedio registran un índice de 50,9, que representa solo la mitad de las fuentes propuestas en esta investigación, que permiten establecer la poca diversificación de las fuentes de financiamiento y, por ende, una reducción significativa en las posibilidades de financiación de sus actividades, fuentes que resultan necesarias para la sostenibilidad de las iniciativas y de la organización (Buckland & Murillo, 2014).
Los resultados globales del ICTC tienen un valor promedio de 42,2, reflejando baja vinculación de capital humano especializado (CC en promedio de 18 puntos) y poco acceso a TIC, donde solo acceden a los elementos básicos como computadores y dispositivos móviles de captura de información, mientras que el uso de software solo se da en algunas FCG. El CAC está supeditado a datos estadísticos y bibliografía de acceso abierto. En cuanto a la experiencia, en promedio estas tienen 7,5 años, siendo la más alta 18 años y la más baja 3, reflejando una corta experiencia en el territorio y en el desempeño de sus actividades.
Los resultados del IASC muestra la poca articulación de la comunidad a los procesos de identificación y validación de problemáticas sociales y posterior construcción de iniciativas por parte de las FCG, evidenciado en el promedio de 2,7 puntos y sus resultados por factores (IPP = 2,5 y CPI = 3,0). Las fundaciones suelen utilizar mayormente los artículos de prensa y medios de comunicación (81,8%), al igual que los informes gubernamentales (77,3%), como fuentes de información para la identificación de las problemáticas, dando paso a la información secundaria que, en cierto modo, suele representar intereses específicos de quienes la obtienen, mientras que la información primaria suele ser utilizada por menos del 40% de las FCG, dando paso a considerar que estas se encuentran deslindadas del contexto específico de intervención. En cuanto a la participación de la comunidad en esta etapa del proceso de is, esta suele considerarse medianamente necesaria (40,9% necesaria y 36,4% poco necesaria), mientras que para la construcción de la iniciativa suele ser menos necesaria (40,9% moderadamente necesaria y 31,8% poco necesaria).
La articulación interinstitucional no suele ser una estrategia primordial de las FCG analizadas como mecanismo para la articulación de recursos y mejoramiento de las capacidades del sistema al que pertenecen. Los resultados del IAI en promedio alcanzan un resultado de 49,4, siendo el máximo valor 100 y el menor 0. En cuanto a la CAR, solo el 63,2% de las iniciativas estuvieron mediadas por algún tipo de articulación interinstitucional en su construcción. Por su parte, la EAI muestra una situación más alentadora, pues el 86,4% de las fundaciones encuestadas manifestó que se articulaban de alguna manera con otras instituciones para la ejecución de las iniciativas.
Modelo de regresión lineal múltiple
Con base en los resultados de los índices CFIN, ICTC, IASC e IAI y la variable independiente NIIS, se obtuvo la estructura inicial de datos (tabla 2), que fueron la base para el cálculo del modelo explicativo de las relaciones entre variables propuestas. Los resultados se muestran en la tabla 3.
De acuerdo con los resultados, el MLRM queda indicado de iniciativas de la siguiente manera:
En cuanto a las elasticidades, los cambios que se generan en mayor medida dentro del modelo se generan por la variable IASC, donde por cada unidad de cambio que se dé en este índice, habrá un incremento de 3,263 (parámetro ) en la variable NIIS; es decir que un cambio positivo en los procesos de apropiación social de una FCG le significará un incremento de 3,263≈3 iniciativas en promedio por año, manteniendo las demás variables constantes. Esto refleja la importancia de la vinculación de la ciudadanía en el proceso innovador y, por tanto, es una forma de validar este supuesto teórico.
La elasticidad existente entre CFIN y NIIS está dada por el parámetro β 2 = 0,358; por lo tanto, un cambio en una unidad de CFIN generaría un incremento de 0,358 iniciativas que, si bien no representan una incidencia importante, permite aproximar la importancia de la eficiencia financiera y la diversificación del portafolio de financiación. El parámetro β 3 = 0,041, que representa la elasticidad entre ICTC y NIIS, solo incorporará un incremento de 0,041 iniciativas/año por cada cambio en las capacidades técnico-científicas de la fundación, dando paso a considerar que la vinculación de personal con formación científica, tic y experiencia solo tiene un efecto en la calidad de las iniciativas y no en el número de innovaciones sociales desarrolladas por la FCG.
El parámetro β 5 =-0,006 es el que menor impacto tiene sobre la variable NIIS, puesto que cambios en una unidad del índice IAI reducen 0,006 iniciativas. Si bien se muestra una relación negativa, esta no genera cambios abruptos en el número de iniciativas desarrolladas por año, pero permite considerar que los procesos de articulación interinstitucional afectan la eficiencia social de las fundaciones.
Los coeficientes de determinación (R2) y determinación ajustado (R2 ajustado), que también se conocen como la bondad de ajuste del modelo, muestran relaciones fuertes entre las variables independientes y la dependiente. En R2 muestra que el modelo de regresión explica el 64,1°% de la variabilidad de NIIS, mientras que el R2 ajustado tiene un resultado de 0,556 (55,6%), que quiere decir, con un poco más de confiabilidad, que el 55,6% de las variaciones de NIIS están explicadas por el modelo (tabla 4).
A través del análisis de varianza o Anova, que busca estimar si los índices CFIN, ICTC, IASC e IAI influyen de forma conjunta y lineal sobre NIIS, se puede establecer que el modelo es significativo a p = 0,05, y que la relación entre variables estudiadas es lineal y se da de manera conjunta. De esta forma, se valida el modelo presentado y se garantizan los supuestos mínimos de validez para demostrar la incidencia de las variables independientes planteadas y el número de iniciativas de is desarrolladas durante el año 2016 (tabla 5).
Conclusiones
Es claro que el modelo propuesto es solo una aproximación cuantitativa al fenómeno de la is, cuyas limitaciones se centran en la poca disponibilidad de la información sobre las FCG y la poca disposición de estas a brindar información sobre su desempeño en el campo social, generando ciertas restricciones en el análisis y los resultados. Pero a fin de cuentas el modelo permite la consolidación de elementos para evaluar el proceso de is de este tipo de organizaciones desde un punto de vista en el que primen los elementos cuantitativos.
En su mayoría, las FCG de Barranquilla se centran en un propósito social, algunas en actividades asistenciales que no generan un empoderamiento de la comunidad y otras pocas que entienden que las cosas cambian desde adentro y con la participación de la ciudadanía en la construcción de su propio futuro. Se puede decir que la capacidad de is del territorio es significativa, sustentado en el hecho de que para el 2016 las 22 fundaciones encuestadas llevaron a cabo 163 iniciativas que permitieron, de cierta forma, mejorar indicadores sociales de la ciudad y el departamento del Atlántico.
La convergencia de las FCG con las dinámicas del desarrollo de Barranquilla muestran la posible construcción de un sistema local de is que, si bien puede mostrar tendencias hacia la tercerización de los servicios estatales, es un muestra de que las FCG tienen la capacidad de articulación de las necesidades de la ciudadanía con los propósitos de los gobiernos locales en materia de política pública, y son el interlocutor necesario para mejorar los impactos de las estrategias de trabajo de manera innovadora y consecuente con las realidades del contexto.
Los resultados muestran que la apropiación social del conocimiento es la que más incidencia tiene sobre el número de iniciativas, dando claridad sobre la importancia de la acción colectiva como estrategia que fundamenta para el fortalecimiento de los procesos de is y, por ende, del cambio social, dando mayor relevancia al flujo de conocimiento de doble vía (expertos - no expertos) y consolidando la comprensión de que "uno de los métodos más efectivos para promover la is empieza por la presunción que la población es competente para interpretar su propia vida y competente para resolver sus propios problemas" (Mulgan, 2006, p. 150).
Los procesos de apropiación y articulación interinstitucional se muestran como elementos que mejoran el impacto de las iniciativas y su eficiencia y efectividad en la atención de problemas sociales, pero es claro que aún falta mucho por construir en estos temas desde las FCG de Barranquilla, donde prevalece una visión lineal de la innovación en la que prima el conocimiento del experto por encima del conocimiento de la ciudadanía.
Es necesario crear estrategias que puedan garantizar desde la participación de los beneficiarios en la identificación de las problemáticas, la construcción de iniciativas, la evaluación y ajuste de dichas iniciativas, hasta una mayor dinámica del proceso innovador y, en consecuencia, generar mayores impactos en el territorio a través del trabajo articulado, hecho que no se hace presente en los resultados obtenidos. Queda claro que se hace necesaria la articulación de los diferentes sectores de la sociedad para construir redes que permitan que muchas iniciativas se puedan consolidar, resultando evidente que, a pesar de los esfuerzos, resulta muy difícil establecer lazos de confianza entre organizaciones y actores del sistema y, por ende, se vuelve difícil promover iniciativas de carácter colectivo dentro del territorio bajo una comprensión Bottom-up del proceso de is.
La capacidad de financiamiento muestra una adecuada gestión de los recursos por parte de las fundaciones, pero poca diversidad de fuentes de financiación. La mayoría de las iniciativas se llevaron a cabo a partir de los aportes de los socios y de las donaciones que recibieron las fundaciones, siendo estas dos fuentes de financiación las más importantes dentro del grupo encuestado. Lo anterior también revela que estas organizaciones aún no se vinculan formalmente a los procesos de convocatoria local, nacional e internacional, que les permitiría acceder a mayores recursos. Se debe tener en cuenta que la participación en este tipo de procesos estimula los procesos de innovación, generando la necesidad en los participantes de innovar y crear herramientas alternativas que los pongan en una situación de ventaja en comparación con sus competidores.
Alrededor de las capacidades técnico-científicas de las fundaciones, los resultados muestran que estas capacidades no están asociadas a temas de eficiencia (número de iniciativas), sino a temas de calidad, aspecto que no hacen parte de esta investigación. Estos temas de calidad están supeditados a los recursos humanos y tecnológicos que podrían mejorar sustancialmente la estructura de las iniciativas y su impacto, de forma que se pueda construir y difundir innovaciones sociales con mayores capacidades para el cambio social.
Igualmente, es claro que la experiencia, determinada por el conocimiento acumulado desde una visión evolutiva, provee ciertas capacidades que promueven innovaciones sociales más sólidas a través de la delimitación de los campos de acción de las organizaciones (Hernández & Sánchez, 2014). Por medio de los resultados, es posible entender que la experiencia en el sector hace que existan mayores ventajas a la hora de desarrollar is; por lo tanto, es posible considerar la experiencia como un elemento que fortalece la is no solo a nivel interno, sino en el marco de las intervenciones sociales de las FCG.
La articulación interinstitucional se presenta como un obstáculo para la is. Desde un ámbito teórico, podemos entender este resultado como un costo de transacción en el sentido que Furubont y Richter (2005) expresan, como "los costos que surgen del establecimiento, uso, mantenimiento y cambio de las instituciones en el sentido de la ley y de los derechos" (p. 51), que si se analiza como la capacidad de acceso a recursos físicos, humanos y financieros, el costo de transacción para obtener estos bienes y servicios a nivel colectivo es más alto que si se construye un proceso individual de is.
En conclusión, se puede establecer con cierta certeza que los referentes teóricos representados en las variables e índices planteados en esta investigación se validan empíricamente, pues se demostró que la variabilidad del NIIS está justificada por las variables independientes en un 55,6%. Esto permite validar los aportes que se han hecho a nivel cualitativo Mulgan et al. (2007) y López y González (2013), en cuanto a la acción colectiva como motor para la is, así como los de Murray et al. (2010) y Fernández-Jardón & Martos (2016), acerca de la importancia de las capacidades técnico-científicas en el desarrollo de iniciativas innovadoras; también con respecto a los de Rodríguez y Alvarado (2008), con las capacidades endógenas de un territorio para promover la articulación y mejorar la competitividad territorial en temas de is, y los de Rey y Tancredi (2010), acerca de la gestión interna de la organización como estrategia para mejorar la calidad y el impacto del sector social.