Presentación

Las conmemoraciones son los rituales de renovación de los referentes simbólicos que contribuyen a la cohesión de las comunidades. No sólo los acontecimientos recordados sino también las formas de conmemoración y las decisiones de celebrar o de conmemorar determinados acontecimientos y no otros, revelan los sistemas de valores y de preocupaciones presentes en la sociedad festejante, así como los proyectos políticos en los que s empeñan.

El recurso al pasado deja ver de esta manera las característica y las preocupaciones  inmediatas de una sociedad, y ello es válido tanto para las celebraciones impulsadas y financiadas oficialmente como para las que se realizan de manera más o menos espontánea para las ceremonias o festejos periódicos que adquieren la forma de tradición.

Con el surgimiento de los Estados nacionales, los aniversarios históricos se multiplicaron en forma en forma de fiestas nacionales, de conmemoración de batallas o de natalicio o sacrificio de los héroes, y muchas de ellas se consolidan como hechos políticos de gran importancia en la estabilidad institucional.

En el contexto de las revoluciones atlánticas, la neogranadina heredó instrumentos signos conmemorativos que habían aparecido en su forma moderna durante la independencia norteamericana y en la revolución francesa, proveyendo modelos de acontecimientos para celebrar y para resignificar viejos símbolos que, en adelante vinieron a ser los íconos de las nuevas nacionalidades expresadas en banderas escudos e himnos nacionales. En el camino de construir los referentes de la nacionalidad, las ceremonias religiosas tuvieron que ceder o compartir su espacio de evocación a las ceremonias  monumentos laicos que construyeron sus propios lugares de peregrinación, sus propias oraciones a la bandera o sus propias liturgias encarnadas en desfiles y despliegue militares.

Las conmemoraciones y evocaciones históricas sirven al celebrante como rito de apropiación, en su favor, de las características del héroe o del hecho extraordinario que  se rememora, de ahí la conveniencia tener ciertas precauciones con las conmemoraciones que gozan de patrocinio oficial, en tantos sirven como legitimadoras de proyectos en los que no necesariamente una historiografía que pueda llamarse democrática debe estar de acuerdo, para no perder una de sus funciones más democráticas que es, precisamente, la de servir de conciencia crítica de la sociedad.

Las celebraciones nacionales han tenido como característica  y propósito el fortalecimiento del celo nacionalista o del revolucionario, según sea el caso. Colombia, en los doscientos años de la fecha que se ha convenido como la de la primera declaración de independencia nacional, ha optado oficialmente por festejos encaminados al renacimiento del sentimiento de patriotismo a cambio del revolucionario. Las viejas huestes campesinas de las milicias independentistas aparecen en la propaganda oficial televisada combatiendo al lado del sofisticado ejercito nacional, en un ejercicio transhistórico que paradójicamente legitima la institucionalidad actual con recurso a la lucha institucional pasada y que, de paso, domestica al ejercito de rebeldía pasada, que reclama derechos a los propósitos legitimadores de las expresiones del quehacer político actual.

La Revista Estudios Políticos quiere aportar a esta conmemoración y para ello en la presente edición, se ocupa de publicar una sección temática con algunos trabajos que, desde diversas aproximaciones dan cuenta de temas y problemas de las dos últimas centurias desde perspectivas múltiples como parte del aporte que puede hacerse desde la universidad al balance de dos siglos de instituciones republicanas como marco institucional de nuestra organización jurídico-política.

Julio César Gaitán Bohórquez

Diana Paola Herrera Arroyave

Editores invitados