Introducción
La celebración de elecciones primarias, entendidas como un tipo de mecanismo para nominar candidatos partidarios (Gallagher y Marsh 1988), constituye un momento significativo en la vida de cualquier entidad partidista (Katz 2001, 277-278; Schattschneider 1964, 89). Muchas veces involucran la posibilidad de avance dentro de la estructura partidaria y la posibilidad de controlar importantes recursos de poder, ya que los nominados serán quienes representen a la organización y de quienes dependerá el éxito o fracaso de la elección. Por lo tanto, obtener una candidatura es un recurso de poder clave en las organizaciones partidistas, especialmente cuando ganar elecciones se convierte en el objetivo principal de sus miembros (Freidenberg y Sánchez 2002, 321).
Los procesos de selección no solo afectan la política partidista, sino que también la reflejan (Rahat y Hazan 2001, 298). En este sentido, es necesario subrayar que la representación del partido ante la ciudadanía depende del resultado del proceso, pero también de la renovación de sus cuadros, del modelo de carrera dentro del partido, o de su disciplina y cohesión interna. Por lo tanto, la forma en que se decide quién será el candidato y la forma en que se implementa esa decisión pueden tener consecuencias importantes para el funcionamiento del partido, su relación con su electorado y sus copartidarios, y con otras instituciones del sistema político.
En América Latina, tras la proliferación del empleo de primarias abiertas como un método voluntario y unilateral para seleccionar candidatos presidenciales de partidos y coaliciones (Alcántara 2002; Carey y Polga-Hecimovich 2006), se ha extendido la adopción de esta práctica en las legislaciones de gran parte de los países de la región, como instancia formal o, incluso, como requisito obligatorio (Buquet y Gallo 2022, 296). Este es el caso de Honduras, que destaca como uno de los países pioneros en la región al haber adoptado tempranamente el sistema de primarias como un mecanismo de democracia interna en sus estructuras partidarias para seleccionar a sus candidatos a la presidencia, al Poder Legislativo y a los cargos municipales. Así, con el paso de los años, luego de ocho experiencias (cinco tras su reglamentación en 2004) se encuentran afianzadas, y su celebración es de gran relevancia no solo por la movilización y participación electoral generada, sino también por sus consecuencias para el sistema político hondureño.
Si bien la extensión generalizada de la utilización de primarias en distintas partes del mundo ha generado una prolífica literatura centrada en su aplicación, sus características y efectos, son escasos los trabajos que centran su atención en el caso hondureño. Esto se debe a la dificultad de acceder a información sobre la dinámica interna de los partidos, a lo cual se suma la informalidad de las prácticas políticas y factores como el clientelismo, que dificultan un análisis exhaustivo de los procesos de selección de candidatos.
¿Qué características presenta el sistema de elecciones primarias presidenciales? Con el propósito de abordar esta cuestión, las siguientes páginas examinan, en primera instancia, las particularidades que adquiere el proceso de primarias presidenciales en Honduras, poniendo especial énfasis en las motivaciones que llevaron a su implementación. En segundo término, el texto se plantea interrogantes acerca de los efectos que las primarias han generado en el sistema político. Se indaga sobre cómo han impactado en un contexto con un alto predominio de elementos clientelares y no ideológicos, y, en particular, cómo han convivido los mecanismos formales y las prácticas informales en los procesos de selección de candidatos. En resumen, este trabajo proporciona herramientas para analizar el proceso de selección de candidatos presidenciales en un entorno político caracterizado por la baja competencia programática, el clientelismo y un elevado personalismo.
Para llevar a cabo esta investigación, se aúnan dos enfoques desarrollados por la literatura sobre las primarias: por un lado, el que se centra en las razones detrás de la adopción de este proceso y, por otro, el que indaga los efectos derivados de su aplicación. Para ello se realiza un trabajo de carácter descriptivo, empleando un análisis longitudinal, que comprende el estudio de todas las elecciones primarias transcurridas desde su reglamentación en 2005 hasta 2021.
El trabajo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, se exponen las principales aportaciones de la literatura sobre la selección de candidatos presidenciales, que ponen de manifiesto la complejidad de estos procesos, así como el impacto que su implementación supone en el sistema político. El siguiente epígrafe aborda las principales características del sistema político hondureño. A continuación, se menciona el origen del sistema de primarias presidenciales en Honduras, así como las motivaciones de los actores que lo promovieron y sus principales características. Posteriormente, se analizan todas las elecciones primarias celebradas desde su reglamentación hasta la actualidad. Por último, se exponen unas breves conclusiones. La evidencia indica que, si bien el sistema de elecciones primarias ha permitido dirimir conflictos internos en los partidos, también ha contribuido a la consolidación del clientelismo político en el país.
1. Consideraciones teóricas
La selección de candidatos para las elecciones es una función central que cumplen los partidos políticos. En cierto sentido, podría incluso ser considerada su función primordial, especialmente si adoptamos una definición minimalista de los partidos como grupos de individuos que se organizan con el propósito de presentar candidatos a las elecciones (Sartori 1976). Por lo tanto, no resulta sorprendente que los partidos dediquen una porción significativa de sus esfuerzos a la búsqueda y promoción de individuos que tengan el potencial de obtener un mayor número de votos, a través de diversas modalidades de selección.
La literatura sobre las primarias ha sido muy prolífica. Una parte sustancial se enfoca, en líneas generales, en las razones detrás de la adopción de este método, mientras que otra se centra principalmente en los efectos derivados de su aplicación. Los primeros estudios se cuestionan por qué los líderes de los partidos optan por delegar su poder de selección al público. En esta línea, se busca esclarecer los incentivos estratégicos que motivan a los líderes a tomar tal decisión. En su mayoría, se asume que las élites partidarias adoptan el sistema de primarias debido a las ventajas que conlleva para el partido (Kemahlioglu, Weitz-Shapiro y Hirano 2009). Asimismo, algunos autores argumentan que las primarias permiten que los partidos seleccionen candidatos con mayores condiciones de elegibilidad (Adams y Merril 2008, 356).
A su vez, entre los académicos que han abordado las primarias abiertas como mecanismo de nominación de candidaturas, hay quienes consideran que este instrumento posee efectos beneficiosos para el funcionamiento partidario y quienes las conciben como un método inadecuado, o incluso perjudicial, para la recomposición del lazo representativo. Para los primeros, las primarias abiertas legitiman a los candidatos electos (Rahat y Hazan 2001, 313); reducen el peso de los aparatos partidarios (Harmel y Janda 1982); y fomentan la apertura y transparencia de los partidos ante la ciudadanía (Ware 1996), que tiende a premiar a aquellas elecciones que se rigen mediante procedimientos democráticos.1
Por su parte, aquellos que consideran las primarias como un método inadecuado resaltan que pueden perjudicar a los partidos políticos en la elección general, dada su naturaleza inherentemente conflictiva (Agranov 2013; Key 1964). Se sostiene que las primarias competitivas conducirían a la realización de campañas desgastantes y negativas (Buquet y Chasquetti 2008; Fiorina 1999; Polsby 1983; Steger, Hickman y Yohn 2002), con lo que se dificulta, por un lado, el posterior desarrollo de estrategias de colaboración intrapartidaria (Agranov 2013; Atkenson 1998; Key 1964) y se fomenta, por otro, la fuga o migración de adherentes de los sectores derrotados en la interna (Epstein 1986; Johnson, Petersheim y Watson 2010; Kenney y Rice 1987; Piereson y Smith 1977). También se ha observado la existencia de trasvasamiento de votantes opositores en primarias ajenas mediante el fenómeno denominado crossover voting (Cho y Kang 2015, 370).
Entre los estudiosos que examinan los aspectos perjudiciales de las elecciones primarias abiertas, algunos argumentan que estas generan incertidumbre en los partidos acerca de la competitividad externa de las candidaturas seleccionadas mediante este proceso (Gallo 2005, 37; Gallo 2021, 6). Asimismo, sostienen que disminuyen la lealtad partidaria de los candidatos, ya que su fuente de legitimidad se encuentra fuera del partido (Siavelis y Morgenstern 2009, 88). En otras palabras, si la elección de un candidato pasa de depender de una élite partidista a depender de los afiliados del partido, las relaciones internas de este pueden verse afectadas por la presencia de grupos de poder en conflicto (Katz 2001), la formación de facciones y deslealtad hacia la jerarquía, e incluso la alteración de los niveles de cohesión interna y disciplina. Finalmente, dado que los votantes en las elecciones primarias tienden a ser ideológicamente más extremistas que el electorado general (Kaufmann, Gimpel y Hoffman 2003; Key 1964; Moore y Hofstetter 1973), los precandidatos tienden a radicalizar sus propuestas con el fin de obtener la nominación (Aldrich 1995), y se alejan así del votante medio en la elección general (Colomer 2002, 3).2
2. Breves apuntes sobre el sistema político hondureño
Al igual que la mayoría de los países de la región, Honduras enmarca su proceso de transición dentro de la tercera ola de la democracia, que tuvo lugar a finales de los años setenta y principios de los ochenta (Huntington 1991). Este país centroamericano cuenta con uno de los sistemas de partidos más antiguos de la región, tanto el Partido Liberal Hondureño (PLH) como el Partido Nacional Hondureño (PNH) surgieron en los albores del siglo XX.3 Desde sus inicios, ambos partidos ocuparon posiciones centrales en el panorama político hondureño y se alternaron en el poder desde la reinstauración de la democracia hasta el último proceso electoral celebrado en 2021.
Un punto crucial en la evolución del sistema de partidos hondureño se produjo con la entrada en la arena legislativa de los partidos minoritarios. Cambios en la ley electoral en 1997, que incluyeron el voto en papeleta separada para elecciones presidenciales, legislativas y municipales, permitieron que los partidos minoritarios como el Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH), el Partido Innovación y Unidad (PINU) y el Partido Unificación Democrática (PUD) consolidaran su presencia en la arena legislativa. Aunque previamente el PINU y el PDCH habían obtenido representación, a partir de ese momento los tres incrementaron su porcentaje de votos en todos los niveles de elección. Empero, el escaso número de escaños obtenidos por estas fuerzas mostró la limitada capacidad de bloqueo de estos partidos en el Legislativo y su tendencia a negociar con el oficialismo de turno.
Tras el golpe de Estado de 2009, la polarización política y social se trasladó rápidamente al escenario político y produjo una reconfiguración de este. Así, después de las elecciones generales de 2009 que proclamaron presidente a Porfirio Lobo (PNH), surgieron nuevos actores políticos, tanto a la derecha como a la izquierda del espectro ideológico. Entre estos se encuentran Alianza Patriótica Hondureña (PAPH), Frente Amplio Político Electoral en Resistencia (Faper), el Partido Libertad y Refundación (Libre) y el Partido Anticorrupción (PAC). Las últimas dos fuerzas políticas captaron en las elecciones de noviembre de 2013 el apoyo electoral de sectores desafectos a la política tradicional (Cálix 2010; Rodríguez 2015; Salomón 2022; Sosa 2015).
Durante décadas, el sistema de partidos hondureño ha sido caracterizado como institucionalmente estable, con poca polarización ideológica y un marcado clientelismo. Desde sus orígenes, los partidos giran en torno al caudillo o al líder local que se encarga de movilizar a la población para las elecciones. Así, las lealtades políticas se construyeron sobre un sistema clientelar y de influencias políticas que premia con puestos políticos a los más cercanos colaboradores, un sistema de prebendas que con pocos cambios se mantuvo a lo largo del tiempo (Otero 2016). De este modo, un aspecto que caracterizó las campañas electorales en Honduras fue la ausencia de una oferta ideológica y programática diferenciada. Esto ocasionó que los ciudadanos otorgaran su voto al candidato que les ofreciera otro tipo de beneficios, más particularistas, a partir de un intercambio del tipo “favores por votos” (Auyero 1999), que les ayudan a resolver problemas cotidianos que el Estado, la política formal o las instituciones representativas no consiguen satisfacer.
Este tipo de intercambio clientelista ha sido tradicionalmente la forma más asequible de satisfacer las necesidades inmediatas de las poblaciones de bajos ingresos, que todavía constituyen la mayoría en Honduras. Sin ser prácticas exclusivas de los partidos tradicionales, tanto el PLH como el PNH, como partidos de gobierno, han sabido mantener su monopolio de representación y gestión de los recursos estatales (Taylor-Robinson 2009). A su vez, este clientelismo se acentúa en las primarias, en las que los candidatos invierten importantes recursos en lapsos breves de tiempo con mínima rendición de cuentas, con el objeto de ganar y reforzar vínculos con el electorado, porque es en este proceso electoral en el que se deciden los cupos de poder que tendrá cada facción en el partido.
3. Características de las primarias hondureñas
a. ¿Cómo surgieron? Contexto político en el que se sancionó la normativa
El periodo democrático comenzó con dos acontecimientos clave: primero, la celebración de la Convención Constitucional de 1980, y segundo, las elecciones generales de 1981, en las que el candidato liberal Roberto Suazo Córdoba fue elegido presidente. Estas elecciones no solo establecieron los cimientos del periodo democrático, en el cual la sucesión de elecciones regulares en el tiempo, caracterizadas por su pluralismo y desarrollo adecuado, fue el aspecto más destacado. También sentaron las bases para la característica principal de los procesos electorales subsiguientes: el carácter bipartidista del sistema de partidos hondureño, que predominó desde la instauración de la democracia hasta las elecciones celebradas en 2013.
El primer Gobierno democrático, liderado por el liberal Roberto Suazo, puso en riesgo la solidez del sistema democrático recién restablecido, cuando contempló la posibilidad de prolongar su mandato y designar a un sucesor presidencial afín a sus objetivos. Inicialmente, buscó reformar la Constitución para permitir su reelección y, al no lograrlo, intentó influir en la selección de su sucesor dentro del Partido Liberal; incluso llegó a intervenir en la nominación presidencial del Partido Nacional (Ajenjo 2014). Sin embargo, ninguna de estas acciones fue aceptada por los partidos, lo que desencadenó en 1985 una crisis institucional entre el Congreso y la presidencia, finalmente resuelta por la intervención de los militares, que expresaron su apoyo al Congreso y a la democracia (Ajenjo 2001, 189; Schulz y Schulz 1994, 122-128).
Esta crisis se resolvió al permitir la presentación de múltiples candidaturas presidenciales por partido en la elección, denominada “opción B”, inspirada en la ley de lemas uruguaya y que operó fuera del marco constitucional. Bajo este sistema, los partidos pudieron presentar múltiples candidatos presidenciales en la elección y sería elegido presidente el candidato más votado dentro del partido que obtuviese más sufragios. Los partidos más pequeños, como el PDCH y el PINU, presentaron una única fórmula presidencial, mientras que el PLH y el PNH presentaron varios candidatos. Aunque Rafael Callejas del PNH obtuvo la mayoría de los votos con una amplia ventaja, el PLH recibió más apoyo en conjunto, lo que llevó a la elección de José Azcona Hoyos, el liberal mejor posicionado, como presidente, a la cabeza de un Gobierno frágil (Molina 1986, 2-8).
Aunque la opción B no se ajusta técnica ni jurídicamente a una elección primaria, sentó las bases para que Honduras adoptara el mecanismo de las primarias a partir de 1989 (Romero 2019). Por lo tanto, el surgimiento de las primarias presidenciales en el país centroamericano está estrechamente vinculado a una importante crisis política que sacudió el nuevo régimen democrático. La solución adoptada por las élites fue la implementación de un mecanismo capaz de dirimir el liderazgo y la candidatura presidencial de los partidos. En este sentido, se considera a las elecciones primarias como un mecanismo de solución de disputas intrapartidaria que posibilita resolver el proceso de recambio de las élites políticas sin producir la quiebra absoluta de los partidos políticos existentes (Boix 1998, 2).
b. ¿Por qué surgieron? Motivaciones de los actores que las promovieron
La crisis política de 1985 y la implementación de lo que se conoció como la opción B marcaron el comienzo de un proceso que condujo al PLH a realizar sus primeras consultas internas para elegir a su candidato presidencial en 1992, mientras que el PNH lo hizo por primera vez cinco años después. En esta decisión, la prioridad no fue necesariamente fortalecer la democracia interna de los partidos, ampliar los espacios de participación ciudadana o mejorar la conexión entre los partidos y los ciudadanos. En otras palabras, esta solución representó una democratización ficticia del proceso de selección de candidatos, ya que no surgió como una demanda de las bases de los partidos, sino como el resultado de negociaciones entre las élites políticas.
Sin duda, la principal motivación que impulsó a los actores que abogaron por la adopción de las elecciones primarias fue la presencia de numerosos grupos internos en los partidos políticos. La aparición y la persistencia de estos grupos internos estaban estrechamente vinculadas a las luchas de liderazgo dentro de los partidos y a las sólidas conexiones que estos líderes establecían con diversos segmentos de la sociedad. En consecuencia, el alto nivel de división histórica dentro de los partidos tradicionales de Honduras, en particular del PLH, generó la necesidad de implementar las primarias como el mecanismo más adecuado para resolver los conflictos internos en los partidos políticos y evitar su fragmentación.
Cabe destacar algunas cuestiones relevantes sobre los movimientos internos de los partidos que condicionan la dinámica política hondureña. En primer lugar, los partidos son distintos con respecto a su nivel de faccionalización; el PLH es el que más facciones internas ha presentado históricamente (Rodríguez 2015, 213). En segundo término, las diferentes facciones dentro de los partidos no responden a diferencias o enfrentamientos de tipo ideológico, sino que han sido originadas como resultado de la existencia de liderazgos fuertes dentro de la organización. Por último, si bien en las primarias se observan diversos movimientos internos, es importante destacar que no todos ellos se consideran facciones plenamente organizadas. Muchos de estos movimientos carecen de una estructura organizativa sólida que les permita obtener representantes y, en su lugar, están motivados por la búsqueda de intereses personales y la negociación de posibles puestos en el Gobierno con el movimiento ganador (Otero 2013, 258).
c. ¿Cómo son las primarias? Características de la normativa
La Ley Electoral y de las Organizaciones Políticas (LEOP), sancionada en 2004, modificó la antigua ley sobre esta materia y estableció nuevas normas para la elección de autoridades partidarias y la selección de candidatos para todos los cargos de elección popular en los ámbitos presidencial y designados, parlamentario nacional y centroamericano, y autoridades de gobiernos locales. Esta ley estableció la obligatoriedad y simultaneidad de las elecciones primarias e internas.
Desde su implementación, las primarias se convirtieron en un acto central de la política hondureña. Lejos de ser un hecho que interese exclusivamente a los núcleos militantes, estas elecciones representan un punto de máxima movilización ciudadana en términos electorales. Las tasas de participación se mantienen notablemente altas en comparación con estándares internacionales. En este contexto, Honduras se destaca por presentar niveles de participación en las elecciones primarias que se asemejan considerablemente a los observados en las elecciones generales4 (Romero 2016, 139).
Este proceso reviste una importancia crucial, ya que, de acuerdo con lo establecido en la Ley Electoral, las elecciones presidenciales se definen en primera vuelta mediante una simple mayoría. Esto convierte a las primarias en un pulso de carácter político en el que los partidos miden sus fuerzas de cara a las elecciones generales (Rodríguez 2019, 211). En estas elecciones, el movimiento que gana la candidatura presidencial tiende a tomar el control de la dirección y la estructura del partido, pero aún necesita del respaldo de todos los sectores para obtener la victoria en los comicios generales. Por lo tanto, la diferencia entre las facciones radica en la cantidad de poder acumulado durante los procesos internos y en su capacidad de negociación (Otero 2013, 259; Rodríguez 2011, 228; Taylor-Robinson 2009, 328). Es relevante destacar que la selección de candidatos a diputados y alcaldes se lleva a cabo desde 2005. Antes de esa fecha, los precandidatos presidenciales proponían listas para el Congreso y las elecciones municipales, pero las papeletas se fusionaban y los resultados eran considerados únicamente como consultas (Taylor-Robinson 2009, 326).
Desde una perspectiva jurídica, las elecciones primarias en Honduras presentan las siguientes características: son voluntarias, se realizan de manera simultánea, cuentan con un padrón abierto, abarcan todos los cargos electivos, se llevan a cabo en un solo turno, incluyen una cuota de género, son vinculantes, y están bajo la administración y calificación del Tribunal Supremo Electoral (TSE),5 eventualmente acompañadas de elecciones internas para elegir a los directivos partidarios. Aunque la ley establece que las primarias son “obligatorias”, un partido puede quedar eximido de este requisito si informa al TSE que no hay más de un movimiento compitiendo y si esta afirmación no es impugnada. En tal caso, el partido puede optar por seleccionar a sus candidatos a través de convenciones.6 Históricamente, han sido los partidos políticos tradicionales, como el PLH y el PNH, los que han recurrido a las primarias, mientras que las organizaciones minoritarias, como el PDCH, el PINU y el PUD, nunca participaron. Sin embargo, a partir de 2012, el partido Libre ha implementado las primarias como método para seleccionar a sus candidatos.
Si bien las primarias son voluntarias, se realizan de manera simultánea para todos los partidos que lo indicaron, el mismo día y en los mismos recintos. Sin duda, la disposición de celebración de las contiendas de todos los agrupamientos en una fecha fija y de modo simultáneo obedece a una motivación práctica, para facilitar la organización a cargo del TSE. Asimismo, se busca que cada elector tenga más incentivos para votar dentro del partido de su preferencia -ya sea para escoger a su candidato predilecto o para posicionar a su fuerza para la elección general- que para influir en un agrupamiento contrario. Se evita así la mencionada intervención de votantes opositores, lo que desalienta el crossover voting y estimula el apoyo anticipado a los contendientes destacados (Cho y Kang 2015).
La fecha de las primarias se ha desplazado en varias oportunidades: en 2005 fue el mismo año que la presidencial, pero para los comicios generales de 2009 y 2013 se celebraron exactamente un año antes (Jerez 2021, 290; Romero 2016, 140). No obstante, tras una reforma al artículo 113 de la Ley Electoral de Honduras en 2014, las elecciones primarias e internas se realizan el segundo domingo de marzo, cada cuatro años, ocho meses antes de las elecciones generales.
Es relevante destacar que en el lugar de las elecciones se establecen mesas de votación separadas para cada uno de los partidos en competencia y los ciudadanos se dirigen a la mesa del partido en el que desean ejercer su derecho. Estas primarias se llevan a cabo con un registro de votantes abierto, lo que significa que los partidos pueden recibir votos de cualquier ciudadano que esté inscrito en el censo electoral nacional. Los partidos no disponen de censos de sus militantes o simpatizantes. La participación electoral en las primarias es promovida por los partidos, el TSE, los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil. Se alienta a los ciudadanos a votar como un ejercicio de su derecho y un cumplimiento de su deber democrático.
La normativa define que los resultados de las elecciones primarias son vinculantes (ver tabla 1). No obstante, si bien se establece que los ganadores de las primarias son quienes concurren como candidatos y los perdedores se mantienen dentro de la estructura partidaria, los resultados de 2008 y 2012 han puesto de manifiesto la fragilidad de la norma (ver el siguiente apartado). En este sentido, con la finalidad de mitigar los efectos que frecuentemente se producen por los enfrentamientos internos y de recomponer la concordia entre los sectores en disputa, se ha incorporado la cláusula candado (sore loser law) (Burden, Jones y Kang 2014; Kang 2011; Kang y Burden 2018); y, también, se ha optado por la integración de derrotados internos de las primarias, que son incluidos a la fórmula presidencial como candidatos a vicepresidentes.7
Las elecciones primarias son financiadas, organizadas, registradas y anunciadas por el TSE. Los costos son sufragados por el Estado, que se encarga de imprimir las papeletas y distribuir el material necesario (urnas, listas del censo electoral, cabinas de votación, etc.), en colaboración con las Fuerzas Armadas. Además, el Estado ofrece capacitación a los miembros de las mesas de votación seleccionados por los movimientos internos. Estos miembros de mesa tienen la responsabilidad de designar tanto a un miembro titular como a uno suplente, ya que el organismo electoral no cuenta con un representante directo en las mesas de votación. Además, el Estado se encarga de transmitir y difundir los resultados preliminares de la elección primaria.
Características formales de las primarias abiertas | |
---|---|
Obligatoriedad de la postulación para los partidos | En caso de que haya al menos dos corrientes internas en disputa |
Obligatoriedad del voto para ciudadanos | No (para afiliados y militantes) |
Obligatoriedad de la competencia | Sí |
Carácter vinculante de esta etapa | Sí |
Carácter eliminatorio de esta etapa | Sí |
Precandidatos Exigencias (firmas avales) Pertenencia partidaria (tiempo de afiliación exigido) Posibilidad de que participen independientes | - Sí - No hay -Deben pertenecer a movimientos o corrientes internas |
Entidades que compiten | Partidos |
Subunidades internas en competencia | Movimientos o corrientes internas fuertemente organizadas |
Decisión sobre participación en las primarias | Según estatutos |
Consagración del candidato | Mayoría simple |
Cláusula candado (sore loser law) | Sí |
Situación y posibilidades de los perdedores | No pueden presentarse con otra agrupación política |
Umbral/piso legal para pasar a la elección general | - |
Consecuencias de no alcanzar el umbral | - |
Categorías que se votan | Candidatos legislativos y presidenciales |
Fuente: elaboración propia.
*Sore loser law: esto impide que los derrotados en una primaria se postulen en la elección general con un vehículo partidario diferente (Burden, Jones y Kang 2014; Kang y Burden 2018).
4. Resultados de las elecciones primarias. El pulso de los actores políticos
Las elecciones primarias de 2005 fueron las primeras en celebrarse tras su reglamentación en el año 2004. En estas hubo ocho movimientos que presentaron posibles candidatos a cargos de elección popular, entre ellos, el de presidente. Cada uno de estos movimientos aparece liderado por un precandidato a presidente, pues la lógica de verticalidad en las decisiones y el caudillismo propios del partido parecen no haber sufrido modificaciones. Si bien fueron las primeras elecciones primarias realizadas tras su reglamentación, estas se llevaron a cabo con normalidad, pues los dos partidos tradicionales que participaron de la jornada contaban con experiencia. Por su parte, los partidos minoritarios (PDCH, PINU y PUD) escogieron a candidatos por consenso para participar directamente en la elección general.
Un aspecto a destacar y que evidencia el fuerte personalismo de la política hondureña, en este caso más evidente en el PLH -aunque no es exclusivo de este partido, como se verá en las siguientes elecciones primarias-, es el nombre de los movimientos políticos en liza, que aluden al nombre de su respectivo líder político (tabla 2).
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Consejo Nacional Electoral. Disponible en: www.cne.hn
Los diferentes grupos internos dentro del PLH se esforzaron por priorizar la cohesión partidista en lugar de la confrontación, con el objetivo de mantener la unidad ante la cercanía de las elecciones generales programadas para noviembre de 2005. En contraste, en el PNH se vivió una situación de confrontación intensa, e incluso con episodios de violencia, entre dos de sus grupos internos: Trabajo y Seguridad, que representaba la estructura tradicional del partido, bajo la dirección del presidente del partido y presidente del Congreso, Porfirio Lobo Sosa; y Nuevo Tiempo, liderado por el alcalde de Tegucigalpa, Miguel Pastor. En los días previos a la elección, el PNH buscó fomentar espacios para el debate y la confrontación de ideas, en lugar de centrarse en las acusaciones mutuas, mediante la firma del Pacto Patriótico de Unidad Nacionalista,8 suscrito por los cuatro movimientos políticos el 14 de febrero.
Las primarias de 2008 se desarrollaron una vez más con normalidad y contaron con la participación de los partidos tradicionales que presentaron en total nueve movimientos internos (ver tabla 3). No obstante, estas primarias pusieron en evidencia la brecha existente entre la teoría y la práctica, así como la posibilidad de jugar con las normas al permitir la candidatura de Elvin Santos en el PLH. La normativa establece de manera inequívoca que los resultados de las primarias son de carácter vinculante. No obstante, en esta ocasión particular, debido a la incertidumbre legal en torno a la elegibilidad del vicepresidente Elvin Santos como candidato, compitió en las elecciones primarias a través de un representante. El candidato de su movimiento, Mauricio Villeda, resultó vencedor, presentó su renuncia y, una vez que se aclaró la situación en relación con la posibilidad de la candidatura de Santos, el partido lo designó como candidato en sustitución de la vacante creada por la renuncia de Villeda.9
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Consejo Nacional Electoral. Disponible en: www.cne.hn
* Elvin Santos (líder del movimiento liberal Elvincista) participó por interpósita persona a través de Mauricio Villeda.
En las elecciones primarias de 2012 (ver tabla 4), el PNH, el PLH y Libre definieron las autoridades partidistas en un proceso electoral marcado por la presencia de nuevos actores políticos. En esta ocasión se presentaron tres facciones internas por el PLH, siete por el PNH y cinco por el partido Libre, con un total de quince movimientos en competencia. Este proceso fue de enorme trascendencia porque permitió medir el apoyo ciudadano con el que contaba Libre. El resto de los partidos no realizó primarias al no tener movimientos internos reconocidos.10
En estas elecciones, el PLH no solo tomó decisiones importantes, como seleccionar al candidato presidencial, sino que también, por tercera vez, eligió a los candidatos a diputados y alcaldes, además de renovar su dirección interna. Durante esta contienda, compitieron diferentes corrientes lideradas por Mauricio Villeda, Yani Rosenthal y Esteban Handal. El ganador resultó ser el representante del ala más conservadora del partido, Mauricio Villeda, quien obtuvo el 52 % de los votos. Es relevante mencionar que el estrecho margen entre la facción de Villeda y la de Rosenthal provocó tensiones entre ambos grupos, lo cual sin duda influyó en la campaña electoral del candidato ganador y marcó su destino en las elecciones generales.
A diferencia de elecciones anteriores, la elección de autoridades del partido se volvió controvertida. Según el artículo 53 del estatuto del partido, las máximas autoridades se eligen indirectamente a partir de los resultados de las primarias y los resultados de la candidatura presidencial determinan la composición del Comité Ejecutivo Central. Sin embargo, en esta ocasión, los resultados de las primarias no arrojaron un ganador claro, ya que la facción liderada por Rosenthal obtuvo más votos en varios departamentos y aseguró más candidatos a alcaldes. Villeda, pese a tener menos representantes, alcanzó más votos a nivel nacional y, como ganador de la candidatura presidencial, su movimiento tenía derecho a la presidencia del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL). Estos resultados desencadenaron una polémica en la elección de la presidencia del CCEPL, ya que las bases del yanismo presionaron para que Villeda cediera la presidencia a Rosenthal como condición para su apoyo en las elecciones generales. Finalmente, en mayo de 2013, la convención del partido consolidó a los sectores más conservadores del liberalismo, representados por Villeda (Otero 2013). A pesar de un acuerdo de unidad, la crisis interna del PLH, que había surgido tras el golpe de Estado, provocó que la candidatura de Mauricio Villeda para las elecciones generales quedase desprovista de apoyo por parte de sus partidarios.
Estas elecciones primarias pusieron de manifiesto la posibilidad de “flexibilizar” la normativa. Fallos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) permitieron que un candidato derrotado fuera reubicado en las listas y que candidatos que habían competido en las primarias pudieran ser inscritos en las listas de otro partido, lo que supuso un incumplimiento claro de los artículos de la Ley Electoral. Después de las primarias de 2012, el influyente líder nacionalista Óscar Álvarez, que no había competido en las primarias, fue seleccionado para una candidatura tras la renuncia oportuna de una candidata. Asimismo, en 2013, un fallo de la CSJ permitió que un candidato derrotado pudiera ser reubicado en las listas en caso de una inesperada renuncia. Esta sentencia posibilitó que Ricardo Álvarez, quien había perdido en las primarias del partido nacionalista, fuera designado como candidato presidencial en lugar de Juan O. Hernández. Otra sentencia de la CSJ autorizó que candidatos que habían competido en las primarias de un partido pudieran ser inscritos en las listas de otra organización, una opción aprovechada principalmente por candidatos insatisfechos de Libre que se unieron a las filas de Faper.
Los sucesos acaecidos durante estas primarias están vinculados a los efectos negativos de su implementación mencionados por la literatura. Es decir, aquellos que sostienen que, si la selección de un candidato pasa de depender de una élite partidista a los afiliados del partido, las relaciones dentro del partido pueden verse afectadas por la existencia de grupos de poder enfrentados (Katz 2001), por la aparición de facciones y deslealtad hacia la jerarquía e, incluso, por la alteración en los niveles de cohesión interna y disciplina.
Año | Partido político | Movimiento | Candidatos | Resultados (porcentaje) |
---|---|---|---|---|
2012 | Partido Liberal | Liberal Villedista | Mauricio Villeda | 52,0 |
Liberal Yanista | Yani Rosenthal | 44,2 | ||
Frente de Unidad Liberal | Esteban Handal | 3,8 | ||
Partido Nacional | Por Mi País | Miguel Pastor | 12,1 | |
Acción Barnica | Hugo Barnica | 0,6 | ||
Por una Nueva Honduras | Loreley Fernández | 0,4 | ||
Azules Unidos | Juan Orlando Hernández | 45,5 | ||
Auténticos Nacionalistas | Fernando Anduray | 1,8 | ||
Corazón Azul | Eva Fernández | 0,7 | ||
Salvemos Honduras | Ricardo Álvarez | 38,8 | ||
Partido Libertad y Refundación (Libre) | Pueblo Organizado en Resistencia | Xiomara Castro | 100 | |
Fuerza de Refundación Popular | ||||
Resistencia Popular | ||||
Movimiento 28 de Junio | ||||
Movimiento 5 de Julio |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Consejo Nacional Electoral. Disponible en: www.cne.hn
En las elecciones primarias de 2017 (ver tabla 5), participaron diecisiete movimientos internos pertenecientes a tres partidos políticos (PLH, PNH y Libre). En esta ocasión, cinco movimientos internos del PLH compitieron y el Movimiento por Honduras, por Nosotros, liderado por Luis Zelaya, emergió como el ganador, con lo que aseguró la candidatura presidencial para el PLH. En el PNH, el movimiento Azules Unidos, encabezado por Juan Orlando Hernández, obtuvo una victoria contundente, que garantizó su candidatura presidencial. Finalmente, Xiomara Castro resultó triunfadora como candidata de Libre. Estos resultados dejaron en claro la necesidad de aunar fuerzas de los partidos de oposición para tener una oportunidad real de ganar en las elecciones generales de noviembre. Ante esta situación, Libre, que había seleccionado a Xiomara Castro como su candidata, optó por unirse a Salvador Nasralla (expresidente del PAC) y a PINU. Juntos formaron la coalición Oposición Contra la Dictadura en mayo de 2017, y Salvador Nasralla fue designado como el candidato oficial a la presidencia de la república por esta coalición.
Año | Partido político | Movimiento | Candidatos | Resultados (porcentaje) |
---|---|---|---|---|
2017 | Partido Liberal | Alianza Popular Progresista | Carlos Orbin Montoya | 2,54 |
Nueva Actitud | Educado Martell | 3,47 | ||
Por Honduras, por Nosotros | Luis Zelaya | 56,88 | ||
Unámonos | Enrique Ortez Sequeira | 4,14 | ||
Nuevo Liberalismo | Gabriela Núñez | 32,97 | ||
Partido Nacional | Monarca | Roberto Ramón Castillo | 7,44 | |
Juntos por Más Cambios | Juan Orlando Hernández | 92,56 | ||
Unidos por una Nueva Honduras | ||||
Partido Libertad y Refundación (Libre) | Renovación Partido Libre | Rasel Tomé | 3,40 | |
Movimiento 5 de Julio | Nelson Ávila | 2,71 | ||
M-28 Poder para Vos | Xiomara Castro | 93,89 | ||
Fuerza de Refundación Popular | ||||
Avancemos | ||||
Pueblo Organizado en Resistencia | ||||
Somos + | ||||
Fuerza y Esperanza FE | ||||
Pueblo Libre |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Consejo Nacional Electoral. Disponible en: www.cne.hn
Las últimas elecciones primarias se celebraron el 14 de marzo de 2021 (ver tabla 6) y contaron con la participación de nueve movimientos internos pertenecientes a tres partidos políticos (Libre, PLH y PNH). Por el partido Libre se presentaron cuatro candidaturas y la liderada por Xiomara Castro fue la que mayor apoyo obtuvo, con el 79,08 % de los votos. En el Partido Liberal la selección estuvo más disputada; la candidatura de Yani Rosenthal fue la triunfadora con el 49,97 % de los votos. Por su parte, el Partido Nacional presentó dos candidaturas; no obstante, la mayoría de los apoyos fueron para el alcalde del Distrito Central de Tegucigalpa, Nasry Asfura, con el 70,12 % de los votos. En este proceso electoral, tanto las primarias del PNH como las del partido Libre fueron poco competitivas, ya que los ganadores se impusieron por un amplio margen de votos.
Año | Partido político | Movimiento | Candidatos | Resultados (porcentaje) |
---|---|---|---|---|
2021 | Partido Liberal | Movimiento Yanista | Yani Rosenthal | 49,97 |
Recuperar Honduras | Luis Orlando Zelaya | 33,94 | ||
La Esperanza de Honduras | Ángel Darío Banegas | 16,09 | ||
Partido Nacional | Unidad y Esperanza | Nasry Juan Asfura | 70,12 | |
Juntos Podemos | Mauricio Oliva Herrera | 29,88 | ||
Partido Libertad y Refundación (Libre) | M-28 Poder para Vos | Xiomara Castro | 79,08 | |
Somos + | ||||
Fuerza de Refundación Popular | ||||
Alianza Anticorrupción Antiimpunidad Movimiento Esperanza y Libertad (AAAMEL) | ||||
Pueblo Libre | ||||
Pueblo Organizado en Resistencia | ||||
Movimiento 5 de julio | Jorge Nelson Ávila | 11,54 | ||
Nueva Corriente | Carlos Eduardo Reina | 4,96 | ||
Honduras Libre | Wilfredo Méndez González | 4,42 |
Fuente: elaboración propia a partir de datos del Consejo Nacional Electoral. Disponible en: www.cne.hn
Durante la noche de la jornada electoral del 14 de marzo, al menos cinco precandidatos presidenciales de distintos movimientos internos de los partidos políticos se proclamaron ganadores. En algunos casos, hicieron esto incluso antes del cierre de las urnas, a pesar de la instrucción del CNE de no adelantar resultados hasta pasadas dos horas después del cierre de la jornada, la cual se extendió hasta las 5:00 de la tarde en la mayoría de los centros de votación.
En el Partido Liberal, ambos precandidatos presidenciales, Luis Zelaya del Movimiento Recuperar Honduras y Yani Rosenthal del Movimiento Liberal Yanista, anunciaron su victoria antes del pronunciamiento oficial. En el caso del Partido Nacional, el precandidato a diputado por el Movimiento Unidad y Esperanza, Antonio Rivera Callejas, proclamó como ganador al precandidato presidencial Nasry Asfura. Mauricio Oliva, precandidato presidencial por el Movimiento Juntos Podemos, también declaró su movimiento como ganador. En el lado de Libre, tanto el precandidato presidencial por Nueva Corriente, Carlos Eduardo Reina, como Xiomara Castro, precandidata presidencial por seis movimientos del mismo partido, se proclamaron ganadores durante la noche de las elecciones.
Conclusiones
A lo largo de las páginas anteriores se han resaltado la relevancia y la complejidad inherentes al proceso de primarias presidenciales. El repaso de los elementos que caracterizan las reglas de selección proporciona información valiosa acerca de la naturaleza organizativa del sistema partidista en Honduras. Además, se ha evidenciado que a la configuración y los rasgos de los mecanismos de selección subyacen diversas variables que influyen tanto en el desarrollo como en los resultados del proceso.
El propósito de este trabajo consistió en exponer los efectos que emergen tras la implementación de las primarias presidenciales, en un entorno donde la articulación ideológica tiene escasa relevancia en la diferenciación entre partidos y dentro de estos, y en el que las prácticas clientelares y el personalismo desempeñan un papel preponderante en la dinámica política. En resumen, este estudio proporciona interesantes claves sobre la ejecución de los procesos de selección, en particular la realización de primarias, y sus posibles efectos en contextos caracterizados por una baja polarización ideológica, marcados componentes clientelares y la relevancia de elementos informales.
Los datos expuestos subrayan que las primarias se han consolidado y legitimado como el principal método de selección de candidaturas en Honduras. No existen objeciones significativas a su existencia y se han arraigado profundamente en la cultura política del país. Después del ciclo electoral 2012-2013, se llevaron a cabo dos reformas cruciales. En primer lugar, se acortó el periodo entre las primarias y las elecciones generales: quedó reducido de un año a tan solo un semestre. Esta reducción tenía como objetivo ampliar el tiempo disponible para la gestión gubernamental, presidencial y municipal, y evitar así que las campañas de los precandidatos interfirieran, ejerciendo presión y distrayendo a las autoridades públicas, pues muchas de ellas tenían intereses directos en juego en las primarias. Además, esta reforma buscaba disminuir los costos significativos de las campañas, de un año a un semestre, lo que implicaba que la campaña para las elecciones generales comenzaría inmediatamente después de las primarias (Romero 2016).
En segundo lugar, en 2021 se implementó una reforma que, aunque no alteró las características fundamentales del proceso, estableció un organismo electoral encargado de administrar tanto las primarias como las elecciones generales. El propósito de esta modificación fue aumentar la transparencia del proceso electoral y generar confianza tanto entre la ciudadanía como entre los actores políticos en general. Esto tenía como objetivo transformar las elecciones en un proceso predecible y libre de crisis, que inspirara certeza en lugar de imprevisibilidad y conflictos.
La introducción de elecciones internas y primarias abiertas simultáneas a partir de 2005 modificó profundamente la vida interna de los partidos políticos en Honduras. Esto convirtió a los partidos tradicionales en dos grandes plataformas que acogieron una amplia variedad de movimientos internos. En ocasiones, la actividad de estos movimientos internos adquirió más relevancia y peso que la del propio partido durante los procesos internos. Las alianzas y los acuerdos para asegurar cuotas de poder entre estas corrientes se convirtieron en un elemento destacado de la actividad política, especialmente después de las primarias presidenciales. En muchos casos, estos movimientos internos reprodujeron un estilo de liderazgo caudillista, personalista y excluyente, lo que resultó en una competencia más intensa dentro de los partidos que entre ellos. Este elemento debilitó la institucionalización de los partidos políticos (Otero 2016). Además, se observó un nivel limitado de profesionalización y escasos esfuerzos en la capacitación de cuadros políticos, lo que contribuyó a la permanencia, tanto de manera formal como informal, de los viejos liderazgos y de los mismos apellidos en la dirección y en posiciones clave dentro del PLH y del PNH.
La realización de las primarias brinda a los partidos políticos la oportunidad de identificar a los ciudadanos que los apoyan y a aquellos que no lo hacen. Cuando un votante participa en las primarias, su preferencia partidaria se vuelve pública, aunque su voto en la selección interna del movimiento permanece secreto. Esto se debe a dos razones: en primer lugar, en la comunidad donde vota, los vecinos pueden observar o conocer la mesa en la que emitió su voto; en segundo lugar, las listas de votantes se convierten en una suerte de registro no oficial de simpatizantes de un partido. Este carácter público de la preferencia partidaria rara vez genera controversias, posiblemente debido a la arraigada tradición bipartidista que ha llevado a que las afiliaciones políticas se transmitan de generación en generación en un ámbito familiar. Sin embargo, en un país donde la administración pública no está altamente profesionalizada y el cambio de gobierno suele resultar en la sustitución masiva de funcionarios, estas listas se convierten en un criterio fundamental para la asignación de cargos. La falta de inclusión en la lista de votantes de un partido puede restringir las oportunidades de nombramiento en la administración pública. Esta dinámica política facilita la persistencia de prácticas clientelistas (Romero 2016, 141).
La alta participación en las primarias se debe también al arraigo de los partidos en la sociedad y a la amplia campaña electoral que se lleva a cabo. Los candidatos de todos los niveles (presidencial, parlamentario y municipal) invierten recursos significativos en una campaña que refleja en gran medida la que se realiza en las elecciones generales. Aunque individualmente los candidatos gastan un poco menos en las primarias que en las elecciones generales, el monto total erogado por el partido es mayor en las primarias. Esto se debe a que compiten más candidatos, especialmente en el nivel presidencial, donde suele haber al menos dos con una capacidad significativa para recaudar fondos (Romero 2016, 142). Los recursos provienen de diversas fuentes, incluyendo los fondos propios de los candidatos, que requieren un sólido respaldo económico personal o familiar; aportaciones privadas, que implican una buena relación con el empresariado que controla influyentes conglomerados en diversos sectores; y fondos públicos, como los subsidios que gestionan los parlamentarios (Fundación Democracia Sin Fronteras 2012, 32-83).
La distribución de prebendas también implica vínculos con las estructuras intermedias y locales del partido, que están conectadas con redes locales. Los alcaldes, que ocupan el nivel más bajo de esta cadena, reciben recursos de candidatos presidenciales o legislativos a cambio de movilizar a sus bases, lo que a menudo implica proporcionar o compartir recursos con las asociaciones de vecinos, y residentes de barrios y colonias. Por lo tanto, la movilización de recursos en las primarias se destina tanto a la difusión de la propaganda en los medios de comunicación, especialmente en la televisión y la radio, como al mantenimiento de las redes clientelistas en todo el país para garantizar el voto.
En este trabajo se abordó un tema de relevancia aunando aspectos teóricos y evidencia empírica con el objeto de describir los efectos del proceso de primarias en el sistema político hondureño. Las investigaciones futuras requerirán una mayor profundización en cada uno de los aspectos mencionados. Los hallazgos de este trabajo han destacado que la celebración de primarias resuelve la competencia entre facciones partidarias rivales, cuyo éxito depende en gran medida de la cantidad de recursos materiales (tanto clientelistas como de patronazgo) que posea el aparato antes que de las cualidades personales o las posiciones programáticas de los contendientes