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Colombia Internacional
Print version ISSN 0121-5612
colomb.int. no.64 Bogotá July/Dec. 2006
Rodolfo Masías Núñez1 y Federico Segura Escobar2
1Profesor Asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes.
2Politólogo, Universidad de los Andes.Actualmente estudiante de la Maestría en Ciencia Política y de la Facultad de Economía de dicha Universidad.
Resumen
Este artículo ofrece una primera aproximación analítica al reciente proceso electoral peruano, que condujera por segunda vez a la presidencia, a Alan García Pérez. Se trata de un proceso de cuyo carácter todavía no es posible establecer tesis concluyentes, en buena cuenta debido a su proximidad y la falta de más información. Con el propósito sobretodo de informar, se ensayan, al tiempo, algunas reflexiones que sirven de bases al debate sobre la política en el Perú. El trabajo, así, se concentra en describir la primera y segunda vuelta electoral, los factores que podrían explicar los resultados habidos, especialmente el triunfo de Alan García y la configuración política del Congreso resultante. Al final se proponen algunas conclusiones generales sobre el proceso.
Palabras clave:Perú, elecciones, opinión pública.
Abstract
This article offers a first approximation to the recent electoral process that took Alan García Pérez to his second presidency. This is a process for which is not possible to give concluding remarks, mostly because of how recent it is and the lack of information available. With the intention to inform, we make some reflections germane to the Peruvian political debate.The article describes the first and second rounds and the factors that help explain the results, especially Alan García" s victory of and the resulting party composition of Congress. In its closing section, the article advances some general conclusions about the process.
Key words:Perú, elections, public opinion.
Introducción
El 28 de julio pasado, día en que se celebra la independencia nacional y en las instalaciones del Congreso de la Republica, asumió el gobierno del Perú Alan García Pérez, luego de derrotar en segunda vuelta al menos conocido, menos experimentado y de tono radical Ollanta Humala. Es la segunda vez, luego de 21 años, que este líder político del histórico Partido Aprista Peruano (APRA), se convierte en presidente del país (2006-2011).A diferencia de su primer mandato, el gobierno no goza de mayoría parlamentaria, ni del amplio apoyo popular con que contara en 1985; será un gobierno con una nutrida y aunque no sólida oposición, con controles inéditos, puesto que, sobretodo, pesa sobre el propio Alan García y su partido el recuerdo de una anterior gestión sumamente desafortunada. No es todavía neto el significado de tal resultado para la historia del Perú, al menos en el sentido de una orientación a favor de la delicada consolidación de su democracia: a ojos de un observador desprevenido, el último proceso electoral parecería repetir costumbres y cultura política, personajes y estados de ánimo recurrentes del electorado; mas, penetrando bien en su complejidad, no es posible, al tiempo, dejar de registrar también señales de cambio, esperanzador, cuando no de una historia política bastante dinámica y sorprendente. Paradójicamente, en una primera reacción sobre lo acontecido, podrían ser señales de cambio el triunfo mismo de Alan García, que la vieja derecha se haya corrido algo al " centro" , que el rechazo a la política y los políticos tradicionales se haya encarnado en un líder como Ollanta Humala y que para ganar hubiera habido tácticamente que sumar y no disgregar3. Empero, más crucial pudiera resultar detenerse a analizar sobre cómo este proceso reciente habría de llevar a superar los grandes desafíos que la política del Perú de los últimos 25 años ha planteado. Básicamente, una buena fórmula para caracterizar estos problemas es la de la endeble y siempre truncada institucionalización del sistema político y de la arena de los partidos en el Perú. Es la situación de una falta de continuidad democrática (o de una mayor probabilidad de continuidad democrática, tal vez), de la existencia de unas reglas de juego respetadas, que no puedan ser relativizadas y cuestionadas a capricho y de acuerdo a unos deseos personalistas que se arrogan, cada cierto tiempo, el " orden" y el " cambio" . La situación abierta con el nuevo proceso se posa en una todavía debilidad extrema del estado y las instituciones políticas, en exangües actores sociales y políticos, y todo ello en un contexto de seculares postergaciones e injusticias sociales. En lo que toca a los partidos, los retos de la democracia en el Perú son también urgentes y onerosos, máxime cuando las relaciones de representación reflejadas en las elecciones parecen reproducir los viejos problemas. En la campaña electoral no se pudo constatar algo así como una firme relación orgánica entre partidos y actores sociales, una situación en que estas organizaciones pudieran encauzar la representación o reflejar los diversos intereses en la sociedad. De hecho, el encumbramiento de un político como Ollanta Humala y su organización como la segunda fuerza electoral, no hace si no deducir la vigencia, en una porción muy significativa de la población, de unos sentimientos antipartido, de su deslegitimación y desprestigio, aunadas o complementadas con una falta de confianza en la eficacia de la democracia o en la tentación autoritaria4.
En este artículo se pretende ofrecer una primera aproximación interpretativa y tentativa al reciente proceso electoral. Se trata de analizar un proceso de cuyo carácter todavía no es posible establecer tesis concluyentes, en buena cuenta debido a su proximidad. Con el propósito sobretodo de informar, se ensayarán, al tiempo, algunas reflexiones que sirvan de bases al debate sobre la política en el Perú. El trabajo, así, se concentra en describir la primera y segunda vuelta electoral, los factores que podrían explicar los resultados habidos y especialmente el triunfo de Alan García y la configuración política del Congreso resultante. Al final se proponen algunas conclusiones generales sobre el proceso.
A manera de exordio
Alan García Pérez es el sucesor de Alejandro Toledo, quien resultó presidente del Perú en el año 2001, luego de un corto gobierno de transición presidido por el respetado conciliador Valentín Paniagua. Este país cerraba con dificultad, si se puede afirmar así, el nefasto capitulo de autoritarismo abierto por Alberto Fujimori que llevó al Perú, durante la década del 90, a la estabilidad macroeconómica, el crecimiento y la seguridad, desactivando a Sendero Luminoso, a costa del desarrollo de una vida política democrática y de unas reales mejoras en la calidad de vida de la población5. Hacia los años 90, luego de dos gobiernos elegidos por voluntad popular, cuando se hacía difícil un retorno a un pasado de caudillismos y arbitrariedad, donde el juego democrático parecía ser el sistema más conveniente,Alberto Fujimori sorprendió no sólo por encaramarse como un dictador, sino por haber permitido una perversa conjugación eficaz entre autocracia y extrema corrupción. Los partidos tradicionales casi se extinguieron en aquel momento, la movilización popular, tan protagónica en las décadas anteriores, también padeció los efectos de un gobierno con una relación clientelista e instrumental con el pueblo6. A Alejandro Toledo le cupo la difícil tarea de sustentar y dar continuidad al retorno a las reglas del estado de derecho y a los gobiernos elegidos mediante elecciones. Fue un gobierno difícil, tanto por las limitaciones que mostró como mandatario, como porque recibió un pasivo político en que todo parecía (debía) ser refundado, menos en materia económica7. La " popularidad" de Toledo, medida por encuestas, sólo hasta el final de su gobierno, en que experimentó un salto importante, siempre fue exigua. Si bien durante su mandato se promulgaron sendas leyes a favor del fortalecimiento de los partidos y se condujo la política en pro de un futuro gobierno también democrático, el balance no fue del todo satisfactorio, ciertamente por la gravedad de la situación generada por el régimen dictatorial, que para algunos significó el puntillazo a un proceso de colapso de los partidos incubado en décadas anteriores.
Son estas condiciones generales, que aunque de relativo bienestar económico, pues el Perú con Toledo siguió creciendo, en un desempeño económico muy superior a otros países de América Latina, en que se produce la campaña electoral del 2006. Una hipótesis, más de corte estructuralista, hubiera podido predecir el comportamiento electoral de partidos y electorado a la luz de la vigencia y fuerza de esos factores o " constantes" que han caracterizado la política en el Perú. Sin embargo, este proceso reciente desarrolla ciertos rasgos que, inscritos en tal pasivo, pueden interpretarse como señales de ruptura.
Los electores
El voto es obligatorio en el Perú8. Esta vez, la población, o el conjunto de los electores hábiles para votar, llegó a los 16.494.906 de ciudadanos, cifra que representa el 58,28% de la población nacional (Ver Tabla No. 1). En términos generales, se trata de una población " joven" y de bajo " nivel educativo" , en que se revelan unas marcadas y diferenciales condiciones por género. Alrededor de 45% del total se halla, tanto para hombres como mujeres, entre 18 y menos de 35 años. En cuanto a grado de instrucción, es de anotar que, sólo 12,45 % para hombres y 11,69% para mujeres, sean los que hayan culminado estudios superiores. Casi la mitad de esta población (47,14% de hombres y 42,06% de mujeres) tiene secundaria completa. En este conjunto existen también electores iletrados y con primaria incompleta, además de aproximadamente un 20% que sólo completaron la primaria. Cabría anotar que en aquel segmento, de entre 18 y menos de 35 años, que equivale a casi la mitad de la población, están en efecto los que nunca votaron, los que nacieron prácticamente en la era Fujimori y los que empezaron a votar durante las elecciones que se dieron en su régimen. Si bien habría que comprobarlo con las asociaciones estadísticas del caso, puede conjeturarse el peso explicativo de este segmento, dado su pasado electoral y experiencia política, en los resultados conocidos.
El electorado peruano, al menos en lo que toca a zonas urbanas, ha venido formando su opinión política, mayoritariamente, mediante la televisión y mucho menos por la radio o los diarios.Así parece haber ocurrido también en el reciente proceso electoral. Según una encuesta preelectoral de la Universidad Católica del Perú (2006), el 65% lo hace de ese modo y el 18% toma como referente la radio (Ver Tabla 2). Como hace muchos años, al menos desde los años 80, es la televisión la que acapara la función informativa respecto del electorado y por donde pasan con mucho las influencias que más tarde han de convertirse en votos concretos a favor de uno u otro candidato. Como ha sido anotado por Tanaka (1998), el espacio de los medios, especialmente la televisión, es la arena por excelencia de competencia electoral que permite los triunfos o las derrotas,muy por encima del ámbito del movimiento social y las organizaciones gremiales. Si bien es cierto que el uso de medios depende de la capacidad económica de los partidos y de una estrategia de mercadeo político precisa, la primera vuelta de este proceso se caracterizó porque éstos favorecieron la candidatura de Lourdes Flores contra Ollanta Humala y el propio Alan García. Lo mismo ocurrió con este último, quien recibió el beneficio en segunda vuelta y contra Humala, de las más importantes compañías de televisión y radio.
Hacia el tramo final de la campaña electoral, es decir, aproximadamente desde diciembre de 2005, a tan solo 4 meses de la primera vuelta, y ya con una cuantiosa información sobre partidos, candidatos y programas, la mitad el electorado peruano no tenía aun una decisión electoral firme (Ver Tabla 3). La indecisión, que se redujo en los meses posteriores, en febrero todavía representaba un 41%.Todo parece indicar que, a diferencia de otros procesos, decidirse por un candidato resultó una tarea ardua, dilemática, que redundó en altas cuotas de incertidumbre respecto del resultado final, tanto en primera como en segunda vuelta. Así, por ejemplo, no obstante que Lourdes Flores Nano, la candidata conservadora, hubiera encabezado las encuestas de intención electoral, a pocos meses de la primera vuelta su triunfo, paradójicamente, no era seguro.Tal fenómeno masivo de indecisión tiño las estrategias electorales: visto el electorado indeciso como un segmento crucial, la atención se posó en poder captarlos. La indecisión puede asociarse con la desconfianza en los partidos y los políticos, con una especie de sabia paciencia hasta que decanten ofertas de gobierno, y especialmente, en este proceso, con un sentimiento de insatisfacción por los candidatos, puesto que, finalmente, ni Lourdes Flores, ni Alan García, ni Ollanta Humala colmaban las expectativas de muchos peruanos9. Todos eran poseedores del algún pecado al decir popular.
Especialmente para la primera vuelta electoral, cabe preguntarse sobre los factores en que estriba la decisión electoral. Es interrogarse por el razonamiento, lógica o cálculo que desarrolla el elector actualmente en el Perú. En anteriores procesos, poca duda cabe que la personalidad y experiencia de un candidato o su filiación partidista, contra los programas de gobierno, eran los factores determinantes de la preferencia electoral. Estos patrones parecen haber cambiado en algo, pues hay evidencias de un razonamiento que incorpora, en la toma de un curso de decisión, los planes de gobierno, mas no por el partido o la tendencia política. La intuición sobre este giro es lo que parece explicar por qué las campañas tuvieron como centro la exposición de tales planes. De cualquier manera, la persona y la personalidad siguen siendo un elemento que define el voto (Ver Tabla 4).
Candidatos y fuerzas políticas en contienda
En el proceso electoral que se viene describiendo, la oferta electoral estuvo conformada por 21 agrupaciones políticas, un conjunto variado de opciones que, en teoría, copan todas las posibilidades ideológicas de cualquier espectro posible y que ciertamente dificultan la decisión electoral (Ver Tabla 5). Esta dispersión en la arena de los partidos es una expresión de su persistente debilidad institucional y de la imposibilidad de representación que guardan. En ese conjunto pudo constatarse la existencia de agrupaciones conformadas tan solo por la inminencia de la competencia electoral, sin ningún otro objetivo que probar suerte (" Con fuerza Perú" , " Perú ahora" ); las que quisieron proponerse como alternativas a las agrupaciones políticas con raigambre en partidos tradicionales (" Concertación descentralista" ); y las que cuentan con una historia más larga de presencia en el sistema político (" Partido Aprista Peruano" , " Unidad Nacional" ). No es fácil interpretar estos movimientos en el ámbito de los partidos como una tendencia a la renovación. Habría que preguntarse de qué tipo de renovación se trataría, pues nuevas etiquetas y nuevos personajes no hacen necesariamente al cambio político. Sea como fuere, la izquierda tuvo representación (" Partido Socialista" , " Movimiento Nueva Izquierda" ), el centro la tuvo de manera numerosa (" Frente de Centro" , " Concertación Descentralista" y el mismo partido aprista) y la continuidad o la derecha tuvieron varios exponentes (" Unidad Nacional" , " Fuerza Democrática" y " Y se llama Perú" , entre otros). Igualmente, aquella tendencia que favorece la independencia partidista y la ya no tan novedosa oposición a las reglas de juego prevalecientes (" Unión por el Perú," Avanza País" ).
Ambiente electoral, campañas e intención de voto
Como ocurre cuando hay procesos electorales en el Perú, poco a poco, con el paso de los meses, se percibe un ambiente social cada vez más copado por el curso de las campañas. Podría decirse que el ambiente se calienta, la opinión pública hace eco de las disputas y debates políticos, está atenta mayoritariamente al decurso de los hechos.Todo ese síndrome de apatía y desinterés por la política de muchos, circunstancialmente va quedando atrás, morigerándose, pues, como se sabe, el voto es obligatorio y en tal sentido alguna decisión habrá de tomarse. En este proceso hubo un notorio y claro estado de ánimo electoral en términos generales, es decir, se notó mucho interés por la contienda. El aumento del interés en este caso, está muy asociado, sin embargo, a lo que hacen los medios de comunicación y a los esfuerzos de las agrupaciones y candidatos por hacerse conocidos y convencer a los electores. En el Perú, ya fue señalado, los medios se han convertido en los canales por excelencia de transmisión de los mensajes electorales, son éstos, concentrando cada vez más en sus agendas de información el discurrir de los acontecimientos, que van dejando con pocas opciones, que no sea otra cosa que pensar o hacer cálculos electorales, a los ciudadanos aptos para votar. Si bien los medios informaron sobre planes de gobierno y los confrontaron, también se hicieron eco de esa tendencia a propalar episodios de escándalo que pueden desacreditar a los candidatos. Especialmente a Humala y a Alan García les tocó capear noticias acerca de su falta de autoridad moral y de un pasado indecoroso11. Si se tratara de hacer un balance acerca del desarrollo del proceso electoral, podría decirse que fue bastante ordenado, en los cánones del debate de ideas, en que no lograron predominar los golpes bajos o las acusaciones morales sobre la vida personal de los candidatos. Esto fue cierto incluso para Ollanta Humala, sobre quien las fuerzas conservadoras y el APRA descargaron toda suerte de vituperios. Por sobre todo ello resultó ganador en la primera vuelta.
Si bien las fuerzas políticas desarrollaron campañas autónomas12, especialmente las tres principales (Unidad Nacional del Lourdes Flores, Partido Aprista de Alan García y Unión por el Perú, de Ollanta Humala), con el correr de los meses anteriores al día de la primera elección, fueron cruzándose, de manera que empezaron a tocarse o a desplegarse unas en función de otras. Podría decirse que fue una campaña con tres fases muy marcadas y muy a tono con los resultados de las encuestas de intención electoral13. Toda una primera fase estuvo condicionada a los resultados que, por meses, al menos hasta enero de 2006 (Ver Tabla 6), daban como ganadora a Lourdes Flores, yendo a segunda vuelta con Alan García. Una segunda estuvo asociada al fenómeno repentino de incremento de la preferencia a favor de Ollanta Humala quien, hacia junio de 2005, un año antes de la primera vuelta, tan solo se veía favorecido con el apenas 3% de la intención y que hacia enero del 2006 llegara en promedio a un 22%, encumbrándose como el segundo candidato más fuerte, dejando en tercer lugar a Alan García. La última fase tuvo efecto cuando la intención daba como triunfador en primera vuelta a Ollanta Humala y las encuestas pronosticaban una reñida competencia entre Lourdes Flores y Alan García por el segundo lugar. La segunda vuelta, conocidos los resultados del 9 de abril, tuvo una forma de manifestación bastante diferente. Se trataba ya de un duelo donde todo volvía a empezar, es decir, un proceso electoral nuevo.
Sobre la primera vuelta
Las elecciones realizadas el 9 de abril de 2006 dieron como vencedor al candidato del partido Unión por el Perú, Ollanta Humala. Humala obtuvo 3.758.258 votos o el 30,616% de los votos válidos, lo que lo llevó a una segunda vuelta por el cargo presidencial (Ver Tabla 7). El candidato del Partido Aprista Peruano, Alan García, obtuvo 2.985.858 votos o el 24,324% de los votos válidos, pasando a la segunda vuelta con el primero. Lourdes Flores, quien se posicionaba en las encuestas de opinión como la candidata fuerte para pasar a segunda vuelta, obtuvo 2.923.280 votos o el 23,814% de votos válidos. La dramática diferencia de votos entre Flores y García fue de tan solo 62.578 votos. Saber quién de los dos pasaría a segunda vuelta tomo varios días, hasta esperar los resultados oficiales. Se trató de una tensa situación, tanto así como los representantes de cada agrupación pelearon voto a voto el conteo de las cédulas electorales. En esta primera vuelta, el 11,87% de los votos válidos fueron en blanco y el 4,23% de los votos emitidos fueron nulos.
El conjunto de estos desenlaces electorales expresan bastante las paradojas y escisiones de la sociedad peruana, esas " constantes" que impresionan por señalar una contumaz ausencia de cambio. Así, con mucho, este ultimo proceso evoca aquel de 1990, hace 16 años, en que Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa disputaron la presidencia. Para empezar, gana el candidato menos conocido o más desconocido, el que no podía contarse entre los miembros de la clase política tradicional, sino más bien entre aquellos que quieren ensayar suerte o empezar recién una carrera pública. Es el político que gana sorprendiendo a ciudadanos y analistas, el que las encuestas no daban posibilidad alguna de triunfo. Es el político que se hace de un discurso radical, más pasional que programático, en términos de propuestas concretas de gobierno; que apela a prejuicios sociales y culturales, a los resentimientos y la revancha social.Y es el líder político que quiere encabezar una cruzada de renovación plena, refundando las reglas de juego. Ciertamente, es también el político que rechaza a los políticos y la política tradicional y quiere convertirse en el salvador. En el Perú, desde hace ya décadas, hay un caldo de cultivo para este tipo de desempeño en las competencias14. Es un terreno abonado, por decirlo así, importante y decisivo para tal juego político, pues no hace si no representar unos patrones estructurales de la sociedad peruana, que en política se expresan en un rechazo a más de lo mismo. Humala en efecto fue un gran intérprete de esos sentimientos. Se debe resaltar que el vencedor en esta primera vuelta es un líder que supo ocupar el lugar de outsider. Este hecho resalta el problema en el Perú de la debilidad del sistema de partidos y la constante amenaza que un político y un partido, ajenos a la consolidación partidista, logre obtener una participación importante en una contienda electoral, como fue el caso de Fujimori en 1990.
En todo este resultado, no deja de sorprender de igual modo el que Alan García haya ocupado el segundo lugar, pues, en una mirada de más largo aliento, es un verdadero triunfo para el APRA, aún cuando no hubiese obtenido finalmente el gobierno. Este partido debió remontar su propia crisis de los años 90, luego de su fracaso gubernamental, y el fenómeno de colapso del sistema de partidos que se expresó en niveles muy bajos de apoyo electoral en las elecciones posteriores, para los llamados partidos tradicionales. Es posible conjeturar que otro habría sido el resultado para este partido de no haber contado con la figura de Alan García, líder connotado por sus habilidades oratorias, persuasivas y su gran preparación en las cuestiones de estado. Sin embargo, hay que anotar la importancia del APRA como organización, quizá el partido más sólido del Perú actual y eso que se conoce como el " pueblo aprista" , fenómeno sociológico que da cuenta de una experiencia política de lealtad y de tradición por este partido.A todo juicio, el fortalecimiento del APRA es uno de los resultados más notables de este proceso.
Ahora bien: ¿por qué no ganó Lourdes Flores? Lourdes Flores, quien obtuvo el tercer lugar en esta primera vuelta, representó para los votantes, en general, lo que se puede considerar una candidata de " derecha" . Por más que actuó con moderación, evitando el debate que no fuera de planteamientos de gobierno; por más que orientó su campaña a los estratos más bajos y emitiera mensajes de un gobierno con inclinaciones de centro, la imagen de ser la candidata de los ricos y de estar rodeada de políticos caducos, impidió que obtuviera mayor apoyo. Siguiendo la tesis del predominio de la arena mediática en el Perú, se esperaría que el fuerte despliegue mediático y apoyo incondicional de varios medios hacia Flores, la llevara a una victoria en primera vuelta, lo cual no fue así.
En el departamento de Lima, Lourdes Flores fue la vencedora con 34.202% del total de votos válidos. Ollanta Humala obtuvo 23.723% y Alan García el 21.841% (Ver 8). Los votos por Lourdes Flores en el departamento de Lima, representan el 55.15% del total nacional, para Alan García representó el 33.2% del total nacional y para Ollanta Humala fue de 29.34%. El departamento de Lima contuvo, en esta primera vuelta, el 36.76% del total de votos válidos, por lo tanto se puede pensar en una alta concentración de votos de Lourdes en el departamento. Lima no sólo representa el 36.76% del total de votos nacionales sino que es el distrito electoral que más escaños tiene en el Congreso. Flores obtuvo la mayoría de votos en Lima, pero fue justamente esa fuerte concentración ahí, que significó a la larga su gran desafío no satisfecho de captar más votos en otras regiones (Ver tabla 8), lo que la llevó a estar en desventaja con el Partido Aprista Peruano que logró cubrir el territorio nacional, sobretodo en el norte (La Libertad, Lambayeque y Ancash), y con Ollanta Humala que logró obtener votos tanto en Lima como en la Sierra (Arequipa,Ayacucho, Cusco y Puno entre otros).
En un intento por identificar la correspondencia ideológica entre, por un lado, candidatos y partidos y, por el otro, votantes, es decir qué espacio del espectro ideológico primó tanto en la decisión del ciudadano como en la búsqueda de votos, se puede decir que en esta primera vuelta fue el " centro ideológico" el que acaparó la disputa y el que parece explicar esa repartición tan pareja del electorado entre las tres fuerzas más importantes15. En el Perú se viene dando un proceso de concentración hacia el centro, con una tendencia hacia la " derecha" , al menos en términos de una aceptación de políticas económicas neoliberales o antiestatalistas. Este patrón de identificación ideológica fue captado por las agrupaciones en competencia. Ollanta Humala, por ejemplo, de desarrollar un discurso inicialmente de izquierda y nacionalista, resultó posteriormente adhiriendo a propuestas que habían sido bandera de los grupos llamados de derecha. Alan García y el Partido Aprista Peruano, a su turno, no fue el partido de las banderas populares y antiimperialistas características e históricas.Todo indicó un viraje hacia la continuidad política y hacia planes económicos liberales. Fácilmente pudo ser identificado como un partido de centro-derecha. Un comentario aparte merece la izquierda peruana, sea tomando tan solo en consideración a las agrupaciones que así se autodenominaron. En esta primera vuelta obtuvieron prácticamente nulo apoyo, pues obtuvo solamente 94.873 votos repartidos entre dos partidos, el Movimiento Nueva Izquierda y el Partido Socialista.
Sobre la segunda vuelta
Alan García y Ollanta Humala se enfrentaron en segunda vuelta el 4 de junio de 2006. El Partido Aprista obtuvo un total de 6.965.017 votos lo que representó el 52,62% de los votos válidos, confiriéndole la presidencia del Perú. Humala obtuvo 6.270.080 votos para un 47,37% de votos válidos (Ver Tabla 9). La diferencia de votos por García entre la primera y la segunda vuelta fue de casi 4 millones de votos, mientras que la de Humala fue de tan solo dos millones y medio. En el caso del departamento de Lima, García tiene una diferencia de 1´871,369 votos, que es casi 3 veces la diferencia de votos de Humala. El departamento de Lima representó el 29.84% del total de votos nacionales para García, proporción que es menor que la observada en la primera vuelta. Estos resultados indican que García no sólo ganó en el departamento de Lima, sino que a nivel nacional también logró marcar una diferencia respecto a Humala. Es de destacar en esta segunda vuelta el alto número de votos nulos, 1´075,089, esto es el 7.43% del total de votos emitidos, cifra bastante alta, teniendo en cuenta que la diferencia porcentual de votos entre García y Humala es de 4.8%.
La segunda vuelta fue todo un nuevo capitulo, con sus propios condicionamientos y necesidades, en este proceso electoral. Ganó quien pudo reunir más votos de las otras fuerzas políticas y quien pudo reflejar una imagen de mal menor. Esta fase del proceso vio a un candidato Alan García con prácticamente todo a su favor. Humala no pudo contrarrestar su imagen de líder autoritario y de propuestas improvisadas. Al final, si bien logró arrastrar votos, no fueron suficientes para ganar. El llamado fenómeno Humala quedó así reducido a su movimiento y a sus votantes fieles.En cambio, Alan García, no necesariamente por convencer ideológicamente, sino más por el temor a Humala de todos los otros votantes que no votaron por él en primera vuelta, logró captar ese cuantioso capital, en su mayoría proveniente de los sectores que dieron su voto a Lourdes Flores. Ciertamente, la segunda vuelta se presentó como una circunstancia, por así decirlo, inédita y por ello sorprendente en la política peruana. Un desenlace a todas luces imprevisto.Y es que no era claro y no lo fue, desde que el proceso empezó, ni que Humala hubiese estado tan cerca de gobernar el país, como que tampoco Alan García pasara a segunda vuelta y fuera su triunfador. En un primer nivel de análisis, era algo fuera de toda lógica.
Acerca del triunfo de Alan García
Pero sobre el triunfo de Alan García es posible todavía refinar más el análisis. A partir de los datos de la encuesta de opinión muy próxima a la segunda vuelta, realizada por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el triunfo de Alan García se podría explicar, aparte de unas particulares circunstancias que se confabularon a su favor, por ser un político " experimentado" ; aunque se debe resaltar el hecho que una razón también fuerte para votar por él fueron sus propuestas (Ver Tabla 10). Además, pese a su pasado, García es asociado con la democracia, observación que no sorprende, pues siendo presidente de 1985 a 1990, respetó las reglas de juego básicas de este sistema y convocó a nuevas elecciones al final de su mandato (Ver Tabla 11). El recuerdo de su política económica " heterodoxa" con la nacionalización de la banca y el rechazo al pago de la deuda externa, que le significó al Perú una caída fuerte a nivel real, con un promedio de -1% en el período presidencial, acompañada por una inflación promedio de 1.979,01%, no fue un factor decisivo o que hiciera peligrar su triunfo. Alan García recibió el apoyo tanto de Lima como del resto del país en la segunda vuelta.
La imagen de Alan García estuvo también asociada con los estratos más altos del país, pero no exclusivamente, como lo fue en el caso de Lourdes Flores. Esto le permitió a García capturar los votos de Flores, manteniéndose en el centro del espectro ideológico y capturando los votos del " votante medio" . A este factor ideológico y de representación de las clases sociales del Perú, se suma la dispersión positiva del voto Aprista, pues éste no se concentró en un área geográfica específica, como fue el caso de Flores. El reparto bastante proporcional del voto aprista entre los estratos socioeconómicos, ayuda a explicar también el desenlace conocido (Ver Tabla 12). El voto por García es independiente asimismo del género de los votantes. Es interesante resaltar, además, que los votantes jóvenes tuvieron una mayor inclinación por García que por Humala. Esta inclinación se puede explicar por el hecho que estos votantes no tienen en memoria su anterior gobierno. Por su parte, los votantes de más edad mostraron una mayor intención de voto por Humala.
En esta búsqueda de variables explicativas del triunfo de García cabe mencionar el hecho que la opinión pública tendiera a reconocer en García un gobierno de continuidad con las políticas económicas del gobierno de Toledo, que tuvo resultados favorables para el país. Como es sabido, el país creció en promedio 4,19% de 2001-2005 y tuvo una inflación promedio de 1,94%. La imagen de un Ollanta Humala violento, improvisado y antisistema, básicamente enfrentado a los grandes capitales, además de su relación con el presidente Chávez de Venezuela, benefició a Alan García, pues en la segunda vuelta logró captar votos del sector empresarial y quienes se inclinan por una economía de mercado con poca intervención estatal.
Por ultimo, conviene señalar la procedencia de los votos que arrastró García para obtener la presidencia (Ver Tabla 13). Los votantes por el Partido Aprista en primera vuelta mantuvieron su fidelidad conocida en la segunda vuelta. De hecho, García es quien tiene la más alta fidelidad de voto. La mayoría de quienes votaron por Flores en primera vuelta, mostraron una intención de voto por García. Este resultado se asocia a la ubicación ideológica de García en este proceso, quien, comparativamente, estuvo más cerca de Flores que de Humala. Siguiendo este razonamiento, un importante sector de quienes votaron por Martha Chávez en la primera vuelta, mostraron intención de votar por Humala en la segunda16. Martha Chávez era la candidata que apoyaba al gobierno de Fujimori y sus políticas, lo cual indicaría que aquél sector de quienes prefieren candidatos cercanos a los outsiders, tienden a votar por outsiders.
El nuevo Congreso: composición y correlación de fuerzas
El Perú tiene un congreso unicameral (120 escaños), con circunscripción departamental y uno distrital, y la repartición de escaños se hace con la fórmula de cifra repartidora. El partido Unión por el Perú, fue el que más escaños obtuvo, con 45. El Partido Aprista consiguió 36 escaños y el partido Unidad Nacional 17 (Ver Tabla 14). Este resultado indica que ninguno de los tres primeros partidos del Congreso tiene mayoría simple, lo que hace necesario la búsqueda de alianzas. Aún suponiendo que el partido de Lourdes Flores, Unidad Nacional, se aliara con el Partido Aprista, no conseguiría la mayoría simple, pues llegarían a tener sólo 53 votos de 120.
El nuevo Congreso peruano, con 7 partidos políticos, no está tan dividido como el de 2001-2006, donde legislaron 11 partidos (Ver Tabla 15). El distrito de Lima fue el que más escaños obtuvo, con un total de 35, seguido por el departamento de La Libertad y Piura, con 7 y 6 escaños respectivamente (Ver Tabla 16). Es de resaltar que la candidata con más votos para este nuevo congreso fue Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori y quien encabezaba la lista del partido Alianza por el Futuro, que resultó cuarta fuerza en el Congreso 2006- 2011 (Ver Tabla 17).
Se puede afirmar que el nuevo gobierno se ejecutará con oposición, al menos de la agrupación Unión por el Perú, de Ollanta Humala, siempre y cuando logre consolidarse como partido y como bancada.A Unión Nacional, de Lourdes Flores, le comportará la estratégica posición de ser una fuerza dirimente en la correlación de fuerzas en el Congreso. Este panorama se asienta en un gran descrédito de esta institución, desde el punto de vista de la poca confianza que los peruanos le depositan. Es una institución del Estado, conjuntamente con otras,muy desprestigiada. Las cifras oficiales de votos viciados y blancos correspondientes a la elección para el Congreso son, en mucho, superiores a la de la elección presidencial. Para esta última sobrepasan los 2 millones de votos y para el Congreso, casi llegan a los 4 millones. Esta cifra excede la cuarta parte de los votos nacionales realizados, cifra muy superior al porcentaje de votos conseguidos por la primera fuerza electoral (Unión por el Perú) en el Congreso. El reto será, evidentemente, y para bien del Perú, remontar la falta de legitimidad.
Reflexiones finales
Es difícil dejar las pasiones a un lado cuando se trata de los destinos del Perú. Por ello, aún cuando hay un nuevo gobierno elegido democráticamente y un Congreso, en algún modo diferente, este proceso deja la sensación de vacíos marcados y de ausencia de cambios más significativos en la consolidación de la democracia.Todo indica que se está en una democracia todavía vulnerable. Es un país políticamente acosado por el pasado, con muchas cuestiones de fondo por resolver. Este proceso reciente no satisface plenamente, desde el punto de vista de todos esos factores que dieron cuenta de los resultados conocidos y, en efecto, de la manera cómo se desenvolvió. Sin embargo, hay visos de cambio también. Unas nuevas tendencias que parecen venir cuajando desde hace algunos años, paradójicamente. Un asunto importante de resaltar, en este sentido, es la tendencia a la concentración o a la necesidad de concentración, tanto partidista como por parte de los votantes. La resultante prefigura, por así decirlo, tres " partidos" fuertes, en un reparto bastante proporcional del electorado, y como consecuencia el imperativo futuro de sumar fuerzas. Todas las demás agrupaciones obtuvieron una ínfima cantidad de votos. Parece haber una señal clara que toda agrupación ha de tomar en cuenta en los próximos eventos electorales. Aún siendo por razones estrictamente electorales y de las circunstancias propias del ultimo proceso, parece haber una tendencia, también, a preferir las propuestas políticas que se ubican en el centro ideológico y en planes de gobierno no radicales o no refundadores. Hay una suerte de votante promedio que evita los extremos o prefiere la conciliación, un sector que busca el centro por costoso que sea precisarlo. Es un Perú menos " izquierdista" , en los términos de una izquierda tradicional, pero con un segmento poblacional fuerte que tiende a las soluciones antisistema. Esta situación es la que preocupa. La " derecha" , por su parte, recibe la lección de replantearse totalmente. Algo indica que en el Perú las fuerzas de la conservación tienen que adecuarse a los mandatos del pueblo. Se necesita más que visitar " pueblos jóvenes" . Otra señal a resaltar, en la línea de un fortalecimiento de la cultura política, es el hecho de que los votantes peruanos, en términos generales, parezcan desarrollar cadenas de razonamiento un poco más allá de las pasiones y prejuicios, para posar su decisión en información y en los planes de gobierno. El llamado voto crítico o de opinión es una realidad. En esta reflexión no es posible dejar de hacer mención al desempeño del Partido Aprista y la izquierda. A todas luces quedó clara su regeneración como el partido más fuerte y decisivo en esta nueva fase de la democracia peruana y su capacidad para conformar y aprovechar un espacio de centro. La izquierda, a su turno, no ha podido remontar la crisis que la postró, desde los años 90, a ser sólo partidos de escasísima representación, pequeñas conglomerados casi sin influencia política.
3En este proceso, como se verá después con más detalle, resultó mucho más productivo conformar alianzas electorales que la vieja fórmula de participar individualmente.
4Este fenómeno ha sido un problema serio en el Perú, las cifras son bastante elocuentes. Según la encuesta de opinión del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, noviembre 2005, están con la democracia peruana " Poco satisfecho" 41.1% " Nada satisfecho" 50.3%. Sea este el momento para puntualizar la calidad de las fuentes utilizadas en este trabajo. Sin duda son las que provienen de las instituciones de mayor reconocimiento por su rigor académico y objetividad.
5Sobre la naturaleza y significado del régimen fujimorista puede consultarse los magníficos ensayos de Cotler (2001) y Grompone (2001).
6Para efectos de un análisis de los partidos en la época de Fujimori y de lo que se ha denominado el colapso del sistema de partidos en el Perú, puede consultarse Tanaka (1998) y Gonzáles (1997).
7Tanaka ha profundizado bastante bien en las características especiales del gobierno de Toledo, véase Tanaka (2003).
8Conviene aprovechar este momento para describir los principales mecanismos electorales en el Perú. El periodo presidencial y congresal dura 5 años. El presidente es elegido al obtener 50% mas 1 de los votos válidos (el total de " votos válidos" excluye votos blancos, nulos e impugnados). De no lograrse esta condición se convoca a una segunda vuelta electoral en que participan los dos primeros candidatos con mayor votación. El congreso, por su parte, es unicameral y esta conformado por 120 miembros. La obtención de escaños resulta de la aplicación de la fórmula D" Hondt por circunscripción electoral para aquellos partidos que hayan superado una " valla electoral" del 4% de los votos válidos nacionales. Cada departamento de la división política del Perú es una circunscripción (más la circunscripción especial constitucional del Callao) con derecho a un escaño. Los escaños adicionales se reparten proporcionalmente a la población de cada entidad. Existe " voto preferencial" con dos opciones por lista.
9La encuesta realizada por el Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, de noviembre de 2005,muestra altas cifras de desconfianza por los partidos: 92. 2 % no confía en estos.
11Respecto de Humala se cubrió mucho sus supuestas fallas en cuanto a derechos humanos durante sus funciones militares en la sierra del Perú, hace algunos años.Y a Alan García por los niveles de corrupción alcanzados durante su primer gobierno.
12Autónomas en tanto fueron preconcebidas y planeadas de acuerdo a los intereses de cada agrupación y no necesariamente como acciones coyunturales desplegadas por efecto de la confrontación.
13El Perú no ha escapado a la tentación de hacer girar los procesos electorales en torno a los resultados de las encuesta electorales. Son una especie de actor político especial con quienes tienen que bregar tanto políticos como sus partidos.
14Heraclio Bonilla ha sabido explicar muy bien este llamado fenómeno Humala.Véase Bonilla (2006).
15Se habla aquí de " centro" para referirse a posiciones conciliadoras respecto de extremos marcados y radicales, en cuestiones como reformar la Constitución, preferir las privatizaciones y una política económica neoliberal pero con énfasis en lo social, y una postura de aceptación o no al TLC.
1634% de los que votaron en primera vuelta por Chávez mostraron intención de voto por Humala en la segunda vuelta. Este porcentaje es a la vez el de mayor arrastre de votos de Humala respecto a los otros candidatos.
Bibliografía
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2 Auroi, Claude y Sandra BOSSIO (Comps.) 2002. ¿A dónde va el Perú? Balance del fujimorismo y preguntas para el futuro. Cuzco: IUED-CBC. [ Links ]
3 Bonilla, Heraclio. 2006." Humala, el ambiguo poder de un clan" . En UN Periódico<(i>. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. [ Links ]
4 Cotler, Julio. 2000." La gobernabilidad en el Perú: entre el autoritarismo y la democracia" . En El fujimorismo. Ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima: IEP. [ Links ]
5 Gonzáles, Efraín. 2000. Neocentralismo y neoliberalismo en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos-Consorcio de investigación económica. [ Links ]
6 Gonzáles, Osmar. 1997. " Fujimori, reflejo de la crisis de los partidos peruanos" . Cuadernos Americanos. Nueva Época. México: UNAM, Nro. 61,Volumen 1. [ Links ]
7 Grompone, Romeo. 2000. " Al día siguiente: el fujimorismo como proyecto inconcluso de transformación política y social" . En El fujimorismo. Ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima: IEP. [ Links ]
8 Tanaka, Martín. 1998. Los espejismos de la democracia. El colapso del sistema de partidos en el Perú, 1980-1995, en perspectiva comparada. Lima: IEP. [ Links ]
9 Tanaka, Martín. 2002. La situación de la democracia en Colombia, Perú y Venezuela a inicios de siglo. Lima: Comisión Andina de Juristas. [ Links ]
10 Tanaka, Martín. 2003. " El gobierno de Alejandro Toledo: ¿una oportunidad perdida? Lima: IEP, Mimeo. [ Links ]