Las reflexiones sobre la salud no dejan de ser controvertidas, ya que sus supuestos ontológicos y epistemológicos son gaseosos y esto se debe a que el estado de salud es un ideal, que no tiene realidad fáctica, tanto desde la definición más común como ausencia de enfermedad hasta la definición de la OMS donde afirma: “La salud es un estado de perfecto (completo) bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad”. Estas definiciones muestran un ideal del estado de bienestar corporal de los seres humanos, pero ninguna de ellas se aproxima a lo que, en el mundo práctico corresponde a un estado saludable. En la realidad, en el mundo que nos toca y que vemos, no se encuentra este estado perfecto, todo ser humano corporal en el mundo que los circunda siempre propende por estar saludable pero nunca se llega a este fin, de esta manera la realidad de la salud es un concepto relativo a las estructuras, disposiciones, culturas, épocas y hábitos de los seres humanos. De tal manera que la realidad se aleja cada vez más del concepto de salud.

Sin embargo, existe una especie de magia en el acto de intervención en salud ya que es un enfrentamiento entre dos cuerpos, como mínimo, en donde uno se somete a otro, de tal manera que es un encuentro en la corporalidad y las debilidades de los mismos. Todo cuerpo por el solo hecho de serlo está sometido a las condiciones de la vida y de la existencia, es decir, todo cuerpo por el solo hecho de ser una manifestación orgánica en el mundo de la naturaleza ya está expuesto al proceso de salud enfermedad y por consiguiente está expuesto a la intervención de los profesionales en salud. El encuentro entre cuerpos la manipulación de los mismos, la creación de hábitos corporales y la concienciación de los cuerpos propios son labores que el área de la salud ejecuta en pos del bienestar humano. De aquí que la intervención, la prevención y la promoción son áreas que no sólo se complementan sino que se relacionan entre sí.

Canguilhem (2005) en el texto Lo normal y lo patológico cita al cirujano Leriche quien afirma que: “La salud es la vida en el silencio de los órganos”. Quizá esta descripción se aproxima más a la realidad ya que se interna en el estado del sujeto a partir de la expresión de su ser orgánico, de tal manera que la enfermedad y la salud encuentran su expresión en el decir de los órganos. La vida silenciosa es manifestación de bienestar corporal, y el ruido, en dolor, sufrimiento malestar, es símbolo de enfermedad. De esta manera la intervención terapéutica consiste en acallar los órganos, la prevención significa crear ambientes para que la vida de los órganos permanezca en silencio y la promoción de la salud en particular está enfocada a vigilar el acallamiento de la vida a través del silencio de los órganos.

Bajo estos presupuestos las reflexiones en salud son fundamentales en la acumulación de conocimiento crítico para el avance de juicios que proporcione estrategias para intervenir en el mejoramiento del bienestar humano, y para nuestro caso, la promoción de la salud, más que la vigilancia de la salud, son acciones sectoriales y comunitarias, políticas sociales y públicas, desarrollo de actitudes y hábitos saludables, intervención cultural, entre otros, estos campos posibilitan que la salud pro-mueva y pro-voque, es decir, se pro-mociona. Y esta es la labor de la revista, que la Universidad de Caldas y en particular la Facultad de Ciencias para la Salud, pone en las manos de los profesionales en salud y todos los campos que tiene que ver con ella. La finalidad de nuestra revista no es otra que mover e invocar una cultura de la salud que incida sobre nuestra generación y las próximas con el fin de silenciar los órganos, que tanto escándalo producen en la actualidad.

JOSÉ HOOVER VANEGAS GARCÍA
Ph.D en Filosofía. Profesor Titular
Universidad Autónoma de Manizales
Departamento de Ciencias Humanas
Grupo de investigación Cuerpo- Movimiento
Miembro del Comité Editorial Revista Hacia la Promoción de la Salud