INTRODUCCIÓN
El sueño es un estado fisiológico activo y rítmico que se alterna con el estado de vigila, considerado como una función esencial en la preservación de la salud integral de las personas 1. Entendido así el sueño es un estado funcional, reversible y cíclico 2 que se caracteriza por la disminución de la consciencia, la reactividad a los estímulos externos, la inmovilidad, la relajación muscular, la periodicidad circadiana y la adopción de una postura estereotipada 3. Se considera que la ausencia de sueño induce a alteraciones conductuales y fisiológicas que son asociadas a una deuda crónica y un déficit de sueño acumulado 1. Este déficit de sueño se fundamenta en una pobre calidad de este, expresada en la somnolencia diurna excesiva ―SDE―.
La privación crónica del sueño es un rasgo característico de las sociedades posmodernas, pese a que los seres humanos no pueden permanecer más de dos o tres días sin dormir 4.
Es probable que la extensión del tiempo de vigilia se relacione con la variación en las necesidades biológicas del sueño a lo largo del ciclo vital, así como también en función de las exigencias adaptativas del entorno 5-7. Los seres humanos hoy parecen exhibir un nivel de afectación de sus ritmos fisiológicos característicos del momento histórico fundamentados en creencias, hábitos y prácticas sociales con repercusiones en los patrones de sueño y promoviendo un estilo de vida con pobre higiene y calidad del sueño. En consecuencia, las personas duermen menos horas a expensas de prolongar la vigilia; consolidando así el patrón denominado por algunos investigadores como de cronotipo vespertino, que ha llegado incluso a naturalizarse, integrando una subcultura universitaria que ha sido descrita con la metáfora de “aves nocturnas” 8-9.
La afectación de los ritmos del sueño se hace presente como una naturalización de un estilo de vida caracterizado por el cronotipo vespertino, el cual representa un grupo humano integrado por las personas que evidencian cierta preferencia a realizar actividades por la tarde; esto puede llegar a implicar un menor tiempo nocturno de sueño, así como también la incorporación a la vida diaria de diferentes conductas vespertinas 10-11,8 expresadas en una tendencia general de la población a dormir menos horas con un patrón de sueño irregular caracterizado por períodos de sueño cortos o prolongados en exceso y de relativa baja calidad. En este contexto, pareciera que esas prácticas son promovidas socialmente al adjudicar poco valor a la importancia del sueño: dando prioridad a un mundo atemporal con actividad continúa las 24 horas, 7 días a la semana y que lleva a una reducción progresiva de las horas y de la calidad del sueño 12-15,4.
Algunos estudios sobre las alteraciones del sueño explican las conductas del cronotipo vespertino propio de la época como soluciones adaptativas de las personas en respuesta a las amplias demandas académicas, sociales y laborales que se les presentan en su día a día; es así que, y ante las exigencias de permanecer despiertos por más tiempo, algunas personas optan por una privación de sueño autoimpuesta 16-18.
No obstante, se ha demostrado que luego de la privación del sueño solo se logra recuperar un tercio del tiempo total perdido dentro de la totalidad del sueño lento y solo un 30 al 50 % del sueño de movimientos oculares rápidos (MOR o REM) 4. De hecho, reducciones diarias relativamente modestas del tiempo de sueño ―aproximadamente entre 1 o 2 horas― pueden acumulase a través de los días para inducir lo que se ha denominado como una deuda crónica de sueño; la cual puede conducir al problema de la SDE 19.
La SDE es entendida como un trastorno del sueño que está presente en personas que manifiestan una tendencia a dormirse en situaciones en las que se debería estar despierto; estado caracterizado por un deseo de dormir incontenible ante cualquier circunstancia, incluso en actividades que demandan adecuado nivel de vigilia 17. La SDE se deriva de una pobre calidad del sueño, así como también de los trastornos del sueño o del uso de algunos medicamentos. Para que sea considerada patológica debe valorarse su grado de severidad y debe presentarse por un período de tiempo que oscila entre semanas y meses. Se considera que la SDE, según su severidad, puede ser clasificada como: (i) leve, cuando no hay episodios de sueño involuntario la persona bosteza con frecuencia y presenta alteraciones en la atención y la concentración; (ii) moderada, cuando la persona se duerme contra su voluntad al realizar actividades sedentarias y (iii) severa, cuando se presenta el sueño en forma involuntaria aún durante la actividad física 20-21.
La SDE es asumida como un trastorno secundario a casos de apnea obstructiva, narcolepsia, hipersomnio e insomnio 22; de igual manera puede manifestarse como consecuencia de una condición médica, psiquiátrica o neurológica o por el efecto del uso de ciertos medicamentos 22; finalmente como resul+tado de la respuesta adaptativa de la persona a las altas exigencias laborales, sociales o académicas propias de la época 12-14,23-24.
El abordaje investigativo de la SDE se hace importante en la medida en que las personas en el momento histórico de hoy no toman en cuenta las necesidades y los horarios para dormir y tienen una pobre calidad del sueño. En general, puede indicarse que el ritmo de la vida moderna impide que la regulación de los horarios fisiológicos sea óptima 21; esto genera consecuencias en el bienestar psicológico, la calidad de vida y el desempeño cognitivo y laboral 11-13,1.
Algunas investigaciones realizadas en estudiantes universitarios han demostrado que existen alteraciones cognitivas en casos de privación del sueño. Al respecto, se ha señalado que los estudiantes de áreas de dominio asociadas a la salud (tales como la enfermería o la medicina, quienes realizan prácticas en turnos nocturnos durante el proceso de formación) estarían en mayor riesgo de presentar alteraciones. En esos estudios se reporta que la privación del sueño desencadena una disminución de la capacidad de atención visual y ejecutiva, la velocidad y capacidad de codificación y reacción, la memoria de trabajo y la memoria visual, la fluidez verbal, las funciones ejecutivas, el pensamiento creativo, el rendimiento cognitivo general y la función motora 24-28.
Los problemas de SDE y baja calidad del sueño han sido especialmente reportados en estudiantes de campos de dominio relacionados con los estudios en salud; sin embargo existen otras poblaciones en las que se reconoce la presencia de algún trastorno del sueño entre las que se encuentran personas que trabajan en la noche, los adultos mayores y los estudiantes universitarios en general, siendo la población joven la que tras el ingreso a la vida universitaria parece representar un mayor riesgo de padecer problemas de SDE y pobre calidad del sueño 6-7,11-12. Se considera que los estudiantes universitarios manifiestan una tendencia a la privación del sueño autoimpuesta que deriva en algún trastorno del sueño tal como lo sería el caso de la SDE con las alteraciones cognitivas y comportamentales que este trastorno implica 21,18,1,29. Al respecto, se ha postulado incluso que el 21 % de los estudiantes universitarios duerme poco (menos de 6 horas, el 6 % y entre 6-7 horas el 15 %) 30-32.
La alta exigencia académica y la adaptación a la vida universitaria, que caracteriza el ingreso y permanencia en una carrera de educación superior, parece traer consigo un aumento de responsabilidades para el estudiante que lo predispone a la privación de un sueño de calidad, mayor vulnerabilidad al estrés académico, alteraciones en los hábitos y calidad de vida, situación que se hace aún más crítica por el poco conocimiento de comportamientos relacionados con la higiene y calidad del sueño 33,29. Lo anterior, permite suponer la tendencia generacional a permanecer despiertos por más tiempo; desencadenando una deuda crónica de sueño acumulada que en su totalidad no logra ser compensada 34,1.
En la presente investigación se describen los resultados de un estudio que tuvo como objetivo determinar el estado de la calidad del sueño y de la SDE en universitarios de diferentes carreras de pregrado en una universidad pública de Manizales durante el primer semestre de 2016.
METODOLOGÍA
Tipo de investigación: investigación descriptiva correlacional de carácter transversal 35.
Muestra: se trabajó con una muestra no probabilística de 547 estudiantes de la Universidad de Caldas de los programas de Medicina, Ingeniería de Alimentos, Ingeniería de Sistemas, Licenciatura con énfasis en Educación Física, Recreación y Deportes, Licenciatura en Ciencias Sociales, Licenciatura en Biología y Química, Licenciatura en Idiomas, Licenciatura en Artes Escénicas, Licenciatura en Filosofía y Letras, Licenciatura en Música, Desarrollo Familiar y Trabajo Social; los cuales participaron de la investigación de forma voluntaria.
Todos los estudiantes estaban matriculados durante el primer semestre de 2016 y cumplieron con los siguientes criterios de inclusión: edad entre 16 a 30 años; ausencia de alteraciones neurológicas, psiquiátricas o historial de repitencia, rezago o fracaso escolar; firma del consentimiento informado.
Instrumentos trabajados
Escala de somnolencia de Epworth ―ESE―: esta escala es un cuestionario autoadministrado y validado 36-37 que se utiliza para valorar la probabilidad de que el sujeto se quede dormido durante el desarrollo de ocho actividades sedentarias, calificadas entre 0 y 3, las cuales son: sentado y leyendo; viendo televisión; sentado, inactivo en un lugar público; como pasajero de un carro en un viaje de 1 hora sin paradas; estirado para descansar al mediodía cuando las circunstancias lo permiten; sentado y hablando con otra persona; sentado tranquilamente después de una comida sin alcohol y en un carro estando parado por el tránsito unos minutos.
Índice de calidad de sueño de Pittsburgh ― PSQI―: consta de 19 ítems autoevaluados por el paciente y 5 preguntas evaluadas por el compañero de cama (estas últimas son utilizadas como información clínica, pero no contribuyen a la puntuación total del PSQI, y no fueron utilizadas en esta investigación) 38-39. Los 19 ítems analizan los diferentes factores determinantes de la calidad del sueño, agrupados en 7 componentes del sueño: calidad; latencia; duración; eficiencia; alteraciones; uso de medicación para dormir y disfunción diurna. Cada componente se puntúa de 0 a 3. De la suma de los 7 se obtiene la puntuación total del PSQI, que oscila de 0 a 21 puntos (a mayor puntuación peor calidad de sueño).
Es importante señalar que tanto la ESE 36-37 como el PSQI 38-39 son instrumentos confiables para evaluar la SDE y la calidad del sueño que han sido validados en Colombia 36,39.
En relación con la escala ESE, en el estudio de validación realizado en Colombia, se halló que la escala diferencia a los sujetos sin somnolencia de los que la padecen. También se encontró que la ESE, versión colombiana, tiene consistencia interna (alfa de Cronbach = 0,85) con pruebas para la validez de criterio que evidencian diferencias de acuerdo al grado de severidad de la somnolencia dado por la patología específica 36. El PSQI versión colombiana es una herramienta válida para evaluar trastornos de sueño en la población, capaz de discriminar pacientes con diferente gravedad de los síntomas. El PSQI en Colombia presentó al análisis estadístico un alfa de Cronbach de 0,78 39.
Variables utilizadas en la investigación: además del género y la edad del entrevistado, se trabajó con el puntaje total obtenido en la ESE y el PSQI de acuerdo con los criterios clínicos planteados para tal fin en las estandarizaciones de las pruebas realizadas para Colombia 36,39.
En el caso de la ESE se tuvo en cuenta la siguiente categorización de puntajes: menor de 7: somnolencia normal; 8 o 9: somnolencia leve; entre 10 y 15: somnolencia moderada y finalmente puntajes mayores a 15: somnolencia grave 36. En el caso del PSQI se tuvo en cuenta también la siguiente categorización: puntaje menor de 5: sin problema de sueño; entre 5 y 7: merece atención médica; entre 8 y 14: merece atención médica y tratamiento médico y finalmente puntaje mayor o igual a 15: problema grave de sueño 39.
Análisis estadístico: la comparación de los promedios de los puntajes totales de SDE y de calidad del sueño entre estudiantes hombres y mujeres se realizó con la prueba t de Student para medias independientes (o la U de Mann-Whitney, en caso de no existir normalidad en los datos). La dependencia entre las variables cualitativas se analizó mediante tablas de contingencia 40. Los análisis se llevaron a cabo trabajando un nivel de significancia del 5 % y utilizando el software estadístico SPSS versión 23.
RESULTADOS
Se trabajó con 258 mujeres (47,2 %) y 289 hombres (52,8 %) cuyas edades medias y desviaciones estándar fueron de 22,9 años y 3,8 años para los hombres y de 20,9 años y 2,7 años para las mujeres, siendo mayor la edad media de estos al interior de la universidad (Pvalor = 0,0012).
De acuerdo con la tabla 1, los estudiantes hombres presentan menor media en calidad del sueño y somnolencia (Pvalores de 0,0067 y 0,0122). En la primera variable la media de los estudiantes, sin discriminar por sexo, fue de 7,1; hallazgo que indica una calidad del sueño que merece atención médica. Asimismo, en cuanto a la somnolencia diurna, se evidenció una puntuación promedio de 10 puntos que permite señalar un rango de “severidad moderada” 36. Adicionalmente se muestra una alta dispersión en los puntajes de calidad de sueño y somnolencia (coeficientes de variación alrededor del 40 %), indicando valores heterogéneos en estas variables.
Al categorizar los puntajes totales de acuerdo con lo mostrado en la tabla 2 se encontró que, en general, los estudiantes que participaron de la investigación tienden a tener una calidad de sueño que merece atención médica o atención y tratamiento médico (77,1 %); mientras que el 70,3 % presenta somnolencia leve o moderada. Estos porcentajes tienden a permanecer cuando se discrimina por sexo (tabla 3) de acuerdo con los rangos de clasificación propuestos desde los instrumentos empleados (36, 39).
Tabla 2 Número de estudiantes en cada categoría de calidad del sueño y somnolencia diurna excesiva.
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Fuente: elaboración propia.
Tabla 3 Número de estudiantes en cada categoría de calidad de sueño y somnolencia diurna excesiva, discriminados por sexo.
![](/img/revistas/hpsal/v24n1//0121-7577-hpsal-24-01-00084-gt3.jpg)
Fuente: elaboración propia.
Al realizar pruebas de independencia entre las variables sexo, calidad de sueño y somnolencia se encontró lo reportado en la tabla 4.
DISCUSIÓN
En el presente estudio se trabajó con 258 mujeres (47,2 %) y 289 hombres (65,8 %), la edad media de las mujeres fue de 20,9 años con una desviación estándar de 2,7; mientras que la media de los hombres fue de 22,9 años con desviación estándar de 3,8.
Se evidenció que los hombres presentan una media más baja que las mujeres en la medición de las variables de la calidad del sueño y la somnolencia diurna, lo que indica una mayor afectación para el caso de los hombres; mientras que cuando se analiza sin discriminar por sexo se encontró una media de 7,1 para la calidad del sueño y de 10 para la somnolencia diurna, lo que indica una calidad del sueño que merece atención médica y “severidad moderada” en cuanto a la somnolencia diurna.
Esto permite señalar que, en general, para los estudiantes evaluados de la Universidad de Caldas, existe necesidad de atención y tratamiento médico con el fin de mejorar los hábitos relacionados con la higiene del sueño; siendo consistente con lo reportado en diferentes estudios en los que se indica una alta prevalencia de una mala calidad del sueño en población universitaria, así como problemas de SDE con cifras que oscilan entre el 20,0 % y el 57,0 % en estudiantes universitarios que cursan estudios en programas de salud 41,42; al igual que en otros programas de otras áreas del conocimiento, especialmente aquellos asociados con prácticas de trabajo nocturnas y especialidades clínicas 43-44.
Es importante que las personas que presentan baja calidad del sueño o dificultades de SDE reciban atención y tratamiento médico puesto que diferentes estudios han demostrado la asociación entre la baja calidad del sueño con diferentes trastornos de salud mental tales como fallas cognitivas, atencionales y ejecutivas, dificultades emocionales relacionadas con ansiedad, depresión, irritabilidad, así como riesgo físico y cardiovascular entre otros 41,45-46.
Para el caso de la SDE no se encontró diferencia al comparar entre sexo, lo que se distancia de lo reportado por Tlatoa-Ramírez et al. 47 en el que los hombres presentaron un riesgo 4 veces mayor al de las mujeres de padecerla 47. Aunque la presente investigación determinó que un 77,1 % de los estudiantes presenta una calidad del sueño que merece atención médica o atención y tratamiento médico, así como que un 70,3 % presenta una somnolencia diurna leve o moderada. El presente hallazgo es consistente con los resultados de un estudio realizado en Arabia Saudita que tuvo como objetivo establecer la autonomía para la regulación de las horas de sueño en estudiantes de medicina durante los años clínicos con medidas validadas 45; en tal estudio se encontró que, a pesar de que los estudiantes en promedio durmieron 5,8 horas de sueño cada noche con una hora como media para irse a dormir de las 1:53 p.m., al menos el 8,0 % de ellos presentó fases de somnolencia durante el día y al menos el 30,0 % reportó mala calidad del sueño 45.
Los resultados encontrados en la presente investigación, en relación con la calidad del sueño, coinciden con los hallazgos de un estudio realizado en Chile que tuvo como objetivo conocer la calidad del sueño en los estudiantes de medicina de la Universidad San Sebastián mediante la evaluación del PSQI y de registrar las horas de sueño en el último mes. Entre los hallazgos se estableció que al menos el 83,0 % de las personas que participaron de dicha investigación eran “malos dormidores” con disfunción leve del sueño, así como que al menos un 53,8 % dormía menos de 6 horas diarias en promedio 38,43. Puede indicarse que los resultados encontrados en la presente investigación en la que se incluyeron estudiantes de diferentes programas de pregrado, no solo del área de la salud, coinciden con lo señalado en otros estudios en los que se refiere que la privación crónica del sueño, la mala calidad del sueño y la presencia de la SDE, son comunes entre los estudiantes universitarios y de manera especial entre los estudiantes de medicina 48-50.
Los resultados reportados en la presente investigación, realizada con una muestra de estudiantes de diferentes carreras universitarias, que incluyó diferentes áreas de dominio y de formación en el marco de la educación superior, constituyen un hallazgo significativo en el contexto de los estudios de problemas del sueño en estudiantes universitarios; en cuanto a los resultados encontrados, estos permiten señalar que problemas como la SDE y la baja calidad del sueño parecen estar presentes no solo entre estudiantes y profesionales del área de la salud sino que parecen propios de la vida del estudiante universitario en diferentes áreas del saber científico en general 51-52; representando así un problema emergente de salud para el adulto joven. Los hallazgos encontrados en la presente investigación contribuyen a confirmar la tendencia descrita por otros investigadores que reconocen a la población joven como particularmente propensa a presentar problemas del sueño 48-52.
Al evaluar la dependencia entre las variables se encontró que hay asociación entre el hecho de ser mujer y el desempeño en la prueba PSQI para cada uno de los rangos que evalúa, específicamente para el caso de la categoría “merece atención médica y tratamiento médico”; mientras que en el caso de los hombres se evidenció asociación con la categoría “merece atención médica”. Desde los hallazgos clínicos reportados, a partir de la estandarización del PSQI y de otras investigaciones en las que este instrumento se ha utilizado 53, se considera que un puntaje mayor de 10 puntos pone en evidencia una significancia clínica para perturbaciones del sueño; aspecto en el que se ven más comprometidas las mujeres que los hombres al categorizar la variable “calidad del sueño”. Ese resultado coincide con lo señalado en un estudio realizado por la Universidad San Sebastián de Chile, con mujeres brasileras, en el que se encontró una prevalencia mayor en relación con la baja calidad del sueño en el caso de las mujeres con 44,0 % respecto a la de los hombres (43,0%) 54.
En la asociación establecida entre las variables presencia de somnolencia y sexo se encontró que la personas con somnolencia grave tienden a ser mujeres, entre tanto los hombres muestran somnolencia normal o leve, resultado que se distancia de lo señalado en otros estudios en los que se reconoce que el sexo masculino tiene un riesgo cuatro veces mayor que el femenino de presentar SDE 47. Mientras que en la relación entre la calidad del sueño y la somnolencia se halló que las personas con problemas graves del sueño tienden a presentar somnolencia grave o moderada.
Los presentes resultados coinciden con otros estudios en los que se ha indicado dependencia entre pobre calidad del sueño y somnolencia diurna moderada o grave 55,56, investigaciones que evidencian como la perdida de sueño constituye un riesgo para la salud física y emocional de los universitarios.
CONCLUSIONES
En los hallazgos reportados en la presente investigación se encontró que los estudiantes participantes de diferentes carreras de pregrado, que incluyen diferentes áreas de dominio científico no solo estudiantes del área de la salud, tienden a presentar somnolencia leve o moderada en general; así como una calidad del sueño que merece atención médica o atención y tratamiento médico. En la presente investigación también se encontró dependencia entre la SDE y una baja calidad del sueño.
Se recomienda brindar desde la Oficina de Bienestar Universitario orientación y acompañamiento psicoeducativo a los estudiantes con el fin de prevenir un desencadenamiento mayor de problemas de sueño a nivel institucional, sobre todo en el caso de carreras con alta exigencia académica y alto riesgo de deserción por rezago académico. Asimismo, se considera importante la generación de programas de intervención institucional centrados en la formación de hábitos de vida saludables y en el mejoramiento de la eficiencia e higiene del sueño en diferentes carreras universitarias.
Se considera importante continuar investigando el problema del sueño en estudiantes universitarios en futuros estudios a fin de caracterizar con mayor nivel de detalle los problemas del funcionamiento cognitivo y académico asociados a los casos en los que los estudiantes presentan SDE y baja calidad del sueño, así como establecer diferencias en el nivel de afectación de acuerdo al área de dominio o carrera que estudie el universitario.
Limitaciones del estudio: algunas limitaciones del estudio están asociadas al uso de instrumentos de autoinforme, en vista del sesgo de percepción que puede haber, por el hecho de ser autoadministrado. Sin embargo es preciso señalar que los instrumentos empleados corresponden a cuestionarios de fácil aplicación y constituyen en la literatura especializada los patrones de oro para evaluar los constructos incluidos en la presente investigación por ser cuestionarios útiles, sencillos, económicos y de fácil administración respecto a otras pruebas relativamente largas y costosas tal como lo serian algunas medidas objetivas como la prueba de latencias múltiples del dormir ― PLMD― o pruebas como la polisomnografía que son muy dispendiosas y de difícil acceso.
Conflicto de interés: los autores declaran no tener conflictos de interés con la publicación de este artículo.
Fuentes de financiación: Universidad de Caldas, Universidad de Manizales.